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RECONFIGURACIÓN DEL MOVIMIENTO NACIONAL Y POPULAR

1- El neoliberalismo como escenario de crisis permanente

El predominio del capital financiero sumado a los cambios tecnológicos en el mundo del trabajo
dispararon nuevos y trascendentes fenómenos como la centralidad de los conglomerados
transnacionales, la pérdida relativa de soberanía del Estado, las cadenas internacionales de valor
(centralización financiera – descentralización y deslocalización productiva), la emergencia de
potencias emergentes y el recrudecimiento de la crisis de sobreproducción y realización de la
ganancia.

Los resultados de esta crisis se fueron dilatando por la utilización por parte de los países centrales
de una serie de mecanismos como el incremento de los gastos militares, la enorme movilidad de los
capitales, los conflictos de baja intensidad, el importante endeudamiento de las familias y la caída de
los salarios. A esto hay que sumar lo que significó la incorporación plena de los países emergentes
al mercado mundial.

De esta forma, se mantuvo, con altibajos, la acumulación de capital hasta el quiebre financiero de
Lehman Brothers, (septiembre de 2008). Apareció a partir de allí la gravedad y la profundidad de la
crisis estructural que atraviesa el capitalismo neoliberal.

El mundo está en una etapa de transición, de profunda disputa geopolítica entre dos modelos
de gobernanza global: De un lado, la política y el Estado, con sus particularidades. Del otro,
conglomerados financieros y corporaciones. Ya no se trata solamente de una derecha
conservadora, que disputa desde lo político la administración de lo público en función de sus
intereses de clase, sino de la lisa y llana enajenación/eliminación de la política a expensas de
los mercados. La administración de lo público en manos de estos grandes conglomerados.

Los capitales financieros pretenden convertir a los Estados-Nación en meros instrumentos limitados
a registrar los flujos de mercancía, de monedas y poblaciones, mientras son las empresas
transnacionales quienes distribuyen la fuerza laboral en los distintos mercados, asignan los recursos
y organizan jerárquicamente los diversos sectores de la producción mundial. El complejo aparato
que selecciona las inversiones y dirige las maniobras financieras y monetarias determina la
nueva geografía del mercado mundial.

Proyectos en pugna

Hoy, podemos visualizar al menos dos grandes lineamientos, donde por un lado se encolumna el
EE.UU. clásico, republicano junto al complejo militar industrial y bancos como el JPMorgan con un
proyecto unipolar que busca ser sostenido en el predominio militar y por otro lado, el proyecto
multilateralista de los demócratas, que se apoya en el Citibank y las mega-corporaciones, con peso
decisivo en los organismos internacionales y en las cities financieras globales.

Para completar el escenario geopolítico debemos mencionar la emergencia de China como potencia
mundial y el fortalecimiento de las economías emergentes (Rusia, India, Brasil, Sudáfrica, etc) que
dio nacimiento a los Brics y son, junto a la prédica del Papa Francisco, las bases de un proyecto
multipolar.

Hechos como el ascenso de Donald Trump en los EEUU o el pronunciamiento del pueblo británico
en favor de abandonar la Unión Europea, no deberían causarnos perplejidad, ya que muestran una
crisis irresuelta traducida en la insatisfacción colectiva respecto de un sistema económico y político
que no da respuestas.

La crisis financiera internacional (2008) no ha sido resuelta y la puja abierta por como cerrarla
profundiza la confrontación político-económica en el mundo. La confrontación hace que la crisis se
traslade a los países emergentes por vía de la pérdida de financiamiento, movimiento regresivo de
capitales y la caída en el precio de los commodities.

Revaluación del dólar, fuga de capitales hacia los países centrales, caída en las exportaciones,
guerra de monedas y desaceleración del comercio de los países emergentes implican para nuestras
economías un panorama de riesgo. Las salidas a la crisis que exacerban la volatilidad del capital
financiero, son las que más destruyen puestos de trabajo, aumentan la desigualdad y generan más
pobreza.

Las tensiones político-económicas generadas por las respuestas conservadoras a la crisis mundial;
el recrudecimiento de la confrontación geo-política y económica entre EE.UU (+G7) y los BRICS, y la
aparición de cuellos de botella en la matriz productiva, hicieron recrudecer el conflicto político en
nuestros países.

Nuestra América Latina, área histórico-cultural y geopolítica atesora un vasto patrimonio de


experiencias nacionales y populares de autonomía. Hoy se repite esa disputa, ante la necesidad de
la geopolítica estadounidense de mostrar al mundo su hegemonía sobre los territorios más próximos,
a la vez que hace frente a la competencia que representan potencias emergentes como China o la
asociación de los BRICS. En ella encuentra su justificación el financiamiento de la desestabilización
en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia para obtener el realineamiento de la política exterior de
estos países, además de re-empoderar a sus oligarquías internas.

 Aun con los avances de la derecha en la región, nos encontramos en una etapa en disputa
con amplios márgenes de intervención posibles. La crisis del capitalismo mundial sigue
abierta y por lo tanto la etapa histórica también lo está. Nuestros pueblos se reflejan en una
memoria muy reciente de conquistas concretas. No se trata de una utopía ni de una realidad
demasiado lejana en el tiempo. Las conquistas y realizaciones recientes fueron concretas y
tangibles, y no sólo implicaron ascenso social y ampliación de derechos, sino que también
extendieron la conciencia colectiva sobre la presencia de los poderes fácticos y su antagonismo con
los gobiernos populares.

2- La victoria de Cambiemos. Sentido común y conflicto.

Cambiemos, el sentido común y la puja geopolítica por la distribución


Si las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001 y la llegada al gobierno de Néstor Kirchner en el
2003 marcan la ruptura de la alianza de clases y el bloque de poder que conducían económica y
políticamente el proyecto neoliberal en Argentina, también podemos verificar la continuidad en
bajo continuo de un sentido común neoliberal como una forma anclada en los territorios y en
las subjetividades de las mayorías.

Y aquí se hace necesario pensar al neoliberalismo desde arriba y desde abajo; desde arriba
como una fase del régimen de acumulación global. Y desde abajo, como la proliferación de modos
de vida que reorganizan el sentido, con una nueva racionalidad que opera en multiplicidad de
niveles, con variedad de mecanismos y articulándose de manera desigual, con otros saberes y
formas de hacer.

Porque si bien es cierto que los cambios ideológicos no hacen otra cosa que “expresar” en el terreno
simbólico las transformaciones que tienen lugar en el terreno de la producción y reproducción de la
vida real, es necesario no perder de vista que no hay una sincronía mecánica entre ambas
manifestaciones del cambio social.

Y traemos esta perspectiva, porque compartimos que el neoliberalismo no se deja comprender si no


captamos e interpretamos las formas de vida, el “saber hacer”, las tácticas de resistencia y los
modos populares de habitarlo a la vez que lo combaten, lo transforman, lo aprovechan y lo sufren.

La utopía individual como sentido común

La poderosa idea de “utopía individual” (que tuvo centralidad a la hora de la vuelta de la derecha al
gobierno a través del voto popular en nuestro país) debe ser un terreno de nuestra atención política:
Montado en la década de recomposición económica, pero arropado en la pervivencia de un sentido
común neoliberal y un mundo violento e inestable en el que la velocidad borra las huellas de los
acontecimientos; CAMBIEMOS ofreció la seguridad de no perder lo conseguido junto a una
idea de pertenencia que alejaba de la masificación popular implícita en la distribución de la
riqueza.

Pero si para la consolidación de un proyecto popular, es imprescindible apelar al compromiso que


implica conformarse en sujeto protagónico de una utopía colectiva, la derecha hoy en el gobierno
“reivindica el derecho de la gente de no ser parte de la historia” y vivir su vida singularmente,
sin “la carga” de la participación.

Para ello sólo debemos depositar nuestro capital social en un equipo de técnicos exitosos en el
mundo de la empresa privada, capaz de protegerlo gerenciándolo para asegurarnos un lugar social
según mérito y esfuerzo individual. Como alguna vez explicitara Margaret Tatcher: “La sociedad no
existe, existen hombres y mujeres en su carácter de individuos”.

Como lo expresara sin pudor uno de los ideólogos de la derecha neoliberal, Samuel Huntington:
“El funcionamiento efectivo del sistema político democrático requiere habitualmente una
cierta medida de apatía y de no participación de algunos individuos y grupos... Esta
marginación de algunos grupos es antidemocrática por naturaleza, pero ella también es uno
de los factores que permite a la democracia funcionar efectivamente... ante el peligro de
sobrecargar el sistema de exigencias que extiendan sus funciones y socaven su autoridad”.

La Incertidumbre, inseguridad y desprotección, frutos de la organización social de la vida en el


neoliberalismo son el aliento de permanencia de estas poderosas herramientas de re-estructuración
de los lazos sociales.

El proyecto económico de los Ceos

Si en lo cultural Cambiemos trajo novedades políticas, en lo económico no se mueve de la


enunciación de un clásico modelo financiero y de reprimarización productiva peligroso para la clase
trabajadora y el pueblo.

El re-endeudamiento, la apertura económica y financiera, la apuesta al “campo”, la productividad y la


competencia, el achicamiento del Estado y de lo público y la “necesidad de abrirse al mundo” son las
bases discursivas de un bloque formado por el capital financiero internacional (JP Morgan, HBSC,
Citibank), los grupos concentrados agrarios (SRA y pooles de siembra) y productivos (Obra pública y
producción protegida -automotriz-) y las transnacionales (Monsanto, mineras, laboratorios, etc). Este
aspecto estructural remite a la década de los 90.

Hasta el momento pueden visualizarse tensiones al interior del gobierno, producto de la puja
de cada uno de estos sectores por imponer el “tono” dominante a la alianza económica de
Cambiemos. Lo que comparten, es la necesidad de retrotraer la distribución de la riqueza para
concentrarla, disciplinar al mundo del trabajo, achicar el consumo y el mercado interno, y congelar y
transferir las políticas públicas. Es decir atentar contra los sectores populares, los trabajadores y la
pequeña y mediana industria y comercio vinculados al mercado interno.

Como decíamos más arriba, la crisis internacional genera conflictos geopolíticos y comerciales,
guerra de monedas y baja en la tasa de ganancia que hace más lento el crecimiento de la economía
mundial y menos fluida la circulación de mercancías y capitales.

Este escenario, del cual no pueden escapar las economías emergentes (China, Rusia, Brasil, India,
etc), no es una buena noticia para países como el nuestro: si nuestros principales socios
comerciales compran menos y quieren vender más y los precios de nuestros productos
bajan, el relato del macrismo sobre la “lluvia de dólares” y la “integración al mundo” tienen
bases muy poco sólidas.

Ante esta falta de dinamismo externo, la apuesta del gobierno, parece estar centrada, no en el
fortalecimiento del consumo interno como motor de la economía, sino en la toma de deuda
externa. Ese camino, en la última dictadura y en los 90´ nos llevó a la quiebra de la economía
nacional. Aunque claro, el Grupo Macri como parte de los grupos concentrados, socializó sus
pérdidas con la estatización de las mismas (deudas que pagamos todos) y nunca perdió. En los
modelos que gobiernan para ricos, ellos nunca pierden, pero sí las mayorías populares.

Una economía que solo pone su expectativa en la deuda externa, no puede de ninguna
manera generar trabajo y bienestar para la mayoría de la población. No está demás recordar
que en el 2001 ese modelo de país se fue con muertos en las calles, el 25% de desocupación, el
54% de pobreza y el comercio, la industria y el campo quebrados. Las políticas de ajuste y
apertura económica en vez de resolver los problemas existentes (inflación, divisas,
inversiones productivas) los agravan.

3- LOS DESAFÍOS DEL PROYECTO NACIONAL.

Luego de la derrota electoral, se desató en el seno de las fuerzas políticas del proyecto nacional una
conflictividad política que tuvo su epicentro en las fuertes discusiones dentro del peronismo y en la
ruptura del bloque de diputados nacionales y de la estratégica provincia de Buenos Aires.

Lo que algunos sectores pusieron en discusión fue la conducción del movimiento. El rechazo, ahora
explícito, ante la hegemonía kirchnerista arrastrada de tiempo atrás, el oportunismo de corto plazo,
una apresurada aritmética electoral, el temor, la incomodidad ideológica y una autocrítica
extemporánea fueron algunas de las causas visibles. La contradanza de la relación de los territorios
municipales y provinciales gobernados por el peronismo con el gobierno de Cambiemos también
aportó su condimento político. Como así también los límites políticos de algunas intermediaciones
elegidas por la compañera Cristina.

La defunción del kirchnerismo es un trofeo que los grupos concentrados buscan ofrendar en
el altar de la gobernabilidad excluyente. Y el massismo y algunos sectores del partido
Justicialista buscan diseñar una alternativa anclada en un “peronismo renovado y
responsable”. Si bien esa puja sigue abierta, a medida que el proyecto de Cambiemos profundiza la
crisis, el ajuste y las desigualdades la figura de Cristina se revaloriza crecientemente. La respuesta
del poder concentrado es la persecución judicial y el linchamiento mediático de nuestra conductora.
No debemos subestimar la capacidad de agresión de las clases dominantes, pero tampoco perder
de vista el deterioro de la imagen política de su gobierno.

La defensa irrestricta de Cristina es una tarea estratégica en lo político, en tanto es el punto


de concentración de ataque de nuestro enemigo, por su capacidad de expresar lo que
significó el proyecto nacional como desafío a sus intereses históricos.

La estrategia política

Hay una relación compleja entre la necesidad de mantener (y volver a ampliar) la unidad del campo
nacional y la necesidad de conducir (a través de CFK) el conjunto. Estamos frente a un desafío
político de recrear una nueva mayoría capaz de poner un freno al desarrollo del proyecto excluyente
de Cambiemos y servir de basamento para derrotarlo electoralmente como preámbulo de volver a
gobernar el país.

Dos peligros mayores acechan y deben ser evitados; convertirnos en una minoría homogénea
en lo ideológico pero testimonial en lo político, y que el peronismo defina una conducción
que en nombre de “volver a ser gobierno” lleve al movimiento nacional a ser la herramienta
de las clases dominantes como sucedió en la década de los 90´.
La acción de las organizaciones libres del pueblo, tanto en el debate político, en la resistencia al
proyecto neoliberal y en la apertura de espacios para la identificación y participación, junto a la
definición de un liderazgo (el de Cristina) con capacidad de recrear mayorías políticas y electorales
serán claves para la resolución de la encrucijada política del movimiento nacional. También lo será
una profunda interlocución con un actor llamado a jugar un importante papel en los tiempos
que vienen: el movimiento obrero.

Es trascendente que la derrota electoral no se cristalice como victoria política, es decir que el
movimiento nacional pueda evitar tanto la fragmentación como el atajo de gobernar en
nombre del proyecto de las minorías.

Las mediaciones institucionales del campo popular y la madurez democrática de nuestro pueblo
aportan lo suyo para atenuar y resistir las agresiones de la política gubernamental. Desde ese punto
exacto surgirá la alternativa política para triunfar en 2017 y en 2019 siempre que prime la unidad de
acción y concepción. Como en otros momentos de nuestra historia, la calle y los ámbitos de
sociabilidad popular son las claves para vislumbrar el porvenir. La militancia está llamada a jugar un
papel fundamental en lo que respecta al esclarecimiento y a la organización.

NUESTROS DESAFÍOS COMO ORGANIZACIÓN POPULAR

1- Encontrar los caminos que conduzcan a resistir con éxito las políticas de exclusión y
transformación regresiva de la economía y la política por parte de Cambiemos.

2- Aportar a la construcción de nuevas mayorías: Protagonismo para garantizar la ampliación del


movimiento. Debemos ser capaces de expresar la incorporación y organización a la política de una
franja específica de nuestro pueblo.

3- La acumulación (de fuerzas, representación política y simbólica): Elaborar una estrategia de


acumulación buscando las brechas por donde irrumpir con la renovación y la representación políticas
(para lo cual es necesario un exhaustivo mapa político y de las demandas populares en cada frente
y territorio), estableciendo los mecanismos de acción-negociación-presión para desplegarla en cada
caso concreto.

4- La disputa por los ejes de profundización del modelo: Es imprescindible recortar dentro del
campo político-simbólico del Proyecto Nacional aquellos ejes que signifiquen el máximo de
profundización posible y convertir a las organizaciones populares en firme abanderadas de
plantearlos como alternativa al ajuste neoliberal del gobierno.

5- La democratización de la organización: Partiendo desde la realidad concreta de los actores


sociales y políticos, impulsar el protagonismo en la toma de decisiones. Una organización de sujetos
activos es imprescindible para el fortalecimiento de la real acumulación popular.

6- La formación y la capacitación de cuadros: Los importantes y novedosos desafíos políticos


que la etapa imponen un esfuerzo permanente y sistemático por dotarnos de los elementos teóricos,
técnicos –y de síntesis de las experiencias concretas- para abordarlos.
7- El despliegue de una fuerte voluntad de articulación y unidad: Impulsar una permanente
política de identificación y acercamiento de posibles aliados, encontrando ejes y prácticas de
profundización de los acuerdos.

8- Voluntad de poder: Construir poder para poder construir las transformaciones necesarias.

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