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Inti: Sol
Malta: joven
Tayta: Padre
Willka: nieto
kuyaiqui Pachamama
En un valle donde las colinas tocaban el sol, los rayos
de luz llegaban a cada parte de América y con su
calidez los volcanes cobijaban a las familias indígenas
y españolas de la Sierra del Virreinato de Perú, la
familia Cocha conformada por Haylli quienes
trabajaban como agricultor y Shaya en las labores
domésticas en la hacienda “El Edén” de los señores Quintero, quienes eran enviados por
la Corona Española para ejercer la labor de encomenderos.
-Willka, tengo que contarte algo que debes saber de tu comunidad- dijo el abuelo
En ese instante despertó rápidamente y no pudo dormir más pensando en lo que le había
dicho su abuelo.
Al día siguiente, después de comer, salió apresurado de su casa para ayudar a su padre y
preguntarle en donde podría encontrar a un chamán:
En ese instante su padre le dijo que lo deje por ahora, pero Inti fue a buscar al
curandero, después de tanto encontró a alguien de su comunidad, era un anciano que
vivía lejos del pueblo.
Inti despertó confuso de su sueño, pues conoció cómo era su comunidad antes de la
llegada de los españoles, entonces su perspectiva cambió, ya que siempre se había
preguntado por qué su comunidad era tratada de una diferente manera. Inti corrió
apresuradamente a su casa:
- Me alegra que pudieras ver cómo era nuestro pueblo en sus mejores tiempos – dijo su
padre en tono alegre.
-Ahora todo es diferente ¡nos maltratan, humillan y hacen de menos! – exclamó Inti
enojado.
-Indígena rebelde, no querrás que asesine a tu padre por tus actitudes, así que apúrate,
vendrás conmigo – dijo el capataz
Inti no tuvo otra opción que ir con él, se marcharon del lugar, el capataz iba a caballo en
cambio los jóvenes indígenas seguían el camino a pie, apenas llegaron a la casa del
capataz este comenzó a asignar los lugares de trabajo, unos se quedaron en la casona
para el servicio doméstico, otros se dirigieron a los trabajos artesanales y algunos a la
ganadería; mientras que otros fueron llevados para la construcción de barcos y unos
cuantos a mitas, teniendo en cuenta que Inti era
joven lo alquilaron junto a otro muchacho
indígena a unos comerciantes para que sirvan de
transporte dado que carecían de animales de
carga. Desde un inicio recibieron maltratos,
humillaciones y burlas por tener un acento y
color de piel distinto.
- Siempre serán tratados como esclavos – decían los comerciantes entre risas.
Pasaron las semanas y el trabajo se volvía más duro, el compañero de Inti tuvo
evidentes consecuencias en su salud, esto preocupó mucho al joven e informó a los
comerciantes, pero a ellos no les importó, les daba igual el estado en el que se
encontraba y días después este murió.
- ¡Los blancos no tuvieron piedad!, nos tenían amarrados, muchas veces no comíamos
durante días, y cuando no trabajamos bien nos castigaban a latigazos – dijo Inti
Mientras se dirigía a la mita donde estaban sus padres veía el camino lleno de hojas
secas, pensaba cómo todos eran pisoteados por tanto maltrato como aquellas hojas en el
suelo, se decía así mismo que todas las enseñanzas de sus ancestros fueron desechadas
por los blancos barbudos. Inti tenía miedo de que nada cambie para cuando el crezca.
En ese momento se dio cuenta que ya había llegado a la mita:
- Hijo no debiste venir te obligaran a trabajar con nosotros, no te preocupes por tu mamá
está en los obrajes con otro grupo. – dijo Haylli.
De repente sintió como aquel capataz lo tiró fuerte y señaló unas cajas de madera, él
supuso que ese era su trabajo, cargarlas hacia el otro extremo, a diferencia de
experiencias pasadas esta vez no lo insultaron.
Inti se preguntaba, - ¿por qué todos los blancos se creen superiores, haciendo de menos
a los que no somos iguales?, se apropian de nuestro oro, se hacen llamar educados, pero
en realidad lo único que hacen es robar, mentir y matar a nuestra Pachamama-
Inti estaba cansado de tanta humillación, trabajando sin tener beneficio alguno,
repugnaba todo lo que le querían inculcar y a su gente, cansado de ello, se rebeló
diciendo…
-No voy a chinkay (perder) mi Fe, ni mis costumbres por vivir en un mundo incierto. -
dijo Inti.
- Nosotros somos superiores tanto física como intelectualmente, ustedes son ignorantes,
no tienen idea de la grandeza y el poder. - le respondió Francisco.
- ¡Jamás! Vete, deja mi allpa, mi Runa llaqta.- gritaba Inti lleno de rabia.
Y así Inti terminó con sangre en su cuerpo por las heridas que le habían provocado los
castigos impuestos.
Inti en un día más de labores en la hacienda, se encontraba agotado y agobiado por los
maltratos que recibía por parte de su patrón. Él solo quería saber por qué los españoles
eran tan intransigentes con la cultura indígena.
Vio a lo lejos que su patrón se acercaba montando a caballo y con una fusta en la mano,
Inti sabía que su próximo castigo se acercaba. Cuando el señor Quintero llegó empezó a
gritarle y utilizando palabras despectivas le dijo:
Inti con las pocas fuerzas que le quedaban, logró levantarse y con toda la furia que salió
de su interior le gritó:
- ¡Podrá golpearme todo lo que quiera, pero jamás me doblegaré ante usted y los suyos!-
Cuando Shaya y Haylli lo vieron llegar, sabían que sus golpes habían sido propinados
por su patrón, ya que no era la primera vez que lo veían lastimado por desobedecer a
don Quintero, lo que no se imaginaron fue que Inti tuvo el valor de enfrentarse a él y
haber salido con vida de ahí. Después de unas horas, la notica de su hazaña se regó por
todas partes, no cabía en la cabeza de los habitantes de su comunidad como un pequeño
pudo llegar a esos extremos con tal de defender
sus raíces. Sin saberlo, Inti había dado una
lección a todos.
Reflexión