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Desarrollo

económico y social
en Colombia.
Siglo XX
Monitores de la Cátedra
Manuel Ancízar

[ Augusto Iván Mejía


\ María Carolina Arguello R.
^ Katherine Cartagena P.
[ Tatiana Amador O.
\ Ana María Sánchez
María Carolina Várela
I EdithAristid
Óscar Loaiza
Eduardo Arias R.
* Natalia Arias
,V - V
La modernización
inconclusa - v",
CONSUELO CORREDOR MARTÍNEZ
Decana Facultad di Ciencias Económicas. , ,..
Universidad Nacional de Colombia

"L^A MODERNIZACIÓN INCONCLUSA. Colombia: una moderni-


zación a medias y una caricatura de modernidad". Este no es un título for-
mal, vacío de contenido. Al contrario, sintetiza la tesis central, que en mi
opinión contribuye a explicar la difícil situación por la que atraviesa la so-
ciedad colombiana.
Los propósitos centrales de este trabajo son presentar el contexto de
la crisis actual y la insuficiencia de los paradigmas para su interpretación;
sustentar como alternativa de interpretación, el proceso de configuración
de la sociedad moderna; y argumentar su pertinencia para el caso colom-
biano.
. . : . . . * , • . :

E L C O N T E X T O D E LA CRISIS Y LA I N S U F I C I E N C I A
DE LOS P A R A D I G M A S -, . y.
La crisis vivida a lo largo de los años ochenta, en la mayor parte de los
países de América Latina llevó a muchos analistas a señalarla como una dé-
cada pérdida. Los hechos más destacados fueron el alto endeudamiento ex-
terno, continuos procesos de desindustrialización, crecimiento del desem-
pleo y de las actividades informales, crecimiento de la población en
situación de pobreza. Estos y otros factores conllevaron la adopción de pla-
nes de ajuste orientados, principalmente, por organismos internacionales.
En esa misma década, Colombia se destacó en el concierto latinoa-
mericano por su estabilidad económica y por sonear con relativo éxito las
graves restricciones derivadas del endeudamiento externo y de la crisis fi-
nanciera doméstica. Esta estabilidad económica se perdió una década des-

•^
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA SIGLO XX

pues, y hoy se debate en la más profunda crisis económica, política y social


del siglo.
El solo enunciado llama la atención sobre dos aspectos importantes:
por una parte, la insuficiencia de una explicación meramente económica, y
por otra, las particularidades de cada uno de los procesos de desarrollo. Ra-
zones que invalidan las pretensiones de universalidad que postulan el dise-
ño de recetarios a aplicar sin tener en consideración las especificidades na-
cionales. „ . •=•
Las teorías del desarrollo imperantes desde la posguerra, y vigentes
hasta bien entrados los años setenta, identificaron crecimiento con desarro-
llo y progreso, entendidos como procesos unilineales e irreversibles. La cla-
ve de este tránsito se ubicó desde entonces, en la industrialización y de ahí la
acogida al proceso de sustitución de importaciones seguido en la región,
con la confianza de que la industrialización permitiría superar el subdesa-
rrollo y aminorar la brecha con los países centrales.
En efecto, se adelantó la sustitución de importaciones, se lograron
procesos de industrialización, la ampliación del mercado, la monetización
de la economía, la mayor diferenciación de las relaciones de trabajo, la ma-
yor división del mismo, una mayor integración al mercado mundial, y una
mejora en las necesidades básicas, principalmente de la población asalaria-
da, entre otros logros.
Sin embargo, a partir de los años setenta las cualidades asociadas a la
idea de progreso se van revelando como su contrario: la discontinuidad, la
reversibilidad y la incertidumbre anuncian el agotamiento del proceso de
sustitución de importaciones, fundado en una estrategia desarrollista que
privilegió la modernización económica.
El proceso de salarización creciente se revierte, haciendo visibles y
crecientes las actividades informales, y la vulnerabilidad de la economía a
los cambios externos cobra nitidez. La creciente urbanización revela el caos,
y los problemas cruciales de pobreza, desigualdad social y regional y de he-
terogeneidad estructural, lejos de haber sido solucionados, se muestran más
complejos.
Una de las formas privilegiadas para enfrentar la situación, fue acudir
en forma creciente al endeudamiento con las condiciones del mercado in-
ternacional. No obstante, a comienzos de los años ochenta la crisis de la
deuda mostró la imposibilidad de cumplir los compromisos, lo que se tra-
dujo en un menor margen de maniobra de los distintos gobiernos, que se
vieron abocados a planes severos de ajuste y de reestructuración.

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LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA

Este difícil camino fue el que dio la idea de la década perdida en


América Latina, y conllevó las agresivas estrategias de reestructuración de
las economías, que guiadas por el Consenso de Washington pretendieron
relanzar el proceso de acumulación defendiendo las virtudes de ios merca-
dos libres y sentenciando el fracaso de la intervención del Estado.
Partiendo del hecho de que la crisis por la que atraviesa la sociedad
colombiana desde los años ochenta y que se expresa en su forma más con-
tundente, como es la violencia, es el problema más apremiante en Colom-
bia, país en el que la idea de futuro pierde cada vez más sentido. •
El poder de dislocación que ha tenido este fenómeno, hace impres-
cindible una reflexión sobre las causas del resquebrajamiento del orden es-
tablecido, en busca de posibles soluciones, puesto que ya no se puede ocul-
tar ni esquivar la magnitud de la crisis que toca los más diversos ámbitos de
la vida nacional.
La temática no es ajena a la problemática del desarrollo. Las múltiples
carencias que padecen importantes sectores de la sociedad colombiana no
sólo con relación a unas mínimas condiciones materiales de sobrevivencia,
sino también en cuanto a integración social y política, han hecho que la
problemática del desarrollo mantenga su vigencia.
Con la crisis, esta problemática se ha convertido en un verdadero de-
safío tanto para los sectores que ven amenazado su orden de privilegios,
como para quienes aspiramos a un orden basado en una mayor justicia e
igualdad.
Analistas y políticos han señalado reiteradamente que la sociedad co-
lombiana ha sido escenario de profundas transformaciones y se hacen refe-
rencias múltiples desde la política, la sociología o la economía, pero en la
mayor parte de estas perspectivas se ha subrayado un solo aspecto de la cri-
sis, centrando la atención especialmente en las instituciones, las clases so-
ciales o las estructuras económicas.
La complejidad de la crisis en Colombia y la escalada de violencia de-
satada desde los primeros años del decenio de los ochenta, ha hecho eviden-
te la insuficiencia de estos análisis parciales para ofrecer una explicación que
proporcione una visión integral del fenómeno. De ahí que el efecto positivo
de esta compleja situación haya sido revitalizar la problemática del desarro-
llo en una perspectiva más amplia que los tradicionales estudios antes men-
cionados. En particular, la de los análisis económicos que privilegiaron el
examen de las trabas al crecimiento, sin preguntarse por la apropiación de
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBLV SIGLO XX

los beneficios y los costos sociales del mismo, ni por el marco de las relacio-
nes de poder en el cual se daba.
Las causas y consecuencias de la crisis son de orden económico, so-
cial, político, cultural e ideológico. Hasta un pasado reciente entre la mayor
parte de los analistas colombianos, se privilegió el estudio del sistema eco-
nómico, para derivar de allí las consecuencias sociopolíticas. La compleji-
dad de la crisis ha mostrado la necesidad de examinar todas las instancias
desde una perspectiva integral, y de ahí que sea insostenible confinar la pro-
blemática del desarrollo a una perspectiva meramente económica. Los ele-
mentos de orden sociopolítico explican la crisis al igual que los de orden
económico y los estudios sobre la cultura y la ideología deben complemen-
tar la comprensión global de la sociedad.
El propósito de la reflexión que sigue es contribuir al esclarecimiento
de algunos de los factores estructurales y coyunturales que han propiciado
la crisis en lo económico y lo sociopolítico en la historia reciente del país, re-
conociendo que para la comprensión total del fenómeno se requiere no solo
el concurso de otras disciplinas como la antropología o la semiología, sino
la profundización ulterior en la perspectiva de análisis que aquí se propone.
Identificar los factores estructurales permite desvirtuar la idea general
de que la crisis en Colombia se reduce al narcotráfico y la guerrilla. Además
de su extrema simplificación, esta visión ignora por completo el proceso de
constitución de esos actores y no se profundiza en el contexto que hizo posi-
ble su configuración y arraigo en el escenario nacional.
Por otra parte, el esclarecimiento de los factores coyunturales, desvir-
túa la tesis, que desde un lado opuesto, sostiene que la crisis actual no es más
que una prolongación de crisis anteriores, que no presenta características
diferentes. Desde esta perspectiva, la violencia adquiere el carácter de fenó-
meno endémico en la sociedad colombiana, y llega, incluso, a afirmar, que
se ha aprendido a convivir con aquélla.
La generalización incontrolada de la violencia ha puesto al descubier-
to el equivocado diagnóstico sobre la crisis y los enormes costos que sin dis-
tinción está pagando la sociedad colombiana por el tratamiento inadecua-
do de la misma.
La crisis actual no es reductible a la violencia. La violencia anida en la
crisis y es la forma extrema de su expresión. Por consiguiente, lo que resulta
imperativo, es identificar los factores que han precipitado al país a esta pro-
funda crisis y que han propiciado el uso de la fuerza como medio de resolu-
ción de los diversos conflictos individuales o colectivos, en la perspectiva de

i8
Uí MODERNIZACIÓN INCONCLUSA

construir un orden en el que se aminoren las desigualdades y los antagonis-


mos, y que en cualquier caso no se aborden a través del enfrentamiento vio-
lento.
Para ofrecer una alternativa de interpretación es conveniente señalar
unas pautas de orden metodológico. Cinco de ellas son particularmente re-
levantes:
1. Fijar la atención en las especificidades del proceso de desarrollo, en
tanto resultado de la tensión e interacción de fuerzas económicas, so- ^
i cíales y políticas. • ' ••-''' ' "'-•,..:• jg
2. Abordar la realidad como un contexto, es decir, como el producto de ^
múltiples condiciones y actores en continuo movimiento. «3
3. Desentrañar las tensiones derivadas en ese proceso, las formas y los
espacios de expresión de los conflictos que de ahí surgen, prestando ^ ^
atención a su diferente naturaleza para poder esclarecer vías de solu- Ct ( ^ ,
ción duradera. ^-: ü J
4. Examinar simultáneamente los escenarios y los actores del proceso de ^1"!
desarrollo, en su devenir y en la crisis. t> o
5. Otorgar un lugar de primer orden a lo político como proceso de Vi
constitución de sujetos en actores, e identificar el rol central del Esta- xL CQ
do en la constitución de lo social. Destacar el papel del Estado en la ¿3
09
problemática del desarrollo, conduce a superar el mito de la mano in- ¿^*
visible -el mercado- o la utopía de su destrucción. tT ¡
• .'"'^•' ••• •' ^•'•1 • ••' '- : ^ ' ^'"' '• ^

E L PROCESO DE CONFIGURACIÓN DE LA SOCIEDAD MODERNA ^"


La opción analítica elegida para abordar tan compleja problemática - ^
es el proceso de configuración de la Sociedad Moderna, entendida como un
proceso histórico complejo de construcción del hombre como actor de su
obra. En otros términos, el advenimiento de la sociedad moderna recoge un
doble ideario: por un lado, la aspiración de transformar el entorno material
y por otro, colocar al hombre como centro del mismo. El primer ideario
alude a la Modernización y el segundo a la Modernidad. .,,
Por consiguiente la Modernización se refiere al proceso de apropia-
ción de la naturaleza por el hombre, con el fin de desarrollar las fuerzas pro-
ductivas y poder disponer de una mayor riqueza. La Modernidad se refiere
a la apropiación del hombre de su propia naturaleza, lo que significa hacer
de los individuos no solo sujetos transformadores de su entorno material,
sino también, y principalmente, sujetos de su propia transformación.

rp
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX

Por su parte, el Modernismo se refiere a la ideología que acompaña


estos procesos y que como tal, le otorga sentido a los mismos, es decir cons-
truye un imaginario.
Esta diferenciación conceptual no surge de la necesidad de fragmen-
tar el análisis para aprehender la complejidad del objeto. Surge del hecho de
que la modernización es un proceso indispensable para la modernidad,
pero por sí misma no conduce a ella.
Desde esta perspectiva los procesos sociales no son explicados por razo-
nes trascendentales o derivados de la dinámica de la evolución en el tiempo.
No son ajenos a la organización económica, social y política. Es éste el caso de
Colombia, donde hoy son los hombres los enjuiciados: los gobernantes, la
clase política, los partidos políticos, las élites económicas, las Fuerzas Arma-
das, la Iglesia, los sectores de oposición y sus estrategias. En fin, tanto la So-
ciedad Civil como el Estado están comprometidos en el desorden.
Esta opción analítica permite precisar la tesis central en torno de la cual
se articula esta reflexión y que se puede enunciar como sigue: La crisis en que
se debate la sociedad colombiana desde los años ochenta, es el resultado de un
largo proceso de erosión del orden tradicional, inducida por las transforma-
ciones derivadas del proceso de modernización económica, que contrastan
con el conservadurismo del sistema político y de la organización estatal.
Las dificultades por hacer compatibles un proyecto de moderniza-
ción, que por definición comporta cambios en la organización social de la
producción y en las expectativas y valores de la población, con la permanen-
cia de un proyecto político fundado en la exclusión e inmovilidad social, no
puede menos que resultar profundamente conflictivo e inhibir, finalmente,
la continuidad de los dos proyectos.
La crisis actual de la sociedad colombiana es la expresión de la extre-
ma tensión resultante entre un proyecto de modernización económica aje-
no a un proyecto de modernidad. La razón central, que como hipótesis ex-
plica el curso seguido, es que el Modelo Liberal de Desarrollo ha sido el
contexto que ha permitido el avance de la modernización económica y la
contención de la modernidad.
Es un modelo integrador de los intereses de las élites dominantes,
pero profundamente desintegrador de los intereses sociales, que ha signifi-
cado la subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar,
gestionar y regular los intereses colectivos. De esta forma se comprenden las
dificultades para configurar un espacio público en el que se puedan expre-
sar, confrontar y resolver los conflictos sociales. El Estado colombiano es un

xo
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA

Estado privatizado atrapado entre el liberalismo económico y el conserva-


durismo político.
Con el fin de lograr los propósitos analíticos esta presentación se divi-
de en tres partes: . - i
En la primera, se sustenta la opción analítica y se argumenta su perti-
nencia para la comprensión de las sociedades latinoamericanas en general, y
para la interpretación de la crisis colombiana en particular. En la segunda,
se precisa el carácter de la modernización económica seguida en Colombia.
Y en la tercera, se analiza la crisis desde los años ochenta, vista como el resul-
tado de los límites del modelo liberal de desarrollo. Pasemos ahora a preci-
sar los aspectos centrales contenidos en cada una de ellas, para sustentar su
conveniencia y articulación: -

L A OPCIÓN ANALÍTICA
El examen de la modernización y la modernidad como procesos per-
mite apreciar, en el caso colombiano, un creciente divorcio entre ellos con
enormes consecuencias. En efecto, la modernización económica se convir-
tió en el abecé del progreso y en el paradigma a seguir por las distintas socie-
dades, con lo cual se alimentó la visión de que la modernización económica
es una fase de transición de una sociedad atrasada a una sociedad moderna,
un tránsito entre el subdesarrollo y el desarrollo.
Esta reflexión destaca el papel del mercado y del Estado como funda-
mentos de la organización de la vida material y de la organización social y
política respectivamente, en tanto su imposición se convirtió en un impera-
tivo para el desarrollo y expansión del capitalismo a escala mundial.
El examen de las formas y consecuencias del tipo de inserción de
América Latina en el mercado mundial, muestra cómo que se exportaron a
ésta los productos finales -el mercado y el Estado— sin importar la forma y
el costo de producirlos.
Así se fueron tejiendo las distintas realidades sociales, en un lento,
conflictivo e inconcluso proceso de configuración republicana, afectando
en forma desigual la organización social y política entre países, por cuanto
las mutaciones dependen en lo fundamental del tipo de alianzas o relevo de
los grupos en el poder, del carácter del proyecto de modernización imple-
mentado y de la representación que acompañe ese proceso de cambio.
La referencia a América Latina no va más allá de señalar algunos li-
neamientos comunes a la región, cuyas especificidades sólo podrán esclare-
cerse con el estudio de cada país.

II
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCL\L EN COLOMBL\. SIGLO XX

Sin embargo, lo que fue común en el proceso de modernización en


América Latina, fue el predominio de la idea de que la modernización por sí
misma conduciría a las transformaciones sociales y políticas propias de una
sociedad moderna. Se identificó industrialización con modernización y se
la concibió como un proceso gradual e irreversible. Por todo esto el discurso
de la modernización encerró promesas e ilusiones de democracia política y
de mayor autonomía en el ámbito internacional.
La reversibilidad del proceso de modernización y los enormes costos
sociales revelados en todas sus dimensiones y complejidad en la crisis desde
los años ochenta, han fracturado la idea de progreso y han hecho que la de-
mocracia y la autonomía se mantengan como ideario, pero ya desencanta-
dos de las promesas de la modernización.
A partir de esta referencia general de interpretación sobre la configu-
ración de las sociedades en América Latina, se examinan las características
específicas de la inserción de Colombia en el mercado internacional, y más
exactamente en la dinámica de la modernización económica.
Tres interrogantes articulan la temática: a) ¿Cómo se configuró la
tensión entre modernización y modernidad? b) ¿Cuál ha sido el contexto
que ha hecho posible el relativo avance de la modernización y la contención
de la modernidad? Y c) ¿Cuáles son sus principales implicaciones?
Para responder estas preguntas, examinemos las características eco-
nómicas y políticas de la inserción en el mercado internacional que se dio a
través del modelo primario exportador y prevaleció con nitidez hasta los
años treinta del presente siglo.
Dos características se destacan en este proceso en Colombia: su carác-
ter regional y el papel casi imperceptible del Estado. Características que no
son ajenas a la precaria integración nacional dadas las dificultades de articu-
lación geográfica, económica y política. Factores de suma importancia para
comprender, por qué las élites políticas organizadas en torno de los partidos
Liberal y Conservador, y las élites económicas agroexportadoras e indus-
triales emergentes, coparon desde muy temprano los espacios económicos y
políticos, e hicieron del principio liberal del respeto a la iniciativa privada
un baluarte utilizado según su conveniencia para afianzar su hegemonía y
dominación. Los numerosos poderes regionales y locales fueron desde en-
tonces, un obstáculo central para la formación de un Estado con capacidad
para promover la configuración de una comunidad política, la cual requiere
una subordinación relativa de los intereses y decisiones privadas a los inte-
reses y decisiones públicas.
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA

De esta forma se va perfilando un modelo liberal de desarrollo que no


se opone a la intervención del Estado, pero que le define una orientación y
unos límites. El carácter liberal del proceso de modernización que se abrió
paso desde los años treinta, fue avalado por el modernismo como ideología
e hizo del desarroUismo la mejor política para la consecución de sus fines. El
enorme costo se debe a su carácter profundamente discriminatorio, confi-
gurando amplias 'masas de extras' involucradas parcialmente como cons-
tructoras directas de las transformaciones económicas, pero excluidas de los
beneficios resultantes. El sistema de dominación vigente apoya este orden y
le confiere legitimidad a través del mantenimiento de los valores y la cultura
política más propias de un orden tradicional.
Así pues, el modelo liberal de desarrollo, afianzado en la temprana
alianza entre los intereses agroexportadores e industriales y en la omnipre-
sencia del bipartidismo en la vida política colombiana, se identifica como el
contexto que hizo posible la estrategia de modernización, con un claro di-
vorcio de un proyecto de modernidad.
'^ I. '

E L CARÁCTER DE LA MODERNIZACIÓN
ECONÓMICA ENTRE 1930 Y 1980 " _ / ' ',
Se eligió este período porque en los años treinta se dio el quiebre del
modelo primario exportador en un contexto de crisis mundial y en los años
setenta se hizo evidente el agotamiento del proceso de industrialización por
sustitución de importaciones, que fue el que le otorgó la dinámica a la mo-
dernización económica. , , , , ,...».,
Se trata de poner de relieve las características específicas de este pro-
ceso, útiles para explicar sus modestos alcances y tempranas limitaciones.
Esto nos permite precisar las distintas restricciones que se fueron consoli-
dando hasta convertirse en factores estructurales que han inhibido la conti-
nuidad de la modernización económica y dificultan aún más la búsqueda
de la modernidad.
El examen de la modernización en este período nos lleva a destacar
tres aspectos fundamentales: la configuración del problema agrario, el desa-
rrollo industrial, y los alcances y límites de la modernización económica.
••.,,-. : -'-i'sT-^-'s ,'Á:' :. -.tv^'/-:^'-yf:. - - -,,

E l problema agrario t <^


En el examen del problema agrario, más que la dotación de recursos
interesa examinar la forma como éstos están distribuidos, las estrategias de

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DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBL\. SIGLO XX

modernización agropecuaria y su contribución a los desequilibrios sociales


y regionales.
La atención que se le dedica a este problema tiene un doble motivo: la
modernización agropecuaria ha sido el fundamento y la restricción del de-
sarrollo industrial y en el problema agrario se sintetiza la tensión derivada
de las transformaciones en la organización social de la producción y la con-
servación de las estructuras de propiedad y dominación, propias de un or-
den tradicional.
Con relación a la distribución de recursos, el análisis permite corro-
borar que el proceso de modernización se llevó a cabo sin alterar en lo fun-
damental la estructura concentrada de la propiedad sobre la tierra, indu-
ciendo crecientes procesos de migración campo-ciudad y procesos caóticos
de colonización.
La estructura bimodal de la propiedad es un factor explicativo de
primer orden, de la persistente heterogeneidad del agro colombiano, con
nocivos efectos sobre la distribución del ingreso, la utilización de los re-
cursos, el tamaño del mercado y la inserción de la economía en el mercado
internacional.
Igualmente se aprecia la contribución del uso de la fuerza para la re-
composición de la tierra favorable a la gran propiedad, que alcanza un pun-
to alto en la intensa violencia de los años cuarenta y cincuenta, que poste-
riormente se repite en los primeros años de los setenta con un masivo
proceso de invasión de tierras por núcleos campesinos en busca de una al-
ternativa de sobrevivencia, y que desde fines de los años ochenta se recrude-
ce el proceso violento de ocupación de tierras que en la actualidad se expre-
sa a través de enormes grupos de población desalojada y desplazada.
Respecto a la estrategia de modernización se advierten dos caracterís-
ticas centrales:
a) Que no obedeció a una estrategia deliberada de las élites económicas,
sino que se derivó de la coyuntura externa y del tipo de crecimiento
industrial seguido, lo cual explica el privilegio que se le otorgó a la
agricultura comercial orientada principalmente hacia la exportación
y a la provisión de materias primas industríales.
b) El aporte de la política económica que por estar al servicio de los in-
tereses agroexportadores e industriales quedó condenada a un estre-
cho marco de corto plazo, y a satisfacer los diversos intereses no
. siempre compatibles, haciendo de la apertura y la regulación un
problema de conveniencia, según se tratara de coyunturas adversas

24
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA

O de auge. Los distintos sectores buscaban transferir las pérdidas de


la fase baja del ciclo al Estado y usufructuar las bonanzas sin regula-
ción alguna. ,, .• . ¿•sj.íjy .

E l desarrollo industrial
El análisis permite diferenciar dos grandes períodos: el primero que
va desde inicios del presente siglo hasta 1945 y el segundo, desde la segunda
postguerra hasta 1975. • • . fr '
Durante el primer período la industria se fue abriendo paso de forma
casi imperceptible, orientada principalmente hacia la producción de bienes
de consumo no durable (textiles, alimentos, bebidas y tabaco).
Las condiciones externas favorables, la protección a este tipo de bie-
nes y el gran desarrollo de obras públicas —en especial en los años 20— fue-
ron factores que contribuyeron a la ampliación de la demanda y a las trans-
formaciones que ya se anunciaban en el sector agropecuario. En este
período la inversión extranjera directa fue casi inexistente en la manufactu-
ra, no así en las actividades extractivas (petróleo) o de exportación agrícola,
tales como cultivo de banano y comercialización de café.
El segundo período se caracteriza por una gran dinámica económica
favorecida por la coyuntura de posguerra, para profundizar el proceso de
sustitución de importaciones que desde la crisis de los años treinta se venía
insinuando. La definición del año final, 1975, obedece a la inflexión que
experimenta la dinámica industrial basada en el proceso sustitutivo, que ex-
presa las dificultades del capital productivo para continuar su valorización.
Del primer período se destacan tres aspectos significativos para la
comprensión de la dinámica en el segundo período: * -.'
•• El papel de los capitales provenientes de la actividad exportadora que
realizaron las primeras fusiones entre el capital comercial y bancario
industrial, dando origen al capital financiero nacional.
• La gran importancia que tuvo el café en la acumulación de capital.
• La temprana tendencia a la concentración industrial.

Estos elementos ayudan a comprender la formación temprana de la


alianza entre los sectores agroexportadores e industriales, que está en la base
del tipo de modernización seguida en Colombia. Esta alianza explica en
parte porqué los partidos políticos no lideraron alternativas de política
económica, ni se constituyeron en voceros de intereses específicos de uno
u otro sector, desdibujando aún más las identidades partidarias con con-

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DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCL\L EN COLOMBIA SIGLO XX

tenido doctrinario, y haciendo de la política económica una parcela de


poder en manos de los distintos gremios del capital privado.
Con relación a la concentración industrial, vale señalar que ella se dio
no sólo en términos económicos sino también espaciales. El control de las
fuentes de capital permitió la absorción temprana de otras industrias inci-
pientes (especialmente textiles y cerveza). La concentración regional de la
industria se localizó en las cercanías a los puertos de exportación y princi-
palmente en torno del eje cafetero, al concentrar las mejores redes de comu-
nicación e importantes núcleos de población. El papel que cumplió la eco-
nomía cafetera en la ampliación de una base mercantil, fue un importante
factor de compensación a las trabas impuestas por la concentración de la
propiedad.
De esta forma se reforzó la insularidad de amplias regiones del país,
que quedaron totalmente marginadas de este proceso.
Con relación al segundo período que comprende los años 1945 a
1975, se aprecia claramente que es el período en el que se configura la es-
tructura industrial apoyada en el proceso de sustitución de importacio-
nes, no en forma de un continuum, lo que permite diferenciar tres subpe-
ríodos:
• 1945-1958 la sustitución se centra en los bienes de consumo no du-
rable.
• 1958-1968 el proceso sustitutivo avanza hacia algunos bienes inter-
medios y unos pocos de capital. , :...
• 1968-1975 la industria está en condiciones de exportar. ,

Para los propósitos de este trabajo señalemos sólo que la prioridad


otorgada inicialmente a la sustitución de bienes de consumo no durable y el
consiguiente rezago en la producción de bienes intermedios y de capital,
tuvo dos consecuencias de suma importancia para la marcha del proceso de
modernización: una, su dependencia de la capacidad de importación ha-
ciendo de la restricción de divisas un problema recurrente; y dos, que la
continuidad del proceso quedó restringida por limitarse a la demanda in-
terna de bienes de consumo, con fuertes repercusiones sobre la capacidad
para generar empleo, el nivel de ingreso y la estructura de propiedad de los
recursos.
Esto explica que, desde sus inicios, las grandes firmas se consolidaran
como unidades oligopólicas y que orientaran su producción a satisfacer la
demanda de los estratos medios y altos de ingreso, con lo cual se reforzó la

26
LA MODERNlZAaÓN INCONCLUSA '

estrechez del mercado limitando la diversificación del aparato productivo,


el desarroUo tecnológico y la diversificación de exportaciones competitivas
en el mercado internacional, factores que en forma conjunta se traducirían
en un rápido agotamiento del proceso sustitutivo.
Desde entonces se configuró un círculo vicioso que aún persiste: la
industria no se expande porque el mercado interno es estrecho, y este últi-
mo limita la generación de empleo y la expansión de la demanda, lo que a
su vez restringe el crecimiento industrial. : ''
Cada subperíodo señalado abarca un menor número de años, lo que
da cuenta del progresivo agotamiento a pesar de la importante promoción a
la diversificación de exportaciones que se adelantó en los últimos años, para
darle salida al problema del tamaño del mercado y de la escasez de divisas.
Aunque la diversificación fiíe importante, resultó de muy corta duración, y
a la postre se confirmaría que ella se debió más a la expansión coyuntural
del mercado internacional, que a una mayor competitividad de la exporta-
ciones colombianas.
Por otra parte, el fomento a la exportación agropecuaria significó en
no pocos casos el desabastecimiento del mercado interno, con lo cual se
presionó los precios generando el problema inflacionario, sumándose a las
restricciones antes señaladas. . •

ALCANCES Y LÍMITES DE LA MODERNIZACIÓN ECONÓMICA


Esta reflexión es indispensable para comprender la vulnerabilidad en
que se encontraba la economía en el inicio de los años ochenta y que auna-
do a factores de orden externo e interno, harán de los dos últimos decenios
un período de profunda crisis.
Vista la economía en su conjunto, a lo largo del presente siglo se apre-
cian una serie de transformaciones importantes, no sólo con relación a la re-
composición sectorial sino también en términos de las características y ve-
locidad con que se operaron tales transformaciones. ;, , ., n< .^
En efecto, los años 50 marcan un claro punto de inflexión: de una so-
ciedad básicamente agraria y rural, con un evidente retraso agrícola e indus-
trial respecto a otros países de América Latina, se abre paso un acelerado
proceso de modernización económica, hasta mediados de los años setenta,
a ritmos muy superiores a los observados en países similares: una mayor
pérdida de la actividad agropecuaria en el PiB, un desarrollo industrial a rit-
mos mayores y un acelerado proceso de urbanización.

. - ' 27
T ' '• . .
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCLa EN COLOMBIA SIGLO XX

Sin embargo este dinámico proceso se agotó rápidamente, lo que


hace del año 1975 un punto de quiebre, en el que dadas las dificultades en
la valorización del capital se da inicio a un ciclo de acumulación especulati-
va, profundizando las restricciones a la actividad productiva y contribu-
yendo en forma importante al clima de inestabilidad social.
Precisemos entonces las principales características del proceso:
• En primer lugar, si bien se operó una reducción de la brecha entre las
productividades agrícola e industrial, por el relativo avance de la pro-
ductividad agrícola, no fue menos importante el rezago de la produc-
tividad industrial lo que contribuyó a que en los años setenta se
registrara una disminución en la tasa de rentabilidad industrial y un
crecimiento negativo en los primeros años de los ochenta.
• El paquete tecnológico adoptado en uno y otro sector, privilegió el
uso del capital y de los insumos importados con lo cual se castigó el
uso de la mano de obra, restringió la disponibilidad de capital e hizo
del desempleo y de la restricción de divisas, problemas persistentes.
• La prioridad que se le otorgó a la agricultura comercial en detrimento
de la tradicional, hizo de la insuficiencia alimentaria un problema de
primer orden por sus efectos sobre el deterioro de los salarios y la cali-
dad de vida, la reducción de la demanda potencial para otro tipo de
bienes, lo cual desestimuló la producción, afectó el ahorro y la inver-
sión e indujo procesos inflacionarios. Adicionalmente, esa opción
condujo a la distracción de divisas para atender las crecientes impor-
taciones para abastecer el mercado interno.
• La creciente tendencia a la concentración hizo que la gran propiedad,
la agricultura comercial y las firmas oligopólicas fueran las principa-
les beneficiarlas de la modernización. "' •,

En consecuencia, el enorme costo de este proceso ha sido la inserción


precaria de importantes sectores de la población, y aun en algunos casos la
exclusión, con graves consecuencias para la continuidad misma de la diná-
mica económica al significar importantes restricciones por el lado de la de-
manda de trabajo y de bienes y servicios, así como también en el orden so-
ciopolítico.
En efecto a lo largo del análisis se constata que estas profiíndas trans-
formaciones estuvieron atravesadas por intensos conflictos sociales, por
cuanto el carácter concentrador del proceso marginó importantes sectores
de la población de los beneficios del crecimiento. Marginalidad expresada

28
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA

social y espacialmente configurando verdaderos contingentes de 'masas de


extras' localizadas en la periferia de las ciudades y en regiones insulares eco-
nómica, social y políticamente.
Sin duda, la concentración de los poderes y de los recursos de diversa
índole, es la matriz del conflicto social en Colombia y es el terreno propicio
para la constitución y arraigo de los actores, que en la década de los ochenta
tuvieron un papel protagónico en la violencia.
No olvidemos que durante este período de modernización, se confor-
man las organizaciones guerrilleras, en sus inicios como grupos de resistencia,
pero que irán transitando hacia organizaciones políticas armadas en respuesta
al carácter excluyente y desafiante del sistema político y gracias a una base so-
cial formada por esos importantes núcleos de población marginada.
De lo dicho hasta el momento se aprecian las serias restricciones de
capital para continuar su valorización con base en el proceso sustitutivo y la
génesis del conflicto social en Colombia, que posteriormente se desatará en
los años ochenta. Con relación a las restricciones de valorización del capital,
se señaló anteriormente que la promoción a la diversificación de exporta-
ciones se planteó como una posible salida y que tuvo efectos de muy corta
duración.
Sin embargo, el buen comportamiento del sector externo en los pri-
meros años de los setenta y el auge que desde mediados del decenio se dio
en los ingresos externos principalmente por la bonanza cafetera, así como
por el incremento de los ingresos por servicios y transferencias, creó un am-
biente de liquidez, afianzando la idea de que se entraba en una senda expor-
tadora de largo alcance. La política económica al final de los setenta, transi-
tó hacia una mayor desregulación de la actividad económica, para afianzar
la estrategia de promoción de exportaciones: reducción de los controles fi-
nancieros, altas dosis de devaluación, elevadas tasas de interés real, desmon-
te paulatino de los aranceles y del crédito dirigido, así como de los subsidios
sobre bienes y servicios.
De esta forma se facilitó y estimuló la acción simultánea de los grupos
económicos en las instituciones financieras y en las empresas industriales,
en un ciclo de expansión de actividades especulativas de compra y venta,
que requieren grandes montos de recursos líquidos. Progresivamente, la
posesión de liquidez se convirtió en el factor más rentable de la economía.
Desde entonces se operó una recomposición sectorial en favor de los
sectores financiero, de la construcción y de los servicios, sin ofrecer efectos
multiplicadores de largo alcance dada la lógica especulativa imperante. La

29
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBL\. SIGLO XX

ausencia de controles institucionales que alimentó ésta lógica y por consi-


guiente ésta recomposición, también hizo de estas actividades una presa fá-
cil para el blanqueo de dólares.
Los capitales obtenidos en las actividades ¡legales vinculadas a la pro-
ducción y tráfico de estupefacientes, reforzaron este ciclo y encontraron en
la desregulación económica, el mejor escenario para su inserción en las más
diversas actividades. En efecto, tal como se comprobaría años más tarde, el
comportamiento ascendente de los ingresos por servicios y transferencias,
se explicaría por su importante papel en el blanqueo de dinero procedente
de las actividades del narcotráfico.
Esto contribuye a explicar en parte por qué a comienzos de los años
ochenta a pesar de la crisis de la deuda y de la recesión interna, Colombia, a
diferencia de la mayor parte de países de América Latina, no registró tasas
de crecimiento negativas en el PiB, ni entró en una crisis cambiaría y que los
efectos del ajuste no fueran tan drásticos, puesto que la economía continua-
ba irrigándose con estos flujos ilegales de dinero.
Si bien por entonces no se tenía conocimiento ni se sospechaba de la
magnitud del negocio, lo que es claro es que al inicio de la década de los
ochenta estos capitales ya tenían un importante grado de inserción en la ac-
tividad económica y se habían convertido en una fuente de ingresos para
importantes sectores de población marginada, que encontraron en esta ac-
tividad una alternativa de sobrevivencia.
Este es el escenario en Colombia al inicio de la década de los años
ochenta, en el que ya estaban presentes los protagonistas de la escalada de
violencia, y en el cual el clima macroeconómico no ofrecía ninguna solidez.

LA CRISIS DESDE LOS AÑOS OCHENTA


Finalmente, entramos a examinar la crisis, entendida como el resulta-
do de los límites del Modelo Liberal de Desarrollo, pues en eUa lo que se
pone de manifiesto es la imposibilidad de continuar haciendo compatible
el avance del tipo de modernización seguida hasta entonces con el rezago de
la organización social y política existente.
En efecto, en la década de los ochenta se revela con intensidad la cri-
sis de orden social y político, agravada por las restricciones económicas de-
rivadas de factores estructurales y coyunturales. Así, los factores coyunturales
tienen un peso explicativo en la crisis, no para explicar su origen, sino para ca-
racterizar sus manifestaciones y profundización. Tras ellos lo que se aprecia es

30
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA

el peso acumulado de factores de orden estructural, que a lo largo de la histo-


ria se han ido configurando y cuya solución se ha ido postergando.
A inicios de los años ochenta el escenario económico era claramente
restrictivo: agotamiento del proceso sustitutivo, recesión agropecuaria e in-
dustrial, restricción de divisas -en particular por la caída en los precios del
café- desempleo e inflación. Lo anterior en un ambiente de inestabilidad
social y política en el cual sectores sociales tradicionalmente excluidos, tran-
sitan hacia actores sociales en demanda de atención a sus necesidades más
sentidas.
El tratamiento represivo que se le dio a estos conflictos -sobre todo ^
en los primeros años de la década- promovió una degradación de las prácti- ^
cas en algunos organismos de seguridad del Estado, con lo cual las desapari- ^
clones, torturas, allanamientos y asesinatos políticos, fueron el antecedente O
inmediato de la escalada de 'guerra sucia' que se desataba progresivamente C\
en el país. O
A la par con el descrédito nacional e internacional del Gobierno, los fe
grupos guerrilleros iban ganando capacidad ofensiva y presencia política. _\
Esto explica que la bandera de la paz haya sido enarbolada desde los prime- ->
ros años de ese decenio, por parte de los sectores de oposición como tam- A) Q
bien de algunos sectores políticos vinculados al establecimiento. Desde en- O ""*
tonces las estrategias gubernamentales tienen que responder a un doble »i.i ^
desafío: enfrentar la recesión económica y recuperar la estabilidad sociopo- ^, —
lítica. , < ^
Para este último análisis es conveniente diferenciar la década de los ->
ochenta y la de los noventa, poniendo la atención en el diseño y ejecución <'
de las estrategias económicas y sociopolíticas. ^

.;;*, Los AÑOS OCHENTA


B
Desde inicios de la década se visualiza el contexto de crisis en el país,
que hace imperativa una serie de reformas económicas y sociopolíticas que
se van delineando a lo largo del decenio.
Con relación a las estrategias económicas, es conveniente centrar la
atención en la consistencia y alcances de la política económica para enfren-
tar las restricciones señaladas. Y en cuanto a las estrategias sociopolíticas,
subrayar la formulación, articulación e implementación de la política
orientada a los objetivos de integración de los sectores tradicionalmente ex-
cluidos.
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBLV SIGLO XX

La primera mitad de la década estuvo marcada por serias restricciones


de orden externo e interno. En lo externo, el cierre de los flujos de crédito,
la elevación de los tipos de interés y las medidas proteccionistas adoptadas
por los países centrales, hicieron del servicio de la deuda una creciente carga
para la economía ya en recesión. En lo interno, se destaca el fin del ciclo es-
peculativo, que se tradujo en una crisis financiera (1982) que absorbió con-
siderables recursos públicos en una política gubernamental de salvamento a
las entidades en iliquidez o quiebra.
La serie de reformas que se adelantan desde entonces, tienen claros
antecedentes en el segundo lustro de los setenta, cuando se dieron los pri-
meros pasos en materia de liberalización, desregulación y cuestionamiento
de las funciones del Estado. Este cambio de orientación estaba en conso-
nancia con los cambios internos y externos, en un escenario de crisis, en el
que persistían los desequilibrios. De ahí que se abra paso la necesidad de en-
frentarlos con políticas de ajuste, incorporando explícitamente recomenda-
ciones de liberalización tendientes a romper las rigideces. Los programas de
ajuste y estabilización incorporaron como ingrediente importante de la
política macroeconómica una meta de déficit con respecto al PiB, presio-
nando la recomposición del gasto y el adelanto de reformas administrati-
vas. El criterio que se va imponiendo es la liberalización de los mercados
como garantía de la adecuada asignación de los recursos, acompañada de
la búsqueda de la eficiencia en el gasto público y con ella la readecuación
del Estado.
La restricción de recursos públicos condujo a castigar la inversión pú-
blica, en particular al gasto social, con lo cual la estrategia de integración
orientada a objetivos sociopolíticos, se vio seriamente limitada. Esta última
fue permanentemente cuestionada por la mayoría de las élites económicas y
políticas y por algunos sectores de las Fuerzas Armadas.
La estrategia de integración política se redujo entonces a la negocia-
ción con los actores más visibles del conflicto, la guerrilla, pero desprovista
de las transformaciones necesarias para iniciar un camino de integración.
La política ambigua del gobierno Belisario Betancur, entre la represión y el
diálogo, tuvo por parte de sus interlocutores una respuesta no menos ambi-
gua, en la que al parecer primó la ¡dea de hacer del diálogo una forma de ga-
nar la guerra.
Igualmente ambiguo fue el tratamiento al narcotráfico cuyos actores
van transitando de delincuentes económicos a delincuentes políticos, con
mayor nitidez en el segundo lustro. Estos actores, con enormes recursos

32
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA

de poder económico, buscaron espacios de reconocimiento social y políti-


co amenazando entonces la unidad de la clase política y de la organización
estatal, ya fuertemente permeadas por los dineros e intereses del narcotrá-
fico.
De esta forma se profundizó el fraccionamiento del poder y se desató
una escalada de confrontaciones armadas sin precedentes en el país.

Los NOVENTA
Los inicios de esta década marcan uno de los momentos más acucian-
tes en la historia reciente, por lo cual el gobierno se vio abocado a enfrentar
la profunda inestabilidad sociopolítica y a implementar un cambio de rum-
bo en la estrategia económica, dado el agotamiento del camino seguido y
los cambios en el contexto internacional. Una vez más se hace evidente el
viejo problema de hacer compatibles la democracia económica y la demo-
cracia política.
En materia económica se profundizó y aceleró el proceso de liberali-
zación y desregulación, que como vimos tuvo sus inicios a mediados de los
setenta y que durante el último período de la administración Barco ya pare-
cía perfilarse más claramente. Es así como se toman una serie de medidas
dando inicio al proceso de apertura: liberalización del comercio exterior, re-
forma laboral, cambiarla, reforma al sistema financiero, a la infraestructura
vial y de transporte, medidas que marcan también el inicio de la reorganiza-
ción estatal que se concretará en la estrategia de modernización del Estado.
La aceleración de la apertura y la ruptura con el gradualismo como
tradición en el manejo económico, junto con la errática política económi-
ca, se tradujo en enormes costos para la dinámica económica, ensombre-
ciendo aún más el panorama.
Por su parte, el clima político es de mayor optimismo por el proceso
de la Asamblea Nacional Constituyente que se había gestado en el gobierno
anterior, y que promulgará la Carta Política en Julio de 1991. Pero las con-
cepciones sobre las relaciones Estado, Economía y Sociedad propuestas en
la estrategia económica y en la Constitución, desafortunadamente no son
coincidentes.
En efecto, la Carta Política ofrece una serie de aspectos positivos: un
marco más apto para relegitimar al Estado y recobrar la credibilidad en las
instituciones; en lo económico, sin sesgarse hacia un intervencionismo no
le otorga al mercado un papel protagónico; en lo social, la política deja de
ser residual y coloca al bienestar como el fin central del Estado y en materia

33
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCUL EN COLOMBIA. SIGLO XX

institucional establece la descentralización y la autonomía local en contra-


vía del lastre histórico del centralismo.
En suma, en la Constitución es claro el papel central del Estado en el
curso del desarrollo, mientras que desafortunadamente en la estrategia eco-
nómica se restringe su acción en favor del sector privado y se polariza la falsa
dicotomía Estado-Mercado. A diferencia de la visión Republicana del
Estado que inspira la Constitución, la estrategia de apertura extrema la vi-
sión liberal del Estado en la cual el ciudadano es externo a él, entre los dos
media un contrato y éste debe defenderse del Estado para conservar su li-
bertad, por cuanto es el mercado el portador de los méritos en cuanto a li-
bertad, eficiencia y respeto al individualismo. El norte, en esta década, ha
sido la estrategia de apertura económica, con el enorme costo de ignorar o
subordinar los requerimientos que en materia de gobemabilidad son un
imperativo para la resolución de la crisis y la construcción de una senda de
desarrollo integral y sostenible.
Es necesario reiterar que en Colombia, el Estado históricamente no
se ha caracterizado por un excesivo intervencionismo, y más costosa ha sido
su ausencia en la resolución de los conflictos, en la prestación de muchos
bienes y servicios y en su escasa o nula presencia en amplias zonas del país.
La Uamada parainstitucionalidad no se ha dado por alta legislación e inter-
vención en los mercados, ni por inhibir la iniciativa privada. Al contrario,
ha sido fruto de la incapacidad del Estado de regular los intereses privados
en beneficio de los intereses colectivos, por la imposibilidad del aparato
productivo de generar empleo, por la desintegración y reducido tamaño del
mercado interno, por la baja competencia en el mercado internacional, en
fin, por factores de orden estructural que han impedido socializar los bene-
ficios, los recursos y la riqueza.

CONSIDERACIONES FINALES
Si bien hoy es insostenible la tesis del proteccionismo como política
de desarrollo, igualmente insostenible es la tesis del antiintervencionismo
estatal si se quiere que la modernización económica apuntalada por la aper-
tura y la internacionalización, no profundice las disparidades y exclusión de
amplios sectores de la población, al dejar a la lógica del mercado las elemen-
tales pero vitales decisiones de qué, cómo, para qué y para quién producir.
Los espacios cedidos por el Estado, no siempre son copados por el
mercado, pues mientras el primero debe tener ante todo una función social,
el segundo se rige por el cálculo costo-beneficio. La disparidad entre costos

34
LA MODERNIZAQÓN INCONCLUSA

privados y costos sociales, sobre los que llamó la atención muy temprana-
mente Adam Smith, es justamente la que explica porqué el mercado por sí
solo no puede asignar eficientemente los recursos.
Es más aconsejable reconocer las potencialidades y limitaciones del
Mercado y del Estado como formas de organización de la vida material y de
la organización social, política y cultural. No se le puede atribuir a uno u
otro una racionalidad superior, sino entender su distinta naturaleza, lógica,
funciones y alcances diferentes.
Es necesario construir un proyecto de integración y también un pro-
yecto integrador. Ni el mercado ni el Estado, por sí solos tienen éxito en
esta doble tarea.
Dada la tendencia estructural a la desintegración social es indispensa-
ble una nueva forma de relacionamiento si se quiere que los propósitos de
integración política no se frustren por la búsqueda de la integración al mer-
cado mundial.
Los costos de la postergación de reformas orientadas a resolver la de-
sintegración y la exclusión de amplios sectores de la población y el trata-
miento inadecuado de la crisis, se aprecia con particular fuerza en los pro-
fundos desequilibrios sociales y regionales, que hoy son un verdadero reto a
la legitimidad de la organización política y a la reconstrucción de la sosteni-
bilidad económica.
Este análisis nos permite corroborar, cómo el tipo de modernización
económica seguida y el rezago de la organización social y política, profundi-
zaron la exclusión y la desigualdad, la marginalidad y la fragmentación local
y regional.
Igualmente se aprecia la subordinación de que ha sido objeto el Esta-
do por parte de las élites dominantes, lo que explica que su intervención
haya reforzado estos desequilibrios.
Cuatro aspectos básicos dan cuenta de las dimensiones de la diferen-
ciación y exclusión social, otorgándole énfasis a sus expresiones regionales:
i) los niveles de pobreza, ii) el acceso a la educación, iii) las oportunidades
laborales y iv) la infraestructura vial y de servicios públicos.
Lo anterior permite comprender cómo las pronunciadas diferencias
socioespaciales han hecho de las regiones más marginadas un importante
escenario de conflictos sociales y de conflictos armados. Ellas han sido el
principal teatro de operaciones de la guerrilla, de las actividades del narco-
tráfico y de la acción de los grupos de justicia privada. Importantes sectores
encuentran en estos grupos una comunidad de intereses o una protección a

35
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCL\L EN COLOMBIA. SIGLO XX

la represión, y en el narcotráfico, una alternativa de sobrevivencia al vincu-


larse a las actividades del negocio o nutrirse de los ingresos generados en él.
Por supuesto que en uno y otro caso se sobreponen afiliaciones vo-
luntarias o impuestas, pues son comunidades que en medio del fuego cru-
zado son acusadas de ser base social de los distintos adversarios en conflicto.
Este examen simultáneo de escenarios y actores como telón de fondo
de la crisis y de la exacerbación de la violencia, quedaría incompleto sin una
reflexión sobre las restricciones del régimen político, que de hecho han es-
tado presentes a lo largo de la historia del país. Se trata de analizar cómo las
limitaciones del modelo liberal de desarrollo han reforzado las restricciones
del régimen político colombiano, y a su vez, han sido reforzadas por éste.
De tal forma se puede apreciar cómo las transformaciones inducidas
por el proceso de modernización, han contribuido a la erosión del orden so-
cial tradicional, sin ofrecer una nueva organización social y política que las
reconozca e integre, conduciendo a un creciente divorcio entre la sociedad
civil y el Estado, y a una consiguiente pérdida de representatividad y legiti-
midad del sistema político.
Tres aspectos centrales nos corroboran lo anterior. En primer lugar,
la importancia que en la vida política colombiana han tenido el sectarismo
y el clientelismo como mecanismos de adscripción y articulación política,
mecanismos propios de sociedades tradicionales, que sustituyen la precarie-
dad del mercado y de la ciudadanía, como formas de cohesión de socieda-
des modernas.
En segundo lugar, el contraste entre las transformaciones inducidas
porla modernización que le restan eficacia a estos mecanismos, y el inmovi-
lismo estatal y del sistema político, que a pesar de sus formas aparentemente
modernas, persisten en las relaciones premodernas que no se corresponden
con las mutaciones operadas en el orden social.
Por último, la crisis de legitimidad del régimen político, derivada de
esta disociación entre la organización social y política. La crisis de legitimi-
dad alude a la pérdida de representación y de credibilidad en el sistema polí-
tico por parte de las bases sociales en el cual se afianza. Se trata de una pérdi-
da progresiva de espacio como mediador y canalizador de las demandas
políticas y sociales.
Sin duda ésta es una de las caras más visibles de la crisis en los últimos
años, y de ahí que en la actualidad el país se debata en buscar alternativas y
espacios de diálogo y negociación para el desarme y el tránsito hacia vías ci-
viles de confrontación política, lo que pasa por la desactivación de los facto-

36
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA

res inmediatos de la violencia, pero más allá, de los factores de la crisis, en


una perspectiva de integración social, económica y política.
En el análisis desarrollado se aprecia que las administraciones guber-
namentales en las dos últimas décadas han trazado distintas estrategias en-
tre la negociación y la represión, pero orientadas básicamente a enfrentar la
violencia sin llegar a los factores reales de la crisis. Ello contribuye a explicar
su corto alcance al pretender institucionalizar los conflictos sin remover los
factores que están en la base de los mismos.
A pesar de la gravedad del conflicto que vive la sociedad colombiana,
hay una dosis de optimismo, por cuanto la crisis ha permitido la puesta en
escena de las profundas contradicciones que la aquejan, y han contribuido a
que ésta se reconozca mejor a sí misma y a que tenga una percepción más
clara del orden que no se quiere, a pesar de que aún se debata en la incerti-
dumbre del orden al que se aspira y de cómo lograrlo. Es deber de la acade-
mia contribuir a delinear este orden y poder construir entre todos, la socie-
dad que queremos.

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