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Diario de Alexander Von Humboldt

Arribo a Santa Fe

Apenas se llega al Alto del Roble, se divisa enseguida una llanura cuyo término no alcanza la vista. Aún cuando uno
esté muy preparado para esta escena natural, no se asombra menos de encontrar a esta altura una planicie tan
parecida a las marinas. Uno ha pasado cuatro días encerrado en desfiladeros en los que a duras penas cabe el cuerpo
de la mula;

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Santa Fé mi Orinoco pág. 373

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Los ojos están acostumbrados a los espesos bosques, precipicios y montes rocosos y de repente ve ilimitados campos
de trigo en la planicie sin árboles. Y exactamente a esa altura, a la altura de los más altos Pirineos, el Canigou, en esa
atmósfera encarecida han levantado los hombres una gran ciudad... En esta planicie se encontraron por casualidad,
sin acuerdo, 3 Conquistadores en 1535, Federman y Belalcázar desde el sur y el osado Gonzalo Jiménez de Quesada
desde el Opón, este último por caminos ahora desconocidos y que no han vuelto a ser pisados, después de que
saliendo de Santa Marta, había pasado 6 meses sobre barcos de quilla en el Río Magdalena, y ya al querer abandonar
la expedición, fue animado a continuar en el Opón, debido a esta sal gema que anunciaba la presencia de minas, y
por malinterpretadas noticias acerca del Dorado y de la Laguna de Guatavita. La mayoría de sus acompañantes
murieron de hambre en el camino entre Opón y la elevada planicie de la sábana de Bogotá, ellos se comieron los
cueros sobre los que dormían... En esta planicie disputaron los conquistadores por el premio del Emperador y sin tener
en cuenta la distancia, decidieron buscar en Viena al Emperador para que zanjara la disputa... Qué ideas, despierta
la vista de estas praderas. Aun cuando estos trigales sonríen amablemente al europeo, sin embargo la meseta tiene
un carácter serio, triste y aún monótono a causa de la falta total de árboles y la severidad del clima. Al Oriente se
divisa una cadena de montañas a cuyos pies está situada la capital.

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Comparar con Cachemira aldeanamente; yo la he reunido en nota de mis Lineas isotermal, MSS.

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En Santa Fé, la expectativa por nuestra llegada fue singularmente excitada. Yo había escrito desde Turbaco al famoso
Mutis que el sólo deseo de verle y de admirar su obra me habían movido a preferir el camino por Popayán al
inmensamente más corto por Panamá y Guayaquil. Este sacrificio (y en realidad a causa del río Magdalena, no fue
pequeño) movió al Señor Mutis y a sus amigos a movilizar todo para proporcionamos un recibimiento honroso. Habían
situado botes a todo lo largo de todo el camino a partir de Guaduas, para conocer el día de nuestra llegada. La fiebre
de Bonpland y nuestra permanencia en Guaduas hicieron que Don Pedro Groot y sus amigos nos esperaran durante
10 días en Facatativá. Tan pronto como en el alto del Roble salimos del bosque a la ilimitada planicie (las sabanas de
Bogotá), ya encontramos carruajes y caballería para continuar más cómodamente el viaje. De hecho, uno se asombra
de encontrar en la cumbre de una montaña de unas 1870 toesas de altura, coches de Londres con resortes, y en la
ciudad una cantidad de barómetros, termómetros, máquinas de electrización, en la casa de Mutis telescopios
acromáticos, que fueron enviados a Londres en reparación y los cuales recorrieron felizmente el enorme camino dos
veces. A cuántos accidentes están expuestos todos estos instrumentos en el río Magdalena y en el camino rocoso de
Honda al Roble a veces apenas de 7 pulgadas de amplitud.

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[Anotaciones al margen izquierdo de la pág. 61:] Después que los españoles habían hecho establecimientos en
Panamá, Darién, Santa Marta y Cartagena, Quesada, en abril de 1536, so situó con 600 hombres de infantería y 100
de caballería, en las montañas de Opón y luego de haber perdido 500, pasó por Vélez hacia las llanuras de Ubaté, y
Bogotá. Seminario I, pag. 401.

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Historia. Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada en la América por el Padre
Joseph Cassani, Madrid 1741, escrita en España, basándose en 2 MSS americanos del Padre Pedro Mercado y Padre
Juan de Rivero.

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Ver arriba pág. 12. Exportación a China 1802 - 1804. Sem. II. pág. 28.

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En Facatativá, una aldea india en la que los habitantes comercian con el Cinchona descubierta por Mutis (se ve secarla
delante de todas las casas), encontramos al Secretario de Mutis, Carbonel, a algunos pintores, al joven Rublas de
Antioquia y pariente de Montenegro, todos con ruanas de lana según costumbre de la región. Uno cree ver una reunión
de mendigos cuya cabeza sobresale del saco. La aldea denuncia tan poco como Fontibón, de donde partimos el 7 de
julio, la cercanía de una capital. Casas de caña de bambú y pegadas con greda. El nivel termométrico por las noches
de 6° Reaumur y este frío nos ha caído muy pesado lo mismo que el aire enormemente enrarecido.

El camino a Fontibón va siempre a través de la planicie sin árboles llena de papas, trigo y avena, pues aquí se alimenta
a los caballos con avena. Un poco más al suroeste del Roble desaparece el esquisto arcilloso y sobre éste se
superpone una formación estratificada que llena la alta cumbre de la montaña, la Sabana de Bogotá. Sobre el esquisto
de arcilla fósiles, arenisca vieja llena de cuarzo y de piedra de Lídice, sobre éste, depósitos de Letten con yeso foliado
y sobre éste, caliza. La última, muy parecida a la formación jurásica, está en la mayoría de los puntos a flor de tierra,
especialmente en las colinas que están situadas contra las altas crestas de las montañas. Estas sabanas de Bogotá
son en verdad (como lo denuncia su ilimitada extensión, el Letten y el lodo del que están cubiertas, y también la vieja
tradición) el suelo de un antiguo lago extinguido. El desbordamiento (salida del agua) parece especialmente haber
sido en Canoas. Es un fenómeno común a todas las regiones del mundo, encontrar lagos sobre altas cumbres de
montañas, especialmente en valles altos, como en los Pirineos, en los Alpes saboyanos, en los Carpatos. Donde ya
no existen grandes lagos, por lo menos se ven claramente sus huellas, (por ejemplo en el valle de Urser antes de que
ocurriera el desbordamiento del Reuss en al agujero del Urser y el del Diablo, asimismo la planicie inmediatamente
debajo de la cima del Monteblanco), o pequeños residuos de agua, como por ejemplo en Gothard donde lagos
escalonados están unidos a través de las gargantas en San Bernardo en los Cárpatos en Oiçow y Trescemiensciz, y
en otras montañas que he escalonado. ¡Ver mis papeles geognósicos en Europa! En la parte de los Andes que se
extiende desde Popayán hacia Santa Marta existen, aún ahora, considerables lagunas (lagos) en grandes alturas de
1 a 2.000 toesas, tal como la de Tota, circular y de 5 millas de circunferencia, en la que vive legendario pez cetáceo
Buey, la laguna de Fúquene a la que el Obispo Piedrahíta (Historia general del Nuevo Reino de Granada, pag. 5) da
10 leguas de longitud, la laguna de Guatavita en la que los principes de antaño sacrificaron tantos tesoros....

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Vientos solo sur y este (?) en Nueva Granada tiempo sereno. Sem. I. p. 260.

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Cómo orinan los habitantes de la costa en Santa Fé, descaman la piel, se les inflaman los ojos (estado inflamatorio)
Seman. I, p. 252.

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En Fontibón encontramos un recibimiento esplendoroso.

Se había reunido lo más distinguido de la ciudad para damos la bienvenida según la costumbre española, el asesor
de Virrey, el Secretario del Arzobispo, el Rector del Colegio del Rosario, el marqués de San Jorge, Don José María
Lozano (educado en España como su hermano Don Jorge, inteligente, muy instruido, especialmente lo último, en
Química antiflogística, alumno de Proust)... Cerca de Fontibón admiramos las avenidas de árbol loco muy común aquí,
una Polymnea de 20 pies de altura, hueca por dentro, de tal manera que un adolescente rompe el árbol con una mano,
la bella Vallea stipularis, junto a los caminos la borrachera o Datura de flores grandes.

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(Anotaciones al márgen izquierdo de la pág. 63:)


Solís

El Virrey Solís ingresó, después de que terminó su gobierno, como lego en el convento franciscano de Santa Fé. Allí
fue fraile lego durante 8 años. En el noveno año se hizo consagrar sacerdote y en el décimo año murió siendo guardián
de este convento.

Creencia ciega en las Ciencias. Caldas propone pasear a caballo con un turbán eléctrico para fortificarse. Sem. I. pág.
256.

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En los caminos de las afueras de Santa Fé en todas partes Borrachera, la Datura arbórea de flores blancas (en
Almaguer descubrimos otra más eficaz, de flores amarillas). Por la tarde sus flores difunden un exquisito aroma. Los
indios preparan una bebida mágica con la semilla del Borrachero, unas veces para ver arder las Guacas (túmbas que
esconden tesoros de los antepasados indígenas), a veces para narcotizar una muchacha y violarla. La bebida se llama
Tongo. Cuando Quesada llegó a Nemocón en el Llano de Funza con sus guerreros, los indios dieron maliciosamente
a los españoles la bebida embriagante del Borrachero. Quesada, (así lo dice el mismo en la Historia de sus
expediciones. Véase Piedrahíta, quién utilizó el MSS.), se asustó cuando vio a todos los suyos, todo el ejército
enloquecido y aletargado, sin encontrar la causa. A la mañana siguiente recuperaron el sentido; sinembargo (agrega
el tan ingenioso como valiente joven en sus MSS), me parece, “como si nos hubiera quedado a todos una buena
porción de locura, pues que otra cosa puede ser sino locura guerrear contra indios inocentes, y abandonar su patria
para robar objetos sobre los cuales no se tiene el menor derecho”. Una singular confesión en boca de un conquistador.
El sacerdote que daba los oráculos en el templo del sol de Sogamoso masticaba igualmente la semilla de la Datura!

Cotos, como aparecen en las montañas, despiertan gran temor, Caldas.

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Semanario 1, páginas 262 – 267 en Corazón, página 265.

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(Desde <hasta> apéndice complementario):

<En el Chocó, un barril de 6 a 7 arrobas de harina norteamericana cuesta de 64 a 100 pesos. Una carga de harina
pura de Santa Fé, de 64 a 70 pesos. Véase páginas 172 y 194?>

Cereales

En América pocos países, tal vez exceptuando sólo a Chile, producen tanto y tan excelente cereal como el Reino de
Nueva Granada. Aún en el Llano de Bogotá, donde el suelo es arenoso y el clima muy frío, se cuentan 10 y 12 cereales.
(Injustamente se compara a las regiones frías del trópico, planicies de 1.000 a 1500 toesas de altura en las montañas)
con Polonia y Rusia, se dice, inexactamente, que en Polonia y Rusia el aire es más frío que aquí cerca al Ecuador...
Por lo que éste o aquel fruto deberían desarrollarse igualmente bien. Evidentemente el termómetro nunca desciende
aquí bajo 0°, pero en Europa del Norte el aire es durante 3 meses casi tan caliente como en Cumaná y Cartagena. En
las cortas noches de verano (en las que el aire y la tierra no tienen tiempo de enfriarse) el termómetro está casi
ininterrumpidamente durante 3 meses entre 20 y 26° Reaumur, en tanto que en las regiones montañosas del trópico
se eleva a duras penas hasta 18°, la mayor parte del día está en 14 – 15° y todas las noches desciende hasta 6 u 8°.
Así pues, aquí falta decididamente el calor que incuba y que mezcla los jugos necesarios para el crecimiento y la
maduración de los frutos. Aquí reina una eterna primavera, la primavera que soñaron algunos astrónomos con una
posición correcta del eje terrestre y la que en efecto podría ser igual a un eterno invierno, una temperatura media en
la que todos los seres orgánicos enferman).

La región alrededor de Ocaña, Tunja y Santa Fé, produce en su mayoría trigo. Ver las Memorias de Cavero para el
Virrey Góngora en Octavo de mi diario de Viaje de Habana a Cartagena. El cultivo de grano debería ser para el Reino
de Nueva Granada un artículo como el azúcar para la isla de Cuba, el Reino podría abastecer de cereales a las islas
de las Indias Occidentales y aún a España, si no se opusieran a este comercio de grano los comerciantes y
contrabandistas favorecidos por el Gobernador de Cartagena. Para efectuar el tráfico ilícito con las colonias
extranjeras, Cartagena pretende que el cereal (harina) del Reino de Nueva Granada no se conserva, simplemente un
pretexto falso para traer artículos de contrabando de Santo Domingo y Jamaica con el pretexto de la harina
norteamericana. A menudo se ha encontrado ropa debajo de la harina. De allí que la harina del reino sea tan barata a
causa de la escasa venta, en tal forma que los hacendados reducen su siembra a la 8ava, parte de lo que podrían
sembrar. En Santa Fé, 1 carga de trigo, o sea 10 arrobas, vale entre 3 y 4 piastras, con frecuencia solo 20 reales; 1
carga de harina refinada, harina floreada, 10 arrobas, vale de 8 a 9 piastras, harina mezclada, con salvado o harina
con afrecho, 1 carga, 5 o 6 piastras, esta última a menudo vale apenas 3 piastras, en Tunja. En Cartagena se puede
suministrar harina refinada de Santa Fé, 1 carga, 10 arrobas, por 18 o 19 piastras. Así lo recibe la pequeña Morine de
Cartagena, según contrato con empresarios de Santa Fé. Por el contrario en Cartagena, 1 barril de 6 a 7 arrobas de
harina refinada extranjera (en su mayoría norteamericana) cuesta de 25 a 30 pesos, y como los negociantes que
efectúan el comercio (y el contrabando) de harina americana, tienen bajo su poder a los pocos panaderos por medio
de adelantos, pues los panaderos son en parte empleados dependientes de ellos, y nadie hornea en casa, así la harina
barata del Reino de Nueva Granada no tiene venta en Cartagena. Se cree que si en Cartagena se prohibiera por algún
tiempo la importación de grano extranjero, entonces tendría aceptación la harina de interior y el público perdería el
arraigado prejuicio. En tiempos del Virrey Flórez existió de hecho una prohibición semejante, aumentó el cultivo en tal
forma que la Habana era abastecida en gran parte con harina del reino. Pero los negociantes más adictos al
contrabando supieron presionar en España para obtener nuevas órdenes y la importación de harina fue permitida para
estimular el comercio de la metrópoli, tal como si España tuviera que exportar su propio grano.

Apertura y mejoramiento de caminos (como el que pasa por Tegua y Medina hacia el Llano de Casanare) y libre
comercio sobre el Meta estimularían así mismo el cultivo, para abastecer con harina a Guayana.

Viaje al Salto de Tequendama

26 - 27 de Agosto de 1501

Sobre el antiguo mito del río Funza y el desagüe del lago, ver arriba, pág. 75. El Obispo Piedrahíta, Historia General
del Nuevo Reino de Granada, pág. 18, dice (había vivido ya largo tiempo en Santa Fé), que el Salto está a 8 leguas
de distancia de Santa Fé, que esta a una media legua de altura, y que se oyen ruidos a 7 leguas de distancia. ¡La
distancia es de 4 millas marinas. La altura de 90 toesas, y no se oye ruido a una distancia de un octavo de milla!

Salimos a caballo el 26 de agosto por la noche con el oficial mayor de la Secretaría del Virrey, parlanchín y parecido
a un tallo de rosa, Don Ignacio Tejada, con Don Pedro Lastra, Don José Ayala... hacia Soacha; dormimos donde el
Padre Franciscano del lugar, el Padre Palanca, quien como cura tiene un ingreso anual de más de 3.000 piastras, (un
hombre gordo y bonachón). El 27 por la mañana cabalgamos por Canoas, sitio donde de vez en cuando paran los
Virreyes en una región triste, sin árboles, hacia el Salto, unas 4 millas marinas al suroeste de Santa Fé. Hasta Canoas,
el camino va a través de un llano uniforme, a lo largo de la cadena montañosa que limita por el sur la planicie. En
Tunjuelo hay yeso a flor de tierra, toda la demás arenisca., la forma de las colinas, especialmente de las que se elevan
en la planicie en forma de islas cerca de Canoas, demuestra la verdad de la tradición de Bochica. Todo lleva las huellas
de una gran inundación. Enormes masas de piedra se han deslizado de los cerros en todas partes, y se observa que
los cantos de las montañas han estado sometidos a la fuerza demoledora del agua. En las grietas de estas rocas que
se han deslizado, crecen nudosos árboles de nopal, Cactus Opuntia, sobre los que algunos campesinos pobres crían
cochinillas. Por eso las hojas del nopal se ven como nevadas o como cubiertas de telarañas. La cochinilla es excelente
pero la cantidad muy pequeña. Yo exhorté a la sociedad patriótica que se está constituyendo ahora a que fomentara
esta cría por medio de premios.

Alrededor de Canoas el río produce enormes inundaciones y forma unos recodos impresionantes. Las inundaciones
son muy útiles por la sequedad del suelo (arenisca en escombros, arena, por lo tanto a pesar de la niebla perpetua,
páramos, eterna falta de agua en la planicie, sequía. El suelo es muy arenoso y la evaporación enormemente grande
por la poca presión barométrica!). ¿Por qué no se ponen presas para inundar artificialmente? ¿Por qué, para ganar
tierra que es aquí tan cara, no se le da un curso mas recto al río? Solo se necesitaría hacer trincheras de apenas 80
pies, así de cerca esta un recodo del otro. ¿Pero se temen procesos? Y este miedo paraliza aquí todo! Esta parte del
valle (pues es más bajo y aprovecha la niebla que sube del Salto) es en su totalidad más fructífera. La hacienda de
Canoas tiene fama de que su trigo es el que so conserva por más tiempo sin alterarse. Lo que se le reprocha al grano
del Nuevo Reino, en comparación con el cereal norteamericano y europeo, es su falta de conservación. Aún no se
sabe si la causa reside en el suelo, en la sequedad o en la molienda (*) También es exagerado el defecto (ya que
Cartagena obtiene un gran provecho de la importación por mar y el beneficio del contrabando). La importación
permitida en Cartagena de cereal extranjero, hace que los campesinos del interior no cultiven más los campos, pues
no pueden venderlo. La producción de trigo de la hacienda de Canoas es de 5.000 fanegas anuales.

El río que forma la terrible caída, tiene aún ahora, diferentes nombres, según la antigua costumbre indígena en el
Llano de Bogotá. Su origen más distante está en la Parroquia de Hatoviejo, unas 7 leguas al norte de Guasca. El
riachuelo corre hacia el sur rumbo a Chocontá, bajando desde el occidente del Alto de San Vicente, entra por el
extremo norte del Llano de Bogotá, entre Suesca y Sesquilé, a la planicie, fluye por entre Calzón, Gachancipá y
Tocancipá, forma la cañada entre la colina de forma de isla de Tibitó y la cresta montañosa sobresaliente de la montaña
de sal gema de Nemocón, y se reúne bajo el nombre de Rio Tocancipá, con el río Barandillas que fluye desde el Cerro
de los Tunjos. A partir de esta unión el nuevo río se denomina río de Bogotá; éste recibe el caudaloso río de Sopó,
persigue su curso hacia el sur y penetra cerca a la cadena occidental de montañas; puesto que la parte del Llano de
Bogotá, entre Facatativá y Fontibón es la más baja, el río forma aquí considerables pantanos, restos del antiguo lago
Funza, de allí la cantidad de aves acuáticas, Platalea, Ardea, Phoenicopterus..., y los mejores pastos (**). Más hacia
el sur el río Bogotá se une al río Techo que pasa por Fontibón (y que recibe á los dos ríos de Santa Fé, el rió de San
Agustín y el de San Francisco), por último más hacia el sur aún, se une al río Serezuela y el río Bosa o Tunjuelo (de
los cuales el primero brota de la Sierra entre Facatativá y Bojacá, y el último en el valle de Usme rico en yeso). Según
esto, el río Bogotá recibe todas las aguas del gran Llano de Santa Fé. En Canoas, no obstante, éste tiene solamente
137 pies de ancho y máximo 5 ½ pies de profundidad - una prueba de la desmesurada evaporación en la reducida
presión barométrica del aire, y de la mucha agua que se estanca en los pantanos. Seguramente que los árabes y los
peruanos colocarían presas (diques) en el río para causar inundaciones artificiales en una llanura tan aquejada por
las sequías. Pero aquí viven españoles... Al sur de Canoas está la hacienda de Tequendama (que fuera un pueblo
indígena) y por ésta tiene la cascada el nombre Salto de Tequendama, pues el río mismo nunca se llamo así, sino
Funza. Al suroeste de Tequendama el río se curva por entre un estrecho valle rocoso abierto por él mismo, en el que
queda el Salto, para llegar allá se cabalga en diagonal sobre la montaña, saliendo de Canoas. Desde la altura junto a
Chipa (barómetro corregido a las 8 de la mañana, 248,2 líneas. En Soacha, a las 6 de la mañana, 249,4 líneas) se
tiene una excelente vista. Debajo se observa un precipicio del que, semejante a un holocausto, ascienden espesas
nubes (el salto) y en la azul lejanía se divisa la tierra caliente la cálida llanura de la mesa de Juan Díaz, del Tigre...
Aquí se tropiezan los más diferentes climas. Uno mira, rodeado de encinas, en una atmósfera en lo que el termómetro
desciende hasta 0° y que por lo general señala de 8° a 9° Reaumur, a una llanura de palmas en la que crece caña de
azúcar, plátano... Y desde Chipa hasta Tigre so puede calcular una distancia de apenas 2.500 toesas en línea recta
(por elevación). Yo he visto cascadas más ricas en agua y sin embargo, nunca observé sobre ninguna un nubarrón
tan permanente y espeso como sobre el Tequendama. Acerca de la influencia del Salto sobre la humedad de medida
del Salto carta de Rivero de Santa Fé, véase página 75. Esto grueso nubarrón, que uno ve desde Santa Fé flotar
permanentemente sobre Canoas y que de cerca representa un espectáculo extraño, proviene seguramente de la
delgadez del aire. El salto del Rhin, el Pissevache, los Saltos del Orinoco y otras cascadas ricas en agua que yo he
visto están en regiones en las que la densidad del aire es igual a 27 y 28 pulgadas, allí donde el aire puede recibir
bastante agua y el calor que (en el trópico en todo tiempo, en el Rhin durante la época caliente) reina, aumenta en
parte la afinidad del menstruum con el agua, y en parte también el proceso desconocido por el cual los vapores acuosos
se descomponen en el aire. Aquí en el Tequendama todo es diferente. El termómetro asciende a solo 21 pulgadas. El
aire es permanentemente frío, aún más frío que lejos del Salto por el desmesurado enrarecimiento, por lo general de
8° a 10° y con frecuencia 0° Reaumur. El menstruum delgado y frío puede disolver poca agua. Este deja caer
enseguida nuevamente gran parte de lo disuelto. También la descomposición del agua sólo puede ser reducida, pues
la electricidad que provoca la caída de agua, aunque es seguramente muy grande, lo mismo que en todas las regiones
de aire enrarecido, en cambio falta el calor tan necesario para todos los procesos químicos.

El camino desde el alto de Chipa hasta el Salto (el queda en horizontal 5 hacia occidente, visto desde Canoas. Ver mi
plan topográfico del Llano de Bogotá), es muy cómodo, y tanto más cómodo cuando uno ha vivido largo tiempo en
Santa Fé y esta desacostumbrado a ver una hermosa vegetación tropical. El bosque está constituido por encinas
musgosas. Aralias fol. trilobis, Coffea occidentalis, Lloas camaronas, Alstonias theeiformes, algunas Cinchonas (de la
amarilla), Cupheas de flor grande, Begonia de flor púrpura grande... Habían tenido la gentileza de mejorar el camino,
como apenas lo hacen para los virreyes. Habían excavado escalones en los cerros escarpados para colocar alrededor
del Salto un parapeto de madera en los puntos más peligrosos. La última parte del camino cuesta abajo es bastante
peligrosa, especialmente cuando el suelo está húmedo, humedad que produce la niebla que sube del Salto, sin que
llueva. El aspecto del Salto es infinitamente bello. Yo lo vi primero de lado, cuando me coloqué estirado sobre el banco
de arenisca que el río deja en parte seco. Posteriormente lo observé por delante a alguna distancia. El Pissovache en
Wallis y la caída de agua que vi entre la Bonneville y Chamonix, son más altos pero tienen menos agua; la cascada
del Rhin y las cataratas del Orinoco son mucho mas ricas en agua pero de menor altura. El hecho que se ha afirmado
durante largo tiempo de que el Tequendama sea la más alta caída de agua del mundo (Ver Bouguer), es
completamente infundado, pero yo creo que no existe ninguna caída de agua de esta altura por la que se precipite
tanta agua y en la que se evapore tanta. El aspecto es en realidad más bello que aterrador. Como tan poca agua
alcanza a caer hasta abajo, por la altura tan grande, como el abismo que forma el lecho del río de abajo (en este punto
ya no es llamado río Bogotá sino río Sagasugá), es tan estrecho y evita con sus recodos la propagación del eco, por
eso, el ruido no es muy considerable. Uno oye la caída apenas a 1/8 de legua de distancia, y cuando se está cerca so
necesita hablar poco alto para entenderse, de ninguna manera gritar.

La gente que vive cerca del Salto de Tequendama no son ni tan sordos ni tan catadupas, como dice el autor que se
hace pasar por ilustrado en el Papel Periódico de Santa Fé 1790 [1793], pág. 279. El río está tan restringido en la parte
de arriba por altas rocas, que tiene a duras penas 54 pies de ancho. La cantidad de agua que cae en el nivel medio
parece tener un perfil de 758 pies de acuerdo a la medición que hice en Canoas. La caída de agua tiene unas 90
toesas de altura, pero la aguas sólo rebotan una vez cuando el nivel es alto, alejadas de la pared. Cuando el río está
poco profundo (y así lo ví yo), el espectáculo es más bello. La pared de la roca por la que se precipita el río tiene dos
salientes, un escalón a 5 toesas de profundidad y el segundo a 30. Cuando el nivel del agua está más bajo, las aguas
se precipitan verticalmente cerca a la pared, y la caída de escalón se asemeja entonces a una verdadera cascada. En
la parte superior de la caída se ve el agua dividida en hilos plateados en forma de perlas, pero a 50 toesas de
profundidad la evaporación de la espuma presenta un espectáculo de tal belleza como no he visto en ningún lugar, ni
en el Rhin ni en Wallis. Uno ve el agua desaparecer en el aire. Copos de espuma que corren hacia abajo demasiado
cónicamente por el peso, se alargan paulatinamente. Los españoles comparan, no sin razón, la caída de estos copos
con voladores. Uno persigue un copo con la vista, lo ve volverse más y más delgado hasta que desaparece en el aire.
Solo algunas estrías gruesas de agua alcanzan a caer como agua en el abismo. La evaporación es tan
monstruosamente grande que vista por delante, la caída de agua parece un tapete de plata cuyas borlas apenas tocan
la tierra aquí y allá. El río de abajo que tiene apenas 1/3 de la cantidad de agua del de arriba (seguramente más a
consecuencia de la descomposición química del agua y del soplo del viento, que de la disolución en el aire) se forma
en gran parte con el agua que se precipita del aire. Cuando dije primero que el Salto de Tequendama era un
espectáculo más bien gracioso, bello y amistoso, que un fenómeno que produjera tenor, entonces, exceptúo la parto
inferior de la caída. Al mirar hacia abajo en el estrecho abismo (apenas 30 pies de ancho), la niebla que se asemeja a
nubes desgarradas, este abismo llena y oscurece el panorama de masas salvajes de roca, que como testigos de
revoluciones de temblores de tierra forman el lecho del río inferior, todo esto tiene algo de atroz Aqueronte. Al lado del
Salto se eleva una pared rocosa que es muy nombrada porque parece en realidad haber sido labrada en forma vertical
por manos de artista. Como los estratos de arenisca caen allí extendidos, por eso parece tener aún más forma de
muralla. El gran perfil desnudo de esta pared rocosa contrasta bellamente con la espesa vegetación boscosa del
abismo rocoso inferior. Aquí y allá descuellan palmas entre las matorrales, verdaderas palmas, no Polypodium
arboreum, una señal (no como dice comúnmente de la desmesurada altura de la caída, ¿Qué cambio de clima pueden
producir 90 toesas?) de lo mucho más caliente que es la atmósfera en un abismo encerrado inaccesible para el aire
frío. Después de que observé el Salto desde arriba, me decidí a visitar la cercana mina de hulla (un estrato de carbón
esquistoso de ¾ de toesa de extensión, en arenisca; la cubierta es arcilla endurecida y sobre ésta, arenisca quarzosa,
es decir, hulla en arenisca como en Turingia) y después, con gran cansancio, bajar el largo camino de la Culebra hacia
la quebrada de la Povasa y desde allí, aferrándose a las ramas de los árboles como arañas, bajar hasta el lecho mismo
del río inferior. La última parte del camino es bastante peligrosa y yo estuve a ratos temeroso de romper el barómetro
y regresar sin tener noticia de la cuestión. Pero todo resultó a pedir de boca y caminamos a pie (me acompañó
únicamente D. Josef Ayala) desde las 7 hasta las 2, 7 horas completas sin descansar.

La humedad que reina en el abismo, me causó un fuerte dolor en el cuerpo, por ello encontré muy fatigosa la
expedición.

Abajo el río se llama Río de la Mesa, del Colegio, o de Tocaima, página 160.

No contribuirá mucho a la hermosa vegetación, además de la humedad, la electricidad del aire provocada por todo
Salto (acertadas pruebas hechas en Suiza sobre los Tralles) que se observa alrededor de todas las caídas de agua.
¿Disfrutan aquí las plantas de una lluvia eléctrica continua? Y en el Tequendama (como en todo aire montañoso) la
electricidad debe ser muy fuerte. Yo lamento no poder analizar este fenómeno, que analicé frecuentemente en Europa,
porque olvidé impensadamente traer al salto mi electrómetro voltaico. En Santa Fé se tiene la opinión, de la que
disienten los habitantes de Canoas, que el Salto solo puede verse hasta las 9 de la mañana, porque so oculta otra vez
en espesa niebla. Sobre el Salto nunca faltan las nubes formadas por los vapores que suben. Estas se ven diariamente
desde Santa Fé. Abajo en el abismo se encuentra asimismo siempre niebla, semejante a nubes desgarradas (aquí las
paredes del abismo contribuyen seguramente también mucho a la descomposición de los vapores). Pero en los días
serenos la parte superior del Salto es clara y sin niebla, desde la salida hasta la puesta del sol. El hermoso arco iris
cambiante con la posición del sol, falta tan pocas veces en el Salto de Tequendama como en el Rhin y en Staubbach.
Uno no debe comparar los objetos de la naturaleza y así robarse así mismo la alegría. Pero yo no puedo menos que
decidirme a añadir que: la caída de agua del Tequendama es un espectáculo grandioso, hermoso, y en la parte inferior
un atroz Aqueronte. Pero a pesar de la vegetación indígena, del abismo y la gran altura, nuestra caída del Rhin
alemana permanecerá siempre en mi ánimo alemán como una impresión perdurable. La caída del Rhin es un
fenómeno más ruidoso. El terrible estruendo que se capta desde la Galería, el mar de espuma que pasa corriendo con
toda la fuerza junto a uno, conmueve el espíritu e invoca pensamientos grandiosos y solemnes. Pero aun más grande,
más maravilloso y más terrible; lo más terrible y los más deliciosos que yo he visto unido en la naturaleza con Cataratas
del Orinoco cerca de Maipures. Qué panorama desde las rocas de Manimi hacia abajo; un río de 2.000 toesas de
ancho que se lanza espumante de arrecife en arrecife a lo largo de 3.000 toesas, y en medio de esta creciente tronante
y espumante, islas y peñas adornadas con palmas y con todo el esplendor y la vegetación indígena...

Medida

Hay grandes discusiones en Santa Fé sobre la altura del Salto. En los tiempos antiguos se confundía el gran salto del
que aquí se habla con las pequeñas caídas y cascadas que le siguen hasta el oeste de la Mesa de Juan Díaz. Por
esta razón Piedrahíta y otros hablan de una caída de ½ legua de altura. Bouguer lo supone así sin haberlo observado.
En tiempos del Virrey Espeleta, hombre rígido pero muy activo y útil para el país, se encargó al Brigadier don Domingo
Esquiaqui (comandante de la Artillería) de medir el salto para enviar el plano a la Corte. Hizo una medida geométrica
desde lo alto, supongo, pero uno de los ángulos del triángulo era inferior y 1° y los instrumentos con los que operaba
tenían errores superiores a los 30’. Hizo sondeos (Sondaleza) y encontró 5 toesas desde arriba hasta el primer escalón,
39 toesas del primer escalón al segundo escalón. Del segundo al tercer escalón y al fondo 89 toesas. Profundidad del
pozo (abismo, pozo), que la caída ha labrado, 20 toesas. Entonces la caída, sin el pozo, mide 113 toesas. Se debe
confiar muy poco en este sondeo.

Se hicieron sondeos en la propia caída, en donde el agua que cae produce un viento tan fuerte que la sonda no cae
de ningún modo perpendicularmente.

El señor Mutis ha hecho experimentos sobre esto y ha observado desviarse la plomada de una manera que lo hace
pensar que este método es completamente infructuoso. He pensado si no se podría tender una cuerda al nivel de la
parte superior del río, pero alejada de la caída, entre los dos peñascos. Sobre la cuerda se fijaría una polea mediante
un nudo corredizo. Se haría pasar la polea a la mitad del abismo y por su ranura se podría hacer descender la plomada.
Se sondearía hasta la superficie del agua, hasta donde se puede ver descender la plomada. Cualquier sonda en el
agua es infructuosa. El lecho del río está tan lleno de piedras y es tan desigual que es imposible darse cuenta cuando
la sonda toca el fondo.

La profundidad de 20 toesas, que el señor Esquiaqui da al pozo, es poco probable a causa de la dureza de la arenisca
y de la muy pequeña cantidad de agua cuyo choque no hubiera podido labrar tan formidable concavidad. Si este pozo
existe, se debe a qué, en tiempos remotos, el lago Funza, venciendo los peñascos que le rodeaban, se abrió paso
(rompió el dique, ayudado quizá por temblores de tierra a los cuales está muy expuesta esta llanura) y arrojó entonces
una inmensa cantidad de agua por el estrecho paso del Tequendama. En mi proyecto de sonda, la cuerda se curvaría
y habría que medir ab. Pero la localización del Salto se opone a la ejecución de todo el proyecto. Seria casi imposible
fijar la cuerda al nivel de la parte superior del río, alejada del aire agitado y de la propia caída. El frontón del oeste
impide que se camine por allí; es un acantilado. El papel periódico de Santa Fé, 1793, p. 278, da una medida
barométrica del señor Esquiaqui en la cual los datos y el cálculo son tan erróneos que se creería todo suposición sino
fuera por el respetable nombre del autor. Barómetro en lo alto del Salto, 23 pulgadas 8 líneas, medida con respecto al
Rhin. Abajo: 22 pulgadas 3 líneas. Supongamos que las estaciones superiores e inferiores fueron tomadas una por la
otra (aunque el autor agrega que por esas observaciones sabe que la atmósfera abajo es mas enrarecida que arriba),
la diferencia entre ellas da 289 toesas. Ahora bien el señor Esquiaqui dice que el río tiene 50 ½ toesas de de snivel
desde la caída (punto donde las aguas caen) hasta el sitio donde tomó la medida; el Salto tendría en consecuencia
239 toesas de altura o sea 3 veces más (Véanse los experimentos sobre la caída de los cuerpos). Pero el autor calcula
estas observaciones de otra manera; contando, según dice, 10 toesas por línea encuentra 164 toesas.

Ahora, para acomodar esta medida a la de la sonda cuenta 50,5 toesas de y a x (ver el dibujo), valor puramente
arbitrario, pues no veo ninguna posibilidad de evaluar este desnivel desde y hasta x, obtiene la altura de la caída y =
113,5 toesas; acuerdo aparente basado en la falsedad del cálculo barométrico y en suposiciones arbitrarias. Pero me
pregunto además, como pudo dar el barómetro en el Salto 23P 8li con respecto al Rhin, cuando su verdadera altura y
es de 254,8 líneas con respecto a París, (como lo prueban mis observaciones y las del señor Mutis, así como lo
demuestra la altura promedio del barómetro en Santa Fé y el escaso desnivel que hay hasta el Salto). Además el
barómetro marca menos abajo que arriba, menos en x que en z. El señor Esquiaqui da para el termómetro 5° en z y
78° en x, la primera medida en Reaumur y la segunda en Fahrenheit, números que cuadran muy bien con lo que dice
en la Memoria citada, sobre la enorme diferencia de clima entre z y x. Estuve por la mañana, a las 8, en z y el
termómetro marcó 11°,9 R, descendí al abismo a las 12 ½, con cielo sereno y sol radiante, y el mismo termómetro no
marcó, en la sombra, sino 12°R. Se vé pues que el clima es el mismo. La gran evaporación en la cual el calórico se
vuelve latente impide que los rayos del Sol produzcan calor abajo.

Herboricé en la parte inferior del río, o Sagasugá, y en la quebrada de la Povasa y encontré exactamente las mismas
plantas que en Chipo, 160 toesas más arriba. Repito entonces que la pequeña altura del Salto no produce diferencias
en el clima. La existencia de palmas abajo es lo único que parece probar un clima más templado. Creo que se debe
atribuir tal existencia al abrigo de los vientos fríos que soplan en la sabana de Bogotá, provenientes de los páramos
de Chingaza y Cruz Verde, de que gozan allí estos vegetales; también al hecho de que cuando estos vegetales crecen
en abundancia en un sitio trepan fácilmente aclimatándose en sitios vecinos aunque sean mas fríos. Hemos visto en
la Silla de Caracas Heliconia con Beforia. Las palmas son naturales en el Tigre y en la Mesa de Juan Díaz trepan
insensiblemente a lo largo del río Sugasugá hasta el Salto, pero no pasan de allí. No pasan más allá de la gran muralla
de arenisca (de esta escarpada muralla) que forma el Salto. La quina amarilla, que el señor Esquiaqui cita como
testimonio de clima caliente, crece con mayor abundancia arriba, cerca de Chipo, que en la parte inferior del río. ¿Si
el clima inferior era tan caliente por qué en un día sereno el termómetro no marcó sino 0°, 5 R más que lo que marcó
a las 8h en el salto? Pero olvidemos medidas tan inexactas. Hay que creer en honor del señor Esquiaqui, hombre de
genio y de vastos conocimientos, que su Memoria fue falsificada al copiarla o que el redactor era tan cegato como el
autor del mísero soneto con que concluye la memoria.

La dificultad de medir con exactitud el Salto de Tequendama es muy grande. Allí confluyen circunstancias muy
particulares y creo que se gana mucho, para cualquier tipo de medida, si se analizan los obstáculos y se evalúa el
grado de confiabilidad que ameritan los números que se obtienen. Veré si puedo fijar los límites del error que cometa.
Senda: Ver arriba, la localización poco se presta y es necesario habitar en el país para poder emprender tal trabajo,
que al final no es muy exacto.

Medida trigonométrica

El señor Escallón propone públicamente la tesis de medir desde arriba el Salto. No se necesita ser muy instruido en
los elementos de la geometría para entrever esta posibilidad. Podemos imaginar arriba, en z, una base horizontal o
perpendicular, medir los ángulos de depresión... Arrojar al abismo una vara de longitud conocida y medirla desde
arriba... Todo esto sería exacto si tuviéramos instrumentos que dieran 1” de exactitud, bases con precisión de 2 líneas.
Pero esta ejecución en un terreno, en z (en lo alto de la cascada) que no permite sino una base de 20 pies de longitud,
es como medir la distancia de la Tierra a la luna tomando los ángulos desde los dos extremos de una casa.

Llevé al Tequendama un grafómetro y un sextante pero no intenté tomar medida alguna. Imaginémonos situados sobre
el borde de un muro de 90 a 100 toesas de altura, distante 7 a 8 toesas de un muro paralelo, tratando de medir la
profundidad del intersticio, teniendo en cuenta que, desde arriba, el muro no permite una base de más de 4 toesas de
largo y que no se aprecian desde allí sino 30 a 40 toesas de longitud en el intersticio. Es lo mismo que colocarse al
borde de un pozo dentro del cual se ha introducido una lucecita e imaginar que se puede medir trigonométricamente
la profundidad de esta luz. La medida desde abajo es aún menos factible. No se puede uno acercar al punto y, ni se
puede ver, siquiera de lejos, el pie de la cascada. Confiaba yo mucho en esta última posibilidad. Viendo y desde lejos
subiría y bajaría por la pendiente de la montaña de la Povasa hasta que el nivel me indicara que estaba a la misma
altura de y. Así, la estación barométrica del punto hallado a la misma altura de y, comparada con la altura barométrica
de z, daría la altura de la cascada, zy, corrigiendola por la curvatura de la Tierra. Era asociar un método barométrico
con un nivel buscado geodésicamente. Los habitantes niegan la posibilidad de tal perspectiva. Es cierto que el
Sagasugá es tan sinuoso que no se puede ver el pie del Salto, punto y. Sinembargo, creo que caminando largo rato
por la pendiente del peñasco, exponiendose al peligro y tumbando los árboles, se podría encontrar tal vez la
perspectiva buscada.

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[Adición:]
Gehler dice (Worterbuch, IV, p. 655) que la catarata más alta del mundo es la de Bogotá cerca de S. Magdalena, que
según Bouguer tiene 2 - 300 toesas.

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Caída de los cuerpos He aquí el método en que más confío. Hice lanzar más de 15 veces piedras en el precipicio,
diciendo tac cuando la piedra caía perpendicularmente sobre el abismo y tac cuando llegaba al fondo, a la superficie
del agua. Tenía el cronómetro a la mano y numerosos espectadores. suficientemente instruidos, juzgaban si el
experimento estaba bien o mal hecho. Se distingue fácilmente 1/5 de segundo. En todas las caídas no hubo sino 0,4
segundos de incertidumbre, prueba de que los experimentos estaban bien hechos. El tiempo promedio de la caída fue
de 6,4 segundos lo que da, por el cuadrado de tiempo, 108 toesas de profundidad, pero creo que la piedra descendía
demasiado lentamente. No se la puede hacer caer perpendicularmente, sin impulso. La forma del peñasco lo impide.
Para que caiga al fondo del abismo hay que lanzarla con fuerza. En consecuencia, la piedra cae según una parábola
por la fuerza horizontal que se le ha dado. Esta fuerza disminuye la de gravedad. Nos encontramos frente a un máximo.
Hay razones, tal vez, para que la piedra descienda lentamente pero no hay ninguna (la tendría en cuenta) para que
caiga demasiado rápido. La cascada no puede tener mas de 108 toesas pero su altura es probablemente menor. La
fuerza de proyección horizontal, ¿seria de 1/6 del tiempo? ¿Cómo medirla? Como la piedra se arroja bastante lejos
sin gran impulso (se ha tratado de darle el impulso que parece suficiente para que llegue al punto deseado), hay que
creer que la fuerza (el impulso horizontal) está casi anulada cuando la piedra empieza a caer. Yo creo que se pueden
contar 6’’ de caída lo cual da zy = 93 toesas. El señor Cabrer, Oficial Ingeniero muy instruido, hizo antes que yo los
mismos experimentos y dedujo (por lo que me dijo) 115 toesas sin descontar nada por el impulso horizontal.

Medida Barométrica. El barómetro marcaba en Soacha 249,4 líneas; en Chipo al oeste de Canoas, en lo alto, antes
de bajar al Salto, 248,2; en z, en el propio peñasco desde donde baja la cascada 254,8 líneas. No se puede alcanzar
el punto y. La perpendicularidad de los peñascos no lo permite de ninguna manera. No se puede tampoco alcanzar
un punto desde donde se divise desde abajo el pie de la cascada. Por consiguiente, ¿cómo descontar el declive del
río Sagasugá desde y hasta x, en donde se coloca la segunda estación barométrica? Cuando el río tiene poca agua,
¿Se podría remontar este, descalzo, desde la quebrada de la Povasa hasta la cascada, hasta y? Creo que sí; los guías
dicen que no, porque no se puede caminar sino por el propio lecho del río, y que aunque haya muy poca agua se
forman pozos muy peligrosos.
Con puentes (voladizos) escalas, planchas, se vencerían estos obstáculos pero habría que caminar a pie firme para
no tropezar y ser derribado por el torrente sobre un suelo lleno de guijarros y rocas sueltas. Cuando vi el Salto no se
podía pensar en semejante proyecto. El agua era tan profunda (siendo el lecho estrecho) que no pude avanzar ni una
toesa. He aquí como me puse a medir lo invisible, por falta de algo mejor. Encontré en x, en el agua, el barómetro a
263,6 líneas, el termómetro a 12°. El punto z queda arriba de x, punto situado abajo de la quebrada de la Povasa, a
147,4 toesas.

Ahora bien, no pude medir exactamente ni la distancia ni el desnivel del río. ¿Cuánto debe descontarse? Desde x vi
unas 10 toesas del curso del río; forma 22 gradas o pequeñas cascadas, que evalué en por lo menos 8 toesas de
caída. Llegado a lo alto de la montaña me pareció, comparando la longitud de las sinuosidades, (aunque no vimos
sino la vecindad de y y no el pie de la propia cascada), que la distancia de y a x podría ser 7 veces 10 toesas = 70
toesas. Suponiendo entonces que el río tiene en todo punto la misma pendiente (suposición bastante arbitraria puesto
que debería creerse que el río desciende más rápidamente justo después de la gran caída que más adelante) habría
que descontar 56 toesas y zx mediría, por el barómetro, 91,4 toesas.

El acuerdo entre el experimento de las piedras y el del barómetro se debe al azar. Pero es probable que la verdadera
altura de la cascada está entre 85 y 93 toesas; no alcanza sin duda las 108 toesas. He aquí los máximos y mínimos.
Teniendo en cuenta la desviación de la plomada en la medida con la sonda, creo que no se atreve uno a descontar
más de 1/5 y de este modo todo nos lleva a las 90 toesas.

Se dieron un día el cruel placer de aflojar dos bueyes amarrados desde lo alto de la cascada. Quedaron tan
destrozados que no se vio caer ni un pedazo. Lo mismo pasó con gruesos árboles acontecimientos bastante curioso...

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[Adición:] 78 toesas, Semanario, IV, 210. La temperatura del río en lo alto de la cascada era igual a la que encontré
abajo, de 12°, 5. El agua no se calienta por el rozamiento, o la evaporación compensa todo esto. También, la
temperatura del agua en la parte inferior no se pudo medir sino a 70 toesas de distancia del pie de la cascada.

[Adición:] Boussingault, ¿Cartas? Medición. Semanario, Cont. 1810, p. 12.

Mutis 255 varas.


Esquiaqui 264
Humboldt 210
Caldas 219

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El Padre Antonio Julián (La Perla de la América: Provincia de S. Martha Madrid 1787, p. 9), toma al pie de la letra las
mentiras de Piedrahíta. Dice que se debe reducir ½ legua a palmos de Roma y que se verá entonces cómo el
Tequendama es la cascada más elevada del universo. Tal como se lo dijeron también a Bouguer, quien da al
Tequendama 2-300 toesas de altura, juzgando por otras elevaciones que le presentaron como iguales. De allí que
Bouguer (Figure de la Terre, p. 92) se imagina que el salto está a 15 leguas por debajo de Santa Fé, para la cual
adivino admirablemente la elevación, situándola a 1.400 toesas.

La medida de Esquiaqui es ¡ncreiblemente torpe. Ha observado desde lejos una cuerda de 25 varas. A partir de esta
cuerda, que le sirve de base, deduce una distancia de 900 toesas. Después continúa con triángulos, uno de cuyos
ángulos mide 1°... Nunca estuvo en el agua como yo; observó el Salto desde lo alto de la montaña de la Povasa. Todo
lo que dice sobre la pendiente del río es ficción, prueba de ello es el manuscrito del plano que su pintor nos mostró.

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