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MARCO TEORICO

Objetivos

Objetivo principal

- Poner en práctica todos los conocimientos adquiridos a lo largo del


curso para el desarrollo e implemen-tación (simulación) de una
calculadora digital basada en el lenguaje de descripción de Hardware
VHDL.

Objetivos secundarios

- Implementar las operaciones de Suma, Resta, Multiplicación, División y


Raíz cuadrada en el desarrollo de la calculadora.
- Realizar las operaciones aritméticas propuestas incluyendo números
decimales (punto flotante).
- Demostrar el correcto funcionamiento de nuestro circuito mediante la
simulación y la aplicación del Test−bench.
-

Historia de la calculadora

A veces no somos conscientes de las facilidades que nos aporta una buena
calculadora científica.
No hace tanto que, para calcular un logaritmo o una razón trigonométrica,
necesitábamos grandes libros en los que ya venían calculadas esas
operaciones.
Las antiguas tablas de logaritmos llevaban los suficientes resultados para
realizar como mínimo una digna aproximación.
Incluso actualmente, cualquier persona puede comprar un telescopio y gracias
al apoyo de las calculadoras, conocer en profundidad el universo.

¿Pero cuando surgió la calculadora? Podemos afirmar que las primeras


“máquinas para contar” fueron los antiguos ábacos. Surgidos
aproximadamente en el año 800 a.C., no está muy claro su lugar de invención,
pero lo más seguro es que fuera en China, donde hoy día todavía se utiliza
mucho en mercados o para realizar las cuentas domésticas.
Muchísimo más tarde, a principios del siglo XVII, el matemático John Napier
creó el Ábaco Neperiano, que era una caja que incluía varillas con el ábaco
tradicional y otras que permitían agilizar la multiplicación.
Poco después, en 1642, el célebre matemático Blaise Pascal inventó la primera
máquina automática para hacer cuentas y la denominó Pascalina. Esta
máquina funcionaba gracias a una serie de ruedas dentadas y engranajes, y se
valía de las reglas de cálculo para su configuración y funcionamiento. Al igual
que el Ábaco, la Pascalina tan solo era útil para realizar sumas y restas. Su uso
se mantuvo hasta el año 1800, especialmente en Francia, para llevar la
contabilidad.

A lo largo del siglo XIX se comenzó el desarrollo y gran auge de


las calculadoras mecánicas, destacando entre ellas la denominada Verea Direct
Multiplier, inventada por el español Ramón Verea (por cierto, interesantísima la
vida de este inventor gallego). Esta calculadora fue la primera capaz de
realizar multiplicaciones y divisiones, lo que supuso toda una revolución en su
época.
Ya entrado el siglo XX, comenzaron las primeras calculadoras con teclas (las
anteriores funcionaban a base de palancas) y siguió el goteo constante de
nuevos modelos en los que las mejoras aparecían poco a poco. Un ejemplo de
avance fue la calculadora Curta, que fue la primera que cabía en una mano.
Otro ejemplo fue la calculadora SKA que fue la primera en resolver raíces
cuadradas.
Pero la gran revolución llegó en los años 70 del siglo XX con la aparición de
las calculadoras electrónicas, que funcionaban gracias al uso de pequeños
chips. Éstas aparecieron en Japón gracias a conocidas marcas hoy día como
Sanyo, Sharp o Canon, y se extendieron rápidamente por todo el mundo gracias
a su fácil manejo, su tamaño y peso que favorecían que se pudiera trasladar sin
esfuerzo, y por supuesto a sus precios que eran mucho más económicos que el
de las calculadoras mecánicas.

A finales de la década de los 80, comenzaron a comercializarse las


primeras calculadoras científicas y también las primeras calculadoras gráficas.
Aquí fue donde la marca Casio, que sin duda es la más famosa y utilizada
actualmente, dio un gran paso adelante marcando muchas diferencias con su
competencia.
Actualmente la calculadora es un elemento indispensable para el estudio de las
matemáticas, ya que nos permite avanzar de forma muy veloz la parte
numérica, y que podamos dedicar todo nuestro tiempo y esfuerzo al
razonamiento puro que requiera nuestro problema matemático.
Es cierto que los profesores de matemáticas muchas veces somos reticentes a
que nuestro alumnado comience demasiado pronto con su utilización, ya
que estimamos oportuno adquirir agilidad en el cálculo mental. Pero sí que es
cierto, que cada vez son más los profesores que proponen una introducción
escalonada de esta herramienta, realizando actividades concretas para que su
uso sea con responsabilidad y no para resolver cuentas del tipo “4+3”.
Actualmente son muchas las candidatas a ser la mejor calculadora científica,
pero salvo que realices estudios muy específicos de alguna rama de ingeniería
o similar, cualquier calculadora del link anterior es más que suficiente para
avanzar en tus estudios.

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