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Introducción………………………...………………………………………...…………iii
Conclusión……………………………………………………………………………...19
Referencias bibliográficas……………………………………………………………...20
Introducción
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El adjetivo latino: clases
Adjetivos de la primera clase: declinan sus tres géneros por la primera y segunda
declinación.
Adjetivos de la segunda clase: declinan sus tres géneros por la tercera declinación.
Los adjetivos que tienen tres terminaciones se declinan en la primera como los
nombres masculinos de la segunda declinación, en la tercera como los neutros de la misma,
y en la como los nombres de la primera declinación segunda.
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Adjetivos de la primera clase
Algunos adjetivos de esta primera clase tienen el nominativo singular masculino en er, y
en -er también el correspondiente vocativo.
Los adjetivos de la primera clase se enuncian mediante los tres nominativos: bonus,
bona, bonum (bonus, -a, -um) = bueno Obtendremos la raíz del adjetivo quitando la
desinencia del nominativo femenino (bon-a; liber-a). (p.7)
SINGULAR PLURAL
Gen. Bon i Bon ae Bon i Bon orum Bon arum Bon orum
Dat. Bon o Bon ae Bon o Bon is Bon is Bon is
Abl. Bon o Bon a Bon o Bon is Bon is Bon is
Fuente: Abeille, 1986. p.36.
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Adjetivos de la segunda clase
Los adjetivos de tres terminaciones: presentan una terminación para cada género, son
muy escasos y se declina por la tercera de los temas en i, el paradigma es acer, acris, acre =
penetrante. Presenta el ablativo singular en -i, aunque a veces aparece la forma -e en el
masculino y femenino singular.
Liber (libre)
SINGULAR PLURAL
Masculino Femenino Neutro Masculino Femenino Neutro
Nom. Liber Liber-a Liber- um Liber –i Liber liber
Voc. Liber-i Liber- ae Liber- i Liber-órum Liber-árum Liber órum
Acus. Liber-o Liber- ae Liber- o Liber- is Liber- is Liber- is
Gen. Liber-um Liber-am Liber-um Liber-os Liber-as Liber-a
Dat. Liber Liber-a Liber-um Liber-i Liber- ae Liber-a
Abl. Liber-o Libera-a Liber-o Liber-is liber- is Liber- is
Fuente: Nebrija, 1904, p. 43-44.
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Una cualidad se puede comparar con dos o más objetos, esta puede poseer un grado
mayor o menor de comparación, por lo tanto, podemos encontrar tres grados del adjetivo,
positivo, comparativo y superlativo.
La lengua de Roma tiene los mismos grados de significación de los adjetivos que el
español. Sustrova (2009) afirma:
Los adjetivos igual que los sustantivos son palabras declinables, quiere decir,
palabras que pueden variar de terminación para expresar género y número. En
adjetivos como en todas las palabras declinables podemos distinguir las siguientes
partes: la raíz, que es la parte en la mayoría de los casos invariable (en la palabra
bueno es el parte buen), y la parte que varía llamada terminación o desinencia. (p.
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El grado positivo
Es el más fácil de todos los grados, pues lo utilizamos constantemente, este sirve para
calificar un objeto, pero sin compararlo con otro eje: Yo soy alto ego altus sum.
El grado comparativo
Por otra parte, el grado comparativo al igual que en nuestra lengua, en latín se pueden
comparar cualidades entre uno a varios objetos, estos se pueden clasificar en tres tipos: de
inferioridad, de igualdad o de superioridad; ejemplo:
Igualdad (el mismo nivel de intensidad): yo soy tan alto como tú = tam…quam
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La comparación de igualdad se hace en latín de forma similar al español, con un
adverbio (tam) modificando al adjetivo en grado positivo y el segundo término (que irá
en el mismo caso que en el primero) introducido por quam.
A diferencia de latín donde la mayoría de los adjetivos era susceptible de recibir el grado
comparativo mediante los procedimientos morfológicos (sufijos -ior, -ius), en español para
ese objetivo no existe ningún medio semejante. La gradación del adjetivo español es
analítica por lo cual el comparativo no se expresa por medio de la derivación sino por el
uso de los adverbios más, menos y tan que se anteponen a los adjetivos en el grado positivo
(más amable, menos largo, tan bonito). La única excepción en la formación analítica del
comparativo la presentan dos grupos de palabras:
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El grado superlativo
Se utiliza el grado del adjetivo para indicar que un objeto tiene una cualidad en su grado
más alto o en un grado superior a los demás, es esta la razón por la cual este grado se puede
dividir en:
Superlativo absoluto: indica el grado más alto, por ejemplo: yo soy altísimo/ yo
soy muy alto.
Superlativo relativo: grado de superioridad, pero en relación con otros objetos, es
decir, yo soy el más alto de todos los niños.
El tercer grado de la comparación que expresa una cualidad del objeto en su grado más
alto de una escala se llama el superlativo. En latín solía expresarse por medio de una
forma sintética a la cual le correspondían dos valores: el del llamado superlativo
absoluto o elativo y el del superlativo relativo. (p.31)
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celebérrimo…) y su uso está muy limitado en español actual. En todos los casos se observa
una tendencia a la regularización analógica: amiguísimo, pobrísimo…
Estas formas se perdieron en latín tardío, de forma que en los primeros textos
romances sólo hablamos, para el primer valor, secuencias de adverbio intensivo (muy, o
much (o) bien, fuertce). El superlativo –is (s) imo apenas se usa en el siglo XIII, y
solamente ocurría casi siempre con el primer valor. Algún caso de dulcissimo en Berceo, o
de altissimo en Sancho IV como lo afirma Cano.
Para los adjetivos de una sola terminación (como burgués-burguesa), aunque la moción
de género se dio en menor medida que en otros romances peninsulares, como el aragonés.
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Los adjetivos de una determinación tienen flexión de número, pero no de género,
como en posible (candidata, candidato), posibles (candidatas, candidatos), este
grupo está formado por los adjetivos terminados en -i, -í, -a, -ú, (cursí, baladí,
azteca, hindú) y por muchos terminados en -e (culpable, triste, verde) y muchos
terminados en las consonantes -z, -r, l, s (audaz, feliz, inferior, polar). (p.244)
Es decir que los adjetivos de una terminación son los que no cuentan con variación de
género sino, más bien en número, por ejemplo: triste, tristes, falible, falibles. De acuerdo
con la RAE (2010):
Al igual, que los determinantes los adjetivos de dos terminaciones cumplen una función
diacrítica al poner de manifiesto el género y numero de los sustantivos sean comunes o
propios, el adjetivo distributivo puede variar en género y numero en las oraciones
impersonales de sujeto genérico.
En cuanto a los adjetivos invariables, como los no agudos terminados en -s (gratis), y los
plurales inherentes asimilables a los adjetivos como contreras. Tampoco varían ciertos
préstamos que usan como adjetivos (unisex) ni los adjetivos que se obtienen por procesos
de acortamiento como en música.
El adjetivo para Platón y Aristóteles formaba parte de la clase verbal. Suponían que
la función esencial del adjetivo era la predicación mientras que el sustantivo consistía en
nombrar el sujeto de esa predicación. Hubo que esperar hasta el siglo XVIII para que el
adjetivo lograse su independencia. El Abad Girad (1747) en Francia y Bodmer (1768) en
Suiza, fueron los primeros en considerar que el sustantivo y el adjetivo constituían parte de
la oración, independientes. La Gramática de la Real Academia Española lo hizo hasta la
12° edición (1870). Un siglo después la academia en su Esbozo (1973) ha vuelto a dudar de
la independencia del adjetivo.
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El surgimiento del adjetivo revela un nivel de desarrollo de las lenguas, para
utilizarlo adecuadamente en la comunicación es necesario conocer sus características, de
esta manera se empleará de forma precisa sin recargar la misma con el empleo excesivo de
ello, teniendo en cuenta que es una categoría que expresa cualidades, amplia, precisa,
describe, caracteriza, puntualiza al sustantivo con el que concuerda en género y número.
Presenta un morfema de grado que matiza los niveles expresivos dentro del proceso
comunicativo y cumple la función de incidir directa o indirectamente en un sustantivo.
La historia morfológica del adjetivo como lo asevera Cano Aguilar (1992) afirma:
En su mayor parte idéntica a la del sustantivo (como nombres que son ambos): dado que
en él género, número y caso eran simples reflejos, por su concordancia, de los portados
por el sustantivo, su trayectoria en el adjetivo fue también un reflejo de la ya señalada
para el núcleo del sintagma nominal. Únicamente en la comparación se producirán
cambios propios del adjetivo. (p. 112)
Según su flexión, hay dos tipos de adjetivos en español: los que diferencian el género,
bueno/buena (herederos de los latinos de tres terminaciones: BONUS/-A/-UM, en los que
se igualaron masculino y neutro), y los invariables, fuerte (que en latín sólo distinguían el
neutro: FORTIS/-E). En este sentido, los cambios habituales han sido el paso del segundo
primer tipo (RUDIS/-E, rudo/-a), y sobre todo la creación de femeninos específicos (en el
siglo XIII aún los en -or carecen de forma femenina, y coexisten burguesas junto a leonés
invariable). Por ellos, están aún sin explica doble, triple, múltiple, firme y libre
(procedentes del tipo –US/-A/-UM), en los que del plural en uno y otro tipo sigue las
mismas pautas que en los sustantivos de contextura fónica semejante.
Los posesivos
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Entre las que aparecen adyacentes de un sustantivo (u otro elemento sustantivado), en
el grupo nominal unitario, y la de atributo de un verbo. Se van a distinguir entre ellas por
sus rasgos específicos tres series de posesivos. Cabe mencionar, que pueden presentarse
como pronombres, si sustituyen a un nombre (meus = el mio), y como adjetivos
determinativos cuando acompañan a un sustantivo concordando con el género y número y
también el caso ejemplo de ello es (meus dominus = mi señor).
En la primera se puede encontrar, que reúne unidades dependientes, que van a exigir
“La presencia de un sustantivo (o segmento equivalente) al cual proceden. Son los
posesivos mí, tú, su, mis, tus, sus, que forman grupo en los siguientes ejemplos: mi primo,
tu coche, su casa, mis abuelos, tus preferencias, sus ocupaciones”. (Alarcos. 1999, p. 93).
En la cual, desempeñan exclusivamente la función de adyacente del sustantivo.
Posesivos tónicos
En la segunda parte de los posesivos, va reunir unidades autónomas que por sí solas
van a cumplir la función de atributo de un núcleo verbal, sin embargo, también va
desempeñar el papel de adyacentes del sustantivo en el cual se encuentran: mío, mía, míos,
mías, tuyo, tuya, tuyos, suyo, suya, suyos, suyas. En contra del comportamiento de los
posesivos átonos de la primera serie, y los de la segunda son tónicos y van a carecer de
valor identificador alguno.
En la tercera serie de posesivos, se van agrupar los que sin necesidad de una
modificación cumplen las dos funciones propias de los adjetivos: nuestro, nuestra, nuestros,
nuestras, vuestro, vuestra, vuestros, vuestras. Y como adyacente que este antepuesto al
sustantivo y va a poseer el valor de identificador de la serie primera en el cual aparece:
nuestro primo, vuestra casa, nuestras preocupaciones, vuestros abuelos.
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Se denominan tradicionalmente como adjetivos relativos, ya que inciden sobre los
sustantivos. En latín solo hay un pronombre – adjetivo relativo que es qui, quae, quod y
en castellano es: quien, el cual. Y como todos los adjetivos, concuerda en género y
numero con lo poseído, no con el antecedente. Cabe mencionar, que todos los relativos
son dependientes, debido a que no pueden constituirse sin otras palabras un enunciado.
(Alarcos, 1999, p.98).
Siempre van hacer átonos. Sin embargo, el significante de los relativos coincide en una
forma fonéticamente con el de las unidades interrogativas. Aunque se van a diferenciar
porque estas adoptan gráficamente una tilde, que va ser la indicadora de su carácter tónico y
autónomo. Por otro lado, el relativo (que) va coincidir en su significante con la conjunción
que. Cabe mencionar, que las oraciones del relativo, son oraciones subordinadas adjetivas
que dan información sobre un sustantivo o pronombre, de la misma forma que lo haría un
adjetivo
El genitivo
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En primer lugar, el morfema del genitivo no va ser la única forma que puede adoptar el
CN, pero si podría considerarse la más neutra de las marcas nominales y también se incluye
la más característica de los CNs. “La complementación en genitivo se considera rasgo
prototípico de nominalidad. Por otro lado, el genitivo es una marca puramente relacional,
pues no explica el tipo semántico de relación que establece con el CN con su núcleo”.
(Torrego, 2004, p.5)
Sin embargo, no todos los SN que contienen un CN son iguales, ya que demuestran
algunas diferencias en la manera de designación que establecen, y que se va reflejar en
determinadas divergencias de comportamiento sintagmático. Es importante mencionar,
que no son iguales las relaciones semánticas que establecen los CN con su núcleo. Las
relaciones no suelen apreciarse en la manera formal del genitivo, sino que va a proceder
del cruce de los rasgos léxicos entre los dos nombres relacionados. (Torrego, 2004, p.5)
Es el genitivo como todos los casos, es una marca del nombre que se va encargar de
codificar las relaciones diversas, los datos se van a situar en el ámbito del sintagma
nominal, es decir, como marca del complemento de un núcleo nominal, adjetival o
adverbial. Sin embargo, aunque con muy poca frecuencia, también aparece codificando
complementos obligatorios con algunas clases de verbos, entre los cuales se incluyen los
verbos predicativos (ser y otros), es muy escasa su presencia en la codificación de
relaciones no argumentales. (Torrego, 2004, p.3)
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Algunas categorías gramaticales latinas han sido adaptadas para ser utilizadas como
adjetivos, este proceso se conoce como habilitación de palabras, tal como se muestra a
continuación:
Algunos sustantivos fueron convertidos en adjetivos; tal es el caso del neutro acetum
(originalmente participio de acere) dio acedo; y derivan de masculinos latinos fundus
hondo, ciccus, chico, vermiculus bermejo, porcus puerco, hidalgo, y de femeninos
derivan castaño, cenizo. Atendiendo a la cualidad distintiva de un ser, puede tomarse el
nombre de éste como un adjetivo: lince, topo, asno, “llevar vida perra”, mosca,
alcornoque, “muy quijote”. (p.236)
Los sustantivos no son la única categoría gramatical que se son habilitadas como
adjetivos. Menéndez Pidal (1904) afirma: “Cualquier participio puede usarse como
adjetivo; citaremos únicamente participios arrancados del dominio verbal y que subsisten
solo como adjetivos: bibitus beodo, domitus duendo, tensus tenso y tieso, strictus estrecho,
fictus hito, farctus harto” (p.236). Como es evidente, los verbos en especial los participios
latinos forman parte del proceso de formación de los adjetivos que actualmente se utilizan
en el español.
El proceso de composición se da por medio de la unión de dos palabras para formar una
sola, eliminándose el concepto individual de cada palabra sustituyéndose con un nuevo
concepto único.
Los adjetivos, al sustantivarse, pueden admitir las mismas modificaciones que los
sustantivos:
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tanto con singulares neutros (reliquum vitae), en especial si son de la tercera
declinación, o plurales masculinos (expediti equitum).
b) Adjetivos determinativos o calificativos, por ejemplo: aperta serena; triste longum,
omnes non improbi humilde. (pp.110-111)
La composición elíptica consiste en que la unión de dos palabras expresa más ideas de
las contenidas en sus dos elementos. Se mediante la elipsis de una relación, en donde el
compuesto nace de una sola vez, mediante una síntesis de concepción. Por ejemplo, en el
siglo XIV se decía rabigalgo, cabezcorvo, manvacío, bocabierto, barbapuniente. En el
siglo XV se imponía patitieso, crestibermejo, zanquituerto, etc. Sin embargo, estos
compuestos son muy raros en el periodo latino: oridurius boquiduro, oriputidus, nariputens,
y en bajo latín barbirasus; la lengua literaria usaba una forma opuesta, con el adjetivo
antepuesto: flavicomus pelirrubio, longimanus manilargo. También el caso de dos
adjetivos, no asociados por copulación, sino de significado opuesto y cuya unión expresa
una cualidad intermedia, como agridulce, verdinegro.
Es frecuente, en latín el uso de las formas neutras de los adjetivos para determinar la
forma cómo se realiza la acción verbal. Se trata, generalmente, de acusativos
adverbiales; por ej.: multum te amamus, dulce ridere, etc. También en español decimos
“hablar recio, pegar fuerte”. A veces, existe una discrepancia entre el latín y el español
en el sentido de que los adjetivos latinos de género animado corresponden a adverbios
españoles. Generalmente, esto se produce en adjetivos que expresan estados anímicos
(maestus, laetus, invitus), el número, multitud, grado, orden (prior, postremus, solus,
totus) el lugar (medius, superior, inferior). En todos estos casos las lenguas romances
acostumbran a emplear adverbios o locuciones adverbiales en lugar de adjetivos; así:
superior (en la parte alta) stabat lupus longeque inferior (mucho más abajo). Esto se
produce por la estrecha afinidad entre los adjetivos predicativos y los adverbios: entre
las oraciones Los invitados regresaron alegres a sus casas y Los invitados regresaron
alegremente a sus casas no produce ninguna diferencia sustancial. (Bassols de Climent,
1992, p. 111-112)
Conclusiones
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Los adjetivos en latín se agrupan en dos clases atendiendo a su declinación: los
adjetivos de la primera clase y los adjetivos de la segunda clase. Los adjetivos de
la primera clase tienen tres terminaciones: us para el género masculino, a para el
género femenino, um para el género neutro, mientras que los de la segunda clase
terminan en –i.
Los adjetivos pueden construirse por derivación sobre sustantivos, verbos u otros
adjetivos.
Referencias bibliográficas:
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Abeille, L. (1896). Gramática Latina. Buenos Aires: CICERÓN.
RAE. (2019). Real Academia Española. España: RAE. Recuperado de: https://www.rae.es/
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