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Introducción
El título de esta conferencia plantea problemas que corresponden a distintas dimensiones
tenemos la dimensión política, en el sentido más amplio del término; las dimensiones sociales y
organizacionales; las dimensiones ideológicas y psicológicas...
No obstante pienso que el título corresponde a una realidad no sólo absolutamente actual,
sino también importante y específica. Como prueba de ello basta el hecho de que dos de las
obras que nuestro grupo de investigaciones (El Grupo Desgenettes de Sociopsicoanálisis de
París) publicó en los últimos años retoman explícitamente el epigrama del título de esta
conferencia en el título mismo del libro: a fines de 1987 La democracia en la escuela de Claire
Rueff y Jean-Francois Moreau y en 1993 Hacia la empresa democrática de Mireille Weiszfeld,
Fhilippe Román y yo mismo (quisiera señalar de paso que este último libro está haciendo
traducido en Buenos Aires por la profesora María José Acevedo).
Creo que si esta noche queremos transitar juntos el camino dentro del complejo dominio
de la democratización de las instituciones, sería deseable seguir un plan muy simple, que facilite
la discusión entre nosotros al finalizar la conferencia.
El plan que les propongo consta de dos grandes partes. La Primera Parte se referirá a los
problemas generales de la democratización en las instituciones. Tratará particularmente los
motivos por los cuales dicha democratización se ha transformado en un tema candente de la vida
intelectual en Europa (la cantidad de libros escritos sobre este tema desde hace dos o tres años lo
demuestran suficientemente). Pero también será necesario que tengamos en cuenta las razones
por las cuales, más allá de la simple reflexión intelectual de los intelectuales "puros", cada vez es
mayor el número de observadores que consideran que se ha vuelto necesario y urgente que este
tema se encarne en realizaciones, en prácticas concretas y precisas. Es por ello que, tanto en el
plano abstracto como en el concreto, la presente conferencia deberá plantear claros desafíos.
Pero los desafíos sólo pueden visualizarse cuando se pueden considerar de manera realista los
contextos de la situación actual. Y el contexto sudamericano, argentino, no es el europeo ni el
francés. También será necesario que dialoguemos sobre este punto.
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complementarias sino prolongación una de otra. Quiero decir que ha llegado el momento de que
se produzca un desarrollo de la democracia participativa si no se quiere correr el riesgo de que la
democracia representativa se debilite. ¿Logrará comprenderse este momento histórico?
La primera forma entonces es la democracia delegativa y representativa. Conocemos bien
esta forma, mucho mejor que la segunda. En efecto, la democracia delegativa o representativa es
aquella que conduce, a partir de elecciones libres, y a través de la delegación del poder, como lo
demostrará ya a principios de siglo el sociólogo alemán Michels, a la Constitución de una
categoría socio profesional específica: la de los delegados. En política el límite extremo de esta
forma de democracia ha sido ilustrada por la declaración de un antiguo Presidente del Consejo
francés quien declaró: "La democracia consiste en ir a votar cada cinco años. En el intervalo de
esos cinco años el elector no tiene otra opción que tener que confiar en quien ha elegido y nada
más."
Conocemos muy mal, en cambio, la segunda forma de democracia: la democracia
participativa. Se debe a que está recién en sus inicios y a que todavía no forma realmente parte
de una práctica formalizada y sistemática. Su principal característica, negativa, es que no es
delegativa. Esta definición por la negativa provoca los verdaderos problemas que son los de
darle una positividad, un contenido positivo tanto sus objetivos como en lo referido a sus formas
organizacionales.
El objetivo de la democracia participativa es la plena y completa participación del
conjunto de personas afectadas en sus vidas por un problema social, su participación en una
reflexión colectiva sobre ese problema. Y no solamente la participación en la reflexión sino
también, en la forma directa o indirecta, la participación en las decisiones.
Si bien el objetivo es claro, las formas organizacionales que permitirían alcanzarlo
resultan mucho más oscuras. La democracia directa que existió en la pequeña ciudad de Atenas
hace veintiséis siglos, no es compatible con las presiones de la sociedad industrial en los países
densamente poblados. Y, por ejemplo, la modalidad de Asamblea General, preconizada por
ciertas corrientes sociológicas me parece más bien la expresión de subjetividades no sociales que
una forma de democracia participativa. Retomaré el problema de investigación desde hace
veinticinco años.
Volvamos entonces a la pregunta escandalosa: el Psicoanálisis ¿es de inspiración
democrática?
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Antes de responder a esa peligrosa pregunta desviaré una vez más a fin de resumir todo
lo que acabo de decir en la siguiente frase: se pueden distinguir en el individuo dos
personalidades. Denominó a la primera personalidad Psicofamiliar: es de ella, y sólo de ella, que
nos habla el Psicoanálisis: el inconsciente, las pulsiones, el Yo y el Súper yo, de las
identificaciones... A la segunda la llamo personalidad Psicosocial: es el producto psicológico del
encuentro, desde los tiempos de la infancia, entre el Movimiento de Apropiación del Acto y del
entorno social. Nada puede decir el psicoanálisis sobre ella, ya que su metodología consiste en
dejar al acto fuera del juego durante la cura para que, a través del discurso, los fantasmas puedan
ocupar toda la escena. En síntesis la coexistencia de la personalidad Psicofamiliar y de la
personalidad Psicosocial es contradictoria, conflictiva: es lo que la práctica nos muestra
claramente en cada una de nuestras intervenciones. De allí la necesidad para la intervención
sociopsicoanalitica de una fuerte cultura psicoanalítica, e incluso de una práctica analítica.
Ahora puedo intentar responder a la pregunta: el psicoanálisis ¿es de inspiración
democrática? Mi respuesta será precisa pero no simple. En mi opinión, la inspiración ideológica
del Psicoanálisis, por el acento que pone en el Padre, es la inspiración de las sociedades
patriarcales tradicionales, mientras que por la libertad de expresión (relativa) que otorga al
individuo es la de las sociedades liberales. En las relaciones existentes entre analizante y analista
y en las relaciones que existen dentro de las asociaciones psicoanalíticas, se produce el choque
de valores contradictorios (algunas asociaciones dan prioridad unos u otros): valores autoritarios
y liberales, valores humanistas y paternalistas, valores elitistas, incluso gerontocráticos y
expresiones delegativas. Si he desarrollado este punto tan largamente es porque me parece en
efecto que nada hay que esperar directamente del psicoanálisis que nos ayude a desarrollar la
democracia participativa. En la dialéctica conflictiva entre autoridad y movimiento de
apropiación del acto, el psicoanálisis trabaja del lado de la autoridad y con la autoridad:
precisamente en la elaboración de la culpabilidad. Nos ilumina cerca de la autoridad y la
culpabilidad y eso ya es, en sí mismo, extraordinario.
El último punto que me queda por tratar en esta primera parte es el siguiente: ¿Qué me
lleva a afirmar que el desarrollo de la democracia participativa es hoy una necesidad y de qué
orden es esa necesidad?
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sociología. Esta noche intentaré hacerles palpar su especificidad. No entrar entonces en los
detalles de la técnica sociopsicoanalitica: habrá para eso seminarios especiales en los que ustedes
podrán inscribirse. Voy a centrar esta segunda parte en algunos grandes temas.
Primer tema: ¿Qué es lo que me hace correr? Para retomar el título del célebre libro ¿Qué
hace correr a Samy? Y bien, desde hace veinticinco años trato de poner a punto un método y una
técnica que sean, en relación a la psicología social, lo que el método y la técnica psicoanalítica
son al inconsciente.
Aquí debemos detenernos un instante para hacer una inevitable aclaración previa. Dado
que yo ya he estado en Buenos Aires sé que sin duda ustedes me dirán: ese método ya existe, es
el de Pichón Rivière. Les contestaré que por supuesto "hay de todo en la viña del Señor" pero
que ambos métodos difieren radicalmente. El punto de mayor interés no es intentar plantear la
superioridad o inferioridad de un método en relación al otro, sino rescatar que cada uno de ellos
permite el acceso a un sector diferente de la psicología, y revela distintos aspectos de la misma.
Se darán cuenta de esto apenas les muestre algunas diferencias importantes en el interior de cada
uno de esos métodos. Vemos entonces que el método sociopsicoanalítico: el colectivo social está
definido por varias características. Es un grupo de trabajadores de la misma institución laboral,
este grupo está ubicado en el mismo nivel respecto de la dirección técnica y jerárquica del
trabajo; no es un solo grupo al que se dirige la intervención sociopsicoanalítica sino al conjunto -
o a una parte significativa- de los grupos del mismo tipo dentro del institución. Se trata entonces
de una intervención en situación real de trabajo y en el lugar mismo de trabajo.
- esos grupos son homogéneos y heterogéneos;
- el motor de la intervención no es la transferencia dirigida al interventor, quien juega un rol
relativamente discreto como garante el dispositivo, sino el movimiento de apropiación del acto;
- finalmente, la intervención límite temporal, su objetivo es la integración en forma permanente
del dispositivo social psicoanalítico a la organización del trabajo. Este dispositivo constituye una
especie de tercer canal tanto de concertación como de expresión y comunicación, paralelo a los
dos canales habituales: el canal jerárquico y el de las instituciones representativas (sindicatos,
etc.)
Voy a retomar ahora estos distintos puntos, no para compararlos con el método de Pichón
Riviére, sino para exponer la lógica de nuestros dispositivos.
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Como dije no creo que la democracia participativa puede aplicarse a nivel de la sociedad
global. ¿Dónde entonces? En esos espacios sociales a los que denomino "instituciones". Y aquí
es necesario introducir un segundo dato previo ya que mi definición de institución es mucho más
restringida que la que ustedes utilizan habitualmente desde el Análisis Institucional y que, por
otra parte, es la que se utiliza generalmente en sociología. Para mí una institución es un espacio
preciso, puntual, de producción especializada cualquiera sea esa producción, un espacio que
comprende varios niveles de la división del trabajo. Esto corresponde a lo que ustedes
seguramente denominan "establecimiento" u "organización". Puede ser entonces una escuela,
una empresa comercial, una asociación, un sindicato, un hospital, un internado médico,
pedagógico, etc.
La intervención se lleva a cabo en este espacio social para instalar un dispositivo
permanente, o lo más duradero posible, de concertación y comunicación. Esa concertación y esa
comunicación tienen también características precisas que la distingue de los otros métodos de
intervención social.
La concertación tiene lugar dentro de los grupos homogéneos cuya homogeneidad está
definida por el lugar que ocupan en la división del trabajo. Por ejemplo, en una empresa de
transporte público en Francia se trataría de los grupos de choferes de autobuses (Servicio de
Tránsito), o los grupos de operarios mecánicos (Servicio de Taller y Reparaciones), o bien
grupos del personal administrativo; en el nivel jerárquico encontramos los grupos de mandos
intermedios del Tránsito, el Taller o la Administración, y en el nivel jerárquico superior el
grupos del Comité de Dirección. Cada grupo se reúne en promedio 2 hs. cada dos meses en
horario de trabajo. Existe una capacitación previa para el trabajo en grupo (regulaciones,
funciones de secretariado, etc.) que es brindada por el sociopsicoanalista interviniente quien, en
general, no participa de las reuniones regulares. Nuestra supervisión consiste en asistir dos días
al mes para asegurar el buen funcionamiento del dispositivo y trabajar con los grupos que tienen
problemas. El único objeto de concertación en esos grupos es el acto de trabajo compartido por
el grupo, ya que todos sus miembros están ubicados en el mismo nivel de división del trabajo. En
lo que respecta a ese acto de trabajo el grupo reflexiona, comparte sus experiencias, elabora
propuestas, emite observaciones y críticas. En eso consiste la concertación interna en el grupo.
La comunicación entre los grupos también tiene un rasgo distintivo: siempre es indirecta
y mediatizada. Según las instituciones puede operarse a sea por intermedio de informes escritos
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de culpa bajo sus distintas formas. Para el inconsciente el mundo, su producción, el poder en
general, pertenece a los Progenitores, a los Autores, a los Creadores es decir a los padres
internalizados. El mundo y la sociedad son los Grandes de la familia, los padres, y más tarde los
Grandes de este mundo.
Esta dialéctica contradictoria y profunda entre el poder sobre el propio acto y la autoridad
internalizada me da la oportunidad de señalar que, frente a esos movimientos de retroceso, el
socio psicoanalista interviniente no realiza jamás interpretaciones psicológicas individuales o
colectivas y tampoco utiliza la transferencia. Simplemente señala que esos movimientos de
retroceso que, insisto en repetirlo, adoptan las más variadas formas y a los que es necesario saber
reconocer, aparecen aquí y ahora después de un movimiento de avance reciente y que es común
que así suceda. Este tipo de intervención resulta ampliamente suficiente.
Seguramente la discusión posterior tendré la oportunidad, a partir de nuestras preguntas de
retomar más en detalle la práctica del dispositivo sociopsicoanalítico.
Para terminar quisiera simplemente indicar la importante expansión de la demanda que se
ha producido luego de mi último viaje a Buenos Aires hace dos años. Expansión que creo está
relacionada con la verdadera necesidad contemporánea de actopoder y de democracia
participativa, allí donde la autoridad política o religiosa no le pone tapa a esa aspiración. Aquí
podemos constatar una vez más la oposición entre acto poder y autoridad.
En Francia continuamos aplicando el dispositivo en las escuelas secundarias. Más de
doscientos cursos han participado del mismo en los últimos diez años. El dispositivo funciona
además en la Sociedad de transportes que mencioné antes y quizás próximamente lo harán el
servicio de autobuses de París (R.A.T.P.), también en relación al personal comunal de un
municipio de una gran ciudad de provincia, en los Servicios Centrales de una Universidad
Parisina (París 12), en el colegio cooperativo de Aix en Provence, en una empresa de inserción
en Marsella, etc.
Pero nuestro método también se extiende al extranjero. En una Asociación internacional
de psicomotricidad que funciona en varios países (método Aucouturier), próximamente en Suiza
en servicio de psiquiatría infantil, en Alemania en una sociedad de transportes públicos en
Bréme, y sin duda el próximo año en Vietnam intervendré con grupos de docentes y trabajadores
sociales. En México existe un pequeño grupo de trabajo, el Ministerio de Educación está
considerando un ambicioso proyecto que consiste en capacitar varias decenas de consejeros de
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Creo que esta es la razón por la que, en nuestra medida, tenemos una real y profunda
participación en el gran movimiento contemporáneo de la democracia participativa. Pero es
igualmente evidente para nosotros que no tenemos el monopolio de esa gestión. Y es aquí
también sin duda donde la confrontación de las diferentes propuestas dará lugar, tanto en el
plano práctico como teórico, a avances significativos.