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Mientras que Freud considera que la pulsión de placer era la raíz de toda motivación humana

(impulsos mecánicos), Frankl ve al hombre realizarse a si mismo en la medida que va


trascendiendo o inclinándose por su propia voluntad, por ello Frankl considera que la
necesidad de sentido es cada vez más potente, El  hombre y la mujer de hoy no sufre en
demasía la frustración sexual, o el  sentimiento de sumisión sino, experimenta el vacío
existencial que lo lleva a una frustración  existencial, diciendo que las mismas frustraciones
sexuales muestran como trasfondo una  frustración existencial. La voluntad del placer entra
en acción cuando sale de ella la voluntad de sentido. 

De esta manera, se concluye que la perspectiva de Freud no estaba anclada en un


plano humanista, ya que en el individuo la pareja no pasa a ser objeto, sino que es sujeto y,
sobre todo, no puede ser utilizada sólo para el fin del gozo, del instinto o de la obtención de
placer.  Lo cual no excluye obviamente que el placer aparezca tanto más, cuanto menos el
hombre se preocupe por él y que cuando se preocupa el hombre de este placer más se
desaparezca de el.

Frankl, V. (2010). El hombre doliente: fundamentos antropológicos de la psicoterapia.


Herder Editorial. Recuperado de: https://books.google.es/books?
hl=es&lr=&id=xgGIDwAAQBAJ&oi=fnd&pg=PT5&dq=Viktor+Frankl+teoria+de+la+sexu
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