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LECTURA DE REFLEXIVA DE 1°-3°.

Parábola del sembrador


(Mr. 4.1-9; Lc. 8.4-8)
13  Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.
Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda

la gente estaba en la playa.

Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el


sembrador salió a sembrar.

Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y


vinieron las aves y la comieron.

Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto,


porque no tenía profundidad de tierra;

pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.


Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.


Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a

sesenta, y cuál a treinta por uno.

El que tiene oídos para oír, oiga.


Jesús explica la parábola del sembrador


(Mr. 4.13-20; Lc. 8.11-15)
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Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:

Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo,


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y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue


sembrado junto al camino.

Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y


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al momento la recibe con gozo;


pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la
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aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.

El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero
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el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se


hace infructuosa.

Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y


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entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a


treinta por uno.
PARABOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA

Y les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un hombre que
sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo,
sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las
espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y
le dijeron: «Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que
ahora hay cizaña en él? El les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo». Los
peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?». «No, les dijo el dueño,
porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que
crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen
primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi
granero». También les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un
grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más
pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se
convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus
ramas». Después les dijo esta otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un
poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que
fermenta toda la masa». Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de
parábolas, y no les hablaba sin parábolas, para que se cumpliera lo anunciado por el
Profeta: "Hablaré en parábolas anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación
del mundo". Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos
se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo». El les
respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el
mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que
pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin
del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la
quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre
enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que
hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de
dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El
que tenga oídos, que oiga!».
Evangelio según san Mateo 13, 24-43
HISTORIETA: Parábola del trigo y la cizaña
PARABOLAS DE LOS TALENTOS

Las sagradas escrituras nos dicen que un hombre muy rico tuvo que viajar lejos,
entonces tuvo que reunir a sus siervos y confiarles su  riquezas, les dejo a cada uno
la parte que debían administrar mientras estaba ausente. Al primer siervo le dejo
cinco talentos que era bastante dinero, al segundo siervo le entrego dos talentos y
al tercero uno solo.

El siervo que recibió los 5 talentos invirtió todo lo recibido y obtuvo 5 talentos más.

El segundo siervo que recibió dos talentos, hizo lo mismo que el anterior siervo,
invirtió y obtuvo 2 talentos más de lo recibido.

El tercer siervo que recibió un talento, no tuvo mejor idea que solo esconder el
único talento que recibió.

Al retornar el hombre rico de su viaje, se alegro mucho al ver que sus siervos habían
duplicado sus talentos y los felicito y les dijo:

-¡Muy bien! Por haber hecho lo correcto y por su fidelidad les daré mucho más. Pero
. . . al siervo que le dió un talento le pregunto:

-¿Que hiciste con el talento que te di?

-Bueno, yo lo escondí para que estuviera más seguro.

El Señor le dijo: Al menos hubieras invertido lo que te dí y hubieras sido más


productivo no?

Entonces el Señor le quito el talento y se lo entrego a quien tenía 10 talentos.

Esta ilustración nos hace meditar que Dios a todos nos ha dado dones, a unos más y
quizá a otros menos pero igualmente importantes. Espera que todos desarrollemos
lo que el nos dio de manera sabia y responsable porque es con ese fin que nos lo
entrego.

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