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AUDITORIA
FECHA: 25/07/2020
AÑO: 2020
EL PECADO SOCIAL Y LA RESPONSABILIDAD DEL CRISTIANO
INTRODUCCION
El pecado social se refiere al comportamiento o a las acciones que son producto del quehacer
colectivo, que afectan a colectividades o incluso a naciones enteras. Entre sus diversas formas se
encuentran, como más evidentes, la corrupción, la negligencia y la irresponsabilidad. El pecado social
se crea cuando se favorece o se explota la iniquidad, la injusticia y la maldad, así como cuando
pudiendo hacerse algo por evitarlo, limitarlo o eliminarlo como mal social, no se hace por pereza,
miedo, complicidad pasiva o activa, coparticipación, comodidad, conveniencia, o por
equivocadamente pensar que nada se puede hacer para erradicarlo.
Por otro lado, no debe perderse de vista que cuando se habla de pecado social existe una
responsabilidad individual. Ya lo dice la exhortación apostólica postsinodal de Juan Pablo II
Reconciliatio et paenitentia: “la Iglesia, cuando habla de situaciones de pecado o denuncia como
pecados sociales determinadas situaciones o comportamientos colectivos de grupos sociales más o
menos amplios, o hasta de enteras naciones y bloques de naciones, sabe y proclama que estos casos
de pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de muchos pecados personales. Las
verdaderas responsabilidades son de las personas”. Y todo el Magisterio de la Iglesia se fundamenta
en la Escritura. Un ejemplo se encuentra en el Evangelio de San Mateo capítulo 25 en sus versículos
del 31 al 46. Cuando Jesús habla del juicio a las naciones, se hace referencia a hechos de índole
social: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar abrigo al forastero, vestir al
desnudo, visitar al enfermo y visitar a los presos. Y en esta línea argumentativa, cuando se habla del
pecado social, el objetivo no es profundizar culpas, sino en tomar conciencia de nuestra propia
responsabilidad en la generación y construcción de las condiciones que lo favorecen.
Pero no todo es malo en este mundo globalizado donde también encontramos innumerables
experiencias de obras sociales buenas o virtuosas que se dedican a levantar la dignidad de las
personas y a construir el bien común.
DESARROLLO
EL PECADO SOCIAL
El pecado social es una realidad que afecta a la sociedad, encarnándose en sus estructuras e
impidiendo que los actos humanos alcancen sus dimensiones de verdad, bondad y comunión con los
demás. Es un espíritu de egoísmo radical, de mentira y de falta de amor, que penetra en el tejido
social y determina la vida de las personas y de la sociedad. Podemos decir que es la resultante y el
fruto del pecado original, de las costumbres corrompidas, de las culturas alienadas, de la
irresponsabilidad colectiva y de los pecados personales de cada generación humana. El pecado social
no debe inducir a nadie a disminuir la responsabilidad de los individuos, sino que quiere ser una
llamada a la conciencia de todos para que cada uno tome su responsabilidad.
Y es que el pecado social tiene unas estructuras que "se fundan en el pecado personal y, por
consiguiente, están unidas siempre a actos concretos de las personas que las introducen y hacen
difícil su eliminación". Pero al cristalizar los pecados sociales en "estructuras de pecado" surge algo
cualitativamente distinto de la suma de dichos pecados. Las estructuras de pecado se manifiestan
como un "poder extraño" que domina sobre nosotros y multiplica el mal en el mundo, por lo que
encontramos en él mayor maldad de la que debería resultar sumando las malas voluntades
individuales.
Como cristianos, tenemos varias responsabilidades delante de Dios y una de ellas es la de reflejar la
obra que inició, continúa y tiene proyectado terminar en cada uno de nosotros para impactar con el
resultado de sus esfuerzos, a la sociedad que nos rodea, que no es más que un mundo caído,
entregado al pecado y al desconocimiento de su Palabra.
Las obras que emprendamos con el objetivo de influenciar la sociedad en la que vivimos, siendo
protagonistas de su transformación, requieren que no permanezcamos como simples espectadores,
sino que decidamos firmemente actuar activamente, involucrarnos y comprometernos en hacer el
bien y extender el Reino de Dios aquí en la tierra, para dar cumplimiento a los propósitos trazados
por Él para cada uno de nosotros.
CONCLUSIONES
Está claro que ante esta situación juzgamos y actuamos críticamente en la vida social y en las
relaciones políticas, económicas e ideológicas, intentando luchar contra las costumbres sociales que
supongan injusticia y pecado, es decir tenemos obligación de combatir los pecados estructurales,
tanto a nivel personal como de comunidad de creyentes, pues estos pecados, aunque con su fuerza
contribuyan a la expansión del mal en el mundo, no son un destino ciego insuperable que impida la
realización del Reino de Dios en la Historia, por lo que hemos de aceptar nuestras responsabilidades
ante el bien común y evitar las faltas de omisión.
BIBLIOGRAFIA:
https://seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol8/29/029_escude.pdf