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I.

Qué incluir

En Muestreo y Sinécdoque, el autor plantea el mayor reto de cualquier investigación “No


podemos estudiar todos y cada uno de los casos de aquello que nos interesa…”. Así el truco tras
esto es sencillamente estudiar “unos pocos ejemplos” y con cuyos resultados resulten ser
“generalizables” a la totalidad de los miembros de esa clase estudiada. De esta manera, la
Sinécdoque como figura retórica que “utiliza una parte de algo para remitir al lector o al oyente a
la totalidad a la que esa parte pertenece”. Así, el siguiente problema que se nos presenta
lógicamente es si acaso esa selección de esa parte resulta efectivamente ser “generalizable” y
explicativa…

Brevemente, y reiterando, el autor recalca la idea de que el gran problema del muestreo es que
evidentemente la porción que seleccionas no sea efectivamente representativa del universo, lo
que denomina como el problema de la “muestra deficiente” (que es el gran reto). En Muestreo
Aleatorio la solución perfecta (para algunos problemas): Un problema que puede surgir es
muchas veces la elección de lo que se quiere mirar, es decir, que a veces no basta con ser aleatorio
el método sino considerar variables sociales o culturales que podrían intervenir en el
procedimiento, o también, cómo a veces la elección azarosa de otras variables nos ayuda a
resolver problemas de representatividad (por ejemplo, no sólo observar eventos ocurridos en el
mes de junio, sino que eventos ocurridos en un mes elegido aleatoriamente). En Otros problemas
de muestreo, el autor básicamente plantea que un aspecto fundamental de nuestra sinécdoque
(muestra) es que los cuentistas sociales queremos conocer también todos los tipos de
organización de las partes posible, o de otro modo “el espectro completo de variación de un
fenómeno”.

Por su parte, en ¿Dónde hay que detenerse? El caso de la etnomusicología y ¿Cuánto detalle?
¿Cuánto análisis?, Plantea la imposibilidad de realizar efectiva y prácticamente una observación
total de lo que se quiera observar (la etnomusicología planteaba en ese sentido observar TODAS
las prácticas que pudiesen considerarse como musicales en todo el mundo y tiempo), y entonces,
decir que estamos OBLIGADOS a una sinécdoque, a una muestra, que nos permita pensar la
globalidad. En ese sentido, la pregunta es ¿Qué significaría una ‘descripción total y completa’?: El
autor aborda el problema de la observación e interpretación (en lenguaje coloquial). Habla sobre
el caso de un francés que describe sin juicios lo que ve durante 5 hora en la calle. Una descripción
“lisa y llana”. Luego el autor cuestiona lo evidente, y es que indistintamente siempre hay un punto
de vista en juego del observador al observar. Ahora bien, sostiene también que hay “intensidades”
en la forma “lisa y llana” de observar y describir… mas o menos enjuiciadora del sentido de lo que
ve o lo que hacen otros. Entonces, presente el problema de la obligación en la selección de lo que
se puede observar y describir. Finalmente, en el subapartado, plantea también la utilidad de las
“descripciones masivas” pues permiten con la mera descripción concluir en sí misma sin siquiera
decirlo.

II. Más allá de las categorías: encontrar lo que no encaja

En La Descripción y las “Categorías” el autor sostiene que precisamente una descripción amplia
del “sentido común” sobre lo que se observa precisamente ayuda a derribar esa naturalidad que
tiene en apariencia. Dado aquello, aborda el problema de las categorías y su “descubrimiento”. El
autor sostiene que es preciso superar muchas veces las categorías convencionales al observar un
fenómeno, y eso ocurrirá en la medida en que la descripción sea amplia o buena. Ahora bien, se
produce en ese camino una paradoja (cita a Kuhn), pues la ciencia solamente puede progresar
cuando los científicos están de acuerdo en cuál es el problema y su solución, es decir, cuando
emplean categorías convencionales. De esta manera, el autor plantea el problema de cómo
encontrar casos o particularidades fuera de lo convencional y en el camino identificar los
obstáculos y pensar en trucos para evitarlos. En Todo es posible, el autor plantea la necesidad de
adentrarse a observar todo el espectro de casos por muy imposibles que parezcan sus
posibilidades de ocurrencia, y para ello presenta un truco (de Hughes)… sostiene que jamás
deberíamos pensar que algo es imposible, sino que en cambio, hay que imaginar las posibilidades
más alocadas y luego preguntarse por qué no ocurren. La respuesta convencional frente al
problema de la imposibilidad de que ocurra algo, es porque se requieren condiciones especiales
para su ocurrencia, por eso ocurre difícilmente o nunca, en cambio este truco (de Hughes) se
abraza la premisa de que pueden ocurrir todas las cosas y la pregunta es más bien por qué algunas
no ocurren con tanta frecuencia (“Por su puesto que las normas sociales colapsan, ¿Cómo
podemos dar cuenta de su persistencia durante más de diez minutos?”). En lo que viene, el autor
aborda ahora los obstáculos que nos impiden ver el espectro completo de los casos.

En Las ideas de otros, presenta cuestiones relativas la utilización de las investigaciones y opiniones
de otros científicos como fundamento para nuestras propias decisiones a la hora de decidir qué
incluir en nuestras muestras de casos e información (considerando la extensividad de información
disponible y las formas de evitar una descripción realmente exhaustiva). En primer lugar, comenta
que aunque todo el mundo ya sepa mucho de un tema, y mucho se ha investigado, siempre se
puede seguir haciéndolo hasta que en un momento encontrar algo nuevo, entonces el autor llama
a no dejarse “influenciar” por ese tipo de argumentos. En segundo lugar, habla sobre la Jerarquía
de la credibilidad, donde plantea que por lo general los científicos no estudian con tanta
exhaustividad porque en las organizaciones donde trabajan definen en cierta medida la muestra
de casos y temas que no requiere el particular estudio, es decir, hay una jerarquía que define
muchas veces las líneas y deja los límites de la muestra o recorte. En tercer lugar, en Es trivial, no
es un ‘problema real’, básicamente afirma cómo muchas veces las opiniones de los otros, los
juicios, pueden incidir en la investigación que uno lleva a cabo… y donde el autor recomienda
“ignorar las opiniones del sentido común y ser fiel a las propias ideas”. Argumento similar le siguen
los sub-apartados “¿por qué ellas?” y “No pasa nada”, donde a groso modo el autor narra cómo
criterios ajenos, argumentos, o prácticas interfieren en la toma de decisión a la hora de decidir una
muestra u tema, y lo necesario de no dejarnos influir en la búsqueda de nuestro caso excéntrico o
nuestra muestra exhaustiva.

En Por otra parte…, el autor comenta que si bien hay que alejarse del sentido común,
cuestionando así lo que piensan y creen las personas cuyo mundo están estudiando, ahora bien,
repara en el hecho de que el saber de las personas, en tanto saber práctico, es tremendamente
valioso, pero tampoco al punto en que lo hacen los antropólogos, pues también los sociólogxs
saben algunas cosas que las personas que están estudiando desconocen completamente.

En Utilizar la Información Ajena se comenta brevemente cómo las fuentes oficiales disponibles, si
bien tienen ese rasgo de oficial esa legitimidad, como es el Censo, también pueden no tener toda
la información que el cientista social le puede interesar, y esto por diferentes motivos. Por otro
lado, cae considerar también que muchas de esas fuentes oficiales de registro, pueden también
tener fallas de observador, estar incompletas, en fin… la forma -o el truco- que plantea que
simplemente siempre se debe preguntar cómo se consiguió esa información, de qué manera,
dónde, cuando, etc.

Finalmente, en Instituciones Bastardas, parte haciendo una referencia a un “clásico artículo” de


Everett Hughes sobre las “instituciones bastardas”, donde muestra cómo las elecciones
convencionales del material apropiado para el análisis sociológico excluyen una amplia gama de
fenómenos que deberíamos incluir en nuestro pensamiento y, de ese modo, convierten nuestro
muestreo de la actividad humana colectiva en una sinécdoque mucho menos precisa de lo que
debería ser. Hughes habla de las instituciones bastardas como aquellas que son resultado, por
ejemplo, de protestas respecto a la “institucionalidad oficial”, como pueden ser las sectas
religiosas que no son aceptadas dentro de la definición de religión “aceptable” propuesta así por el
“clero oficial”. Misma situación se podría ejemplificar con el matrimonio, incluyendo formas no
formales dentro de la “oficialidad” institucional del matrimonio. En fin, el autor menciona esto con
la idea siempre de “analizar todo el espectro de casos” que era uno de los problemas a la hora de
hacer una muestra o de estudiar totalmente todo.

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