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DE EXTRAÑO AZUL

Gonzalo Flores Guichon


(La Paz, Bolivia, 1988)

Primera Mención en el Concurso Franz Tamayo de 1988


DE EXTRAÑO AZUL

Gonzalo Flores Guichon

La Paz -1989

Edición: Alfredo Mariaca Bañez

Diagramación: Jaime Vaca Gutiérrez

Diseño: Clio Editorial

Portada: Perfil de La Paz - John Moreno

2020 © Derechos registrados de los autores


Gonzalo Flores Guichon

Era la tarde

una larga y rosada

llamarada de fuego

y la blanca montaña

encendía

de extraño azul.

Anónimo

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DE EXTRAÑO AZUL

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Gonzalo Flores Guichon

ADVERTENCIA AL LECTOR

Muy pocas palabras he pronunciado por mí mismo.


Siempre hubo alguien – Borges, Rilke y hasta Ezra
Pound, a quien nunca leí – desde las sombras
conjurando mi lengua.
Lo que no es de ellos, algunos aciertos,
me ha sido dado, como la vida.
Escribir un poema no es más que la forma humana
de crear una rosa.
Publicarlo, una rareza del hombre.

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DE EXTRAÑO AZUL

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Gonzalo Flores Guichon

Los árboles están fríos

y un tristísimo viento

de hojas espantadas

me da su bienvenida sinestesia.

El cielo se cierra como un párpado

y es posible que dure

algún tiempo su ceniza.

En las calles

un rumor de gentes

afina a tientas

la tarde que me habita.

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DE EXTRAÑO AZUL

No se dormía el ciego pensando

cómo sería el rojo

color de los crepúsculos.

Toda la noche insomne

oyendo antiguas

campanas.

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Gonzalo Flores Guichon

Las hojas caen lenta

muy lentamente

sobre

el

arroyo.

En una piedra

un grillo

estridula

el otoño.

Y punto.

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DE EXTRAÑO AZUL

El vuelo de las dos palomas

duró apenas

la caída

majestuosa

de los pétalos.

En una estela blanca

se anuda

la misteriosa entrega de los días.

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Gonzalo Flores Guichon

A la inclinación violácea

de los montes

el corazón avanza

los pasajes nocturnos

de la fábula.

Algunas casas encienden sus linternas

y el viento busca un sitio

en las copas de los árboles.

Se oye un coro de sueños infantiles

mientras los pobres

levantan sus solapas.

Cuando la noche apague el eco

de la tarde,

se abrirán del todo

las tumbas de los muertos.

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DE EXTRAÑO AZUL

Temo por las palabras no dichas,

las que siempre serán otras,

perder el próximo poema,

el que nunca escribiré,

puede ser el por qué, la clave

de la metáfora del sol

y de las uvas.

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Gonzalo Flores Guichon

Descubrir de repente

el límite,

el instante,

la frontera

en que los días

se convierten

en recuerdo.

Ver

que lo vivido

pertenece al pasado

y no es tuyo

y donde antes

eran flores

ahora son

abrojos

de difuntos.

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DE EXTRAÑO AZUL

La pequeña mariposa

anaranjada

que escapó

de la lluvia

para guardar

en la punta

de sus sueños

los instantes vivos

ciñe

el olor de la madera

de los versos mojados;

y aunque es tan frágil

puede ser

que la vea

en el ojo del rayo

transfigurando

el cielo.

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Gonzalo Flores Guichon

No bajará a mi mano

la blancura instantánea de la luna,

y el propio corazón de la palabra

heredará un fulgor

desvanecido.

Entre vaivenes de poema

escucho

tan sólo el eco de la rosa.

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DE EXTRAÑO AZUL

La noche era un Arcángel

contemplando los ríos de la sangre.

No tiene voz,

pero un chiquillo

corre por sus ojos

asustado por el ruido

de la tormenta.

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Gonzalo Flores Guichon

Necesito

espacios marginales

donde no llegue

la garra

de los días;

necesito

esos espacios

para salvar

los agujeros

de mis manos.

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DE EXTRAÑO AZUL

En el jardín desierto,

las flores destilan el presagio

de los barcos hundidos

y de las casas cerradas,

de la mirada ciega y de los patios

brillantes por la lluvia.

Todo el parque espera

un no sé qué fugaz aturdimiento,

que la tarde niega

con un mórbido silencio de agonía.

Los pájaros ya casi no se mueven.

Una canción se escucha,

pero muy lejos.

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Gonzalo Flores Guichon

La noche está quieta.

Es tan sólo un rumor de hojas,

una niebla, una luna muy vaga

y unos pinos estáticos y mudos.

Es extraño saber.

que en este instante

un incendio avanza

sobre una aldea

en China.

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DE EXTRAÑO AZUL

¿Qué polvo, qué arena diminuta

y brillante, trae este viento

de todas las flores amarillas

que le rozaron aquella antigua tarde?

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Gonzalo Flores Guichon

Miro la cándida presencia de los pinos,

la espada invulnerable de la rosa,

el crepúsculo y la lluvia.

Innumerables son y veo lo mismo.

Pero también sé

de una fruición de ratas y murciélagos,

del acecho del tigre,

de relojes que queman la boca,

de paredes manchadas con orín,

de los ojos vacíos de los muertos.

Detrás del limo, el fulgor,

mas sigue siendo limo.

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DE EXTRAÑO AZUL

¿Quién va como un ciego


a barrer las cenizas del estío?
La tarde es una cierva roja
que desata los olvidos y los
deslía.
El grito de los patos
quiebra
la duda de las aguas.
Cuando el ocaso canta
es inútil la luna
casi inmóvil.

No estamos solos.
¿A qué ojos?
¿A qué manos van todas estas golondrinas?
¿Oyes el grito del pez en la boca
de la lluvia?

El fuego es efímero,
pero mañana otra vez
un ciempiés de raíces urdirá
el verde bramido del toro
sobre el aire.

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Gonzalo Flores Guichon

No estamos solos.

¿No ves que ya nunca el bisonte

se detendrá a mirar el miedo

detrás de la maleza?

Y una cierva distinta

correrá

entre las llamas

huyendo

del grito

salvaje

de los patos

No, nunca,

nunca

solos.

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DE EXTRAÑO AZUL

Al mediodía el tigre

bajará

a las aguas cansadas del estanque.

La mano tiembla al borde

de la rosa.

Por la tarde

pasa

incesante

una gacela.

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Gonzalo Flores Guichon

Nosotros empezamos el combate.

Nos acecha un vago recuerdo muy adentro,

como una flecha

que hemos disparado hace siglos

y buscamos el blanco.

Con el asombro de unos pájaros

sin árboles,

alzamos las lanzas contra el aire.

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DE EXTRAÑO AZUL

Te han hecho de un paño distinto,

más frágil,

rosado casi y amarillo

a jirones, o violeta

a veces, velo

siempre en huída,

más tarde

anaranjado,

breve,

apenas luz.

¿Es que huyen los pájaros

cuando llegas? ¿O es que se esconden

y se besan

a tu hora,

cuándo solo

tu mirada

se escucha?

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Gonzalo Flores Guichon

Ni ahora que llueve y es domingo

de tarde, de vestidos ya ajados

y se amontonan el agua sucia

y el cansancio en forma de vacío

mezclándose en las esquinas

con la basura de ayer y el pesar

del próximo mañana;

ni ahora que te han puesto

dos floripondios absurdos en el pelo

y zapatos nuevos y brillantes

a medias con el barro,

y tienes una mirada triste

de muñeco de trapo

al final de la fiesta.

Ni siquiera ahora

que sin querer me haces

esta broma soturna y huellas

mi alegría puedo olvidarte.

Y sueño en decirte de nuevo

con muy pocas palabras.

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DE EXTRAÑO AZUL

He necesitado algunas palabras


para decir la tarde
en traspié,
para ver su tornasol sombrilla
encumbrándome
sin fárrago
ni ticket de vuelta.
Hay carteles que se encienden
ya sin vida,
sobre todo hay personas
que he visto muchas veces,
que pasan a mi lado,
que transpiran.
Reconozco
ese ínfimo trayecto en que se cruzan,
el olor, la hora,
el cima de sonidos,
el peso tiernísimo del aire.
Algo me une a ellos en esta penúltima
palabra,
algo
como el saber que pierde nitidez
nuestra fotografía.

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Gonzalo Flores Guichon

Tallar la palabra
con gubia o con cuchillo
pulir la piedra-palabra
y limarla, bruñirla, alisarla
o simplemente
levantarla del suelo
y posarla desnuda en tu mano
como un pájaro tibio
y mirar profundamente
contemplar
profundamente

piedra
libre
palabra

y dejarla nuevamente en el suelo


o arrojarla por el aire
o dejarla suavemente en el agua
y mirarla respirar
con anillos concéntricos
incesantes, infinitos, misteriosos
la palabra límpida y mojada.

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DE EXTRAÑO AZUL

¿Por qué motivo

agregar una sílaba más

a la precaria palabrería

de los hombres?

¿Qué sentido tiene

una palabra más

en un mundo de lenguas

sin oídos?

Le pregunté a las estrellas

y me respondieron

los ciegos.

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Gonzalo Flores Guichon

Al asombro de una cartulina

bajará un pez lírico de otoño.

Es la negra mosca incertidumbre

contra un vidrio,

caminando y golpeándose la frente,

fría y sola como detrás del aire,

como apenas al límite del aire,

en una cavilación estremecida,

sabiendo que al final

estallará como una bofetada

y el cielo se pondrá rojo.

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DE EXTRAÑO AZUL

El cielo se pondrá rojo

y en las calles

continuará el rumor de nicotina.

No es en vano el oficio de los pájaros.

Los almendros florecen

y un vendaval de caballos inéditos

brillará un momento en la noche.

No se detendrá el plomo en los termómetros.

Es tan solo la fuerza de los pétalos

provocando la caída

de los montes.

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Gonzalo Flores Guichon

Alimentas el gusano en el interior

de un madero seco,

y renacuajos que solo conocerán

el tiempo de los charcos.

El ayer no se gasta. Simplemente termina.

Ahora mismo es distinto

el Illimani.

Y los tulipanes gualdas nada temen

del sol.

A pesar de todo,

se oye el grito silencioso de los niños

como un gemido de estrellas.

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DE EXTRAÑO AZUL

La lluvia besa los campos

y un fresco olor de tierra engendra

como una columna ennegrecida.

Una mujer corre

y descuelga la ropa,

y el sonido metálico de los autos

invade el aire como un río interminable

y el agua hace tronar las calaminas

y golpea los ojos mientras el gris

modula un silencio,

como si alguien nos bajara los párpados,

nos cerrara los ojos,

como los muertos.

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Gonzalo Flores Guichon

La voz natural de la madera,

la gaviota invisible

un momento en el viento,

cipreses que un instante parecen

lejanos caminantes

por la niebla,

el teléfono, las calles, niños

que corren detrás de una pelota,

un libro amarillento,

los ciruelos…

En el fragor de la batalla,

el sonido del timbal

nos turba dulcemente.

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DE EXTRAÑO AZUL

Para algunos el túnel,

para otros, la rosa

anudará la fuga de las nubes.

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Gonzalo Flores Guichon

No es distinta la lluvia minuciosa

que cae solitaria, de la lluvia

que transforma las calles

en una bella tristeza.

Como la historia de la hoja,

que se agosta en un canto febril de nervaduras,

aquella lluvia es inmensa.

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DE EXTRAÑO AZUL

Voy camino del sol

a paso de tormenta;

voy con ansia de infinito,

con sed de luz.

A veces me detengo

para mirar la lluvia

y bebo a manos llenas

el agua de los ríos.

De vez en cuando,

arrojo alguna

estrella.

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Gonzalo Flores Guichon

He aprendido

el lenguaje insospechado

de los ojos.

Por ejemplo,

el mar

es el color de tu mirada

toda llena

de remolinos

de silencio.

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DE EXTRAÑO AZUL

Escribir un poema

no es más

que contemplar

una rosa

hasta despertarla.

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Gonzalo Flores Guichon

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GONZALO FLORES GUICHON
Nació en Córdoba el 11 de septiembre
de 1958. Estudió Letras Modernas
en la Universidad Nacional de
Córdoba y es Doctor en Filosofía por
la Universidad de la Santa Cruz de
Roma. Trabajó como Catedrático de
Retórica y Poesía en la Universidad
Mayor de San Andrés de La Paz,
donde residió en la década del 80. A esos años pertenecen los libros Y
DETRÁS, EL ALBA ( 1985 ), DE EXTRAÑO AZUL ( 1988 ), que recibió la
Primera Mención en el Concurso Franz Tamayo de 1988 y LA TARDE
QUE ME HABITA (1989).
Nuevamente instalado en su ciudad natal y tras varios años de estudio en
la ciudad de Roma, publicó Y ALGO ASÍ COMO EL AIRE (1995) y escribió
MARIPOSA EN CENIZAS (2004).
Su poesía inicial tiene claramente connotaciones religiosas y una
fuerte visión contemplativa -trascendental- de la realidad. También se
caracteriza por la mirada y la inquietud filosófica. Pero luego desemboca
en una producción más visceral, producto del dolor, del amor, del dolor
de ausencia expresado en un lenguaje cotidiano, siempre forzando el
lenguaje a sus límites expresivos.

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