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El Derecho Civil
patrimonial
en la Constitución
PRIMERA EDICIÓN
FEBRERO 2009
3,550 Ejemplares
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN
TOTAL O PARCIAL
DERECHOS RESERVADOS
D.LEG. N° 822
DIAGRAMACIÓN DE CARÁTULA
Martha Hidalgo Rivero
DIAGRAMACIÓN DE INTERIORES
José L. Rivera Ramos
Presentación
Hoy puede verse, por ejemplo, una doble regulación de diversos as-
pectos del Código Civil, como su Título Preliminar y los derechos de las
personas, dado su desarrollo adicional en la Constitución. Asimismo, los
derechos patrimoniales a la propiedad, a la herencia, y a la libertad de
contratación; así como los derechos de consumidores y otros derechos
subjetivos tutelados en sede privada gozan también de protección consti-
tucional. Esta situación ha generado no pocas confusiones a nivel de apli-
cación normativa, sobre todo cuando se quiere hacer prevalecer derechos
fundamentales en relaciones privadas regidas por la autonomía de la vo-
luntad; tema que, valgan verdades, no ha tenido un desarrollo lo suficien-
temente amplio y clarificador en la doctrina nacional.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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Presentación
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ESTUDIOS JURÍDICOS
ESTUDIOS JURÍDICOS
La propiedad en la
Constitución de 1993:
Derecho individual con
proyección social
(*) Doctor en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Profesor de Derecho Civil
de la PUCP, de la Universidad de San Martín de Porres y de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega.
Presidente del Tribunal Administrativo de la Propiedad de Cofopri.
(1) BETTI, Emilio. “Reflexiones sobre la noción del negocio jurídico”. En: BETTI; GALGANO; SCOG-
NAMIGLIO; FERRI. Teoría general del negocio jurídico - 4 estudios fundamentales. ARA Editores,
Lima, 2001, traducción del italiano de Leysser León, pp. 31-34.
(2) SCOGNAMIGLIO, Renato. El negocio jurídico: aspectos generales. En: Teoría general del negocio...
pp. 111-112.
(3) “Parece ser una experiencia histórica demostrada que la propiedad es fuente de progreso material.
Frente a la Europa intervenida y controlada por organizaciones colectivistas, la aparición del indi-
vidualismo y la consagración de la libertad y la propiedad, a finales del siglo XVIII, constituyó uno
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
de los presupuestos del progreso y la riqueza material que acompaña a Europa desde entonces. Estas
doctrinas procedentes de las escuelas escocesa e inglesa a finales del XVIII, en las que se mezclaban
doctrinas económicas, principios morales y experiencias políticas, se extendieron por toda Europa e
inspiraron el primer constitucionalismo francés y norteamericano. No es de extrañar, por tanto, que la
libertad de contratos y la propiedad se configuraran como derechos fundamentales, parte de esa liber-
tad natural que las Constituciones vienen a defender” ARIÑO ORTIZ, Gaspar. Principios de derecho
público económico, ARA Editores, Lima, 2004, pp. 211-212.,
(4) Según DOMENICO BARBERO (Sistema del Derecho Privado. Tomo I, EJEA, Buenos Aires 1967,
traducción del italiano de Santiago Sentís Melendo, pp. 172-173) el derecho subjetivo es un ámbito de
actuación lícito (agere licere). Es un concepto positivo, no negativo.
(5) La doctrina italiana mayoritaria reconoce el carácter de derecho subjetivo de la propiedad: “el hecho
de que la propiedad (y, en nuestra opinión, las demás situaciones reales) no de lugar a relaciones entre
el titular y sujetos determinados y que no tenga sentido hablar de una relación que se establecería y de
un poder que se investiría a cada propietario (o titular de una situación in re) dirigido frente a todos, no
debe hacer pensar –como, sin embargo, se ha pensado– que ella (o las otras situaciones en cuestión) sea
incompatible con la figura del derecho subjetivo. Toda vez que esta afirmación se muestra viciada por la
concepción, repetidamente citada, que hace de la relación el centro del universo jurídico y del derecho
subjetivo una situación ligada a una correspondiente situación de deber, ontológicamente considerado
como causa eficiente, prius lógico, factor condicionante de su surgimiento. La verdad es que la que im-
porta en esta materia (...) es la situación de PODER asignada al portador del interés. PODER que (...) se
perfila del todo autosuficiente en cuanto es idóneo para permitir la satisfacción del interés-presupuesto,
vale decir, la realización del resultado útil, inmediatamente y sin el concurso –ni siquiera en la fase ini-
cial– de un sujeto distinto colocado en una situación de necesidad. Y el comportamiento de los terceros,
tendencialmente indiferente para los efectos de la obtención del resultado, puede adquirir una relevancia
negativa sub specie juris solo en el momento en que un tercero, sin estar autorizado de manera alguna o
rebasando los límites de su derecho, impida, obstaculice, controvierta o de cualquier otra forma perturbe
el ejercicio del derecho ajeno, emprendiendo un comportamiento lesivo, contra el cual reacciona el ordena-
miento, concediendo al titular del derecho los medios para superar la lesión (...) o para la reafirmación de la
propia posición sustancial”. BRECCIA, Umberto; BIGLIAZZI GERI, Lina; NATOLI, Ugo; BUSNELLI,
Francesco D. Derecho Civil. Tomo I, volumen 1, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1992,
traducción del italiano de Fernando Henostroza, pp. 399-400.
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La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
libertad para acceder a la propiedad(6); pero una vez alcanzado ese ob-
jetivo el propietario tiene como garantía la libertad en el ejercicio de su
derecho (dentro de los límites de la ley). De esta manera queda proscrita
toda interferencia estatal cuyo fin sea despojar arbitrariamente al indivi-
duo de su pertenencia. El derecho a la propiedad, en su versión clásica
y vigente todavía hoy, es un ámbito de libertad del ciudadano frente al
Estado y los terceros:
“Los efectos de estos derechos consisten en crear un ámbito exento
para el individuo titular, donde nadie está autorizado para realizar una
intervención, o en su caso solo puede hacerlo a través de un procedi-
miento lleno de garantías. Los grandes valores que informan a estos
derechos son la libertad y la seguridad jurídica principalmente y si los
comparamos con los establecidos en el criterio anterior, podríamos
encontrar derechos de no interferencia entre los derechos personalí-
simos (la libertad de pensamiento o la libertad religiosa) entre los de
sociedad comunicación y participación (inviolabilidad del domicilio y
secreto de las comunicaciones), entre los derechos de seguridad jurí-
dica (algunas garantías procesales) y entre los derechos económicos,
sociales y culturales (el derecho de propiedad). La finalidad genérica
de favorecer la autonomía moral, la libre elección de planes de vida
se hace en este caso desde la abstención de comportamientos, desde
el no hacer de otros que hace posible el hacer del titular. Evitando los
maleficios del poder se favorecen los beneficios que el titular puede
realizar por sí mismo”(7).
El artículo 2, inciso 16 de la Constitución debe concordarse con el
artículo 70, en el cual se ratifica que la propiedad en su vertiente constitu-
cional es un derecho de libertad, de “no-interferencia” en la terminología
de Peces-Barba. En efecto, la Constitución no define el derecho de pro-
piedad(8), pero sí indica que es “inviolable” (artículo 70), lo cual es una
(6) BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis comparado, Editora Rao,
Lima, 1999, p. 149.
(7) PECES-BARBA MARTÍNEZ, Gregorio. Curso de Derechos Fundamentales. Teoría General. Univer-
sidad Carlos III de Madrid - Boletín Oficial del Estado, Madrid, 1999, pp. 459-460.
(8) Tal vez por esa falta de definición se ha sostenido que: “La propiedad es una típica cláusula no operativa
dentro de los textos fundamentales actuales”. BOREA ODRÍA, Alberto. Evolución de las garantías
constitucionales. Fe de Erratas Editorial, Lima, 2000, p. 271. Esta opinión debe rechazarse, pues la
“propiedad” (así como el “contrato”, por ejemplo) es un concepto jurídico fundamental, con un con-
tenido bastante preciso –al margen de los matices que no cambian su esencia–, y que obviamente no
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
necesita ser definido por la propia Constitución. Es más, en el hipotético caso de que se modificase el
Código Civil para definir la propiedad al estilo de un “usufructo” o de una “concesión administrativa”,
entonces la citada ley sería claramente inconstitucional en cuanto no respetaría el contenido esencial de
la propiedad, definido por el inveterado uso y tradición. Esto demuestra que el derecho de propiedad es
una cláusula operativa, y que por sí misma –sin intervención del legislador ordinario– puede ser contro-
lada por vía jurisdiccional. La cuestión no es de laboratorio, pues muchas veces las Corporaciones mu-
nicipales, por ejemplo, desnaturalizan el derecho de propiedad al calificar un suelo como “intangible”
o “reservado”, lo cual en la práctica significa que el propietario no tiene derecho a nada. Esta situación
ha motivado el siguiente comentario del publicista español GASPAR ARIÑO ORTIZ (Ob. cit., pp.
199-200): “El RDL 4/2000 ha definido un nuevo concepto de propiedad urbanística, rechazando la antigua
‘concepción estatutaria’ (según la cual todo aprovechamiento urbanístico es algo añadido que da –o quita– el
Plan) y ha afirmado que todo propietario de suelo tiene derecho a urbanizar y edificar, porque ello es, en prin-
cipio, parte esencial de su derecho de propiedad, salvo que se trate de suelo de especial protección, cuya
calificación deberá ser motivada y en su caso indemnizada. Naturalmente el uso y aprovechamiento
deberá hacerse en las condiciones que fije el Plan General (o normas subsidiarias) y según las determi-
naciones e instrucciones que establezca el Ayuntamiento. Pero en principio, tiene derecho a urbanizar
y edificar. Se acabó el arbitrismo de las recalificaciones del suelo. Con ello se ha pretendido corregir
la rigidez del mercado provocada por la falta de suelo, con las graves repercusiones que ello generaba
en el precio de la vivienda. Se reducen los elementos discrecionales de las Administraciones Públicas
para la declaración de suelo urbanizable y se habilita a la iniciativa privada para que pueda proponer un
proyecto de delimitación o hacer una propuesta de planeamiento”.
(9) Algunos autores creen que el artículo 70 regula la vertiente “social” de la propiedad, mientras el artículo
2, inciso 16, establece la vertiente “individual”. Es el caso de BERNALES BALLESTEROS (Ob. cit.,
p. 149): “La propiedad es el derecho sobre las cosas que consiste en usarlas; disfrutarlas es decir, per-
cibir sus frutos; disponer de ellas, es decir, transferirlas bajo cualquier forma posible; y reivindicarlas,
que equivale a recuperarlas de quien las ha usurpado. En este artículo no se establece el tratamiento
detallado de la propiedad en el plano constitucional –lo que ocurre en los artículos 70 y siguientes– sino
el derecho de toda persona a acceder a ella. En el contexto descrito, la norma que comentamos resulta
muy importante, porque formula una aproximación directa al derecho de acceso a la propiedad y a la
protección jurídica que sobre ella recae. Desde luego, aquí se consagra una posibilidad abierta a todos;
un derecho formal que impide prohibiciones en el acceso a la propiedad y en la posibilidad de ser
propietario” (el resaltado es nuestro).
Esta opinión merece el siguiente comentario crítico:
- Es cierto que el artículo 2, inciso 16, de la Constitución reconoce la libertad inherente a toda persona
para convertirse en propietario (libertad de acceso); sin embargo, fundamentalmente garantiza la
libertad de gozar y disfrutar del bien, lo cual implica que el Estado tiene el deber de “no-interferir”
(libertad de ejercicio de la propiedad).
- Los artículos 2, inciso 16, y 70 de la Constitución son normas que se armonizan entre sí, pues regulan
lo mismo, aun cuando esta última lo hace con más detalle. Ello se nota claramente desde el primer
párrafo del artículo 70: “La propiedad es inviolable”.
- El hecho de que existan límites a la propiedad (como lo permite el artículo 70) no significa que la
propiedad sea un “derecho social”, pues en ningún caso se trata de una prestación exigible jurídica-
mente a la que esté obligado el Estado. La propiedad siempre es un derecho “individual”. No altera
esta conclusión el hecho de que la propiedad tenga límites, pues es doctrina común que todos los
derechos, incluso los fundamentales, están sujetos a límites.
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La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
(10) DE LOS MOZOS, José Luis. El derecho de propiedad: crisis y retorno a la tradición jurídica. Edersa,
Madrid 1993, pp. 60-62.
(11) PEÑA BERNALDO DE QUIRÓS, Manuel. Derechos Reales. Derecho Hipotecario. Tomo I, CRPME,
Madrid, 1999, pp. 192.
(12) La teoría clásica de los derechos fundamentales que se origina en Alemania, concibe a estos como
“derechos públicos subjetivos”, esto es, como derechos que son exigibles por el ciudadano frente al
Estado. Empero, la evolución doctrinal lleva a que se plantee la posible exigibilidad de los derechos
fundamentales frente a terceros (“eficacia horizontal”). Si bien este proceso puede aplicarse en teoría a
todos los derechos, en la práctica se aprecia especialmente en el ámbito de la igualdad y en el derecho
a no ser discriminado. En efecto, las relaciones entre particulares estuvieron basadas mucho tiempo en
el principio de libertad, aun cuando esas relaciones no siempre se producen en pie de igualdad, por lo
que la libertad de actuación no es real. Así tenemos el Derecho del Trabajo, los contratos de adhesión,
las ofertas públicas, los locales abiertos al público, los requisitos de ingreso en las asociaciones, etc.
En todos estos casos puede proclamarse la vigencia del principio de igualdad entre particulares; sin
embargo, ello tampoco es obstáculo para que en este tipo de relaciones se mantenga el principio general
de libertad (libertad contractual, libertad de asociación, libertad de empresa, etc.), de tal manera que en
muchas hipótesis se produzca un conflicto entre los valores en juego; y este tipo de conflictos no puede
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
resolverse dando prioridad a uno de los principios frente al otro (“todo o nada”), pues en abstracto nin-
guno de ellos es superior. La solución debe encontrarse en la ponderación que ha de realizarse caso por
caso, aunque pueden utilizarse los siguientes criterios generales:
- Las relaciones entre particulares distan mucho de realizarse en pie de igualdad, por lo que la posición
de dominio o superioridad corta o elimina la libertad; en estos casos habría que ponderar la posible
igualación como mecanismo para solucionar el conflicto, y no prestar tanta atención en una libertad
meramente retórica.
- Además, debe tenerse en consideración que las fronteras entre lo privado y público se difuminan,
existiendo empresas públicas que actúan en el tráfico como entidades privadas, o empresas privadas
cuyo poderío se asemeja al del Estado o de las entidades públicas, si es que de plano no gozan ya de
potestades administrativas.
- Existen categorías que per se son sospechosas de discriminación cuando existe trato desigual por mo-
tivos de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión o condición económica (art. 2-2 de la Const.).
- El peso de la libertad es menor en las relaciones entre particulares cuando la oferta se realiza en
principio al público en general, es decir, abierta a todos. Es el caso de la “reserva de admisión”.
- Por último, la dignidad de la persona aparece como un valor esencial del sistema (art. 1 de la Const.)
(estas ideas han sido extraidas del interesante artículo de: DÍAZ REVORIO, Francisco Javier. “¿Pueden
los particulares discriminar”. En: Es de interés público. Boletín de la Clínica Jurídica de acciones de
interés público de la Pontificia Universidad Católica del Perú, núm. 3, mayo del 2005, pp. 4-5.
Sin embargo, la igualdad y la no-discriminación no tienen un vínculo directo con el derecho de propie-
dad, salvo que se estableciese algún impedimento por obra de particulares a fin de acceder o ejercer el
derecho de propiedad, lo cual no parece ciertamente usual. No obstante, en tal caso lo que estaría en
discusión sería la igualdad o el derecho de no discriminación, y no precisamente la propiedad.
(13) Así lo ha reconocido nuestro Tribunal Constitucional en la sentencia del 11 de julio del 2002, publicada
el 11 de septiembre del mismo año (Exp. 1124-2001-AA/TC): “FUNDAMENTOS: (...) 6. La Constitu-
ción es la norma de máxima supremacía en el ordenamiento jurídico y, como tal, vincula al Estado y a la
sociedad en general. De conformidad con el artículo 38 de la Constitución: ‘todos los peruanos tienen el
deber (...) de respetar, cumplir (...) la Constitución (...)’. Esta norma establece que la vinculatoriedad de
la Constitución se proyecta erga omnes, no solo al ámbito de las relaciones entre particulares y el Esta-
do, sino también a aquellas establecidas entre particulares. Ello quiere decir que la fuerza normativa de
la Constitución, su fuerza activa y pasiva, así como su fuerza regulatoria de relaciones jurídicas se pro-
yecta también a las establecidas entre particulares, aspecto denominado como la eficacia inter privatos
o eficacia frente a terceros de los derechos fundamentales. En consecuencia, cualquier acto proveniente
de una persona natural o persona jurídica de derecho privado, que pretenda conculcar o desconocerlos,
como el caso del acto cuestionado en el presente proceso, resulta inexorablemente inconstitucional
(...)”. Finalmente el Tribunal declaró fundada la polémica acción de amparo promovida por el Sindicato
de Trabajadores de Telefónica contra Telefónica del Perú.
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La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
complejas o controvertidas. Y es que el amparo no puede utilizarse para declarar o establecer la existen-
cia de un derecho o su titularidad aún inciertas”: EGUIGUREN PRAELI, Francisco. Las distorsiones
en la utilización del amparo y su efecto en la vulneración del debido proceso: ¿cabe un amparo contra
otro amparo? En: Estudios Constitucionales. ARA Editores, Lima, 2002, p. 218.
(18) Puede citarse la sentencia del Tribunal Constitucional de fecha 11 de julio del 2002, publicada el 10 de
diciembre de ese mismo año (Exp. 1103-2000-AA/TC): “FUNDAMENTOS: (...) 3. Asimismo, con re-
lación al derecho de propiedad, se debe señalar que de la ficha registral emitida por la Oficina Registral
de Lima y Callao, de fecha diecisiete de diciembre de mil novecientos noventiocho, aparece el título
de dominio en la ficha N° 394177-B, que acredita que el inmueble objeto del presente proceso es de
propiedad del demandante; no obstante, debe tenerse en consideración que, con anterioridad a esa fecha,
se efectúa en el rubro siete de la indicada ficha registral la anotación de la sentencia, con fecha diez de
octubre de mil novecientos noventa y cuatro, expedida en el proceso ordinario de indemnización por
pago de intis. Por lo tanto, existiendo controversia que debe dilucidarse en la actuación de medios pro-
batorios, el demandante debe recurrir a la vía ordinaria ya que la acción de amparo no resulta pertinente
al carecer de estación probatoria”. Finalmente se declaró improcedente el amparo.
(19) “La Constitución no es una norma jurídica común; no todo lo escrito en la Constitución es norma
jurídica exigible y jurisdiccionalmente garantizada; existe en las Constituciones –sobre todo en las
modernas– una guía o intento de diseño configurador de la sociedad. Dicho diseño se formula en tér-
minos ambiguos, para que puedan albergar diferentes alternativas políticas (...) Por ello, los conceptos
jurídicos constitucionales no siempre son conceptos jurídicos controlables por un juez; a veces son
conceptos abiertos, principios de orientación política, que no permiten la interpretación por cauces
de ‘rigurosa lógica jurídica’. (...) Ninguna legitimación tiene el Tribunal Constitucional para sustituir
las preferencias mostradas por el legislador al rellenar el contenido de los conceptos abiertos, por sus
propias preferencias. Si así lo hiciese, el Tribunal Constitucional estaría ‘gobernando’, realizando una
actuación política, que es ajena a su naturaleza”. ARIÑO ORTIZ. Ob. cit., p. 182.
(20) “Al proclamar derechos sociales, aparecen de inmediato las consiguientes dificultades para asegurarlos.
En realidad, son mandatos de optimación, cuya plena realización depende de la capacidad financiera del
Estado para prestar los servicios que los satisfagan. Mientras que los derechos de libertad necesitan úni-
camente protección del ámbito vital donde se proyectan, ámbito vital que viene dado de forma natural
y que puede ser protegido de modo inmediato, siendo deducibles, por tanto, pretensiones concretas con
la sola apoyatura del precepto constitucional que los reconoce”. CANOSA USERA, Raúl. Constitución
y medio ambiente. Jurista Editores, Lima, 2004, p. 118.
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La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
(21) Bien podemos decir, entonces, que cuando existen “los derechos sociales son, pues, derechos paráme-
tro, medida, que modulan el grado de éxito alcanzado en la mejora de la calidad de vida; a mayor calidad
mejor y más pleno disfrute de los derechos. Es un proceso gradual dentro del cual la Constitución solo
asegura la vinculación de los poderes públicos a esos mandatos de optimación y genera, a lo sumo,
un derecho subjetivo a la actividad de los poderes públicos y, en consecuencia, de defensa frente a la
inactividad del poder público. Convendremos en que, por lo general, los derechos sociales no reciben
del ordenamiento, salvo excepciones, tutela tan eficaz como los derechos de libertad. Aun así dos garan-
tías son indispensables, como resalta FERRAJOLI, el principio de legalidad, según el cual corresponde
al legislador fijar las condiciones del ejercicio del derecho, y la jurisdiccionalidad, es decir, posibilidad
de reclamar ante los Tribunales la tutela del derecho social”. Ibíd., pp. 118-119.
(22) Artículo 42, segundo párrafo, de la Constitución italiana: “La ley reconoce y garantiza la propiedad y
determina sus modos de adquisición, de goce y los límites con el fin de asegurar su función social y de
hacerla accesible a todos”.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(23) GARCÍA TOMA, Víctor. Los derechos fundamentales en el Perú. Jurista Editores, Lima, 2008, p. 333.
20
La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
(24) ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Curso de Derechos Reales. Tomo I, Editorial Civitas, Ma-
drid, 1986, p. 40.
21
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(25) COLINA GAREA, Rafael. La función social de la propiedad privada en la Constitución española de
1978. JM Bosch Editor, Barcelona 1997, pp. 104-105. Sobre el particular, MONTÉS PENADES,Vicente
(La propiedad privada en el sistema del Derecho Civil contemporáneo, editorial Civitas, Madrid 1980,
pp. 82-83) señala que la concepción de los derechos como actos de libertad individual implica la re-
nuncia del ordenamiento a su cometido de asegurar a todos la posibilidad de ejercicio de los derechos.
De esta manera se pasó de la “titularidad” a la “actividad”. La consideración de los derechos subjetivos
desde el punto de vista de la actividad pretende determinar si la atribución en concreto se halla condi-
cionada a que el sujeto actúe en un sentido específico.
(26) PEDRO OLIVEIRA, uno de los miembros de la Comisión Reformadora que dio lugar al Código Civil
de 1936 señaló lo siguiente en un memorándum del año 1925: “El propietario de una cosa tiene el
derecho de disponer de ella, dentro de los límites que señala la ley, excluyendo a los terceros, salvo
cuando los derechos de estos justifiquen ciertas restricciones. El propietario está obligado a abstenerse
de causar daño a otro con el abuso manifiesto de su derecho, y a usar racionalmente de la cosa conforme
a la naturaleza de esta. Esta fórmula refleja el concepto moderno de la propiedad: ella sanciona, expre-
samente, el llamado principio del abuso del derecho, que tiene sus aplicaciones más importantes en el
campo de los derechos reales; ella niega el ius abutendi, tal como lo han entendido los modernos –que
no los romanos– o sea como la facultad de disponer arbitrariamente de la cosa, de desnaturalizarla, de-
gradarla o destruirla; ella, por último, ve en el derecho de propiedad, no una relación de poder basada en
la fuerza, sino una relación económica fundada en la utilidad social”. COMISIÓN REFORMADORA
DEL CÓDIGO CIVIL DE 1852. Actas de las Sesiones de la Comisión Reformadora del Código Civil
Peruano. Cuarto fascículo, Imprenta Castrillón, Lima, 1928, p. 160.
(27) HERNÁNDEZ GIL, Antonio. Obras completas. Tomo IV, Espasa Calpe, Madrid, 1987, p. 48.
(28) ÁLVAREZ CAPEROCHIPI. Ob. cit., tomo I, p. 40.
(29) MONTÉS PENADES. Ob. cit., pp. 83-84.
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La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
(30) Las doctrinas “intrínsecas” son las preferidas por los administrativistas. Lo mismo ocurre en nuestro
país, así por ejemplo: CASTRO POZO DÍAZ, Hildebrando. Régimen legal urbano. Gaceta Jurídica,
Lima, 2000, pp. 311-312.
(31) Cit. HERNÁNDEZ GIL. Tomo IV. Ob. cit., p. 48.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
resulta difícil aceptar que todos los derechos subjetivos sufren limitacio-
nes de diversa índole y, en verdad, no existen ya derechos absolutos, ni si-
quiera los de carácter fundamental(32). Esta misma regla se aplica al caso de la
propiedad(33). Por lo tanto, si la teoría de la “función social” de la propie-
dad se reduce a consagrar el carácter limitado del derecho de propiedad,
no parece que puedan existir demasiadas objeciones a su reconocimiento.
En efecto, la doctrina “social” de la propiedad privada pretende jus-
tificar las limitaciones a este derecho; con lo que se evita una concepción
de este derecho como un espacio exclusivo y excluyente de la voluntad
del titular. Las transformaciones económicas producidas entre el siglo
XIX y XX, principalmente la industrialización, el surgimiento de la clase
obrera, el déficit de vivienda y de campos cultivables, la preocupación
por el medio ambiente, etc.; lleva consigo una profunda transformación
en las estructuras jurídicas. En tal sentido, el propietario empieza a sufrir
crecientes límites en el ejercicio de su derecho (“función social-límite”),
y de allí prontamente se pasa a imponer obligaciones en el propietario,
las cuales compelen a ejercer su derecho de la forma más conveniente al
interés social de la colectividad (“función social-impulsiva”). En deter-
minadas clases de bienes, especialmente en los medios de producción
o recursos naturales, la cláusula de la “función social” es más intensa,
pues el legislador llega a imponer obligaciones de hacer, a la vez que
contempla sanciones para los casos de incumplimiento(34).
Como dice Santoro Pasarelli, si la propiedad deviene en una fun-
ción social puesta al servicio de los intereses difusos de la colectividad,
entonces no estamos en presencia de la propiedad garantizada por la
Constitución a los particulares(35). En efecto, la legislación administrati-
va y municipal interviene en forma creciente sobre la propiedad privada,
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La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
(36) ARIÑO ORTIZ, Gaspar. “El derecho a la propiedad y a la herencia. Derecho a fundar”. En: Principios
de Derecho Público Económico, Ob. cit., p. 214.
Sobre el particular, este mismo autor (Ibíd., pp. 214-215) agrega que: “Esta situación de la propiedad es
cada día más común y sobre el régimen del Código Civil se proyectan un conjunto de leyes administra-
tivas (de montes, de aguas, del suelo urbano, del patrimonio histórico-artístico, de espacios naturales,
de costas, de carreteras, de transportes, y tantas otras) que van configurando un sistema de propiedades
que dista mucho del viejo concepto romano. Por eso se ha dicho con razón que no existe hoy un régimen
jurídico común, no hay un derecho de propiedad con un contenido uniforme, sino ‘derechos de apropia-
ción’ sobre los bienes, de distinto alcance. No hay propiedad, sino ‘propiedades’. El problema que se
plantea, sin embargo, es doble: ¿cuál es el medio jurídico adecuado para establecer esas limitaciones o
vinculaciones a un derecho fundamental reconocido en el artículo 33 de la Constitución? Y en segundo
lugar ¿procede o no la indemnización y en qué casos cuando se imponen esas obligaciones derivadas
de la función social de la propiedad? Respecto de lo primero, el art. 53.1 de la Constitución española
exige que solo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, se pueden regular los
derechos fundamentales, y por tanto, las limitaciones o vinculaciones de la propiedad. Pero resulta que
es imposible regular en una ley el alcance concreto de las mismas y la aplicación de estas a cada una de
las situaciones posibles. Y así las leyes no tienen más remedio que encomendarle a la Administración
la concreción y aplicación ad casum de la ‘función social’: la Ley del Suelo se remite a los Planes de
Ordenación Urbana y a las determinaciones que lleve a cabo la Administración”.
(37) Según la tesis intrínseca, el titular de un derecho subjetivo lo es mientras ejercite el derecho conforme a
la finalidad que el ordenamiento asigna a esa ventaja o poder; y ello es así porque ya no hay verdaderos
derechos subjetivos, sino que en cada situación jurídica de ventaja o poder se incluye el interés propio
del sujeto titular y un interés público cuyo defecto determinará una falta de legitimación o, incluso, la
pérdida del derecho como sanción. Dentro de esta última concepción el punto extremo lo constituye el pro-
fesor francés León Duguit, para quien la idea de la función social trae consigo la eliminación de la propiedad
como derecho o poder soberano de la voluntad. En tal sentido, la propiedad deja de ser derecho para
convertirse en una “función social”, y el titular pasa a ser un “funcionario” en el cumplimiento de ciertos
deberes en aras del interés social: cit. HERNÁNDEZ GIL. Ob. cit., tomo IV, p. 48.
(38) ÁLVAREZ CAPEROCHIPI. Ob. cit., tomo I, p. 41.
25
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
derechos subjetivos sean ilimitados, sino que los derechos subjetivos solo
contienen dentro de sí un ámbito de libertad. Aquí es donde entran en
aplicación las posturas “extrínsecas” de la función social(39).
En nuestra opinión, las interpretaciones “intrínsecas” deben descar-
tarse, por cuanto llevan a una incoherencia lógica insalvable. En efecto,
es falsa toda concepción que admita la existencia de situaciones jurídicas
de ventaja compuestas por “derechos-deberes”, en cuanto resulta imposible
que puedan coexistir una libertad y una necesidad. Evidentemente, es un ab-
surdo lógico sostener que un mismo individuo tenga la libertad de hacer algo
y al mismo tiempo la obligación de realizarlo. Por tal motivo, desde el
punto de vista dogmático, Pugliatti y Barassi llegan a la conclusión de
que los términos “derecho” y “función” no pueden compaginarse dentro
de un mismo concepto(40).
Desde un punto de vista constitucional, esto es, desde la óptica de
los valores fundamentales del ordenamiento jurídico, se concluye que la
función social de la propiedad, que es un criterio de política legislativa,
no hace presión interna sobre el concepto de propiedad, sino únicamen-
te externa, ya que la propiedad garantizada por la Constitución es ante-
rior a ella y viene delimitada por las leyes, especialmente por el Código
Civil. El legislador no puede ampararse en la función social para privar al
propietario de su facultad de goce, consustancial al contenido de la pro-
piedad, ya que ello convertiría la protección constitucional de la propie-
dad en mera retórica, produciéndose en los hechos una expropiación sin
indemnización(41). Recuérdese que el interés protegido en todo derecho
real es el aprovechamiento del bien (Marco Comporti). La propiedad, a
diferencia de los otros derechos reales, concentra en sí todos los poderes
26
La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
27
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(44) “La interpretación de la función social, como un bien constitucional, que haga el legislador, tiene que
ser ponderada y razonable, y desde esas perspectivas puede ser revisada por el Tribunal Constitucional”.
PECES-BARBA. Ob. cit., p. 610.
(45) LANDA ARROYO, César. Teoría del Derecho Procesal Constitucional. Palestra Editores, Lima, 2003,
pp. 180-181.
(46) AVENDAÑO VALDEZ, Jorge. “El derecho de propiedad en la Constitución de 1993”. En: Thémis.
Revista de Derecho, N° 30, Lima, 1994, p. 118.
28
La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
(47) REBAZA TORRES, Alberto y GANDOLFO LÓPEZ DE ROMAÑA, Carlos. Las relaciones entre el
Estado y los derechos patrimoniales de las personas a través de la figura de la privación, Tesis para
optar el grado de bachiller en derecho, PUCP, Lima, 1991, p. 215.
29
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(48) “Las normas que regulen el ejercicio del derecho de propiedad han de respetar, en fin y en todo caso,
el contenido esencial del mismo. La idea de ‘contenido esencial’ –plasmado por primera vez, según me
resulta, en la Ley Fundamental de la República Federal Alemana– es escurridiza y difícil de concretar. El
Tribunal Constitucional, para tal hacer, ha seguido diversas pautas, hablando –al respecto– de la ‘recog-
noscibilidad’ del derecho, de la ‘rentabilidad razonable’ de este y del ‘uso tradicional consolidado’ del
mismo”. ROGEL VIDE, Carlos. Derecho de Cosas, José María Bosch Editor, Barcelona, 1999, p. 117.
(49) “Ningún problema surge cuando los límites y obligaciones mantienen íntegra la posibilidad de ejercitar
el derecho de propiedad y restringen solo su ámbito, pero el discurso llega a ser más complejo cuando
los límites son a tal punto incidentes para impedir su mismo ejercicio, así que a la propiedad formal (que
es incluso siempre mantenida) no corresponde más una utilidad concreta. En este caso, la funcionaliza-
ción opera, desde un punto de vista sustancial, como una expropiación, empero luego que formalmente
no se asiste a una transferencia coactiva de propiedad no habría indemnización alguna”: GAZZONI,
Francesco. Manuale di diritto privato, ESI, Nápoles, 1998, p. 202.
(50) Existe jurisprudencia sobre el tema, y puede citarse la sentencia de la Sala Constitucional y Social de la
Corte Suprema de fecha 11 de julio de 1996 (Exp. 2143-95-LIMA). Ver nota al pie N° 16, ut supra.
(51) LÓPEZ FRÍAS. Ob. cit., p. 64.
(52) El Tribunal Constitucional Español, sobre el particular, ha señalado lo siguiente: “Debe ser rechazada la
idea de que la previsión legal de restricciones a las otrora tendencialmente ilimitadas facultades de uso,
disfrute, consumo y disposición, o la imposición de deberes positivos al propietario hagan –sin más–
irreconocible el derecho de propiedad como perteneciente al tipo constitucionalmente descrito. No hay
razón para entender que infrinja el contenido esencial aquella regulación legal que, restringiendo las
facultades de decisión del propietario con relación al uso, destino y aprovechamiento de los fundos rús-
ticos, imponga a este o permita imponerle determinados deberes de explotación y, en su caso, de mejora,
orientados a la obtención de una mejor utilización productiva de la tierra, desde el punto de vista de los
intereses generales, siempre que quede salvaguardada la rentabilidad del propietario o de la empresa
agraria”: Cit. ROGEL VIDE. Ob. cit., p. 118.
30
La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
(53) “El deber de conservación, dentro de la propiedad inmobiliaria histórica, es un deber que va más allá
del estricto deber urbanístico de conservación (dotar a los inmuebles de las condiciones de seguridad,
salubridad y ornato público). Es un deber con mayores pretensiones por la finalidad a la que está orien-
tado, no solo por la posible belleza arquitectónica de esos edificios, sino también por lo que significan
de representatividad de una época por la personalidad y singularidad que otorgan a determinadas zo-
nas de una ciudad, etc. En definitiva, porque el objeto sobre el que recae la propiedad histórica está
especialmente afectado por la función social. Así es claro que conservar un inmueble perteneciente al
patrimonio histórico resultará siempre más gravoso para el titular del mismo que si de otro tipo de bien
inmueble se tratara. Pero si, por otro lado, es la ciudad la que va a beneficiarse del ‘buen estado’ de
tal inmueble o de un determinado conjunto histórico (no solo de un bien de interés cultural), parece de
sentido común que haya también de contribur financieramente a ‘sobrellevar’ ese deber de conservación
y no cargarlo únicamente sobre las espaldas de sus titulares”: LÓPEZ FRÍAS. Ob. cit., p. 79.
31
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(54) PÉREZ ROYO, Javier. Curso de Derecho Constitucional, Marcial Pons, Madrid, 2000, pp. 148-149.
(55) Véase exposición de motivos del proyecto de Libro de Derechos Reales del Código Civil preparado por
Jorge Avendaño Valdez.
(56) BERNALES BALLESTEROS. Ob. cit., p. 381.
(57) AVENDAÑO VALDEZ, Jorge. “Artículo 923”. En: VV.AA. Código Civil Comentado. Tomo V. Gaceta
Jurídica, Lima, 2003, pp. 189-190.
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La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
(58) MUSTO, Nestor Jorge. Derechos Reales. Tomo I, Astrea, Buenos Aires, 2000, p. 413.
(59) Sobre el particular puede verse el artículo de: SÁNCHEZ GOYANES, Enrique. “La propiedad inmobi-
liaria en la Nueva Ley del Suelo”. En: Revista Crítica de Derecho Inmobiliario. N° 701, mayo-junio del
2007, p. 1225 y ss.
33
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(60) Véase el caso en: LAGO NUÑEZ, Guillermo. “Kelo y el agente urbanizador”. En: Revista Práctica
Urbanística, La Ley, mayo del 2006.
(61) “Una empresa quería hacer una inversión inmobiliaria importante. Tenía que escoger dónde hacer esta
inversión entre varios países de Latinoamérica y redujo sus opciones finalmente a Chile, Argentina y
Perú. Los abogados peruanos trataron de explicarle qué quiere decir el artículo 923 del Código Civil.
Según este artículo, la propiedad es el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y reivindicar
un bien, poder que debe ejercerse en armonía con el interés social. Cuando el inversionista pidió que le
explicaran qué cosa quiere decir el ‘interés social’, la explicación no fue muy clara y la interpretación en
la jurisprudencia nacional sobre cuáles eran los alcances de dicho término era virtualmente inexistente.
No se le podía explicar a qué límites quedaba sujeto el ejercicio de su propiedad. El resultado fue que
invirtió en Chile”: BULLARD GONZÁLEZ, Alfredo. “Sobre el Código Civil y los dinosaurios”. En:
VV.AA. ¿Por qué hay que cambiar el Código Civil?, UPC, Lima, 2001, pp. 27-28.
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La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
(62) Así en la exposición de motivos del proyecto de Libro de Derechos Reales preparado por Jorge Aven-
daño Valdez.
(63) La Constitución de 1993 señala en su artículo artículo 28-3 que al Estado tiene la obligación de regular
el derecho de huelga para que este se ejerza en armonía con el interés social. Una vez más estamos
ante un concepto de interés social-límite, en donde el legislador queda habilitado para establecer
restricciones al derecho social de huelga. Más o menos lo mismo ocurre en el artículo 60 de la Cons-
titución, por la que el Estado solo puede realizar actividad empresarial en forma subsidiaria cuando
medie autorización de ley expresa y por razones de alto interés público o de manifiesta conveniencia
nacional. En este supuesto, el precepto acoge también el concepto de interés público-límite, esto es,
el Estado reconoce que la economía nacional se sustenta en la libre empresa y la propiedad privada, sin
embargo admite como excepción la actividad empresarial estatal fundada en ley expresa por razones
de alto interés público.
35
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(64) “Para procurar conseguir la seguridad de los adquirentes de bienes inmuebles, o de los que dan dinero
a prestamo con garantía sobre bienes inmuebles, se ha procurado facilitar a los presuntos adquirentes y
a los prestamistas con garantías de inmuebles, ciertas facilidades de investigación del estado de dichos
inmuebles, tanto en lo que se refiere a su titularidad, como a su estado de cargas”: DÍEZ PICAZO, Luis.
Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial. Tomo III, Editorial Civitas, Madrid, 1995, p. 299.
(65) PUGLIATTI, Salvatore. La trascrizione. Tomo I, La pubblicitá in generale. Giuffré Editore, Milán,
1957, p. 268.
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La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
(66) TRIMARCHI, Pietro. Istituzioni di diritto privato. Giuffré Editore, Milán, 1998, p. 618.
En la doctrina italiana se considera como uno de los principios fundamentales del sistema la “relación
entre oponibilidad y cognoscibilidad”, por el cual se exige que solo puedan ser opuestos los hechos
sobre los que los terceros puedan procurarse el conocimiento por medio de la consulta del instrumento
publicitario. IBBA, Carlo. La pubblicitá delle imprese. Cedam, Padua, 2006, p. 4.
(67) Es muy fácil quedar impresionados con frases que parecen resumir una sabiduría supuestamente mi-
lenaria y que se reduce a repetir adagios tales como: “primero en el registro, mejor en el derecho”, “el
tercero de buena fe”, “la publicidad como seguridad jurídica”, etc. En realidad, el mundo real es mucho
más complejo en detalles y pugnas valorativas, que no pueden encerrarse en dos o tres frases. A lo largo
del libro quedará aclarado este punto.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(68) MIQUEL GONZÁLEZ, José María. La posesión de bienes muebles. Editorial Montecorvo, Madrid,
1979, p. 491.
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La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
(69) VALLET DE GOYTISOLO, Juan. “La seguridad jurídica en los negocios dispositivos de bienes inmue-
bles”. En: Revista de Derecho Notarial. pp. 228-229.
(70) Ibíd, p. 233. Seguidamente el autor agrega que: “Al cuidar de armonizarlas, en materia inmobiliaria,
no podemos olvidar el hecho evidente de que las casas son edificadas fundamentalmente para ser habi-
tadas, y los fundos rústicos son primero para labrarlos, para alimentar el ganado o para aprovechar sus
productos forestales”.
(71) “El fin trasciende al medio, es más importante que el medio; en el sistema, es el prius lógico. La po-
sesión tiene esta importancia central, que no se puede reconocer a la propiedad”. SACCO, Rodolfo y
CATERINA, Raffaele. Il Possesso, Giuffré Editore, Milán 2000, p. 9.
(72) En esta insostenible postura continúa, por ejemplo: MEJORADA CHAUCA, Martín. “Comentario al
artículo 897”. En: VVAA. Código Civil comentado por los 100 mejores especialistas. Tomo V, p. 80,
quien sigue diciendo que la posesión es una “apariencia de propiedad” y, por tanto, la posesión solo me-
recería protección en cuanto pálido reflejo de la propiedad. Esta tesis se encuentra refutada desde hace
mucho tiempo, y para ello basta citar algunos nombres ilustres como Luigi Mengoni, Ángelo Falzea,
Massimo Cesare Bianca y el mismo Rodolfo Sacco.
(73) Algunos sostienen que la usucapión debe ser removida totalmente a favor del Registro, pues “no se pue-
de admitir el despojo”. La idea es simplemente absurda, pues la propiedad toda está llena de guerras de
conquista, invasiones, usurpaciones, fraudes, abusos, despojos, abandonos, olvidos, etc. Es muy difícil
pensar que un solo pedazo de tierra no haya pasado por alguna de estas patologías. Para eso surge la usu-
capión como hecho jurídico calificado de preclusivo, esto es, que pone fin a los debates interminables
sobre la legalidad de las adquisiciones: “En presencia de una situación de hecho que expresa un interés
39
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
real y actual, y a falta de hechos que, dentro de un razonable marco de tiempo transcurrido, de-
muestran la real vigencia de una situación jurídica incompatible, el Derecho legítimamente deduce que
del pasado remoto no sobrevive algún interés jurídico el cual exija y amerite su garantía, en preferencia
del interés manifestado por la situación de hecho presente. Para superar el eventual conflicto entre la
situación jurídica nueva y el estado jurídico preexistente y, al mismo tiempo, para tener en cuenta la
hipótesis opuesta de total coincidencia entre ellos, el Derecho se vale de efectos jurídicos que cubren
la alternativa de la innovación y de la conservación y que por su eficacia se diferencian sea de los hechos
exclusivamente constitutivos, sea de aquellos exclusivamente declarativos” (FALZEA, Ángelo. “Voz:
Efficacia Giuridica”. En: Voci di Teoria Generale del Diritto, Giuffré Editore, Milán 1985, p. 410).
40
La propiedad en la Constitución de 1993: Derecho individual con proyección social
VIII. Conclusiones
La propiedad es un derecho subjetivo e individual por el cual se atri-
buye una potestad absoluta, pero no ilimitada, de aprovechamiento sobre
los bienes. La Constitución de 1993 reconoce esta cualidad pues conside-
ra que la propiedad es un derecho de libertad o de “no interferencia” (art.
2 inc. 16 de la Const. de 1993). Se manifiesta en dos vertientes: libertad
de acceso y libertad de ejercicio dentro de los límites de la ley.
Normalmente la protección constitucional de la propiedad se otorga
en las relaciones entre Estado y particulares, a efectos de anular las deci-
siones gubernamentales arbitrarias y carentes de razonabilidad. En cam-
bio, es de más difícil aplicación en las relaciones inter privatos cuando se
trata de conflicto entre propietarios reales o aparentes y cada uno invoca
un título.
La propiedad es un derecho individual por razones dogmáticas y
constitucionales, y no un derecho social o de prestación. Ello se debe a
que el Estado no tiene la obligación directa de atribuir riqueza material a
sus ciudadanos y tampoco cabe exigirlo jurídicamente ante los tribunales.
Aquí debe distinguirse dos conceptos: uno, la propiedad como derecho; y
otro la propiedad como garantía institucional. La primera es un derecho
individual, exigible frente al Estado o particulares; la segunda es un deber
de aprobación de normas y políticas públicas con el fin de disminuir la
pobreza.
Por otro lado, la cláusula constitucional de “función social de la pro-
piedad” o de armonía con el “bien común” (art. 70 de la Const. de 1993)
busca habilitar la intervención estatal en la propiedad privada con el fin
de adecuarla a los intereses colectivos. La intromisión legal que se permi-
te podría ser de gran magnitud, como ocurre con ciertos tipos de bienes,
aunque siempre debe resguardarse un mínimo de utilidad o goce del bien
41
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
42
La tutela constitucional de
la autonomía contractual
El contrato entre
poder público y poder privado
I. Introducción
Las relaciones entre Derecho Civil y Derecho Constitucional, aún en
estos días, siguen siendo difusas y controvertidas. Parece que el civilista y
el constitucionalista hablasen lenguajes distintos, a veces incomprensibles
(*) Abogado por la UNMSM. Jefe de prácticas de Derecho Civil III (Acto Jurídico) en la Universidad de
Lima. Miembro del Taller de Derecho Civil José León Barandiarán de la UNMSM.
(**) Para Ady, con infinita gratitud, cariño y amor.
(***) NIETZSCHE, Friedrich. Así habló Zarathustra. Traducción de Juan Carlos García Borrón, Sarpe, Ma-
drid, 1983, p. 67.
(****) SCHOPENHAUER, Arthur. El amor, las mujeres y la muerte. Traducción de Miguel Urquiola, EDAF,
Madrid, 1993, p. 195.
43
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(1) LIPARI, Nicolò, “Sistematica giuridica e nuovo contrattualismo”. En: Rivista di Diritto Civile, N° 3,
Maggio-Giugno, anno XXXII, Padova, 1986, p. 229.
(2) IRTI, Natalino, La edad de la descodificación, Traducción de Luis Rojo Ajuria, José María Bosch,
Barcelona, 1992, p. 97. Se señala que en Italia la decadencia del Código Civil se debe a la socialización
del Derecho Privado, a la decodificación y a la sobrevenida Constitución republicana: PALADIN, Livio,
“Costituzione, preleggi e Codice Civile”. En: Rivista di Diritto Civile, N° 1, anno XXXIX, Padova,
1993, p. 21. Sobre la vigencia de la centralidad del Código Civil: SCHLESINGER, Piero. “Codice
Civile e sistema civilistico: Il núcleo codicistico ed i suoi satelliti”, en: Rivista di Diritto Civile, N° 4,
anno XXXIX, Padova, 1993, p. 403 y ss.
(3) Rodolfo Sacco puso de manifiesto que 40 códigos civiles fueron promulgados después de 1948 (SA-
CCO, Rodolfo. “Codificare: modo superato di legiferare?”. En: Rivista di Diritto Civile, parte I, 1983,
p. 121). En este análisis no se tuvo en cuenta, por obvias razones temporales, los códigos civiles de
Holanda (1992) y Brasil (2002).
(4) En Europa se están realizando una serie de proyectos para la elaboración de un Código Europeo de los
Contratos. Todo comenzó con una iniciativa sobre la armonización general propuesta por el Parlamento
Europeo en 1989, la que provocó el inicio de una búsqueda académica sobre la posibilidad de un Có-
digo Civil europeo (EAST, Matthew. “La divergenza nel diritto contrattuale europeo e il suo processo
di armonizzazione”, Term paper preparado en el Seminario “Introduzione al diritto comparato” desa-
rrollado por el profesor Jacques Ziller, disponible en la página <web http://mdke.org/blog/>). Desde
44
La tutela constitucional de la autonomía contractual
entonces, diversos grupos de juristas han producido unos códigos que podrían ser la base de un derecho
contractual europeo: entre ellos los más importantes son la Comisión de Derecho Contractual Europeo,
que elaboró los Principios del Derecho Europeo de los Contratos, presidida por el profesor Ole Lando
(2000), y la Academia de Jusprivatistas Europeos (Academia dei Giusprivatisti Europei), que elaboró el
proyecto “Code Européen des contrats”, coordinado por Giuseppe Pandolfi (Pavia 2002). A propósito
del proyecto de Ole Lando, se ha señalado que no se trata de una codificación en el sentido tradicional
del término, con la asunción de esquemas abstractos y generales, sino que expresa la necesidad de tener
en cuenta los diferentes estatus, así: CASTRONOVO, Carlo. “Il contratto e l’idea di codificazione nei
Pincipi di diritto europeoi dei contratti”. En: Materiali e commenti sul nuovo diritto dei contratti (a cura
di G. Vettori), Padova 1999, p. 2 y ss.
También es importante resaltar el trabajo hecho por Unidroit (Instituto Internacional para la Unificación
del Derecho Privado), que si bien tiene una orientación totalmente distinta de alguna manera contribuye
a la formación de un Derecho Privado europeo, elaborando los Principios sobre los contratos comercia-
les internacionales (Roma 2001). Por otro lado, es importante resaltar la Comunicazione della Commi-
sione della Comunita Europea al Parlamento europeo e al Consiglio: “Maggiore Coerenza nel Diritto
Contrattuale Europeo. Un Piano D’ Azione” (Bruselas 2003) y el Manifiesto elaborado por el Gruppo di
Studio Sulla Giustizia Sociale nel Diritto Privato Europeo “Giustizia sociale nel diritto contrattuale eu-
ropeo: un manifesto”, traducción de Aurelia Colombi Ciacchi, en la página web: <http://www.elsaitalia.
it/public/upload/downloads/fecon.pdf> estos últimos si bien no son propuestas normativas, constituyen
claros lineamientos en torno a la forma en que se debe regular el Derecho Privado en Europa.
(5) BENETTI TIMM, Luciano y MARZETTI, Maximiliano, “‘Descodificación’, constitucionalización y
recodificación del Derecho Privado: ¿es todavía útil el Código Civil?”. En: The Latin American and
Caribbean Journal of Legal Studies. Volume 3, issue 1, article 2, 2008; MURILLO, Maria Luisa. “The
evolution of codification in the civil law legal systems: towards decodification and recodification”. En:
Journal of Transnational Law & Policy. Vol. 11, number 1, Fall, 2001.
(6) PERRIN, Jean-François, “La autonomía de la voluntad y el pluralismo jurídico en nuestros días”, Tra-
ducción de Raúl Enrique Rojo. En: Sociologias, Porto Alegre, año 7, N° 13, 2005, p. 169.
(7) ROPPO, Vinvenzo, “El contrato del dos mil”, traducción de Milagros Koteich. En: Ensayos de la Re-
vista de Derecho Privado, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2005, p. 19.
45
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(8) MARX, Karl, El Capital. Crítica de la Economía Política. Libro primero. El desarrollo de la producción
capitalista, editorial Catargo, Buenos Aires, 1973, Traducción de Floreal Maza: Das Kapital. Kritik der
politischen OeKonomie. Buch I. Der Produktionsprocces des Kapitals, Hamburg, 1867, p. 97.
(9) Ibíd., p. 98.
(10) No solo en Estados Unidos, cuna del análisis económico del Derecho, se tienen estas consideraciones.
En la reciente doctrina europea se analiza la matriz económica del contrato bajo la concepción de la
“operación económica”, identificando los intereses concretos (y económicos) que acompañan a la rela-
ción contractual. Al respecto, puede consultarse: D’ANGELO, Andrea, “Contrato y operación econó-
mica”. En: Estudios sobre el contrato en general. Traducción de Leysser León Hilario, ARA Editores,
Lima, 2003, p. 610. GABRIELLI, Enrico, “Il contratto e la operazione economica”. En: Judicium Il
processo civile in Italia e in Europa. Revista electrónica: <www.judicium.it>. Consideraciones críti-
cas sobre el particular pueden encontrarse en: SOMMA, Alessandro. “Autonomia Privata e Struttura
del Consenso Contrattuale. Aspetti storico - comparativi di una vicenda concettuale”. En: Problemi di
Diritto Comparato, Collana diretta da Guido Alpa - Maurizio Lupoi - Umberto Morello, N° 4, Giuffrè
Editore, Milano, 2000, p. 403.
(11) “El Derecho contractual se ha desenvuelto y extendido en el mercado, y dado que la institución del
mercado libre es el mismísimo meollo del capitalismo moderno, el contrato estaba predestinado a
46
La tutela constitucional de la autonomía contractual
convertirse en la institución básica de los modernos sistemas jurídicos. El Derecho contractual es la ley
del mercado libre” (SEAGLE, W. “La omnipotencia del contrato”, traducción de José María Domín-
guez. En: Revista de la Facultad de Derecho de México, Universidad Nacional Autónoma de México,
tomo I, num. 1-2, 1951, p. 130).
(12) También llamada “iluminación”: el Derecho Civil ha de ser ahora “iluminado” y orientado por la Cons-
titución (ARCE y FLÓREZ-VALDÉS, Joaquín. El Derecho Civil Constitucional. Editorial Civitas,
Reimpresión, Madrid, 1991, p. 66).
(13) BARROSO, Luis Roberto. El neoconstitucionalismo y la constitucionalización del Derecho. El triunfo
tardío del Derecho Constitucional en Brasil. Primera edición: 2008, Universidad Nacional Autónoma
47
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
48
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(18) Así, se señala en España a propósito de la Constitución española de 1978: BARBER CÁRCAMO,
Roncesvalles. “La Constitución y el Derecho Civil”. En: Revista Electrónica del Departamento de De-
recho de la Universidad de La Rioja (REDUR), N° 2, año 2004, p. 40. <http://www.unirioja.es/dptos/
dd/redur/numero2/barber.pdf>.
(19) LEÓN, Leysser, “La constitucionalización del Derecho Privado y el declive del título preliminar del
Código Civil”. En: Jurídica, suplemento del diario oficial El Peruano, Lima, 2004.
(20) Ídem.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(21) HESSE, Konrad. Derecho Constitucional y Derecho Privado. Traducción de Ignacio Gutiérrez Gutié-
rrez, editorial Civitas, Madrid, 1995, p. 35.
(22) Aunque se afirma que ya se da una quiebra con la Constitución de Weimar, que asumió, en materia
de Derecho de las personas y familia, la fijación de las líneas directrices del Estado, afirmando así su
supremacía (CASTAÑEDA MUÑOZ, José E. “Avatares del Código Civil en el último tercio del siglo.
Historia de la propia descodificación”. En: Cuadernos de Estudios Empresariales. N° 5, Servicio de
Publicaciones UCM, Madrid, 1995, p. 39).
(23) Se afirma, no obstante, que las fricciones entre Código Civil y Constitución empezaron a darse con la
Constitución española de 1931. Ibíd., p. 40.
(24) Afirma la eficacia normativa de la Constitución de 1978, a diferencia del valor nominal de los anteriores
textos constitucionales: PLANAS SILVA, Pedro, Democracia y tradición constitucional en el Perú.
Materiales para una historia del Derecho Constitucional en el Perú. Editorial San Marcos, edición
1998, p. 400 y ss.
50
La tutela constitucional de la autonomía contractual
51
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(29) Además de la teoría de la Drittwirkung, se afirma que los derechos fundamentales tendrían una función
adicional de establecer un “deber de protección del Estado” frente a ataques de particulares. Se ha discu-
tido si esta elaboración teórica podría afectar la vigencia de la teoría de los efectos horizontales, no obs-
tante se afirma que si bien ambas construcciones son afines, ellas son separables dogmáticamente, pues
a diferencia del Drittwirkung (que presupone un relación privada), en muchos casos de aplicación del
deber de protección no existen en absoluto relaciones jurídico-privadas entre el agresor y el agredido,
el caso del secuestro de una persona por terroristas es ilustrativo ejemplo de ello (VON MÜNCH, Ingo.
“Drittwirkung de derechos fundamentales en Alemania”. En: Asociaciones, derechos fundamentales y
autonomía privada. Editorial Civitas, Madrid, 1997, p. 49).
(30) Sobre el particular: GARCÍA TORRES, Jesús y JIMÉNEZ-BLANCO, Antonio. Derechos fundamenta-
les y relaciones entre particulares. La Dirittwirkung en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.
Editorial Civitas, 1986, p. 28 y ss.
52
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(31) En este caso, la Corte alemana determinó que el desbalance en el poder de negociación (afectando el
derecho a la autonomía individual de la hija) existió debido a que el banco omitió dar suficiente infor-
mación a la hija, quien al tiempo en que celebró el contrato tenía 21 años, no tenía educación, tampoco
propiedades y trabajaba como una empleada no calificada por un salario muy modesto para el riesgo
contractual. Como resultado la Corte estableció que el contrato era contrario a las buenas costumbres y lo
anuló (ONUFRIO, Maria Vittoria. Ob. cit., p. 5).
(32) CHEREDNYCHENKO, Olha. Ob. cit., p. 3.
(33) PERLINGIERI, Pietro. Il diritto civile nella legalitá costituzionale, Edizioni Scientifiche Italiane, Na-
poli, 1984, p. 218.
(34) ONUFRIO, Maria Vittoria. Ob. cit., p. 4.
(35) CHEREDNYCHENKO, Olha. Ob. cit., p. 9. Justamente la recurrencia a este balance es uno de los
motivos de la crítica a la constitucionalización, debido a que el juez podría interpretar un problema
fácilmente de acuerdo con sus convicciones políticas propias y no sobre la base de criterios objetivos
(p. 12). En relación con el surgimiento del balancing, se afirma que: “el surgimiento del balanceo fue
una extensión de la rutina crítica minimalista básica: dada la crítica interna de los intentos existentes
por hacer que el razonamiento jurídico se vuelva determinado, muchas cuestiones jurídicas pueden solo
ser resueltas viéndolas como cuestiones de política pública, que evocarán diferentes respuestas depen-
diendo de la ideología que uno tenga” (KENNEDY, Duncan, “La crítica de los derechos en los critical
legal studies”. En: Revista Jurídica de la Universidad de Palermo. N° 47, 2006, p. 69.
53
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(36) Es muy conocido el caso de las discotecas exclusivas (el cual ha sido tratado ya por ESPINOZA ES-
PINOZA, Juan. Los principios contenidos en el título preliminar del Código Civil peruano de 1984,
Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2003, pp. 254-257) que conoció
54
La tutela constitucional de la autonomía contractual
el Indecopi en el año 1998. Resumiendo, las cosas sucedieron de esta manera: frente a reiteradas lla-
madas quejándose de una discoteca que impedía el acceso a su local por razones netamente raciales,
el Indecopi realizó una investigación de oficio donde determinó que existía un trato diferenciado sin
justificación, por razones raciales, siendo el caso que, estando la discoteca abierta al público en plena
calle, a las personas de piel morena y mestiza se les informaba que la discoteca era una asociación
privada, y por lo tanto no podían entrar, mientras a las personas de piel blanca se les permitía el ingreso
sin ninguna advertencia previa. No hay duda que dicha situación afectaba la autonomía privada del
consumidor, específicamente su libertad de elección. Sin embargo, no solo afectaba ello, en el fondo
se afectaba directamente el derecho fundamental a la igualdad y a no ser discriminado por ninguna
índole. A la Comisión de Protección al Consumidor poco le importó esta situación pues sancionó a la
discoteca, fundándose solamente en razones “económicas”; así se afirmó que “la discriminación por
motivos raciales, distorsiona la leal y honesta competencia y provoca una mala asignación de recursos
en la medida que se impide a los consumidores efectuar una libre elección entre las opciones que el
mercado les brinda. Es por ello que nos encontramos frente a un tema que no es exclusivamente un
asunto del Derecho Constitucional, sino que es también –notoriamente– un tema de mercado”. No hay
duda de que con la discriminación se afecta la elección, pero a lo largo de esta resolución no se hace casi
ninguna mención a derechos constitucionalmente vulnerados, situación que habría dado más fuerza a
la pretensión sancionatoria contra estas discotecas. La historia fue, sin embargo, de mal en peor. La se-
gunda Sala Administrativa suspendió los efectos de la sanción pecuniaria establecida en la primera sala,
dado que se estaba llevando el procedimiento a nivel judicial, que finalmente llegó mediante una acción
de amparo a la Sala Corporativa Transitoria Especializada en Derecho Público, y que falló de forma
desconcertante avalando el derecho fundamental de asociación de la discoteca (que era asociación solo
cuando una persona de raza no deseada se acercaba al local), sobre el derecho a no ser discriminado,
alegando que “la política de discriminación no puede comprobarse mediante la simple constatación
en la vía administrativa, sobre hechos relacionados a consumidores individuales, que no representan
necesariamente la integridad de un grupo determinado” (¿?); como si para ejercer un derecho funda-
mental es necesario accionarlo con un grupo de personas que hayan sufrido un mismo perjuicio. Estas
resoluciones muestran cómo tanto en la vía administrativa como en la judicial no existe la capacidad de
relacionar categorías constitucionales con categorías del Derecho Privado.
(37) KUMM, Mattias. “Who is Afraid of the Total Constitution? Constitutional Rights as Principles and the
Constitutionalization of Private Law”. En: German Law Journal, vol. 07, N° 4, 2006, p. 352. En ese
sentido, se afirma que el debate se trata “de una cuestión de aplicación judicial de los derechos funda-
mentales a un litigio de Derecho Privado, y tiene escasa relevancia si ello tiene lugar recurriendo al pro-
cedimiento más complejo de la Drittwirkung mediata (…) o la vía más expeditiva de la eficacia directa”
(JULIO ESTRADA, Alexei. La eficacia de los derechos fundamentales entre particulares, Universidad
Externado de Colombia, 2000, p. 126).
(38) ONUFRIO, Maria Vittoria. Ob. cit., p. 11.
(39) Ídem.
55
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
56
La tutela constitucional de la autonomía contractual
57
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
deberían convertirse en una religión que anime a creer más que en pensar
analíticamente(50).
Por otro lado, están los que ven de manera escéptica la “irradiación”
de los derechos fundamentales en todo el sistema privado, desde la exis-
tencia de “regulaciones particulares alternativas”. Desde los ojos de un
sociólogo, las cosas son bastante claras: “Las reglamentaciones autóno-
mas de las grandes organizaciones económicas, comerciales, culturales,
deportivas, humanitarias, etc. se desarrollan de forma intensa. Habría que
estudiar cómo estos organismos han logrado imponer, a menudo de ma-
nera muy eficaz, las normas que ellos mismos dictan. Es verdad que, en
teoría, la colaboración internormativa mantenida con el Derecho estatal
parecería ser la propia de una conjunción, resuelta por su subordinación
a las instancias del Derecho Público. En la práctica, con frecuencia (cada
vez con mayor frecuencia de acuerdo a nuestra experiencia), estas organi-
zaciones llegan a imponer su supremacía a pesar y aun contra el derecho
estatal”(51). En efecto, “en todos los sectores económicamente relevantes,
pero sobre todo en la relación entre capital concentrado y consumidor, la
generalidad abstracta de la ley es suprimida por el Derecho propio de la
economía”(52). No hay duda, pues, que “los actores privados transnacio-
nales, especialmente las corporaciones transnacionales, regulan enteras
áreas de la vida a través de un régimen de gobierno privado en un grado
mayor que sus contrapartes nacionales”(53).
Frente a ello, he podido constatar dos actitudes. La primera es admi-
tir la juridicidad de estos órdenes normativos “alternativos”, que aspiran
a ser autónomos, para legitimar al mismo tiempo las armas conceptua-
les que los juristas de todas las épocas movilizaron contra la ley del más
fuerte(54). La segunda es entender que estos órdenes son definitivamente
autónomos y configuran subsistemas que poseen propias constituciones
(50) Ídem.
(51) PERRIN, Jean-François, “La autonomía de la voluntad y el pluralismo jurídico en nuestros días”, tra-
ducción de Raúl Enrique Rojo. En: Sociologias, Porto Alegre, año 7, N° 13, 2005, p. 169.
(52) MÜCKENBERGER, Ulrich y HART, Dieter, “La formación de los juristas y la función legitimadora
de las categorías jurídicas”. En: La formación del jurista. Capitalismo monopolístico y cultura jurídica.
Traducción de Carlos Lasarte, segunda edición, editorial Civitas, España, 1983, p. 69.
(53) TEUBNER, Gunther. “The Anonymous Matrix: Human Rights Violations by Private Transna-
tional Actors”. En: Modern Law Review, 2006 (69), p. 330 (Disponible en SSRN: <http://ssrn.com/
abstract=893106>).
(54) PERRIN, Jean-François, Ob. cit., p. 174.
58
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(se pone como ejemplo la lex mercatoria o la lex digitales), las que se
encuentran en una relación autopoiética con la regulación estatal(55). Aquí
surge el dilema de que si, por ejemplo, la ley mercatoria se edifica sobre el
contrato privado, ¿cómo puede vincularla los derechos fundamentales como
normas imperativas contra los deseos de las partes del contrato? Para ello se
plantea ver más allá de la dirección tradicional del derecho de los contratos,
las prácticas comerciales, los términos estándar, los restatetments of law y los
principios guías del arbitraje, para buscar “reglas de reconocimiento” para
estos ordenamientos alternativos entre los “principios fundamentales de las
naciones civilizadas”, reglas que luego faciliten la identificación de dere-
chos fundamentales vinculantes entre el orden legal autónomo(56).
En ese sentido, atendiendo a que la teoría de los sistemas entiende a estas
redes privadas como intersecciones comunicativas e impersonales, puede re-
pensarse la idea de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales
más allá de la perspectiva de los conflictos interpersonales entre particulares,
para ver conflictos entre anónimas matrices de comunicación, por un lado,
y concretos individuos, por otro. Además, puede entenderse así los derechos
fundamentales en el Sector Privado de tal manera que puedan oponerse a
la violencia estructural del proceso de comunicación impersonal(57).
Como se ve, el debate acerca de los efectos horizontales de los dere-
chos fundamentales en las relaciones privadas tiene gran vigencia. Con
todo, parece ser cierta la aguda afirmación de que el mayor problema no
es si los derechos fundamentales pueden tener un impacto en las relaciones
entre particulares en las diferentes fases de la vida de un contrato, sino
qué extensión estos podrían tener(58).
(55) De ahí que es posible hablar de “Constitución sin Estado”: “(…) un examen más detenido muestra que
las normas privadas no se miden con criterios de la constitución política, sino de su propia constitución.
Siempre se trata simultáneamente del desencadenamiento y del control jurídico de la racionalidad es-
pecífica del sistema. Se trata, por tanto, de la dimensión institucional de los derechos fundamentales en
ámbitos sociales privados” (TEUBNER, Gunther, “La constitucionalización de la sociedad global”.En:
El Derecho como sistema autopoiético de la sociedad global, traducción Manuel Cancio Meliá y Carlos
Gómez-Jara Diez, ARA editores, Lima, 2005, p. 103).
(56) KARAVAS, Vaios y TEUBNER, Gunther, “The Horizontal Effect of Fundamental Rights on ‘Private
Parties’ within Autonomous Internet Law”, en: German Law Journal. Vol. 4, N° 12, 2003, p. 1957.
(57) TEUBNER, Gunther, “The Anonymous Matrix: Human Rights Violations by Private Transnational Ac-
tors”, ob. cit., p. 342.
(58) CHEREDNYCHENKO, Olha O. “The harmonisation of contract law in europe by means of the hori-
zontal effect of fundamental rights?”. Ob. cit., p. 40.
59
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
60
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(59) En ese sentido: GOLECKI, Mariusz Jerzy. “Synallagma and freedom of contract - The Concept of
Reciprocity and Fairness in Contracts from the Historical and Law and Economics Perspectiva”. En:
German Working Papers in Law and Economics, volume 2003, paper 18, p. 2 (del documento en pdf),
disponible en: <http://www.bepress.com/gwp/default/vol2003/iss1/art18>.
(60) ABEGG, Andreas y THATCHER, Annemarie. “Freedom of Contract in the 19th Century: Mythology
and the Silence of the Sources” (Review Essay). En: German Law Journal. Vol. 5, N° 1, 2004, pp.
102, 103.
61
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(61) Quizás la tesis más conocida (y a su vez más contradictoria) es la del “reconocimiento” de la autonomía
privada (conocida como la teoría preceptiva del negocio jurídico). Esta tesis entiende al acto de auto-
nomía como “casi vinculante” en la realidad social, y luego, mediante el reconocimiento por parte del
poder estatal este se elevaría a un “precepto”. El difusor de esta tesis fue Emilio Betti: BETTI, Emilio,
Teoría general del negocio jurídico. Traducción de Martín Pérez, editorial Comares, Granada, 2000,
p. 45 y ss. BETTI, Emilio, Istituzioni di Diritto Romano. Vol. Primo, Cedam, Padova, 1947, p. 95 y
ss. BETTI, Emilio, “Reflexiones sobre la noción de negocio jurídico”. En: Teoría general del negocio
jurídico. 4 estudios fundamentales. Traducción de Leysser León, ARA Editores, Lima, 2001, p. 31 y ss.
Agudas críticas a la noción bettiana de la génesis de la autonomía privada se observan en: IRTI, Natali-
no. Letture bettiane sul negozio giuridico, Giuffrè Editore, Milano, 1991, p. 50. Una posición más cohe-
rente de la idea de reconocimiento del acto de autonomía puede verse en: SCOGNAMIGLIO, Renato.
Contribución a la teoría general del negocio jurídico. Traducción de Leysser León Hilario, Editorial
Grijley, Lima, 2004, p. 118, quien deja de lado la noción de “precepto” por el de “autorregulación de
intereses”.
(62) El autor citado desarrolla esta tesis en: FERRI, Luigi, La autonomía privada. Traducción de Luis San-
cho Mendizábal, editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1969, pp. 18-102. FERRI, Luigi, Lec-
ciones sobre el contrato. Curso de Derecho Civil. Traducción de Nélvar Carreteros Torres, de la sexta
reimpresión de Lezioni sul contratto. Corso di Diritto Civile, Bologna, 1987. Editorial Jurídica Grijley,
primera edición en castellano. Lima, 2004, pp. liii-lvi. (de la introducción). Ferri, no obstante, ha tenido
una clara influencia de la doctrina alemana, por ejemplo: THON, Augusto, Norma giuridica e diritto
soggettivo. Indagini di teoria generale del diritto, traduzione di Alessandro Levi, Seconda edizione,
62
La tutela constitucional de la autonomía contractual
Cedam, Padova, 1951, pp. 317-328. En la doctrina italiana han desarrollado la noción: ROMANO, Sal-
vatore, “Sulla nozione di propiedad”. En: Rivista Trimestrale di Diritto e Procedura Civile, anno XIV,
Giuffrè editore, Milano, 1960, pp. 339-341. MIELE, Giovanni, “Potere, diritto soggetivo e interesse”.
En: Rivista del Diritto Commerciale. Vol XLII, parte prima, Milano, 1944, pp. 114-116. La influencia
en países de lengua castellana no se ha dejado esperar: RODRÍGUEZ-ARIAS BUSTAMANTE, Lino.
“Poder en el Derecho”. En: Enciclopedia Jurídica Omeba. Tomo XXII, octubre, 1984, pp. 473-478;
PÁJARO MORENO, Nicolás. Autonomía privada y constitucionalización del Derecho, Tesis de Grado,
N° 41, Universidad Externado de Colombia, 2006, p. 63.
(63) Ejemplo propuesto por Thon: “yo podría lanzar una piedra a lo lejos: pero ninguno dirá que la piedra es
la que me dio la fuerza para lanzarla” (THON, Augusto. Ob. cit., p. 319).
(64) FERRI, Luigi, La autonomía privada, ob. cit., p. 207.
63
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(65) IRTI, Natalino. “Autonomia privata e forma di stato (intorno al pensiero di Hans Kelsen)”. En: Rivista
di Diritto Civile, anno, XL, N°1, Padova, 1994, p. 18. Es la frase expresa de: KELSEN, Hans. Teoría
pura del Derecho. Introducción a la ciencia del Derecho, traducción de Moisés Nilve, Decimoctava
edición, Editorial Universidad de Buenos Aires, 1982, pp. 181-182.
(66) IRTI, Natalino. La edad de la descodificación. Traducción de Luis Rojo Ajuria, José María Bosch, Bar-
celona, 1992, p. 30.
(67) PERRIN, Jean-François. Ob. cit., p. 171. Se afirma en ese sentido que “El Derecho viviente que hoy
regula las grandes transacciones económicas, aunque también las microtransacciones en masa de bienes
o de servicios de consumo, no emana más, en forma prevalente, de las leyes del Estado, sino que por
el contrario, siempre en mayor medida, se identifica con cuerpos de reglas producidos por las mismas
empresas que de aquellas operaciones y transacciones son las protagonistas, es decir, reglas forjadas,
técnicamente, en las cláusulas de los contratos redactados por los abogados que asisten a dichas empre-
sas. Podría decirse: normas creadas a golpe de contrato” (ROPPO, Vinvenzo, “El contrato del dos mil”,
ob. cit., p. 17).
(68) Desde el punto de vista lógico la tesis normativa parece impecable, sin embargo, considero que la
distinción entre norma estatal y contrato no debe partir del análisis de la estructura, sino del origen. En
efecto, mientras el reglamento negocial tiene su base en un sistema de regulaciones privado, la norma
estatal tiene su fuente en un poder autoritario público (ROMANO, Santi. Frammenti di un Dizionario
Giuridico, Giuffrè Editore, Milano, 1983, p. 24. En esa línea: BIANCA, Massimo. Diritto Civile III, Il
Contratto, Giuffrè Editore, Milano, 1998, p. 38), por lo tanto, constituyen dos sistemas distintos y con
lógicas propias que no pueden ficticiamente asimilarse a la estructura estatal. La autonomía significa
precisamente una relevancia y valor distinto del Estado, siendo ilusoria una asimilación tendiente a la
“totalidad y unitariedad política del ordenamiento jurídico”.
64
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(69) LIPARI, Nicolo, “Sistematica giuridica e nuovo contrattualismo”. Ob. cit., p. 233.
(70) BARCELLONA, Pietro. “La formación del jurista”. En: La formación del jurista. Capitalismo mono-
polístico y cultura jurídica, traducción de Carlos Lasarte, editorial Cívitas, segunda edición, España,
1983, p. 28.
(71) GROSSI, Paolo. El orden jurídico medieval. Traducción de Francisco Tomás y Valiente y Clara Álva-
rez, Marcial Pons, Ediciones jurídicas y sociales. Madrid, 1996, pp. 41-42.
(72) ROMANO, Santi, El ordenamiento jurídico. Traducción de Sebastián Martín Retortillo y Lorenzo Mar-
tín Retortillo, Institutos de Estudios Políticos, Madrid, 1963. En esa línea: ALLORIO, Enrico. “La
pluralita’ degli ordinamenti giuridici e l’accertamento giudiziale”. En: Rivista di Diritto Civile, anno I,
Padova, 1955, p. 270 y ss. ROMANO, Salvatore, “Autonomia privata (appunti)”. En: Studi in onore di
Francesco Messineo. Giuffrè Editore, Milano, 1959, p. 333 y ss.
(73) FERRI, Giovanni Battista, El negocio jurídico. Traducción de Leysser León, ARA Editores, primera
edición, Lima, 2002, p. 137. FERRI, Giovanni Battista, El negocio jurídico, traducción de Leysser
León de la voz: “Negozio giuridico”, Digesto delle discipline privatistiche, Sezione civile, Vol. XV,
UTET, Turín, 1995. En: Teoría general del negocio jurídico. 4 estudios fundamentales, ARA Editores,
primera Edición, Lima, 2001, p. 188 y ss. En similar línea: SCHLESINGER, Piero. “La autonomía
privada y sus límites”. Traducción de Leyser León en: Proceso & justicia, año 2, N° 3, Lima, 2002, pp.
103-104. En forma restringida sigue esta teoría Patti, al afirmar que el compromiso de los contrayentes
puede considerarse per se vinculante cuando en el plano social, la declaración de los privados y su
acuerdo participan de la juridicidad del ordenamiento general. Pero cuando el juicio de compatibilidad
se cumple y es negativo, puede dudarse que el negocio tenga estabilidad alguna, y no como dice G.B.
Ferri, que solo falte una protección “más intensa” que el ordenamiento habría podido garantizar: PAT-
TI, Salvatore. “Il negozio giuridico: E vera crisi?”. En: Rivista di Diritto Civile, N° 6, Padova, 1987,
pp. 629-630.
(74) Así, para G.B. Ferri: “El sentido del encuentro (...) entre el ordenamiento estatal y el negocio, no con-
siste tanto en plegar o adaptar el valor negocio a los valores propios del ordenamiento estatal; a lo más,
consiste en verificar el grado de compatibilidad entre el valor expresado por la regla negocial y el valor
65
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
expresado por las normas del ordenamiento” (FERRI, Giovanni Battista. El negocio jurídico, ob. cit.,
p. 139); Y más adelante nos dice: “Entre negocio y orden estatal (...) tiene lugar,(...) un encuentro entre
sistemas con valores autónomos” (p. 141). Así, al momento de la compatibilización no hay un reconoci-
miento de autonomía privada que avale su eficacia original “lo que encuentra, más bien, y como elemen-
to integrante y determinante de su relevancia, es un enforcement, una justiciabilidad” (SCHLESINGER,
Piero. Ob. cit., p. 105).
(75) CALASSO, Francesco. Voz: “Autonomía”. En: Enciclopedia del Diritto. Tomo IV. Giuffré Editore,
Italia, 1959, p. 349. Acerca de la historicidad del fenómeno jurídico, son esclarecedoras las siguientes
palabras: “Más aún que la rigidez, más aún que el autoencerramiento en proposiciones normativas
generales, la historicidad se muestra como el carácter sobresaliente del fenómeno jurídico. Es decir, el
Derecho pertenece a la égida de la historia, a la vida misma de la sociedad civil en su devenir; es en
resumen, por su estructura misma, un material que, en modo superlativo, puede y debe ser observado,
percibido, evaluado históricamente” (GROSSI, Paolo. Ob. cit., p. 43).
(76) CSERNE, Péter, “Reasons for limiting freedom of contract: questions of philosophy and policy”. En:
Jogelméleti Szemle/ Journal of Legal Theory, vol. IV, N° 1, 2003, p. 3 (del documento en pdf) <http://
works.bepress.com/peter_cserne/5/>.
(77) FERRAJOLI, Luigi. “Contra los poderes salvajes del mercado: Hacia un constitucionalismo del De-
recho Privado”. Traducción de Miguel Carbonell. En: Estrategias y propuestas para la reforma del
Estado. UNAM. México, 2001, p. 100.
66
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(78) FERRAJOLI, Luigi, “Contra los poderes salvajes del mercado…”, ob. cit., 103. Un desarrollo de esta
tesis y las réplicas hechas a esta puede verse en: FERRAJOLI, Luigi. Los fundamentos de los Derechos
fundamentales. Editorial Trotta, Madrid, 2001.
(79) Ibíd., p. 308.
(80) Ibíd., p. 104.
67
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
68
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(85) DI MAJO, Adolfo, “Libertá contrattuale e dintorni”. En: Rivista Critica del Diritto Privato, anno XIII,
N° 1, marzo 1995, p. 9.
(86) MÜCKENBERGER, Ulrich y HART, Dieter. Ob. cit., p. 72.
(87) ATIENZA, Manuel. Marx y los derechos humanos. Palestra editores, Primera Edición Peruana, Lima,
2008, p. 95.
(88) No obstante, para Marx los derechos pueden ser utilizados políticamente por las clases oprimidas, es de-
cir, los derechos de opinión, expresión y libertad podrían ayudar a extender los valores revolucionarios,
así los derechos no son un fin sino un medio. Ibíd., p. 133 y ss).
(89) FERRAJOLI, Luigi. “Contra los poderes salvajes del mercado…”, ob. cit., p. 102.
69
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
70
La tutela constitucional de la autonomía contractual
71
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(98) Entre los partidarios de la tutela directa de la autonomía privada, en tanto derivación directa de la
libertad individual: BIANCA, Massimo. Diritto Civile. Tomo III, Il Contratto, Giuffrè Editore, Nuova
ristampa con aggiornamento, Milano, 1998, p. 31.
(99) Por ejemplo: BENEDETTI, Giuseppe, “Negozio giuridico e iniciativa economica privata”. En: Rivista
di Diritto Civile, anno XXXVI, N° 5, Padova, 1990, p. 582. Una tercera posición puede ser la que afir-
ma que “no parece que nuestra Constitución [se refiere a la italiana] contemple una garantía ni siquiera
indirecta de la libertad contractual “(ALPA, Guido, “Libertá contrattualle e tutela costituzionale”. En:
Rivista Critica del Diritto Privato, anno XIII, N° 1, marzo 1995, p. 45).
(100) Sobre la tutela indirecta de la autonomía privada en el ordenamiento italiano puede consultarse a:
GRISI, Giuseppe, L´autonomia privata. Diritto del contratti e disciplina costituzionale dell´economia,
Giuffrè Editore, Milano, 1999, p. 135.
(101) G.B. Ferri afirma que en la iniciativa económica privada el negocio singular no es relevante en cuanto
tal, sino que es un fragmento de una operación más amplia que se refiere a una actividad compuesta de
reglamentación, organización, de actos materiales ejecutivos que no tienden como inmediato resultado
a la creación, modificación, extinción de relaciones jurídicas, sino a la realización de un interés autóno-
mo, propio y diverso de aquellos realizables con los actos singulares (FERRI, Giovanni Battista. Causa
e tipo nella teoria del negozio giuridico, Giuffrè Editore, Milano, 1968, p. 173). Considero que es acer-
tada esta distinción entre iniciativa económica privada y el acto de autonomía entendido singularmente;
sin embargo, es importante hacer una distinción ulterior entre autonomía privada como institución e
iniciativa económica privada. En efecto, no cabe duda de que el contrato es una herramienta de la ini-
ciativa económica privada, empero, el concepto de autonomía privada desborda al de contrato. Por eso
se habla de autonomía contractual, autonomía negocial o simplemente de autonomía de los particulares.
Para decirlo claramente, la autonomía privada no implicará siempre una iniciativa económica, en los
negocios no patrimoniales se podrá observar el desenvolvimiento de la autonomía privada sin necesidad
de esta iniciativa referida. Por lo expuesto, la afirmación de que la autonomía privada es la traducción
jurídica de la libertad de iniciativa económica (MIRANDA RIBAS, Christina. “Em torno da autonomia
privada”. En: Revista Jurídica da UEPG, Universidad Estadual de Ponta Grossa, Brasil, Versión Elec-
trónica: <www.uepg.br/rj/a1v1at13.htm>) es errada porque la autonomía privada es un concepto más
extenso que aborda en general la autonomía del particular (BENEDETTI, Giuseppe. Ob. cit., p. 582).
Nuestra constitución reconoce el derecho a ejercer la actividad privada de la siguiente manera:
Artículo 58.- La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economía social de mercado. (...)
Considero, siguiendo a autorizada doctrina, (NATOLI, Ugo. Limiti Costituzionali dell’ autonomia pri-
vata nel rapporto di lavoro, Giuffrè Editore, Milano, 1955, p. 86) que la regulación de la iniciativa
económica privada tiene un doble fin: por una parte establece una garantía específica para la actividad
privada (la iniciativa privada es libre), y de otra parte, se coordina y delimita en relación con la posición
72
La tutela constitucional de la autonomía contractual
de aquellos individuos que se encuentran en una posición económica, y por esto también, político-social
de sujeción (se ejerce en una economía social de mercado). La iniciativa económica privada tiene un
reconocimiento expreso en nuestro ordenamiento, y en esencia implica la libertad de determinación,
de elección, organización y articulación de los instrumentos operativos, libertad de continuación o ce-
sación de la actividad (OPPO, Giorgio. “L’iniziativa economica”. En: Rivista di Diritto Civile, N° 3,
Padova, 1988, p. 320). Se afirma en este sentido que “la libertad de empresa implica necesariamente un
sistema económico en el que esté garantizada la libertad de acceso, la libertad de decisión, es decir la
autonomía de la voluntad en materia organizativa” (VICIANO, Pastor Javier. Libre competencia e
intervención pública en la economía, Tirant Lo Blanch, Valencia, 1995, p. 160) [El resaltado es mío]. En
conclusión: el acto de autonomía contractual en concreto, es una herramienta, de la iniciativa económica
privada. La autonomía privada como institución, es el género dentro del cual se enmarca la iniciativa
económica privada.
(102) HINESTROSA, Fernando. “Autonomía privada y tipicidad contractual”. En: Revista de Derecho de
la Universidad Católica de Valparaíso, N° XX, Chile, 1999, p. 128. Especial atención se debe poner
en esta delimitación a la doctrina italiana, que hace bastante hincapié en el derecho de elegir el tipo
contractual como un derecho autónomo a la regulación dentro de la autonomía contractual. Esta forma
de configurar los derechos inherentes a la autonomía privada tiene una razón de ser, y es que su ordena-
miento positivo, en su artículo 1322 señala expresamente que “las partes pueden establecer libremente
el contenido del contrato y también celebrar contratos que no pertenecen a los tipos que cuentan con
una regulación particular”. Así, se establece la elección del tipo contractual como un derecho autónomo
a la de configurar el contenido. Consideramos que en nuestro ordenamiento no hay necesidad de tal
distinción y que fácilmente puede entenderse la elección del tipo contractual como parte del derecho de
regular el contrato. Al respecto, es ejemplificativa la clasificación hecha por Galgano, de los derechos
inherentes a la autonomía contractual en el Derecho italiano (GALGANO, Francesco. El negocio jurídi-
co. Traducción de Francisco de P. Blasco Gascó y Lorenzo Prats Albentosa, Tirant Lo Blanch, Valencia,
1992, pp. 67-68). Véase específicamente sobre lta tipicidad y la autonomía contractual: SACCO, Ro-
dolfo. “Autonomia contrattuale e tipi”. En: Rivista Trimestrale di Diritto e Procedura Civile, anno XX,
Milano, 1966, p. 785 y ss.).
(103) En efecto, Grisi desarrolla una serie de derechos dentro de la elección y la configuración. Así, “a la
libertad de contratar son directamente conectados la libertad de estipular o no estipular el contrato,
la libertad de elección del contratante, y la libertad del agente de valerse de terceros (...) son, por el
contrario, emanaciones de la libertad de contenido, la libertad de inclusión de elementos accidentales,
la facultad dada a las partes para hacer uso de la técnica de la relatio para determinar el contenido del
negocio, o de una cláusula y, en especial modo, la libertad de concluir contratos atípicos (...)” (GRISI,
73
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
Giuseppe. L´autonomia privata. Diritto del contratti e disciplina costituzionale dell´economia, Giuffrè
Editore, Milano, 1999, p. 21). Ha estas derivaciones de los derechos de regulación y elección bien puede
llamarse ámbito de la autonomía privada.
(104) Nuestro Tribunal Constitucional ha reconocido en varias oportunidades que la autonomía contrac-
tual tendría este doble contenido (Exp. N° 2185-2002-AA, 04/08/04, f. j. 2; Exp. N° 7320-2005-
AA, 23/02/06, f. j. 47; 01535-2006-AA, 31/01/2008, f. j. 53; Exp. N° 0001-2005-PI/TC, 06/06/2005,
f. j. 47).
(105) En efecto, la autonomía privada tendrá un plus: “No es por esto autonomía privada lo mismo que
libertad individual. Reconocer la libertad significa permitir hacer, dar al individuo una esfera de actua-
74
La tutela constitucional de la autonomía contractual
ción. Reconocerle autonomía es reconocerle soberanía para gobernar la esfera propia. Existe autonomía
cuando el individuo no solo es libre, sino que es además soberano para dictar su ley en su esfera jurí-
dica” (DIÉZ-PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio. Sistema de Derecho Civil. Vol. I. Editorial Tecnos,
Madrid, 1982, p. 387).
(106) Así no se le podría aplicar sin más a la autonomía privada lo establecido por nuestra norma constitucio-
nal: “Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe”,
es necesario no solo la limitación de la autonomía privada, sino también muchas veces su regulación y
orientación, para no caer en abusos de los particulares.
(107) De libertad de conclusión y de configuración interna habla, en especial, la doctrina alemana: LARENZ,
Karl, Derecho de Obligaciones. Tomo I, versión española y notas de Jaime Santos Briz. Editorial Re-
vista de Derecho Privado. Madrid, 1958, p. 66. LEHMANN, Heinrich. Tratado de Derecho Civil. Parte
General, vol. I, traducción de José Ma. Navas, editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1956,
p. 210. ENNECCERUS, Ludwing, Tratado de Derecho Civil. Derecho de Obligaciones, 15a Edición
revisada por Heinrich Lehamann, traducción española de Blas Pérez Gonzáles y José Alguer, 3a edición,
vol. 2°, Doctrina Especial, 1a parte, Bosch Casa Editorial, Barcelona, 1958, pp. 3-4. FLUME, Werner.
Ob. cit., p. 25 y ss. VON TUHR, Andreas, Derecho Civil. Teoría General del Derecho Civil alemán.
Vol. II.2, Los hechos jurídicos, El negocio jurídico (continuación), traducción de Tito Rava, Editorial
Desalma, Argentina, 1947, p. 74.
75
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
76
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(113) CHEREDNYCHENKO, Olha. “The constitutionalization of contract law (...)”, ob. cit., p. 10.
(114) CSERNE, Péter. Ob. cit., p. 1.
(115) EPSTEIN, Richard A., “Contracts Small and Contract Large: Contract Law Through the Lens of Lais-
sez-Faire”, The University of Chicago, The Jhon M. Olin Program in Law & Economics, Working Paper
N° 49, 1997, p. 1 <http://www.law.uchicago.edu/Lawecon/WkngPprs_26-50/49.epstein.pdf>.
(116) MENSCH, Betty. “Freedom of Contract as Ideology”. En: Stanford Law Review. Vol. 33-753, April
1981, p. 757.
77
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(117) MÜCKENBERGER, Ulrich. “La legitimación a través de la negación de la realidad”. En: La formación
del jurista. Capitalismo monopolístico y cultura jurídica. Traducción de Carlos Lasarte, editorial Civi-
tas, segunda edición, España, 1983, p. 87.
(118) MENSCH, Betty. Ob. cit., p. 755.
(119) EPSTEIN, Richard A. Ob. cit., p. 6.
(120) DE LOS MOZOS, José Luis. “La autonomía privada: Notas para una relectura del Título de los Contra-
tos en el Código Civil español”. En: Contratación contemporánea. Teoría general y principios. Palestra
Editores-Editorial Temis, Santa Fe, Colombia, 2000, p. 193.
78
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(121) BENEDETTI, Giuseppe. “La categoria generale del contratto”. En: Rivista di Diritto Civile, anno
XXXVII, N° 6, Padova, 1991, p. 672
(122) DE LOS MOZOS, José Luis. Ob. cit., p. 206.
(123) MENSCH, Betty. Ob. cit., p. 764.
(124) ABEGG, Andreas y THATCHER, Annemarie. Ob. cit., p. 102.
(125) MENSCH, Betty. Ob. cit., p. 764.
(126) HESSE, Konrad. Ob. cit., p. 79.
(127) BARCELLONA, Pietro. “La formación del jurista”. En: La formación del jurista. Capitalismo monopolísti-
co y cultura jurídica. Traducción de Carlos Lasarte, editorial Cívitas, segunda edición, España, 1983, p. 22.
79
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(128) KENNEDY, Duncan. “La Funzione Ideologica del Tecnicismo nel Diritto dei Contratti”. En: Rivista
Critica del Diritto Privato, N° 317, 2002, p. 317.
(129) IGNATIEFF, Michael. Los derechos humanos como política e idolatría. Traducción de Francisco Bel-
trán Adell, Paidós, 2003, p. 22.
80
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(130) IRTI, Natalino. “Persona e mercato”. En: Rivista di Diritto Civile, anno XLI, N° 3, Padova, 1995,
p. 297.
(131) BARCELLONA, Pietro. Ob. cit., p. 31.
(132) HESSELINK, Martijn. Ob. cit., p. 11.
81
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(133) Ídem.
(134) Ibíd., p. 13. Los críticos de esta idea afirman que los derechos llamados de segunda y tercera generación
(freedoms to en oposición a freedoms from), son bien intencionados, pero ellos implican necesariamente
la posibilidad de fantasías socialistas utópicas (DEL GRANADO, Juan Javier y MIROW, M. C. DEL
GRANADO, Juan Javier y MIROW, M.C. “Recodifying and deconstitutionalizing the legal order in
latin america: the law and economics alternative”. En: Chicago-kent law review, vol 83, N° 1, 2008, p.
312 (disponible en <http://lawreview.kentlaw.edu/Contents_83-1.htm>.
(135) HESSELINK, Martijn. Ob. cit., p. 13.
(136) MAZEAUD, Denis. Le nouvel ordre contractuel, Revue des Contrats, París, 1 de diciembre 2003, N° 1,
p. 295. Citado por: BERNAL-FANDIÑO, Mariana. El solidarismo contractual –especial referencia al
derecho francés–, Universitas, Bogotá N° 114, julio-diciembre de 2007, p. 18.
(137) Ibíd., p. 19.
82
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(138) Por ejemplo: SOMMA, Alessandro. “Giustizia sociale nel diritto europeo dei contratti!”. En: The Car-
dozo Electronic Law Bulletin. Vol. 11 (2005), Universitá di Trento, Facoltà di giurisprudenza <http://
www.jus.unitn.it/cardozo/Review/>; DI MAJO, Adolfo. “Quale contenitore per il diritto europeo dei
contratti?”. En la página web de la Università di Ferrara <http://www.giuri.unife.it>.
(139) Tuve oportunidad de desarrollar algunas ideas sobre el particular en: MERINO ACUÑA, Roger Arturo.
“Los límites de la autonomía contractual en el capitalismo del mercado global”. En: Cáthedra, espíritu
del Derecho, año XI, N° 13, Lima, 2008, p. 193 y ss.
(140) SOMMA, Alessandro. “Diritto comunitario vs Diritto comune europeo”. En: Diritto privato europeo.
Fonti ed effetti - Materiali del seminario dell’8-9 novembre 2002, raccolti da G. Alpa e R. Danovi.
Milano, 2004, pp. 45-58, disponible en la web <http://www.astrid-online.it/Il-diritto/Studi--ric/Somma_
Diritto-comunitario-vs.-diritt.pdf>.
(141) CHEREDNYCHENKO, Olha O. “The harmonisation of contract law in europe by means of the hori-
zontal effect of fundamental rights?”, ob. cit., p. 52.
83
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
84
La tutela constitucional de la autonomía contractual
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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La tutela constitucional de la autonomía contractual
87
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(153) DEL GRANADO, Juan Javier y MIROW, M.C. Ob. cit., p. 304.
(154) Ídem.
(155) DEL GRANADO, Juan Javier y MIROW, M.C. Ob. cit., p. 306.
(156) Ídem.
88
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(157) Agudas críticas al Law & Developments pueden verse en: NADER, Laura. “Promise or Plunder? A
Past and Future Look at Law and Development”. En: Global Jurist Frontiers, volume 7, issue 2, art. 1,
2007, p. 13 <http://www.bepress.com/gj/vol7/iss2/art1>. Me pronuncié sobre el particular en: MERINO
ACUÑA, Roger. “¿Recepción o resistencia? Americanización y Análisis Económico del Derecho en el
Perú”, ob. cit.
(158) GOLECKI, Mariusz Jerzy. Ob. cit., p. 24.
89
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(159) DE NOVA, Giorgio. “El contrato tiene fuerza de ley”, traducción de Carlos Ramos Nuñez. En: Nuevas
tendencias del Derecho contractual, libro Homenaje a Manuel De La Puente, t. I, Grupo Peruano de la
Asociación Henri Capitant, Lima, 1994, p. 150.
(160) ROPPO, Vincenzo. Ob. cit., p. 18.
(161) Así: DE LA PUENTE Y LA VALLE, Manuel. “La libertad de contratar”. En: Themis Revista de Dere-
cho, 2a época, N° 33, Lima, 1996.
90
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(162) CÁRDENAS QUIRÓS, Carlos. “Autonomía privada, contrato y Constitución”. En: Derecho Civil Pa-
trimonial, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 1997. En esa línea: GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter
“Economía de mercado y contratación”. En: Contrato & Mercado. Gaceta Jurídica, primera edición,
Lima, 2000.
(163) No se puede disentir de lo expresado por Cárdenas Quirós: “Afirmar que la frase ‘no pueden expedirse
leyes ni disposiciones de cualquier clase que modifiquen los términos contractuales’, abarca inclusive
a las normas de orden público, importará atribuir en el fondo a los contratos en general, el carácter de
contrato ley, no obstante no contarse con la participación directa del Estado, por intermedio de alguna
de sus entidades para brindar las correspondientes garantías y seguridades. En estos términos, ¿qué
justificación (...) tendría el reconocimiento constitucional de los contratos ley de manera concreta si no
constituyen una figura excepcional? (CÁRDENAS QUIRÓS, Carlos. “Autonomía privada, contrato y
Constitución”. En: Derecho Civil Patrimonial. Fondo Editorial de la PUCP. Lima, 1997, p. 81).
(164) AVENDAÑO VALDEZ, Jorge, “La libertad de empresa y la libertad contractual en la Constitución
Política peruana”. En: Advocatus, N° 16, Lima, 2007, p. 178.
91
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(165) Al respecto es imprescindible: MATTEI, Ugo. “A theory of Imperial Law: A Study on U.S. Hegemony
and the Latin Resistance”. En: Global Jurist Frontiers, volume 3, issue 2, 2003, p. 60 [Disponible en:
<http//works.bepress.com/ugo_mattei/1>].
92
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(166) MERINO ACUÑA, Roger Arturo. “Los límites de la autonomía contractual en el capitalismo del mer-
cado global”, Ob. cit., p. 200 y ss.
(167) PATRÓN SALINAS, Carlos. “¿Mentiras verdaderas? Reflexiones en torno a la regulación del Derecho
contractual”. En: ¿Por qué hay que modificar el Código Civil? Fondo Editorial de la Universidad Pe-
ruana de Ciencias Aplicadas, Perú, 2001, p. 145.
(168) GORDLEY, J. “Equality in Exchange” o en: California Law Review N° 69, 1981, p. 1587. Citado por:
GOLECKI, Mariusz Jerzy, “Synallagma and freedom of contract ...”, ob. cit, p. 4.
93
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(169) Ídem.
(170) EISENBERG, M. A. “The Bargain Principle and Its Limits”. En: Harvard Law Review, N° 95, 1982, pp.
741-801. Citado por: GOLECKI, Mariusz Jerzy, “Synallagma and freedom of contract ...”, ob. cit, p. 5.
(171) BERNSTEIN, David E. “Freedom of Contract”. En: George Mason Law & Economics Research Pa-
per N°. 08-51, August 19, 2008, p. 4 (del documento en pdf), disponible en SSRN: <http://ssrn.com/
abstract=1239749>.
(172) Ibíd., p. 2.
(173) Ibíd., p. 5.
(174) GILMORE, Grant. The Death of Contract, Ohio State University Press, Columbus Ohio, 1974. Quien
señala que “Durante los últimos cuarenta años nosotros hemos visto el desmatalamiento efectivo del
sistema formal de la teoría clásica del contrato” (p. 65).
(175) “Después de la era del freedom of contract (quizás mejor posicionada en la centuria 1770 y 1870) no
es difícil identificar el periodo de 1870 a 1980 como un periodo de gradual declino de la creencia en el
freedom of contract (ATIYAH, P.S. An introduction to The law of contract, fourth edition, Clarendon
Press - Oxford, 1989, p. 17).
94
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(176) Se afirma del libro de Atiyah que es un problema “(...) encontrar esta nostalgia en un investigador que,
en sus momentos más críticos, sabe que la supuesta libertad del pasado fue falsa, tanto en teoría como
en la práctica social” (MENSCH, Betty. Ob. cit., p. 768).
(177) COLLINS, Hugh. Ob. cit., p. 9. No obstante, para el autor citado el razonamiento legal del Derecho
Privado no colapsó, sino que se convirtió en un cuerpo normativo híbrido, a pesar de la adición de ex-
plícitas y determinadas referencias a consideraciones políticas, el compromiso por preservar un cuerpo
coherente de principios se mantuvo presente; así, las decisiones debían justificarse refiriéndose a ambos
criterios: principios legales y política social (p. 11).
(178) BERNSTEIN, David E. Ob. cit., p. 7.
(179) KENNEDY, Duncan. Ob. cit., p. 70.
(180) BERNSTEIN, David E. Ob. cit., p. 8.
95
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(181) Ibíd., p. 9.
(182) Ídem.
(183) LARROUMET, Christian. Teoría General del Contrato. Traducción de Jorge Guerrero R., volumen I,
editorial Temsi S.A., Bogotá, 1993, p. 114.
(184) Ibíd., p. 115.
96
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(185) SPECTOR, Horacio. “Constitutional transplants and the mutation effect”. En: Chicago-Kent Law Re-
view, vol 83, N°1, 2008, p. 135.
(186) Ibíd, p. 144. Sin embargo, el citado es crítico de este transplante desde que omite hacer referencia a la
frecuencia de su aplicación, y ello porque probablemente hacer explícito la frecuencia de su aplicación
afectaría la fuerza persuasiva del precedente prestado. Aun así, hay una gran diferencia entre aplicar una
regla de expropiación una vez cada cien años y una vez cada diez años (p. 145).
97
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
98
La tutela constitucional de la autonomía contractual
99
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(187) GUARNERI, Atilio. “Meritevolezza dell’interesse e utilità sociale del contratto”. En: Rivista di Diritto
Civile, anno XL, Padova, 1994, p. 799.
(188) LARROUMET, Christian. Ob. cit., p. 103.
(189) FERRI, Giovanni Battista. Causa e tipo nella teoria del negozio giuridico. Ob. cit., p. 173.
100
La tutela constitucional de la autonomía contractual
101
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(190) MAJELLO, Ugo. “I problemi di legitimità e di disciplina dei negozi atipici”. En: Rivista di Diritto
Civile, Anno XXXIII, N° 5, Settembre - Ottobre, Padova, 1987, p. 495.
(191) SOMMA, Alessandro. “La buona fede ausiliaria del programma contrattuale”. En: Buona Fede e Gius-
tizia Contrattuale. Modelli cooperativi e modelli conflittuali a confronto, G. Giappichelli Editore, 2005,
p. 52. Disponible también en: Cardozo Law Bulletin <http://www.jus.unitn.it/cardozo/Review/2007/
somma.pdf>.
(192) Ídem.
(193) Ídem.
102
La tutela constitucional de la autonomía contractual
103
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(196) He tenido oportunidad de desarrollar la incidencia de esta normativa en los remedios contractuales de
los contratos de consumo: MERINO ACUÑA, Roger. Contratos de consumo e idoneidad de los produc-
tos y servicios en la jurisprudencia del Indecopi, Gaceta Jurídica, julio, 2008.
(197) Por ello el bien común, útil, social, etc. son tachados de fórmulas vacías y absolutamente privadas de
contenido normativo cuando son utilizadas para tutelar los intereses ya realizados y no para promover
la protección de los intereses de la emancipación (BARCELLONA, Pietro. Ob. cit., p. 32).
104
La tutela constitucional de la autonomía contractual
105
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
interés social. Sin embargo, esto trae dos problemas importantes: la su-
perposición de un remedio vía modificación legislativa cuando existe ya
el remedio de la invalidez; y el problema de la interpretación lata.
En lo que respecta al primer punto, la cuestión se presentaría de esta
manera: si la cláusula general de interés social agrupa dentro de sí los
valores y principios constitucionales que legitiman una intervención legal
sobre un contrato que en el fondo contraviene esos valores, ¿acaso la nu-
lidad del contrato no era un mecanismo más que suficiente para tal fin?
En efecto, la legitimación para intervenir en el ámbito privado se
fundaría en que en el fondo el acto de autonomía privado contraviene la
Constitución, y ello, qué duda cabe, importa un supuesto de nulidad por
medio de otra cláusula normativa general: el orden público.
Así, por ejemplo, si un consumidor suscribe un contrato por adhesión
en el cual se establece una cláusula que permite variar injustificadamen-
te el contrato al predisponente, podría recurrir al orden público (aunque
también a la buena fe y a las buenas costumbres) para pretender la decla-
ración de nulidad de dicha cláusula.
La cuestión es que la expedición de la ley que modifica el contrato es
para todos y parte, por lo menos así debe ser, de una legitimidad social de
protección. De esta manera, es mucho menos adecuado esperar que cada
miembro del grupo vulnerable (que es informe en tiempo y lugar) presen-
te su demanda de nulidad a que mediante una ley se establezca de mane-
ra clara qué disposiciones afectan estos derechos que tienen protección
constitucional y, por lo tanto, necesitan ser modificadas. Así, las cosas la
existencia de la ley no niega la posibilidad de declarar la nulidad de estos
contratos ni viceversa.
Pero este supuesto no se presenta en todos los casos. Habrá situacio-
nes en donde el contrato no vulnerará directa o indirectamente la Consti-
tución, sino que se enfrentará a normas que desarrollen algunos preceptos
constitucionales, por ejemplo, cuando una norma establezca nuevos be-
neficios laborales (como el sueldo mínimo vital). Aquí no podría hablarse
en estricto de nulidad, y más bien, la intervención legal es el único meca-
nismo para garantizar la igualdad en el ordenamiento privado, es decir,
antes de la intervención legal la nulidad es inexistente; con un nuevo ré-
gimen normativo, la intervención legal en las relaciones contractuales ya
106
La tutela constitucional de la autonomía contractual
107
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
108
La tutela constitucional de la autonomía contractual
(202) Se afirma, para reforzar la idea de la globalización de los derechos humanos, que: “Los países que han
mantenido los derechos humanos tienden a recibir más inversión extranjera de aquellos que no lo han
recibido” (LAW, David S. “Globalization and the Future of Constitutional Rights”. En: Northwestern
University Law Review, vol. 102, N° 3, 2008, p. 1315.
(203) TEUBNER, Gunther. Ob. cit., p. 77 y ss.
(204) BUSSANI, Mauro. “Las diversidades y el Derecho”, traducción de Carlos Zamudio Espinal y Luis Cár-
denas Rodríguez. En: Revista Crítica de Derecho Privado, N° 1, publicación del Taller de Derecho Civil
José León Barandiarán de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Grijley, Lima, 2007, p. 71.
(205) LAW, David S. Ob. cit., p. 1316.
(206) Ibíd., p. 1317.
109
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
110
Civilmente constitucional:
algunas expresiones del
Tribunal Constitucional
en materia de
responsabilidad civil
I. Introducción
El presente ensayo se ha diseñado a propósito de algunas expresio-
nes que el Tribunal Constitucional ha tenido para con las instituciones
del Derecho Civil. Con mayor frecuencia observamos que el órgano de
control constitucional concentrado por excelencia extiende su ámbito de
actuación a áreas ajenas al Derecho Constitucional, sustentándose en la
primacía de la Constitución y en las bases esenciales del Derecho conce-
bidas en el pensamiento constitucional.
El Derecho Civil, no obstante su vocación privada y principalmen-
te “patrimonial”, no es ajeno a la reflexión constitucional en tanto tiene
su marco de actuación dentro de los límites previstos por el texto cons-
titucional. Así, por ejemplo, las situaciones jurídicas subjetivas y obje-
tivas que son la base de las relaciones jurídicas privadas se desenvuel-
ven con especial atención en el respeto a los derechos de la personalidad,
(*) Profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, de la Universidad Nacional Mayor de San Mar-
cos y de la Academia de la Magistratura. Consultor de la Onudd.
111
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
1. Consecuencia dañosa
En primer lugar el Tribunal Constitucional alude al tema de los daños
y sus clases del siguiente modo:
“El daño que origina una responsabilidad civil puede ser definido bajo
la fórmula del daño jurídicamente indemnizable, entendido como
toda lesión a un interés jurídicamente protegido, bien se trate de un
derecho patrimonial o extrapatrimonial. En tal sentido, los daños
pueden ser patrimoniales o extrapatrimoniales. Serán daños patrimo-
niales las lesiones a derechos patrimoniales, y daños extrapatri-
moniales las lesiones a los derechos de dicha naturaleza, como el
caso específico de los sentimientos considerados socialmente dignos o
legítimos y por ende merecedores de la tutela legal, cuya lesión origi-
na un supuesto de daño moral. Del mismo modo, las lesiones a la in-
tegridad física de las personas, a su integridad psicológica y a sus
proyectos de vida, originan supuestos de daños extrapatrimoniales
por tratarse de intereses jurídicamente protegidos, reconocidos como
112
Algunas expresiones del Tribunal Constitucional en materia de responsabilidad civil
(1) Además, tal como lo indicaremos posteriormente, debemos tener en cuenta que la noción de interés
trasciende a la de bien y, por lo tanto, no dependerá de la naturaleza de este. Así, Eduardo Zannoni nos
indica: “Es incorrecto calificar, la naturaleza del daño en razón de la naturaleza del bien u objeto de
satisfacción, que ha sufrido menoscabo, por ende, no es verdad que el daño es patrimonial porque el
bien dañado es un objeto de satisfacción patrimonial (...) y viceversa”. Zannoni, Eduardo. El daño en la
responsabilidad civil, 2a ed., Buenos Aires, Astrea, 1993.
(2) “El objeto del daño se identifica siempre con el objeto de la tutela jurídica (un interés humano)”. Ibíd.
113
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
114
Algunas expresiones del Tribunal Constitucional en materia de responsabilidad civil
(3) Leysser León Hilario postula que la mejor clasificación para nuestro país es aquella desarrollada por la
doctrina francesa que refiere al “daño material” y al “daño inmaterial o moral”. La primera es aquella
que afecta el patrimonio de la víctima y la segunda es la que no tiene una incidencia económica directa.
Por ende, el daño moral abarca “todas las consecuencias del evento dañoso que, por sus peculiares
características, por su ligazón con la individualidad de la víctima, no sean traducibles directamente en
dinero, incluida la lesión de los derechos fundamentales”. Por ende, es inútil la existencia de un daño a
la persona. “El daño resarcible”: En La responsabilidad civil: líneas fundamentales y nuevas perspec-
tivas. Jurista editores, Lima, 2007, p.326.
Esta afirmación la sustenta el profesor León ante la falta de datos de derecho positivo “que avalen el
razonamiento en función de la patrimonialidad o no patrimonialidad del daño”.
(4) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos, “Daño moral y daño al proyecto de vida”. En: Revista de Dere-
cho de daños, N° 6, “Daño moral”. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1999.
115
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(5) Ídem.
116
Algunas expresiones del Tribunal Constitucional en materia de responsabilidad civil
117
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
2. Criterio de imputación
El Criterio de imputación refiere al cuarto elemento de la responsabi-
lidad civil por el que se atribuye el costo económico de la consecuencia
dañosa a quien resulte responsable. La determinación de quién es impu-
table depende del dominio del hecho y sus consecuencias (imputación
directa) o de quien, sin tener el dominio del hecho y sus consecuencias,
pudo controlarla o supervisarla para evitar sus efectos nocivos (imputa-
ción indirecta). Analicemos, a continuación, cómo enfoca este tema el
Tribunal Constitucional.
118
Algunas expresiones del Tribunal Constitucional en materia de responsabilidad civil
119
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
del mismo cuerpo legal, conforme al cual, todo daño producido por
dolo o culpa resulta pasible de indemnización. Es así que en cada
caso, el juzgador analiza –dentro de cada criterio– los elementos de
la responsabilidad civil a fin de establecer el monto indemnizatorio
correspondiente. (…) De otro lado, el criterio objetivo de respon-
sabilidad (artículo 1970 del Código Civil) resulta aplicable a
supuestos de responsabilidad extracontractual sobre la base
del riesgo creado, que se constituye como el factor objetivo de
atribución de responsabilidad, mediante el cual ‘(...) basta acre-
ditar el daño causado, la relación de causalidad y que se ha tratado
de un daño producido mediante un bien o actividad que supone un
riesgo adicional al ordinario y común y que por ello mismo me-
recen la calificación de riesgosos’. (…) En los últimos años es evi-
dente el incremento de vehículos de transporte público y privado, con
el consiguiente crecimiento desmedido del parque automotor, lo cual
implica muchos riesgos para la vida, la integridad y la salud de los
usuarios, acrecentándose la posibilidad de sufrir daños. Por tales razo-
nes es que resultó conveniente favorecer la situación de las víctimas,
estableciéndose un supuesto de responsabilidad civil extracontractual
basado en la noción de riesgo creado consagrada en el numeral 1970
del Código Civil” (Exp. Nº 0001-2005-PI/TC, 06/06/2005 P, ff. jj. 19,
20, 21 y 22).
“La noción de riesgo creado alude a la idea de que todos los bienes
que se utilizan en la vida moderna para la satisfacción de las nece-
sidades suponen un riesgo común u ordinario; empero, también hay
actividades que suponen un riesgo adicional, como es el caso de los
vehículos automotores, para lo cual no es necesario examinar la cul-
pabilidad del autor, pues bastará con acreditarse el daño causado,
la relación de causalidad y que se ha tratado de un daño producido
mediante un bien o actividad riesgosa” (Exp. Nº 0001-2005-PI/TC,
06/06/2005 P, f. j. 23).
120
Algunas expresiones del Tribunal Constitucional en materia de responsabilidad civil
(6) El criterio de imputación de responsabilidad subjetivo, por ejemplo, es recogido en los artículos 1318,
1319 y 1320 del Código Civil respecto a inejecución de obligaciones y en la “cláusula general de res-
ponsabilidad” del artículo 1969 del Código Civil peruano, el que establece: “ Artículo 1969.- Aquel
que por dolo o culpa causa un daño a otro está obligado a indemnizarlo. El descargo por falta de
dolo o culpa corresponde a su autor”.
El presente criterio de imputación se encuentra dentro de los alcances de la ilicitud subjetiva, anterior-
mente desarrollada, por ende implica el análisis de los elementos intrínsecos de la conducta del sujeto
(imprudencia).
Para determinar la “diligencia o negligencia” del sujeto debe tenerse presente un patrón objetivo de
conducta o modelo social, el que servirá como parámetro. Esta tesis establece que la culpa debe ser en-
focada in abstracto, sin tomar en consideración circunstancias específicas de la personalidad del sujeto
responsable.
De este modo se tiene la necesidad de objetivar la apreciación de cada uno de los tres grados de culpa
mediante la comparación de la conducta del agente con un “tipo social”. Así, se hace referencia a la
“culpa lata” que consiste en no adoptar respecto de los asuntos de otro el cuidado “de las personas
menos cuidadosas y las más estúpidas” no dejarían de tener respecto de sus propios asuntos ; la culpa
levis que es la falta de cuidado, comparando la conducta con la de una “persona prudente”; y “la
culpa levissima” que supone comparar la conducta con la que tendrían “las personas más metículosas”
respecto de sus propios asuntos.
De estos tres modelos se considera pertinente utilizar como “estándar” el de las “personas promedio”
(hombre razonable), siendo este el criterio más difundido, de ahí que se postule como criterio el del
“buen padre de familia”, que deviene en obsoleto en una sociedad moderna como la nuestra, por lo que
consideramos debe ser reformulado postulándose así que el patrón a tener presente debe ser el del sujeto
promedio de la actividad que estamos analizando; así, por ejemplo, si es un médico, debemos utilizar el
patrón de los médicos promedio, si es un abogado, el de los abogados promedio, etc.
Un punto debatido en la doctrina es el concerniente a las circunstancias “externas” e “internas” del
actuar del sujeto en el estudio de la “culpa in abstracto”, es decir, ¿debemos comparar el actuar con un
estándar que no tome en consideración circunstancias históricas, culturales, etc.? Consideramos que el
tomar en consideración circunstancias “internas” implicaría volver a un modelo de “culpa in concreto”;
es por ello que para evitar las “subjetividades” y “problemas probatorios” propios de este modelo solo
debemos tener presente “aspectos externos”, como el “contexto en el que se desenvuelve la conducta”,
que consideramos apropiado para evitar un análisis “irreal”.
Continuando con el estudio del presente criterio de imputación tenemos que en el sistema de respon-
sabilidad civil extracontactual, a la luz del artículo del Código Civil antes citado, a nivel probatorio
se verifica una suerte de “inversión” de la carga probatoria (la que hemos criticado), al presumirse la
responsabilidad por culpa del sujeto. Lo que conlleva a que el supuesto responsable desvirtúe tal impu-
tación demostrando la ausencia de culpa o su actuación dentro de los alcances de los artículos 1971 del
Código Civil, correspondiente a los supuestos de irresponsabilidad, o 1972, referido a los supuestos de
ruptura del nexo causal.
Un tema adicional referido a la culpa es el concerniente a la “graduación de la culpa” que algunos auto-
res postulan a partir de lo dispuesto en el artículo 1986, que establece lo siguiente:
“Artículo 1986.- Son nulos los convenios que excluyan o limiten la responsabilidad por dolo o culpa
inexcusable”.
A partir del tenor de este artículo se ha buscado justificar la posibilidad de pactar la irresponsabilidad por
culpa leve del causante. Nosotros consideramos que, dado que la función esencial de la responsabilidad
civil consiste en la satisfacción plena del interés de la víctima, no es racional postular una graduación
de la culpa. Así por ejemplo: “Si un sujeto golpea accidentalmente a otro que usaba lentes de contacto
ocasionándole la pérdida del ojo debe indemnizar de igual manera que si lo hubiese intencionalmente
golpeado. Acaso ¿es menos tuerto el sujeto porque el causante actuó con culpa leve y no con dolo? No.
El daño es el mismo”.
121
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
122
Algunas expresiones del Tribunal Constitucional en materia de responsabilidad civil
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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La renuncia a la persona
jurídica y la invalidez
de acuerdos en clave
constitucional
(*) Docente de Derecho Civil en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad de Lima.
Socio del Estudio Huerta, Cieza & Solórzano.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
de la abstracción; 3) teoría realista. Gierke dice que la persona es un cuerpo orgánico compuesto de los
elementos que, conforme al estatuto, se separan de las individualidades reunidas, de modo que si bien
ella constituye una persona unitaria, colectiva, ella vive en la pluralidad de sus miembros; la relación
de unidad y pluralidad no es por tanto de contradicción sino de conexión”. DE CASTRO Y BRAVO,
Federico. La persona jurídica, Editorial Civitas, Madrid, 1991.
(4) GALGANO, Francesco. “Delle persone giuridiche”. En: Commentario del Codice Civile, a cura de
Scialoja y Branca, Zanichelli- Societá Editrice del Foro Italiano, Bologna-Roma, 1969, p. 97.
(5) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Derecho de las personas. Gaceta Jurídica, Lima, 2004, p. 651.
(6) El mismo Juan Espinoza. Ob. cit., p. 657, nos detalla los elementos de la denominada persona colectiva:
1) conducta humana intersubjetiva: la dimensión humana está presente en todas y cada una de las per-
sonas colectivas que regula el Código Civil o las leyes especiales y siempre nos encontraremos frente a
una organización de personas individuales; 2) valores jurídicos: si bien es cierto que el concepto de la
personalidad colectiva y el de la responsabilidad limitada se correlacionan, por cuanto, un buen número
de personas individuales se constituye en una persona colectiva para limitar sus obligaciones, es eviden-
te también que surge la necesidad del hombre para compartir con otros ciertas experiencias que, como es
natural, no podría realizarlas aislado. El hombre así compartirá determinados fines valiosos (lucrativos
o no lucrativos); 3) normas jurídicas: desde el punto de vista formal, toda persona colectiva es un centro
unitario ideal, de referencia de situaciones jurídicas, de imputación de deberes y de derechos, pero esta
reducción de una pluralidad de personas individuales a la singularidad de la persona colectiva, se pro-
duce por el cumplimiento de una formalidad. En el caso del Código Civil peruano, con la inscripción
de la organización de personas con arreglo a ley. Es por este aspecto formal que se diferencia la persona
colectiva de la organización de personas no inscritas.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(7) Al respecto, es importante revisar el anteproyecto constitucional en lo referente a los derechos funda-
mentales para lo cual es muy útil el artículo de FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos: “El proyecto de
vida y los derechos fundamentales en el anteproyecto constitucional”. En: Revista Jurídica del Perú.
N° 35, junio, 2002, p. 59 y ss.
(8) VEGA MERE, Yuri. “Derecho de asociación. Constitución de fundaciones y otras formas de organi-
zación jurídica”. En: La Constitución comentada. Gaceta Jurídica, Congreso de la República, 2005,
p. 157.
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
ciudadanos de medios más eficaces para hacer llegar su opinión sobre los diferentes problemas de la
sociedad a quienes toman las decisiones políticas. Fortalecer las estructuras democráticas en la sociedad
revierte en el fortalecimiento de todas las instituciones democráticas y contribuye a la preservación de
la diversidad cultural”.
(12) LA CRUZ BERDEJO. Derecho Civil. Editorial Bosch, p. 289.
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
(13) COVIELLO, Nicolás. Doctrina General del Derecho Civil. Unión Tipográfica. Editorial Hispano Ame-
ricana. México. Traducción de Felipe de J. Tena, p. 218. Selección de textos de Personas Jurídicas de la
PUCP, elaborado por DE BELAUNDE, Javier.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(14) Sobre la necesidad del acto de constitución aun en los entes creados por el Estado COVIELLO, Nicolás.
Ob. cit., p. 233 “El acto de constitución, o sea el acuerdo de dos o más personas con el objeto de dar vida
a una corporación con carácter de persona jurídica, es siempre necesario, aun cuando la formación del
ente sea impuesta por la voluntad del Estado, como ocurre con los consorcios que tiene un fin de utilidad
pública, o por una voluntad unilateral de un particular que dona o lega un patrimonio con la obligación
para quien lo recibe, de hacer que nazca una corporación determinado objeto. Y esto se debe a que es
característica natural de la corporación la existencia de dos o más personas que quieren efectivamente
cooperar en orden a la consecución de un fin, efecto que no puede obtenerse sino por acuerdo de la
voluntad”.
(15) Exp. N° 9149-2006-PA-TC.
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
(16) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Derecho de las personas. Exposición de motivos y comentarios
al libro primero del Código Civil peruano. Editorial Grijley, octava edición, 2001, p. 213.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(17) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Derecho de las Personas. Cuarta edición, Gaceta Jurídica. 2004, p. 731.
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
(18) BRECCIA, BIGLIAZZI, NATOLI, BUSNELLI, “Derecho Civil”. Tomo I, volumen 1, traducción Fer-
nando Hinestrosa, Universidad Externado de Colombia, p. 245. Sobre la exclusión de los asociados por
motivos graves se comenta por estos autores: “El interés de permanencia en la asociación tiene como
límite un poder excepcional de excusión atribuido por ley a la asociación y fundado en dos presupuestos
concurrentes e imprescindibles: la necesidad de una decisión a propósito de la propia asamblea y la
ocurrencia de “graves motivos” previamente comprobados por la misma asamblea (artículo 214, inciso
3). En consecuencia, se habría de considerar nula una cláusula estatutaria que atribuyera a los adminis-
tradores o a otro órgano, distinto de la asamblea, el poder de excluir a los asociados individuales. De
otra parte, una decisión de exclusión insuficientemente motivada o –de la cual, en todo caso no resulte
de la gravedad de los motivos– podría ser impugnada por el asociado excluido ante la autoridad judicial.
Seguramente sería nula, en fin, una cláusula estatutaria que excluyera la posibilidad de recurrir al juez
contra una decisión de exclusión”. Ob. cit., p. 316.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(19) SEOANE, Mario. Personas jurídicas. Principios generales y su regulación en la legislación peruana.
Editorial Grijley. 2005.
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
(20) DÍEZ-PICAZO, Luis; GULLÓN, Antonio, en su “Sistema de Derecho Civil”. Volumen I, décima edi-
ción, Tecnos, 2002, p. 369, señalan: “La autonomía privada es el poder de dictarse uno a sí mismo la
ley o el precepto, el poder de gobernarse uno a sí mismo. Podría también definirse como un poder de
gobierno de la propia esfera jurídica, y como está formada por relaciones jurídicas, que son el cause
de realización de intereses, la autonomía privada puede igualmente conceptuarse como el poder de la
persona para reglamentar y ordenar las relaciones jurídicas en las que es o ha de ser parte. La autonomía
privada es libertad individual. Reconocer libertad significa permitir hacer, dar al individuo una esfera
de actuación, pero reconocer autonomía, es decir, algo más, que el individuo no solo es libre, sino que
además es soberano para dictar su ley en su esfera jurídica. En otras palabras, un reconocimiento del
valor jurídico de sus actos, que serán vinculantes y preceptivos. La autonomía es un poder de la persona
como realidad eminente. Conviene en este punto observar que cuando se habla, como es usual entre
nosotros, de “autonomía de la voluntad”, no deja de incurrirse en algún equívoco, por qué el sujeto de
la autonomía no es la voluntad, sino la persona como realidad unitaria. La autonomía no se ejercita
queriendo –función de la voluntad– sino estableciendo, disponiendo, gobernando. La voluntad o el
querer es un requisito indudable del acto de autonomía (que ha de ser siempre libre y voluntario), pero
para ejercitar la autonomía es preciso el despliegue de las demás potencias. La autonomía es por último
un poder de ordenación de la esfera privada de la persona, entendiendo por tal el conjunto de derechos,
facultades, relaciones, etc., que ostente o que se le hayan atribuido, aunque no se quiere decir con ello
que el poder sea total y absoluto. Existen posiciones de dicha esfera para las cuales el derecho excluye
la autonomía como poder ordenador”.
(21) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Derecho de las personas. Grijley, Lima, 1999, p. 220.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(22) ALAMO HIDALGO, Pedro, “Comentario al artículo 90 del Código Civil, Renuncia de Asociados”. En:
Código Civil comentado por los 100 mejores especialistas. Gaceta Jurídica, Tomo I, p. 442.
(23) SEOANE, Mario. Ob. cit., p. 140.
(24) SEOANE, Mario. Ob. cit., p. 141.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
(25) NAVARRETE PÉREZ, Joe. “Invalidez de Acuerdos Societarios”. En: Diálogo con la Jurisprudencia,
N° 122, Noviembre, 2008, año 14.; PALACIOS PAREJA, Enrique, “Aspectos Procesales de la Impug-
nación de Acuerdos”. En: Ius. Revista de Estudiantes de la PUCP, diciembre, 2007.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(30) Artículo 87: “Para la validez de las reuniones de asamblea general se rquiere en primera convocatoria,
la concurrencia de más de la mitad de los asociados. En segunda convocatoria, basta la presencia de
cualquier número de asociados. Los acuerdos se adoptan con el voto de más de la mitad de los miembros
concurrentes. Para modificar el estatuto o para disolver la asociación se requiere, en primera convoca-
toria, la asistencia de más de la mitad de los asociados. Los acuerdos se adoptan con el voto de más de
la mitad de los miembros concurrentes. En segunda convocatoria, los acuerdos se adoptan con el voto
de los asociados que asistan y que representen no menos de la décima parte. Los asociados pueden ser
representados en asamblea general por otra persona. El estatuto puede disponer que el representante
sea otro asociado. La representación se otorga por escritura pública. También puede conferirse por otro
medio escrito y solo con carácter especial para cada asamblea.
(31) DE BELAUNDE L. DE R., Javier. “Reforma del Código Civil y las personas Jurídicas”. En: Congreso
de la República: Reforma de Códigos, Tomo II, 2a Ed., Lima, 1999, p. 494, citado por ALIAGA HUA-
RIPATA. Ob. cit., p. 416.
(32) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Derecho de las personas, exposición de motivos y comentarios
al Libro Primero del Código Civil peruano. Octava Edición actualizada, Editorial Grijley, Lima, 2001,
p. 206.
(33) Artículo 86. La asamblea general elige las personas que integran el consejo directivo, aprueba las cuen-
tas y balances, resuelve sobre la modificación del estatuto, la disolución de la asociación y los demás
asuntos que no sean competencia de otros órganos.
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
(34) GARRIGUES, Joaquín. Curso de Derecho mercantil. Tomo I, 7a Edición, p. 493 citado por NISSEN,
Ricardo A. Impugnación Judicial de Actos y Decisiones Asamblearias. Ediciones Depalma. Buenos
Aires, 1989, p. 42.
(35) DE GREGORIO, “De las sociedades y las asociaciones comerciales”. En: Vivante..., Derecho Comer-
cial. Tomo 6, vol. I, p. 567, citado por NISSEN. Ob. cit., p. 43.
(36) HALPERIN, Isaac. Sociedades Anónimas. Ediciones De Palma, 1975.
(37) NISSEN. Ob. cit., p. 44.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(38) Cámara de Apelaciones Civil y Comercial de Rosario del 9/03/39. T. 13, p. 757, citada por NISSEN. Ob.
cit., p. 45.
(39) MONTOYA MANFREDI, Ulises. Derecho Comercial. T. I, p. 180.
(40) El autor citado señala: “Asimismo, otra de las impresiones que tengo es que la regulación actual de la
invalidez se ha hecho en clave de contrato y, por ende, en clave de Código Civil (es decir, pensando en el
régimen de invalidez del contrato sin tomar en cuenta que se está regulando un tipo de negocio jurídico
diverso y con características propias, como es el acuerdo social, especie de la categoría general del acto
colegial). Aquello explicaría por qué no se han regulado figuras propias de la configuración doctrinal
del acuerdo social tales como el test de resistencia (dicho test implica que solo serán nulos aquellos
acuerdos en los cuales el supuesto de invalidez afecte la decisión adoptada mediante el acuerdo (….)”.
Ob. cit., p. 139.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
al menos como principio general que el acuerdo social que ha sido eje-
cutado o ha tenido principio de ejecución, debe ser tenido, frente a una
decisión judicial invalidatoria, como si nunca hubiera sido celebrado,
pues ello no sería otra cosa que una ficción jurídica incompatible con la
verdad de lo acontecido y fuente de injusticias y perjuicios para terceros
de buena fe. Basta imaginar los perjuicios que ocasionaría al tráfico mer-
cantil y la inseguridad que generaría la aplicación del artículo 1050 del
C.C., frente al supuesto de declararse la nulidad de la designación de un
determinado directorio, pues debería de ello derivarse la nulidad de toda
contratación efectuada por ese órgano de administración con posteriori-
dad a su viciosa designación, lo cual es sencillamente impensable”. Esta
argumentación tan claramente expresada por Nissen puede aplicarse per-
fectamente a nuestra realidad jurídica, no solamente en el caso de los efec-
tos generados por las decisiones de los órganos de sociedades anónimas,
sino también en el caso de las asociaciones o a las personas jurídicas sin
fines de lucro en general, en donde la invalidez declarada judicialmente de
los actos que hayan sido expedidos por los órganos asociativos respectivos
(asamblea general, consejo directivo) no puede perjudicar los derechos ad-
quiridos de terceros de buena fe ni perjudicar el normal desenvolvimiento
del ente. Como lo comenta Joe Navarrete: solo deberá anularse el acuerdo
cuando la participación de dicho socio sea esencial para: a) la formación
del quórum b) la adopción del acuerdo. Esto en beneficio de los derechos
de terceros que podrían afectarse con la anulación de un acuerdo y con el
principio de conservación de acuerdos sociales. Entonces, para declararse
la nulidad de un acuerdo no basta que un socio haya tenido su voluntad
viciada o no haya cumplido con requisitos exigidos por la sociedad para
participar en la decisión colegiada, sino que este voto tiene que haber sido
decisivo para establecer el quórum reglamentario o para la toma del acuer-
do, de lo contrario el acuerdo mantendrá su validez.
Dentro del contexto de la vigente Ley de Sociedades argentina, y si-
guiendo la línea conceptual de Garrigues(43) y de Vásquez del Mercado(44),
respetada doctrina argentina(45), considera que cualquier intento de hacer
un listado de los acuerdos nulos y de los acuerdos anulables implica
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
(49) BORDA, Guillermo. Retroactividad de la Ley y derechos adquiridos. Buenos Aires, N° 39, 1960, p. 55.
(50) A propósito, La doctrina nacional propone una modificación al art. V del Título Preliminar del Código
Civil, en el sentido que basta hablar de orden público, pues las buenas costumbres están subsumidas en
este principio ESPINOZA ESPINOZA, Juan. “El orden público y las buenas costumbres en la experien-
cia jurídica nacional”. En: Ius et Veritas, Año XII, N° 24, pp. 312-313.
(51) Ley Española de Sociedades Anónimas, art. 115; Ley General de Sociedades Mercantiles mejicana, arts.
19, 21, 102, 156, 188, 196 y 201.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
posible los límites de cada una de estas figuras conceptuales del negocio
jurídico. Es necesario tener claridad o, por lo menos, una aproximación
conceptual en materia de ineficacias negociales, pues sin lugar a dudas
esto allanaría el trabajo y nos proporcionaría herramientas necesarias para
poder investigar con mayor profundidad y certeza la nulidad o impugna-
ción de acuerdos en material civil y societaria.
Se dice que la ineficacia es ante todo una sanción(54). Díez-Picazo cri-
tica al sector de la doctrina que distingue entre invalidez (falta alguno de
los elementos, está viciado o carece de presupuestos del tipo de nego-
cio a que pertenece) e ineficacia en sentido estricto (impide su eficacia
una causa extrínseca), alegando que “tal distinción no parece admisi-
ble. No es lo más grave la arbitrariedad de la terminología, puesto que
ineficaz tiene que ser siempre el negocio inválido por lo que invalidez
e ineficacia serían conceptos iguales”. Y concluye indicando: “Es que,
además, en la mayor parte de los casos en que se habla de inefica-
cia en sentido estricto no la hay, sino por el contrario, expresión más
cumplida de la eficacia del negocio: así, por ejemplo, cuando se cumple
una condición o se resuelve o se revoca un negocio. En todos estos casos el
negocio es plenamente eficaz, despliega toda su eficacia. Lo único que ocu-
rre es que la reglamentación negocial pierde en un momento sucesivo su
vigencia. No hay ineficacia, sino extinción sobrevenida de la relación o
situación negocial”(55).
Se habla de ineficacia del negocio en sentido lato o amplio para de-
finir todas las hipótesis en las cuales sus efectos no se producen o están
llamados a decaer en un momento posterior(56). Consideramos que la dis-
tinción de las distintas conceptualizaciones derivadas de la ineficacia, si
(54) DÍEZ-PICAZO y GULLÓN, Antonio. Ob. cit., p. 533. Así comienza este clásico autor español el apar-
tado 40 de su prestigiado tratado bajo el subtítulo “La ineficacia en sentido general”. Así el autor citado
señala: “ Si por sanción entendemos la reacción del ordenamiento jurídico ante una infracción se com-
prende enseguida por qué la ineficacia se sitúa dentro del repertorio de sanciones que el orden jurídico
aplica al negocio jurídico irregular. La irregularidad del negocio jurídico es una cierta disconformidad
entre el negocio tal y como es previsto por el ordenamiento jurídico (tipo negocial) y el negocio jurídico
tal y como ha sido realizado (negocio real, realidad negocial). Esta discrepancia entre la realidad y la
tipicidad negocial entraña una infracción, puesto que, por hipótesis, la norma jurídica ordena el más
perfecto ajuste entre ambas categorías”.
(55) DÍEZ-PICAZO y GULLÓN, Antonio. Ob. cit., p. 533.
(56) SANTORO-PASSARELLI, Francesco. “Dottrine generali del diritto civile”. Napoli, 1959, p. 235 y
ss, citado por SCOGNAMIGLIO, Renato, en: Teoría general del contrato. Universidad externado de
Colombia, traducción de Fernando Hinestrosa, segunda reimpresión, 1996, p. 225.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
(59) Artículo 139.- Acuerdos impugnables. Pueden ser impugnados judicialmente los acuerdos de la junta
general cuyo contenido sea contrario a esta ley, se oponga al estatuto o al pacto social o lesione, en
beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas, los intereses de la sociedad. Los acuerdos que
incurran en causal de anulabilidad prevista en la Ley o en el Código Civil, también serán impugnables
en los plazos y formas que señala la ley. No procede la impugnación cuando el acuerdo ha sido revo-
cado, o sustituido por otro adoptado conforme a ley, al pacto social o al estatuto. El juez mandará
tener por concluido el proceso y dispondrá el archivo de los autos, cualquiera que sea su estado,
si la sociedad acredita que el acuerdo ha sido revocado sustituido conforme a lo prescrito en el párrafo
precedente. En los casos previstos en los dos párrafos anteriores, no se perjudica el derecho adquirido por el
tercero de buena fe”.
El artículo 92 del Código Civil regula la impugnación judicial de acuerdos en materia asociativa, es
decir, en el caso de una persona colectiva sin fines de lucro: “Artículo 92.- Todo asociado tiene derecho
a impugnar judicialmente los acuerdos que violen las disposiciones legales o estatutarias. Las acciones
impugnatorias deben ejercitarse en un plazo no mayor de sesenta días contados a partir de la fecha del
acuerdo. Pueden ser interpuestas por los asistentes si hubieran dejado constancia en carta de su opo-
sición al acuerdo, por los asociados no concurrentes y los que hayan sido privados ilegítimamente de
emitir su voto. Si el acuerdo es inscribible en el registro, la impugnación puede formularse dentro de los
treinta días siguientes a la fecha en que la inscripción tuvo lugar. Cualquier asociado puede intervenir en
el juicio a su costa, para defender la validez del acuerdo. La impugnación se demanda ante el juez civil
del domicilio de la asociación y se tramita como proceso abreviado”.
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
(66) GALGANO, Francesco. “Las sociedades”. En: Derecho Comercial. Volumen II, Editorial Temis S.A.,
Bogotá, 1999, p. 350, citado por ABRAMOVICH. Ob. cit., p. 245.
(67) Ni qué decir de nuestra normativa civil que débilmente expresa en su artículo 92 que: “Todo aso-
ciado tiene derecho a impugnar judicialmente los acuerdos que violen las disposiciones legales o
estatutarias”.
(68) A guisa de ejemplo es interesante lo enunciado por ABRAMOVICH. Ob. cit., p. 246 que señala “(...)
podemos señalar que un acuerdo por el que se creen acciones con distinto valor nominal podría ser ob-
jeto de una acción de impugnación, ya que el contenido mismo del acuerdo sería contrario al artículo 82
de la LGS, que establece que todas las acciones deben tener el mismo valor nominal. Por el contrario,
un acuerdo de aumento de capital acordado con el quórum y mayoría correspondientes, pero que no fue
materia de convocatoria no sería impugnable, puesto que el contenido mismo del acuerdo (el aumento
de capital) no es contrario a la LGS, sino que se trataría de un punto tratado fuera de agenda”. En el caso
de acuerdos contrarios al estatuto, al pacto social, el mismo autor (ABRAMOVICH. Ob. cit., p. 246)
establece: “Supongamos, como ocurre en muchos casos, un estatuto en el que se transcriben determina-
das normas imperativas de la LGS, como por ejemplo el requisito contenido en el artículo 52 de la LGS,
según el cual para que proceda la emisión de acciones se requiere que estas hayan sido íntegramente
suscritas, y cada acción suscrita pagada en al menos un veinticinco por ciento. A pesar de ello, la junta
general de accionistas adopta un acuerdo de aumento de capital, acordándose expresamente que para la
emisión de las acciones será necesario únicamente pagar el diez por ciento de cada acción. ¿Estamos
ante un acuerdo nulo o impugnable? La respuesta no parece ser tan sencilla. Por un lado, podríamos se-
ñalar que el acuerdo es nulo, puesto que va en contra de una norma imperativa, como lo es el artículo 52
de la LGS. Pero, al mismo tiempo, también podríamos señalar que se trata de un acuerdo impugnable,
puesto que cumpliría con el requisito de oponerse al estatuto, conforme a lo regulado en el artículo 139
de la LGS”. Al respecto consideramos que estamos ante un acuerdo nulo.
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
(69) HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. “El derecho de impugnación de acuerdos de juntas generales de
accionistas en la nueva ley general de sociedades”. En: Ius et Praxis, N° 28, Año 1997, p. 21. El mismo
que efectúa la siguiente clasificación: a) acuerdos nulos por infracción a la ley, b) acuerdos nulos por el
contenido de estos, c) acuerdos que pueden ser considerados anulables. Dentro de los primeros (literal
a) están los que se refieren al incumplimiento de los requisitos formales para la instalación y regular
funcionamiento de la Junta; si dicho órgano social se convocó por quien no debía; si la junta se instaló
sin la concurrencia mínima de accionistas; si se celebró sin convocatoria, no encontrándose presentes
accionistas o representantes de la totalidad de las acciones; si se reunió fuera de la sede social y el esta-
tuto no autorizaba un lugar diferente; si no se hubiere formado la lista de asistentes o si se privó a algún
accionista de asistir a la junta o de su derecho a voto, etc. El autor hace referencia a que la enumeración
que realiza es meramente enunciativa, pues existen multiplicidad de casos que pueden ser objeto de
nulidad. Dentro de los segundos (literal b) y citando al maestro MONTOYA MANFREDI, señala entre
otros casos, el de la nulidad que provenga de la infracción de un mandato legal o que sea contrario a la
moral, al orden público o a las buenas costumbres; el del acuerdo que viole los derechos de los accionis-
tas como derechos mínimos; el de emisión de acciones no pagadas en el 25% de su valor, por lo menos;
el de emisión de nuevas series sin estar pagadas las anteriores; el de creación de acciones de voto plural;
el acuerdo de reparto de dividendos ficticios; el que apruebe la propuesta de distribución de beneficios
sin detraer el mínimo correspondiente a la reserva legal etc. Dentro de los terceros (literal c), es decir,
aquellos que pueden ser considerados anulables estarían aquellos que contravienen normas estatutarias
o que lesionan en beneficio de uno o varios accionistas el interés social. Es el caso que la mayoría,
utilizando sus poderes, toma un acuerdo que, sin violar la ley o el estatuto posponga los intereses de
la sociedad al interés personal de alguno de los socios, dirigiendo la voluntad social en una dirección
opuesta la interés común, que es la razón de ser del contrato de sociedad.
(70) Al respecto, permítaseme remitirme al trabajo titulado: “Breve panorama de la impugnación de acuer-
dos: Asociativos y Societarios” CIEZA MORA, Jairo. En: Diálogo con la Jurisprudencia. N° 63. Gace-
ta Jurídica, Lima, noviembre 2003.
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La renuncia a la persona jurídica y la invalidez de acuerdos en clave constitucional
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TENDENCIAS JURISPRUDENCIALES
SISTEMATIZADAS
DERECHO PRIVADO Y
DERECHO CONSTITUCIONAL
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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Tendencias jurisprudenciales sistematizadas
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
168
DERECHO CIVIL
I. Principios generales
Autonomía de la voluntad
✔ Autonomía de la voluntad. Concepto
La autonomía de la voluntad se refiere a la capacidad residual que
permite a las personas regular sus intereses y relaciones coexistenciales
de conformidad con su propia voluntad. Es la expresión de la volición,
tendente a la creación de una norma jurídica con interés particular. (Exp.
N° 0047-2004-AI, 24/04/2006, f. j. 44)
169
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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Tendencias jurisprudenciales sistematizadas
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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Tendencias jurisprudenciales sistematizadas
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
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Tendencias jurisprudenciales sistematizadas
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El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
✔ Honor. Configuración
El honor no es pues ni “interno” ni “externo”, como ha sugerido
cierta doctrina para expresar las formas en que puede ser padecida su
agresión, frente a uno mismo o frente a los demás. Se mancilla el honor
cuando se humilla y se degrada en la condición de ser humano a una per-
sona lanzándole ofensas o agrediéndola directamente o haciéndolo ante
el público y de cualquier forma. La diferencia es, en todo caso, que en el
segundo supuesto, en el caso de la agresión a la reputación social, el ho-
nor está comprometido doblemente, como una ofensa hacia uno mismo, y
como un desprestigio frente a los demás, desmereciendo la condición de
ser social por excelencia que es toda persona. El honor corresponde, así,
a toda persona por el solo hecho de serlo y se manifiesta, sobre la base
del principio de igualdad, contrario a las concepciones aristocráticas, plu-
tocráticas o meritocráticas. La valoración diferente del honor que alguien
pretenda fundar en el linaje, la posición social y económica o incluso en
los méritos, resulta irrelevante en el marco de la concepción pluralista del
Estado Social y Democrático de Derecho y desde la función que cumplen
los derechos fundamentales. Si bien es verdad que, desde una perspecti-
va de la responsabilidad civil, pueden identificarse particularidades para
establecer los montos de reparación en función de determinadas carac-
terísticas personales, profesionales o circunstanciales inclusive, ello no
debe llevarnos necesariamente a vislumbrar una distinta calificación del
honor de las personas individuales desde la perspectiva de sus derechos
fundamentales. El derecho al honor, tal como lo configura la Constitu-
ción, corresponde a todos por igual y ha de tener, por consiguiente, un
contenido general compatible con los demás principios y valores que la
propia Constitución también reconoce y da objetividad. (Exp. 4099-2005-
AA/TC, 20/07/2005, f. j. 8)
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✔ Imagen. Noción
[F]orma parte del mencionado inciso [7 del artículo 2 de la Cons-
titución] el derecho a la imagen, que protege, básicamente, la imagen
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✔ Intimidad. Definición
[Respecto a la intimidad personal], la persona puede realizar los actos
que crea convenientes para dedicarlos al recogimiento, por ser una zona
ajena a los demás en que tiene uno derecho a impedir intrusiones y donde
queda vedada toda invasión alteradora del derecho individual a la reserva,
la soledad o el aislamiento, para permitir el libre ejercicio de la persona-
lidad moral que tiene el hombre al margen y antes de lo social. (Exp.
N° 6712-2005-HC, 17/10/2005, f. j. 39)
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Asociación
✔ Derecho de asociación. Noción
El derecho fundamental de asociación enunciado en el artículo 2, inci-
so 13 de la Constitución garantiza a toda persona la libertad de constituir
asociaciones, integrarse a las ya establecidas, no integrarse a ninguna y a
la facultad de permanecer en ellas; asimismo, garantiza a las asociaciones
ya constituidas la libertad de autoorganizarse en atención al cumplimiento
de sus fines. Tal constituye el ámbito de protección o contenido constitu-
cional de este derecho fundamental. (Exp. N° 08280-2006-AA, 28/04/2008,
f. j. 13)
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fija más límite que el respeto del núcleo esencial de la institución que la
Constitución garantiza. (Exp. N° 0004-1996-I, 03/01/1997, f. j. 3.1.a)
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o social traen consigo una labor más cercana del Estado, sea a través
de su participación directa, sea a través de su permanente supervisión.
El derecho de asociación, tal como está concebido en el inciso 13) del
artículo 2 de la Constitución, solo protege a las primeras. (Exp. N° 0011-
2001-AI, 10/06/2002, f. j. 5)
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[Q]ueda claro que las garantías del debido proceso (...) resultan apli-
cables al interior de la actividad institucional de cualquier persona jurídi-
ca, máxime si se ha contemplado la posibilidad de imponer una sanción
tan grave como la expulsión. (Exp. N° 1414-2003-AA, 08/07/2003, f. j. 4)
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✔ Expropiación. Definición
La expropiación consiste en una potestad que se concretiza en un
acto de Derecho Público por el cual el Estado priva coactivamente
a un particular, o a un grupo de ellos, de la titularidad de un deter-
minado bien. Para ello, es preciso que el Poder Legislativo lo decla-
re, mediante ley, y sobre la base de la existencia de una causa real y
apremiante de seguridad nacional o necesidad pública. (Exp. N° 0031-
2004-AI, 23/09/2004, f. j. 5)
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V. Sucesiones
✔ Derecho a la herencia. Intransmisibilidad de la pensión
La pensión no es susceptible de ser transmitida por la sola autonomía
de la voluntad del causante, como si se tratase de una herencia, pues se
encuentra sujeta a determinados requisitos establecidos en la ley y que,
solo una vez que hubiesen sido satisfechos, podría generar su goce a este
o sus beneficiarios. (Exp. N° 0050-2004-AI, 03/06/2005, f. j. 97)
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✔ Contrato-ley. Concepto
[E]l contrato-ley es un convenio que pueden suscribir los contratan-
tes con el Estado, en los casos y sobre las materias que mediante ley se
autorice. Por medio de él, el Estado puede crear garantías y otorgar se-
guridades, otorgándoles a ambas el carácter de intangibles. Es decir, me-
diante tales contratos-ley, el Estado, en ejercicio de su ius imperium, crea
garantías y otorga seguridades y, al suscribir el contrato-ley, se somete
plenamente al régimen jurídico previsto en el contrato y a las disposi-
ciones legales a cuyo amparo se suscribió este. (Exp. N° 0005-2003-AI,
03/10/2003, f. j. 33)
✔ Contrato-ley. Finalidad
Por su propia naturaleza, a través del contrato-ley, el Estado busca
atraer inversiones privadas (de capital) a fin de que promuevan aquellas
actividades que el Estado considera que vienen siendo insuficientemen-
te desarrolladas, de acuerdo con los planes y objetivos que se pueda ha-
ber trazado en el diseño de la política económica del Estado. Tienen
como contenido propiciar un marco de seguridad a los inversionistas
no solo en asuntos privados de la administración, sino, también, en la
prestación de actividades de Derecho Público. (Exp. N° 0005-2003-AI,
03/10/2003, f. j. 34)
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Contrato y arbitraje
✔ Contrato y jurisdicción arbitral. Vertientes
La noción de contrato en el marco del Estado constitucional de De-
recho se remite al principio de autonomía de la voluntad, previsto en el
artículo 2, inciso 24, literal a de la Constitución, y que, en relación a la
jurisdicción arbitral, puede tener dos vertientes:
a) Una negativa: En cuya virtud permite regular del modo que los par-
ticulares estimen oportuno sus relaciones jurídicas, creándolas, modi-
ficándolas o extinguiéndolas.
b) Una positiva: En cuya razón el carácter autónomo, garantista y pro-
cesal del arbitraje, equivale a facultar a los particulares para que sus-
traigan del ámbito del ejercicio funcional de la jurisdicción estatal
aquellas materias consideradas de libre disposición, es decir, plantea
la conceptualización, si bien de modo no absoluto, del arbitraje como
un derecho fundamental. (Exp. N° 06167-2005-HC, 28/02/2006, f. j.
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las partes, también tiene una dimensión objetiva, definida por el res-
peto a la supremacía normativa de la Constitución, dispuesta por el
artículo 51 de la Carta Magna; ambas dimensiones, (subjetiva y objetiva)
son interdependientes y es necesario modularlas en la norma legal y/o ju-
risprudencia. (Exp. N° 6167-2005, 08/07/2005, f. j. 11)
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✔ Daño. Clases
El daño que origina una responsabilidad civil puede ser definido bajo
la fórmula del daño jurídicamente indemnizable, entendido como toda
lesión a un interés jurídicamente protegido, bien se trate de un derecho
patrimonial o extrapatrimonial. En tal sentido, los daños pueden ser patri-
moniales o extrapatrimoniales. Serán daños patrimoniales las lesiones a
derechos patrimoniales, y daños extrapatrimoniales las lesiones a los de-
rechos de dicha naturaleza, como el caso específico de los sentimientos
considerados socialmente dignos o legítimos y por ende merecedores de
la tutela legal, cuya lesión origina un supuesto de daño moral. Del mismo
modo, las lesiones a la integridad física de las personas, a su integridad
psicológica y a sus proyectos de vida, originan supuestos de daños ex-
trapatrimoniales por tratarse de intereses jurídicamente protegidos, reco-
nocidos como derechos extrapatrimoniales. (Exp. N° 0001-2005-PI/TC,
06/06/2005, f. j. 18)
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ÍNDICE GENERAL
Presentación.................................................................................................................... 5
PARTE I:
ESTUDIOS JURÍDICOS
LA PROPIEDAD EN LA CONSTITUCIÓN
DE 1993: DERECHO INDIVIDUAL CON
PROYECCIÓN SOCIAL Gunther Gonzales Barrón
I. La propiedad es un derecho individual, que se divide en dos planos: libertad de
acceso y libertad de ejercicio .................................................................................... 11
II. La propiedad no es derecho social ni de prestación ................................................. 18
III. La propiedad es un derecho individual con proyección social ...................................... 20
a) Doctrinas extrínsecas de la función social .......................................................... 23
b) Doctrinas intrínsecas de la función social .......................................................... 23
IV. El legislador ordinario no puede incurrir en arbitrariedad al momento de concretar
la función social de la propiedad ............................................................................... 27
V. La función social: ejercicio de la propiedad en armonía del “bien común”, según la
Constitución, o en armonía del “interés social”, según el Código Civil ...................... 31
VI. ¿Se pueden imponer limitaciones a la propiedad sin una ley previa?....................... 34
VII. Los principios registrales de protección a los terceros ¿son constitucionales? ........ 36
VIII. Conclusiones ............................................................................................................. 41
LA TUTELA CONSTITUCIONAL DE LA
AUTONOMÍA CONTRACTUAL
EL CONTRATO ENTRE PODER
PÚBLICO Y PODER PRIVADO Roger Arturo Merino Acuña
I. Introducción ............................................................................................................... 43
II. La llamada constitucionalización del Derecho Civil ................................................... 47
III. La eficacia (¿directa o indirecta?) horizontal de los derechos fundamentales en las
relaciones privadas .................................................................................................... 51
IV. El fundamento del derecho “fundamental” a la libertad de contratación .................. 60
1. La autonomía contractual entre dogmática e historia ......................................... 61
2. Tutela constitucional (¿directa o indirecta?) de la autonomía contractual ......... 71
3. El contrato entre poder público y poder privado: la autonomía contractual como
ideología .............................................................................................................. 77
4. Las paradojas del discurso hegemónico: constitucionalización del contrato y
deconstitucionalización del mercado................................................................... 85
253
El Derecho Civil patrimonial en la Constitución
CIVILMENTE CONSTITUCIONAL:
ALGUNAS EXPRESIONES DEL TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL EN MATERIA DE
RESPONSABILIDAD CIVIL Jorge Alberto Beltrán Pacheco
I. Introducción ............................................................................................................... 111
II. A propósito de la responsabilidad civil ....................................................................... 112
1. Consecuencia dañosa ......................................................................................... 112
1.1. Noción de daño ............................................................................................ 113
1.2. Clases de daños........................................................................................... 114
2. Criterio de imputación ......................................................................................... 118
2.1. Noción de criterio de imputación .................................................................. 118
2.2. Tipos de criterios de imputación ................................................................... 119
III. A modo de conclusión................................................................................................ 123
254
Índice general
3. La última parte del artículo 150 de la LGS no se refiere al artículo 38. Una nor-
ma especial no puede remitirse a una norma general (se refiere al art. 194 al
187 de la LGS) .................................................................................................... 154
PARTE II:
TENDENCIAS JURISPRUDENCIALES SISTEMATIZADAS
DERECHO PRIVADO Y
DERECHO CONSTITUCIONAL
DERECHO CIVIL
255