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El discurso capitalista
1
Goldenberg, M: "El Malestar del otro", Dispar, revista de Psicoanálisis, "La Época y al Pulsión",
Nº 21, 1998
1
La expansión del discurso científico queda unida bajo el dominio del discurso
capitalista. Este discurso es una forma modificada del discurso del amo (el antiguo).
Lacan ubica el discurso del amo como propio del discurso del inconsciente,
en donde el significante uno (S1) - el significante del amo - está en el lugar del poder.
El significante amo comanda el trabajo del saber. Como resto de la operación es el
producto del discurso: objeto a, que funciona como plus de goce. Que el sujeto ($)
este en el lugar de la verdad pone en evidencia la relación del sujeto con aquello que
lo determina, el inconsciente en tanto saber no sabido, y con la relación a la causa
que implica la imposible adecuación estructural en tanto el goce está perdido por la
incidencia del lenguaje.
Que el sujeto venga al lugar del amo significa, por un lado, que el saber que
produce los objetos del mercado no obedece al significante amo. En este discurso, el
S1 se posiciona abajo y a la izquierda, lo que Lacan ubica como Dios oscuro en el
discurso universitario. Por otro lado, el sujeto se emancipa del S1 que lo representaba.
No es ya el amo (antiguo) el que gobierna en nombre de su nombre, sino que aparece
el mercado como imperativo contemporáneo. Es así como S 1 y S2 quedan
holofraseados, amo y saber coinciden (imperativo y mercado).
El discurso capitalista se caracteriza, entonces, porque el saber que trabaja en
la producción de objetos plus de goce no está comandado por el S 1 (significante amo).
En este sentido, el discurso actual no queda articulado al Ideal normativo, sino que es
el mercado mismo el que manda, ubicándose un vacío normativo que implica una
caída del Otro como lugar identificatorio correlativo de la declinación del Nombre
del Padre que promueve el axioma del “Todo Vale” y el rechazo a la castración.
Este discurso - por llamarlo así, ya que no es estrictamente un discurso - en
tanto no promueve el lazo social, produce una desregularización de goce por la falta
de barrera entre el $ y el a (distancia simbólica necesaria), es decir, que el sujeto no
queda bajo la égida de la castración sino bajo la primacía del imperativo superyoíco
que empuja a gozar en el consumir.
2
Entonces, si bien, el $ se ubica en el lugar dominante, es en realidad
falsamente dominante. El sujeto se encuentra sometido al mercado. El sujeto funciona
como sujeto de consumo.
La Gula de Goce ilimitada del Superyo se impone al sujeto haciéndolo
consumirse en el consumir, y cuanto más se satisface, más demanda. Lo que gobierna
ya no está en nombre del ideal (valores, partidos, ídolo), sino que está bajo la égida
del dominio de un vacío. Su efecto es una caída de los valores de la cultura que
conlleva su consecuente disolución en el anonimato.
La caída de la imago paterna conmueve los lugares referenciales, produciendo
un sujeto cada vez más aislado, refugiado en satisfacciones autistas.
La hazaña del discurso posmoderno es lograr sustituir lo que Lacan llamó
objeto a, causa de deseo, por una ficción renovada de lo que vendrá a colmar su falta.
La producción de estos objetos tecnológicos conlleva la necesidad de su consumición,
es decir, que éstos, en verdad, consumen al sujeto ya que no pueden ser evitados.
Así, lo real es tomado por el estatuto del simulacro, imponiendo un tratamiento
de lo real que permite producir lo que debe satisfacer. La Posmodernidad mistifica lo
real velándolo con la saciedad otorgada por el simulacro. Es la Era que intenta taponar
lo real bajo la orden del Superyo que dice: “todo es posible, consume-te”.
De este modo el discurso contemporáneo intenta lograr un nuevo tipo de
universalización. Este Otro del consumo, que es el Otro que hace “des - existir” al Otro
del Ideal Normativo, intenta suturar lo real con la gestión del goce, efecto de los
objetos de consumo, intentando así reducir el síntoma, silenciarlo. Plantea así una
ficción que renueva la posibilidad de la relación sexual, es decir, afirma como
posible la realización de colmar la falta con el artilugio calculado de la imposición como
necesaria de los objetos del mercado, planteando así un rechazo a la contingencia.
Se presentifica así la ilusión de la mismidad del Uno freudiana. El consumo de
la producción tecnológica de la ciencia plantea que el Uno de la completud es
posible, que la falta puede colmarse, rechazando la no - relación sexual (castración)
ya que todo es saciable, desde la procreación, el cambio de sexo y hasta la clonación.
El discurso capitalista propone la ilusión del Sentimiento Oceánico trabajado
por Freud en el “Malestar en la cultura”, pero aún más perfeccionado, donde hoy en
lugar del Dios Todopoderoso (Ideal) está el Mercado productor de la infinitud de
objetos tecnológicos poderosos que afirman la completud del Uno. Pero ya no se trata
de la comunión con dios, sino de la comunión con estos objetos tecnológicos.
3
La vigencia del discurso freudiano sostiene que el malestar en la cultura es el
efecto de las necesidades insatisfechas articuladas a la ética del Superyo.
Es así como el sentimiento oceánico - trabajado por Freud en su época -
conlleva el malestar de la imposibilidad (ser uno con el ideal), mientras que en la
cultura actual la consistencia propuesta por el mercado y lo que Lacan a llamado
aleatósfera propician un simulacro silenciando todo malestar. Esto marca una
diferencia con el planteo freudiano de los años '30.
Freud anticipa en su escrito sobre “El Malestar en la Cultura”, por un lado, los
posibles efectos desgarradores causados por la falta de códigos culturales (normas,
valores). Por otro lado, da cuenta de otro discurso que es también actual, contrapunto
del capitalista. Estoy hablando del discurso religioso y solo lo dejaré aquí planteado
diciendo, con respecto a éste, que se trata de un discurso totalitarista que pretende
restituir la declinación del Nombre del Padre mediante la imposición de dogmas que
están en lugar de la verdad y que, en algunos casos, aparecen acciones de extremos
fundamentalistas que producen estragos en nombre de la purificación, tratando de
restituir fallidamente a un padre mediante acciones de cualquier orden, en tanto “el fin
justifique los medios”.
Podemos decir que la conceptualización freudiana sobre el malestar en la
cultura si bien es vigente en el fin de siglo, sin duda, la globalización y sus efectos
hacen confrontar al psicoanalista con nuevas formas de padecimiento. Es así que se
presentifican en la actualidad nuevos modos de retorno del malestar en la cultura.
“El Malestar en la Cultura” y la “Psicología de las Masas” se reordenan por la
ley del mercado y la declinación de la imago paterna.
Las contingencias de la época inciden en el sujeto.
Freud ubica en el Malestar en la Cultura el valor de la misma, diciendo, “...
cultura designa toda la suma de operaciones y normas que distancian nuestras vidas
de la de nuestros antepasados animales (renuncia pulsional) y que sirven a dos fines:
la protección del ser humano frente a la naturaleza y la regulación de los vínculos
recíprocos entre los hombres...”2.
“...De faltar ese intento, tales vínculos quedarían sometidos a la arbitrariedad
del individuo, vale decir, el de mayor fuerza física los resolvería en el sentido de sus
intereses y mociones pulsionales...”3.
2
Freud, S: “Malestar en la Cultura”, O. C., T. XXI, 1992, Bs. As, Ed. Amorrortu, Pág. 88
3
Ibid, Pág. 93
4
“...El siguiente requisito cultural es entonces la justicia, o sea, la seguridad de
que el orden jurídico ya establecido no se quebrantará...”4.
Luego incluirá el valor del amor como una de las bases de la cultura. Dice
Freud, “... que el amor impone deberes que tengo que disponerme a cumplir con
sacrificios...”5.
El texto de Freud “El Malestar en la Cultura” es vigente para dar cuenta de los
aconteceres de la cultura contemporánea. Podemos observar cómo aquellos ítems
desarrollados por Freud con respecto al valor de la cultura (Ideal, justicia, amor), como
ordenador del lazo social, se muestran desfallecientes.
“El Otro no existe” como regulador social, en tanto, la cultura actual propicia un
empuje a gozar (en vez de una renuncia pulsional), la justicia está quebrantada y el
valor del amor ha declinado. Es decir, que hay una caída de los valores referenciales
planteados por Freud. En este sentido, la cultura de la época freudiana es de un orden
distinto al actual en tanto que el rasgo de la cultura está caracterizado por un impasse
ético como lo nombra J-A Miller. Pensamos que esta relación del sujeto a este Otro
contemporáneo que conlleva la modalidad de su inexistencia como punto referencial,
produce nuevas formas de padecimiento, que requieren de parte de un psicoanalista,
un trabajo arduo para hacerlo entrar en el dispositivo analítico. Podemos así retomar la
pregunta de Eric Laurent: ¿En nombre de qué se le puede impedir a alguien que
goce?6
En la época de Freud, el peso de los valores culturales implicaba al sujeto estar
bajo la modalidad de la prohibición y la culpa. Para el sujeto contemporáneo a Freud,
el conflicto psíquico era entre los ideales y la pulsión. El sujeto freudiano estaba regido
bajo la égida del Superyo del imperativo categórico que impone al sujeto una renuncia
pulsional que cuanto más se satisface, más renuncia exige. El goce del Superyo
freudiano es la renuncia misma.
Freud plantea que esta renuncia pulsional implica el pasaje del goce por los
desfiladeros del inconsciente que el sujeto realiza por amor al Otro (Ideal normativo).
Entonces, desde este aspecto, articula el Superyo al Ideal del Yo, siendo el mismo un
ordenador simbólico articulado, en Freud, al lugar del Padre.
Dice Freud en “El Yo y el Ello”: “... El ideal del Yo o Superyo (es) la agencia
representante de nuestro vínculo parental... el Ideal del Yo es, por lo tanto, la herencia
4
Ibid, Pág. 94
5
Ibid, Pág. 106
6
Laurent, E: "Los nuevos síntomas y los otros", Revista El caldero de la Escuela, Nº 57, Bs. As.,
1997.
5
del Complejo de Edipo... Es fácil mostrar que el Ideal del Yo satisface todas las
exigencias que se plantean a la esencia superior en el hombre... Como formación
sustituta de la añoranza del padre... sus mandatos y prohibiciones han permanecido
vigentes en el Ideal del Yo y ahora ejercen como conciencia moral, la censura
moral...”7
Por otro lado, puede leerse en Freud el aspecto de ley insensata del Superyo
no articulado a la mediación simbólica del Ideal sino, por el contrario, al servicio de la
desmesura pulsional del Ello.
Dice Freud, “... El Superyo da pruebas de su independencia del Yo consciente
y de sus íntimos vínculos con el Ello inconsciente...”8.
Si bien Freud aclara que el Superyo proviene también de lo oído, también dirá
que “... la energía de investidura no le es aportada a estos contenidos del Superyo
por la percepción auditiva, la instrucción, la lectura; sino que la aportan fuentes del
Ello...”9.
Este otro aspecto del Superyo está más jugado en términos de Gula de Goce,
como empuje a gozar más que como renuncia.
Ambas caras pueden verse en la clínica freudiana. En la actualidad las nuevas
manifestaciones del enfermar, muestran una acentuación de la conceptualización del
Superyo como empuje de goce.
Ante la inexistencia del Otro como regulador del lazo social, (declinación del
padre) la instancia superyoica queda en la actualidad menos articulada a la función
normalizante del Ideal del Yo (que propicia una renuncia pulsional en pos del lazo
social), promoviéndose una acentuación del Superyo al servicio de la desmesura
pulsional. En este sentido, hay un incremento en la clínica actual donde el conflicto
psíquico del sujeto no es estrictamente el mismo de la época freudiana.
La clínica contemporánea muestra una acentuación de patologías del acto que
implican una posición subjetiva vertiginosa ante la declinación de un punto de anclaje
referencial que mediatice la insensatez del empuje superyoíco.
Lo que se observa cada vez más en la clínica es un encuentro de un sujeto que
nos convoca que ya no lo hace bajo la forma de la demanda de amor, sino a la
manera de una exigencia del objeto de saber del especialista que, implica abstenerse
de pasar por el inconsciente.
7
“El Yo y el Ello”, O. C., T XIX, 1992, Bs. As., Ed. Amorrortu, Pág. 38.
8
Ibid, Pág. 53
9
Ibid, Pág. 53
6
Este sujeto que surge del efecto del contexto actual, no se muestra dividido en
el llamado sintomático, sino más bien concretizado a las identificaciones de los signos
del mercado. Se trata de un sujeto desubjetivizado, reducido a su propia imagen.
Estas identificaciones son vertiginosas y no están en relación al Otro como
ordenador estabilizador, sino que son desarticuladas. El conflicto psíquico se presenta
cuando no es posible responder a la insignia propuesta como imagen (yo Ideal).
¿Podría llamarse a esta nueva relación al S1, que funciona como insignia de
simulacro, nuevas formas del Ideal?
La práctica del psicoanálisis tendrá que apuntar a sintomatizar al sujeto y
ofertar la escucha del malestar actual como posibilidad de hacer fracasar la forclusión
subjetiva que conlleva la actualidad.
El porvenir del psicoanálisis depende de este obstáculo que el síntoma
muestra.
Lacan nos dice que “el porvenir del psicoanálisis es algo que depende de lo
que avendría de ese real”10. Es decir, que depende del hecho de que existe el síntoma
que soporta lo real.
Los signos de la época afectan la posición del sujeto frente al mismo. Sin
embargo, el síntoma no deja de escribirse pero es la operación analítica la que lo
hace existir.
Referencias bibliográficas
Aleman, J; “La Experiencia del Fin”, Ed. Miguel Gómez, Bs. As., 1996.
10
Lacan, J; “La Tercera”, Ed. Manantial, Bs. As., 1993
7
“Cuestiones Antifilosóficas en Jacques Lacan”, Ed. Atuel, Bs. As., 1993.
Bachelard, G: “La Formación Del Espíritu Científico”, Ed. Siglo XXI, Bs. As, 1982.
Casullo, N y otros: “El debate modernidad Posmodernidad”. Ed. El cielo por asalto, 1995.
Freud, S: “Malestar en la Cultura”, O. C., T. XXI, 1992, Bs. As, Ed. Amorrortu.
“El Porvenir de una Ilusión”, O. C., T. XXI, 1992, Bs. As, Ed. Amorrortu.
“El Yo y el Ello”, O. C., T XIX, 1992, Bs. As., Ed. Amorrortu
Grasser, F.: “La salud mental trastornada: qué responsabilidad para el psicoanálisis y el porvenir
de una desilusión”. Versión Inédita presentada en el Segundo Coloquio del
Reverso de París, 1997.
Goldenberg, M: "El Malestar del otro", Dispar, revista de Psicoanálisis, "La Época y al Pulsión",
Nº 21, 1998
Lacan, J: Seminario, libro 17. “El Reverso de Psicoanálisis”. Ed. Paidos, Bs. As., 1992.
“La Tercera. Intervenciones y Textos 2”. Ed. Manantial, Bs. As., 1993
“Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión”. Ed. Anagrama, Barcelona, 1977.
“El Saber del Psicoanalista”. Versión Inédita.
Laurent, E – Miller, J-A: “L´Autre qui n´existe pas et ses comités d´etique”. Seminario Inédito
1996 – 1997.
8
El Superyó ¿Qué padre encarna?
Objetivos.
Introducción.
Freud se percata que hay una instancia psíquica que influye sobre el sujeto en
una auto observación con críticas y exigencias, y del cual el sujeto no puede librarse.
Freud cita este concepto, por primera vez, en una carta a Fliess del 22-12-
1897, para explicar el carácter aparentemente absurdo de ciertos delirios “¿Has visto
alguna vez una revista extranjera que haya pasado por la censura rusa en la frontera?
Palabras, párrafos enteros y frases tachados con negro, de suerte que el resto se
vuelva ininteligible”.11
11
Freud, S – “Carta 79” (22/12/1897) I, AE.
9
En la época de la “Psiconeurosis de Defensa”, Freud dice que la neurosis se
origina en la defensa frente a representaciones que son intolerables para el yo, porque
entran en cortocircuito con la “conciencia moral” del sujeto. Ya desde el comienzo, el
concepto de “censura” y “conciencia moral” quedan articulados a la “defensa” y son de
carácter estructural, como intrínseco del aparato psíquico del ser humano.
Desarrollo.
En los años 20 Freud descubre que el sujeto encuentra en sus síntomas una
satisfacción y estudiando los casos de sueños traumáticos y los juegos de los niños,
llega a la conclusión que estos casos no parecen responder a la regulación del
Principio del Placer tal como es concebida en la primera tópica. Freud descubre el
“automatismo de repetición” articulándolo a un nuevo concepto, el de pulsión de
muerte.
Dice Freud: “... Durante el trabajo analítico no hay impresión más fuerte de las
resistencias que la de una fuerza que se defiende por todos los medios contra la
curación y a toda costa quiere aferrarse a la enfermedad y el padecimiento. A una
parte de esa fuerza la hemos individualizado, con acierto sin duda, como conciencia
10
de culpa y necesidad de castigo, y la hemos localizado en la relación del yo con el
Superyó...”.12
“... el hombre se demuestra aquí, una vez más, incapaz de renunciar a una
satisfacción ya gozada alguna vez. No quiere renunciar a la perfección de su niñez, y
ya que no pudo mantenerla ante las enseñanzas recibidas durante su desarrollo y ante
el despertar de su propio juicio, intenta conquistarla de nuevo bajo la forma del yo
ideal. Aquello que proyecta ante sí como su ideal es la sustitución del perdido
narcisismo de su niñez, en el cual era él mismo su propio ideal...”14
El Ideal del Yo funciona como sustitución del perdido narcisismo del yo como
ideal (mediatización simbólica) Al mismo tiempo, es en este ideal del Yo que el Sujeto
busca ahora la perfección narcisística perdida y se encuentra padeciendo la exigencia
del modelo del Ideal que conduce al Yo a otra satisfacción pulsional. El Ideal del Yo
intenta recuperar un goce perdido mediante una exigencia de goce.
Freud aclara cómo se constituye este ideal y qué características tiene. Dice en
“Introducción al Narcisismo”:
“... El estímulo para la formación del ideal del Yo cuya vigilancia está
encomendada a la conciencia (moral), tiene su punto de partida en la influencia crítica
ejercida, de la viva voz por los padres...”15
12
Freud, S – “Análisis Terminable e Interminable” (1937) XXIII, AE.
13
Freud, S – “El Yo y el Ello” (1923) XIX, AE.
14
Freud, S – “Introducción al narcisismo” (1914) XIV, AE.
15
Idem.
11
Por un lado, el ideal funciona como condición de la represión, límite de la
satisfacción pulsional y como heredero del Complejo de Edipo sustituto de la voz
paterna (padre simbólico) como normatizador, efecto de la estructura del lenguaje que
constituye la “propia imposibilidad interna” (castración)
Pero hay otra dimensión del ideal que no tiene que ver en Freud con el aspecto
normatizador.
Hay algo, entonces de la voz viva del padre prohibidor, es decir, lo vivo de la
voz en tanto resto vivo del padre muerto, o sea, lo no muerto del padre.
Freud irá trabajando acerca del valor que tiene lo que llama el “poder parental y
el por qué de sus efectos”.
Llegará a la conclusión que este poder parental será otorgado por los efectos
de la angustia de castración, donde el poder parental es un poder interior (ya no
exterior) al que habrá que satisfacer.
En “La División de la Personalidad Psíquica” Freud dice: “... El papel que luego
toma a su cargo el Superyó es desentrañado primero por un poder exterior, por la
autoridad de los padres... Siendo sustituida la instancia parental por el Superyó el cual
vigila, dirige y amenaza al Yo exactamente como antes los padres al niño...”.18
Pero podemos preguntarnos ¿De qué se trata este poder exterior de los
padres? Podemos reflexionar ¿Qué dice Freud cuando habla de padres? Padres, es
un antes del padre (como ordenador simbólico, como padre muerto)
16
Freud, S – “El Yo y el Ello” (1923) XIX, AE.
17
Freud, S – “Introducción al narcisismo” (1914) XIV, AE.
18
Freud, S – Conf. 31, “Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis” (1932-36)
12
Es por la muerte del protopadre que se constituye la dimensión del padre como
simbólico.
“... Aquello de la ley que debía alejarlo de la desmesura pulsional del ello lo
conduce nuevamente allí...”.19
Entonces, siguiendo a Freud los caminos de la culpa por el asesinato del padre
se separan por un lado hacia el deseo y por otro hacia el goce. Por el lado del deseo
se recurre a la demanda del Otro por vía del amor (articulado a la metáfora paterna)
Por el lado del goce, la culpa se presentifica como muda imponiendo la compulsión del
goce Superyoico.
19
Gerez – Ambertin, M – Las voces del Superyó, Manantial.
13
Servidumbres del Yo: El Superyó en afinidad al Ello.
Freud dirá en “La servidumbre del Yo” “... el Superyó se vuelve particularmente
severo y desamorado, el yo desarrolla, en obediencia al Superyó, elevadas
formaciones reactivas de la conciencia moral...”.20
... Es accesible, sin duda, a todos los influjos que puedan sobrevenir más tarde;
no obstante, conserva a lo largo de la vida su carácter de origen, proveniente del
complejo paterno: la facultad de contraponerse al yo y dominarlo...
Y agrega “... Por eso el Superyó mantiene duradera afinidad con el ello, y
puede subrogarlo frente al yo...”21
Así como Freud piensa al Superyó como algo proveniente del mundo exterior
(como la voz de los padres) articulando a la trama de impresiones auditivas (lenguaje),
también sitúa que su energía afluye desde fuentes interiores situadas del ello, de
donde la voz paterna toma su fuerza con que se impone.
Esta otra cara está articulada a la “viva voz” como lo “vivo” de la voz del padre.
20
Idem.
21
Freud, S – “El Yo y el Ello” (1923) XIX, AE.
14
del Superyó por la percepción auditiva, la instrucción, la lectura, sino que la aportan las
fuentes del ello...”.22
Freud ubica (en el mismo texto) al Superyó como “abogado del mundo interior,
es decir, del Ello y que no representa a la realidad exterior”. Señala que el
sometimiento del Yo a la severidad del Superyó se sostiene en el Ello, es decir, en lo
pulsional.
... El Superyó, abogado del mundo interior, o sea, del Ello, se opone al yo,
verdadero representante del mundo exterior o de la realidad...”.23
Dice Freud:
Freud agrega: “...en su origen lo sagrado no sea otra cosa que la voluntad
prolongada del padre primordial... Ahora bien, la voluntad del padre no sólo era algo
incuestionable, que se debía honrar, sino también algo ante lo cual uno se encogía
porque demandaba una dolorosa renuncia de lo pulsional...”.25
15
El Superyó como moral no ajustada a la razón es un mandato de goce que
tiene la forma de una exigencia cultural pero que es radicalmente una exigencia de
satisfacción imposible. Este imperativo de goce es impuesto por la voluntad del padre
primordial.
Pero agrega “... a las imagos que restan de ellos...” y dice “... mediante el
masoquismo moral, la moral es resexualizada, el Complejo de Edipo es reanimado, se
abre la vía para una regresión de la moral al Complejo de Edipo y ello no redunda en
beneficio de la moral ni del individuo...”.
Continúa “... Este último crea la tentación de obrar ‘pecaminoso’ que después
tiene que ser expiado con los reproches de la conciencia moral sádica (como en tantos
tipos rusos de carácter) o con el castigo de destino, ese gran poder parental...”.27
Freud plantea que el Superyó tiene que ver con ese gran poder parental y dice
que son los restos de imago, es decir, los restos del asesinato del padre, o sea, el
resto vivo del padre originario.
¿Es en este sentido que Freud habla en la cita de una “regresión” de la moral
que no está en beneficio de la moral ni del sujeto?
¿Es una regresión moral a una anterioridad del padre (simbólico) como padre
real?
27
Freud, S – “El problema económico del masoquismo” (1924) XIX, AE.
28
Lacan, J – De un discurso que no fuese semblante, Inédito (16/6/1971).
29
Lacan, J – El Seminario, Libro XX, Aún, Piados.
16
Freud aclara que el final del Complejo de Edipo no es resuelto ni por
situaciones externas ni contingentes, sino por la propia “imposibilidad interna”, es
decir, por efecto del lenguaje.
30
Freud, S – “El sepultamiento del Complejo de Edipo” (1924) XIX, AE.
31
Idem (8)
17
El Superyó heredero del Ello, está en el lugar de la falla paterna. Se articula a
la trama de impresiones auditivas del ideal que exigen al sujeto lo imposible (gozar)
Ley que se presenta para el sujeto como cuerpo extraño en el síntoma, como lo
opaco del síntoma (cara no significante)
En “El Malestar de la Cultura” Freud dice “el padre exaltado aparece por vía del
Superyó”34
18
La necesidad de castigo queda relacionada al sufrimiento.
El Superyó conduce a una moral no ajustada por la razón. Esta moral implica
una ganancia de placer pulsional que está en contra del bienestar del sujeto y que es
impuesta bajo la forma de una conciencia moral que se presenta al servicio de la
cultura “progreso a la espiritualidad” pero que no es sin malestar.
Freud advierte que este masoquismo moral, tiene un componente erótico “ni
aún la autodestrucción de la persona puede producirse sin satisfacción libidinosa”37
El acento no está puesto en que sea otro el que ejerce castigo (masoquismo
femenino), sino que lo importante es el sufrimiento mismo.
35
Freud, S – “Moisés y la religión monoteísta” (1939) XXIII, AE.
36
Freud, S – “El problema económico del masoquismo” (1924) XIX, AE.
37
Idem (26)
19
fuerzas que se resuelven contra la curación y no quiere resignar la condición de
enfermo; el padecer que la neurosis, conlleva es justamente lo que la vuelve valiosa
para la tendencia masoquista...”38.
... Ahora bien, ese sentimiento de culpa es mudo para el enfermo, no le dice
que es culpable; él no se siente culpable, sino enfermo...”39.
Freud ubica esta “necesidad de castigo” como propia de una ley insensata. Una
moral que está al servicio del propio bien del sujeto ni del bien social y sitúa que
cuanto más renuncia el yo a lo pulsional la severidad del Superyó es mayor aún.
“...Es asombroso que el ser humano, mientras más limita su agresión hacia
afuera, tanto más severo y por ende más agresivo hacia fuera, tanto más severo y por
ende más agresivo se torna en su ideal del yo, mientras más un ser humano sujete su
agresión, tanto más aumentará la inclinación de su ideal a agredir a su yo...”41.
38
Idem (26)
39
Idem (26)
40
Freud, S – “El Malestar en la cultura” (1930) XXI, AE.
41
Freud, S – “El Yo y el Ello” (1923) XIX, AE.
20
Podemos interrogarnos:
“Es evidente que la gente con que tratamos, los pacientes, no están
satisfechos, como se dice con lo que son. Y no obstante sabemos que todo lo que
ellos son, lo que viven, aún sus síntomas, tiene que ver con la satisfacción. Satisfacen
a algo sin duda va en contra de lo que podría satisfacerlos, lo satisfacen en el sentido
de que cumplen con lo que ese algo exige. No se contentan con su estado, pero, aún
así, en ese estado de tan poco contento, se contentan. El asunto está justamente en
saber qué es ese ser que queda allí contentado.”
“... Diremos que aquello que satisfacen por la vía del displacer, es, al fin y al
cabo, la ley del placer – cosa por lo demás admitida. Digamos que, para una
42
Lacan, J – El Seminario, Libro XI, Cap. XIII, Ed. Paidos, Bs. As.
43
Idem (32)
21
satisfacción de esta índole, penan demasiado. Hasta cierto punto este penar de más
es la única justificación de nuestra intervención”44.
Diremos que un saber hacer algo con este resto incurable por estructura.
Conclusión.
Bibliografía General.
Delgado, O; Goldenberg, M: La causa Freudiana, Tecne, Bs. As. Artículos: “Pulsión y necesidad
de castigo” por Osvaldo Delgado. “El sufrimiento, malestar del deseo” por Mario Goldenberg.
Freud, S. “Las neuropsicosis de defensa”, III, AE.
Freud, S. “Nuevas aportaciones sobre neurosis de defensa”, III, AE.
Freud, S. “Manuscrito K”, I, AE.
Freud, S. “Manuscrito 6”, I, AE.
Freud, S. “Acciones obsesivas y prácticas religiosas”, IX, AE.
Freud, S. “La interpretación de los sueños”, IV, AE.
44
Lacan, J – El Seminario, Libro XI, Cap. XIII, Ed. Paidos, Bs. As.
22
Freud, S. “Tótem y tabú”, XIII, AE.
Freud, S. “Introducción al narcisismo”, XIV, AE.
Freud, S. “Duelo y melancolía”, XIV, AE.
Freud, S. “Conferencias de introducción al psicoanálisis”.
Freud, S. “El sentido de los síntomas”, XVI, AE.
Freud, S. Conf. 32 “Angustia y vida pulsional”, XXII, AE.
Freud, S. “Los que fracasan cuando triunfan”, XIV, AE.
Freud, S. “los que delinquen por conciencia de culpa”, XIV, AE.
Freud, S. “Más allá del principio del placer”, XVIII, AE.
Freud, S. “Psicología de las masas y análisis del yo”, XVIII, AE.
Freud, S. “El Yo y el Ello”, XIX, AE.
Freud, S. “Neurosis y psicosis”, XIX, AE.
Freud, S. “El problema económico del masoquismo”, XIX, AE.
Freud, S. “El sepultamiento del Complejo de Edipo”, XIX, AE.
Freud, S. “Inhibición, síntoma y angustia”, XX, AE.
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Freud, S. “Dostoievski y el parricidio”, XXI, AE.
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23
Consideraciones acerca de la Cura.
Psicoterapia y Psicoanálisis.
Resumen.
La cura psicoanalítica no es, sin duda, en los mismos términos que parten del
modelo médico. Pero esto no implica afirmar, como ha trascendido, que el
psicoanálisis no cura, porque, si fuera así, caeríamos en el riesgo de hacer perder a
nuestra praxis sus consecuencias en lo real, desentendiéndose, así, del padecimiento
y transformándose en una ideología especulativa. El psicoanálisis se convertía, por lo
tanto, en una estafa analítica. Sin embargo, la concepción de la cura analítica tiene
una ética específica y diferente a las otras terapéuticas. El método analítico implica
que un sujeto descifre y revele aquellas palabras del Otro en las cuales, el sujeto
estuvo alienado, sometido e identificado; fijado a un punto que estuvo reprimido para
él. Esto lo llevará a romper con la repetición tanática y disponer de su economía para
conducirse al camino del deseo.
¿Qué quiere decir curar? ¿Cuál es la implicancia, para un analista, el tener que
ver con la cura? ¿Qué cura el psicoanálisis?
24
El concepto de cura no es un invento del psicoanálisis pero, sin duda, éste ha
aportado una particularidad, a la praxis de este concepto. La concepción psicoanalítica
de la cura plantea una ética específica y diferente a la de las psicoterapias y es lo que
define - al psicoanálisis - como “una terapéutica que no es como las otras”. 45
45
Soler, C: “Una terapia que no es como las otras”, en Presentación de Lacan.
Manantial. 1988.
46
Freud, S: Conferencia XVIII, O.C., T. XVI. Amorrortu. Bs. As. 1984.
25
¿Qué implica este acto? Freud, responde que se trata de instalar dos fases en
la dirección de la cura, “... en la primera, toda la libido es esforzada a pasar de los
síntomas a la transferencia y concentrada allí...” (él libra batalla con el auxilio de la
sugestión del médico); “... en la segunda se libra batalla en torno de ese nuevo objeto
y, otra vez se libera de él la libido...”47 (la transferencia misma es desbaratada, se
desarma el poder sugestivo del Otro en el paciente).
47
Ibid.
26
Para el psicoanálisis, el síntoma no es pensado como una conducta
desadaptada en términos de su objetivación, sino en su dimensión subjetiva
(privilegiando la escucha sobre la mirada), es decir, el síntoma es aquello que
interroga al sujeto y que lo vive como cuerpo extraño, enigmático.
Me serviré de una viñeta clínica para dar cuenta de las implicancias distintas
que conlleva las particularidades de los diferentes enfoques clínicos anteriormente
señalados.
Se trata de un paciente que pide una entrevista porque “la mujer lo manda”,
porque ella no está dispuesta a continuar con él si sigue tomando cocaína.
Anteriormente, fue a ver a un terapeuta que trabajaba con terapias breves. Aquel
terapeuta le organizó un programa de trabajo donde él puso mucha voluntad. Éste le
señalaba que él “era un paciente grave, drogadicto y alcohólico y que debía
proponerse dejar la droga que era un síntoma que había que focalizar”. El tratamiento
consistía en que, en todas las sesiones, debía hablar de la droga, debía armar listas
de todo lo que la droga lo dañaba, debía evitar pasar por el lugar donde la conseguía,
etc...
48
Freud, S: Dos Artículos de Enciclopedia, “Psicoanálisis” (1922).
27
Los fines de semana, cuando cumplía las tareas terapéuticas y no consumía,
podía premiarse con las cosas que le gustaban; pero de lo contrario, tenía que
castigarse, por ejemplo no podía ir a la casa de campo el fin de semana.
El paciente dice que el tratamiento lo ayudo por un tiempo, pero que luego
“volvió a darse vuelta”.
Por otra parte, plantear un castigo por drogarse impide trabajar a la droga
misma como castigo. Por otro lado, se dice que la droga le hace mal. Esto marca una
inconsistencia lógica en la dirección de la cura, quizás por la falta de conceptualización
de lo que implica el más allá del Principio del Placer.
28
Del hijo dice que le cuesta imponer límites, pero además, que con el hijo no ha
tenido - él mismo - límites: que lo ha puesto a velocidades con el auto donde podría
haberlo matado, que lo lleva a la “villa”, donde busca droga, que se ha drogado con él.
Mi intervención es que debe elegir entre venir a hablar en análisis o gozar
ilimitadamente frente al hijo. Esta intervención produce, en el paciente, una denuncia
de su novela familiar y también una decisión. Decide analizarse porque no quiere
“darse vuelta” más delante del hijo, no quiere exponer al hijo y él no puede, ni entiende
porque se droga (aquí la droga pasa a ser, por primera vez, un enigma sintomático
para él). Por otro lado, cuenta la historia con su padre. El padre era muy autoritario
que no lo dejaba, en su adolescencia, hablar con mujeres, ni salir. Hasta que un día la
madre se “encamó” con el cura del colegio. Los padres se separaron. Dice que el
padre “se dio vuelta”, pasó a ser más permisivo, a darle mucho dinero y libertad
“ilimitada”. Él, que tenía 18 años, empezó a drogarse “sin límites” y a “darse vuelta”.
Se sitúa, en el análisis, un significante que se recorta como privilegiado: “darse vuelta”.
Él ve al padre darse vuelta, ve a la novia darse vuelta, ve a los autos darse vuelta (en
los accidentes), él “dado vuelta” viendo la escena.
29
vuelta”, sino que “da vueltas en el análisis por su historia y por temas que lo
preocupan”.
Pienso que, aún cuando este análisis no llegue a su fin, los efectos de verdad
producidos dejarán su marca en la vida del sujeto, y advertido de lo que estaba
reprimido lo conducirá a una genuina pregunta que conlleva la ética del método
psicoanalítico: “¿Ha actuado, usted, en conformidad con el deseo que lo habita?”.
30
Bibliografía.
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32
La Transferencia
(De Freud a Lacan).
María Teresa Reyes
Objetivos.
Introducción.
Desarrollo.
1.
33
con una significación diferente. Estos restos diurnos son fenómenos nimios e
indiferentes y, es el deseo del sueño lo que los enviste con un nuevo significado.
Freud ubica allí, por primera vez, el concepto de transferencia de sentido, es decir,
transferencia como desplazamiento de acento psíquico.
2.
34
Es en este sentido que la observación psicoanalítica no conserva esa relación
de exterioridad que conlleva la observación psiquiátrica.
La posición del analista en la cura revela que cada caso, es también el caso del
analista mismo. El psicoanalista, como significante, forma parte de la economía
psíquica. Hay un lugar en la economía psíquica que el analista viene a ocupar. En tal
sentido, el psicoanalista es una formación del inconsciente.
El analista ocupará el lugar de ser los “restos diurnos”, desde la Teoría de los
Sueños. “... El médico será insertado en una de las “series” psíquicas que el paciente
tiene ya formadas...”.50 Dejaremos planteada su relación al Sujeto Supuesto Saber
(SSS) que Lacan formula y que desarrollaremos después.
50
FREUD, S. Sobre La Dinámica De La Transferencia. (1012). O. Completas, Editorial
Amorrortu, Volumen XII.
35
lugar (ante el analista como lugar del Otro) que paciente y analista se ubican en la
“otra escena”, la escena del Edipo.
Esta otra escena que se desarrolla en la situación analítica posibilita que algo
se represente y allí algo del inconsciente se exprese. Esto que representa es una
repetición que está en relación con el rechazo que ya había realizado del deseo
prohibido, que si buscamos en el pasado, lo que encontramos es un mito al que
llamamos con Freud Edipo, que da cuenta de una satisfacción imposible.
51
FREUD, S. Sobre La Dinámica De La Transferencia. (1012). O. Completas, Editorial
Amorrortu, Volumen XII.
52
FREUD, S. Recordar, Repetir Y Elaborar (1914). O. Completas, Editorial Amorrortu,
Volumen XII.
53
FREUD, S. Recordar, Repetir Y Elaborar (1914). O. Completas, Editorial Amorrortu,
Volumen XII.
36
Freud advierte, ya tempranamente, que el mecanismo de la transferencia sobre
el médico se desencadena en el mismo momento en que están a punto de ser
develados contenidos reprimidos. Es en este sentido, que la transferencia es una
forma de resistencia y señala, al mismo tiempo, la proximidad del conflicto
inconsciente.
Pero, en otro sentido, Freud, señala que es un obstáculo para la cura. Esto lo
desarrolla muy bien en el texto “Sobre dinámica de la transferencia, 1912”. Freud
54
FREUD, S. Sobre La Psicoterapia De La Histeria. O. Completas, Editorial Amorrortu,
Volumen II.
55
FREUD, S. Sobre La Dinámica De La Transferencia. (1012). O. Completas, Editorial
Amorrortu, Volumen XII.
56
LACAN, J. Los Cuatros Conceptos Fundamentales Del Psicoanálisis. Libro XI (1964).
Editorial Paidos, 1986
37
plantea allí que cuando las asociaciones del paciente se detienen es seguro que el
analizante piensa en el analista. La transferencia, en este sentido, interrumpe las
asociaciones inconscientes. Lacan, en el Seminario XI, sitúa la transferencia en un
tiempo de “cierre del inconsciente”.
5. La transferencia de sugestión.
El poder del analista como lo recuerda Lacan, es el mismo poder del
hipnotizador pero con una estricta condición: que se abstenga radicalmente de hacer
uso de él. Freud nos enseña que el poder de la transferencia da al analista el único
poder de analizar.
En términos de Lacan sería abstenerse del poder imaginario para ser sustituido
por el poder simbólico de la palabra que pone el análisis en funcionamiento.
Freud dice, “... debemos admitir que los resultados del psicoanálisis descansan
sobre la sugestión. Por sugestión debemos entender la forma de influenciar una
persona mediante los fenómenos de transferencia posibles en su caso. (...) En la
terapia psicoanalítica no nos servimos de la sugestión directa, ya que admitimos que
nuestra influencia se basa esencialmente en la transferencia, vale decir, en la
57
FREUD, S. Conferencia De Introducción Al Psicoanálisis (1916). Conferencia 28. O.
Completas. Editorial Amorrortu, Volumen XVI.
38
sugestión; y a esto enlazaron la duda sobre que la objetividad de nuestros
descubrimientos psicológicos podía echar semejante preponderancia de la sugestión.
(...) La sugestión directa es una sugestión dirigida contra la exteriorización de los
síntomas, una lucha entre la autoridad de ustedes y los motivos de la enfermedad. Al
practicarla ustedes no hacen caso de estos motivos; solo exigen al enfermo que
sofoque su exteriorización en síntomas. (...) podemos describir del siguiente modo la
diferencia entre la sugestión hipnótica y la psicoanalítica: La terapia hipnótica busca
encubrir y tapar algo en la vida anímica; la analítica, sacar a luz y remover algo. La
primera trabaja como una cosmética, la segunda como una cirugía. La primera utiliza
la sugestión para prohibir los síntomas, refuerza las represiones, pero deja intactos
todos los procesos que han llevado a la formación de síntomas. La terapia analítica
hinca más hacia la raíz, llega hasta los conflictos de los que han nacido los síntomas y
se sirve de la sugestión para modificar el desenlace de esos conflictos. (...) La terapia
hipnótica (sugestiva) deja a los pacientes inactivos e inmodificados. (...) La cura
analítica impone al médico y enfermo un difícil trabajo que es preciso realizar para
cancelar unas resistencias internas...”.10
39
Estos discursos operan encarnando el lugar del gran Otro, investidos desde la
sugestión. En la “Dirección a la Cura y los Principios de su Poder”, Lacan dice, con
respecto a la sugestión, “... Porque Freud reconoció en seguida que ese era el
principio de su poder, el cual no se distinguía de la sugestión, pero también, que ese
poder no le daba la salida del problema, sino a condición de no utilizarlo, pues era
entonces cuando tomaba todo su desarrollo de transferencia...”59
6. La Transferencia y el Analista.
59
LACAN, J. La Dirección De La Cura. Escritos I. Editorial Siglo XXI. México, 1979.
40
Este resto queda articulado al analista como presencia, como cuerpo real.
Esto determina que la transferencia no es equivalente al concepto de repetición.
En tal sentido el analista, está ubicado en el lugar del objeto, de ese objeto
irreal. Freud sitúa cómo esta operación produce el amor de transferencia. Aclara,
además, que la libido no abandona fácilmente a los objetos (fijación) y por ello es de
crucial importancia el acto del analista, en el inicio del análisis, para lograr que el
paciente ceda el objeto de la fijación hacia el analista. La tarea del analista es “...
desasir la libido de sus provisionales ligaduras, sustraídas al yo para ponerla de nuevo
al servicio de este...”60
En “Más Allá del Principio del Placer”, texto de 1920, Freud ubica, en su
capítulo III, los tres tiempos freudianos en la dirección de la cura:
60
FREUD, S. Conferencia De Introducción Al Psicoanálisis (1916). Conferencia 28. O.
Completas. Editorial Amorrortu, Volumen XVI.
41
Freud dice una frase esencial, “... no hay que olvidar que el inconsciente, lo reprimido,
no ofrece ninguna resistencia a los esfuerzos de la cura...”
Freud señala que lo reprimido es inconsciente pero no todo lo inconsciente
es reprimido. Comienza a construir la Segunda Tópica (Ello, Yo y Superyo) y ubica
a las resistencias como diferentes, provenientes del Yo, Ello y Superyo (Inhibición,
Síntoma y Angustia).
a) La transferencia Imaginaria.
b) La Transferencia Simbólica.
c) La Transferencia Real.
61
FREUD, S. Análisis Terminable E Interminable (1937). O. Completas, Editorial
Amorrortu, Volumen XXIII.
42
a) La Transferencia Imaginaria tendría que ver con la intersubjetividad
paciente - analista y con la repetición de imagos infantiles localizadas en la persona
del analista. El analista está ubicado en el lugar del otro semejante. Frente a la queja y
sufrimiento neurótico, el analista, será el padre, madre, etc... para el paciente. Diremos
que en la dirección de la cura, no se trata, entonces, de responder identificándose con
el personaje. No se trata de responder encarnando el Ideal del yo. Pero rechazar el
plano imaginario, es decir, no responder como una madre, padre o el Ideal, no quiere
decir, tampoco, que el analista no alojará ese lugar. Lo alojará pero no lo actuará, se
abstendrá.
c) La Transferencia Real. Tiene que ver con ese aspecto del analista como
presencia no representada. Esta presencia aparece cuando cae la imagen de éste.
Cuando se presentifica algo de ese cuerpo extraño (libido) apoderado por el analista,
se presentifica en él mismo su lugar de objeto irreal. El analista queda articulado al
quantum pulsional como pura presencia de objeto. Cuando caen los ideales, la imagen
del analista queda como pura presencia sin imagen. Como objeto que sustituye los
objetos de la fijación de la libido.
43
La posición del Analista y El Sujeto Supuesto al Saber.
Lacan nos dice en la Proposición del 9 de Octubre (1967): “... al comienzo del
psicoanálisis está la transferencia. (...) El SSS es, para nosotros, el pivote desde el
que se articula todo lo tocante a la transferencia...”62
62
LACAN, J. Proposición Del 9 De Octubre De 1967. Editorial Manantial, Bs. As.,
1987.
63
LACAN, J. Proposición Del 9 De Octubre De 1967. Editorial Manantial, Bs. As.,1987.
44
psicoanálisis anglosajón, ubicando al analista como superyo del paciente, nada tiene
que ver con los fundamentos freudianos.
Volvamos a la apertura.
Entonces, la base en el inicio del dispositivo analítico nos es dada por un acto,
el del analista que le dice al paciente “Diga todo lo que se le ocurre”. Su acto lo
introduce en el dispositivo analítico que Lacan llamó discurso analítico.
64
FREUD, S. Sobre La Iniciación Del Tratamiento (1913). O. Completas, Editorial
Amorrortu, Volumen XII.
45
¿Qué implica introducirlo en el discurso analítico? Que el sujeto pase de una
pura pasividad de la queja a una actividad que lo implique en su decir. Que el sujeto se
interrogue por sus dichos, sus equívocos, que se implique en su discurso, que se
encuentre con lo inesperado de su decir.
Colette Soler dice, “... Podemos hablar, pues, del falso trabajo de ambos, falso
en el sentido de que trabajan cuando trabajan, inútilmente en lo referente a la
revelación de su ser. Aquí es donde, el psicoanalista, puede no hacerse cómplice, lo
cual supone provocar el punto de angustia que surge cuando la presencia del deseo
del Otro hace inminente su determinación...”
Diremos que no alcanza con que el paciente suponga un saber sobre sus
síntomas, sino que es necesario que ese saber se encarne en un analista, porque para
comenzar un análisis es necesario como condición, que el paciente ceda su síntoma,
es decir, que esta versión se dirija al Otro encarnado en el analista. Esto es por otra
parte lo que Freud sitúa en las Conferencias de 1916 (Conferencia 28): que el analista
se apodere del síntoma. Es producir la neoproducción del síntoma, es decir, la
neurosis de transferencia. Esto implica que este síntoma que el paciente traía, en tanto
el analista se lo apodera, permite que se produzca nuevamente el síntoma (en
transferencia). No un nuevo síntoma, sino un síntoma producido de nuevo y, por lo
tanto, transferencia de libido.
46
sobre él, sí sabe algo: que su síntoma se sostiene en una representación en posición
reprimida.
¿Cómo saber cuál? Aquella, dice Freud, que retorna de lo reprimido: las
formaciones de lo inconsciente (sueños, lapsus, actos fallidos, etc...) que son
representaciones reprimidas que retornan. El analista estará allí, en atención flotante,
escuchando la emergencia de las representaciones reprimidas. Que el analista esté en
atención flotante quiere decir que dirá lo que escucha aunque no lo entiende. Él no
comprende ni sabe cuáles son las representaciones reprimidas para el síntoma de ese
paciente. Entonces el analista no habla desde el lugar del saber, del comprender, sino
que escucha y dice lo que no entiende.
Con esto que el analista dice, el paciente puede hacer varias cosas:
desestimarlo, ignorarlo o producir una nueva versión de lo que a él le ocurre al
integrar lo que el analista dijo. Esta nueva versión de lo que dice está causada por eso
que el analista escuchó. ¿Qué le pasa al paciente cuando surge esto? Va a suponer
que allí hay un saber sobre lo que le pasa. Supone que el analista (Sujeto) sabía el
sentido que se produjo.
El paciente es el que trabaja y produce su nueva versión sobre si, causado por
el analista, pero él cree que el analista (sujeto) sabía sobre sí (supuesto saber). Había
un saber supuesto a ese Otro sujeto.
St La formula da cuenta de
Sq
s (S1, S2, S3 ... Sn) cómo comienzan los análisis y la
función del resorte simbólico
(sujeto) ( saber supuesto)
llamado SSS. Los análisis
comienzan por la demanda. La
transferencia es un efecto de la demanda. El resorte simbólico que formuló Lacan de
la transferencia es el SSS. El SSS funda el análisis sobre la relación del sujeto a la
47
palabra, corriendo el acento que ponían los posfreudianos sobre los sentimientos al
analista y el analista como objeto de repetición.
48
Conclusión.
49
La Histeria Hoy. Un Nuevo Desafío para la Clínica Psicoanalítica
(Presentación de un Caso).
María Teresa Reyes.
Resumen.
Sin duda, los analistas, nos encontramos con un nuevo desafío para el
Psicoanálisis frente al incremento de presentaciones clínicas que no podemos ubicar
clínicamente como neurosis de transferencia. Más allá de la diferencia entre
sintomatologías, las une un denominador común: la carencia de representación
psíquica. Sus penas son mostradas allí donde no son habladas como formaciones del
inconsciente.
Introducción.
50
Es así como los analistas tienden a inventar nuevos paradigmas clínicos que
permiten explicar estos fenómenos que se presentan por fuera de las clásicas
formaciones del inconsciente y que, más allá de las diferencias sintomatológicas,
los une un denominador común: la carencia de representación psíquica. Sus penas
son así mostradas, allí donde no pueden ser habladas, es decir, trasmitidas
simbólicamente por la palabra.
65
51
¿Podrían pensarse, estas patologías contemporáneas, como neurosis fallidas,
también llamadas neurosis graves o narcisísticas? Neurosis que fallan por la
declinación del nombre del padre y que tratan de remediarse con los ropajes que la
época ofrece, donde el incremento de éstas se debe a que la sociedad actual tampoco
funciona como ordenador simbólico, propiciando aún más este orden de fenómenos
clínicos que muestran esa “desorientación subjetiva” que los acompaña. Podrían
pensarse a éstas, en principio, como “neurosis que no son de transferencia”.
Por tal motivo, no es posible, con estos pacientes (por lo menos al comienzo),
utilizar los dispositivos técnicos propios del análisis. No se trata de adaptar al paciente
a estas técnicas, sino que las mismas se adapten a la particularidad del caso.
Muchas veces, las inscripciones simbólicas quedan a cuenta del analista que con
su presencia activa (deseo del analista) es el sostén de “eso” que en la estructura falla.
El analista se convierte, para el paciente, en aquel que funciona como suplencia de
esa falla, que se constituye como punto de referencia, como brújula en la existencia de
ese sujeto.
La cuestión crucial es cómo lograr que esos actings, la droga, los trastornos
alimenticios o las psicosomáticas cedan a la palabra. Es necesario instaurar en estos
posibles analizantes - que aún no demandan un saber, pero demandan auxilio – se
creé en ellos alguna dimensión de confianza. En el Seminario XI, Lacan se pregunta
“¿En torno a qué gira la confianza del analizante?”. Y responde sin vacilar: “En torno al
66
Correspondencia de Freud a Ferenczi.
52
deseo del analista” y agregará: “El sujeto es supuesto saber solo porque es sujeto de
deseo”67
Dice Freud: “... Les dije que el Psicoanálisis se inició como una terapia, pero no
quise recomendarlo al interés de ustedes en calidad de tal, sino por su contenido de
verdad, por las informaciones que nos brinda sobre lo que toca más de cerca al
hombre: su propio ser...”68
53
pasar algo feo, me siento a la deriva. Desaparezco de un lugar y me encuentro en otro
y no sé cómo fue, cómo llegué”. Le cuesta hablar, se queda en silencio.
Ante la interrogación de la analista no puede explicar lo que le sucede. Relata
algunas cosas en forma “desordenada” y me pregunta si la puedo seguir. Le digo que
hable como pueda y subrayo algunas cosas que dice. Otras veces trato de orientar o
reconstruir sus dichos. Cuenta que tiene todo revuelto, que no sale de la casa, que la
madre está encima de ella todo el tiempo, no se puede sacar la mirada de encima y
le dice que es desordenada, la persigue con esto, le busca cosas en el ropero. Se
mete en todos lados. Del padre dice que no puede contar con él.
El hermano (que es el que hace todo bien) también pretende guiar su vida “puesto
en el lugar del padre”. Éste le dice que no tiene que salir de noche y se pelean. “Me
quedo a la noche en el boliche y cuando vuelvo me quedo despierta. Duermo de día.
Me quedo tirada. Mi mamá quiere que ordene y me despierta. El otro día me tiró toda
la ropa por la ventana porque estaba toda desordenada, toda tirada”.
A – ¡Toda tirada!
L – Mi mamá está enojada y yo no puedo con esto. Necesito hacer un orden, tirar
algunas cosas.
Desde el discurso materno se trata de tirar lo que no entra en el orden. La analista
aloja el desorden que ella trae y esto cobra dimensión en acto: dejar que sus
pensamientos desordenados vengan, en vez de tirarlos. Frente al discurso materno
Lucy, solo puede construir una Otredad opaca (desorden, al margen, desaparecida)
respecto de éste está todo bien, ordenado (prolijidad masculina del hermano) para la
mirada materna.
A - ¿Cómo es la atracción?
L – Es como si se jugara todo: lo femenino y masculino.
Cuenta historias sobre mujeres que están atrás de ella y una historia con un “gay” al
que convierte en heterosexual: “Él no podía con las mujeres y yo hice que pudiera”.
A – Estás preocupada por hacer pasar al gay a la heterosexualidad, un hombre que
no podía con las mujeres y que ahora puede.
Intervención que asocia con el padre. Dice que lo ve caído, permisivo, pasivo,
femenino y manejado por las mujeres.
54
Lucy manifiesta que es siente confusa. Que está en un estado adormecido. “No sé,
es raro, yo estoy pensando, tratando de organizarme, necesito tiempo para llegar a
algún lugar. Pero no sé, no sé qué digo. Me pierdo. La gente no me entiende. Con el
Drag Queen nos entendemos, jugamos, estamos pero no. ¿No se entiende qué quiero
decir? (Se angustia y llora). La paciente muestra su punto de angustia allí donde habla
sin llegar al Otro. Ante su apelación al SSS, mis intervenciones apuntan a capturar
algo de lo que dice e invitarla a seguir hablando. Lucy continúa: No sé si quiero seguir
yendo al boliche, me siento rara, yo pertenezco allí pero no, me fui y aparecí en un
lugar que no conocía, volví al otro día, estuve por allí... en un lugar descampado”.
La paciente cuenta con humor que la madre está horrorizada porque ella invitó a su
amigo “La Baronesa” a su casa. Y mientras éste contaba sus historias la madre no le
sacaba los ojos de encima. “Yo miraba la escena y me causaba risa”. Ante esta
escena, los ojos de la madre quedan en otro lugar y no sobre ella.
Al tiempo cuenta con angustia que su amigo Drag Queen desapareció y que
probablemente se fue a algún lugar con su novia (otra Drag Queen). A partir de aquí
empieza a estar más en silencio y cuenta que se siente rara, que cuando piensa algo
se interrumpe el pensamiento y se pierde. Su aspecto físico está deteriorado.
La madre le habla todo el tiempo y le pregunta cosas, dice que la trata “como una
loca”. Manifiesta tener miedo.
Yo, como analista, siento preocupación y no sé bien qué hacer porque me
preocupa su estado de confusión y sus actings. Por otra parte, ante el llamado a sus
padres, éstos no responden y me preocupa también que Lucy es menor de edad. Le
propongo ver a un médico para ver sí es necesario medicarla para que pueda dormir.
Manifiesta que tiene miedo que la medicación le haga mal al cerebro, pero acepta ir al
psiquiatra. La psiquiatría no le gusta porque le “pregunta mucho, la invade, no la deja
hablar, le explica todo, no para de hablar”.
Porque el analista no sabe todo, es que ella está dispuesta a hablar. Lucy capta la
angustia de la analista y la lee como un deseo: la analista está preocupada por ella.
Decido apostar a la transferencia y dar más lugar a la escucha de su palabra. Le digo
que no la voy a medicar pero que tiene que venir más. Acepta.
Lucy me pide venir por las mañanas, así tiene la obligación de levantarse. Le insisto
en la necesidad, para continuar el tratamiento, de tener una entrevista con los padres.
Introduzco la dimensión de la ley: es necesario legalmente, porque ella es menor.
Lucy, finalmente, consigue que éstos me llamen.
55
Entrevista con los padres.
La madre dice que ella sabe todo sobre la hija. “Siempre fue rara, si no es psicótica,
le pega en el poste. Algo me dice que va a terminar mal. Yo soy vidente y sé de lo
que le hablo. Yo no sé qué hacer con ella. Yo lo dije a él (el padre) que no es
conveniente que se trate con usted porque él no va a poder pagar y yo no tengo plata.
Es mejor que no se meta a comprometerse porque después no puede, que vaya a un
hospital”
El padre dice: ¿Cuánto tiempo tengo que invertir en ella? Y, después, ¿va a poder
hacer algo? Yo me suelo caer tanto anímicamente como económicamente. Tengo
problemas.
56
materno, “si vos no le contás, ella no sabe”, “vos decís que ella te dice que no sabe
qué hacer”, etc.
Lucy pregunta al analista que piensa de esto que a ella le pasa. Decido
responderle: “Sentir sensaciones locas no la definen como loca”.
Lucy responde con entusiasmo: “entonces no estoy loca”. Su discurso empieza a
organizarse de modo sorprendente a partir de la nominación del analista. Habla de su
miedo a volverse loca, al mismo tiempo que ceden sus actings y su paranoia. Su
estado físico mejora, se arregla y sale de la casa de día. Señala que no está con la
madre todo el tiempo y que la ve, ahora, angustiada. Empieza a salir con la cuñada y
con algunos amigos.
Falta a una sesión y dice, en la siguiente: “Falté porque no quería defraudarla,
porque no pude hacer algo, ¿no se enoja, verdad?”. Sonriendo, le digo: “Se puede no
poder y se puede faltar”. Intervención que apunta a posibilitar que pueda faltarle al
Otro, situando el descompletamiento del Otro. Lucy asocia que la madre pasó, para
ella, de estar enojada a angustiada.
Su discurso actual gira en torno a hablar de la cuñada como una mujer que sabe
tener al hermano. Aparece una primera pregunta: por qué ella no ha tenido nunca
un novio. Momento del análisis que muestra una interrogación analítica:
¿histerización del discurso? Lucy quiere localizar y reconstruir, desde su análisis, a
partir de cuándo se empezó a sentir a la deriva y cómo lo simple para otros fue tan
difícil para ella: guardar un secreto, elegir cuándo estar y cuándo no, descubrimiento
que ella nombra como su punto de partida.
57
LA ANGUSTIA: EL ACTING OUT Y EL PASAJE AL ACTO.
DOS MODALIDADES CLÍNICAS DE LO IMPRONUNCIABLE.
58
Para abordar estas dos fenomenologías clínicas recorreremos algunos
conceptos freudianos y lacanianos que nos permiten entender mejor por qué un sujeto
realiza estos comportamientos.
Recorreremos el origen freudiano de la noción de Acting Out. El término
Acting Out surgió en la experiencia freudiana ligado al proceso analítico instaurado a
partir de la regla de Asociación Libre.
Freud descubrió que el paciente no recordaba siempre lo olvidado y reprimido
sino que lo reproducía como acción. La actuación quedaba ligada a la repetición
siendo su fundamento la resistencia. La operación analítica consistía en mantener
dentro de la esfera psíquica aquella que quedaba fuera del recuerdo y que derivaba a
la motricidad, es decir, a la acción.
Freud puntualiza este proceder psíquico en su “Epilogo” de Dora, donde trabaja
el tema de la transferencia. En “Dinámica De La Transferencia” el actuar y el repetir
eran lo mismo. Repetición y actuación eran sinónimos. Freud dice que en el análisis
todo converge sobre la transferencia y sostiene que no se puede analizar el pasado
sin hacerlo presente y que el pasado se actualiza en acto en la acción de la
transferencia(3).
Es en “Recuerdo, Repetición Y Elaboración” donde utiliza la palabra alemana
agieren(2) que significa acción.
Actúa en lugar de recordar. Dice Freud “el analizado no recuerda en general
nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa” (2). El actuar se opone entonces al
recordar y se liga en la obra freudiana al problema de la transferencia.
Pero a su vez, Freud descubre que este Actuar es un modo de recordar y se
produce inevitablemente en un análisis.
En este artículo, si bien Freud se opone el recordar al actuar, ubica, sin
embargo, el agieren en la dimensión de la repetición, como una manera de recordar.
Es en “Más Allá del Principio del Placer” que podemos encontrar en Freud que
una cosa es la repetición y otra la actuación donde tematiza la compulsión a la
repetición(4). Lo cual reconceptualiza lo dicho en “Recuerdo, Repetición Y
Elaboración”. Por lo tanto, recuerdo y repetición se separan, una cosa es la
actuación, por el lado de la compulsión, y otra la repetición. Diremos con Freud que
la actuación es una repetición, pero no en el relato. La actuación como compulsión
queda adscripta al margen del discurso, el margen de lo simbólico.
59
La repetición, en cambio, es simbólica, es esencialmente significante, y en ella
está en juego una dialéctica entre lo idéntico y lo no idéntico. El retorno de lo mismo a
través de lo diferente.
La repetición se produce en el marco de la asociación libre en términos de
significantes que retornan de lo reprimido. La actuación, en cambio, supone la
aparición en la escena de otra cosa que significantes, la aparición del objeto.
El objeto es algo que sale de la cadena significante, que es expulsado de la
cadena discursiva. Freud descubre, entonces, que hay algo del orden de la repetición
y diferencia lo que causa la repetición de lo que está afuera de la repetición y que
Lacan llama Objeto a.
Lacan, en el Seminario XI, plantea una diferencia muy importante entre lo que,
en términos de repetición significante (automatón) y la determinación del sujeto por el
encuentro con lo real, que es en realidad un mal encuentro, que determina el actuar
del sujeto: “...En tanto la acción que está en juego en el retorno no es retorno de lo
idéntico en lo no idéntico (retorno de lo reprimido), sino que es retorno de lo
idéntico en sí, de eso que es siempre lo mismo. Lo absoluto del objeto imposible de
ese encuentro...”(5).
Lacan, en el Seminario de la Angustia, plantea una relación esencial de la
angustia con la acción como tal: “actuar es arrancar de la angustia su certeza”(6).
Actuar es operar una transferencia de certeza que sólo la angustia puede dar al
acto, esta certeza de la angustia que no engaña, se refiere a que no se articula al
equívoco significante. Esta surge cuando el sujeto se lee como no siendo más que un
cuerpo no reconocido por el Otro, es decir como resto, como desecho. La angustia no
engaña, ya que su imaginario es también real, aparece ante la presencia del objeto.
60
la estructura; es también llamada trauma por Freud, es decir, lo traumático como
angustia de castración.
El sujeto entra al mundo como un cuerpo. Como un sujeto en lo real que debe ser
marcado por el Otro, simbolizado, para dejar de ser cuerpo y pasa a tener un
cuerpo. Como el Otro no tiene todos los significantes, porque está barrado, hay algo
de ese cuerpo que no es nombrado totalmente. Hay un resto de ese cuerpo que
permanece como no sabido por los significantes del Otro. Esta falta del Otro es la
61
imposibilidad de nombrar la totalidad del cuerpo. Freud ubica en ese punto de falla de
saber del Otro a la castración, a lo femenino y a la muerte.
A esto que el sujeto no puede saber sobre él, en tanto el Otro no es otro del saber,
Lacan lo llama, el Otro en tanto cuerpo, es el cuerpo que representa la pérdida
original del sujeto como la AUSTOSSUNG (expulsión), cuerpo excluido de lo
simbólico. Este cuerpo que no es nombrado por el Otro como saber, posiciona al
sujeto en la dimensión de la angustia, porque el sujeto en ese punto no sabe quién es.
El sujeto, intenta localizar ese cuerpo que está más allá de la representación, de lo
simbólico, de lo significante, en un objeto imaginario como una manera de taponar la
angustia, la respuesta que encuentra es el fantasma que viene a ligar ese cuerpo
expulsado de lo simbólico (cuerpo real), a uno de los objetos de la pulsión parcial
(como objeto localizado separado).
Cuando en el lugar donde debe aparecer la falta, donde ni el a ni el -fi pueden ser
representados, se hace en cambio, presente algo, es decir, “la falta, falta”, la
angustia surge.
62
a. Lacan dice: “La angustia no es señal de una falta (de objeto), sino la falta de apoyo
de dicha falta. De este modo, no es la nostalgia del pecho, la que engendra la
angustia, sino la inminencia del pecho materno”(6).
Lacan dirá que el fantasma es una pantalla que se pinta en la tela que oculta la
ventana, para ocultar la visión que ofrece la ventana. El marco es, pues, condición
necesaria del fantasma. Entonces, el fantasma, es una construcción que va a dar
respuesta al enigma del deseo del Otro. ¿Qué hay detrás de esta pantalla?. La
hendidura del deseo del Otro, es decir, su enigma. Por eso hay una relación intrínseca
entre el marco y la angustia. La hendidura es la barra que castra al Otro, lo que hace
surgir al sujeto como deseante, lo que señala su castración.
Diremos entonces, que el Pasaje al Acto y el Acting Out son dos respuestas
frente a la angustia en el orden de la acción y se diferencian del síntoma en que éste
es una respuesta del sujeto que puede situar el a en el campo del Otro, es decir, el
síntoma es una vía que mediatiza el deseo y tramita la angustia.
El síntoma está en la trama significante, mientras que estas acciones quedan por
fuera de lo simbólico. Tanto en el Pasaje al Acto como en el Acting Out, a diferencia
de aquel, el sujeto queda sustraído a los equívocos significantes. Estos
comportamientos están en el lugar del decir, poniendo en juego aquello que no
puede ser dicho, lo que vale por lo real en la estructura, aquello que lo simbólico
delimita como objeto a. Hay entonces, una relación directa de estos
comportamientos con el objeto a, resto de la relación del sujeto con el campo del
Otro.
En este sentido diremos que, el Acting Out y el Pasaje al Acto son dos
modalidades clínicas de lo impronunciable y como tal son dos lugares privilegiados
para pensar la cuestión de lo real en el análisis.
63
PASAJE AL ACTO
Es necesario distinguir el Pasaje al Acto del Acting Out, que siempre ocurre en
una escena. Según Miller: “Por el contrario, en el Pasaje al Acto no hay más
espectador. Hay desaparición de esta escena y digamos que el sujeto está
eventualmente muerto (...) Será él, muerto, quien mirará a los otros y les planteará su
pregunta y les hará sentir el por qué de su mirada” (11).
El Pasaje al Acto es una caída de lo simbólico y, al mismo tiempo, una caída del
espejo, ya que no hay reconocimiento de ninguna imagen. Es una salida del marco,
una salida de la escena en la medida en que el sujeto se identifica al objeto a en esa
función de desecho y se arroja de la escena.
Lacan dice que el Otro está en posición de falo absoluto, en el sentido que es un
Otro sin barrar, sin ningún espacio para que el sujeto se constituya. Entonces, ¿a qué
se identifica el sujeto?. Simplemente a lo que queda de eso, al desecho, que es el
Objeto a en posición de resto.
64
El sujeto para descompletar al Otro, se convierte en el desecho, se arroja de la
escena, del campo del Otro, es el intento de hacer desaparecer al Otro que lo goza,
intento de situar una falta en el Otro.
Lacan va a decir que el correlato esencial del Pasaje al Acto es ese dejarse caer,
esa súbita puesta en relación del sujeto con lo que él es como a. Se trata de un acto
que, por analogía con el parto implica un precipitarse por la ventana, acto
paradigmático del melancólico en tanto la ventana, como metáfora de la laguna es
tributaria de un pasaje a otro mundo.
“La ventana en la medida en que nos recuerda el límite entre la escena y el mundo,
nos indica el significado de un acto por el que en cierto modo el sujeto vuelve a esa
exclusión fundamental en la que se siente, en el momento mismo en que en el
absoluto de un sujeto, absoluto del que sólo nosotros, los analistas, podemos tener
una idea, se conjugan el deseo y la ley”(6).
65
El Pasaje al Acto puede aparecer como un suicidio o su intento, como lo
observamos en la homosexualidad femenina, pero también aparece en la clínica
con otras modalidades del mismo. Por ejemplo, en el sujeto histérico, en el caso
Dora, se plantea una disyuntiva entre saber sobre el deseo y ser el objeto causa de
este. Cuando el señor K, en posición de amo, le confiesa que su mujer no es nada
para él, Dora lo abofetea “saliendo de la escena”, pero lo buscado por ella es el
saber sobre el deseo del señor K sobre su esposa y no sostener el lugar de objeto
causa de él. Estaría encarnando la posición de lo no sabido, como objeto causa de
deseo. La bofetada es el Pasaje al Acto que la saca de esta escena, de esa
posición de objeto. Romper la escena para poder seguir con la pretensión de saber
sobre ese cuerpo resistente al saber, la feminidad.
Diremos entonces, que en esta identificación del sujeto con el objeto, aquel
está excluido. Ya no “se siente” más excluido, sino lo que está, “se excluye en la
acción con todo su cuerpo”. “La segregación, ya no será un mecanismo
intersubjetivo, sino una salida súbita hacia el mundo real”. “Al sujeto no le falta una
parte, sino que él mismo es la parte faltante”. “En la búsqueda por producir un resto
se termina siéndolo”(12).
66
EL ACTING OUT.
Lacan define al Acting Out como “algo” en la conducta del sujeto que se
“muestra”. Dice, en el Seminario de la Angustia: “El acento demostrativo, la
orientación hacia el otro de todo acting debe ser destacado”(6). Ya Freud insiste en
el caso de la homosexualidad femenina, que a los ojos de todos (especialmente del
padre), cuanto más escandalosa es dicha conducta homosexual más se acentúa”
(13)
.
El sujeto se pone a actuar sobre esta escena bajo la mirada del Otro,
necesita del Otro en posición de espectador. Es decir, muestra su caída en tanto se
ubica como resto, pero la escena es mostrarse como resto y no serlo como en el
caso del Pasaje al Acto. El Acting Out implica un resto que está más allá de la
palabra, por eso es irrecordable, porque no pertenece a lo reprimido, es del orden
de lo indecible y pone en escena el objeto a como causa, eso que está más allá de
la palabra. Por eso cuando se dice Acting Out, se enfatiza el out, el afuera, lo que
implica la salida del sujeto de la cadena discursiva. Es un fuera de la cadena
discursiva, un fuera del orden significante y, por lo tanto, lo que pone en juego es
aquello que no puede ser dicho por estructura; ese resto que está más allá de la
palabra.
67
CARACTERÍSTICAS DEL ACTING OUT.
68
plantea al analista el cómo domesticarla, ya que el acting se dirige a él, es decir, lo
que suele estar en juego en todo acting es la transferencia.
a. El Acting Out denota un imposible para el sujeto, es una defensa de éste que
implica un modo de articularse al Otro. Es una demanda no articulada con el fin
de que el analista interprete el señuelo que el acting recorta para indicar el
modo de resto en que está colocado el sujeto.
b. El acting, como búsqueda en la transferencia, intenta señalar un daño en la
escena analítica, donde se le demanda al analista su presencia, su lugar, lugar
éste al que apunta dicho acting, porque si hay que retomarlo, es porque se ha
perdido. Hay un aforismo lacaniano con respecto a esto, “el analista es el
partero del Acting Out”. Es un modo de respuesta del paciente frente a la
posición histérica del analista o frente a la posición de éste como Otro absoluto,
es decir, sería el efecto de la no escucha. Sitúa una puesta entre paréntesis del
proceso transferencial en la dimensión simbólica, es un pedido de
interpretación, un pedido al Otro que se encuentra desfalleciente y reducido a
su función imaginaria y vacilante en la transferencia del sujeto supuesto saber.
Es una llamada al analista a sostener el dispositivo analítico.
En este punto, podemos pensar, lo que Lacan trabaja con respecto a Ernest
Kriss a propósito del caso de supuesto plagio. Kriss elige el camino de mostrarle a
su paciente que él no ha plagiado nada, que su trabajo es original y honesto, por lo
tanto, pasa al acto, es decir, va a buscar en el mundo las pruebas y le dice que ha
leído su libro que nada tiene de plagiado y que es absolutamente original. El sujeto,
dice Lacan, no puede discutirle al analista y al salir se va a un restaurante y como
sesos frescos como respuesta a la intervención del analista, con lo cual este
sujeto “pone en escena aquel “pedacito de cosa” que toda la originalidad de su libro
no contenía. Le muestra al analista que hay un objeto de su deseo fuera. En el
Seminario de la Angustia Lacan plantea que, “con los sesos, el paciente, le hace
69
sentir a Kriss: “todo lo que usted dice es cierto, pero sencillamente no toca la
cuestión, quedan los sesos frescos, se lo demostraré, iré a comerlos al salir, para
contárselo la próxima vez”(6).
Diremos que ese algo es ese “pedacito de nada”, los sesos frescos,
mostrándole a él que toda la originalidad que el analista decía que tenía, en verdad,
no lo representaba. Ese algo es el deseo articulado objetivamente como objeto a y,
por lo tanto, este acting es un llamado al analista para que ocupe su lugar. Lo que
hizo Kriss, por el contrario, fue salirse del lugar del analista al ir a buscar la verdad
en la realidad fáctica. Salirse del lugar no es solo interpretar mal o bien – si es
posible determinar esto –, sino no poder pensar que hay un resto imposible de
interpretar y que éste debe ser alojado en la transferencia. El analista sería,
entonces, el lugar donde se exterioriza para el sujeto su objeto, es decir, el lugar del
analista como semblante.
El lugar del analista es ser depositario de ese objeto. Diremos entonces, que
el acting se produce cuando el analista no soporta ser depositario del objeto y sale
corriendo como Kriss a buscar - en un ejemplo como éste - una prueba en la
realidad de la veracidad del discurso del paciente.
Lacan nos dice que “... a diferencia del síntoma, el Acting Out, es el
“amago de la transferencia”. Es la transferencia salvaje (...) De esto resulta que una
de las maneras de plantear la cuestión, en lo relativo a la organización de la
transferencia (...) es preguntarse cómo “domesticar la transferencia salvaje”, cómo
hacer entrar el elefante salvaje en el cercado, cómo poner a dar vueltas al caballo
en el picadero...”(6). (...) Esto es una forma de plantear el problema de la
transferencia; sería muy útil hacerlo por este extremo, pues es la única manera de
saber cómo actuar con el Acting Out”(6).
70
Lacan nos marca aquí un camino para pensar cómo operar con el Acting y
es por el lado de la transferencia como habría que pensar la estrategia de la cura.
Por eso pienso que cuando Lacan plantea el “acting como una transferencia
sin analista” es porque falla el acto del analista, o sea, que el acting es una
respuesta en análisis a la falta del acto analítico. El acting reclama del analista un
acto que instale el discurso analítico.
El Discurso Histérico
$ S1
a S2
Los lugares son:
El Agente. El Otro.
La Verdad. La Producción.
Referencias:
S1: Significante Amo
S2: El Saber
$: El Sujeto
a: El Plus de goce
El discurso histérico hace que trabaje el amo, es la demanda de que un amo que
trabaje como esclavo y lo que demanda es interpretación.
71
de la escena, sino que lo esencial es que dicha escena muestra el resto. No se trata
de responder a la demanda de interpretación, sino que lo que permite domesticar la
transferencia salvaje es el deseo del analista. Esto debe entenderse en el sentido de
que el analista debe sostener la dimensión de resto en la medida en que queda
advertido de lo que el acting señala, es decir tomando sus señas, el acting servirá
como herramienta en la dirección de la cura.
El deseo del analista es lo que posibilita a éste despertar del goce que, a veces,
invade el dispositivo analítico. Por eso Lacan dice que no hay interpretación sin acto,
porque una interpretación sin acto analítico, es decir, sin pesquisar estos lugares en
los que el analista es llamado en la transferencia, no produce este pasaje necesario de
la Transferencia Salvaje a la Transferencia Analítica como condición de trabajo.
Discurso Analítico
impo
sibili
dad
72
Si pensamos en el ejemplo de Dora, Lacan argumenta cómo su larga historia entre
el Sr. K, la Sra. K, el padre, etc...; es un acting. Dora instalada en el discurso histérico,
muestra sus actings. Freud hace una maniobra en la transferencia que transforma
esos actings, esa transferencia salvaje, propia del discurso histérico, en discurso
analítico. El señalamiento de Freud donde le pregunta a Dora cómo está incluida en
todo eso(1) la ubica a Dora en posición de sujeto, de tener que trabajar analíticamente
con los significantes que la determinan (asociación libre).
Diremos entonces, que el Acting Out es posible en un momento del análisis donde
falla el dispositivo analítico, allí donde no está en juego el discurso analítico.
En este sentido, es el acting el que llama al analista a que reinstale con su acto ese
discurso.
HIPÓTESIS
Dado que el psicoanálisis sostiene que no hay recetas generales, y si bien, todo
fenómeno clínico supone pensar su intervención en el caso por caso, he pensado dos
maneras tácticas posibles para operar clínicamente frente al acting, situado en el
marco de determinada transferencia.
73
Acting Out. Escena – El analista es convocado a
Actuación. mirar la escena, lo esencial
el resto.
El sujeto no puede ver
queda como objeto mirada
Freud le preguntaba a Dora cómo estaba implicada ella en toda esa historia
(escena – acting). Esta maniobra en la transferencia posibilita instaurar la
sintomatización del acting, o sea, la instauración del discurso analítico que sostiene
el dispositivo de trabajo analítico.
74
2. El analista como semblante.
La responsabilidad del analista se pone en juego desde el deseo del analista. Sólo el analista
que soporte su destitución subjetiva, podrá soportar ocupar el lugar de esa nada, que es la
causa del decir del analizante. Freud dice que la transferencia analítica es el motor que
permite que el analizante se mantenga en su impulso de trabajar en análisis.
Es la posición misma del analista “su deseo de ser semblante de esa nada” (objeto) lo que lleva
a desconsolidar “esa nada” para que el paciente allí hable(10).
CONCLUSIÓN.
El Acting Out y el Pasaje al Acto son dos modalidades clínicas de lo impronunciable, es decir
aquello que está más allá de la deriva significante. Son dos patologías del acto. Estos
comportamientos son dos maneras de responder a la castración. Son el encuentro con lo que
toma el valor de lo real y que como tal llama al acto del analista. La responsabilidad del
analista implica no eludir lo real, no se trata de evitarlo, sino de ampliar el límite para la
producción del sujeto, es decir de sintomatizarlo.
En este sentido, Lacan sitúa el campo central en el goce y lo real. La responsabilidad del
analista es entonces una responsabilidad sobre lo real, éste será responsable de situar eso que
75
el sujeto muestra como su irreductible, intentando hacerlo hablar. Que el analista esté por su
deseo en el lugar de la causa, es para que el analizante siga hablando.
Pensemos que estas actuaciones del sujeto (el Acting Out y el Pasaje al Acto) son modos de
acceso a la realidad del goce, es decir, aquello que en la estructura vale como real. No se trata
de evitar obsesivamente estas actuaciones, sino de encontrar la maniobra desde la
transferencia para poder operar con estas modalidades clínicas en el caso por caso.
Cuando el analista no ocupa el lugar de esa nada, de ese resto como lugar de la causa del
decir del analizante, ese lugar es ocupado por éste y no por el analista; destituyéndose así el
dispositivo analítico. Como consecuencia el analista queda o en una posición histérica (evitar
ser la causa) o en el lugar de amo absoluto, es decir detentando un mandato superyoico para el
paciente, lo que implica nombrarlo como ese Tú eres eso. En ese lugar el paciente se siente
gozado como objeto de saber del analista, quedando el analizante en posición de angustia en
relación al Otro. Una de las salidas posibles del paciente en este caso es la ruptura de análisis
como Pasaje al Acto.
La ética freudiana supone entonces llevar al paciente a la dimensión simbólica, en tanto el acto
del analista instaura el discurso analítico para que el analizante allí hable. A diferencia de las
patologías del acto, el estatuto del acto psicoanalítico es fallido y no un acto exitoso, el objeto al
que apunta es que haya pensamiento.
El pensamiento inconsciente emerge en la palabra y desplaza al acto, le hace decir otra cosa.
El analizante, es colocado por el dispositivo analítico como sujeto en tanto es representado por
un significante para otro significante. Las intervenciones del analista producen el síntoma en
transferencia y la neurosis se transforma así en neurosis de transferencia. El analista utilizará
el síntoma producido en transferencia utilizándolo para tomar la verdad que allí se dé a leer.
BIBLIOGRAFÍA
76
Freud, S:
1. “Fragmento De Un Caso De Histeria” (1905 [1901]), Capítulo IV: Epílogo, OC,
Amorrortu, Volumen VII.
2. “Recordar, Repetir y Elaborar” (1914), OC, Amorrortu, Volumen XII.
3. “Sobre La Dinámica De La transferencia” (1912), OC, Amorrortu, Volumen XII.
4. “Más Allá Del Principio Del Placer” (1920), OC, Amorrortu, Volumen XVII.
5. “Inhibición, Síntoma Y Angustia” (1926 [1925]), OC, Amorrortu, Volumen XX.
Lacan, J:
6. “Seminario XI: Los Cuatro Conceptos Fundamentales Del Psicoanálisis”, Paidos,
Bs. As., 1986.
7. “Seminario X: La Angustia”, Inédito.
8. “Seminario RSI”, Inédito (1974).
77
Los gritos del cuerpo.
La psicosomática desde la perspectiva lacaniana.
La imagen del cuerpo no puede ser disociada de la relación al lenguaje. Freud descubrió
muy tempranamente la relación lenguaje – cuerpo. Ya en “Estudios sobre la Histeria”, Freud
advierte que el cuerpo para el psicoanálisis es entendido como un cuerpo erógeno, donde una
anatomía fantaseada sustituye a la anatomía de los neuroanatomistas. Freud se aboca allí a la
distinción de las parálisis orgánicas e histéricas.
Freud sitúa un cuerpo pulsional que describe en “Tres ensayos de teoría sexual” como
“... los órganos del cuerpo brindan excitaciones de dos clases, basadas en diferencias de
naturaleza química. A una de estas clases de excitación la designamos como la
específicamente sexual, y al órgano afectado, como la «zona erógena» de la pulsión parcial
sexual que arranca de él...”69.
Describe el cuerpo en relación con la imagen, como figura de cohesión corporal al que
se refiere Freud en 1914 cuando introduce el narcisismo. El yo es así el reservorio de la libido
narcisista en donde parten las investiduras del ello.
En la primera teoría de las pulsiones Freud opone las pulsiones sexuales a las pulsiones
del yo o de autoconservación. Las pulsiones de autoconservación son la necesidad del cuerpo
biológico.
Más tarde en “El yo y el ello” dirá que el yo es ante todo un yo corporal. Este yo se
constituye como entidad distinguida del ello, diferenciada del contacto de la realidad exterior, es
un registro metafórico del cuerpo real.
69
Freud, S: “Tres ensayos de teoría sexual (1905)”, OC, T. VII, Amorrortu, Bs. As.
78
“... Lacan denomina “estadio del espejo” al momento genético en que el niño llega a la
unificación de su cuerpo, justamente a partir de la presencia del otro. La representación de
unidad, a la vez física y mental del yo, sólo se obtiene por identificación con el otro, insiste
Lacan, señalando el rol de la imago en la relación psíquica...”70.
La distorsión de ese momento estructural cuyo rol es básico en la constitución del sujeto,
deja marcas muchas veces irreductibles en la unidad yoica.
Se trata de dilucidar lo que ocurre con la estructura subjetiva cuando el goce se cristaliza
fuera de la zona erógena y es imposible de metaforizar. El sujeto ya no está representado por
un significante para otro sino fijado a un solo significante que es del orden del rasgo unario.
70
Mendilaharsu, S; B. De Suaya, G; Fernández, A; Gines, A, Neme, J y Probst, E.: “El cuerpo en
psicoanálisis”. En revista Uruguaya de Psicoanálisis, Nº 61, Asociación Psicoanalítica del Uruguay, Montevideo.
71
Miller, J-A: Seminario “Respuestas de lo real”.
79
La clínica nos enseña que en los fenómenos psicosomáticos la apelación al significante
no produce los mismos efectos que en lo referente al síntoma neurótico. Podemos observar que
aquellos pacientes que responden desde una estructura neurótica con producción sintomática,
al mismo tiempo, presentan, en muchos casos, estos fenómenos en el cuerpo que reconocen
una economía de goce diferente.
En el “Seminario XI”, Lacan sostiene una lógica en la constitución subjetiva que conlleva
dos operaciones fundantes de la subjetividad: alineación y separación respectivamente. En la
alineación (1ª operación) emerge la primera pareja de significantes que hace surgir el efecto
sujeto como afanisis (desaparición) que nos señala que el ser viviente (como puro organismo)
se pierde en la medida que pasa a estar representado entre significantes. Es necesario la
segunda operación de separación para que el sujeto pueda jugar su propia pérdida en el
campo del Otro y sea posible la constitución del fantasma como respuesta al deseo del Otro
(como velo y señalamiento de la castración del otro) Lacan en ese seminario aborda el
fenómeno psicosomático en esa arista diciendo que cuando se produce una detención en el
tiempo de la alineación se impide el acceso a ese otro lugar donde el sujeto se manifiesta en su
desaparición.
Es por ello que el FPS no puede operar con la estructura de la sustitución y metáfora
que se desliza en una significación. En el discurso psicosomático se observa una pobreza y
concretud sin deslizamiento significante. Lo que no se juega en la lógica significante se coagula
en el cuerpo como manifestación real.
80
La letra que en lo real significante no pasa por lo simbólico queda inscripta en lo real del
cuerpo, donde su goce no es descifrable como lectura simbólica.
No se trata de una constelación fantasmática sino de una fijación de goce del cuerpo
anudado en el goce del Otro sin mediación de goce fálico. Es decir que el sujeto no está en
relación al deseo del Otro respondiendo con el síntoma y el fantasma sino en relación al
capricho del Otro respondiendo con el padecer corporal.
81
Contrapuntos entre el síntoma y los FPS.
La lesión orgánica responde a una frase reprimida. No es una formación del inconsciente. No
Es una formación del inconsciente. Tiene tiene estructura de lenguaje sino que es
estructura del lenguaje, entonces este jeroglífico una manifestación, un fenómeno, un hecho
escrito en el cuerpo es a descifrar. observable.
Cuando aparece algo del orden de la verdad el Ese órgano lo halla. Se es asmático
síntoma puede modificarse. Tiene plasticidad. psoriático, ulceroso. Tiene carácter de
fijación.
Esto implica desde el decir del paciente: “Yo tengo Esto implica desde el decir del paciente: “Yo
un cuerpo” (afectado por lo simbólico) soy un cuerpo” (desarticulado de lo
simbólico), es decir que el fenómeno
psicosomático sería una parte del cuerpo
que no entró en lo simbólico.
82
A continuación expondré una viñeta clínica que sitúa el modo de abordaje desde la
perspectiva lacaniana.
María tenía 19 años en el momento en que es derivada por el dermatólogo que trata su
psoriasis debido a que ésta avanza cada vez más.
Durante las entrevistas María manifiesta estar desesperada por su enfermedad y dice:
“yo soy todo una psoriasis. Cuando me empieza a aparecer no sé cómo pararla, cómo
ponerle freno. El doctor me mandó acá. Estoy dispuesta a hacer todo lo necesario para
curarme pero sólo la magia podría lograrlo. Tener psoriasis es una humillación, todos te miran
con rechazo”.
Cuenta que el padre las abandonó cuando tenía 3 años: “él se fue con otra mujer, con la
cual tiene otra familia”. A ella no la ve más. Cuando el padre las abandonó, la madre se
deprimió mucho y tuvo un intento de suicidio con pastillas. Luego estuvo 1 año sin salir de la
casa, hasta que una tía le sugirió a la madre que llevara a María a castings publicitarios (a los 5
años) Al respecto la paciente relata: “yo me sentía muy expuesta y humillada porque casi
nunca me elegían. Mi mamá me decía que era porque estaba gordita y tenía que adelgazar. Yo
no quería ir, pero no podía hacer nada, no podía frenar a mi mamá. Cuando fui más grande
seguí haciendo los castings, aunque no me gustaba y me daba bronca que mi mamá se
guardara la plata que yo ganaba. Se la gastaba para ella, aunque estaba en buena situación
económica”.
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“¿ves que gorda estas? Si estuvieras más flaca mirarían menos tu piel”. A todos les hablaba
de su psoriasis.
Su madre le decía que siempre tenían que estar juntas porque estaban solas, ser una
para la otra y que debían saber todo una de la otra. Le pedía que le contara todo y cuando no
lo hacía, le espiaba sus cosas íntimas, le escuchaba las conversaciones y contaba a otros de
sus intimidades, cosa por la cual María se sentía humillada. También le hablaba todo el tiempo
de su piel y le indicaba todo el tiempo que tenía que adelgazar.
María dice: “De las imposiciones de mi madre, yo, no puedo zafar para no sentirme
una mala persona porque yo soy todo para ella”. Y agrega: “Para la gordura hay remedio: una
dieta; para la psoriasis no, sólo es cuestión de magia”.
El movimiento terapéutico apuntó a lograr en María - que se presenta como todo cuerpo
(del goce del Otro) - un lugar en el Otro diferente para ella, que le dé lugar a sus pensamientos,
a su despliegue psíquico restando a la psoriasis del lugar central para que emerjan las cosas
que ella desea hablar.
Las intervenciones del analista no son del orden interpretativo, sino en términos de un
acto. Son intervenciones que apuntan a acotar la locura materna en que la paciente es tomada
y que se le aparece como una pura voz y una pura mirada que no para, que quiere ver todo,
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que quiere que le hable todo. Es decir, las intervenciones, en el principio, apuntan a un
acotamiento de goce y no a un proceso que tenga que ver con algo del orden interpretativo en
tanto el FPS no es retorno de lo reprimido.
En este punto María me pregunta si tiene que contarme todo, porque la madre dice que
tiene que hacerlo. Yo le digo: “no todo, lo que vos quieras”. Tipo de intervención que habilita a
María a un espacio de intimidad y da lugar a su deseo.
La analista apunta a interceptar el discurso materno (que le dice lo que tiene que decir y
hacer, dejándola como objeto de su capricho) para posibilitar que advenga la paciente como
sujeto. Es decir, se trata de hacer pasar a un cuerpo, a que advenga sujeto que tiene un
cuerpo. Comienzo de análisis en el punto en que se empieza a interrogar por el sentido de su
psoriasis. En este tiempo se produce un movimiento donde la psoriasis prácticamente
desaparece y cuando aparece lo hace muy acotadamente: sólo queda un punto en la nuca.
María dice: “ahora cuando algo aparece no es en lugares que se vean”
La madre dice que su hija está rebelde y que desde que hace terapia y es mayor de
edad ya no le responde. Como consecuencia deja de pagarle el tratamiento ante lo cual
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decido atenderla gratis hasta que María consiga un trabajo. Acto que apunta a apostar a sus
propios recursos.
María empieza a estudiar leyes, deja los castings, se pone de novia y consigue un
trabajo. Dice que ahora el dinero es para ella. Su novio le dice que cuanto menos le de bola a
la psoriasis, más rápido se le va a ir.
María manifiesta: “el novio que encontré analizándome me hace saber que tengo otras
cosas que se pueden ver de mí, la psoriasis es ahora algo pequeño, un punto en la nuca y no
es raro que sea en la nuca, ya no se ve, ¿Qué significa esto?”.
Conclusión.
El FPS se trata de una respuesta al goce del Otro y no al deseo del Otro, que se inscribe
en el cuerpo en forma de lesión orgánica ya que no puede ser representado por vía simbólica.
Como dice Lacan, “... lo que esperamos es darle el sentido de lo que se trata...” 72. Es
decir, apuntar al desciframiento de lo escrito en el cuerpo.
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Lacan, J: Conferencia de Ginebra
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Bibliografía.
Freud, S:
“Proyecto de psicología” (1895), OC, T. I, Amorrortu, Bs. As.
“Estudios sobre la histeria” (1895), OC, T. II, Amorrortu, Bs. As.
“Pulsión y destinos de pulsión” (1915), OC, T. XIV, Amorrortu, Bs. As.
“Tres ensayos de teoría sexual” (1905), OC, T. VII, Amorrortu, Bs. As.
“Introducción del narcisismo” (1914), OC, T. XIV, Amorrortu, Bs. As.
“Más allá del principio del placer” (1920), OC, T. XVIII Amorrortu, Bs. As.
“El yo y el ello” (1923), OC, T. XIX, Amorrortu, Bs. As.
“Manuscritos G. Melancolía”, OC, T. I, Amorrortu, Bs. As.
“Manuscritos E. ¿Cómo se genera la angustia?”, OC, T. I, Amorrortu, Bs. As.
Lacan, J:
Seminario XI. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), Ed.
Paidos, Bs. As., 1986
Escritos 1. El estadio del espejo como formador de la función del yo, Siglo XXI,
México, 1979.
Intervenciones y Textos 2. Conferencia de Ginebra sobre el síntoma, Manantial, Bs.
As., 1988.
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