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Traducción El Peor Error en La Historia de La Humanidad
Traducción El Peor Error en La Historia de La Humanidad
Traducción libre por José Luis Zapata De Santiago, bajo licencia Creative Commons, atribución, no comercial,
licenciamento recíproco (http://zapata131.com) Febrero 2009
1Nota del traductor: El ludismo fue un movimiento obrero que adquirió auge en Inglaterra a inicios del siglo XIX y
cuyas acciones se basaban en la revuelta espontánea y desorganizada, atacando con frecuencia a los
instrumentos de producción. Sus seguidores se llamaban ludistas o luditas (luddites en inglés), nombre que
tomaron del líder del movimiento, Ned Ludd. Más información en:
http://gonzalezdeleon.blogspot.com/2008/11/historia-de-un-fantasma.html
recolección y adoptaron el cultivo de la tierra? Hasta hace poco, los arqueólogos tenían que recurrir a
pruebas indirectas que (sorprendentemente) no pudieron apoyar el punto de vista progresista.
Aquí hay un ejemplo de una prueba indirecta: ¿En realidad los cazadores-recolectores del siglo XX
están peor que los agricultores? Desperdigados por el mundo, varios grupos de los llamados “gente
primitiva”, como los Bosquimanos2 del Kalahari, que todavía sobreviven así. Y resulta que esta gente
tiene suficiente tiempo libre, duerme, tienen una buena comida e incluso trabajan menos que sus
vecinos agricultores-ganaderos. Por ejemplo, el tiempo que ocupan por semana para obtener comida
va de doce a diecinueve horas por grupo de Bosquimanos, y los Hadza de Tanzania sólo ocupan
catorce horas o menos. A un bosquimano, cuando se le pregunto por qué no hacían lo mismo que las
tribus vecinas y adoptaba la agricultura repondio: “¿Por qué hemos de hacerlo habiendo tantas
nueces de mongongo en el mundo”
Mientras que los agricultores se concentran en cultivos altos en carbohidratos, como el arroz y
las papas, la mezcla de plantas salvajes y animales en las dietas de los cazadores-recolectores les
da más proteínas y un mejor balance de nutrientes en general. En un estudio, la media diaria de
comida de los Bosquimanos (durante un mes en el que la comida era abundante) era de 2,140
calorías y 93 gramos de proteína, mucho mayor que la recomendada para gente de su tamaño. Es
casi inconcebible que los bosquimanos, que comen alrededor de setenta y cinco plantas silvestres,
muera de hambre como lo hicieron centenares de granjeros irlandeses y sus familias durante la
hambruna de papas de la década de 1840.
Así que, por lo menos, la vida de los grupos de cazadores-recolectores que existen hasta la
fecha es poco desagradable y bárbara, incluso a pesar de que los grupos de agricultores los ha
empujado a quedarse con algunos de las peores tierras del mundo. Pero los grupos modernos de
cazadores-recolectores que han tenido contacto con sociedades agrícolas-ganaderas por cientos de
años no nos dicen nada acerca de las condiciones anteriores a la revolución agrícola. El punto de
vista progresista nos dice algo del pasado distante: que la vida de la gente mejoró cuando dejaron la
recolección y se pasaron a la agricultura.
Los arqueólogos pueden ponerle fecha al cambio distinguiendo los restos de plantas y animales
silvestres de aquellos que ya habían sido domesticados que han sido encontrados en los basureros
prehistóricos.
¿Cómo puede uno deducir la salud de los hacedores de basura prehistóricos y así,
directamente probar el punto de vista progresista? Esa pregunta se ha podido responder solo en los
años recientes, en parte a través de nuevas técnicas de peleopatología, el estudio de los síntomas de
enfermedades en los restos de nuestros ancestros.
En algunos casos afortunados, los paleopatólogos tienen la misma cantidad de información
para estudiar que un patólogo hoy en día. Por ejemplo, arqueólogos en los desiertos de Chile que
encuentran momias bien preservadas, la condición medica en el momento de su muerte puede ser
determinada por una autopsia. Y las heces de algunos indios que vivieron en cuevas
extremadamente secas en Nevada se han conservado tan bien que pueden ser examinadas para ver
si tenían parásitos.
Usualmente, los únicos restos humanos que se pueden encontrar para estudiar son
esqueletos, pero estos permiten un número sorprendente de deducciones. Para empezar, un
esqueleto revela el sexo de su dueño, el peso y la edad aproximada. En algunos casos en los que
hay varios esqueletos, uno puede incluso montar tablas de mortandad como las que las aseguradoras
usan para calcular la esperanza de vida y el riesgo de muerte de un individuo a una edad dada. Los
paleopatólogos pueden incluso calcular las tasas de crecimiento midiendo los huesos de las personas
de distintas edades, examinar los defectos en el esmalte de los dientes (signo de desnutrición en la
infancia) y reconocer los signos dejados en los huesos por una anemia, tuberculosos, lepra y otras
enfermedades.
Un ejemplo de lo que los paleopatólogos se han enterado gracias a los esqueletos tiene que
con los cambios históricos en la estatura. Los esqueletos de Grecia y Turquía se muestran que el
2 N. del T. Kalahari Bushmen en el texto original, llamados también San, bosquimanos, basarawa, Sho, Kung o
Khwe, son varios pueblos africanos tradicionalmente cazadores-recolectores, su denominación más común es
de bosquimanos, que viene del afrikaans boschjesman, "hombre del bosque"
promedio de estatura de los cazadores-recolectores hacia finales de las eras de hielo era de 1.75m
para hombres y 1.65m para mujeres. Con la adopción de la agricultura, la estatura se vino para abajo,
en el año 3000 AC estuvo en un punto bajo: 1.60m para hombres y 1.52 para mujeres. Para los
tiempos del periodo clásico la estatura se estaba elevando de nuevo, pero los griegos y los turcos
modernos no han podido llegar al promedio de estatura de sus lejanos ancestros.
Otro ejemplo del trabajo de la peleopatología es el estudio de esqueletos indios encontrados
en túmulos funerarios en los valles de Illinois y Ohio. En Dickson Mounds, cerca de donde se unen los
ríos Spoon e Illinois, los arqueólogos han podido desenterrar unos 800 esqueletos que nos dan una
idea de los cambios ocurridos cuando una cultura de cazadores-recolectores se convirtió a una
cultura de cultivo intensivo de maíz alrededor del año 1150 DC. Estudios de George Armelagos y sus
colegas de la Universidad de Massachusetts muestran que estos granjeros primitivos pagaron un
precio por su nuevo estilo de vida. Comparado con los cazadores-recolectores que les precedieron,
los granjeros tuvieron casi un 50% de incremento en defectos en el esmalte dental que indican
desnutrición, un incremento del 400% en anemia por deficiencia de hierro, (que se evidencía por una
condición en los huesos llamada Hiperostosis Porótica) un incremento en tres veces de las lesiones
en los huesos que refleja el incremento de las enfermedades infecciosas en general, y un incremento
en condiciones degenerativas de la espina dorsal, que probablemente refleje mucho trabajo físico.
“La esperanza de vida al momento de nacer de la cultura preagrícola era de aproximadamente 26
años” dice Armelagos, “pero en la comunidad postagrícola era de 19. Así que estos episodios de
presión nutricional y enfermedades infecciosas estaban afectando seriamente su capacidad de
supervivencia”
La evidencia sugiere que los indios de Dickson Mounds, como muchos otros pueblos
primitivos, optaron por un modo de vida agrícola por necesidad, para poder alimentar a la población
que crecía constantemente. “No creo que la mayoría de los cazadores-recolectores haya entrado en
un modo de vida agrícola hasta que tuvieron que hacerlo, y cuando lo hicieron ellos cambiaron
cantidad por calidad.” dice Mark Cohen de la Universidad de New York en Plattsburg, co editor, junto
con Armelagos, de uno de los libros más influyentes del campo, Paleopathology at the Origins of
Agriculture. “Cuando inicié esta discusión hace diez años, la mayoría de la gente no estaba de
acuerdo. Ahora se ha convertido en un respetable, aunque polémico argumento”
Hay al menos tres razones que explican los desastrosos resultados de la agricultura para la
salud. Primero, los cazadores-recolectores gozaron de una dieta variada, mientras que los primeros
agricultores obtuvieron la mayoría de su alimento a partir de uno o unos pocos cultivos ricos en
almidón. Obtivieron calorías de mala calidad a costa de una nutrición pobre (apenas tres plantas altas
en carbohidratos; el trigo, el arroz, y el maíz; proporcionan hoy en día la mayoría de las calorías
consumidas por la especie humana, pero cada una de ellas es deficiente en ciertas vitaminas o
aminoácidos esenciales para la vida). En segundo lugar, debido a dependencia de un número limitado
de cosechas, los granjeros corrieron el riesgo del hambre si una fallaba. Por último, el solo hecho de
que la agricultura permitiese a la gente agruparse en sociedades populosas, facilitaba la extensión de
parásitos y de enfermedades infecciosas, muchos de los cuales eran luego transportadas por el
comercio con otras sociedades de hacinamiento manteniendo contactos comerciales con otras
sociedades, también populosas (algunos arqueólogos piensan que es el hacinamiento, en vez de la
agricultura, el responsable de las enfemedades, pero se trata del problema de el huevo o la gallina,
porque el hacinamiento fomenta la agricultura, y viceversa). Las epidemias no pueden arraigar
cuando las poblaciones se encuentran dispersas en pequeños grupos que constantemente están
desplazando sus asentamientos. La tuberculosis y las enfermedades diarreicas tuvieron que esperar
la llegada de la agricultura, el sarampión y la peste bubónica la aparición de las grandes ciudades.