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Didáctica de las Cs.

Naturales

Aspectos de la ciencia para trabajar en el aula…


Entrevista a Melina Furman. Agosto de 2005
http://portal.educ.ar/noticias/entrevistas/melina-furman-hacia-la-ciencia.php

Para aprender ciencia es necesario comprender cómo se generan las ideas


científicas, y en lo posible participar personalmente de ese camino de construcción
de conocimiento, aunque sea en su versión escolar. Tradicionalmente la ciencia se
ha enseñado en las escuelas como un conjunto de hechos y leyes que está ahí,
evidente, no problemático y listo para ser descubierto, y eso da lugar a que los
alumnos tengan una visión sumamente irreal del proceso científico y hace que
muchos chicos cierren sus mentes a una ciencia que parece ser demasiado difícil y
sólo accesible a unos pocos “genios”.

[…] Existen cinco aspectos de la ciencia profesional que deben ser incorporados al
trabajo en el aula para enseñar a los alumnos a pensar científicamente.

Llamamos al primero de ellos el aspecto empírico de la ciencia, que se basa en


el simple hecho de que las ciencias naturales buscan comprender los fenómenos
que nos rodean. Para todo científico, la respuesta a sus preguntas tiene que estar
avalada por observaciones o experimentos. En el aula, esto se traduce en la idea de
poner siempre que sea posible a los alumnos en contacto directo con los fenómenos
a estudiar, fomentando la observación y formulación de preguntas a partir de lo
que ven: ponerlos a observar el cielo y sus cambios, ver cómo reacciona una
sustancia al mezclarse con el oxígeno, o salir a explorar un terreno cercano en
busca de insectos.

El segundo aspecto que describimos, que llamamos metodológico, implica que la


ciencia tiene una serie de procedimientos para contestar las preguntas que le
formulamos al mundo natural: hacer preguntas, proponer hipótesis basadas en la
evidencia disponible, ponerlas a prueba, interpretar los resultados y usualmente
generar nuevas preguntas: el famoso “método científico”. Lejos de ser la serie
ordenada de pasos que se ha venido enseñando desde siempre, el método científico
tiene muchas idas y vueltas que los alumnos deben experimentar por sí mismos
para comprender cómo se contesta una pregunta científica. La búsqueda de
información, el desafío de pensar en explicaciones alternativas cuando los
resultados contradicen lo esperado y la presentación y defensa de resultados ante
los pares son experiencias que, de ser solamente contadas, pierden en gran medida
su valor vivencial y educativo. Aquí vale aclarar que cuando hablo de
investigaciones en el aula no me refiero a procedimientos complicados o que
requieren aparatos sofisticados: con elementos de todos los días es posible
comenzar investigaciones interesantes. Por ejemplo, trabajando con fruta en
descomposición pueden explorarse las diferentes condiciones en las que viven los
hongos, o usando líquidos de diferente densidad como el agua, el aceite, el alcohol,
etc., se puede investigar la relación entre la densidad y la flotación de los objetos.

El tercer aspecto, que hemos llamado abstracto, se refiere a que la ciencia


construye, a partir de evidencias experimentales, modelos explicativos como leyes
y teorías que organizan y dan sentido a los fenómenos observados. En el libro,
hacemos eje en que esos modelos son ideas inventadas por los científicos para dar
cuenta de la evidencia experimental, pero diferentes de la evidencia experimental
en sí misma. Y que los modelos van evolucionando con el tiempo para explicar
nuevas observaciones, y a veces se dejan de lado cuando aparecen nuevos
modelos que se acomodan mejor a lo que se observa. Proponemos para trabajar
este aspecto en el aula actividades en las que los alumnos construyen modelos
desde su propia experiencia, por ejemplo observando el movimiento aparente de la

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Luna, las estrellas y el Sol desde la Tierra y construyendo un modelo planetario que
se ajuste a sus observaciones, y que critiquen y analicen modelos existentes.

El aspecto social, por su parte, se refiere al hecho de que la comunidad científica


construye conocimiento colaborativamente, a través de grupos de trabajo,
congresos y publicaciones con referato de pares en el que los propios científicos
validan o refutan las nuevas ideas propuestas. Y también a que la ciencia es una
institución social que se ve influida profundamente por el contexto político,
religioso, económico y filosófico del momento. Ver a los científicos como individuos
de carne y hueso, con intereses, emociones e ideas preconcebidas es fundamental
para entender cómo se hace y se ha hecho ciencia desde sus inicios. Para poner en
relieve este aspecto de la ciencia en el aula, proponemos estrategias de aprendizaje
colaborativo y evaluación entre pares, actividades de debate de ideas y
simulaciones de juicios, y actividades que usan como eje a la historia de la ciencia.

Por último, llamamos a un quinto aspecto de la ciencia el aspecto


contraintuitivo, que tiene que ver con la idea de que, muchas veces, las
explicaciones científicas de lo que vemos superan a nuestro sentido común y hasta
lo contradicen rotundamente, sobre todo en el campo de la física. Esto resulta un
obstáculo en la enseñanza, obstáculo que hay que trabajar con particular atención
para poner al descubierto las concepciones previas de los alumnos y realizar
experiencias que las contradigan de manera de ayudarlos a construir la explicación
científicamente correcta de los fenómenos. En nuestro libro proponemos, por
ejemplo, actividades de óptica geométrica en las que se trabaja con la formación de
sombras que contradicen el comportamiento que los alumnos esperan de la luz.

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