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LINDA CAROLINA ZUBIRÍA PALOMINO LA GRANDE BELLEZA

En la película La grande bellezza, el director nos muestra una obra ciertamente


“anormal”, de una estructura demasiado compleja, con matices poco comunes, un
modelo de personaje principal casi desconocido y una intención que se podría
juzgar como ambiciosa. No muestra el conflicto central en esta película con la
depuración, la capacidad de cambiar lo ostentoso de vivir, y ocultar o reprimir lo
que sentimos.

El director Paolo Sorrentino logra mostrarnos una cruda crítica a la alta sociedad
romana actual, que se ha estancado en la banalidad y ha olvidado la importancia
de la milenaria cultura que tiene frente a sus ojos y sobre su espalda.

La trama narrativa es simple, es decir menos compleja. La falta de rectitud es una


herramienta casi desconocida por el público de hoy. La posmodernidad se puede
definir como una categoría del ser presente en la humanidad hoy en día. También
es un principio de análisis en tanto nos permite estudiar el consciente colectivo y
social de esta sociedad. Al tener un enfoque moral y cultural, la mentalidad
posmoderna se hace presente al plantear varias problemáticas propias de la vida
posmordena.

Esto es relevante porque esta película es un excelente resumen de las rupturas,


desconciertos e ironías de la cultura y sociedad actual, y representa su más nueva
corrupción: el desinterés.

Considero que esta película tiene como tema principal la muerte ya que nos
muestran tres momentos, tres muertes. La de Elisa, su amor de juventud del
protagonista que lo desarma y lo hace llorar desconsoladamente; ella es el
recuerdo del amor romántico, de esa época a la que el protagonista íntimamente
se aferra.

Jep Gambardella el protagonista a sus 65 años. Escritor de una famosa novela,


que lleva una vida de constante fiesta y no tiene pelos en la lengua para hacer o
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decir las cosas. A lo largo de la obra trata con compañeros de trabajo, personas
conocidas o personajes que conoce en eventos los cuales aparta de lo superficial
y les quita las máscaras para mostrar quien de verdad son. Representa lo ficticio
del hombre posmoderno. Se ríe irónicamente de sus fracasos y de su vida vacía y
superficial, pero no la ignora.

Jep se ríe irónicamente de una Roma que se destruye cada noche; lo hace de sus
compañeros que viven lo momentáneo y buscan el placer; se burla de su propia
frivolidad: es un personaje que muestra desesperación, y que además no trata de
buscar una solución pues sabe que no la hay.

Luego sigue la muerte de que “siempre fue un chico raro”, quien no muere, sino
que decide dejar de vivir. El suicidio, quizás sea la muerte más digna. Este
personaje producto del presente no es parte de él. No es parte de nada, solo de su
soledad.

El funeral de Andrea da lugar a una de las escenas más siniestras del film. Una
descripción quirúrgica de la etiqueta de funeral: “muchos creen que un funeral es
un evento casual, privado de reglas. No, no lo es. El funeral es la cita mundana
por excelencia”. Jep no se ahorra nada, nunca se ahorra nada. Es ciertamente un
impostor que se viste con un discurso filosamente cínico para no mostrar las
propias costuras. Tras una detallada descripción vemos, a continuación, la puesta
en práctica de esta sumatoria de reglas mundanas con absoluta precisión, y ese
doble juego que separa el relato de la acción la potencia de una manera
escalofriante.

Sobre el final, la muerte de la hermosísima Ramona. Un cuerpo voluptuoso,


exquisito, glorioso, acosado por una enfermedad silenciosa. Su enfermedad es su
secreto, no quiere hacer partícipe a nadie de su dolor, una forma extrema de
generosidad en un universo mezquino. Su cuerpo moreno , inmóvil en la cama
blanca.

Finalmente, Jep reivindica su alma en ese último acto de purificación. Después de


todo es un hombre sentimental, y su objetivo en la vida es encontrar y apreciar la
belleza del mundo. Pero Jep solo se tropieza con una belleza que no es suficiente.
El hueco de su interior nunca queda complacido, y esta búsqueda no termina
hasta que él encuentre aquello que posea la máxima belleza y que lo restituya de
su vacío.

Es muy interesante el papel que tienen los personajes religiosos. Muchas monjas,
el cardenal que solo habla de comida, y por contraste con todos ellos, 'La Santa',
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un extraño homenaje a la madre Teresa de Calcuta, que pone en contraste


mundos tan diferentes.

Romano que no tiene el mismo nivel intelectual que Jep, ni el mismo éxito con lasb
mujeres o con el trabajo. Tienen en común que él también se había mudado a
Roma para cumplir con sus ambiciones de dramaturgo, pero nunca lo logró y,
finalmente, cuando se va de la ciudad se ve claramente su fracaso cuando dice
“Roma me ha decepcionado”. Parece que la única elección es vivir en Roma
aceptando las condiciones de vida que impone esta ciudad o irse de ella, saliendo
de un círculo mágico y vicioso.

También los personajes femeninos llevan consigo la marca de la vida romana.


Orietta declara descaradamente su riqueza y parece dedicar su existencia a luchar
contra el tiempo para eternizar su belleza.

Stefania otra amiga de Jep, impone su presencia radical absolviendo perlas de


virtudes morales. Ella cree vivir una vida ejemplar supuestamente al afirmar que
tiene trabajo, marido y familia.

Ramona es la única mujer que parece despertar un verdadero interés en Jep. Ella
retira el velo de la mentira que recubre la realidad romana porque es capaz de
verla bajo otra perspectiva, y esto debido a una enfermedad que acaba con su
vida y con la breve relación mantenida con Jep.

De las presencias femeninas positivas, quedan solo la jefa de Jep y su criada,


ambas con su femineidad limitada, por su enanismo en el caso de la primera y por
su dependencia económica la segunda. El reflejo de la condición de la mujer en
Italia resulta degradante, o bien son “muñecas” sin cerebro o han vendido su alma
para realizarse profesionalmente.

Toda la película refleja una lucha contra el tiempo, un desafío contra la muerte que
se acerca, intentando prolongar una belleza inicial, un momento particular que no
puede durar para siempre. El resto de la vida parece una sucesión de vicios
efímeros que llenan el vacío existencial y evitan el aburrimiento, con la excepción
de momentos concretos en que se detiene el tiempo por efecto de apariciones
imprevistas.

El director se deja influenciar por Roma, durante el verano, y de la presencia de


nobles decadentes, políticos, criminales, periodistas, actores, cardenales,
religiosas, artistas e intelectuales que ayudan a crear una trama de relaciones
inconsistentes que se desarrollan en palacios. La gran belleza utiliza una figura
agotada existencialmente como una guía espantosa a través de la decadencia de
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la vida romana moderna, presentando una serie de personajes con una pequeña
exageración. Además, esa Roma turística es el perfecto escenario decadente para
un grupo de decadentes.

La película alcanza a todos los estratos, a los corruptos con la detención de un


vecino del inmueble de Jep que grita ser uno de los motores de la economía
italiana y se encuentra entre los diez criminales más buscados, a la Iglesia
permanentemente retratada ya como un circo o más bien como un negocio, que
no duda en aparecer representada como jerarquía en locales de moda o
someterse a tratamientos de estética, al periodismo que ha decidido hacer noticia
de lo barato a todos los niveles y no de lo importante, del mundo del arte moderno
(espléndida la escena de la niña pintora), con el colofón del paseo nocturno por el
interior de varios palacios romanos que guardan multitud de tesoros clásicos, la
belleza preservada para el disfrute de unos pocos que, ni siquiera, son capaces de
deleitarse con ello.

Este contraste finalmente toma vuelo cuando el protagonista admite que no es


capaz de llevar una vida diferente, que no conoce realmente a sí mismo, ni
siquiera se atreve a explorar aquello que ronda su mente desde lo intelectual.

En conclusión, la película es una muestra de la Italia contemporánea, donde Roma


fascina a un conjunto de personajes que reflejan el carácter de la ciudad, que
parecen su directa emanación o expresión, en una mezcla de vulgaridad y
superficialidad, única herencia de una verdadera belleza ya lejana en los siglos.

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