Está en la página 1de 35

De Serguei al Fantasma del Hombre de los Lobos (1); Una Mirada desde Freud a

Lacan.

Introducción.

El historial de Serguei Pankejeff es la construcció n má s extensa de Freud, fue


un caso difícil, con sintomatología polimorfa que durante un tiempo intermedio del
pensamiento psicoanalítico amplio los cá nones de la cura: Freud escribe acerca de lo
infantil para hablar de los síntomas adultos, desde un sueñ o de angustia enigmá tico
ocurrido a los 4 añ os del paciente se inicia el trabajo de interpretació n y
reconstrucció n, lo que emerge como saber inconsciente son las fantasías primordiales;
la escena primaria, la seducció n infantil, la articulació n defectuosa de la castració n en
el mito familiar y un Edipo Invertido e incompleto, todos elementos que dan cuenta
de una estructura cuya realidad psíquica se manifiesta escindida desde lo primitivo.
El historial transita desde la atemporalidad a la ló gica sincró nica, el deseo de
Freud es la construcció n del caso, lo ordena histó ricamente desde la realidad psíquica
escindida y sometida a diversos mecanismos de defensa. La transferencia fue
dificultosa, hubo de forma verificable compulsió n a la repetició n y el final de la cura
se transformó en un forzamiento del tiempo de finalizació n: El cuarto añ o Freud lo
sentencia como el ú ltimo de tratamiento, ante la anticipació n de separació n con su
analista el paciente habla y logra analizar de qué forma se repetían síntomas y
conductas que no comprendía y aceptaba del todo, sin embargo la transferencia no
llega a su final, no acontece un final de aná lisis, algo de lo inconsciente y de la pulsió n
no fue analizada por ello má s tarde este paciente produce nuevas repeticiones
sintomatoló gicas, algo también actú a Freud en este cuarto añ o, nú mero de rasgo
significante y traumá tico para este paciente lo cual impide una solució n a las fijaciones
libidinales y el conflicto interno no se resuelve para este paciente.
Sobre este caso J. Lacan retorna en diversos tiempos de su obra a este paciente
analizado por Freud. El genera un dialogo con el escrito Freudiano, interrogando en
sus escritos y seminarios los puntos centrales del aná lisis de este paciente, pero
también destaca descubrimientos necesarios en la clínica psicoanalítica: Nos habla de
la estructura de lo real que remarca la escena primaria operando esta como
traumá tica. La escena primaria es mirada y queda como marca, rasgo y a la vez actú a
como una efracció n o ruptura imaginaria desde el estadio del Espejo (2), los
problemas de subjetivació n del paciente, es decir los síntomas o actos que eran su
padecer giraban en torno al Deseo del Otro, es decir se habían forjado desde los
significantes familiares maternos y femeninos.
Respecto a lo pulsional y su relació n al objeto a, se estima una dificultad para
articular la castració n, o la separació n con el objeto, aspecto central para la
subjetivació n: la mirada, lo anal y lo oral como fijaciones libidinales generaban
síntomas y formaciones de objeto (3) los cuales alienaban por momentos a este
paciente, en dicho sentido fue clave analizar en conjunto a este paciente elementos
estructurales de su subjetividad; el sueñ o de angustia, la alucinació n a los 5 añ os y el
fenó meno delirante acaecido en la adultez representaban una serie de retornos a las
fracturas del narcisismo y la emergencia de lo real que señ alan su goce con el objeto.
El presente estudio busca analizar los puntos asociativos que develan la
estructura que constituyen al Fantasma del Hombre de los Lobos, sus fantasías
analizadas por Freud y re articuladas por Lacan, de modo tal promover una
comprensió n sobre los casos que no muestran la claridad de una estructura Neuró tica
al interior del psicoaná lisis. El trazado de este escrito, será circular por los elementos
de estructura figurados en la sintomatología del Hombre de los Lobos realizando un
entrecruzamiento con la ló gica de los tres Registros propuestos por J. Lacan; Lo Real,
Lo Simbó lico y lo Imaginario proponiendo de qué modo estos se anudan y
constituyen al Fantasma del hombre de los Lobos (4).

Comentarios sobre un historial clínico en psicoanálisis.

La construcció n de un historial clínico en psicoaná lisis permite re pensar la


manera de narrar el padecer de cada paciente; a través de un escrito, se puede dar
testimonio y transmisió n de un conjunto de hallazgos que se conjugan en la
formulació n de hipó tesis, estas constituyen una panorá mica en funcionamiento y una
forma singular de distinció n acorde a cada caso. Lo que Freud plasmaba en sus
historiales eran fragmentos de historia, no la completitud de un caso, lo cual se torna
comprensible por lo inadmisible a nivel ético de dar noticia sobre la vida de un
paciente, como a su vez por la forma particular de extracció n a partir de la experiencia
psicoanalítica. En este sentido, un historial clínico se constituye como deseo de
construir una teoría y es la base de una prá ctica en desarrollo. Cada historial, es una
unidad de trabajo que arroja hipó tesis sobre el funcionamiento de lo Inconsciente y de
lo Simbó lico en una sociedad, lo escrito de cada historial clínico se trasforma en un
ejercicio de selecció n, articulació n y reconstitució n de lo alienado para un sujeto,
conjugado en un proceso de construcció n e interpretació n a partir de fragmentos,
para permitir una restauració n del pasado desfigurado, desconocido por el yo de cada
paciente y una reintegració n en el presente de las consecuencias (5).
En este sentido, los Historiales reflejan la concepció n que el psicoaná lisis posee
en torno a la historia. La historia en tanto disciplina es relato, exposició n y narració n
de un tiempo pasado que en su acto restituye y superpone un orden temporal: por
ello, la historia ubica lo pasado desde una dimensió n de existencia sincró nica y
comparte de esta forma con el psicoaná lisis aquello que en un historial se articula
respecto de lo presente; no obstante, los historiales clínicos convocan una estructura
desde la atemporalidad inconsciente, permiten situar la repetició n atemporal, la
repetició n significante, es decir, una ló gica diacró nica que se localiza en el orden
Significante. Es desde la palabra de cada paciente que se construye la historia, a partir
del significante se puede hacer historia del sujeto, esta historia ha sido sometida al
proceso primario y por ello desfigurada, por lo tanto un Sujeto se re crea ene aná lisis
da partir de los significantes que tienen una historia social y familiar, estos
significantes son marcas que estructuran y definen a la fantasías o al Fantasma. Por
ello, el Fantasma se arma a través de las redes significantes que nombran lo subjetivo
de cada ser humano y evidencian una relació n particular con la castració n.
La historia en psicoaná lisis también posee componentes eró genos y
libidinales, las pulsiones se arman y desarman en el lenguaje, se mezclan o separan en
relació n a lo simbó lico y a lo real, por ello algo también se puede volver una vivencia
traumá tica. Los significantes provienen del Otro, del orden simbó lico pero este
también tiene límites y es contradictorio. Las zonas eró genas del cuerpo se subrayan,
se nombran, pero también en ellas hay intrincadas un margen de lo irrepresentable
que no se agota en su lazo con el significante; y esto es lo real. La historia por tanto es
incompleta dado que lo real, en la existencia humana, no permite la simbolizació n
absoluta de cada impresió n o recuerdo, de cada escena, de cada investidura libidinal,
algo siempre es superado por la capacidad de simbolizació n, y la capacidad de
simbolizació n requiere trabajo en todos los seres humanos. Hay también una parte de
la historia que esta sostenida desde lo mítico en referencia a lo real, porque lo real es
verdad en falta; lo real en lo y de lo Simbó lico, aquel nunca se somete a la absoluta
simbolizació n, siempre algo falta.
Por medio del acto de las palabras también nace Lo Imaginario aquella
relació n entre los registros, real y simbó lico permite la proyecció n al interior y al
exterior de la estructura del Fantasma (6). Los tres registros anudados en sus
entrecruzamientos: Simbó lico, Real e Imaginario articulan la estructura del Fantasma,
en su lazo se construye la historia eró gena de un sujeto, a través de lo dicho y
escuchado, se arma una verdad mítica. La historia por lo tanto es incompleta en
psicoaná lisis dado que es articulada a partir de impresiones Simbó licas que nombran
fragmentos de un real infantil, má s adelante se manifiestan en un Sujeto como escenas
retroactivas que se entrecruzan en la realidad subjetiva y la realidad exterior. Estas
escenas son la expresió n del nudo de los tres registros en relació n al objeto a. Estas
escenas han sido enunciadas desde un afuera, se comprometen desde el material
significante, han sido transcritas por los significantes que son ajenos al sujeto, pero en
esencia lo constituyen (7); “Al mismo tiempo, las fantasías sirven a la tendencia de
refinar los recuerdos, de sublimarlos. Son establecidas por medio de las cosas que fueron
oídas y que se valorizaron con posterioridad, y así combinan lo vivenciado y lo oído, lo
pasado (de la historia de los padres y antepasados) con lo visto por uno mismo” (8). Una
Fantasma se condensa a partir de cada impresió n, se constituye como recuerdo
pantalla que hace teló n para articular el Deseo y el Goce del Otro, en definitiva la
historia de cada familia metaforizada en cada sujeto. El resultado es un conjunto de
escenas armadas por la red de significantes que mantienen un lazo con el objeto
metonímico, no obstante en algunos casos es un lazo respecto a la pérdida del objeto,
en otros es una relació n donde la pérdida es un conflicto. En cualquiera de los dos
casos el Fantasma es ya una estructura y un modo de articular la relació n a los tres
Registros de la realidad humana.
Por otro lado el deseo del analista y su trabajo de construcció n se origina
desde la escucha y la palabra, a partir de la ló gica de lo Inconsciente cada analista
busca integrar una verdad ficcional, una verdad incompleta, no toda, alienada de la
historia: “la historia no es el pasado. La historia es el pasado historizado en el presente,
historizado en el presente por que ha sido vivido en el pasado” (9). A través del acto
analítico, se colige el material significante que da acceso al Sujeto de lo inconsciente,
por lo tanto la integració n de la historia permite distinguir el fantasma, este es el
sustituto del trauma, es la creació n poética condensada donde se gozan los síntomas
que son expresió n del conflicto pulsional vía pulsió n de muerte, aquella siempre es
exceso silencioso y se anuda a aquello alienado de la historia de un sujeto; el Fantasma
en definitiva es en parte una formació n de estructura que genera un marco que
obstruye lo real, donde se estabiliza aquello alienado y externo que se forja en lo
interior, transitando desde un real hasta el campo de lo Simbó lico y donde convive
como verdad oculta.
El aná lisis permite construir el fantasma, abriendo la posibilidad de una
reescritura de la propia historia de aquello alienado, y a través de este acto reescribir
al Fantasma a través del acto de localizació n subjetiva de los significantes Amo a los
cuales el sujeto permanece esclavo. Por esto, historizar es en psicoaná lisis abrir el
campo de lo Simbó lico pero también localizar aquello de real en la historia y los
semblantes Imaginarios que interfieren con la verdad; El objetivo en psicoaná lisis por
consiguiente es reintegrar una verdad: “la reintegración por parte del sujeto de su
historia hasta sus últimos límites sensibles” (10). Desde este acto se dirige la cura,
aquello separado, olvidado, negado retorna y se reintegra produciendo distintos
efectos de rectificació n subjetiva y de apropiació n de una verdad, un movimiento que
en el sujeto busca una posició n subjetiva nueva, una nueva creació n.
A partir de una restitució n de la historia del sujeto, se constituye la
reelaboració n de la propia historia y la dinamizació n de la posició n subjetiva, freud
realiza varios comentarios en el Historial del Hombre de los Lobos enfatizando el
proceso de direcció n de una reconstrucció n: “He aquí lo único que yo quiero decir:
escenas como las de mi paciente, de una época tan temprana y de semejante contenido,
que luego reclama una significatividad tan extraordinaria para la historia del caso, no
son por lo general reproducidas como recuerdos, sino que es preciso colegirlas
-construirlas- paso a paso y laboriosamente a partir de una suma de indicaciones” (11).
Lacan respecto al Hombre de los Lobos en el seminario I señ ala la importancia de la
reconstrucció n histó rica, en tanto apunta a una reescritura en la historia subjetiva
como parte del acto analítico, la subjetivació n siendo un proceso continuo en un
psicoaná lisis, también es la localizació n de lo Inconsciente y la articulació n en
transferencia de un fantasma. Por esto, en términos de cura, la rememoració n como
hecho objetivo, pasa a segundo lugar porque el trauma debe ser reconstruido en el
presente a través del fantasma: “de acuerdo con la evidencia clínica, su dimensión
fantasmática es infinitamente más importante que su dimensión de acontecimiento, en
consecuencia los acontecimientos a nivel subjetivo son segundarios no así: la fecha del
trauma sigue siendo para él, un problema que conviene conservar, valga la palabra,
testarudamente” (12).

Lacan apunta a la ló gica de las fechas y los nú meros dado que son expresió n de
la articulació n entre lo Simbó lico y lo Real en el Fantasma. En la historia de Serguei y
de cualquier paciente, los nú meros tienen un peso central y ejemplifican los detalles
clínicos necesarios para construir un proceso analítico que apunte a lo inconsciente y
a la subjetivació n del Fantasma: Serguei nace un 25 de diciembre, su sueñ o de
angustia emerge antes de su cumpleañ os, cerca de las 5 de la tarde declinaba su
talante sombrío, el V romano, a los 5 añ os tuvo una alucinació n, la Wespe como
condensació n de lo traumá tico, pero también marcan el tiempo entre que acaba el
aná lisis con Freud y emergen los síntomas delirantes. Este Nú mero es un operador
simbó lico que anuda lo real, pero que no lo amplifica a una expresió n simbó lica
asociativa, queda má s bien en un estado de alienació n identificatoria, a una marca, a
un rasgo que nombra el trauma pero no su elaboració n, queda en un estado de
condensació n. La repetició n de este nú mero es el nudo en la cadena significante a lo
cual Serguei se identifico, en tanto aquel expresa su goce y deseo en transferencia con
Freud.
El Historial Clínico de Sergei.

El tratamiento psicoanalítico de Serguei Pankejev se inicia cuando el paciente


tuvo 24 añ os y duro un lapso de cuatro añ os, desde 1910 a 1914 se desarrolla el
aná lisis que para ese tiempo era extenso. Previo a este tiempo Serguei ya habría
estado en tratamiento con varios psiquiatras, uno de los má s importantes fue el
doctor Kraepelin quien lo habría diagnosticado como maniaco depresivo y lo habría
tratado por un lapso de 5 añ os, entre los 18 y los 23 añ os del paciente (13). Antes del
ingreso del paciente a aná lisis acontecieron diversas situaciones que son centrales en
la exposició n de este caso, detalles que aparecen en la autobiografía del Hombre de los
Lobos (14); entre sus 19 y 22 añ os el experimenta dos suicidios, el de su hermana
Anna en 1906 la cual era 2 añ os mayor que él, y el de su Padre en 1908. Su hermana
fallece por suicidio de cará cter oral, se envenena luego de un delirio, su padre también
se suicida después bajo un impulso similar. En este tiempo después de la muerte de
su hermana Serguei conoce a Teresa, su futura pareja durante 23 añ os, ella es
enfermera en un clínica en Mú nich, él se enamora de ella pero no hay una posició n
definitiva en torno a Teresa, pese a sus intentos de conquista hay comportamientos
contrarios en él, una fuga frente a la mujer como nos señ ala Freud.
Lo cierto es que luego de la muerte de su Padre ocurre una ruptura con Teresa
propiciado por él, luego se arrepiente y decide buscarla de forma infructuosa. Cabe
notar que bajo estos movimientos libidinales y duelos en Serguei ingresa a aná lisis
con Freud en el añ o 1910. Freud nunca nos habla de duelo en el historial, Serguei en
su autobiografía habla de duelo, hay un discurso distinto entre el historial y la
autobiografía, se podría pensar que Freud no investiga este duelo, porque no lo
escribe en el historial, sin embargo esto no es del todo cierto, si nos dice algo, señ ala
que el habría dudado del diagnó stico de Neurosis dado que él paciente no habría
exteriorizado síntomas propios a un duelo luego de la muerte de su hermana, al
menos no a nivel manifiesto, pero si a nivel simbó lico porque luego nos dice que llora
en la tumba de un poeta Muerto, Lermonotov. El poeta con quién el padre de Serguei
comparaba a su hermana, la tumba de este poeta está en el Caucaso, y su hermana se
habría suicidado en el Caucaso, por lo tanto si inferimos que hubo un abordaje de
aquellos duelos, pero de estos Freud no nos habla.
Podemos agregar que hay sustituciones y desplazamientos cruzados en las
elecciones libidinales de parte de Serguei, el suicidio de la hermana por la elecció n de
Teresa, el suicidio de su padre y su ingreso a aná lisis. Sin duda Freud viene a sustituir
un agujero en Serguei, un vacío dejado por la muerte del padre, es claro que este joven
acaudalado ruso desarrolla una rá pida transferencia imaginaria, hubo una demanda
de aná lisis que preliminarmente sostuvo el tratamiento: “El que Freud le autorizara a
buscar a Teresa”, ya habíamos mencionado que previo a su ingreso a aná lisis, Serguei
habría roto su relació n con teresa, pero que luego se arrepiente, y habría buscado
retornar con ella, frente a esta demanda Freud hace un manejo de la transferencia,
dirige la cura, le dice: “Sí pero, no ahora, dentro de un tiempo, cuando yo le diga que ha
llegado el momento” (15), Freud posterga la satisfacció n, pero también busca una
posició n que permita que la transferencia se instale en torno al aná lisis del: Varón
inconsciente para él.
Lo que Freud señ ala del ingreso a aná lisis y de ciertos tramos del tratamiento
es la descripció n de un caso difícil; “En materia de esas fructíferas dificultades, el caso
que aquí se describe no deja nada que desear, los primeros años de tratamiento, apenas
si lograron cambio alguno”, la posició n de Freud como analista es descrita desde una
ló gica inconsciente: “tan atemporal como el inconsciente mismo”. El escenario del
mundo del enfermo da cuenta de una pérdida del contacto con la realidad; por un
lado ha abandonado sus estudios de derecho, conserva de modo inestable una
relació n sentimental enlazada al predominio de una marcada bisexualidad.
Identificaba en este paciente una posició n femenina y una postura frente a ciertas
intervenciones de “dulce apatía…escuchaba, comprendía, pero no permitía
aproximación alguna”. La representació n hecha por Freud es la de un paciente: “por
completa dependiente e incapaz de sobrellevar la existencia”, esta dependencia también
se expresaba en un síntoma que Freud habría signado como conversivo, Serguei
presentó estreñ imiento, requería de lavativas asistido por un compañ ero y solo a
través de estas podía evacuar. Lo que destacamos es la vivencia psíquica escindida
que le producía este fragmento de lo Real en su sintomatología. La principal queja que
tenía en torno a su obstrucció n intestinal era la sensació n: “que el mundo se escondía
tras un velo, o que él estaba separado del mundo como un velo”, sin duda, que este
elemento denotó un conflicto con la realidad exterior, pero no un corte con ella. Por
otro lado, es importante señ alar que estar: “separado del mundo” es el efecto de la
obstrucció n intestinal, lo real y una zona eró gena, en referencia a un objeto que no se
separaba, el objeto anal. Existió una intervenció n desde lo Real para ejecutar la
separació n con el objeto, sumado a que la frase: “estar separado del mundo”, es un
modo de alienació n, podríamos leer en retrospectiva que es un modo de pensar lo
estructural que hay entre el Sujeto de lo Inconsciente y el objeto de la pulsió n; su
Fantasma. Freud apunta a la intervenció n desde lo Simbó lico para construir una
verdad acerca de esta obstrucció n en lo real del cuerpo, particularmente los
momentos de pérdida, de caída del objeto anal, cuando Serguei defecaba al fin,
vehiculizaban un movimiento de subjetivació n, de separació n, de pérdida de Goce.
Serguei requería de un otro que participara en la escena de las lavativas, una escena
que se repetía y situaba al paciente en una relació n pasiva respecto al Otro y al otro,
todas escenas que le remiten a su historia Edipo paradigmá tico.
La zona del ano en Serguei remite a una asociació n de elementos clínicos
importantes de inscribir a lo largo de su aná lisis, dicho lugar fue uno de los elementos
de la estructura de goce en torno a su Fantasma. Su síntoma anal es analizado por
Freud, funcionaba en transferencia porque se repitió , insistió y respondía a una
modalidad de retorno que se sitú a en este paciente a través de escenas; Serguei
penetrado por otro, en el acto de la lavativa permitía la expulsió n de las heces, aquello
también podríamos sustituirlo por el deseo rechazado angustiante; la fantasía de ser
penetrado por el Padre, su posició n femenina en lo inconsciente es actuada y fue
actuada en transferencia a Freud: La lavativa era una puesta en acto en transferencia,
era un modo de mostració n al Otro donde se actuó aquello que no se recordaba,
aquello no integrado, era el despliegue condensado de lo Real y lo Simbó lico, el sueñ o
de los lobos y tras de él, la escena primaria (16).
Esto nos conecta con tesis centrales en psicoaná lisis; un síntoma es el sustituto
de una satisfacció n pulsional, su estructura es infantil, el diagnó stico se hace en
transferencia. Por consiguiente, los síntomas en Serguei son polimorfos, al interior de
una estructura infantil perversa polimorfa, los síntomas se constituyen desde lo
Primario. “Solo esta neurosis infantil será tema de mis comunicaciones”, menciona
Freud, pero también señ ala una insistencia pulsional que gobierna desde la infancia
hasta la adultez, tal insistencia determina de forma singular lo denominado como
serie completa de la neurosis infantiles: La temprana perturbació n del placer de
comer, la aparició n de la Fobia al lobo, luego del sueñ o de angustia, la trasmudació n a
una beatería obsesiva y su declinació n, es decir distintos tiempos de insistencia
pulsional en torno a: lo oral, la mirada, lo anal y la pregunta por lo fá lico, cuyo orden y
manifestaciones primarias aluden a un mensaje de algo que cojea en el mito familiar
alrededor de la castració n. En el fondo todos estos síntomas que se repiten desde la
temprana infancia está n relacionados a la escena primaria, en ella se condensa lo
inicial de su relació n al objeto.
Lo primario que retorna es la escena primaria; y la palabra escena se enlaza al
concepto de Fantasía. Freud señ ala que la fantasía es un conjunto de escenas y que la
estructura de la histeria posee una arquitectura de fantasías que se constituyen desde
escenas. Por medio de la condensació n de lo escuchado de los padres, los antepasados
y lo vivenciado por la propia persona se crea y re-crea una realidad mítica, estas
sublimaciones poetizadas del recuerdo son una formació n que restituye una unidad
condensada por palabras y la historia infantil las cuales se anudan a través de diversos
mecanismos de defensa. En dicho sentido, la escena primaria es justamente una
fantasía, al igual que la castració n o la seducció n primaria, todos pueden ser vividos en
la realidad desde lo escuchado o experimentado pero se integran al saber
inconsciente, en esencia nacen de allí, se forjan desde los S1, desde las primeras
identificaciones, pero también desde aquello que se encarna en el cuerpo, desde un
Otro en Falta que deja marcas. Sin embargo, toda fantasía cuenta con una parte real en
su estructura, tanto porque lo Simbó lico tiene una parte real, o bien por un defecto de
abordaje por lo simbó lico que podría integrar un exceso de lo real, esto permite
pensar que lo irrepresentable está presente también en una Fantasía.
La escena primaria es un conjunto de vivencias organizadas luego por fantasías
sobre relaciones sexuales de los padres, lo que acontece en la impresió n del hombre
de los lobos es la retroacció n en modo de fantasía negada y escindida de un fragmento
de lo real, aquello irrepresentable a la edad de añ o y medio, edad que Freud sitú a por
ló gica aquella escena del coito a tergo de los padres, es que se fija la impresió n de la
cual Serguei es un espectador, en cuya escena él es pasivo, mira la escena sexual de
sus padres, y no logramos situar significantes en ese momento, los significantes está n
pero no en esta escena, si posteriormente, lo que se fija es una impresió n desde lo real,
hay impresiones acerca de la mirada pero sin significantes, no podríamos plantear que
fragmentos de esta escena quedaron reprimidos y retornaron a través de síntomas,
fragmentos de esta escena retornaron no desde un orden Significante, retornaron
desde lo real, desde aquello irrepresentable de los padres que se muestran para ser
mirados: una matriz pulsional cuyo Goce Otro fija una posició n de objeto en torno a la
mirada, en torno a la pulsió n sin representante; el hombre de los lobos mira y se
escinde, mira y ocurre una descarga anal, la mirada fragmenta, pero queda el rasgo de
descarga y excitació n. Lo que Freud construye a partir de la frase; veo con gran terror,
en el sueñ o de los lobos, es un material significante posterior a un fragmento de
mirada Forcluida, una realidad no integrada al orden significante, y por ello
irrepresentable y angustiante. En dicho sentido, el sueñ o señ ala una verdad
estructural dado que este vehiculizó un entrecruzamiento entre lo real y lo simbó lico
posterior.
El orden cronoló gico que Freud nos entrega en este historial muestra una
secuencia de sucesos que marcan el recorrido histó rico que se construyó en aná lisis.
Cada encadenamiento sintomatoló gico respondió a una cadena de Significantes, se
evidencia de ello la mixtura del discurso femenino y materno, los significantes se
destacan en el historial dado que Freud los selecciona para mostrar la secuencia
Simbó lica. Freud nos habla de un jiró n menospreciado del recuerdo, el secreto
disfrazado de un recuerdo que no se habría aclarado sino hasta el final del aná lisis;
previamente el paciente había comentado que tuvo un periodo de conducta díscola
que termina volcá ndose en angustia, esto habría ocurrido pasado los 4 añ os, pasado
su sueñ o de angustia, es el recuerdo de una escena infantil que no cobraba sentido;
siendo niñ o perseguía una bella mariposa, que era veteada de amarillo, pero cuando la
Mariposa se posó en una flor, emerge la angustia que concluye en un comportamiento
de huida, las asociaciones de adulto marcan una cadena significante; “Babochka”,
mariposa en ruso, esto le permite asociar que las mariposas le parecen mujeres o
niñ os y que los escarabajos le parecen hombres; las alas abiertas de una mariposa le
recuerdan lo ominoso de las piernas abiertas de una mujer y el dibujo le recuerda el V
romano, este se relaciona con la hora en que le sobrevenía su talante sombrío, esta
cadena de ló gica inconsciente se repite en los cinco lobos graficados y el recuerdo de
la alucinació n a los 5 añ os, en definitiva todo es una verdad condensada, una verdad
que se anuda a la mirada. Freud analiza el proceso primario tras esta formació n; “tras
el recuerdo encubridor de la mariposa se hallaba el recuerdo de la niñera”, Grusha fue
una niñ era antes de la aya, que Serguei había querido mucho, de ella habría
recobrado fragmentos acerca de una escena cuando el paciente tuvo má s de 2 añ os,
Serguei se habría orinado como gesto de seducció n al ver a la niñ era en posició n a
tergo limpiando el piso, Freud comenta esta escena en tanto responde a la conexió n
entre el amor y la compulsió n referente a la zona anal, de adulto incluso era repetitivo
que dicha zona marcara sus elecciones amorosas. Nos encontramos entonces con la
siguiente cadena significante la cual se desplaza desde la escena primaria en adelante:
babuchka, grusha, matrona. Esta ú ltima mujer es de la que se enamoró de forma
compulsiva y de la cual se contagia de gonorrea, enfermedad que gatilla su Neurosis a
los 18 añ os. El sueñ o esta encadenado a Grusha y también a la escena primaria, la
angustia está enmarcada: La angustia a la mariposa es el sustituto de la escena
primaria: “He soñado que un hombre arranca las alas a una ESPE” su enunciació n es su
identificació n, Serguei sustituye ESPE por WESPE, y Freud se lo hace saber en tanto el
dicho condensa el síntoma, las iniciales de Serguei Pankeyef aparecen en forma de
lapsus dentro del ESPE. Por otro lado, WESPE desde la metá fora y la metonimia,
muestran la mutilació n de la avispa que representa la venganza a Grusha, por la
amenaza de castració n, pero a la vez evidencia la posició n subjetiva que tiene en torno
a la castració n. Sea por ESPE o WESPE en ambos se mantiene el orden significante
(17) y en ambos se liga la identificació n primaria, su nombre propio está señ alado
como insignia, como rasgo.
Temporalmente Freud sitú a a una edad de 3 añ os ¼ el recuerdo de una primera
cadena significante ligada al padecer intestinal de la madre, él fue testigo de dolores y
hemorragias, su madre habría dicho respecto a aquellas; “así no puedo vivir más” el
paciente repitió dicha enunciació n en diversos momentos, y especialmente en
situaciones relacionadas a la angustia, posterior al sueñ o de los lobos, tuvo un
accidente retentivo, un día se ensucio los calzones y cuando lo limpiaban se lamentó ;
“así no puedo vivir más”, es claro que esta cadena esta condensada con sus posteriores
lavativas pero también señ ala de qué modo existe un nudo entre la Angustia, el acting
y el objeto a.
El escilabo condensa un resto de la relació n al Otro, en tanto es expresió n de
esta cadena, la zona eró gena anal está constituida por un orden simbó lico. Los
significantes maternos vienen a interpretar a posteriori la escena primaria la cual se
sitú a primariamente dentro del orden de lo Real. Posteriormente aquello Real aparece
de modo sú bito en forma de angustia, por eso la Angustia está enmarcada, hay un
marco, y este es el Fantasma (18). En los tiempos del padecer intestinal de la madre,
Freud sitú a una seducció n ejercida por la hermana mayor a Serguei, comprueba esta
realidad traumá tica a través de sueñ os; Freud reconstruye los recuerdos de
seducció n, ello nos habla de problemas para articular la castració n en esta familia,
sumado a esto, se revela del material un aspecto central en relació n al Otro y la
alienació n; Freud deja entrever una fusió n entre la nodriza “aya” y la madre, los
significantes de la “aya” marcan las identificaciones de Serguei en torno al Goce de los
padres, su identificació n femenina lo invierte: “él debió haber sido la niña y su hermana
mayor el varón”, estos significantes organizan lo pasivo y femenino, y dan forma
retrospectivamente a la escena primaria. Simultá neamente, Freud plantea que ocurre
un desplazamiento desde la seducció n recibida por la hermana, hasta lo activo en la
actitud de seducció n a su “aya”, dado que frente a ella juega con su pene y en
respuesta la “aya” le responde: “los niños que hacen eso reciben una herida”, esta frase
tiene la funció n de una amenaza y sofoca su onanismo incipiente. Posterior a esta
experiencia se evidencia un retorno, posterior a esta amenaza hubo una regresió n al
estadio anal: “la sexualidad cobro caracteres sádicos anales, se volvió irritable y
atormentador” esta regresió n fue la causante de su conducta díscola e incomprensible
para los padres, fantasías activas y pasivas a nivel agresivo con insectos y animales. Es
importante destacar el nivel de incidencia negativo que tuvo la cuidadora en la
conformació n de los significantes que interrumpían la capacidad de situar la
diferencia sexual; “la aya le habría dicho que su hermana era hija de su madre y que él
lo era de su padre...le contentaba mucho el ser hijo de su padre”, la cuidadora marca un
Goce Otro, en tanto ubica a Serguei en el lugar de resto anal, niñ o caca, se inviste la
zona anal en tanto repite significantes que escenifican a lo materno, pero también
incide negativamente en su identificació n masculina, reforzando la bisexualidad.
En un segundo aná lisis, realizado en 1927 (19), llevado a cabo por la doctora
Ruth Mack Brusnick, se evidencia un dato singular que Freud no habría mencionado
en el historial, no sabemos si fue porque Freud lo omite en el historial o porque
Serguei decide no hablar de ello, sin embargo, la analista en este tercer tiempo señ ala
que desde cerca de los 2 añ os, tanto el paciente como su hermana les era comú n ser
penetrados analmente por la cuidadora ayudá ndolos a evacuar, dado que ya por dicho
tiempo había presentado su constipació n. Se aprecia una situació n concreta de
estimulació n de ó rgano ejercida por la gobernanta, una seducció n directa de la cual
habría sido objeto, sin duda debió haber coparticipado en las marcas traumá ticas a
nivel del cuerpo. Lo concreto son los efectos traumá ticos, hay una moció n homosexual
que se retiene en el ó rgano, hay una homosexualidad inconsciente, y fantasías que se
relacionan al padre, pero también una incidencia femenina en esta homosexualidad
inconsciente.
Las construcciones que se relacionan al padre escenifican algo del orden de una
ausencia; Freud no plantea ningú n significante dicho por el padre en todo el historial,
sin duda pudo haberlos omitido, en comparació n a todo el resto de material simbó lico
de la gobernanta y de la madre, el Padre en lo Real y Simbó lico se ausenta de la escena
familiar y Serguei negaba aquello, así como el estado psicopatoló gico del padre: “Los
ataques por desazón” y las ausencias por hospitalizació n. Es central pensar que las
seducciones que la hermana ejecutaba acontecían en momentos de ausencia del
padre, un padre que el propio Freud subrayaba como tendiente al “regaño tierno” , al
igual que el padre de Hans el cual padecía de fobia al caballo, Serguei por su lado tuvo
fobia al lobo, esto demuestra lo sustituto del conflicto psíquico, un síntoma como
articulador de la castració n en tanto hay una carencia de orden Simbó lico, pero la
castració n no falta, es señ alada como dañ o al cuerpo, como una herida, como algo del
orden de lo Real, ejemplo de ello son; el sangrado por hemorragias de la madre, a frase
dicha por la “aya” sobre los niñ os que reciben una herida y la gonorrea a los 19 añ os
que marca el quebranto patoló gico.
La castració n también aparece como relato transgeneracional en los cuentos
del abuelo paterno de Serguei, el cuento grafica a un sastre que por medio de unas
tijeras ahuyenta a un grupo de lobos, en la primera escena el sastre arranca la cola a
un lobo, y en un segundo momento muestra a un grupo de lobos que se enfrentan a la
amenaza a consecuencia de no obedecer, en el mismo registro, la caperucita y el lobo y
los siete cabritos escenifican cortes, extracciones, pérdidas que en el mundo Simbó lico
de Serguei se organizaban. Sin embargo, la posició n que Serguei toma respecto al tema
de la castració n no es definitiva, en reiteradas ocasiones Freud señ ala una Verwerfung
referente a la castració n; “no quiso saber nada de la castración”… “no se había
pronunciado ningún juicio sobre su existencia, pero si era como si ella no existiera” (20)
esto sitú a un conflicto respecto a la posibilidad de inscribir simbó licamente un juicio
sobre la existencia de la diferencia sexual, la articulació n de lo simbó lico y el exceso de
Real que participan en la fijació n anal. No obstante, a lo largo del tiempo posterior al
sueñ o de los lobos, y durante el sueñ o de angustia a los 4 añ os, se constituye una
posibilidad cierta de inscribir un territorio Simbó lico. A través de diversas cadenas
significantes Freud construye en el historial de Serguei un Edipo invertido, este Edipo
toma forma simbó lica a través del sueñ o de angustia. Este sueñ o que pasaremos a
continuació n a analizar, condensa diversas formaciones de al menos cuatro
mecanismos defensivos verificables, los cuales alteran la posició n del sujeto y su
relació n con el objeto; el trastorno hacia lo contrario, la vuelta sobre la propia
persona, la Verwerfung y la Verdrangung.

El Sueño del Hombre de los Lobos.

La importancia que poseen los sueñ os en Psicoaná lisis reside en su estructura


articulada por la ló gica del significante que determina un producto sometido al
trabajo psíquico del proceso primario. Esta diná mica permite desfigurar y ocultar los
sentidos que constituyen lo deseado para el sujeto. A partir de esto, Freud desarrolla
una técnica de interpretació n del deseo escrito en el sueñ o: Texto sagrado, siendo uno
de los objetivos transformar el texto desfigurado del sueñ o, a modo de una traducció n,
hasta la develació n de lo latente en el deseo inconsciente del sujeto.
Lo que surge en el estado del dormir son bá sicamente imá genes perceptibles a
los sentidos, dichas imá genes se comportan de igual modo que lo hace una
alucinació n, en tanto la figurabilidad y los contenidos estará n fuera de la voluntad del
yo, aunque dichas percepciones contemplan actividades de memoria, del recuerdo y
del pensar a modo de huellas, lo que se percibe de un sueñ o es producto simultá neo
de la estructura de la palabra, del significante, campo de lo Simbó lico y de aquello que
corresponde a un impulso que se representa por la pulsió n. Esta moció n pulsional
entrega un valor de movimiento al sueñ o, liga sexualidad e inconsciente al interior de
lo que Freud entiende como cumplimiento de deseo.
Sin embargo, si el sueñ o es cumplimiento de deseo, existen sueñ os que no
responden a un principio del placer, mostrá ndose en su realidad como angustiantes.
Lo característico de los sueñ os que se precipitan en angustia es que señ alan algo
súbito un estado de turbación en el sujeto; la angustia en este sentido paraliza e
interroga respecto a la ausencia de sentido. El Psicoaná lisis descubre que la angustia
tiene objeto, posee una funció n, tiene sentidos y se liga a uno o má s objetos y posee
una estructura que está presente al menos en las neurosis.
En términos histó ricos, Freud desarrolla un acercamiento paulatino a la
problemá tica de la angustia. A partir del manuscrito E (1894) (21) en una
aproximació n diná mica, manifiesta el nexo entre la sexualidad y la angustia cuya
hipó tesis central es el origen de este afecto: la tensión sexual se muda en angustia, así
lo angustiante es la expresió n de un valor energético de transformació n de lo
acumulado donde hay expresió n de una descarga que escenifica lo sexual primario y
una relació n a un Otro.
Posteriormente, en la Interpretación de los Sueños (1900) (22) comenta
brevemente la formació n de sueñ os con contenido angustioso, repitiendo los
caracteres ya mencionados sobre lo sexual: “La angustia en los sueños proviene del
material sexual incluido en sus pensamientos oníricos” y agrega las nociones de
conflicto psíquico, realidad psíquica y complejo de Edipo, no obstante en su
concepció n del sujeto no zanjará el valor de la real funció n que cumple la angustia en
la estructura psíquica, pero distingue en dicho afecto algo verdadero y propio: «La
angustia en los sueños, permítaseme insistir, es un problema de angustia y no un
problema del sueño».
A partir de sus Tres ensayos de teoría sexual (1905) (23) articula el concepto de
complejo de castración anudado de ahí en adelante al complejo de Edipo. No obstante
para que construyera el lazo entre castració n y angustia pasará n varios añ os. En el
aná lisis del caso Hans (1909) (24) retrata la fobia de un niñ o que se precipita
posterior a un sueñ o de angustia, dando sentido al dinamismo al interior de la familia
de Hans en torno a la articulació n de la castració n y de como un sueñ o angustioso
poseía una funció n doble; desencadena a modo defensivo un conflicto psíquico al
tramitar lo aú n no subjetivando y, simultá neamente, demostrar que la angustia
funciona como señ al de un proceso represivo, es decir que la angustia era señ al de que
la represió n había efectuado de modo parcial una sustracció n de la investidura
libidinal en el sentido de una perdida y el costo es la presencia de angustia.
Con estas coordenadas teó ricas en torno a la angustia, la castració n y la
represió n inicia en el añ o 1910 el aná lisis del Hombre de los Lobos, pseudó nimo
consignado por Freud a partir de un sueñ o de angustia por Serguei a la edad de 4
añ os, la angustia es el afecto con que culmina el sueñ o. Las construcciones de Freud
permiten revelar que el sueñ o acontece la noche antes de su cuarto cumpleañ os,
previa a la navidad, en el ambiente circundante hay un á rbol de Pascua, los regalos y
la expectativa. Lo central es que este sueñ o fue el enigma inicial y no tuvo sentido
hasta su encuentro con Freud, de su aná lisis surgirá n las elaboraciones concernientes
a la “escena primordial” o la construcció n de las “fantasías primordiales”. A partir de un
primer sueñ o relatado en sus entrevistas preliminares se da inicio al aná lisis de
Serguei. Paso a continuació n a citar este sueñ o:
“he soñado que es de noche y estoy en mi cama (mi cama tiene los pies hacía la
ventana, frente a la ventana había una hilera de viejos nogales, sé que era invierno
cuando soñé, y de noche) De repente, la ventana se abre sola y veo con gran terror que
sobre él nogal grande frente a la ventana están sentados unos cuantos lobos blancos.
Eran seis o siete. Los lobos eran totalmente blancos y parecían más bien unos zorros o
perros ovejeros, pues tenían grandes rabos como zorros y sus orejas tiesas como de
perros al acecho. Presa de gran angustia, evidentemente de ser devorado por los lobos,
rompo a gritar y despierto”.

¿Qué se reconstruye del sueñ o de los lobos ocurrido a los 4 añ os? ¿Qué funció n
posee la angustia en este sueñ o? ¿Có mo se liga la pulsió n con la angustia y el sueñ o?
¿Qué relació n existe entre el sueñ o, la escena primordial y el fantasma?
La experiencia del aná lisis se constituye como una forma de construir
preguntas paradigmá ticas sobre el Deseo y el Goce de un sujeto y la prá ctica busca
descifrar a nivel inconsciente los sentidos que interrogan la posició n subjetiva que
asume él soñ ante respecto a su propia producció n. La posició n de sujeto u objeto al
interior del escenario onírico, la temporalidad diacró nica en la cual se ubica el sueñ o y
el modo en que desemboca un sueñ o constituirá n elementos centrales para la
comprensió n de la posició n subjetiva del hombre de los lobos o de cualquier paciente
en aná lisis. En este sentido, Freud va a demostrar la importancia de este sueñ o
dividiendo su comprensió n en dos dimensiones; la primera, concebida como una
valoració n que llamaremos estructural del sueñ o; la segunda, a partir de la
interpretació n que este sueñ o revela.
En cuanto a la valoración del sueño, Freud subraya el momento de la cura en
que es relatado este sueñ o: lo comunicó muy al comienzo, añ adiendo como fenó meno
de estructura tiene: “El duradero sentimiento de realidad en el que desemboco”,
observació n proveniente de La Interpretación de los Sueños, periodo cuando pensaba
que sentimientos displacenteros sostenidos con posterioridad a un sueñ o contienen
una determinada intencionalidad: “dentro del material latente del sueño hay algo que
reclama realidad efectiva en el recuerdo, el sueño se refiere a un episodio ocurrido de
hecho y no meramente fantaseado”, El autor sugiere, en obras previas y posteriores a la
publicació n de este historial, la existencia de reales sueñ os probatorios que
autorizarían inferir que: “los soñantes han sido en su primera infancia espectadores de
un comercio sexual”. Es decir, confirma a partir de este sueñ o sus hipó tesis previas e
indirectamente expone los componentes de orden pulsional ligados al producto
onírico, demostrando que la producció n de estos sueñ os está n determinados por dos
criterios centrales; “sobrevienen durante la infancia y se los recuerda desde ella”,
aspecto nuclear para la comprensió n del concepto de; escena primordial y,
posteriormente, en lo concerniente a lo relacionado a la fantasía.
Por otra parte, la interpretació n de este sueñ o es extensa: “La interpretación
abarco varios años”, apuntando al valor significante y al funcionamiento pulsional
figurado en este sueñ o, dimensió n que permitió progresivamente acercarse a los
mú ltiples significados anudados: “tras él se escondía la causación de su neurosis
infantil”. Anticipamos que los avances en torno a la reconstrucció n de los factores
ligados a la neurosis está n formados bajo las mismas condiciones en que Freud lee
este sueñ o de angustia, que aparece como resto desfigurado de algo temprano y que
para el paciente se presenta como enigmá tico y repetitivo. De este modo la angustia
anudada al sueñ o señ ala lo verdadero del conflicto psíquico ligado al complejo de
castració n, ubicando temporalmente allí la clausura a través del mecanismo represivo
articulado de modo deficiente, sumado a la operatoria de mecanismos aú n má s
tempranos y que el sueñ o condensa una modalidad de retorno que, en algunos
aspectos, es un retorno de lo reprimido y en otros, un modo de retorno en lo Real.
Por otra parte, la tesis asociada a la angustia se complementa con un texto
posterior, en Inhibición, Síntoma y Angustia (1926) (25) concibe la aparició n de
angustia ligada a la castració n; la angustia señ ala la diná mica necesaria para la
estructuració n efectiva de la Neurosis por medio del mecanismo represivo, aquí la
angustia es previa a la represió n y opera como afecto que moviliza a la represió n en
tanto se acepta una pérdida, una sustracció n de la libido que es sustituida por una
identificació n.
Desde Lacan lo que reconstruimos del sueñ o de los lobos es una posició n
subjetiva en conflicto respecto a la separació n con el objeto, expresió n angustiosa de
la articulació n de la castració n y enmarcada en relació n al Fantasma del Hombre de
los Lobos, una relació n del fantasma con lo Real: “Lo que el sueño inaugural en la
historia del análisis les muestra, en ese sueño del Hombre de los Lobos, cuyo privilegio es
que, sucede incidentalmente y de una manera no ambigua, la aparición en el sueño de
una aparición no pura, esquemática del Fantasma, es porque el sueño a repetición del
Hombre de los Lobos es el Fantasma puro, develado en su estructura, que toma toda su
importancia, y que Freud lo elige para hacer- en esa observación que no tiene, para
nosotros, ese carácter inagotado, inagotable, sino porque se trata esencialmente, y de un
extremo al otro, de la relación del fantasma con lo real” (26). Este sueñ o es una
formació n, un retorno de la operatoria significante en relació n a lo Real, sin embargo,
un fragmento de Real no fue integrado al orden Simbó lico al interior del sueñ o de los
Lobos está presente como angustia, con un duradero sentimiento de realidad como
expresió n del fracaso de la operatoria significante: “de repente la ventana se abre sola,
los ojos se abren de pronto” frase que recuerda el sentido sú bito en que se enmarca la
angustia, esto inaudito de lo unheimlich, ominoso, siniestro e inquietante exceso de
Real (27).
Freud señ ala que en el contenido del sueñ o hay una modalidad de inversió n en
la posició n subjetiva identificada en el adulto: “el estaba despierto y le fue dado a ver
algo”. El mirar atento que en él sueñ o se lo atribuye a los Lobos debe má s bien
trasladarse a él; entre los lobos y Serguei hay un trastorno hacía lo contrario y vuelta
sobre la propia persona, dos destinos arcaicos de la pulsió n: Una permuta de Sujeto
por objeto, de actividad por pasividad en los cumplimientos de satisfacció n libidinal,
con un predominio en el objeto mirada por sobre el sujeto. Serguei evidencia una
posició n pasiva a nivel subjetivo y Freud construye una permuta desde la escena
primaria al sueñ o de los Lobos, un a-posteriori. Serguei se traslada a nivel de la
identificació n desde ser el lugar de ser mirado al lugar del mirar atento: Muda de un
estado de intensa movilidad al de pasividad en el sueñ o. Podemos agregar que estos
estados son un rasgo en referencia a la mirada, su identificació n a lo alienante de la
mirada, su posició n subjetiva en torno a la mirada. En cuanto a este objeto de la
pulsió n y a esta meta pulsional no se articulo una pérdida, no hay separació n y por eso
Freud dará a entender que hubo Verwerfung de la castració n, la mirada en Serguei no
se articuló como objeto de la pérdida del Otro: “Con relación a ese Otro, dependiendo
de ese Otro, el sujeto se inscribe como un cociente, está marcado por el rasgo unario del
significante en el campo del Otro. Y bien, no por ello el Otro queda aniquilado. Hay un
resto, en sentido de la división, un residuo. Ese resto, eso último, ese irracional, esa
prueba y única garantía de la alteridad del Otro, es el a. Y por eso los dos términos, $ y a,
el sujeto marcado por la barra del significante” (28). Su comportamiento devino en mirar
la diferencia pero a la vez en desconocerla: “Verwerfung de lo nuevo, en nuestro caso
por motivos derivados de la angustia frente a la castración- y se atuvo a lo antiguo-.
Parte de la relació n pulsional respecto a la mirada en Serguei no se inscribe como
elemento Simbó lico, dejando al sujeto fijado a una relació n en un tiempo
irrepresentable articulá ndose como un agujero en la organizació n de Simbó lico, en
dicho sentido a partir de la escena primaria se anuda un elemento rechazado y
angustiante desplegado en el sueñ o de los lobos. La Verwerfung es una defensa
respecto de la realidad exterior a aquello perceptible, distinta a la Verdrä ngung “la
represió n” esta ú ltima opera a nivel significante viene a nombrar lo real y a marcar
desde un orden significante lo inconsciente, en dicho sentido un recorrido pulsional se
transforma en representable e histó rico localizable desde los significantes. En el caso
de la Verwerfung, la Forclusió n en Lacan o rechazo en Freud ocurre algo distinto en
referencia a lo simbó lico, dado que desde este mecanismo no se constituyen
significantes, o palabras que nombren, y por lo tanto algo de la realidad no alcanza a
ser inscrito desde el orden simbó lico, incidiendo en su permanencia en lo real a lo
largo del tiempo. Aquella mirada traumatizante, retorna bajo la formació n de un
sueñ o de angustia, mirada desde afuera, fractura provocada por una Otredad que deja
una marca, el goce en la mirada (29). Sin embargo, la construcció n en aná lisis de la
escena primaria enseñ a que la posició n que el sujeto establece en torno a la castració n
no es definitiva, es decir la posició n que establece el sujeto no es concluyente en torno
a un rechazo de la castració n y –agreguemos- no hay un solo tiempo para la castració n
en todo sujeto, esta se puede articular en distintos tiempos del desarrollo libidinal y
esto también ocurre en el hombre de los lobos, no hay una posició n definitiva en torno
a rechazar la diferencia sexual en este paciente.

El sueñ o de los Lobos fue un articulador ló gico, un ordenador que a través de la


metá fora y la metonimia, se traduce e interpreta el Prä ngung hasta el cuarto
cumpleañ os, un 24 de diciembre momento en que ocurre el suelo de angustia. Freud
plantea que desde allí Serguei era homosexual en lo inconsciente; también acontece
una Verdrä ngung, algo de lo simbó lico es reprimido a lo largo del sueñ o. La angustia
indica el conflicto con la simbolizació n de la castració n, dado que no hay una posició n
subjetiva definitiva que haya afirmado la separació n con el objeto, y por ello el
mantenimiento del afecto angustioso. Recordemos el discurso fusionado entre la
madre y la “aya”, junto a las fantasías sobre el padre castrado y ausente fuertemente
investido con libido homosexual. Todo ello revestido, por los significantes que lo
situaban en una posició n femenina y por los Real indescifrable de las dolencias de la
madre. Serguei se habría identificado a aquello, una identificació n Simbó lica pero
también a lo Real. Freud señ ala que Serguei se posiciona en el lugar de la madre en
relació n al goce paterno: “en el sadismo mantenía en píe la arcaica identificació n con
el padre, en el masoquismo lo había escogido como objeto sexual” la meta era el placer
con sufrimiento, Goce Otro otorgado al padre, posició n subjetiva desde el masoquismo
lo cual marca su posició n femenina en lo inconsciente como una satisfacció n
Verneignung (denegada) y a la vez Superyoica.
En diversos pasajes Freud señ ala la presencia de esta Verneignung, que parece
articularse respecto a una posició n masoquista frente al padre, de este modo
evidencia un ideal masoquista como elemento estructural superyoico, nudo que
podríamos leer entre los registros Real y Simbó lico en los modos de satisfacció n:
“Todavía no comprendemos porque ahora se revolvía también contra el carácter pasivo
de Cristo y el maltrato por el padre, empezó a desmentir aún en su sublimación, el ideal
masoquista que sustentaba hasta entonces” (30). Por lo demá s, la identificació n al
masoquismo era un nudo central en Serguei, Goce que expresaba un objeto, que
podríamos sustituir en funció n de su conflicto repetido en los distintos estadios
libidinales: lo oral, lo anal y la mirada. En dicho sentido, en la niñ ez de Serguei los
conocimientos de las escrituras sagradas articuladas como registros simbó licos desde
lo materno, le permitieron sublimar una parte de la posició n masoquista dirigida al
padre; no obstante, Freud es claro en señ alar que respecto al padre acontecía una
posició n pasiva de displacer unida a la satisfacció n, exponiendo así el goce de su
paciente a través de la pulsió n de muerte intrincada.
Freud plantea 3 modos de Goce escindidos respecto a la fantasía de Serguei en
torno a su padre: El primero se anuda a partir del sueñ o, lugar donde emerge la
construcció n fantasiosa de ser penetrado por el padre y que involucra un modo de
veto a su masculinidad heterosexual y por otro de fijació n a un fantasma perverso,
esta diná mica inconsciente también se encuentra enlazada con su regresió n al estadio
oral: “ser comido por el lobo” identificació n primitiva y agresiva de pulsiones orales
destructivas. De igual forma, el ser penetrado por el padre en la fantasía es la
expresió n del acting out hipotetizado en su aná lisis, el cual denota una segunda
organizació n fantasiosa; el cará cter anal de la fijació n. La tercera cristalizació n es la
mirada, en dicho sentido Lacan en su primer seminario plantea a la mirada como
escoptofílica y pasivizante, dando a entender que aquella escinde a Serguei desde lo
primario.
Nos queda ahora rastrear los modos en có mo se expresa esta escisió n, esta
fragmentació n de la libido que adquiere un peso central en la comprensió n de la
alucinació n del dedo cortado a los 5 añ os de Serguei y su relació n estructural con el
delirio acontecido en la adultez del Hombre de los Lobos.

La Alucinación del dedo cortado y su relación Real, Simbólica e


Imaginaria con el fenómeno delirante.

El aná lisis que Freud construye en el historial acerca de esta alucinació n


interroga sobre los modos de retorno; Por un lado, al presentar Freud esta alucinació n
deja hablar a Serguei, expone los significantes de este paciente; antes exhibió el sueñ o
y ahora una alucinació n. El primero produce angustia y un sentimiento de realidad
posterior; el segundo, un instante de certeza angustiante, de ruptura con la realidad y
en ambos casos hay aparició n de lo Real irrepresentable que se entrama bajo una
escena Simbó lica, esto nos entrega coordenadas estructurales que se repiten a nivel
significante de la Verwefung de la castració n. Expongamos el texto para subrayar los
puntos centrales:
“tenía cinco años, jugaba en el jardín junto a mi niñera y tajaba con mi navaja la
corteza de uno de aquellos nogales que también desempeñaban un papel en mi sueño.
De pronto noté con indecible terror que me había seccionado el dedo meñique de la
mano (¿derecha o izquierda?), de tal suerte que solo colgaba de la piel. No sentí ningún
dolor, pero si una gran angustia. No me atreví a decir nada a la aya, distante unos pocos
pasos; me desmoroné sobre el banco inmediato y permanecí ahí sentado, incapaz de
arrojar otra mirada al dedo. Al fin me tranquilicé, mire el dedo y entonces vi que estaba
completamente intacto”.
Antes y después de hablar de la alucinació n Freud centra la comprensió n en un
mecanismo alternativo a la represió n, y sin duda expone puntos contrapuestos
respecto a la problemá tica de simbolizar la castració n. Ya habría señ alado que Serguei
rechaza la castració n, la desestima: “cuando dije la desestimó, el significado más
inmediato de esta expresión es que no quiso saber nada de ella, siguiendo el sentido de la
represión – esfuerzo de desalojo- con ello, en verdad no se había pronunciado ningún
juicio sobre su existencia, pero era como sin duda no existiera (31). De esta forma,
plantea que lo originario fue desestimar, rechazar, (Verwerfung) la castració n, no
hubo juicio de afirmació n primordial sobre su existencia, no se integra como realidad,
se la desconoce. Má s adelante agrega que la actitud del sujeto no pudo ser definitiva, y
que la alucinació n habría acontecido en un tiempo en que tendía a reconocer la
realidad de la castració n e incluso esta alucinació n habría cobrado una funció n de
favorecer un nivel de reconocimiento, y por otro lado es enfá tico en señ alar que
habría previamente recibido amenazas e indicios acerca de la castració n de mujeres,
y en especial de la aya; “los niños reciben una herida”. Freud no es definitivo al
momento de aislar un fenó meno alucinatorio como ausente en esta neurosis, má s aú n
nos habla que aquello Rechazado es activable en aná lisis y que ha sido verificado
transferencialmente. Construye en torno a la hipó tesis de una tercera corriente
libidinal, la má s primitiva y profunda, que parte de modo escindido desde la escena
primaria y desde donde simplemente ha acontecido una Verwefung de la castració n,
quedando aquella realidad en palabras de Lacan:
“como letra muerta en lo inconsciente”(32)
¿Qué es para Freud la Verwerfung? La primera vez que Freud se refiere al
mecanismo propio de la psicosis es en Neuropsicosis de Defensa (1894), señ ala que
frente una realidad intolerable para el yo, el sujeto Rechaza tanto la representació n
como el afecto concomitante, sufriendo esta una acció n enérgica y eficaz: La
alucinació n emerge como un modo de retorno teniendo el alcance de realidad
indiscutida(33). Esto involucra desconocer la realidad de un hecho perceptible, pero
subjetivamente se mantiene el principio del placer en tanto la alucinació n es
expresió n de un Real que retorna sustituyendo a la Realidad.
Ahora bien, Freud señ ala en el hombre de los Lobos que en la represió n el
sujeto no quiere saber nada pero desde el fracaso de la Represió n, a través de aquella
se expresarían los síntomas; en la forclusió n en cambio, no quiere saber nada de
aquello que el sujeto no tuvo acceso, de aquella experiencia que él no conoció , que no
fue integrada, y el retorno es la reaparició n desde afuera, en la realidad objetiva, como
retorno en lo Real, en el decir de Lacan, de aquello que el sujeto no integró , es decir
que la alucinació n del dedo cortado es una modalidad de retorno de lo rechazado, de
la castració n no acontecida en lo Real de la mirada como objeto y, podríamos agregar,

que un objeto a mirada no cae, hay un Otro contradictorio, un lugar donde se cristaliza
un Goce Otro (34).
Cuando Lacan comenta la alucinació n del dedo cortado también centra su
aná lisis en la comprensió n de la Verwergung llamá ndola inicialmente cercenamiento
(“retranchement”), má s adelante en el seminario de las Psicosis plantea el concepto de
Forclusió n del Nombre del Padre propio de las psicosis (35); sin embargo, aquí no
habla de una alucinació n dentro de una Psicosis, sino de un realidad Cercenada en
tanto abolició n simbó lica primordial. Que la realidad sea cercenada de la experiencia
en el sujeto sitú a aquello que no podrá encontrarse en su historia, salvo como retorno
en lo Real: Lo que no ha salido a la luz de lo Simbó lico aparece en lo Real. En este
tiempo Lacan señ ala que este mecanismo involucra una expulsió n fuera del sujeto,
fuera del significante, y esto mismo es lo que constituye a lo Real, lo expulsado fuera
del sujeto, aquello no simbolizado y que aparece sustraído a las posibilidades de la
palabra. Sin embargo, en este caso no se aprecia una sustracció n o una ausencia que se
sostenga desde el Significante Nombre del Padre, pero si una sustracció n de una parte
de la historia que queda construida desde un afuera a lo largo de su aná lisis, pero que
el sujeto no inscribió como final de aná lisis. Lacan aú n no habla del Significante
Nombre del Padre, pero centra su explicació n en aquello no simbolizado que aparece
en lo Real errá ticamente. Ejemplo de ello son dos modalidades de Retorno en lo Real,
uno es el acting out y el otro es fenó meno alucinatorio de este caso, que no lo define
como psicó tico, aunque el fenó meno si lo fue, esto es central para comprender la
incidencia de este fenó meno alucinatorio que es un modo de retorno de aquello no
integrado primariamente en la separació n con el objeto, sino un mantenimiento de lo
Real. Por lo tanto, podríamos plantear que desde la escena primaria hubo un resto de
lo Real: desde la escena primaria hubo un resto que no se organizó en torno a la
pérdida articulada por la castració n, y así la mirada tomó un peso psicotizante.
Hubo Verwefung de la castració n, algo en lo simbó lico no quedó inscrito,
aunque hubo má s de un posicionamiento subjetivo en torno a la castració n, má s de un
tiempo para articular la castració n. Si ligamos Represió n y Negació n en torno a la
verdad de este sujeto, no nos encontramos con una psicosis, sino en otra modalidad de
ex -sistencia. En este sentido, hubo un orden simbó lico que permitió anudar los tres
registros, se articuló un orden significante que Freud subrayo y que Lacan destaca en
el Seminario XIV La Ló gica del Fantasma. Aquí anuda el traumatismo con el Fantasma,
no es la primera vez que lo hace por cierto, pero aquí superpone traumatismo y
fantasma, la cara visible pero negada será el fantasma. También anuda el fantasma con
la Negació n y se pregunta si podríamos verificar lo verídico de la escena primaria en el
Hombre de los Lobos, si podríamos pensar que este sujeto verificó la verdad de su
inconsciente. De aquello que fue Verwerfung parcial hubo otra verdad de orden
Simbó lico que impide dudar de la realidad de la escena primaria, es la relació n de la
verdad con el significante, la relació n entre los registros Real y Simbó lico. El
verificador es el significante cinco (36); es el V romano, tenía cinco añ os cuando
alucina, se secciona una parte del cuerpo de cinco dedos, entre las piernas de la mujer,
el aleteo de la mariposa, las 5 de la tarde, los cinco de Lobos graficados en el dibujo
entregado a Freud, pero también cinco añ os para qué aparecieran los síntomas en
trasferencia a Freud e ingresara nuevamente a un breve aná lisis con la Doctora Ruth
Mack Brusnick en 1927.
En 1919 Freud decide realizar un segundo tramo de aná lisis al Hombre de los
Lobos, este fue centrado en su ú ltimo fragmento de histeria; su constipació n. Serguei
ya había atravesado 4 añ os sin aná lisis, dado que Freud habría generado su alta
anticipada. A lo largo de la primera Guerra mundial Serguei había perdido su fortuna y
volvía a Viena para terminar trabajando como empleado pú blico. Una vez finalizado el
aná lisis, desde 1920, Freud gestiona una colecta dentro de la sociedad psicoanalítica
que se le entregaba a Serguei todos los añ os, dada la contribució n al pensamiento
psicoanalítico y por los problemas econó micos que el paciente presentaba. En
contratransferencia Freud mantuvo un lazo con su paciente a través del dinero, un
objeto particular en la relació n Fantasmá tica de Serguei con su padre.
En 1923 Freud desarrolla un cá ncer a la mandíbula, sin duda su aspecto
cambia; luego de la primera operació n Serguei visita a Freud para recibir su renta, lo
percibe enfermo, sin duda esto perturba a Serguei, sumado al tipo de transferencia
aú n operativa, escenifica en Freud la amenaza de muerte. Para Serguei, Freud era un
padre, Freud también se identificaba al lugar de padre, y esto es perjudicial para la
solució n de los síntomas; por un lado, hay entrega de dinero, pero también la
posibilidad de muerte. Cabe recordar los suicidios del padre y la hermana de Serguei
con caracteres orales. Serguei también calla a Freud la pertenencia de joyas que él
habría recobrado de las posesiones familiares, se muestra a Freud sin recursos,
miente sobre sus ingresos, su goce se concentra en el silencio, en mantener una
posició n de hijo del psicoaná lisis; una posició n desde lo oral y lo anal pero también
desde la mirada que lo escinde, una posició n de goce y pasividad.
La mirada atenta con la que ve a Freud padecer su tumor, enfrenta a Serguei a
lo Real de la pérdida, con una afecció n en lo real del cuerpo, nuevamente se escenifica
la pérdida de aquella transferencia no resuelta que a su vez es estructural y
permanencia negada dado que era su Fantasma. La mirada que antes fracturaba, la del
estadio del espejo de la escena primaria, aquello escindido y forcluido ahora retorna
bajo una manifestació n de mirada alienante. Desde 1924 Serguei desarrolla síntomas
que van de la dismorfofobia a lo hipocondriaco paranoico (37), tuvo un lapso de 3
añ os de evolució n de dichos síntomas hasta 1927. En febrero de 1924 aparece el
síntoma central de su enfermedad, se inquieta dado que encuentra poros nasales que
sobresalen; “como puntos negros”. Má s tarde se pasa a llevar “distraídamente” con su
mano un grano de su naríz, y percibe un grano endurecido. Piensa que este grano se
origina por el castigo de haber tenido pensamientos hostiles respecto a un doctor que
habría presentado una enfermedad renal; esta idea de castigo y su posterior; “pasar a
llevar” crean la herida, hay una referencia al masoquismo primario, muy propio
respecto a la primaria relació n con el padre, pero también es una expresió n de la
relació n fantasmatica a Freud, es la expresió n de aquello que calla a Freud. Su nuevo
acting es crear una herida que no deja de mirar, la estructura Real de su fantasma
toma una forma imaginaria que captura. Sin embargo, los síntomas funcionan en
transferencia a las ideas de muerte en torno a Freud. Ocultar la pertenencia de joyas a
Freud, percibir un cá ncer en la boca y la posibilidad de que Freud muera sitú an un
punto negro, lo real de la castració n, la pérdida en referencia al objeto, la muerte de su
padre. Su respuesta superyoica es crear una herida como expresió n de un retorno;
donde se encontraba el grano, Serguei mira un profundo agujero e interpreta que
aquello era mirado por todo el mundo pero a su vez reconoce lo extrañ o de su
comportamiento. Con un cariz de obsesió n comenzó mirar su nariz en escaparates o
bien en espejos que llevaba consigo, su relació n al espejo tambalea, se llena de
incertidumbre.
De niñ o, recordemos, escuchó a su madre con sus dolencias y hemorragias
intestinales; “ya no puedo vivir más así” y a su “aya” que sentenciaba la presencia de
una herida en el pene a aquellos niñ os que se masturbaban. Má s tarde, a los cinco añ os
alucina una herida en uno de sus cinco dedos, luego se enferma de gonorrea y se
desencadena su quebranto. Este nuevo retorno, desde el objeto a mirada fijado en el
lugar del agujero de su nariz, escenifica su reencuentro con la castració n, con la
pérdida. El efecto de este retorno es la vacilació n del Fantasma, el marco se descentra,
dado que la relació n Imaginaria que Freud mantuvo con Serguei representó , simbolizo
el lugar del hijo; una carga Imaginaria que hizo de velo y que obturó el conflicto con la
renuncia en el Hombre de los Lobos, pero también vuelve a escenificar la estructura
de lo Real de su Fantasma.
El inicio de estos síntomas señ alan una fractura a nivel del narcisismo, la
emergencia de aquello traumá tico en torno a la mirada de su imagen corporal que se
quiebra, lo que surge y se va transformando es una posició n de autorreferencia que
toma tintes de paranoia desde la idea de ser mirado por todos en una herida de su
nariz. También la idea de haber sufrido un dañ o en su naríz a propó sito de una
intervenció n realizada por el Doctor X es fuente de sus quejas. No obstante, la posició n
subjetiva respecto a su síntoma psicó tico a lo largo de sus tres añ os de evolució n no
fue definitiva. No hubo certidumbre o certeza de aquello, reconocía ciertamente lo
extrañ o de sus ideas, pero no las podía evitar, un delirio en un psicó tico tiende a la
sistematizació n, se funda en certezas, en neologismos inquebrantables, por lo demá s
un delirio en el caso de un psicó tico con frecuencia lleva a una evolució n que empuja
al sujeto en convertirse en una encarnació n de una mujer (38). En Serguei hay má s
bien una vacilació n de su fantasma, esta estructura quedó al desnudo y permitió la
aparició n del objeto, por ello la realidad se vuelve alienante transitando desde la idea
fija hipocondriaca a la idea de dañ o y la autorreferencia en la mirada que se fija en el
agujero de su nariz, hay toda una referencia a la pérdida que actualiza su relació n
transferencial a Freud.
La posició n subjetiva de Serguei expresa los rasgos de la estructura. Posterior
a haber creado su herida en la nariz decide visitar al profesor X para realizar una
intervenció n, esta calma su angustia hasta principios de 1925. Luego descubre otro
grano doloroso en su nariz, consulta a un nuevo dermató logo pero aquel le señ ala que
no hay solució n para su glá ndula infectada, esto produce su desesperació n por lo cual
visita nuevamente al profesor X quien lo calma extirpá ndole la glá ndula. Luego de la
intervenció n acude incesantemente al consultorio del Doctor X para obtener el
resguardo que lo tranquilizara sobre su nariz la cual presentaba inflamació n. El
profesor le realiza una nueva intervenció n que nuevamente lo calma. A comienzos de
1926 reinicia nuevas ideas fijas respecto a su nariz. Esta vez visita a Freud, en parte
por que Freud también le habría pedido que fuera garante de una lucha que había
iniciado con Otto Rank, dado que se discutía la funció n de la reconstrucció n en
psicoaná lisis, la otra razó n es porque Serguei notaba que su reacció n, sus
preocupaciones eran anormales, por eso Freud decide derivarlo a otro dermató logo
que termina por sentenciar que las cicatrices no desaparecerían. Bajo orientació n de
Freud, Serguei es derivado también a Ruth Mack Brusnick quien a lo largo de 5 meses
analizará aquellos síntomas. La conclusió n es que en gran parte todo es la expresió n
de una transferencia no resuelta a Freud y por lo tanto un aná lisis no concluido.
Para Serguei este segundo aná lisis fue efectivo, así lo señ ala en su
autobiografía, llama la atenció n que al recibir el diagnostico de Paranoia de parte de
su analista, haya rechazado aquella concepció n externa, dado que describe que luego
de siguiente noticia lucho para no tener má s esas ideas de su nariz aspecto que logra
finalmente.
El delirium neuró tico de la nariz, es una respuesta al acting out del agujero
creado la cual escenifica la estructura real de su fantasma, el costo era que aquello
imaginario de la mirada se desbordara, lo ubicara en un borde, aquel delirio neuró tico
que lo hizo dudar, era una fantasmatica imaginaria que lo alienaba en el agujero de la
nariz: la mirada por lo tanto estaba puesta en el juego obsesivo de una herida auto
infligida, que es mirada dirigida al Otro y al otro, y que le permitió preguntar a todos
estos médicos que lo miran y escuchan sobre su mirada sin sostener o construir
nuevas preguntas a su transferencia, salvo hasta su segunda llegada a aná lisis.
El término de sus síntomas trajo consigo la conclusió n de su tratamiento y su
alejamiento del movimiento psicoanalítico. Su rechazo de hijo favorito del
psicoaná lisis puede ser comprendido como una renuncia en términos libidinales. Sin
embargo, lo que llama la atenció n es como los síntomas del segundo tiempo eran un
llamado a Freud, su aná lisis no estaba terminado y los síntomas remitían al fantasma
con su analista, no se atravesó el Fantasma. En este sentido, también cabe preguntar
sobre cuá les fueron los alcances y logros en este caso; la relació n transferencial sin
duda se vio interferida por la contratranferencia de Freud; el dinero circulaba como
un objeto a que no vehiculizaba la castració n, en los añ os que se le pagó su
contribució n al movimiento psicoanalítico, en su silencio escondió la presencia de
posesiones a Freud. Mirada como goce, posició n pasiva como goce, silencio como goce,
retenció n como goce, todo de un sujeto que se mantuvo en un grado de posició n
subjetiva de negació n y rechazo, de identificació n como objeto de la pulsió n de
muerte, lo cual al no ser suficientemente analizado y reconstruido permite inferir un
grado parcial de desidentificació n en su proceso de cura.

Notas:
(1) Freud, S. (1992) De la historia de una neurosis infantil (1914 -1918). En J.L
Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. 17, pp. 1-112). Buenos
Aires: Amorrortu. (Trabajo original 1914-1918).

(2) Lacan, J. (1952). Notas de Seminario 1952, El hombre de los lobos. Francia. Petits
écrits et conférences, 1945 -1981. Recuperado en 2012, de
http://www.lacanterafreudiana.com.ar/lacanterafreudianajaqueslacanconferenciases
critosespaniol.html

(3) Nasio, J. D. (1987). Los ojos de Laura el concepto de objeto a en la teoría de J. lacan.
Buenos Aires, Argentina: Amorrortu editores.

(4) Lacan, J. (1974-1975). Seminario 22, R.S.I, 1974-1975. En R.E Rodriguez Ponte
(Traduc.), Versió n Crítica. Recuperado en mayo de 2002, de
http://www.lacanterafreudiana.com.ar/lacanterafreudianajaqueslacanseminario22.h
tml
(5) Freud, S. (1992) Construcciones en aná lisis (1937). En J.L Etcheverry (Traduc.),
Obras completas: Sigmund Freud (Vol. 23, pp. 255-270). Buenos Aires: Amorrortu.
(Trabajo original 1937)

(6) Lacan, J. (1966-1967). Seminario 14, La Ló gica del Fantasma. En R.E Rodriguez
Ponte (Traduc.), Versió n Crítica. Recuperado el 8 de Abril de 2008, de
http://www.lacanterafreudiana.com.ar/lacanterafreudianajaqueslacanseminario14.h
tml.
(7) Braunstein, N. (2006). Capítulo 4. El desciframiento del goce; la carta 52. En El
Goce un concepto Lacaniano (pp. 183-195) Buenos Aires: Siglo XXI.

(8) Freud, S. (1992) Fragmentos de correspondencia con Fliess; Manuscrito M (1950-


1892-1899). En J.L Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. I, pp.
289). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original 25 de Mayo de 1897).
(9) Lacan, J. (1952-1953). Clase I de 13 de Enero de 1954. En Seminario 1 Los
escritos técnicos de Freud (1952-1953). (pp.27) Buenos Aires. Paidos.

(10) Lacan, J. (1952-1953). Clase I de 13 de Enero de 1954. En Seminario 1 Los


escritos técnicos de Freud (1952-1953). (pp.26) Buenos Aires. Paidos.

(11) Freud, S. (1992) De la historia de una neurosis infantil (1914 -1918). En J.L
Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. 17, pp. 49). Buenos Aires:
Amorrortu. (Trabajo original 1914-1918).

(12) Lacan, J. (1952-1953). Clase III del 13 de Enero de 1954. En Seminario 1 Los
escritos técnicos de Freud (1952-1953). (pp.61) Buenos Aires. Paidos.

(13) Jaccard, R. (1996). El Hombre de los Lobos. Españ a. Ed. Gediza.

(14) Pankejeff, S. (1952) “Las memorias del hombre de los lobos”, Cap. La vida
cotidiana 1919- 1938, “El hombre de los lobos por el hombre de los lobos” Ediciones
Nueva Visió n
(15) Braunstein, N. (2006, 28 de Noviembre) Ficciones de la memoria – Actas clases
12 y 13 seminario en Guayaquil. Recuperado de
http://nestorbraunstein.com/escritos/index.php?
blog=7&p=50&more=1&c=1&tb=1&pb=1

(16) Freud, S. (1992) Recordar, repetir y reelaborar (Nuevos consejos sobre la técnica
del psicoaná lisis, II (1914). En J.L Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund
Freud (Vol. 12, pp. 145- 158). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original 1914).

(17) Braunstein, N. (2006). Capítulo 4. El desciframiento del goce; la carta 52. En El


Goce un concepto Lacaniano (pp. 183-195) Buenos Aires: Siglo XXI.
(18) Lacan, J. (1962-1963). Clase VI de 19 de Diciembre de 19. En Seminario 10 La
Angustia (1962-1963). (pp.72) Buenos Aires. Paidos.

(19) Mack Brusnwick, R (1928). “Suplemento del la Historia de una neurosis infantil
de Freud. “El Hombre de los Lobos por el Hombre de los Lobos”. Ediciones nueva
visió n

(20) Freud, S. (1992) De la historia de una neurosis infantil (1914 -1918). En J.L
Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. 17, pp. 78). Buenos Aires:
Amorrortu. (Trabajo original 1914-1918).

(21) Freud, S. (1992) Fragmentos de correspondencia con Fliess; Manuscrito E ¿Có mo


se genera la angustia? (1950- 1892-1899). En J.L Etcheverry (Traduc.), Obras
completas: Sigmund Freud (Vol. I, pp. 228-234). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo
original sin fecha. ¿Junio de 1894?).

(22) Freud, S. (1992) La interpretació n de los sueñ os (1900). En J.L Etcheverry


(Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. V, pp. 573). Buenos Aires:
Amorrortu. (Trabajo original 1900).

(23) Freud, S. (1992) Tres ensayos de teoría sexual (1905). En J.L Etcheverry
(Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. VII, pp. 109-224). Buenos Aires:
Amorrortu. (Trabajo original 1905).

(24) Freud, S. (1992) Aná lisis de la fobia de un niñ o de 5 añ os (1909). En J.L


Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. X, pp. 1-118). Buenos
Aires: Amorrortu. (Trabajo original 1909).

(25) Freud, S. (1992) Inhibició n, síntoma y angustia (1926). En J.L Etcheverry


(Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. XX, pp. 71-164). Buenos Aires:
Amorrortu. (Trabajo original 1926 [1925]).
(26) Lacan, J. (1962-1963). Clase VI de 19 de Diciembre de 1962. En Seminario 10 La
Angustia (1962-1963). (pp.72-73) Buenos Aires. Paidos.
(27) Lacan, J. (1962-1963). Clase VI de 19 de Diciembre de 1962. En Seminario 10 La
Angustia (1962-1963). (pp.73) Buenos Aires. Paidos.
(28) Lacan, J. (1962-1963). Clase II de 21 de Noviembre de 1962. En Seminario 10 La
Angustia (1962-1963). (pp.26) Buenos Aires. Paidos.

(29) Sales, L. (2009, Junio). Verwerfung und Verleugnung, o el má s allá de la represió n


en Freud. Revista digital Intercambio de psicoaná lisis. Recuperado de
http://intercanvis.es/pdf/22/22_art_03.pdf

(30) Freud, S. (1992) De la historia de una neurosis infantil (1914 -1918). En J.L
Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. 17, pp. 61). Buenos Aires:
Amorrortu. (Trabajo original 1914-1918).

(31) Freud, S. (1992) De la historia de una neurosis infantil (1914 -1918). En J.L
Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. 17, pp. 78). Buenos Aires:
Amorrortu. (Trabajo original 1914-1918).

(32) Lacan, J. (2002) Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la verneinung


de Freud (Traduc.), Escritos. Jacques Lacan (Vol.1, pp 367). Argentina: Siglo veintiuno
Editores.

(33) Freud, S. (1992) Neuropsicosis de defensa (1894). En J.L Etcheverry (Traduc.),


Obras completas: Sigmund Freud (Vol. III, pp. 41-61). Buenos Aires: Amorrortu.
(Trabajo original 1894).

(34) Braunstein, N. (1992). La Forclusió n y el nombre del Padre. En Nasio, J. D (3era


Ed.), La re-flexión de los conceptos de Freud en la obra de Lacan (pp. 295 - 323).
México: Ediciones de la Fundació n.
(35) Lacan, J. (2002) Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la verneinung
de Freud (Traduc.), Escritos. Jacques Lacan (Vol.1, pp 363-378). Argentina: Siglo
veintiuno Editores.

(36) Lacan, J. (1966-1967). Clase 4 de 7 de Diciembre de 1966. En Seminario 14, La


Ló gica del Fantasma. En R.E Rodriguez Ponte (Traduc.), Versió n Crítica. (Vol.14 pp 7-
9) Recuperado el 8 de Abril de 2008, de
http://www.lacanterafreudiana.com.ar/lacanterafreudianajaqueslacanseminario14.h
tml
(37) Erbetta, Anahí Evangelina y Volta, Luis Horacio. (2009). Dismorfofobia y
efracció n imaginaria en el Hombre de los Lobos. Acta académica. Recuperado de
https://www.aacademica.org/000-020/623.pdf

(38) Maleval. J. C (1998). Capítulo 4. El delirio psicó tico no es delirium neuró tico;
Evolució n del delirio. En Ló gica del delirio (pp. 85-88) Barcelona: Ediciones del Serval.

También podría gustarte