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BIENES PÚBLICOS.

Los bienes públicos son todos aquellos en lo que no existen políticas de exclusión o rivalidad. Los
bienes públicos deben ser capaces de prestar un servicio al ciudadano que así lo requiera.

Ejemplo:

1) Bibliotecas públicas.

2) Museos.

3) Transporte público (Metro).

4) Colegios.

5) Hospitales.

BIENES PRIVADOS.

Los bienes privados son aquellos en los que si existen políticas de exclusión y rivalidad. Con un
bien privado se tiene la capacidad de limitar quien puede acceder al servicio así como excluir a
quienes incumplan con los términos.

Ejemplo:

1) Una casa.

2) Un auto.

3) Un teléfono celular.

4) Una empresa privada.

5) Una computadora.

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Cuáles son los bienes públicos y privados?
Ignaciadd
Actualizado: 15/03/2019
 
 Primera edición: 13/02/2019
Los bienes son aquellas cosas, materiales o inmateriales, que pueden ser usados
por una persona o un grupo. En su mayoría, los bienes son producidos por
la industria, para ser distribuidos a los consumidores a través del mercado. Sin
embargo, no todos los bienes tienen esta finalidad. Es por esto que se establece la
diferencia entre bienes públicos y privados. Pero, ¿cuáles son los bienes públicos
y privados?

 
 

Bienes públicos y privados - ¿Qué son?


Como mencionamos al principio, los bienes pueden tangibles o intangibles y
corresponde a todo aquello que una persona o grupo puedan usar. Dentro de esta
definición se clasifican dos grandes grupos: los bienes públicos y los bienes
privados:
 Los bienes públicos son todos aquellos bienes de uso cuyo consumo es
indivisible, es decir, pueden ser usados por cualquier persona sin importar su nivel
económico, estatus social, sexo, nacionalidad, religión, etc., sin exclusión.
 Los bienes privados son aquellos que adquiere una persona a través de una
compra, impidiendo que otra persona acceda a ellos, es decir, privatizándolo o
particularizando su uso.

De esta manera, los bienes públicos son aquellos cuya creación ha sido propiciada
por el Estado para el bienestar común ya que, al no ser comerciales ni generar
ganancia, no son rentables y por lo tanto ninguna empresa se dedicaría a la
producción de bienes públicos a menos que el estado intervenga y le pague por
ello. Por ejemplo, ninguna empresa dedicaría de sus recursos a colocar alumbrado
público solo para el bien de la comunidad ya que, al no ganar nada por ello,
representaría su quiebra. A esto se le conoce como fallo del mercado.

Por otra parte, los bienes privados son excluyentes, por lo que la persona paga
para adquirirlos, lo que resulta rentable para el fabricante, productor o distribuidor
y crea lo que se conoce como mercado.

¿Cuáles son los bienes públicos y privados?


Una forma de definir la diferencia fundamental entre los bienes públicos y los
privados es que, mientras el uso de un bien público no le impide a otra persona
usarlo, como una carretera o pasear por un parque público, el uso de un bien
privado sí lo hace, de manera que cuando adquirimos este bien a través de la
compra le impedimos a los demás usarlo por lo que se convierte en una propiedad
de quien lo ha adquirido, como por ejemplo una entrada de cine o un auto.

Esta diferencia es la base del comercio y el mercado, ya que la existencia del


mismo implica que habrá consumidores que adquieran bienes privados cuyo uso
sea excluyente una vez adquiridos. Por ejemplo, cuando una persona va a una
tienda de ropa y compra una prenda la convierte en un bien público, que fue creado
para esa finalidad, y excluye a todos los demás de usar esa prenda. Sin embargo,
cuando esa persona sale a la calle, se sienta en un banco de la plaza pública,
donde ya hay alguien más sentado, haciendo así uso de un bien público.

Con esta comparación podemos determinar que el mercado es el encargado de


distribuir bienes de consumo a fin de que estos se conviertan en bienes privados.
Mientras que los bienes públicos son construidos y establecidos con el fin de
proporcionar un bien común para cualquier ciudadano sin excluir de su uso a los
demás.

Otra diferencia entre los bienes públicos y los bienes privados es que los primeros
son inalienables e intransferibles, mientras que los bienes privados son una fuente
de ingresos cuando se enajenan. Además, un bien público no necesita un título de
propiedad y es administrado por el Estado, mientras que un bien privado sí.

Tipos de bienes públicos y privados


En este punto debemos definir que existen 4 tipos de bienes:
 Bienes públicos puros: Son aquellos en los que no se puede excluir a nadie
de su uso y que no tienen rivalidad, es decir, el uso de una persona no disminuye
su uso para los demás. Por ejemplo, el alumbrado público o la Defensa Nacional.
 Bienes públicos no puros, o monopolios naturales: Son bienes excluibles
por el pago de un precio, pero no rivales ya que su uso no merma el de los demás.
Por ejemplo, el internet, películas pagas, etc.
 Recursos comunes: Son bienes no excluyentes, es decir, todo el mundo los
puede usar, pero rivales ya que su uso merma el uso que los demás puedan darle.
Por ejemplo, los peces del mar, los recursos naturales, etc.
 Bienes privados: Por último, los bienes privados son tanto excluyentes
como rivales ya que su adquisición impide a otra persona usarlo y a la vez reduce
el consumo que otros puedan hacer de él. Por ejemplo, la ropa, una casa, un auto,
un alimento.

En resumen, los bienes públicos y privados constituyen todo lo que una persona


pueda usar, ya sea tangible o intangible, y su naturaleza determina qué tanto
acceso tiene a dicho bien y qué tanto se le puede excluir. En ambos casos, tanto
los bienes públicos como los privados tienen su grado de exclusión y su grado de
rivalidad, lo que determina la naturaleza intrínseca del mismo.

 
Los bienes públicos
Enviado por Ing.+ Licdo. Yunior Andrés Castillo Silverio

1. Bienes públicos y externalidades


2. Los bienes públicos
3. Los recursos comunes
4. Las externalidades
5. Soluciones privadas para resolver la externalidades
6. Medidas para resolver el problema de las externalidades
7. Conclusiones

MÓDULO 3
Los mercados suelen ser un buen mecanismo para organizar la actividad económica, pero a
veces esta regla tiene algunas excepciones importantes. Esto significa que a veces los mercados
no asignan los recursos eficientemente. Los economistas utilizan el término falla
del mercado para referirse a una situación en la que el mercado no asigna por sí solo los
recursos eficientemente. Una causa posible de un falla del mercado es una externalidad,
también lo son los bienes públicos, el poder de mercado (un monopolio), etcétera. En estos
casos se requiere intervención del gobierno para lograr la asignación de los recursos.

BIENES PÚBLICOS Y EXTERNALIDADES.


Bibliografía: Mankiw, cap. 10 y 11
BIENES PÚBLICOS Y RECURSOS COMUNES
La mayoría de los bienes de la economía se asignan en los mercados, se da
una negociación entre el titular de un bien y un tercero que quiere adquirirlo. Esta negociación
conduce al establecimiento de un precio, que satisface a ambas partes y permite la transacción.
Los precios son entonces señales que guían las decisiones de los compradores y de los
vendedores. Los compradores pagan por esos bienes que reciben y los vendedores son quienes
asignan los precios, cobran por lo que proporcionan.
El problema radica respecto de aquellos bienes que no tienen precio, es decir se trata de bienes
que tienen valor económico, pero cuya propiedad no está determinada lo cual impide que
pueda haber una negociación que permita fijar un precio. Nos referimos por ejemplo a aquellos
bienes que nos proporciona la naturaleza como los ríos, playas, el aire y otros que suministra el
Estado como la defensa nacional, la seguridad ciudadana, etc. Todos estos bienes son de uso
gratuito, entonces esto presenta el peligro de un mal uso, que haya despilfarro.
Cuando nos encontramos ante esos bienes, el mercado no funciona correctamente, se produce
entonces una falla del mercado. Como estos bienes carecen de precio los mercados no pueden
garantizar su producción. Entonces es el Estado el que debe intervenir para regularlos,
buscando maximizar el beneficio total.
Tipos de Bienes
Para estudiar los distintos tipos de bienes de la economía, resulta útil agruparlos de acuerdo
con dos características, es decir diferenciar si el bien es excluible o si es rival:
Un bien es excluible cuando es posible impedir que lo utilice una persona.
Un bien es rival cuando su uso por parte de una persona reduce su uso por parte de otra.
 a) Bienes Privados: Estos bienes son excluibles y rivales. Entonces son excluibles
porque basta con no darle a una persona el bien. Y son rivales porque si lo utiliza una
persona no puede utilizarlo otra. Son ejemplos de bienes privados: un helado, la ropa, un
lápiz.
 b) Bienes Públicos: Estos bienes son de libre acceso a todo el mundo (es decir que no
se puede restringir su uso) y son ilimitados (su uso por una persona no limita el uso por
otros interesados). Por lo tanto los bienes públicos no son ni excluibles ni rivales. No se
puede impedir que una persona utilice un bien público y su uso por parte de una no reduce
su uso por parte de otra. Son ejemplos de bienes públicos las playas, los ríos, la defensa
nacional.
 c) Recursos Comunes: Estos son de libre acceso (no se puede restringir su uso) pero
son limitados porque su uso por parte de una persona si limita o reduce el uso por otros
interesados). Los recursos comunes son rivales pero no excluibles. Son ejemplos de
recursos comunes: la pesca, la caza, los baños de las playas.
Tanto en el caso de los bienes públicos como en el de los recursos comunes, surgen
externalidades porque algo que tiene valor carece de precio. Si una persona suministrara un
bien público, como la defensa nacional, aumentaría el bienestar de otras y, sin embargo, no
podría cobrárseles por este beneficio. Asimismo, cuando una persona utiliza un recurso común,
como los peces del océano, empeora el bienestar de otras y, sin embargo, no se les compensa
por esta pérdida.

LOS BIENES PÚBLICOS


Para comprender en que se diferencian los bienes públicos de otros bienes y
que problemas plantean a la sociedad veamos un ejemplo: un espectáculo de fuegos artificiales.
Este bien no es excluible porque es imposible impedir que lo vea una persona y no es rival
porque el hecho de que disfrute de él una persona no reduce el disfrute de otra.
Los bienes públicos plantean el problema del parásito. Parásito es una persona que recibe el
beneficio de un bien pero evita pagarlo. Una manera de ver esta falla del mercado es
considerar que se debe a una externalidad.
La historia muestra una lección general sobre los bienes públicos, como estos no son excluibles,
el problema del parásito impide al mercado privado suministrarlos. Sin embargo, el Estado
puede resolver el problema. Si llega a la conclusión de que los beneficios totales son superiores
a los costos, puede suministrar el bien público y pagarlo con ingresos fiscales, mejorando el
bienestar de todo el mundo.
En Montevideo - Uruguay La Noche de las Luces que se efectúa todos los años en el mes de
diciembre, no es un bien público porque lo organiza un privado pero de todos modos sirve para
apreciar la existencia de este problema del parásito. Es un espectáculo que mejora el bienestar
de la sociedad porque es agradable pero sin embargo si se quisiera cobrar sería imposible.
Algunos Bienes Públicos importantes:
 a) La defensa nacional: la defensa del país de los agresores extranjeros es el ejemplo
clásico de bien público, también es uno de los más caros. Casi nadie duda que es necesario
destinar algún gasto público a la defensa nacional. Incluso los economistas que son
partidarios de que el Estado sea pequeño están de acuerdo en que la defensa nacional es un
bien público que debe ser suministrado por el Estado.
 b) La investigación básica: la creación de conocimientos es un bien público. Y el
Estado trata de suministrar el bien público de los conocimientos generales de diferentes
formas. Los organismos públicos subvencionan la investigación básica en varias áreas. De
esa forma se generan conocimientos que son de utilidad para toda la sociedad, mejora
la calidad de vida de todos. En Uruguay por ejemplo tenemos el PEDECIBA
(Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas) que depende de la UDELAR. El Instituto
Clemente Estable (Ciencias Biológicas), el CONICYT (Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología), ambos dependen del MEC (Ministerio de Educación y Cultura).
 c) Los faros: Los economistas utilizan desde hace mucho tiempo los faros como
ejemplo de bien público. El beneficio que proporcionan al capitán de un barco no es ni
excluible ni rival, por lo que cada capitán tiene un incentivo para aprovecharse del faro sin
pagar el servicio. Como consecuencia de este problema del parásito, los mercados privados
normalmente no proporcionan los faros que necesitan los capitanes de los barcos, por lo que
actualmente la mayoría de los faros son gestionados por el Estado. En Uruguay los faros son
bienes públicos y contamos con varios de ellos, el faro de Isla de Lobos, Cerro, Punta
Carretas, La Paloma, José Ignacio, Colonia, Cabo Polonio.
Análisis costo beneficio. Hasta ahora hemos visto que el Estado suministra bienes públicos
porque el mercado privado no produce por su cuenta una cantidad eficiente. El Estado debe
decidir entonces el tipo de bienes públicos que va a suministrar, así como las cantidades.
Supongamos que el gobierno está considerando la posibilidad de realizar un proyecto público,
como la construcción de una nueva autopista. Para saber si debe construirla, ha de comparar
los beneficios totales de todos los que la utilizarán con los costos de su construcción
y mantenimiento. Para tomar esta decisión, puede contratar a un equipo de economistas e
ingenieros a fin de que realicen un estudio, llamado análisis costo-beneficio,
cuyo objetivo es estimar los costos y los beneficios totales que tiene un proyecto para la
sociedad en su conjunto.
El análisis costo - beneficio es el estudio que compara los costos y los beneficios que tiene para
la sociedad la provisión de un bien público. Los analistas del costo-beneficio tienen una ardua
tarea. Como la autopista estará gratuitamente a disposición de todo el mundo, no existe ningún
precio con el que pueda juzgarse su valor. No es fiable preguntar a la gente que valor
concedería a la autopista. En primer lugar, es difícil cuantificar los beneficios utilizando los
resultados de un cuestionario. En segundo lugar, los encuestados tienen pocos incentivos para
decir la verdad. Los que utilizarían la autopista tienen un incentivo para exagerar el beneficio
que obtendrían con el fin de conseguir que se construya la autopista. Los que resultarían
perjudicados tienen un incentivo para exagerar los costos que supone para ellos con el fin de
impedir que se construya.
La provisión eficiente de bienes públicos es, pues, intrínsecamente más difícil que la provisión
eficiente de bienes privados. Estos son suministrados por el mercado. Los compradores de un
bien privado revelan el valor que le conceden por medio de los precios que están dispuestos a
pagar. Los vendedores revelan sus costos por medio de los precios que están dispuestos a
aceptar. En cambio, los analistas de costo-beneficio no observan ninguna señal de los precios
cuando evalúan la conveniencia de que el Estado suministre un bien público. El problema surge
por la falta de un precio de referencia, y esto dificulta la realización de ese estudio costo-
beneficio, dado que el costo se mide en dinero pero el beneficio no directamente. Por lo tanto,
sus resultados sobre los costos y los beneficios de los proyectos públicos son, en el mejor de los
casos, burdas aproximaciones.

LOS RECURSOS COMUNES


Los recursos comunes al igual que los bienes públicos, no son excluibles, están gratuitamente a
disposición de todo el que quiera utilizarlos. Sin embargo los recursos comunes son rivales, su
uso por parte de una persona reduce su uso por parte de otra. Por lo tanto, los recursos
comunes plantean un nuevo problema. Una vez que se suministra el bien, las autoridades
tienen que ocuparse de ver cuanto se utiliza. Como mejor se comprende este problema es con la
parábola clásica llamada la tragedia de los bienes comunales.
La tragedia de los bienes comunales es la parábola que muestra por qué los recursos comunes
se utilizan más de lo deseable desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto. Se refiere a
la vida en un pequeño pueblo medieval en el que una de las numerosas actividades que se
realizan en él es la cría de ovejas. Las familias tienen rebaños de ovejas y viven de la venta de
lana. Estas ovejas pastan en los llamados Terrenos Comunales, los cuales no pertenecen a
ninguna familia sino que colectivamente a los residentes del pueblo. Pasan los años,
la población crece al igual que las ovejas que pastan en esos terrenos. Pero la cantidad
de tierra es fija, por lo cual esta comienza a perder su capacidad de reponerse. Es tal la cantidad
de ovejas que pastan en ella que comienza a ser estéril. Al no quedar hierba en los Terrenos
Comunales, es imposible la cría de ovejas, por lo que desaparece la próspera industria lanera
del pueblo, y como consecuencia muchas familias pierden su fuente de ingresos.
La tragedia de los bienes comunales ocurre debido esencialmente a una externalidad. Cuando
el rebaño de una familia pasta en las tierras comunales, reduce la calidad de las que quedan
para otras familias. Como no tiene en cuenta esta externalidad negativa cuando decide el
número de ovejas que va ha tener, el resultado es un excesivo número de ovejas.
Si se hubiera previsto la tragedia, el pueblo podría haber resuelto el problema de varias formas.
Podría haber regulado el número de ovejas de los rebaños da cada familia, internalizando la
externalidad por medio de impuestos sobre las ovejas o sacando a subasta un reducido número
de permisos para pastar. Es decir el pueblo medieval podría haber resuelto el problema del
excesivo pastoreo de la misma forma que la sociedad moderna aborda el problema de la
contaminación.
La tragedia de los bienes comunales es una historia que tiene una lección general: cuando una
persona utiliza un recurso común, reduce su uso por parte de otra. Como consecuencia de esta
externalidad negativa, los recursos comunes tienden a utilizarse excesivamente. El Estado
puede resolver el problema reduciendo su uso por medio de la regulación o de impuesto. A
veces también puede convertir el recurso común en un bien privado.
Esta lección se conoce desde hace miles de años. Aristóteles, filósofo de la antigua Grecia,
señaló el problema de los recursos comunales: "Lo que es común para todos recibe menos
cuidado, pues todos los hombres cuidan más lo que es suyo que de lo que poseen en común con
otros".
Algunos recursos comunes importantes:
En casi todos los casos, surge el mismo problema que en la tragedia de los bienes comunales:
los individuos utilizan excesivamente el recurso común. El estado suele regular la conducta o
imponer tasas con el fin de atenuar el problema del uso excesivo.
 a) El aire y el agua limpios. Como hemos visto los mercados no protegen
debidamente el medio ambiente. La contaminación es una externalidad negativa que puede
resolverse con la regulación o con impuestos pigouvianos (denominados así en honor al
Economista Arthur Pigou, uno de los primeros que defendió el uso de impuestos aprobados
para corregir los efectos de las externalidades negativas. Ampliaremos sobre esto en el
estudio de Externalidades). Podemos considerar que este fallo del mercado es un ejemplo de
un problema de recursos comunes. El aire y el agua limpios son recursos comunes como los
pastizales abiertos y la excesiva contaminación como un excesivo pastoreo. La degradación
del medio ambiente es una tragedia moderna de los bienes comunales.
 b) Las carreteras congestionadas. Las carreteras pueden ser bienes públicos o
recursos comunes. Si no están congestionadas, su uso por parte de una persona no afecta a
nadie más. En este caso, el uso no es rival y las carreteras son un bien público. Sin embargo,
si están congestionadas, su uso genera una externalidad negativa. Cuando una persona
conduce por una carretera, aumenta la congestión, por lo que otras personas deben
conducir más despacio. En este caso, la carretera es un recurso común. El estado puede
resolver el problema cobrando un peaje a los conductores. Un peaje es esencialmente un
impuesto pigouviano sobre la externalidad de la congestión. En Uruguay las carreteras en
general son bienes públicos que muchas veces son intervenidos y es cuando hay concesiones
por parte de un privado que realiza la obra (por ejemplo un puente) y a través del cobro del
peaje es que se va recuperando el gasto. Generalmente son concesiones entre el MTOP
(Ministerio de Transporte y Obras Públicas) y algún privado.
 c) Los peces, las ballenas y otras especies salvajes. Muchas especies
de animales son recursos comunes. Por ejemplo, los peces y las ballenas tienen un valor
comercial y cualquiera puede ir al océano y capturar cualquier especie. Cada persona tiene
pocos incentivos para conservar las especies para el año que viene. De la misma manera que
un excesivo pastoreo puede destruir lo terrenos Comunales, la excesiva pesca y la excesiva
caza de ballenas pueden destruir poblaciones marinas comercialmente valiosas. Los océanos
siguen siendo uno de los recursos comunes menos regulados. Son dos los problemas que
impiden encontrar una fácil solución. En algunos países existen leyes que aspiran a proteger
la vida salvaje. Por ejemplo el Estado cobra por las licencias de pesca y caza y restringe la
duración de las temporadas en que se puede pescar y cazar. Estas leyes reducen el uso de un
recurso común y ayudan a mantener la población animal. En Uruguay la concesión de
permisos y la regulación en materia de explotación o desarrollo de la pesca comercial está
en manos de la DINARA (Dirección Nacional de Recursos Acuáticos) que está en la órbita
del MGAP (Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca).
CONCLUSIONES. LA IMPORTANCIA DE LOS DERECHOS DE PROPIEDAD
Aunque los problemas que hemos analizado surgen en muchos mercados diferentes,
comparten un tema común. En todos los casos, el mercado no asigna los recursos
eficientemente porque los derechos de propiedad no están perfectamente establecidos. Es
decir, un artículo de valor no tiene un propietario que posea la autoridad legal necesaria para
controlarlo. Por ejemplo, aunque nadie duda que el "bien" del aire limpio o la defensa nacional
es valioso, nadie tiene el derecho necesario para asignarle un precio y beneficiarse de su uso.
Una fábrica contamina demasiado porque nadie le cobra la contaminación que emite. El
mercado no suministra defensa nacional porque nadie puede cobrar a los defendidos el
beneficio que reciben. Cuando la ausencia de derechos de propiedad provoca un fallo del
mercado. El Estado puede resolver el problema. En todos los casos, si la política está bien
planificada y gestionada, puede aumentar la eficiencia de la asignación de los recursos y elevar
así el bienestar económico.

LAS EXTERNALIDADES
Las externalidades son otro tipo de falla del mercado. Una externalidad es la influencia de
las acciones de una persona en el bienestar de otra. Si dicha influencia es negativa, se llama
externalidad negativa; si es positiva, se llama externalidad positiva. En presencia de
externalidades, el interés de la sociedad por un resultado del mercado va más allá del bienestar
de los compradores y los vendedores de ese mercado; también incluye el bienestar de otros que
resultan afectados. Como los compradores y los vendedores no tienen en cuenta los efectos
externos de sus actos cuando deciden la cantidad que van a demandar o a ofrecer,
el equilibrio del mercado no es eficiente cuando hay externalidades. Es decir, el equilibrio no
maximiza el beneficio total de la sociedad en su conjunto. Por ejemplo la emisión de dioxinas
en el medio ambiente es una externalidad negativa. Las empresas papeleras que buscan su
propio interés no tendrán en cuenta todo el costo de la contaminación que originan y, por lo
tanto, emitirán demasiada a menos que el gobierno se lo impida o las disuada de emitirla.
LAS EXTERNALIDADES Y LA INEFICIENCIA DEL MERCADO
La economía del bienestar: recapitulación.
Estudiaremos como afectan las externalidades el bienestar económico. Para concretar nuestro
análisis, examinaremos un mercado específico: el de aluminio. La curva de demanda de
aluminio refleja el valor que tiene éste para los consumidores, expresado por los precios que
están dispuestos a pagar. Asimismo la curva de oferta refleja los costos de los productores de
aluminio.
En ausencia de intervención del Estado, el precio del aluminio se ajusta para equilibrar la
oferta y la demanda de aluminio. La figura 10.1 representa el mercado de aluminio. La curva de
demanda refleja el valor para los compradores y la de oferta muestra el costo de los
vendedores. La cantidad producida y consumida en el equilibrio del mercado, es eficiente en el
sentido de que maximiza la suma del excedente del productor y del consumidor. El mercado
asigna los recursos de tal forma que maximiza el valor total para los consumidores que
compran y utilizan aluminio menos los costos totales de los productores que lo fabrican y lo
venden. Por lo tanto en ausencia de externalidades, el equilibrio del mercado es eficiente.
 1- Externalidades negativas en la producción
Supongamos ahora que las fábricas de aluminio contaminan, por cada unidad producida de
aluminio, entra una determinada cantidad de humo en la atmósfera. Como este humo supone
el riesgo para la salud de las personas que respiran el aire, es una externalidad negativa. Como
consecuencia de la externalidad, el costo que tiene para la sociedad la producción de aluminio
es mayor que el costo que tiene para sus productores. El costo social comprende los costos
privados de los productores de aluminio más los costos de los que resultan afectados
negativamente por la contaminación.
La figura 10.2 muestra el costo social de la producción de aluminio. La curva del costo social se
encuentra por encima de la curva de oferta porque tiene en cuenta los costos externos que
imponen a la sociedad los productores de aluminio. La diferencia entre estas dos curvas refleja
el costo de la contaminación emitida.
El costo de producir aluminio incluye los costos externos de la contaminación. En presencia de
una externalidad negativa de la producción, el costo social de producir aluminio es superior al
costo privado. La cantidad óptima de aluminio, es pues menor que la cantidad de equilibrio. La
causa de esta ineficiencia se halla en que el equilibrio del mercado sólo refleja los costos
privados de producción. Por lo tanto la reducción de la producción y del consumo de aluminio
por debajo del nivel de equilibrio aumenta el bienestar económico total.
¿Cómo es posible conseguir ese óptimo? Una posibilidad es gravar a los productores de
aluminio por cada tonelada vendida de aluminio. De esa forma la curva de oferta de aluminio
por cada tonelada se desplazaría en sentido ascendente. En el nuevo equilibrio del mercado, los
productores de aluminio producirían la cantidad socialmente óptima. Se dice que un impuesto
de esa clase internaliza la externalidad.
Internalización de una externalidad se la define como la alteración de lo incentivos de tal
manera que las personas tengan en cuenta los efectos externos de sus actos.
 2- Externalidades positivas en la producción
Aunque hay muchos mercados en los que el costo social de producción es superior al costo
privado, también hay algunos en los que ocurre lo contrario. En estos mercados, la externalidad
beneficia a otras personas, por lo que el costo social de producción es menor que el costo
privado. Un ejemplo es el mercado de robots industriales. Este tipo de externalidad positiva se
denomina efecto-difusión de la tecnología.
La figura 10.3 muestra el mercado de robots. Como consecuencia del efecto-difusión de la
tecnología, el costo social de producir una robots es menor que el costo privado. Por lo tanto es
conveniente producir una cantidad de robots mayor que la que decidiría el mercado privado.
En este caso el gobierno puede internalizar la externalidad subvencionando la producción
de computadoras.
 3- Externalidades en el consumo
Algunas externalidades se relacionan con el consumo. Por ejemplo el consumo de bebidas
alcohólicas genera externalidades negativas si los consumidores tienen más probabilidades de
conducir bajo su influencia y poner en peligro la vida de otros. Asimismo, el consumo de
educación genera externalidades positivas porque una población más educada conduce a un
gobierno mejor, lo cual beneficia a todo el mundo.
La figura 10.4 presenta en el panel (a) una externalidad negativa en el consumo como la que
está relacionada con las bebidas alcohólicas. En este caso el valor social es menor que el valor
privado. El panel (b) muestra el caso de una externalidad positiva en el consumo, como la que
está relacionada con la educación. En este caso el valor social es mayor que el valor privado y la
cantidad socialmente óptima es mayor que la cantidad determinada por el mercado privado.
Estos ejemplos permiten concluir algunas lecciones generales: las externalidades negativas en
la producción o en el consumo llevan a los mercados a producir una cantidad mayor de la que
es socialmente deseable. Las externalidades positivas en la producción y en el consumo llevan a
los mercados a producir una cantidad menor de la que es socialmente deseable. Para resolver
este problema, el Estado puede internalizar gravando los bienes que generan externalidades
negativas y subvencionando los que generan externalidades positivas.
SOLUCIONES PRIVADAS PARA RESOLVER LA
EXTERNALIDADES
Todas las soluciones comparten el objetivo de acercar la asignación de los recursos al óptimo
social.
Tipos de soluciones privadas:
No siempre es necesaria la intervención del Estado para resolver el problema. En algunas
circunstancias los particulares pueden buscar soluciones privadas. Por ejemplo, existen
diversas normas o reglamentos que tienen por objeto que las personas no tiren basura en la
calle, pero estas no se cumplen y tampoco se aplican rigurosamente. El problema puede ser
resuelto por las personas, porque tirar basura es algo que está mal y la regla de oronos dice "no
hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti". Esta regla nos dice que debemos tener
en cuenta las consecuencias de nuestros actos para otras personas. En términos económicos,
nos dice que debemos internalizar las externalidades.
Otra solución privada para resolver las externalidades son las instituciones benéficas, muchas
de las cuales se crean para resolver las externalidades. Por ejemplo, las asociaciones cuyo
objetivo es proteger el medio ambiente son organizaciones sin fines de lucro financiadas con
donaciones privadas. En el ámbito internacional tenemos el ejemplo de la ONG Green Peace
(Paz Verde). En Uruguay también tenemos algunos ejemplos, como CEMPRE (Compromiso
Empresarial por el Reciclaje), iniciativa financiada por empresas privadas.
Teorema de Coase
Este teorema en honor al economista Ronald Coase, establece que si las partes privadas pueden
negociar sin ningún costo sobre la asignación de los recursos, el mercado privado siempre
resolverá el problema de las externalidades y asignará eficientemente los recursos.
Aplicando este teorema las partes se ponen de acuerdo, sin tener que recurrir por ejemplo a un
profesional, abogado por ejemplo, para resolver el conflicto existente entre ambas partes.
Generalmente nos referimos problemas entre vecinos relacionados con externalidades que a
veces son un beneficio para uno pero un perjuicio para otro (por ejemplo ruidos molestos por la
utilización de una máquina o el perro que ladra). En ese contexto una de las partes debe
renunciar ya sea a su máquina o al perro siempre que la otra le pague lo suficiente para ello. O
de contrario el dueño de la máquina o del perro deberá indemnizar a la otra parte para que esta
soporte las molestias. En suma el teorema de Coase establece que los agentes económicos
privados pueden resolver el problema de las externalidades entre ellos. Cualquiera que sea
la distribución inicial de los derechos, las partes interesadas siempre pueden llegar a un
acuerdo en el que mejore el bienestar de todo el mundo y el resultado sea eficiente.
Las soluciones privadas no siempre dan resultado
El teorema de Coase sólo es válido cuando las partes interesadas no tienen ningún problema
para llegar a un acuerdo y aplicarlo. Sin embargo, en el mundo la negociación no siempre
funciona, aún cuando sea posible llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso.
A veces las partes interesadas no resuelven un problema de externalidades debido a los costos
de transacción. Los costos de transacción son los costos en que incurren las partes en
el proceso de ponerse de acuerdo y velar por su cumplimiento. En otras ocasiones la
negociación se rompe simplemente. El problema suele hallarse en que cada una de las partes
trata de resistir para conseguir un acuerdo mejor. Llegar a un acuerdo eficiente es
especialmente difícil cuando un número de partes interesadas es alto, ya que es costoso
coordinar a todo el mundo. Consideremos, por ejemplo, el caso de una fábrica que contamina
el agua de un lago cercano. La contaminación impone una externalidad negativa a los
pescadores locales. Según el teorema de Coase, si la contaminación es ineficiente, la Fábrica y
los pescadores podrían llegar a un acuerdo en el que los segundos pagaran a las primeras por
no contaminar. Sin embargo, si hay muchos pescadores puede ser casi imposible tratar de
coordinar a todos con el fin de negociar con la fábrica. Cuando no da resultado la negociación
privada, a veces el Estado puede desempeñar un papel importante. En el siguiente apartado
vemos cómo trata de resolver el estado el problema de las externalidades.

MEDIDAS PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LAS


EXTERNALIDADES
El Estado puede responder de una de las dos formas siguientes: Las medidas de orden
y control regulan la conducta directamente; las medidas basadas en el mercado dan incentivos
para que los particulares decidan resolver el problema por sí solos.
La regulación:
El Estado puede resolver una externalidad exigiendo o prohibiendo determinadas conductas.
Sin embargo, en la mayoría de los casos de contaminación la situación no es tan sencilla. A
pesar de los objetivos declarados de algunos ecologistas, sería imposible prohibir todas las
actividades contaminantes. Por ejemplo, casi todos los tipos de transporte generan algunos
subproductos contaminantes poco deseables. Por lo tanto, en lugar de tratar de erradicar
totalmente la contaminación, la sociedad tiene que sopesar los costos y los beneficios con el fin
de decidir los tipos y cantidades de contaminación que permitirá.
En Uruguay la DINAMA (Dirección Nacional de Medio Ambiente) que depende del MVOTMA
(Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio ambiente), es el organismo que
elabora y aplica reglamentaciones destinadas a proteger el medio ambiente.
Las reglamentaciones sobre medio ambiente pueden adoptar muchas formas. En algunos casos
se obliga a las empresas a adoptar una determinada tecnología que reduce las emisiones (Como
sucede en Uruguay con las papeleras) En todos los casos, para elaborar buenas normas, los
organismos públicos encargados necesitan conocer los detalles de las industrias y las distintas
tecnologías que éstas podrían adoptar. Esta información suele ser difícil de obtener para ellos.
Los impuestos y las subvenciones pigouvianos
El Estado puede internalizar la externalidad gravando las actividades que tienen externalidades
negativas y subvencionando las que tienen externalidades positivas. Los impuestos aprobados
para corregir los efectos de las externalidades negativas se llaman impuestos pigouvianos, en
honor al economista Arthur Pigou, uno de los primeros que defendió su uso.
Los economistas normalmente prefieren los impuestos pigouvianos a las reglamentaciones
para resolver el problema de la contaminación porque pueden reducirla con un costo menor
para la sociedad. La razón por la que los economistas preferirían el impuesto se halla en que
reduce más eficientemente la contaminación. La regulación obliga a cada fábrica a reducir la
contaminación en la misma cantidad, pero una reducción igual no es necesariamente la forma
menos cara de limpiar el agua. El impuesto pigouviano pone esencialmente un precio al
derecho a contaminar. De la misma manera que los mercados asignan los bienes a los
compradores que más los valoran, un impuesto pigouviano asigna la contaminación a la fábrica
en las que es más alto el costo de reducirla.
Los impuestos pigouvianos no son como casi todos los demás, en los que la mayoría
distorsionan los incentivos y alejan la asignación de los recursos del óptimo social. Los
impuestos pigouvianos corrigen los incentivos para que tengan en cuenta la presencia de
externalidades y, por lo tanto, acercan más la asignación de los recursos al óptimo social. Así
pues, los impuestos pigouvianos, además de recaudar ingresos para el Estado, mejoran la
eficiencia económica.
Los permisos transferibles de contaminación
Una de las ventajas del mercado de permisos de contaminación se halla en que la distribución
inicial de los permisos entre las empresas no importa desde el punto de vista de la eficiencia
económica. La lógica en la que se basa esta conclusión es similar a la lógica en la que se basa el
teorema de Coase. Las empresas que pueden reducir más fácilmente la contaminación
únicamente con un alto costo estarían dispuestas a comprar los permisos que necesitaran.
Aunque la reducción de la contaminación por medio de permisos parezca muy diferente de la
reducción por medio de impuestos pigouvianos, en realidad las dos medidas tienen mucho en
común. En ambos casos las empresas pagan su contaminación. Con los impuestos pigouvianos,
las empresas contaminantes deben pagar un impuesto al Estado. Con los permisos de
contaminación, deben pagar para comprar el permiso (incluso las que ya poseen permisos
deben pagar para contaminar: el costo de oportunidad de contaminar es lo que podrían haber
recibido vendiendo sus permisos en el mercado abierto).
Tanto los impuestos pigouvianos como los permisos de contaminación internalizan la
externalidad de la contaminación al hacer que sea costoso para las empresas contaminar.
Los dos paneles de la figura 10.5 muestran la curva de demanda del derecho a contaminar. Esta
curva indica que cuanto más bajo es el precio de la contaminación, más empresas deciden
contaminar. En el panel (a), el organismo encargado de la protección del medio ambiente
utiliza un impuesto pigouviano para poner un precio a la contaminación. En este caso, la curva
de oferta de los derechos de contaminación es perfectamente elástica (porque las empresas
pueden contaminar todo lo que deseen pagando el impuesto) y la posición de la curva de
demanda determina la cantidad de contaminación. En el panel (b), el organismo fija una
cantidad de contaminación emitiendo permisos. En este caso la curva de oferta de los derechos
de contaminación es perfectamente inelástica (ya que la cantidad de contaminación se fija por
medio del número de permisos) y la posición de la curva de demanda determina el precio de la
contaminación. Por lo tanto, dada una curva cualquiera de demanda de contaminación, el
organismo encargado de la protección del medio ambiente puede lograr cualquier punto de la
curva de demanda fijando un precio con un impuesto pigouviano o fijando una cantidad con
permisos de contaminación.
Objeciones al análisis económico de la contaminación
"No podemos ofrecer a nadie la posibilidad de contaminar a cambio de una tasa" Los
economistas muestran una cierta simpatía por este tipo de argumento. Para ellos una buena
política de medio ambiente empieza por reconocer el primero de los diez principios de la
economía: los individuos se enfrentan a disyuntivas. Ciertamente el aire y el agua limpios
tienen un valor. Pero éste debe compararse con su costo de oportunidad, es decir con aquello a
lo que podemos renunciar para obtenerlo. Eliminar toda la contaminación es imposible. El
intento de eliminarla toda cambiaría radicalmente muchos de los avances tecnológicos que nos
permiten disfrutar de un elevado nivel de vida.
Los economistas sostienen que algunos ecologistas van en contra de su propia causa al no
pensar en términos económicos. Un medio ambiente limpio es un bien como otros. De hecho,
es un bien de lujo; los países ricos pueden permitirse un medio ambiente más limpio que los
países pobres y, por lo o tanto, normalmente tiene una protección más rigurosa del medio
ambiente. La demanda de aire y agua limpios responde al precio, al igual que la de otros bienes.
Cuanto más bajo es el precio de la protección del medio ambiente, más querrá el público.
El enfoque económico de los permisos de contaminación y los impuestos pigouvianos reduce el
costo de la protección del medio ambiente. Por lo tanto, debería aumentar la demanda de
medio ambiente limpio por parte por parte del público.

CONCLUSIONES
El equilibrio de un mercado maximiza la suma del excedente del productor y del consumidor.
Cuando los compradores y los vendedores de un mercado son las únicas partes interesadas,
este resultado es eficiente desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto. Pero cuando
hay efectos externos, como la contaminación, para evaluar un resultado del mercado hay que
tener en cuenta también el bienestar de las terceras partes. En este caso, el mercado puede no
asignar eficientemente los recursos.
En algunos casos los individuos pueden resolver por sí solos el problema de las externalidades
y cuando no pueden resolverlo a menudo interviene el Estado. Sin embargo, incluso en este
caso la sociedad no debe abandonar totalmente las fuerzas del mercado, dado que estas
debidamente reorientadas, suelen ser la mejor solución para resolver las fallas del mercado.
Bienes Públicos
La suma vertical de las curvas de demanda es la suma de sus disposiciones marginales a pagar,
osea la cantidad total que están dispuestos a pagar todos los individuos por una unidad adicional
de un bien publico, osea que la cara y la luna en la curva de demanda representa su relación
marginal de sustitución en el gasto publico, asi si se suman las curvas de demanda en forma
vertical obtenemos por ende la suma de las relaciones marginales de sustitucion, de alli sumando
esas relaciones y la disposcion
total a pagar obtenemos la curva
Mecanismos para racionar los bienes privados suministrados por el Estado
Cuando el consumo de un bien por parte de cada persona tiene un coste marginal si los costes de
gestionar el sistema son muy altos, puede ser mas eficiente que lo suministre el Estado y lo
financie por medio de los impuestos generales.
Los incentivos por parte del Estado influyen significativamente a la hora de recaudar los impuestos
(como la renta) para financiar los bienes públicos.

Curva de Demanda Colectiva


Nivel de gasto e nivel máximo de utilidad
Curva de demanda de
desplazamientos
Qe

Condiciones de efi... en los bienes publicos


La eficiencia exige que la suma de las relaciones marginales de sustitución deben ser iguales a la
relación marginal de transformación (RMS + RMS= RMT)

Limitaciones de la redistribución de la renta y la eficiencia


En un Gobierno capaz de reducir los impuestos sin reducir el nivel de los servicios que presta el
Estado, todo el mundo se beneficiara.
Qm

 Para diferenciar los Bienes públicos y los privados, los economistas se hacen dos
preguntas:

1. ¿Tiene el bien la propiedad del consumo rival?


2. ¿Es posible excluir a una persona de los beneficios de un bien público?

 Bienes publicos y fallos de mercado.


 ¿Como se pagan los bienes publicos?
 El problema del polizon.
 Bienes publicos puros e impuros
 ¿Cuales son los costes de la exclusion?.
 Las externalidades como bienes publicos impuros.

Bienes Publicos y Bienes privados


suministrados por el E°.
La administración eficiente como un bien público.
Cuando sube le precio de un impuesto la misma restriccion presupuestal se desplazara de BB a
BB' generando asi la curva de Demanda que veremos mas adelante.
- La Q extra que paga el por U adicional de un Bien publico es el $ en impuesto.
- A medida que el consume mas bienes publicos y menos bienes privados, la curva de indiferencia
va haciendose cada vez mas plana
-La Q de bienes privados a la que dispuesto a renunciar para obtener una unidad + de un bien
publico es = a su RMS
- las curvas de indiferencia entre los bienes publicos y privados indican que esta dispuesto a
renunciar a algunos bienes privados para obtener otra unidad
un B.publico
El Gobierno debe evaluar a los individuos que se están beneficiando de los programas políticos y
hacia que parte de la población se le está dando más prioridad, pero al realizar la suma de las
relaciones marginales de sustitución se llega a la conclusión de que a todos se trata por igual.
Bienes privados suministrados por el E°
Sistema de racionamiento
Se le llama así a cualquier método que restrinja el consumo de un bien.
Existen tres sistemas:
• El sistema de precios
• Provisión uniforme
• Cola
capacidad de la autopista
Qc

Esta semana, dentro de nuestra serie de Conceptos de


Economía analizamos qué son los bienes públicos, un tipo de
bienes muy especial que no son susceptibles de comprar ni
vender en ningú n mercado, puesto que tienen la característica
de ser ‘colectivos’ y cuyo uso y disfrute puede llevarse a cabo por
cualquier ciudadano sin distinció n, con independencia de que
este deba respetar la jurisdicció n aprobada al respecto para
protegerlos.

La gestión y/o provisión de los bienes públicos no es


exclusiva del Estado, sino que también pueden ser provistos
por el sector privado. Un ejemplo de bien pú blico provisto por el
Estado sería el alumbrado de las calles, ya que si no se
sufragase entre todos los ciudadanos de un municipio, nadie
tendría incentivos privados como para poder hacerlo. Y otro de
un bien pú blico gestionado por una institució n privada sería una
señ al de radio o unos fuegos artificiales sufragados por una
empresa en una convenció n anual, ya que podríamos disfrutar
de ellos sin pagar y sin poseer la invitació n para dicha
convenció n.

Los bienes pú blicos gestionados por el Estado, son una herencia


del imperio romano, época de la historia en la que se
empezaron a proveer ciertos bienes y derechos pú blicos como la
seguridad ciudadana, la justicia, la gestió n del agua y de los
terrenos municipales, etcétera.

Características de los bienes públicos

La esencia de un bien pú blico, es decir, la característica que le


distingue de otro que no lo sea son dos propiedades, que sea no
rival y no excluyente. Que sea no rival significa que el uso y/o
disfrute por parte de un usuario adicional no suponga una
limitació n para el uso y/o disfrute de un usuario que ya hace uso
de él, como por ejemplo una señ al de radio, que permite a
distintos usuarios escuchar la sintonía en el mismo momento.
Un ejemplo de bien rival sería un coche, puesto que cuando lo
usa uno de nosotros, otro usuario no puede hacerlo al mismo
tiempo, o el consumo de una porció n de tarta cuando solo
contamos con una, ya que al comerla uno de los comensales,
disminuye la cantidad disponible para el resto.

Que sea no excluyente, quiere decir que no es posible


discriminar qué usuarios lo disfrutará n y quiénes no mediante
los precios, puesto que estos no tienen precio, y cualquier
usuario que lo desee puede acceder al uso y disfrute del mismo,
con independencia de que estos contribuyan o no a su
mantenimiento y/o protecció n. Algunos ejemplos son el viento,
la arena de la playa o el olor de un exquisito pastel al pasar por
una panadería.

Los bienes públicos en nuestras vidas


El ejemplo má s comú n de bien pú blico es la defensa nacional,
un servicio de protecció n garantizado y gestionado por el Estado
de la nació n, que nos protege frente a amenazas externas,
bridá ndonos a todos nosotros el servicio, y para el cuá l es muy
difícil excluir a un usuario en concreto.
Un ejemplo de por qué no podemos excluir a un usuario en
concreto es el siguiente, pensemos en que en nuestro país
comienza un conflicto armado contra otra nació n, el Estado
trataría de protegernos mediante la defensa nacional, defensa
que sería prácticamente imposible negar al vecino del tercer
piso de un edificio, y proteger al mismo tiempo al resto de los
vecinos de la comunidad.

Respecto a este Concepto hay que tener muy claro que no por el
hecho de que un determinado bien o servicio lo administre el
Estado, se trata de un bien pú blico, solo que estos son
gestionados por la administració n porque de lo contrario nadie
tendría incentivos para hacerlo.

Debiendo distinguirlos de los bienes públicos impuros,


bienes que provee el Estado así como instituciones privadas que
pueden llegar a limitarse, a reducir su cantidad disponible o a
verse mermada su calidad, y que se ejemplarizan perfectamente
en la educació n. Supongamos que un estudiante asiste a má s
clases que el resto de los compañ eros de su titulació n, hecho que
no provoca que la cantidad de educació n percibida por los
demá s disminuya, por lo que en principio no hay rivalidad en el
consumo, siempre y cuando este hecho sea individual y aislado,
pero si este ‘fenó meno’ se extiende, podemos llegar a un punto
de masificació n de las universidades, y por tanto disminuir la
calidad de la enseñ anza disponible para el resto.
Una de las confusiones más extendidas al respecto es por
ejemplo la Sanidad Pú blica, un servicio de naturaleza econó mica
privada, y que en cuyo consumo se pueden excluir a
determinados usuarios, a la par que es rival, porque si se tienen
recursos para hacer una sola intervenció n quirú rgica no
podemos operar a dos pacientes al mismo tiempo. Siendo otro
debate el hecho de que este bien sea provisto por el Estado, ya
sea por las externalidades positivas que genera, el impacto
social, o razones de otro tipo.

Otra cuestió n que no siempre queda clara es la confusió n entre


los bienes pú blicos impuros y los bienes públicos preferentes,
que no son bienes pú blicos puesto que no reú nen ninguna de sus
dos características, siendo má s bien bienes de naturaleza
privada, algunos ejemplos son la sanidad, la educació n, la
vivienda o los alimentos. Bienes que generan externalidades
positivas a la sociedad, y que si no se gestionasen por el Estado
no se podrían proveer en una cantidad ó ptima por parte del
sector privado, constituyendo uno de los ‘fallos de mercado’ má s
significativos.

Principales problemas de
sostenibilidad

Los bienes pú blicos necesitan de una gestión pública y de un


estricto mecanismo de control que garantice su uso y disfrute,
así como su sostenibilidad. Para garantizar esto ú ltimo, debe
instrumentalizarse un sistema de derecho y de garantías lo
suficientemente represivo como para que todos los usuarios del
mercado se impliquen en dicha tarea.
Por ejemplo, si no respetamos los bosques, los mares o el medio
ambiente, podemos excluir a los futuros habitantes del planeta
del uso y disfrute de dichos bienes. Por ello, se debe legislar en
este sentido, y garantizar el respeto a las normas en pro de la
consecució n de este fin.

Otra de las problemá ticas má s extendidas al respecto


es el Problema del Polizón, o ‘free rider’ en la lengua
anglosajona, y que reza que es difícil excluir del servicio a quién
o quienes no contribuyan al esfuerzo colectivo para su
mantenimiento. Un ejemplo, al hilo de esta cuestió n sería el uso
de las autopistas pú blicas por parte de aquéllos ciudadanos que
no pagan sus impuestos en tiempo y forma, proporcionando un
dañ o econó mico y de disponibilidad de los recursos pú blicos a
quienes si contribuyen a su financiació n. 

Este problema supone un ‘dañ o’ tremendo para los intereses


colectivos, porque al esquivar estos usuarios ‘gratuitos’ el
esfuerzo colectivo para su financiació n o mantenimiento, supone
que esta carga no satisfecha incrementará el esfuerzo que los
ciudadanos contribuyentes han de satisfacer para garantizar su
viabilidad.

Perspectivas, viabilidad y conclusiones

En los ú ltimos añ os, en la medida que se han ido agudizando los


problemas fiscales y presupuestarios de los Estados, han ido
tomando impulso ciertas iniciativas en contra de la colectividad
de las cargas tributarias, olvidando algunos que las cargas
pú blicas se basan en dos principios, la equidad y la igualdad.
No contemplando que aunque no se demanden servicios
educativos o sanitarios por parte de algunos usuarios
potenciales, todos utilizamos en mayor o menor medida el
transporte pú blico, la red de carreteras y la defensa nacional.
Por todo ello, los gobiernos deben promover una gestió n a largo
plazo y sostenible de los bienes pú blicos para no caer en este
engañ o, má xime cuando estos escapan al mercado, y si no se
cuidan, pueden llegar a desaparecer.

Bienes Privados y Bienes Públicos


Yo mismo
23/09/2009
2 comentarios
A veces debemos recordar que existe una distinción entre bienes privados y
bienes públicos. La distinción es relativamente sencilla. Un bien es privado si el
consumo de ese bien priva de su consumo a otras personas. Los bienes públicos
son aquellos bienes en los que el consumo de cada persona no evita que las
demás personas también los consumen.
O sea que cuando me compro un coche, o me como una barra de pan,
implícitamente estoy impidiendo que otra persona compre ese coche, o coma esa
barra de pan.
En cambio cuando uso el alumbrado público o una carretera, no estoy impidiendo
que otras personas disfruten de ese bien.
Esta distinción entronca claramente con el concepto de mercado, ya que la
propia existencia de un mercado implica que el consumo de un bien sea
excluyente, (además de otras características como el propio concepto de
escasez, entendido en sentido amplio: no es posible un mercado para un bien
infinito).
Normalmente se acepta que sea el mercado el que debe asignar los recursos para
producir estos bienes privados, a la vez que se ha de encargar de su valoración y
distribución. El mercado surge por tanto de la conjunción de personas
interesadas en producir estos bienes, así como en personas interesadas en
demandarlos, de tal forma que unidos ambos parámetros obtenemos el precio y
la cantidad producida de estos bienes, la forma de producirlos y en general,
lograríamos distribuir eficientemente los recursos de los que dispone la sociedad
para conseguir la mayor satisfacción colectiva.
Por supuesto, todo el mundo entiende que la función del sector público ha de ser
como mínimo velar por que se cumplan determinadas reglas en los mercados,
(técnicamente se llama evitar “fallos de mercados”), así como ocuparse de
proveer a la sociedad de los bienes públicos, ya que estos bienes no podrán ser
valorados o intercambiados en un mercado; el ejemplo típico es el alumbrado
publico, que todos queremos, pero que si pagásemos por el nos encontraríamos
con la paradoja de que nadie querría pagar por él ya que pretenderíamos que el
coste lo asumiese nuestro vecino, (que por otra parte no podría evitar que
nuestra calle estuviese iluminada). La única posibilidad es que estos bienes sean
asumidos por el sector público, que a su vez será el ente que reparte el coste
entre los ciudadanos.
Como en toda distinción, evidentemente existen casos que son claros, y existen
determinados bienes y servicios que quedan en una zona gris, de forma que al
final nos encontraremos con que dependiendo donde pongamos la línea divisoria,
un bien será público o privado. Los ejemplos de estas situaciones están
básicamente en la educación y en general con los mecanismos de protección
social como pensiones y sanidad. En la cultura anglosajona, se entiende como
bien público un nivel muy básico en ambos, de forma que se considere privado el
hecho de conseguir un nivel aceptable de prestaciones en cada uno de ellos.
En la cultura europea, sin embargo, la definición de bien público es mucho más
amplia, de tal forma que se tiende a facilitar un nivel mucho mayor para estos
ámbitos, de tal forma que el campo privado queda para completar prestaciones
pero desde un nivel superior.
Por tanto hay determinados servicios que pueden ser considerados tanto como
públicos como privados, ya que si bien en puridad son completamente privados,
la cultura del país impone que sean considerados públicos, como se ve por
ejemplo en España donde vemos la sanidad como algo universal, algo como el
aire, que no puede ni debe escasear, de tal forma que en este sentido se ha
convertido en un bien público, de forma que la sanidad privada tendrá que
ofrecer algo distinto a cobertura sanitaria, por ejemplo la rapidez.
Pero bueno, hoy hemos desayunado con la propuesta de fomento de privatizar la
infraestructura del AVE. Aquí el problema es que tenemos un mercado inventado.
A diferencia de cuando un bien privado se convierte en público, donde realmente
detraemos bienes de mercado, en este caso el proceso es completamente
distinto. ¿Por qué?. Pues básicamente porque se crea un mercado en el que
además los proveedores, son los clientes de forma que generan unas cuantas
interferencias, en los despachos. Por ejemplo, cuando construimos un parking,
para que sea rentable se eliminan aparcamientos de la superficie, de forma que
al final lo que conseguimos es que tendremos que pagar un importe superior por
aparcar. Cuando crean una autopista, tenemos que asumir que la carretera
alternativa no va a ser mejorada, de forma que por buscar el negocio, se va a
tratar de hacer más pesada la carretera, incluyendo la presión en radar, la no
reparación de puntos negros…
Y ahora queremos hacer lo mismo y yo me pregunto si realmente el
contribuyente gana o pierde.
por que contratamos al sector privado?.

¿financia las obras?, últimamente no.

¿asume los riesgos?. No porque luego los sobrecostes los paga el estado.
¿reduce costes?. Pues no, por que realmente tenemos que pagar contratas,
subcontratas, auxiliares y demás, (incluyendo todos sus beneficios y sus
comisiones).

¿aprovechamos que una empresa dispone de maquinaria o ingenieros para


repartir entre varios clientes?. Pues no, porque no hay nadie mas en el pais que
haga vias de tren o carreteras.

¿Cuándo privatizamos el servicio de recogida de basuras y obligamos a contratar


trabajadores, comprar los camiones y adscribirlos a determinado ayuntamiento a
cambio de un pago teórico, no estará pagando el estado un beneficio por un
servicio que podría prestar directamente?.

Por no hablar del caso extremo que ocurre cuando pagamos entre todos las
infraestructuras y luego privatizarlas y que se lleven tres los rendimientos,
mientras nos clavan por usar lo que hemos pagado.

1
 
 

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Comentarios

2
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1. #1

Anonimo

27 de septiembre de 2009 (10:51)


Es verdad y es mentira que pagamos más por un bien público que se convierte en
privado:
Cuando la gestión y construcción de un hospital se sacan a subasta no es cierto
que se pague más, ya que hay varias empresas interesadas en la subasta y eso
obliga a bajar los precios, evidentemente pasaría lo mismo si la construcción se da
a empresas públicas y se gestiona desde lo público, aunque a un nivel menor...
Vamos que en realidad sale más barata la gestión privada que pública.
Esto es cierto para nuevas obras, donde la empresa privada contrata trabajadores
con un contrato nuevo y se fijan las condiciones laborales según el mercado.
Si hablamos de la basura hay escasa diferencia, ya que el problema está en que no
se liberaliza el mercado: se obliga a una empresa a comprar una empresa con
todos los trabajadores y máquinas y con unos privilegios imposibles de tocar. La
escasa diferencia entre este caso y el público es que los trabajadores son privados
(a pesar de todo) y trabajan más que los funcionarios puros... ya se sabe, no
trabajan mucho por ser medio públicos, pero intentan dar una mejor imagen que la
de "ya soy funcionario, ahora a vivir".
Otra ventaja es que la deuda se retrasa: la cosntrucción de la infraestructura se
paga a 30 años y no consta como deuda....

 
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2. Top 25
#2
Yo mismo
28 de septiembre de 2009 (00:16)

Beata.

pero es que hay que tener en cuenta algunas cosas. El sistema de subasta no es
tal sino que es de concurso y al final pesan mas los criterios de seleccion que el
precio, por no hablar de crivas en formas de experiencias previas, fianzas
elevadas...

está muy amañado y de hecho estamos en una medida en que unos acceden a los
contratos, y otros hacen el trabajo mediante contratas y subcontratas.

En la realidad no sale mas barata la gestion privada, como has podido ver en el
plan E... 19.000 euros por empleo directo e inducido creado... Es el caso mas claro.

Lo siento pero el coste por kilometro, se ha disparado, el coste de las basuras se


han disparado, el coste de la energia se ha disparado...

todo nos sale mucho mas caro y mucho mas ineficiente.

Pero bueno, tocara ir desarrollando esto y poniendo datos.

La ciencia conocida con la economía nace con el objetivo de


distribuir los recursos escasos que existen en la naturaleza entre la
población. En el momento que una persona adquiere un
determinado bien económico y lo consume, automáticamente queda
excluido del consumo o disfrute por otra persona. Cuando un
recurso es ilimitado, como el aire, no es necesario economizarlo ya
que toda la población puede disfrutar de él sin dejar de ser
consumido por otra persona y, además, está disponible de forma
gratuita. Por este motivo, no pueden ser comercializados por
ninguna empresa.

Esto es precisamente lo que ocurre con los bienes públicos, un


tipo especial de bienes que por sus especiales características no
pueden ser comprados ni vendidos en el mercado y de los cuales
disfrutan todos los ciudadanos sin distinción y que por lo general
son suministrados por el estado. Pero, ¿cuáles son estos bienes?

¿Qué son los bienes públicos?


Imagina que estás desempleado en un momento determinado y que
por ese motivo no estás pagando los impuestos correspondientes al
trabajo. En un momento determinado, estás paseando por tu ciudad
pero, cada vez que pasas por debajo de una farola se apaga la luz.
Sería raro ¿verdad? Tú no estás pagando por ese servicio y por ello
te lo están privando. Pues bien, por este motivo existen los
llamados bienes públicos.

Los bienes públicos tienen dos características principales: por un


lado, los bienes han de ser no rivales en su consumo, es decir,
que el uso y/o disfrute de uno de estos bienes por un determinado
consumidor no ha de verse afectado por el uso y disfrute por un
consumidor o usuario adicional. Este podría ser el caso de una
emisora de radio, que puede ser escuchada por varios oyentes al
mismo tiempo y, sin embargo, el consumo de una tarta por varios
comensales reduce la porción de tarta a repartir.

Por otro lado, la exclusión tiene que ver con la imposibilidad de


excluir del consumo de un determinado bien a nadie porque no
pague, puesto que no es posible discriminar mediante precio quién
puede y quién no hacer uso de ellos. Tal es el caso del alumbrado
público, que es disfrutado por todos los ciudadanos de una
determinada localidad independientemente de que hayan aportado
o no a su financiación.

Precisamente, esta última característica es una de las


consecuencias más importantes de los bienes públicos, lo que en
economía se define como el problema del polizón. Al no ser factible
la exclusión de aquellos consumidores que no han pagado, los
bienes públicos benefician por igual tanto a aquellos usuarios que
han pagado como a aquellos que no han contribuido a su
financiación, o bien han contribuido en menor medida.

Los bienes públicos y la gestión privada


Nosotros, como ciudadanos y, por ende, contribuyentes que somos,
estamos continuamente disfrutando de los bienes públicos que
gestiona el estado y que son financiados por nuestros impuestos. El
ejemplo más común es el de la defensa nacional, un servicio de
protección ciudadana que a todos nos garantiza la seguridad y del
que es muy difícil excluir a una persona en concreto. Por lo general,
este tipo de servicios está gestionado y administrado desde la
Administración Pública, bien sea desde el Estado Central o bien
desde subdivisiones de éste.

En realidad, cualquier bien público puede ser gestionado de


manera privada y discriminado mediante precio. Pensemos en una
autopista. Bien es cierto que el uso de la misma por un determinado
vehículo no impide el uso por otros vehículos pero, al introducir un
precio (en forma de peaje) estamos disuadiendo el consumo de esta
vía por los usuarios de la misma. Sin embargo, a nadie se le impide
tomar una ruta alternativa para llegar a su destino. Son los llamados
bienes públicos no puros. Esta división puede hacerse de la
siguiente manera:

 Bienes públicos puros: son los bienes públicos por


definición, es decir, aquellos en los que tanto la característica de
exclusión como la de no rivalidad son características puras del
mismo. Por ejemplo, la seguridad nacional o bien el alumbrado
público.
 Bienes públicos no puros: son aquellos en los que se puede
excluir del consumo del mismo a algunas personas, normalmente
mediante la aplicación de un precio, habiendo alternativas privadas
que satisfacen la misma necesidad mediante precios. Tales son los
casos de la educación o la sanidad.

Evidentemente, todas estas definiciones son difíciles de aplicar a la


vida real, en especial la de los bienes públicos puros. Todos los
bienes o servicios, incluyendo la seguridad o la justicia, son
susceptible de ser ofrecidos por empresas privadas y, por tanto,
discriminando mediante precio; de hecho, en muchas ocasiones, es
más eficiente que sean las empresas privadas las que lo gestionen.

En cualquier caso, los bienes públicos suelen estar ofrecidos donde


la iniciativa privada no llega. La demanda de estos bienes públicos
de una persona coincide con el total; en el caso del alumbrado
público, estará encendido independientemente de que por esa zona
pasen 1.000 o 2 personas. Y es que los bienes públicos son
consumidos por todos los ciudadanos, independientemente de la
renta. Estos son, precisamente, los bienes públicos.

En Naranja | Nuestra opinión como consumidores,


imprescindible para la fijación de precios
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