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La Paz -1989
Era la tarde
llamarada de fuego
y la blanca montaña
encendía
de extraño azul.
Anónimo
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DE EXTRAÑO AZUL
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Gonzalo Flores Guichon
ADVERTENCIA AL LECTOR
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DE EXTRAÑO AZUL
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Gonzalo Flores Guichon
y un tristísimo viento
de hojas espantadas
me da su bienvenida sinestesia.
En las calles
un rumor de gentes
afina a tientas
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DE EXTRAÑO AZUL
oyendo antiguas
campanas.
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Gonzalo Flores Guichon
muy lentamente
sobre
el
arroyo.
En una piedra
un grillo
estridula
el otoño.
Y punto.
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DE EXTRAÑO AZUL
duró apenas
la caída
majestuosa
de los pétalos.
se anuda
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Gonzalo Flores Guichon
A la inclinación violácea
de los montes
el corazón avanza
de la fábula.
de la tarde,
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y de las uvas.
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Gonzalo Flores Guichon
Descubrir de repente
el límite,
el instante,
la frontera
se convierten
en recuerdo.
Ver
que lo vivido
pertenece al pasado
y no es tuyo
y donde antes
eran flores
ahora son
abrojos
de difuntos.
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DE EXTRAÑO AZUL
La pequeña mariposa
anaranjada
que escapó
de la lluvia
para guardar
en la punta
de sus sueños
ciñe
el olor de la madera
puede ser
que la vea
transfigurando
el cielo.
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Gonzalo Flores Guichon
No bajará a mi mano
heredará un fulgor
desvanecido.
escucho
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No tiene voz,
pero un chiquillo
de la tormenta.
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Gonzalo Flores Guichon
Necesito
espacios marginales
donde no llegue
la garra
de los días;
necesito
esos espacios
para salvar
los agujeros
de mis manos.
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En el jardín desierto,
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Gonzalo Flores Guichon
Es extraño saber.
un incendio avanza
en China.
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el crepúsculo y la lluvia.
Pero también sé
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No estamos solos.
¿A qué ojos?
¿A qué manos van todas estas golondrinas?
¿Oyes el grito del pez en la boca
de la lluvia?
El fuego es efímero,
pero mañana otra vez
un ciempiés de raíces urdirá
el verde bramido del toro
sobre el aire.
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Gonzalo Flores Guichon
No estamos solos.
detrás de la maleza?
correrá
huyendo
del grito
salvaje
de los patos
No, nunca,
nunca
solos.
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DE EXTRAÑO AZUL
Al mediodía el tigre
bajará
de la rosa.
Por la tarde
pasa
incesante
una gacela.
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y buscamos el blanco.
sin árboles,
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más frágil,
a jirones, o violeta
a veces, velo
siempre en huída,
más tarde
anaranjado,
breve,
apenas luz.
y se besan
a tu hora,
cuándo solo
tu mirada
se escucha?
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Gonzalo Flores Guichon
de muñeco de trapo
al final de la fiesta.
Ni siquiera ahora
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Gonzalo Flores Guichon
Tallar la palabra
con gubia o con cuchillo
pulir la piedra-palabra
y limarla, bruñirla, alisarla
o simplemente
levantarla del suelo
y posarla desnuda en tu mano
como un pájaro tibio
y mirar profundamente
contemplar
profundamente
piedra
libre
palabra
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a la precaria palabrería
de los hombres?
en un mundo de lenguas
sin oídos?
y me respondieron
los ciegos.
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contra un vidrio,
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y en las calles
provocando la caída
de los montes.
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de un madero seco,
el Illimani.
del sol.
A pesar de todo,
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y descuelga la ropa,
modula un silencio,
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la gaviota invisible
un momento en el viento,
lejanos caminantes
por la niebla,
un libro amarillento,
los ciruelos…
En el fragor de la batalla,
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a paso de tormenta;
A veces me detengo
De vez en cuando,
arrojo alguna
estrella.
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Gonzalo Flores Guichon
He aprendido
el lenguaje insospechado
de los ojos.
Por ejemplo,
el mar
es el color de tu mirada
toda llena
de remolinos
de silencio.
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Escribir un poema
no es más
que contemplar
una rosa
hasta despertarla.
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Gonzalo Flores Guichon
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GONZALO FLORES GUICHON
Nació en Córdoba el 11 de septiembre
de 1958. Estudió Letras Modernas
en la Universidad Nacional de
Córdoba y es Doctor en Filosofía por
la Universidad de la Santa Cruz de
Roma. Trabajó como Catedrático de
Retórica y Poesía en la Universidad
Mayor de San Andrés de La Paz,
donde residió en la década del 80. A esos años pertenecen los libros Y
DETRÁS, EL ALBA ( 1985 ), DE EXTRAÑO AZUL ( 1988 ), que recibió la
Primera Mención en el Concurso Franz Tamayo de 1988 y LA TARDE
QUE ME HABITA (1989).
Nuevamente instalado en su ciudad natal y tras varios años de estudio en
la ciudad de Roma, publicó Y ALGO ASÍ COMO EL AIRE (1995) y escribió
MARIPOSA EN CENIZAS (2004).
Su poesía inicial tiene claramente connotaciones religiosas y una
fuerte visión contemplativa -trascendental- de la realidad. También se
caracteriza por la mirada y la inquietud filosófica. Pero luego desemboca
en una producción más visceral, producto del dolor, del amor, del dolor
de ausencia expresado en un lenguaje cotidiano, siempre forzando el
lenguaje a sus límites expresivos.