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La pasión y el destino: modos de leer la experiencia

amorosa 
 CARLOS DIEGO CATALANO 
 

Un ensayo sobre Romeo y Julieta, de William Shakespeare

Hemos construido los vínculos, porque esta es la acción de la tragedia, y lo que leemos
en el sufrimiento es otra revolución, porque hemos reconocido a otros hombres y
cualquier reconocimiento es tanto el comienzo de la lucha, como la continuidad real de
nuestras vidas. Entonces ver la revolución desde la perspectiva trágica es el único
modo de sostenerla”
Raymond Williams (La tragedia moderna)

La alta y excelente tragedia abre las mayores heridas y muestra úlceras apenas
recubiertas por un fino papel; la tragedia hace que los reyes teman ser tiranos y que
los tiranos teman mostrar sus humores tiránicos; y mediante la excitación de
sentimientos de conmiseración y admiración enseña sobre la incertidumbre de este
mundo y cómo sobre débiles fundaciones se construyen techos colgantes.
Philip Sidney (Defensa de la poesía)

Con las alas del amor superé estos muros, pues no hay límite de piedra que pueda
detener al amor y dejarlo fuera. El amor se atreve a todo.
Shakespeare (Romeo y Julieta)

Romeo y Julieta toma como modelo el mito de Tristán e Isolda, que ha recorrido la
imaginación de Occidente desde la antigüedad hasta el presente y ha permanecido como
paradigma del amor pasión, luego del amor cortés y más tarde del amor romántico. El
mito actúa en todos los lugares en que la pasión es soñada como un ideal y no temida
como una fiebre maligna; la fatalidad de la pasión es imaginada como una bella y
deseable catástrofe. Esa pasión parece otorgar un descentramiento y una promesa más
intensa y verdadera que la propia vida, que la propia felicidad, ya que su oscilación
extrema arroja a los amantes al lugar donde se construyen los significados transparentes,
aquellos en que la forma binaria construye una interpretación del mundo basada en
oposiciones drásticas y definitivas. La pasión se alimenta del desencanto y lo absoluto
por partes iguales. Ya desde la época de los trovadores, el amor era considerado noble,
no sólo ennoblecía, sino que además daba títulos de nobleza, los trovadores accedían
socialmente al nivel de la aristocracia, que los trataba como a iguales. Quizás de allí
surge esa idea de que la pasión es una nobleza moral que nos pone por encima de las
leyes y de las costumbres. Aquel a quien la pasión anima accede a una humanidad más
alta en la cual las barreras sociales se desvanecen. La pasión es siempre la aventura, es
lo que va a cambiar mi vida, a enriquecerla con algo imprevisto, con riesgos exaltantes,
con goces cada vez más violentos o halagadores. Dice Romeo: “Ningún pesar futuro
podrá equipararse a la alegría que me da un solo minuto en su presencia. Une
nuestras manos con palabras sagradas (le pide a Fray Lorenzo) y luego que la
muerte devoradora del amor haga lo que quiera. Me basta con poder llamarla
mía”. El tiempo de la pasión se rige por la intensidad y no por el calendario, un instante
puede equivaler a la eternidad, como la noche que pasa el Cid con su esposa Jimena
antes de partir al exilio.

La tragedia explicita el sustrato de dolor y sufrimiento contenido en cada vida, cuando


el mundo muestra su rostro más amargo como un sol impiadoso sobre la piel muy
blanca. La tragedia habla sobre el desamparo que siente el alma como si quitara el
caparazón de las normas sociales y el hombre se encontrara a solas con un límite
infranqueable, un hecho inesperado que parece derrumbar todo su mundo de certezas.
Ya decía Wittgenstein que el dolor era una primeridad, aquello que nos arroja a la
orfandad, a sentirnos desvalidos, ya que nada de lo que traíamos con nosotros y que se
había convertido en una segunda piel (experiencias, lecturas, cultura, sensibilidad)
podría evitar encontrarnos cara a cara con el sufrimiento. Ahora, lo importante es la
interpretación de ese dolor y la forma que adopta su representación. En ese sentido se
abren dos caminos: el de la resignación y el de la rebelión y ambos no son
necesariamente excluyentes. Se puede asumir una postura humanista de aprendizaje-
sublimación, en la cual el dolor ocupa el lugar de la fábula y el cuento moral, (la antigua
idea cristiana de que los pueblos se redimen a través del sufrimiento y la pérdida). Las
familias son castigadas por su pecado de intolerancia a través del sacrificio de los más
inocentes de sus miembros, justamente aquellos que no querían la discordia, sino la
unión. De este modo, se puede interpretar la muerte de Romeo y Julieta no como el
resultado de la acción de un destino adverso, sino que se inscribe dentro de un orden
superior: la restitución de la paz a todo un grupo social. Al mismo tiempo, también se
puede reflexionar sobre los orígenes objetivos e históricos del sufrimiento: guerras,
pobreza, hambre, explotación, hombres reducidos a objetos y a muertos en una lista, y
también el registro íntimo de las desdichas que se acumulan hasta producir las tragedias
invisibles de la vida cotidiana, tan bien representadas por Chejov o por Serwood
Anderson. En esas historias, seres sencillos van quedando atrapados por la rutina y el
tedio, también por la falta de iniciativa hasta caer en la melancolía, en existencias donde
la felicidad parece ser sólo una palabra, nunca una experiencia reconocible. En este
caso, la tragedia se interpreta como producto de un orden social, de un momento
histórico, y que como toda construcción humana es mutable y posible, por lo tanto de
ser modificada a través de la acción, pero no ya como restitución de un pasado
idealizado que se ha quebrantado, sino como posibilidad de creación de un orden nuevo,
que aspira a cumplir los sueños incumplidos del pasado.

Las obras de Shakespeare constan de un total de 36 obras, las que constituyen el canon
shakespeareano. Las más famosas tragedias son: Hamlet, Romeo y Julieta, Macbeth,
Ricardo III, y Otelo y las comedias : Mucho ruido y pocas nueces, El sueño de una
noche de verano, entre otras.

Romeo y Julieta utiliza su fuente del modo típico en que lo hacían los dramaturgos
isabelinos, quienes basaban sus obras en historias provenientes de Italia y Francia.
Shakespeare se inspira en historias previas para dar rienda suelta a su genio creativo,
que se manifiesta en la fuerza lírica del verso y en la riqueza de juegos de palabras,
además del dominio del género dramático. El tema de la obra, muy atractivo para los
espíritus románticos, causó un impacto permanente en la imaginación popular. De allí
surgieron gran cantidad de obras artísticas: películas, canciones, novelas, óperas. Una de
las mejores versiones cinematográficas fue la de Franco Zeffirelli (1968) con Leonard
Whiting y Olivia Hussey. La última, dirigida por Baz Luhrmann, ambientada en la
década del 90, con Claire Daines y Leonardo di Caprio, que muchos consideraron el
colmo de la posmodernidad y del kitsch. Hay también una célebre ópera de Charles
Gounod (1867) y una célebre obertura o fantasía orquestal titulada Romeo y Julieta
(1869).

Con respecto al marco general de ideas en el que se ubica la obra de Shakespeare, hay
que recordar que la concepción isabelina del universo era la de un orden cósmico
organizado y armónico, construido como una suerte de escalera o cadena de la creación,
en la que cada cosa creada tenía su lugar, su propio peldaño en la escalera o eslabón en
la cadena. En el punto más alto estaba Dios, creador y juez; en el más bajo, las cosas
inanimadas. En el punto medio se encontraba el lugar del hombre, que ocupaba una
posición magnífica pero vulnerable: era en este punto donde el mundo humano se
rozaba con el mundo angelical. El hombre era tierra y cielo, cuerpo y espíritu, bien y
mal, razón y pasión. En cualquier momento su naturaleza animal podía conducirlo al
derrumbe y sumirlo en la degradación, o el hombre podía caer presa del pecado del
orgullo o la arrogancia (la hybris trágica) e intentar exigir un lugar más encumbrado que
el que le correspondía. Mientras se respetara el orden establecido, la situación era
básicamente feliz. La clave de toda la existencia era la armonía, que residía en el respeto
por la jerarquía, la subordinación natural de inferior al superior. Debía haber orden en el
universo (macrocosmos), orden en el estado político y orden en el hombre
(microcosmos). Las tres esferas estaban interrelacionadas. En Romeo y Julieta, la lucha
encarnizada entre los Capuleto y los Montesco transgrede el orden artificialmente
armonioso creado por la hegemonía política monárquica, y que estaba vinculado con un
orden superior impuesto por Dios. Será el amor de los jóvenes enamorados lo que
causará al final la restauración de la armonía en el orden social. Son los mayores los que
deben pagar por sus pecados con la vida de sus hijos. La muerte de sus hijos es un
sacrificio en aras del mayor bien de la sociedad.

Romeo y Julieta es una obra temprana. La mayor diferencia con las tragedias posteriores
es que éstas son tragedias de carácter, mientras que Romeo y Julieta es una tragedia de
destino o fortuna. En la tragedia de carácter el héroe trágico es destruido porque hay
algo en él que contribuye a su propia destrucción: su hybris o defecto que lo lleva al
error y a la transgresión de las leyes inmutables. El hombre mismo es la causa de su
perdición. En la tragedia de fortuna o destino hay una fuerza exterior que lleva a la
inevitable destrucción del personaje trágico, que es una víctima de las circunstancias o
de los dioses. El prólogo de Shakespeare anuncia que es la tragedia de dos amantes que
tienen a los astros en su contra. La naturaleza del obstáculo que separa a los amantes es
tal que la unión sólo es posible con su muerte. Este es el secreto del amor romántico. En
el acto primero entra el coro y dice: “Dos familias, igualmente dignas y nobles, en la
bella Verona, donde hemos situado nuestra escena, encienden a partir de antiguos
rencores nuevas peleas. Con sangre ciudadana, se contaminan las manos
ciudadanas. De las entrañas funestas de estos dos enemigos, surge una pareja de
amantes a la que se oponen las estrellas. Tras una infortunada y conmovedora
caída, enterrarán con su muerte la discordia de sus padres. El tremendo recorrido
de este amor, signado por la muerte, y el odio sostenido de los padres, que sólo el
fin de los hijos logró aplacar, conforman el presente espectáculo de dos horas de
duración. Si le prestan su benévola atención, intentaremos con nuestro esfuerzo
enmendar sus faltas.” En este prólogo, el coro que en la tragedia griega representaba a
los dioses, en la tragedia de Shakespeare alude a la tradición popular, este yo social
cuenta brevemente la leyenda clásica y anticipa el final. Por eso, el coro explicita que no
se trata de una historia desconocida por el pueblo, ya que Shakespeare no inventaba sus
argumentos, sino como decía la fórmula consagrada: “Él vertía nuevo vino en viejos
barriles”. A pesar de esto, sus personajes no sólo son destruidos por la acción de la
fatalidad sino como consecuencia de sus propias acciones. Su visión del drama humano
supera la visión antigua y medieval de la predestinación y se enlaza con la idea de la
responsabilidad individual, más cercana al ideal del Renacimiento que a la tragedia
griega.

El amor romántico está constituido por una serie de características:

1) El amor es un sentimiento espiritual nacido de una pasión física. Un ejemplo es


cuando Romeo dice: “El amor es humo engendrado por el hálito de los suspiros”. El
humo es la consecuencia del fuego, y tiene como norte el cielo, además no posee
materialidad, es evanescente (asociado a la espiritualidad), hálito es la respiración
agitada que nos produce la presencia del ser amado. Por eso, en la combinación de lo
físico y lo espiritual encuentra el amor su hogar.

2) El amor padece una imposibilidad de realización en el mundo terrenal, pero se


consuma en el más allá. Su misma intensidad suprahumana lo hace chocar contra los
prejuicios y mezquindades del mundo, y en esa derrota alcanza su grandeza y su belleza
triste. Dice Romeo de Julieta: “Belleza demasiado rica para gozarla, demasiado
preciosa para la tierra”

3) El amor se subjetiviza a través de la naturaleza. Los sentimientos del enamorado se


expresan a través de la descripción de la naturaleza. “Y si los ojos de ella estuvieran en
el firmamento y las estrellas en su rostro”. El ser amado se compara con la naturaleza
porque ella aparece como modelo de belleza y perfección.

4) El amor supera los prejuicios y los intereses económicos. El valor del ser amado
radica en sus propias virtudes, no en su posición social ni en su linaje.

“Tú eres tú mismo, seas o no Montesco”. Los valores personales están más allá de la
pertenencia noble o no. Dice Julieta. “El amor de mi corazón radica en la bella hija
del rico Capuleto” dice Romeo.

5) El amor implica decisiones absolutas, oposiciones radicales, sentimientos extremos.

“Que me prendan, que me hagan morir. Si tú lo quieres, estoy decidido”. Dice


Romeo, cuando el acercamiento a Julieta implica poner en riesgo su vida.

“La muerte ha caído sobre ella como intempestiva escarcha sobre la flor más
galana de toda la pradera” dice la madre de Julieta, como si la muerte no hubiese sido
indulgente con su belleza y su inocencia y hubiera una tensión entre el blanco de su piel,
sinónimo de belleza y perfección y el blanco de la nieve, vinculado con la muerte.

“Apuñalado por los ojos negros de una blanca mozuela, atravesado de parte a
parte su oído por canciones amorosas”. El amor es como un rayo que sacude la
quietud del mundo y produce una revolución de los sentidos. Define al amor como la
síntesis de la dulzura de las canciones de amor con la violencia de la pasión que
embriaga y puede llevar a esa muerte metafórica, que significa lo absoluto o la muerte
literal como muestra el final de la obra.
“El destierro es la muerte bajo un falso nombre” dice Romeo luego de haber matado
en un duelo a Teobaldo (primo de Julieta) y haberse enterado de la decisión del rey:
debe abandonar Verona. Alejarse del amor de Julieta es una forma más sutil pero
igualmente efectiva de inexistencia. Si el destierro era la forma más cruel de castigo en
la antigüedad, ahora está agravado por el alejamiento del ser amado, única patria para el
amante

“La vida huyó hace tiempo de sus labios” dice la madre de Julieta. En esa
personificación impacta la oposición entre la vida y Julieta, en este caso representada
por una metonimia (cuando se toma la parte por el todo), labios, ellos, tan fríos como la
nieve hablan de la partida del ser amado.

BIBLIOGRAFÍA

1) Alighieri, Dante, La divina comedia, Buenos Aires, Losada, 2010.

2) De Rougemont, Denis, El amor y Occidente, Barcelona, Kairós, 2010.

3) Romance del Conde Olinos, anónimo.

4) Shakespeare, William, Romeo y Julieta, Buenos Aires, Cántaro, 2011 Estudio previo
de Nicole Feinsohn de Kovalivker.

5) Shakespeare, William, Romeo y Julieta, Buenos Aires, Colihue, 2010. Estudio previo


de Mariel Ortolano.

6) Shakespeare, William, Romeo y Julieta, Buenos Aires, Colihue Clásica, 2010.


Estudio preliminar de Rolando Costa Picazo.

7) Shakespeare, William, Obras Completas 1, Madrid, Aguilar, 2007. Estudio


preliminar de Luis Astrada Marín.

8) Williams, Raymond, Tragedia moderna, Buenos Aires, Edhasa, 2014.

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