Está en la página 1de 12

UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN

FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

LA CONSTRUCCIÓN DE LA ETICA PROFESIONAL Y LO NORMATIVO COMO


PUNTO DE PARTIDA

La inclusión progresiva de los profesionales psicólogos al sistema público de trabajo,


las ONG; el aumento de volumen de egresados y sobre todo, la apertura del campo
que incluye al psicólogo en áreas cada vez más sistematizadas (programas
comunitarios, intervenciones en crisis, entre otros), como así también sus aportes en la
solución de dilemas éticos de otras ciencias; exigen la revisión e investigación del
marco epistémico y metodológico al que recurre el profesional.
Y es desde aquí que la discusión y reflexión acerca del quehacer profesional y su
implicancia ética, reviste desde las últimas décadas un carácter protagónico;
convergente con los cambios y transformaciones sociales, políticas, económicas que
trajeron consigo una serie de problemáticas que exigen del profesional de la salud
mental, un alto nivel de compromiso, competencia y responsabilidad en su práctica.

Por ello y en reflejo a los contextos sociales es que en los espacios universitarios puede
observarse el avance creciente de la formación reflexiva y sistemática de la ética, que
hacen eco en los curriculum de las facultades o departamentos de psicología de
diferentes universidades como así también en una vasta promulgación de leyes.

Y es a partir de la construcción colectiva en los espacios universitarios como proceso


de enseñanza-aprendizaje, de la lectura y análisis de la Ley Nacional de Salud Mental
de la República Argentina, Ley de Educación Superior, conjuntamente a los códigos
deontológicos vigentes, que avizoramos la relevancia de incluir en la formación
académica, un cuerpo de conocimientos relativos a las normativas que regulan y
orientan la práctica profesional. Sin embargo, hablar de formación en ética profesional
va más allá de recetas o medidas tranquilizadoras; invita a la reflexión sobre la práctica
y a profundizar los lineamientos que permitan concientizar al psicólogo en formación
sobre la importancia que tiene su orientación ética en su futura praxis.

Prof. Anabel Nayle Murhell


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

Apuntando a la revalorización de un posicionamiento crítico, reflexivo y activo del


estudiante (futuro profesional psicólogo) en relación al marco deontológico que regula la
práctica. Instancia donde se centraliza el concepto mismo de deontología, su dimensión
normativa y de allí la actitud que asume el profesional ante dicha dimensión; es decir
su ética puesta de su quehacer profesional.

Ahora bien, a qué nos referimos cuando hablamos de Deontología; muchos autores
(entre ellos Adela Cortina, filósofa española, contemporánea) la definen como “ética
aplicada a una disciplina o profesión”.

Etimológicamente el término deontología equivale a “tratado” o “ciencia del deber”, ya


que está constituido por dos palabras griegas: “deonto”, genitivo de “deón”, que significa
deber, y “logos”, discurso o tratado. Es decir, "ciencia de los deberes" o "teoría de las
normas morales", específicas a cada profesión / profesional; conjunto de normas, de
deberes que rigen el campo de acción de una profesión en particular. Así también
podemos remitirla al verbo (déi), del latín que remite a lo que conviene; e incluso, el
mismo verbo pero conjugado de manera diferente (déo) que significa "atar", es decir
que entra en el terreno de la obligación, pero no impuesta desde fuera, sino asumida
por uno mismo, en tanto es lo conveniente; hacer lo que conviene pero no lo que me
conviene a mí porque así lo decido, sino porque seguirá conveniéndome cuando lo
hagan los demás.

En la actualidad, tal como lo expresan López Guzmán y Aparisi Millares, “cuando se


habla de deontología, se piensa en los deberes que impone a los profesionales el
ejercicio de su actividad particular, (...) así se conforman las diferentes deontologías
entendidas como los tratados encaminados a dar normas precisas desde el punto de
vista moral, para el comportamiento de un determinado profesional ( en este caso, el
profesional psicólogo) en relación con la sociedad en la que desarrolla su actividad”.
Precisamente, allí radica su dimensión normativa en tanto las normas deontológicas se
presentan a “prima facie” como un deber de conciencia; poseen un carácter
eminentemente ético.

Prof. Anabel Nayle Murhell


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

Por lo tanto, podemos decir que ética y moral son las bases, la columna vertebral que
da los cimientos para el actuar responsable del profesional psicólogo. Recordemos que
el concepto de ETICA procede del griego Ethos, que en un principio significó una
morada o lugar que habito, modos de ser; posteriormente, desde la ética aristotélica, el
término se personalizó para señalar el lugar íntimo, el sitio donde se refugia la persona,
como también lo que hay allí dentro, la actitud interior. En este sentido, Maliandi, un
filósofo argentino, contemporáneo, va a decir que la ética es una de las formas en que
el hombre se autoobserva, la mirada interior de sus conductas.
Por su parte, el término MORAL, viene del latín mos o mores que alude a costumbre,
modos de ser. Así, ethicos y moralis, confluyen etimológicamente en un significado
idéntico; hacen hincapié a un modo de conducta que no responde a una disposición
natural sino que es adquirido o conquistado por el hombre, mediante la costumbre o el
hábito.
Sin embargo, la filosofía diferencia estos términos refiriéndose a la ética como parte de
la filosofía que se dedica a la reflexión sobre la moral. Mientras que la moral, remite a
un significado de tipo normativo, estrechamente conectado con la regulación de las
relaciones interpersonales; sistema normativo que responde a cierta contingencia, a
cierto consenso de partes mientras que a lo ético se le confiere un carácter universal en
tanto hace a la condición misma y exclusiva de la especie humana. Fariña va a decir
que “(...) la pauta moral se corresponde con los sistemas particulares, culturales,
histórico, de grupo, mientras que el horizonte ético (...), siempre los excede”. Para que
quede claro, podemos decir que la pregunta moral sería “¿Qué debemos hacer?”
Mientras que la cuestión central de la ética sería más bien ¿qué hago? “¿Qué
argumentos avalan y sostienen el código moral que estamos aceptando como guía de
conducta?”.
Es decir que la ética se refiere a una decisión singular, interna y libre que no representa
una simple aceptación de lo que otros piensan, dicen y hacen. En palabras de Maliandi,
remitiría al êthos, es decir a la estructuración unitaria y concreta de los hábitos de cada
persona, de cada singularidad; conjunto de actitudes, convicciones, creencias,
tradiciones sociales, familiares, etc que intervienen en mi actuar, lo determinan y le dan

Prof. Anabel Nayle Murhell


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

el marco de referencia. Es decir que ese êthos, remite a determinados códigos


normativos o sistemas de valores o a ciertas concepciones de lo que se cree o no como
moralmente bueno o moralmente malo. Conjunto que va modificándose a través del
tiempo conforme a cada sociedad; hablar de moral implica hablar del hombre como ser
social, como un sujeto ‘sujetado’ a normas, leyes, tendientes a regular la vida en
sociedad.
A partir de este recorrido podemos dar cuenta de cómo se anudan los conceptos de
ética y moral en el concepto de Deontología, constituyéndose en pilares de ésta; y
definiéndola como ética profesional. La dimensión normativa de la deontología, hunde
sus raíces en la moral en cuanto tal, en cuanto sistema prescriptivo ata al hombre con
la obligatoriedad que reviste la ley moral, sin embargo, no se acatan de manera
mecánica. Es decir que el sujeto moral/ el profesional presenta una manera única y
singular de relacionarse con ese sistema normativo; en este punto me gustaría citar a
Foucault, en Historia de la Sexualidad 2 (1.998).
Allí el autor hace referencia a la construcción del sujeto moral, a la relación que
establece el sujeto con la norma y se comporta conforme a esa relación. Extendiendo
esta idea al plano de la relación del profesional con la dimensión normativa de su
práctica, podemos decir que existe un margen de variación e incluso de transgresión
de los profesionales (sujeto moral) en relación a ese sistema prescriptivo.
En este sentido, la ética profesional excede los límites de la dimensión estrictamente
normativa, particularista y contingente; enfrenta al profesional consigo mismo, con su
soledad. Sin embargo, la deontología ha estado tan estrechamente ligada a la
existencia y trayectoria de los códigos deontológicos que incluso ha llegado a
identificarse con ella.
El ejercicio de la Psicología como profesión supone un control que el Estado
delega en el Colegio de Psicólogos con el fin de garantizar a la sociedad la
idoneidad de los colegiados, las sanciones respectivas si incurrieran en falta y el
marco protector tanto al profesional como al paciente. Por ello, las regulaciones
deontológicas son necesarias.

Prof. Anabel Nayle Murhell


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

Si fijamos la mirada en los lineamientos curriculares de nivel nacional e internacional,


constatamos en líneas generales que la referencia a los contenidos relativos a la ética
profesional, no sólo se limitan a la dimensión normativa de la ética profesional explícita
en los códigos deontológicos, Leyes de Ejercicio Profesional, Declaración de Principios
para psicólogas y Psicólogos, así como en Leyes del Derecho Positivo como por
ejemplo, la nueva Ley de Salud Mental (Nº 26657, promulgada en diciembre de 2010),
la Ley de los Derechos del Paciente en su relación con los profesionales e instituciones
de la Salud( Nº 26529, promulgada en noviembre de 2009), la Ley de protección
Integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes ( Nº 26061, abril de 2006),
entre otros.
Y desde aquí es indiscutible la importancia que adquiere el conocimiento de lo
deontológico en la formación del estudiante de psicología como una de las
competencias específicas para su formación; sin embargo, resulta limitado para
remitirnos a la formación ética que se exige de éste en su práctica profesional.
Tarragos, en Ética y Psicoética (1996), va a decir que un código de ética profesional
es una organización sistemática del "ethos profesional", es decir de las
responsabilidades morales que provienen del rol social del profesional y de las
expectativas que las personas tienen derecho a exigir en la relación con el psicólogo.
Representa un esfuerzo por garantizar y fomentar el ethos de la profesión frente a la
sociedad. Es una base mínima de consenso a partir de la cual se clarifican los valores
éticos que deben respetarse durante la relación psicológica. Resulta ser un valioso
instrumento en la medida que expresa, de forma exhaustiva y explícita, los principios y
normas que emergen del rol profesional y social del psicólogo. En ese sentido es un
medio muy útil para promover la confianza mutua entre un profesional y una persona o
institución.
Los códigos deontológicos establecen una normativa que hace posible juzgar la acción
del profesional psicólogo, nos permite juzgar si su acción individual, si su práctica
profesional es realizada conforme a lo pautado por consenso o si por el contrario se
infringe alguna de las mismas. Se presentan como una guía de normas precisas para el
profesional que tiene como finalidad facilitar y orientar el buen cumplimiento de las

Prof. Anabel Nayle Murhell


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

normas morales que impone una determinada profesión. Los códigos deontológicos,
poseen un carácter fundamentalmente promocional, no represivo. Así, se ha sostenido
que el Código, más que mandar, deberá recomendar, promocionar determinadas
pautas de comportamiento, e intentar disuadir de la realización de otras. Desde este
punto de vista, podría pensarse que el cumplimiento de los códigos se hallaría en
manos de la decisión de los profesionales y por ello su existencia estaría poco
justificada. Sin embargo, no parece del todo correcto mantener esta postura. El código
posee una función primaria en tanto representa y condiciona de alguna manera el
actuar de los miembros de un colectivo profesional en un sentido concreto, inclinar a
los profesionales a actuar siguiendo un determinado modelo. Pero a la vez, no todo
está resuelto, ni dicho en la letra de los códigos de ética profesional o códigos
deontológicos; queda entre las normas prescriptas y la acción del profesional un
espacio a partir del cual, y desde el cual, se pone en juego y se presentifica el ethos
profesional. Entre el profesional y los códigos existe una relación de interacción, un
espacio de reflexión donde se pone en juego el ser del sujeto moral, la singularidad
ética del profesional.
Llegados a este punto podemos plantearnos de dónde surge el deber de acatar un
código deontológico, cuál es la razón de fondo que obliga a un profesional a actuar en
un determinado sentido; en definitiva: ¿por qué debe valer para mí lo que otros han
acordado?
Es allí donde se asienta la Ética Profesional en sí misma, en la singularidad del
profesional que se pone en acto y ante cual debe responder al Otro y hacerse cargo de
su intervención. El acto profesional en tanto acto moral, es indisociable de la
singularidad en que se presenta en cada sujeto el sistema de valores, reglas y
prescripciones. Se anudan aquí dos aspectos esenciales. Por un lado un modo de
subjetivación y por otro los códigos normativos. No se trata de lo que está permitido o
prohibido simplemente entre lo que uno desea y los actos que se realizan, sino de una
instancia de reflexión, de prudencia, de cálculo, en la forma en que se distribuyen y
controlan esos actos. M. Foucault, expresa que las reglas morales a los que los sujetos
se someten no pueden constituir una sujeción a un código estrictamente definido; se

Prof. Anabel Nayle Murhell


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

trata más bien de un ajuste que va variando y en el que deben tenerse en cuenta
diferentes elementos: el de la necesidad, el de la oportunidad (en cuanta condición
temporal circunstancial) y las referidas al propio sujeto. En este sentido, el autor
continúa diciendo que en realidad es imposible sujetar a todos los individuos de la
misma manera bajo una ley universal. Todo será cuestión de ajuste, de circunstancias,
de la singularidad que se pone en acto. Por lo tanto, este sistema normativo (códigos
deontólogicos junto a todo el marco legal vigente), no se trata de un texto único que a
modo de ley suprema y universal indica de manera imperativa y cerrada qué se debe
hacer sino de una práctica que va tomando en consideración los principios generales,
que guiarán la acción conforme su momento, su contexto y sus fines. No es
universalizando la regla de acción que el individuo se constituye como sujeto ético; al
contrario, es mediante una actitud y una búsqueda que singularizan su acción, la
modulan pudiendo así actuar como sujetos morales.
Así por ejemplo, entre las normas nodales de nuestra profesión encontramos el secreto
profesional y consentimiento válido y muchas otras que especifican el accionar en
distintas áreas del quehacer psicológico. Las mismas, se sostienen en principios
básicos que sirven de horizonte, de “faro” dirá Tarragos que ilumina nuestra práctica
profesional dirigiéndola a rescatar y resaltar el valor ético último: la dignidad de la
persona humana; su autonomía y libertad.
De hecho, la obligatoriedad de los códigos deontológicos que apunta a considerarlos
como guía, marco de referencia de la conducta profesional, responde a que estos, van
a ser resultantes de un consenso, de un pacto social en tanto ese código ético delimita
las conductas esperables, del profesional en relación a la comunidad del profesional
como el mismo cuerpo profesional de si mismo. Esta obligación no se corresponde con
una acción de tipo coactiva; sino que esta dimensión, estrictamente normativa, que va a
constituir el Ethos, necesita de la interpretación que apunta a elegir, a actuar de la
manera más conveniente. En este sentido se ata esta interpretación, o toma sentido,
con la etimología del término deontología, este genitivo deon, tomado del latín implica o
corresponde a “atar” y este mismo verbo en latín “deo” aquello que me conviene, en
tanto y en cuanto, cuando lo elijan los otros no me vea afectado.

Prof. Anabel Nayle Murhell


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

En tal sentido, nuestra mirada no se reduce a la dimensión estrictamente normativa de


la ética profesional.
De hecho, un código de ética profesional constituye una sistematización ordenada
de los principios, valores y normas éticas específicas a una profesión que
emergen del rol social del profesional. Es una base mínima de consenso a partir de la
cual se clarifican los deberes y derechos para el profesional y para los consultantes de
su servicio; en el tiempo que dure la relación psicológica. Sin embargo, la relación del
profesional con los mismos, es de tipo activa, crítica y reflexiva. La existencia de los
códigos de ética profesional, no es lo que determina la decisión del profesional a actuar
correctamente sino más bien, su ethos. Puede entendérselo como el conjunto de
actitudes morales que un profesional tiene para con las tareas y deberes propios de su
profesión y estilo de vida que orientan las acciones profesionales concretas. De esta
manera, lo que se pone en juego en la toma de decisión, es la singularidad de cada
profesional y con ello su implicación y responsabilidad ante la acción y consecuencias
de su práctica. No se trataría de un deber ser sino de una aspiración a los valores o
principios máximos de la práctica psicológica.
Jean Claude Filloux nos dice que la conciencia ética no es solo consecuencia de una
instrucción para alcanzar un conocimiento dado, o un conjunto de valores pre existentes
respecto de las situaciones, sino más bien, se trata de una formación que posibilite el
deseo de cuestionarse, de cuestionar al otro, de hacer posible el deseo de plantearse la
pregunta de como hacer, del cómo decir. Este deseo, este posicionamiento, se elabora
sobre la base de valores, deberes, derechos ya adquiridos, se construye y se forma a lo
largo de toda la vida, lo cuál va a permitir situar al sujeto en la toma de conciencia de su
elección. Toma de conciencia que se plantea como el resultado de la relación que
establece el profesional consigo mismo, la comunidad de pertenencia y con el marco
social y político. Precisamente, la interrogación ética surge a partir de un “sujeto ético”
en relación con el otro en cuanto tal; surge en cuanto el sujeto es interpelado por este
otro ante lo cuál debe salirse de sí mismo y confrontar con la extranjeridad de este otro
al que está obligado a responder. Allí radica la responsabilidad del profesional en la
práctica.

Prof. Anabel Nayle Murhell


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

En este sentido, el profesional será el intérprete de las normas explícitas en los códigos
deontológicos y responsable de su puesta en acto. La formación ética profesional
implica por un lado, una instrucción de un conjunto de normas, valores y principios
éticos - deontológicos preexistentes y por otro, una relación con el otro que a su vez
recae en la relación con el colectivo al que pertenece.
El psicólogo capaz de posicionarse de este modo siempre sabrá que los códigos
constituyen guías para la práctica, pero que nunca podrán sustituir el discernimiento del
profesional que se encuentra en la situación y, por lo mismo, nunca reemplazarán su
responsabilidad en la toma de decisión. En este sentido, ética profesional y
responsabilidad se encuentran anudadas en cada acto de su práctica profesional. No
hay práctica profesional sin una ética de la responsabilidad, del compromiso, del
consenso.
De ello se deduce que la existencia de los códigos deontológicos y con ellos, la
existencia de las normas del mismo tipo, no es lo que determina la decisión del
profesional a actuar correctamente sino más bien, el ethos profesional, entendido como
el conjunto de actitudes morales que un profesional tiene para con las tareas y deberes
propios de su profesión y estilo de vida; es decir, que apunta al conjunto de actitudes
morales que orientan las acciones profesionales concretas. Al momento de tomar una
decisión en el desarrollo de su práctica, el profesional se encuentra, indefectiblemente,
ante un cuerpo de conocimientos relativo a lo ético y deontológico que regula el campo
de la práctica; así como, ante su propia soledad, ante su propio acto que constituye una
producción singular.
Fariña, dirá que.”Un acto ético se realiza siempre en soledad (…). Se trata del
sujeto y el sentido singular de su acto cuya constitución no reside en una fórmula
genérica. De allí que el acto ético revista un carácter suplementario o lo que es lo
mismo, que ningún sistema moral pueda colmar el horizonte ético. (…) En tanto
horizonte de deseabilidad del accionar humano, la dimensión ética no debe ser
confundida con las contingencias históricas en que encarna sus fantasmas”
(Fariña, 90-91). E

Prof. Anabel Nayle Murhell


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

En tal sentido, pensar acerca de la formación de psicólogos en esta área, implica no


sólo la transmisión de códigos deontológicos sino facilitar el camino para que pueda
explayarse la dimensión singular de este profesional/sujeto que se pone en acto en
cada intervención profesional; enfatizando el valor de su autonomía, responsabilidad y
compromiso profesional para consigo mismo, para con su consultante y para con la
comunidad profesional y sociedad en general.
Para un psicólogo como profesional de la salud, es importante incorporar principios
éticos universales para su quehacer en distintos ámbitos, entendiendo así la implicancia
e interacción de él con los cuerpos normativos que orientan el ejercicio de su profesión,
rescatando la importancia que como psicólogo tiene el deber, el compromiso y la
responsabilizar de utilizar su conocimiento y tecnología al servicio de la comunidad, en
el desarrollo personal y social de cada una de los sujetos, en el marco de una relación
profesional profunda.
Pero no olvidando que en todo quehacer profesional esta proyectada la manera en que
cada uno concibe y percibe al mundo y a cada ser humano; y en ella se plasman una
jerarquía de valores que van más allá de los cuerpos normativos que gobiernen su
práctica, sino más bien que el comportamiento ético que asume un psicólogo
trascienden su profesión hacia su vida cotidiana y viceversa.

BIBLIOGRAFÍA:

 Asociación Psicológica Americana. (2003). Principios éticos de psicólogos y


código de la conducta.
 Calo, Orlando: (2002). La interacción del profesional con los códigos. Revista
argentina de psicología Año XXXIV, N°45. APBA.
 Códigos de Ética del Colegio de Psicólogos de Tucumán (2008),
 Códigos de Ética Federación de Psicólogos de la República Argentina
(1.999),

Prof. Anabel Nayle Murhell


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

 Cortina , Adela: (1.998). “Ética”. Ed. Akal. Madrid.


 Declaración Universal de los Derechos Humanos. Naciones Unidas
 Fariña, Juan. (1.997). “Ética. Un horizonte en quiebra”. Eudeba. Buenos Aires.
 Foucault, M. (1998).Historia de la sexualidad 2. El uso de los placeres. Ed. Siglo
XXI. Introducción, Apartado 3. Ed. Siglo XXI. Bs. As.
 Franca Tarragó, Omar. (1996). Ética y Psicoética. Introducción a la Psicoética.
Ed. Descleé. Montevideo.
 Freud, Sigmund: (1973).Obras completas. Biblioteca Nueva. Madrid.
 Guariglia, O; Ferry, G. y otros: (2000). Reflexión Ética en Educación y
Formación. Ed. Novedades Educativas. Buenos Aires.
 Guariglia, Osvaldo.(2.000). “Alcance y sentido de la ética aplicada”. Artículo
publicado en el libro “Reflexión ética en educación y formación”, de la Facultad
de Filosofía y Letras de la U.B.A. Ed. Novedades Educativas. Buenos Aires.
 Gutiérrez Carlos: (1994). La causa del psicólogo forense. En Revista Argentina
de Psicología Forense. Julio.
 Hermosilla, Ana María, Calo, Orlando; (Comp.): (2003). Psicología, Ética y
Profesión: Aportes deontológicos para la integración de los psicólogos del
Mercosur. Universidad Nacional de Mar del Plata.
 Lacan, J. Seminario 7: (1988). La Ética del Psicoanálisis. Ed. Paidos. Buenos
Aires.
 Ley Nº 7512. Ejercicio Profesional de la Psicología. (2008). Colegio de
Psicólogos de Tucumán. Argentina.
 López Guzmán y Aparisi Millares. (1.994). “Aproximación al concepto de
deontología”. Revista Persona y Derecho, Nº 30. Ed. Universidad de Navarro.
España.
 López Guzmán, J.: (1994). Aproximación al concepto de deontología. Revista
“Persona y Derecho”. Ed. Universidad de Navarro. España. Numero 30.
 Maliandi, R.: (1991). Ética, conceptos y problemas. Editorial Biblos. Bs.As. .

Prof. Anabel Nayle Murhell


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CATEDRA DEONTOLOGÍA Y ETICA PROFESIONAL

 Salomone, Gabriela Z.; Domínguez, María Elena: (2008). La Transmisión de la


Ética. Clínica y Deontología. Vol. I. Ed. Letra Viva. Buenos Aires.
 Sánchez Vázquez, Adolfo. Ética. Editorial Grijalbo, México 1973
 Savater, Fernando. (1.991). “Etica para Amador”. Ed. Ariel. Barcelona
 Savater, Fernando.(1.998). “Ética, política y ciudadanía”.Ed. Grijalbo. México.
 Tomkiewicz, S. (1.977). “Deontología y Psiquiatría”. Conferencia en la
Universidad de Ginebra II.

Prof. Anabel Nayle Murhell

También podría gustarte