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  EDICIÓN N°2, AÑO 9, MAYO 2015   DESCARGAR


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La “naturaleza” en el debate por la unión civil


 Angélica Motta

En los debates generados por la propuesta de ley de unión civil entre personas del mismo
sexo, que han tenido lugar este último año en nuestro país, la idea de “naturaleza” ha sido
utilizada, desde ambas orillas del debate, para sostener la legitimidad de sus posiciones.
Desde los sectores conservadores, opositores a la iniciativa, se ha repetido una y otra vez
que la ley sería un atentado contra lo que proclaman como “familia natural”, entendida como
heterosexual, monógama y organizada en función de la reproducción de la especie.

[…] lo que se quiere aquí es debilitar el concepto de familia, de institución natural […] hay dos conceptos
ahí: uno es la unión de hombre y mujer para la procreación y otro es la complementariedad sexual de un
hombre y una mujer, es el concepto básico de familia, por eso es que la familia es un instituto… una
institución natural no es una construcción social, donde [hay] dos personas del mismo sexo que se aman
y se atraen. (Julio Rosas, congresista y pastor evangélico, programa De 6 a 9, Canal N, marzo de 2015)

[…] justamente […] [la unión civil] no es reconocida como derecho fundamental porque no lo es, porque
no coincide con la realidad de la naturaleza; es que quieren hacer una ley para que exista el derecho
supuestamente. Los derechos fundamentales no hacen falta legislar, existen de por sí, no porque lo
señale la ley. (Rafael Rey, parlamentario andino, programa Agenda política, Canal N, marzo de 2014)

Desde el sector que promueve o apoya la propuesta legislativa, entre otros argumentos, se
ha buscado sustentar la legitimidad de la homosexualidad y, por tanto, de las uniones
homosexuales desde su supuesto carácter innato/genético.
¿Quién en su sano juicio va a decir “ya me cansé de ser heterosexual, desde hoy seré homosexual”? Ser
gay es algo que te viene dado; es igual a ser zurdo o derecho, uno nace así. Es algo genético, y uno no lo
puede cambiar. (Carlos Bruce, congresista, Peru21, 21 de mayo de 2014)

Recientes y múltiples investigaciones han revelado que esa orientación sexual no es una opción que la
persona escoge en el transcurso de su vida, sino que nace con ella y es producto de complejas
interacciones en el desarrollo gonadal, hormonal y cerebral del ser humano. (Élmer Huerta, médico, El
Comercio, 19 de mayo de 2014)

El marco dicotómico que impone el uso del dispositivo “natural versus construido” resulta
limitado (y peligroso) para abordar campos diversos y complejos como los que constituyen
los temas de parentesco, familia y sexualidad.

Los opositores a la unión civil estarían actualizando la tendencia descrita líneas arriba, es
decir, que se resucitan discursos anacrónicos sobre una supuesta naturaleza humana fija y
cerrada al cambio para legitimar viejas jerarquías.

En cuanto al peligro de usar nociones fijas y cerradas de “naturaleza humana”, encontramos


ejemplos varios a lo largo de la historia, generalmente asociados al intento de justificar y
preservar órdenes sociales jerárquicos. Políticas racistas han solido erguirse sobre
ideologías relativas a la “naturaleza” diferenciada de grupos humanos para justificar
atrocidades como limpiezas raciales, esclavitud y saqueos, entre otras. Estas ideologías han
tomado forma de discurso religioso, como cuando aquí, en el Perú colonial, se argumentó
que los indios carecían de alma para justificar el trato inhumano al que fueron sometidos; o
también tomaron la forma de discurso científico, como es el caso del racismo científico
desarrollado en la Alemania nazi, con el que a la vez que se justificaba la supuesta
superioridad de la “raza aria” y los afanes imperialistas alemanes, se justificaba el exterminio
de poblaciones judías, gitanas y, por cierto, también homosexuales.

Las diferencias entre hombres y mujeres también se han intentado anclar en la “naturaleza”
como justificación última para mantener a las mujeres en roles delimitados. Así, por ejemplo,
en el año 1912, Pierre de Coubertin, el fundador de las olimpiadas modernas, inicialmente
prohibidas a mujeres, señaló que el deporte femenino sería contrario a las leyes de la
naturaleza (Fausto-Sterling 2006). En esta misma época, en Estados Unidos, en una escena
científica teñida de este tipo de sentido común, se discutía si las feministas que se
levantaron a favor del voto femenino eran resultado de un sinsentido evolutivo o de una
anomalía embrionaria, a fin de determinar qué tipo de “desviación” en la “naturaleza”
femenina sustentaba su deseo de participar en la vida pública (ibíd.). Asimismo, en el Perú,
en los debates parlamentarios sobre el voto de las mujeres (entre los años 1931 y 1932),
fueron frecuentes los argumentos opositores referidos a la “naturaleza” femenina, entendida
como correspondiente únicamente al cuidado del hogar y la familia (Villanueva 2010).

Ahora se trata de la unión civil entre personas del mismo sexo, propuesta de ley que le
reconocería un cierto grado de legitimidad a uniones/formas de familia no heterosexuales.
Los opositores a la unión civil estarían actualizando la tendencia descrita líneas arriba, es
decir, que se resucitan discursos anacrónicos sobre una supuesta naturaleza humana fija y
cerrada al cambio para legitimar viejas jerarquías. Llama la atención que desde la orilla
opuesta se luche por una ampliación de la democracia y mayor igualdad de derechos
sexuales desde la misma lógica. A continuación dialogaremos con los argumentos
naturalizantes de ambos lados del debate.

Desmontando la “familia natural”

La familia natural corresponde a las ciencias naturales, no a las ciencias sociales; una institución de un
hombre y una mujer. (Julio Rosas, congresista. El Comercio, 10 de marzo de 2015)

A diferencia de lo señalado líneas arriba, desde la oposición a la unión civil, las ciencias
sociales —particularmente la Antropología— se pueden jactar de una larga tradición de
estudios sobre sexualidad, parentesco y familia, tradición que demuestra que la diversidad
es característica fundamental de los modos de organización de las sociedades humanas a
este respecto.

Formas de unión/matrimonio entre personas del mismo sexo, además de ser reconocidas
por las legislaciones de más de una decena de Estados modernos, se han registrado en
contextos histórico-culturales tan diferentes como las antiguas Grecia y Roma, donde las
1
uniones entre hombres no eran raras  . De la misma manera, en sociedades africanas
patrilineales, como, por ejemplo, los nandi (Kenia) y los nuer (Sudán/Etiopía), ha estado
tradicionalmente institucionalizada la figura de “mujer-marido” que implica el matrimonio
entre dos mujeres biológicas, de las cuales una asume el rol masculino (Smith 1980).
El modelo de familia nuclear heterosexual monógama, por ejemplo, es un producto histórico
específico de la modernidad occidental y cristiana, y no una invariante universal “natural”.

Por su parte, la monogamia ha estado lejos de ser el modelo único de familia. Si se mira a la
humanidad en perspectiva histórica y transcultural, y a aquellas sociedades que la tienen
como modelo hegemónico, no suele pasar de ser un anhelo normativo que dice poco sobre
la práctica. Hirsch et ál. (2009), en su estudio comparativo sobre infidelidad realizado en
México, Nigeria, Vietnam, Papúa Nueva Guinea y Uganda, señalan que los encuentros
extramaritales (fundamentalmente en el caso de los hombres), aun cuando no constituyen
un comportamiento normativo, son lo normalmente esperable, y que la conducta que
demanda explicación es más bien la fidelidad marital. Los autores proponen un
entendimiento de la sexualidad extramarital, más que como un comportamiento raro y
desviante, como una pauta de relación social orgánicamente vinculada al matrimonio, la
familia y el parentesco, y las respectivas desigualdades de género a estos asociadas.

De la misma forma, la organización de la reproducción está lejos de responder a un solo


modelo que pudiera ser considerado un derivado de funciones biológicas o “naturales”.
Además de la adopción, las nuevas tecnologías reproductivas de la ciencia occidental son
solo versiones más recientes de las diferentes maneras en que, desde hace mucho, las
culturas no occidentales han lidiado con la procreación. Entre los nuer, por ejemplo, a las
mujeres infértiles se les concede el estatus social de hombres. A partir de esto pueden, vía
dote, tener acceso a una esposa, la cual suele mantener relaciones sexuales con un criado
designado (generalmente extranjero), siendo los hijos de esta relación reconocidos como
pertenecientes a la mujer-marido (Héritier 2000).

Las diversas maneras de organizar la familia y el parentesco no son datos que puedan ser
adscritos a una idea estática de naturaleza. Responden a circunstancias socioeconómicas,
culturales e históricas que varían en espacio y tiempo e interactúan con las amplias
posibilidades de los cuerpos humanos. El modelo de familia nuclear heterosexual
monógama, por ejemplo, es un producto histórico específico de la modernidad occidental y
cristiana, y no una invariante universal “natural”. A diferencia de modelos anteriores, se
caracteriza por la afirmación de la individualidad de los sujetos y la libre elección conyugal (a
partir del ideal de amor romántico), y, en consonancia, se asocia a una mayor independencia
de las parejas en cuanto a sus familias de origen. Esto fue posible a partir de la revolución
industrial, cuando las personas ya no requerían vivir integradas a grandes grupos
socioeconómicos de carácter familiar para su supervivencia. La alianza entre individuos
reemplaza la alianza entre linajes, modelo que fue el fundamento del matrimonio en épocas
anteriores.

Es necesario precisar que no se trata de una historia de evolución lineal en que la diversidad
se podría explicar como una sucesión de estadios imperfectos necesarios para llegar a la
monogamia heterosexual como etapa final y superior. La idea de una gran narrativa sobre el
“progreso” de la familia a partir de modelos “primitivos” ha sido ampliamente rebatida por la
evidencia histórica y socioantropológica. Así, por ejemplo, variantes de la monogamia han
aparecido en diferentes épocas históricas, tanto entre cazadores y recolectores como en
sociedades complejas (Gómez 2012).

Si a pesar de la evidencia se quiere insistir en ver la diversidad de modelos de familia en


función de un evolucionismo lineal, entonces lo que nos indica la historia reciente (cada vez
menores tasas de matrimonio, mayores tasas de divorcio, mayor cantidad de hijas e hijos
que nacen fuera del matrimonio y más países legalizando el matrimonio entre personas del
mismo sexo, incluida la adopción de niños en el marco de dichas uniones) es que
definitivamente se viene trascendiendo a la familia heterosexual, monógama y reproductiva
como modelo único.

Homosexualidad, ¿innata o adquirida?

Además del argumento referido específicamente a la familia, y en asociación indesligable


con este, en el debate también se pusieron en juego discursos referidos a las “causas” de la
homosexualidad, desde la falsa dicotomía: innato (“natural” / inmutable/ legítimo) versus
adquirido (“antinatural” / adquirido / elegido/ ilegítimo), perspectiva que muestra profundas
limitaciones para comprender la complejidad de la sexualidad humana.

¿Acaso, al margen de cualquier supuesta “causa”, no sería más democrático apuntar a


defender derechos de toda forma de vida/identidad sexual, siempre que no dañe a otros?

Desde el lado opositor al proyecto de ley se insiste en la condición no natural de la


homosexualidad: “El ser mujer u hombre [heterosexual] corresponde al sexo biológico
natural, en cambio la homosexualidad corresponde a una atracción, a gustos y deseos”
(congresista Julio Rosas, americanoticias.pe, 20 de mayo de 2014). El congresista Rosas
concibe el terreno compuesto por la “atracción, gustos y deseos” como algo del orden de lo
no natural/pasible de cambiar. En consonancia con esta lógica ha exhibido en los medios, en
varias ocasiones, el caso de “reconversión” de Fernando Ñaupari, extransexual que se
“reconvirtió” a la heterosexualidad y a la identidad de género masculina como parte de una
experiencia religiosa (actualmente es predicador evangélico).

Desde la otra orilla, se argumenta desde la misma lógica naturalizante, solo que esta vez
incluyendo a la homosexualidad en el paquete de lo natural e inmutable. Así el congresista
Carlos Bruce, propulsor de la iniciativa, reivindica la legitimidad de la homosexualidad a
partir de su supuesto origen genético: “Ser gay es algo que te viene dado; es igual a ser
zurdo o derecho, uno nace así. Es algo genético, y uno no lo puede cambiar; ¡no existen
curas de reconversión! Eso es una tortura” (Carlos Bruce, congresista, Peru21, 21 de mayo
de 2014).

Queda claro que se trata de una estrategia discursiva en la que se busca, además de la
legitimación por vía de la invocación a la “naturaleza”, desestimar las nefastas “curas” de
reconversión de la homosexualidad, que desde el otro lado del debate se presentan como
posibles y recomendables (respaldando la concepción patologizante de la homosexualidad).
Sin embargo, se cae en la trampa de reificar la idea de lo “natural” como imperturbable en el
tiempo y, por ello, legítimo. ¿Acaso, al margen de cualquier supuesta “causa”, no sería más
democrático apuntar a defender derechos de toda forma de vida/identidad sexual, siempre
que no dañe a otros (incluyendo a quienes tienen trayectorias sexuales menos lineales u
monolíticas en cuanto a experimentar las diversas posibilidades del cuerpo y el deseo)?
Además, anclar la homosexualidad en los genes es un movimiento políticamente peligroso,
ya que aun cuando se hace con la expectativa de generar mayor aceptación, podría resultar
teniendo el efecto contrario. Como dice Lancaster (2003: 278): “el fetichismo genético y la
nostalgia por la naturaleza son realmente peligrosos para esas criaturas cuyas existencias
2
se ubican en los márgenes del imaginario naturalista”. 

Por otro lado, al contraponer a la idea de la homosexualidad como asunto no


natural/patológico/curable la noción de esta como natural/biológica/genética se termina
anclando el debate, desde ambos lados, en la reducida perspectiva del determinismo
biológico para entender asuntos multidimensionales y complejos como el deseo sexual.
La sexualidad no puede ser entendida sin considerar el contexto cultural, así como las
condiciones estructurales económicas y políticas que le dan forma. En cuanto a la
homosexualidad, por ejemplo, más allá de que actos sexuales entre personas del mismo
sexo hayan existido siempre, las categorías homosexual/heterosexual como identidades
claramente separadas y permanentes a lo largo de la vida de los individuos es una
construcción específica de occidente (siglo XIX). Es el resultado de procesos de
consolidación de la sociedad industrial que se desarrollan a la par de la creación de nuevas
verdades científicas y psiquiátricas que construyeron y disciplinaron los cuerpos de nuevas
maneras, lo que Foucault (2005) llama biopoder.

Entender críticamente la sexualidad, enfatizando su inserción en sistemas socioculturales,


económicos y políticos específicos, no implica la negación de la materialidad del cuerpo y su
funcionamiento. Más bien se trata de entender cómo esta materialidad está configurada por,
y a su vez configura, factores del ambiente a su alrededor. Con sus particularidades,
diversas propuestas teóricas trascienden la falsa dicotomía innato-adquirido, entendidos
como compartimentos estancos desde paradigmas integrativos y sistémicos. Así, por
ejemplo, desde la crítica feminista de la ciencia, Van den Wijngaard (1997) propone un
modelo “transformativo” para dar cuenta de las complejas relaciones de ida y vuelta entre
biología, ambiente y comportamiento en referencia al género y la sexualidad, mientras que la
teoría de sistemas ontogénicos apunta en la misma dirección, proponiendo que los
organismos son resultado de una combinación irreductible de aspectos fisiológicos y
ambientales (Fausto-Sterling 2006). Desde una mirada sistémica es tan limitado pensar en lo
biológico como inmutable como en lo socialmente construido como fácilmente transformable.

Para terminar

Renunciar a ideas fijas de “naturaleza humana” puede resultar desestabilizador,


especialmente cuando se busca tener orientaciones muy claras sobre cómo organizar la vida
individual y colectiva, pero de eso se trata la libertad. Por lo menos en el ámbito público,
resulta clave poder llegar a acuerdos desde el ejercicio del pensamiento crítico y la
posibilidad de debate abierto, más allá de verdades absolutas impuestas por la religión o
ideologías naturalizantes parecidas a ella. Los seres humanos somos seres flexibles,
capaces de construir modelos muy diversos de sociedad, familia y vida en común. Ojalá
podamos decidirnos a dar forma a nuestros destinos individuales y las sociedades en que
vivimos desde el reconocimiento de esa libertad y diversidad, desterrando ideologías
naturalizantes que pudieran avalar cualquier forma de machismo, racismo, homofobia o
transfobia.

1. Cabe precisar que hablar de homosexualidad y de unión/matrimonio entre personas


del mismo sexo en circunstancias históricas y culturales tan diferentes involucra
cuestiones muy distintas a las formas de unión homosexual que se debaten
contemporáneamente. ↩
2. Traducción propia. ↩

Referencias Bibliográficas

Fausto-Sterling, Anne (2006). Cuerpos sexuados. Barcelona: Editorial Melusina.

Foucault, Michel (2005) [1977]. Historia de la sexualidad, vol. 1. México D. F.: Siglo XXI
Editores.

Gómez, Pedro (2012). “Los confines del sistema de parentesco y su evolución


histórica”. Gazeta de Antropología, vol. 28, n.º 1. Disponible en <http://www.gazeta-
antropologia.es/?p=83>.

Héritier, Françoise (2000). “A coxa de Júpiter. Reflexões sobre os novos modos de


procriação” Revista Estudos Feministas, vol. 8, n.º 1: 98-114.

Hirsch, Jennifer et ál. (2009). The Secret: Love, Marriage & HIV. Nashville: Vanderbilt
University Press.

Lancaster, Roger (2003). The Trouble with Nature. Sex in Science and Popular Culture.
Berkeley: University of California Press.
Smith, Regina (1980). “Is the Female Husband a Man? Woman/Woman Marriage Among the
Nandi of Kenya”. Ethnology, vol. 19: 69-88.

Van den Wijngaard, Marianne (1997). Reinventing the Sexes. The Biomedical Construction
of Femininity and Masculinity. Bloomington: Indiana University Press.

Villanueva, Victoria (2010). El poder en el mundo formal, entre el voto y la cuota. Lima:
Movimiento Manuela Ramos.

Este artículo debe citarse de la siguiente manera:

Angélica Motta. “La “naturaleza” en el debate por la unión civil”. En Revista Argumentos,
Edición N°2, Año 9, Mayo 2015. Disponible
en http://revistaargumentos.iep.org.pe/articulos/la-naturaleza-en-el-debate-por-la-
union-civil/ISSN 2076-7722

Una respuesta a “La “naturaleza” en el debate por la unión civil”


¿Por qué la ideología de género no existe?
Psicólogo explica
Sharon Cascante Lizano19  de  enero,  2018  |  09:02 PM

El término ideología de género ha tomado fuerza entre diversos grupos poblacionales


desde el momento en que decenas de personas iniciaron una lucha contra los
programas de Sexualidad y Afectividad del Ministerio de Educación Pública (MEP).

Según ellos, los programas impulsan a los niños y las niñas a decidir si son hombres
o mujeres, así como a imponerles las prácticas de las personas lesbianas, gais,
bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI).

Erick Quesada, psicólogo, máster en Salud Pública y doctor en Educación, indicó que
para él la ideología de género no existe, debido a que el concepto es una
contradicción.

“La ideología se entiende como un conjunto de ideas que explican la realidad y el


género es una categoría de accidentes sociales que busca explicar los orígenes
ideológicos de las diferencias entre hombres y mujeres e incorpora el tema de la
diversidad sexual, es decir, de las personas gais, bisexuales, intersexuales, lesbianas y
transgénero”, mencionó.

Aseveró que lo considera una contradicción porque el concepto como tal no puede
existir, pues para el profesional el género estudia las ideologías que producen las
diferencias y desigualdades entre las personas.

“La ideología de género es un término contradictorio, que no existe”, recalcó.

Quesada mencionó que existen los movimientos feministas en pro de los derechos de
las mujeres y en contra del machismo, también los movimientos de defensa de los
derechos humanos para la población LGBTI.

Sin embargo, añade que la ideología de género es un término inventado por sectores
e instituciones conservadoras que se oponen al avance en los derechos humanos.
“Ha agarrado fuerza (el concepto de ideología de género) porque instituciones como
la Iglesia católica y la Iglesia fundamentalista han asociado sobre todo la educación
de la sexualidad con amenazas que no son reales”, indicó.

El especialista señaló que se dice que se adoctrinará a los niños y niñas para que
escojan si quieren ser hombres o mujeres, o para que elijan libremente la
homosexualidad o el lesbianismo.

Pese a esto, recalcó que estas afirmaciones desde el punto de vista científico son
falsas, pues recalca que no es factible que una persona un día decida amanecer
siendo hombre o mujer.

Quesada destacó que se ha difundido información falsa que ha logrado alarmar a las
personas y preocuparlas o enojarlas por las distorsiones.

El psicólogo mencionó que los programas de Educación para la Sexualidad y la


Afectividad del Ministerio de Educación Pública (MEP) son urgentes, debido a los
altos índices de embarazo adolescente.

“La gente no sabe cómo se pone un condón ni cuándo se tiene que poner, la gente no
sabe qué es VIH, qué es virus de inmunodeficiencia humana, la gente no conoce
métodos de anticoncepción”, destacó.

Acotó que la educación en sexualidad busca prevenir situaciones de violencia,


relaciones impropias, embarazo, entre otros, por ende, se traduciría en una mejora en
la salud mental y física de las personas.

El psicólogo mencionó que quienes cuentan con acceso a Internet tienen a la mano la
información correspondiente al tema, además, comentó que en estos días se realizan
varios foros relacionados con la materia.

Quesada recalcó que se trata de buscar la información y leer diversas perspectivas, y


no creer en lo que dice una persona.
La ideología de género sí existe: Es la concepción anticientífica
de nuestra sexualidad
Por Escritor Invitado Actualizado Julio 17 del 2017 (Panam Post: Noticias de Análisis de las Américas)

Por: Agustín Laje

He leído, recientemente, comentarios y artículos de liberales chilenos negando la existencia de


la ideología de género. Destaca entre ellos el de Luis Larraín, un economista a quien respeto
mucho en el ámbito de la economía, pero que  según mi humilde juicio carece de fundamentos,
en un terreno ajeno al suyo y que por ende lo aborda desde la doxa, cuando afirma que “la
ideología de género, si hemos de ser honestos intelectualmente, no existe”.

Si hemos de ser honestos intelectualmente, lo primero sería ofrecer, al menos, una discusión
teórica de lo que llamamos ideología, y luego recién afirmar que no existe en virtud de
argumentos bien explicitados. Ni la una ni la otra aparecen, no sólo en el artículo de Larraín,
sino en ninguna de las aseveraciones de un liberalismo completamente desorientado en lo que
hace a las luchas culturales que exceden a los marcos conceptuales de la vieja izquierda
marxista o socialdemócrata.

La única razón que ofrece Larraín, en efecto, es que la ideología de género no existe porque
“Nadie la ha formulado, establecido sus premisas ni desarrollado sus postulados”. Por supuesto
que nadie ha adoptado el lugar de “ideólogo del género”, del mismo modo que ningún
pensador marxista se asume “ideólogo marxista”, por ejemplo. ¿Quién podría decir: “heme
aquí, yo cree la ideología de género”? El argumento es absurdo. Lo que ha habido son
innumerables cientistas sociales y filósofos que han ido dando forma a lo que hoy llamamos
“ideología de género”. Probablemente en Simone de Beauvoir (El segundo sexo), “no se nace
mujer: llega una a serlo”, se encuentre la raíz de la cuestión.

Pero el desconocimiento que cada quien tenga sobre la materia no habilita a decretar que no
existe. Además de De Beauvoir, podríamos mencionar a Wittig, Firestone, Green, Eisenstein,
Money, Reich, Kinsey, Foucault, Millett, Buttler, y, para ser justos, un inacabable etcétera.
Quien no haya estudiado la cuestión, no puede aseverar, sin más, que no existe porque él no la
estudió.

Lo más importante, no obstante, para determinar si la “ideología de género” existe o no, es


discutir qué alcance tiene la noción de ideología. Lo primero a decir es que sus orígenes se
encuentran en la Ilustración, cuando “ideología” significaba el estudio científico de las ideas
humanas, aunque rápidamente devino en una materia vinculada a la sociología del
conocimiento, muy bien representadas por el pensamiento de Karl Marx o de Karl Manheim
(Ideología y utopía).
Así, hay una tradición central que va de Hegel y Marx, pasando por Lukács hasta llegar a
algunos marxistas posteriores, donde la “ideología” significa un conjunto de ideas ilusorias,
mistificadoras, políticamente efectivas. Esta noción “epistemológica” de la ideología nos llega
hasta hoy, y es ciertamente transversal a las distintas corrientes de pensamiento.

Bajo el imperio de esta significación de “ideología”, es innegable que la “ideología de género”


existe, en la medida en que falsea la realidad en muchas maneras. Afirmar, por ejemplo, que
“el sexo siempre fue género”, como lo hace Judith Butler en su obra El género en disputa,
constituye sin dudas una operación ideológica que puede ser desmentida simplemente
recurriendo a los estudios científicos del “Proyecto Genoma Humano”, el cual identificó y
cartografió entre 20.000 y 25.000 genes (los genes del genoma humano precisamente) desde
un punto de vista físico y funcional, y hoy nos permitió constatar, por caso, que 6.500 de esos
genes funcionan de manera distinta en hombres y mujeres (BMC Biology).

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La ideología de género se nos presenta, en efecto, como la concepción anticientífica de nuestra
sexualidad que, buscando efectivizarse políticamente, la desarraiga de su realidad natural para
querer explicar semejante dimensión humana, sencillamente, a través de la cultura. Es una
expresión más de la posmodernidad que a los liberales, si somos consecuentes con nuestros
principios, debería preocuparnos. Sin asumir que la ideología de género existe, por ejemplo,
hoy no podríamos explicar cómo un hombre que dice ser una mujer encerrada en un cuerpo
masculino es el campeón del levantamiento de peso femenino en Australia. Tampoco
podríamos explicar que la Asociación de Médicos Británicos haya prohibido a sus
profesionales de la salud decir las palabras “mamá”, “papá”, “hombre” y “mujer”, porque
pueden ser “ofensivas” para algunos.

Un enfoque que también hace hincapié en la cuestión de la falsedad, pero no la remite a una
realidad externa al lenguaje sino a sus propios enunciados y efectos, es el del filósofo Denys
Turner, quien afirma en su libro Marxism and Christianity que la ideología consiste en una
“contradicción performativa”, en la cual hay un conflicto entre lo dicho y el contexto de su
enunciación: “contradicción entre un significado transmitido explícitamente y el significado
transmitido por el propio acto de transmitirlo”. Lo ideológico de la ideología de género es que
enuncia “liberación” mientras construye un “camino de servidumbre” a lo Hayek,
promoviendo regulaciones y adoctrinamientos estatales; pide diversidad mientras pide que se
censuren voces disidentes como la mía (Rolando Jiménez hizo que me cancelaran auditorios en
Chile); pide tolerancia mientras arroja piedras contra un Bus porque no le gusta su mensaje y
contra la gente que piensa distinto.

Hay, sin embargo, otros enfoques a la hora de abordar la noción de “ideología”. Uno de los
más populares es el de la ciencia política, que entiende por “ideología” todo conjunto de ideas,
independientemente de su veracidad o falsedad, que sirven a un grupo específico para catalizar
la movilización política. Es la postura del filósofo Martin Seliger, quien, en su obra Ideology
and Politics, define la ideología como “conjunto de ideas por las que los hombres proponen,
explican y justifican fines y significados de una acción social organizada y específicamente de
una acción política”.
¿Qué duda cabe, al respecto, que la filosofía del género ha devenido en ideología desde el
mismísimo instante en que sirvió a la conformación y movilización de grupos políticos?
Hablar del “Bus del Odio” por ejemplo, para referirse a un Bus que pide más familia y menos
Estado, es indiscutiblemente una operación ideológica: busca la movilización política contra el
Bus como representante de una visión sobre la sexualidad que hay que desterrar porque ciertas
minorías la consideran “odiosa”. Por cierto, Larraín debería reparar en el hecho de que lo que
ocurrió en Madrid no es como él lo relata en su nota: el Bus no fue sacado de circulación por
“manifestaciones adversas”, sino porque el Estado se lo prohibió. ¿Dónde quedó la defensa
liberal de la libertad?

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En la ciencia política no podemos prescindir del enfoque discursivo, que bajo la pluma de
Ernesto Laclau (Los fundamentos retóricos de la sociedad) redefine a la “ideología” como una
operación hegemónica de cierre semiótico. Bajo esta perspectiva, podemos arribar a la misma
conclusión de que la ideología de género existe, en la medida en que las problemáticas y los
discursos de género han excedido sus contenidos particulares representando, a la postre, un
conjunto de elementos que le exceden. En efecto, para Laclau, “representación ideológica
consiste en hacer un cierto contenido equivalente a un conjunto de otros contenidos”. Esta
operación ideológica está, por ejemplo, en el discurso de la “liberación” que se desborda del
terreno sexual y acaba ofreciendo una visión de liberación política y económica, como en la
obra Eros y civilización de Herbert Marcuse (por si necesitaran constatar la existencia de la
ideología a través de sus autores), y en la praxis discursiva cotidiana de los grupos que
responden a la ideología de género, apoyados siempre por las más extremas izquierdas.

Asiste razón a Terry Eagleton cuando anota en su libro Ideología que “calificar de ideológicas


las propias creencias entrañaría el riesgo de convertirlas en objeto de contestación”. Algo de
esto hay en los liberales que, un tanto desorientados, niegan la existencia de la ideología de
género: en la propia negación se hallan los rastros de su malestar frente a los nuevos
paradigmas culturales de una izquierda a la cual no acaban de comprender.

*Agustín Laje es un joven escritor argentino. Ha publicado cinco libros, y colabora en medios
de comunicación nacionales e internacionales tales como la revista Forbes. Además, es
director del think tank Centro de Estudios LIBRE, una fundación de ideología liberal-
conservadora que busca promover el respeto por la libertad individual, la propiedad privada
y el republicanismo

Página de internet: https://es.panampost.com/editor/2017/07/17/la-ideologia-


de-genero-si-existe-es-la-concepcion-anticientifica-de-nuestra-sexualidad/?
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Todo lo que quería saber del sexo y el género

Placa de la sonda Pioneer

  Lo básico sobre sexo y género


Cuando en los años setenta la NASA empezó a enviar vehículos no tripulados, que después de
su misión de reconocimiento por el sistema solar saldrían a darse un garbeo eterno por el
espacio interestelar, los científicos implicados - con mi admirado Carl Sagan (1) a la cabeza
-pensaron que se podría enviar un mensaje a una hipotética civilización extraterrestre que
estuviera en condiciones y tuviera la oportunidad de encontrar las sondas. Algo así como lanzar
una botella al océano galáctico con un mensaje dentro.

A mí siempre me ha parecido que a los extraterrestres – como a los difuntos - hay que dejarles
en paz, por lo que pudiera pasar. ¿Quién nos garantiza que no sean tan desagradables como
amebas gigantes, o como hojas de té y por equivocación hagamos un genocidio involuntario en
forma de infusión, o simplemente, que no tengan muy buenas intenciones para con nosotros?.
Si son capaces de encontrar esas navecitas tan pequeñas en ese espacio infinito y son capaces
de entender nuestro mensaje es que están mucho más desarrollados y son mucho más
competentes que nosotros, así que más nos vale que si se da este improbable encuentro, sean
además buenas personas. ¡Dios nos libre de los encuentros en la tercera fase!.

Cuando Sagan se planteó qué información podría ser significativa para que un extraterrestre
supercivilizado – y esperemos que bueno - identificara nuestro planeta y nuestra especie, puso
mucha información binaria y el cuerpo desnudo de un hombre y de una mujer saludando en son
de paz. Eso, en la placa de la Pioneer (2) que tiene unos 23 centímetros, porque en el disco de
oro del Vogayer (3) que tenía más sitio grabó más imágenes de nuestra biología y de nuestra
forma de reproducirnos.

Yo mantengo que se puede hacer sociología con casi cualquier producto social y esta placa de
la Pioneer no es una excepción. Es sociológicamente significativo el hecho de que la pareja
representada sea claramente occidental y que sea el hombre el que salude mientras la mujer
queda de acompañante un pelín relegada. Supongo que hoy en día, más de cuarenta años
después, al menos también pondrían a saludar a la chica.

En cualquier caso, adónde quiero llegar, es que la historia de la placa de la Pionner resalta la
importancia que para nuestra cultura tienen los conceptos de sexo y género. Hasta el punto que
los consideramos como la mejor enseña, como lo más representativo de nuestro mundo y
nuestra civilización a la hora de contactar con extraterrestres buenos que no han oído hablar de
nosotros.

En nuestras queridas ciencias sociales, que andan también muy preocupadas por estos asuntos,
por sexo se entiende la diferenciación biológica entre hombres y mujeres. Mientras que el
género tiene que ver con los aspectos sociales adscritos a las diferencias sexuales. El sexo es
un concepto biológico y bastante estable – que yo sepa sólo hay dos tipos - y, en cambio, el
género es un concepto cultural y variable en el tiempo y entre sociedades diferentes en un
mismo tiempo.

Así que, dado que el género es cultural, social y temporalmente dependiente, la antropología
social, la psicología social y la sociología se ocupan especialmente de su estudio mientras que el
sexo parece un concepto más apropiado para la biología.

En esto del género, nuestra cultura occidental ha sido tradicionalmente bastante reduccionista y
ha asociado un género – masculino y femenino – a cada sexo – varón y mujer. Pero por esos
mundos de Dios otras sociedades han demostrado mucha más iniciativa y hay géneros de lo
más original y sorprendente.
La antropóloga Anne Bolin (4), por ejemplo, ha elaborado un modelo muy interesante de
variancia de género a escala global. Basándose en aportaciones anteriores ha estudiado el
registro antropológico de todas las sociedades estudiadas y ha clasificado todas las identidades
de género en cinco categorías. Anne Bolin propone los géneros hermafroditas, las tradiciones
dos-espíritus, los roles de género cruzado, el matrimonio entre mujeres o entre muchachos y los
rituales de género cruzado (5). Así nuestros extraterrestres buenos, caso de que existan y
pudieran visitarnos, se sorprenderían de esta variedad a poco que leyeran unos cuantos
estudios etnográficos y se sentirían un tanto decepcionados con la plaquita de la Pioneer.

El género está presente en todas nuestras relaciones sociales y tiene una gran influencia en la
visión que tenemos de nosotros mismos y en la imagen que tienen los demás de nosotros, en
nuestra conducta en nuestro trabajo, en nuestro hogar o en la calle. Todo ello conforma que
tengamos una identidad de género y unos roles de género asociados que nos sentimos
obligados a desempeñar.
Macionis (6) y Plummer (7) definen la identidad de género como el estado psicológico en el que
se encuentra una persona cuando dice “soy un hombre” o “soy una mujer”. El rol de género se
refiere al aprendizaje y seguimiento de las pautas sociales aceptadas como asociadas al género
al que perteneces y varía enormemente entre las culturas o, dentro de la misma cultura, a lo
largo del tiempo.

Es importante resaltar, antes de continuar profundizando, que no hay que confundir los
conceptos de sexo y género, que venimos describiendo desde el principio del artículo, con el
concepto de sexualidad. La sexualidad sería un subconjunto de todo lo relacionado con el
género. Lo relacionado con el erotismo, el deseo y las relaciones sexuales no deja de ser una
parte del entramado general del género que incluye muchos otros apartados de la vida diaria de
la persona. Como indican Macionis y Plummer, un ejemplo claro de confusión entre género y
sexualidad es la falsa atribución de afeminamiento a los hombres homosexuales cuando la
mayor parte tienen clara su identidad de género como “soy un hombre”. 

La socialización del género


Mediante la socialización los individuos aprenden e interiorizan los valores y normas de la cultura
en la que les ha tocado vivir, proceso necesario para alcanzar las habilidades necesarias para
ser una persona socialmente competente. Y el género no es una excepción, la persona debe
aprender e interiorizar los valores y normas relacionadas con el género al que está adscrito.

La socialización de género comienza antes del nacimiento cuando los padres se preparan para
el acontecimiento, sobre todo, desde que los progresos médicos anticipan el sexo del feto. En
nuestra cultura, los padres se sumergen en un mundo rosa o azul al preparar la canastilla o la
habitación en función de los medios económicos con que cuenten. En cualquier caso, se
preparan para recibir a un niño o a una niña.

Al hijo recién nacido lo incorporan a ese mundo de color y trasladan mensajes de género,
muchas veces inconscientemente. La mayoría de los sociólogos están de acuerdo en que los
mensajes en el caso de la niña giran en torno a la pasividad y la emoción mientras que a los
niños se les envían señales que dan un mayor valor a la independencia y la acción.
Existen diversas teorías sobre la socialización de género, según Macionis y Plummer, se pueden
agrupar en tres grandes corrientes: las teorías sobre el aprendizaje social, las cognitivas y las
psicodinámicas.

Las teorías sobre el aprendizaje social afirman que las diferencias en el comportamiento de
género se aprenden del mismo modo que el resto de las pautas sociales, mediante un sistema
que premia o castiga determinados comportamientos. El esquema mental que seguiría un chico
sería “Me gusta que me premien, me premian por comportarme como un chico luego quiero ser
un chico”. Es una teoría muy sencilla y con mucho predicamento.

Las teorías cognitivas señalan que las diferencias de género surgen por un proceso de
categorización en el que los niños y las niñas se autoclasifican en la categoría masculina o
femenina y ordenan sus experiencias de acuerdo con esa decisión. El esquema mental que
resumiría esta actitud sería “soy un chico, pues tengo que hacer cosas de chico”.

Las teorías psicodinámicas parten de los análisis de Freud y sugieren que las diferencias de
género surgen durante la primera infancia como consecuencia de la lucha emocional entre el
niño y sus padres. Se trataría de un proceso emocional e inconsciente.

Tanto Giddens (8) como Macionis y Plummer destacan una de estas teorías basadas en
estructuras emocionales establecidas a muy temprana edad, la de Nancy Chodorow (9). 

Según esta autora hay que retroceder hasta los intensos lazos afectivos que surgen entre el
bebé y la madre. Aquí hay que dejar claro que esto es cierto en nuestra cultura pero no pasa en
todas las sociedades. En esta fase no existen grandes diferencias entre niños y niñas, pero poco
a poco el niño se ve empujado a romper su identificación con la madre y, por tanto, necesita
afirmar su autonomía en el mundo exterior mientras que las niñas permanecen en el entorno
protector de la madre lo que luego, en una fase posterior, se trasforma en la inclinación hacia la
maternidad.

Aunque esta teoría es muy influyente, también tiene muchos críticos. Se le reprocha que
presenta poca evidencia empírica y que es un modelo de desarrollo demasiado rígido para la
realidad actual. Desde el feminismo no les hace ninguna gracia que sea culpa de las madres
reproducir el poder masculino en sus hijos.

El caso es que la identidad de género evoluciona durante toda la vida. Cuando los niños
llegan a la edad escolar y entran en contacto con personas que no pertenecen a su familia,
aprenden nuevos conceptos normativos sobre el género. Sus lecturas, los juguetes, los
deportes, las normas en el vestir, el corte de pelo, los modelos que inculcan los profesores y los
medios de comunicación proporcionan a los niños las claves del conocimiento de lo que significa
el género y les permite clasificar desde edad muy temprana a qué género pertenecen y a cuál
pertenecen los demás.

Respecto de los textos infantiles, Giddens cita la investigación que Lenore Weitzman (10)
realizó en los años setenta sobre roles de género en los libros más utilizados por niños de
preescolar, y se dio cuenta de que existían claras diferencias en los roles de género, por
ejemplo, los dedicados a los varones tenían aventuras y participaban en actividades al aire libre
que exigían independencia y fortaleza. Cuando aparecían mujeres se las representaba como
seres pasivos que solían limitarse a actividades caseras. En los últimos años, la mayor
conciencia entre autores, editores y profesores sobre los efectos dañinos de los estereotipos de
género, ha conducido a algunos cambios en este sentido, los libros infantiles de hoy hacen un
retrato más equilibrado de los personajes masculinos y femeninos. 

Respecto a los medios de comunicación, aunque existen honrosas excepciones, los análisis
de los programas de televisión dirigidos a la infancia corresponden con las conclusiones a las
que se ha llegado con la literatura infantil. Los estudios de los dibujos animados demuestran que
prácticamente todos los protagonistas son masculinos y éstos dominan los papeles más activos. 
En la educación secundaria el contenido curricular de los estudios sigue fomentado los
modelos de género y en la universidad los modelos continúan, de forma que hombres y mujeres
estudian carreras distintas. Los primeros se especializan en mayor medida en carreras científico-
técnicas y las mujeres se concentran en humanidades, bellas artes, ciencias sociales y médicas.

En el trabajo también se produce la diferenciación de género. Andrew Tolson (11) enfatiza el


papel del trabajo en la formación de la identidad masculina y señala al puesto laboral como uno
de los tres medios principales en los que la conciencia de género se forma y estructura. Los
otros son para este autor la escuela y los amigos. Para Tolson el trabajo refuerza las
experiencias tempranas de la infancia, a saber, la búsqueda del poder, la autonomía y la
consecuente ansiedad que genera la sensación de fracaso y rechazo.

Siguiendo con los adultos, históricamente, la televisión ha hecho de la población masculina el


centro de atención, sólo en los últimos años hemos visto cómo las mujeres alcanzaban papeles
protagonistas y, a veces, repitiendo esquemas masculinos negativos de agresividad e
individualismo. A menudo, la principal virtud de esos personajes femeninos consiste en su
atractivo sexual. Y no digamos ya en el mundo de la publicidad, que trata de llegar al público
general repitiendo pautas culturales muy arraigadas. Los cambios en este ámbito son
especialmente lentos, es por ello frecuente que estos medios presenten a ambos sexos con
estereotipos.

Según Naomi Wolf (12), la televisión, la publicidad e internet tienden a perpetuar lo que esta
autora llama el mito de la belleza. Este mito consiste en utilizar a la apariencia física como
patrón del logro, de la satisfacción y de la importancia social de la mujer. Para más inri este mito
fija unos altísimos requisitos de belleza inalcanzables para la mayoría de las mujeres que
conduce a un callejón sin salida y, consecuentemente en muchos casos, a problemas
psicológicos. 

Wolf dice que las mujeres influidas por el mito de la belleza tratan de complacer a los hombres y
eluden poner en cuestión al poder masculino y, los hombres, a través de este mito tratan de
conquistar a las mujeres bellas como símbolo de estatus social. Y lejos de igualarse ambos
géneros por el lado sensato a mí me parece que en los últimos años se están contagiando los
hombres en la búsqueda del cumplimiento para con los ideales de belleza estándar.

Como dice Giddens citando a Bourdieu (13), es evidente que la socialización en el genero es
muy profunda y que cuestionarla puede resultar perturbador. Una vez que se asigna el género a
una persona, la sociedad espera que se comporte como mujer o como hombre, con todas las
consecuencias, ventajas e inconvenientes; es decir, no sólo existe el género sino que todos,
como indican algunos sociólogos, “practicamos el género” en todas nuestras interacciones
cotidianas.

Final… por ahora


Como me suele pasar, he sobrepasado con creces la longitud que un artículo ameno debe tener
y, sin embargo, me quedan algunas cosas importantes en el tintero. Por lo tanto me veo en la
obligación de establecer con vosotros una nueva cita, una continuación que trate de dos asuntos
importantes con relación al género, todo lo referente a la estratificación de género y, como
hemos hecho en otros artículos de Sociología Divertida, cuáles son las teorías de las diferentes
escuelas sociológicas acerca del género. Así que pongo el punto y aparte con un simple…
continuará.

Juan Carlos Barajas Martínez


Sociólogo
Notas:
1.   Carl Edward Sagan (Nueva York, Estados Unidos, 9 de noviembre de 1934-Seattle, Estados
Unidos, 20 de diciembre de 1996) fue un astrónomo, astrofísico, cosmólogo, escritor y divulgador
científico estadounidense. Fue un defensor del pensamiento escéptico científico y del método
científico, pionero de la exobiología, promotor de la búsqueda de inteligencia extraterrestre a
través del Proyecto SETI. Impulsó el envío de mensajes a bordo de sondas espaciales,
destinados a informar a posibles civilizaciones extraterrestres acerca de la cultura humana.
Mediante sus observaciones a la atmósfera de Venus, fue de los primeros científicos en estudiar
el efecto invernadero a escala planetaria. En la Universidad Cornell, Carl Sagan fue el primer
científico en ocupar la Cátedra David Duncan de Astronomía y Ciencias del Espacio, creada en
1976, y fue director del Laboratorio de Estudios Planetarios. Carl Sagan ganó gran popularidad
gracias a la galardonada serie documental de TV Cosmos: Un viaje personal, producida en 1980,
de la que fue narrador y coautor. También publicó numerosos artículos científicos,1 y fue autor,
coautor o editor de más de una veintena de libros de divulgación científica, siendo los más
populares sus libros: Cosmos, publicado como complemento de la serie, y Contacto, en la que
se basa la película homónima de 1997. En 1978, ganó el Premio Pulitzer de Literatura General
de No Ficción por su libro Los Dragones del Edén. A lo largo de su vida, Sagan recibió
numerosos premios y condecoraciones por su labor como comunicador de la ciencia y la cultura.
Hoy es considerado uno de los divulgadores de la ciencia más carismáticos e influyentes,
gracias a su capacidad de transmitir las ideas científicas y los aspectos culturales al público no
especializado con sencillez no exenta de rigor.
2.   Las sondas espaciales Pioneer 10 y Pioneer 11 fueron dos de las primeras sondas del programa
de exploración espacial de la NASA. La sonda Pioneer 10 fue lanzada desde Cabo Cañaveral el
2 de marzo de 1972 y la Pioneer 11 el 5 de abril de 1973 desde el mismo sitio. La misión de las
Pioneer fue explorar los planetas gigantes (Júpiter y Saturno) del sistema solar y también se les
han instalado placas inscritas con un mensaje simbólico que informaría a una posible civilización
extraterrestre que llegara a interceptar las sondas sobre el ser humano y su lugar de
procedencia, la Tierra: una especie de "mensaje en una botella" interestelar. Las placas fueron
diseñadas y popularizadas por el astrónomo y divulgador científico estadounidense Carl Sagan y
Frank Drake, y dibujadas por Linda Salzman Sagan. De hecho, fue el propio Sagan quien
persuadió a la NASA y los convenció para que la Pioneer llevara la placa.
3.     El Disco de oro de las Voyager (en inglés "The Sounds of Earth", en español Sonidos de la
Tierra), es un disco de gramófono, que acompaña a las sondas espaciales Voyager, lanzadas en
1977 y que tardarán 40 000 años en alcanzar las proximidades de la estrella más cercana a
nuestro sistema solar. Como las sondas son muy pequeñas comparadas con la inmensidad del
espacio interestelar, la probabilidad de que una civilización que viaja por el espacio se
encontrase con ellas es muy pequeña, sobre todo porque las sondas con el tiempo dejarán de
emitir cualquier tipo de radiación electromagnética. Si alguna vez se encontrase una especie
extraterrestre, lo más probable es que sea en el momento en que pase por la estrella más
cercana en la trayectoria de la Voyager 1, la que alcanzará dentro de 40 000 años. Carl Sagan
dijo que "la nave espacial, y el registro, solo serán encontradas si existen otras civilizaciones
capaces de viajar en el espacio interestelar. Pero el lanzamiento de esta botella dentro del
océano cósmico dice algo muy esperanzador sobre la vida en este planeta". Así, el registro es
más visto como una cápsula del tiempo o como algo simbólico en lugar de un serio intento de
comunicarse con la vida extraterrestre.
4.     Anne Bolin es una antropóloga y socióloga norteamericana. Fue profesora de antropología y jefa
del departamento de antropología y sociología de la Elon University, Elon, Carolina del Norte,
USA. Actualmente es profesora emérita
5.       Los distintas agrupaciones de géneros de Anne Bolin son:
a.       Generos hermafroditas. Hermafroditas son personas que tiene una condición de ambigüedad
en sus órganos reproductivos. En algunas culturas (navajos, pokot de Kenya) tienen un estatus
propio distinto de los géneros masculino y femenino.
b.      Tradiciones dos espíritus. Son personas que tienen una posición reconocida culturalmente de
género transformado que incluye vestir parcialmente como el otro género y adoptan conductas
asociados con el otro género, o bien, adoptan conductas combinadas de hombre y mujer.
Ejemplos son el berdache amerindio o el mahu polinésico.
c.       Roles de género cruzado. Son roles de género reconocidos culturalmente en los que el
individuo se comporta como de otro género sin renunciar al suyo. Ejemplos los corazones de
hombre entre los piegan o las mujeres tiburón entre los mako de las Marquesas.
d.      Matrimonios entre mujeres o entre muchachos. Entran aquí muy diversos tipos de
matrimonios en los que uno de los cónyuges adquiere el rol del otro género manteniéndose la
“ficción” de un matrimonio cuyos miembros son de géneros distintos. A veces es una fase
temporal. Es muy común en algunas sociedades africanas, como por ejemplo, las mujeres-
marido entre los nuer o el matrimonio entre guerreros jóvenes y muchachos entre los azande.
e.      Rituales de género cruzado. Son rituales en los que un género adopta temporalmente los
concomitantes de rol del otro género allí donde hay dos. En general con fines ceremoniales. El
ejemplo que cita Bolin son los análisis de los rituales de los Iatmul en Papua Nueva Guinea.
6.       John Macionis es profesor de sociología en el Kenyon College en Ohio, EEUU.
7.       Ken Plummer es profesor de sociología en la Universidad de Essex, Reino Unido
8.   Anthony Giddens (Londres, Inglaterra, 18 de enero de 1938) es un sociólogo inglés, reconocido
por su teoría de la estructuración y su mirada holística de las sociedades modernas. También
adquirió gran reconocimiento debido a su intento de renovación de la socialdemocracia a través
de su teoría de la Tercera Vía. Es considerado como uno de los más prominentes contribuyentes
modernos en el campo de la Sociología, es autor de al menos 34 libros publicados en no menos
de 29 idiomas —publicando en promedio más de un libro por año—. También se lo ha descrito
como el científico social inglés más conocido desde John Maynard Keynes
9.   Nancy Julia Chodorow (20 de enero de 1944 (72 años)) es una feminista, socióloga, y
psicoanalista estadounidense. Ha sido profesora en los departamentos de sociología y
psicología clínica de la Universidad de California en Berkeley. Se retiró de la universidad en
2005.Ejerce la clínica psicoanalítica en Cambridge, Massachusetts.
10. Lenore Weitzman es una socióloga norteamericana. Profesora de sociología en las prestigiosas
universidades de California, Harvard y Stanford. Actualmente es profesora de sociología y
derecho en la Universidad George Manson en Fairfax, Virginia.
11.   Andrew Tolson es profesor de medios de comunicación de la Universidad de Leicester en el
Reino Unido
12. Naomi Wolf (nacida el 12 de noviembre de 1962) es una escritora estadounidense y consultora
política. Con la publicación de su obra The Beauty Myth se convirtió en una de las principales
representantes de la que sería conocida como la tercera ola del feminismo.
13. Pierre-Félix Bourdieu (Denguin, 1 de agosto de 1930 - París, 23 de enero de 2002) fue uno
de los más destacados representantes de la sociología contemporánea. Introdujo baterías de
conceptos e investigó de forma sistemática lo que suele parecer trivial como parte de lo
cotidiano. Algunos conceptos clave de su teoría son los de "habitus", "campo social", "capital
simbólico" o "instituciones". Su pensamiento, "constructivismo estructuralista",  ha sido muy
influyente en la sociología actual. El constructivismo tienden a descifrar las realidades sociales
como construcciones históricas cotidianas de actores colectivos.

Bibliografía:
Sociología
Anthony Giddens
3ª Edición
Alianza Editorial
Madrid 2000

Sociología
John J. Macionis y Ken Plummer
Paerson-Prentice Hall
Madrid 2005

Antropología. Una exploración de la diversidad humana.


6ª Edición
Conrad Phillip Kottak
McGraw-Hill
Madrid 1999

Vacas, credos, guerras y brujas


Marvin Harris
El libro de bolsillo
Antropología
Alianza Editorial
24ª reimpresión
Madrid 2003

La transversalidad de género
Contexto cultural y prácticas de género
Anne Bolin
en 
Antropología de la sexualidad y diversidad cultural
José Antonio Nieto (Editor)
Talasa Ediciones 
Madrid 2003

La Socialización
Juan Carlos Barajas Martínez
Sociología Divertida 2015
Teorías sociológicas sobre el género

Sello de correos conmemorativo de Jane Addams

Con el presente artículo termino la serie de cuatro que tratan sobre los aspectos sociales del género.
El primero, "Todo lo que quería saber sobre el sexo y el género", trata sobre los conceptos
sociológicos básicos sobre el género, en especial, sobre la socialización de género. En el segundo
de la serie, "Estratificación de género", hablamos de la distribución desigual de la riqueza, el poder y
los privilegios entre hombres y mujeres. Por último en el tercero, “La teoría feminista”, se ve con
detenimiento el origen, la historia y las principales tipos de feminismo.

En este artículo vamos a abordar el estudio de las aportaciones sobre sociología del género de las
principales escuelas como el funcionalismo, la sociología del conflicto o el interaccionismo simbólico.

Desencuentro entre la sociología y el feminismo


Como indicamos en el artículo anterior, en los comienzos de la sociología, las primeras sociólogas
quedaron en la periferia de la profesión y las preocupaciones feministas se expresaron en los
márgenes de la disciplina, mientras que los padres de la sociología  - Spencer (1), Weber (2),
Durkheim (3) - daban respuestas conservadoras a las argumentaciones feministas considerándolas
irrelevantes para la sociología que desarrollaban. Esta situación de desencuentro se ha mantenido
de esta manera hasta la década de 1960.

A principios del siglo XX un grupo de mujeres (4), entre las que hay que destacar a Jane
Addams (5), desarrolló un grupo de teorías sociológicas pioneras. Para George Ritzer (6), el hecho
de que no sean reconocidas actualmente en las historias convencionales de la sociología es un
testimonio escalofriante de la influencia política de género dentro de la disciplina.

Estas teorías ponían de manifiesto, en primer lugar, la igualdad en la importancia de las


aportaciones de los hombres y las mujeres en la vida y el trabajo cotidiano; en segundo término
reconocían que carecían de la objetividad formal de la teoría sociológica masculina pues hablaban
desde una situación mediatizada y eso representaba un hándicap para ser reconocida como una
construcción teórica homologable; y por último, la idea de que el fin último de la sociología era la
reforma social para mejorar la vida de las personas, es decir, el carácter activista de la disciplina, y
tenían la opinión de que el mayor problema para mejorar la vida de las personas era la desigualdad.

Según Ritzer estas sociólogas contribuyeron a configurar y cambiar  las sociedades en las que vivían
– Addams recibió el premio Nobel de la paz en 1931 por sus actividades sociales - pero
son  recordadas como activistas y trabajadoras sociales más que como sociólogas con un legado
que llama a la acción y al pensamiento por partes iguales.

Como decíamos anteriormente, es a partir de 1960 cuando se produce un lugar de encuentro entre la
teoría sociológica y el feminismo tanto en la sociología sustantiva - es decir, el estudio de la
desviación, la familia, las ocupaciones y las profesiones, la sociología política, los movimientos
sociales y la estratificación  - como en las teorías sociales que se centran en el género. Vamos a
revisar lo que expresan al respecto de este segundo punto el funcionalismo, la sociología del
conflicto y las teorías que tienen un enfoque microsociológico; y lo vamos a ver desde su perspectiva,
digamos clásica, anterior a 1960 y desde su perspectiva posterior a ese año en el que se produjo un
mayor maridaje entre las teorías sociológica y feminista.

El funcionalismo
Para los funcionalistas una sociedad es como un organismo vivo compuesto de distintos órganos o
estructuras cada uno de ellos con una función necesaria para que el organismo social pueda vivir. La
sociedad es, por tanto, un sistema complejo cuyas partes "encajan" entre sí produciendo una
situación de equilibrio y estabilidad.

Según Talcott Parsons (7), el autor funcionalista más representativo, las diferencias de género son
una herramienta integradora de las sociedades. El género, según Parsons, constituye un conjunto de
roles complementarios que unen a hombres y mujeres en unidades familiares que son vitales, por las
funciones que desempeñan, para el funcionamiento global de la sociedad. Y lo son tanto desde un
punto de vista estructural - lo que la gente hace - como desde un punto de vista moral - en lo que la
gente cree -.
La sociedad promueve comportamientos específicos de género, que vimos en el primer artículo, a
través de distintos sistemas de control social, de forma que la gente incorpora estas definiciones
culturales de género a su propia identidad. Traicionar esa identidad supone sentir culpabilidad y
miedo al rechazo de los demás. Y de esta forma está todo atado y bien atado, casi todas las
personas, mujeres y hombres, hacen lo que se espera de ellos, todo permanece en equilibrio y la
sociedad sigue funcionando como una máquina bien engrasada.

Pero esta visión de la sociedad es demasiado idílica, el análisis de Parsons minimiza las presiones y
los costes sociales que derivan de los roles tradicionales de género tal como vimos cuando
estudiamos la estratificación debida al género. No todo funciona tan divinamente como pretenden los
funcionalistas y, por otra parte, la complementariedad parsoniana suena mucho a dominación de la
mujer.

A finales de la década de 1980, Miriam Johnson (8), desarrolló una teoría del género funcionalista
que incorporaba elementos de la teoría feminista. Lo primero que admite Johnson es que
efectivamente existe un sesgo sexista en la teoría de la familia de Parsons y que el funcionalismo
parsoniano margina las cuestiones de la desigualdad social y las relaciones de dominación entre
hombres y mujeres debido a su gran preocupación por el orden social. Pero es partidaria de que con
las herramientas que provee el análisis social de Parsons, sin caer en sus defectos, se puede realizar
una teoría del género de manera satisfactoria.

Johnson atribuye la desigualdad de género a la estructura de la familia patriarcal que, como hemos
señalado en otros artículos, tiene un carácter universal. La familia socializa a los niños y renueva
emocionalmente a los miembros adultos por lo que es esencial para la cohesión social y la
reproducción de los valores. Precisamente las mujeres realizan en gran parte estas funciones
esenciales para la sociedad, sin embargo, estas actividades las realizan de una manera “expresiva”.
Esta expresividad para el funcionalismo significa que estas actividades se hacen desde
la comprensión emocional y la responsabilidad relacional. 

Estas virtudes femeninas de tipo expresivo son sancionadas a la hora de integrarse en las
estructuras sociales distintas de la familia, especialmente todas las relacionadas con la economía,
que quedan en su mayoría en manos de hombres.

Pero para Johnson las funciones expresivas de la mujer no bastan para explicar la existencia de un
sistema de estratificación de género que devalúa a la mujer y la sitúa en desventaja, existe
un refuerzo cultural. Las constricciones culturales e institucionales hacen que las mujeres sean
descritas como débiles y sumisas en relación a su marido, los hijos observan esta representación del
rol de la mujer y aprenden a reverenciar el patriarcado y a devaluar la expresividad de las madres a
favor a la instrumentalidad aparentemente más poderosa de los padres. 

La esperanza de Johnson es que el movimiento de las mujeres implique cambios societales y


culturales que generen una nueva valoración sistémica de la expresividad.

Sociología del conflicto


Para los teóricos del conflicto el género no sólo implica diferencias en el comportamiento, tal y como
se propone en el esquema parsoniano, sino que producen desigualdades económicas, de poder y de
privilegios, sometiendo a las mujeres al prejuicio, la discriminación y, en ocasiones, a la violencia,
creando una estratificación social entre hombres y mujeres paralela a la estratificación social de
clase. El trato recibido por las mujeres sería semejante al que reciben las minorías étnicas y raciales. 

Según los autores de esta corriente las ideas convencionales sobre el género no fomentan la
integración social sino que crean tensiones y conflictos en los que los hombres protegen sus
privilegios y las mujeres desafían el status quo.
Desde un punto de vista clásico, la sociología del conflicto tiene su origen en las ideas de Karl
Marx (9), pero sus escritos que trataron tantos temas, no prestaron atención a las cuestiones de
género. SIn embargo, su continuador en la teoría marxista Friedich Engels (10), si que exploró la
cuestión del género y clase social en sus publicaciones de principios del siglo XX.

Para Engels, en primer lugar, el capitalismo intensifica los valores patriarcales de la sociedad,
dotando a los hombres de un mayor poder como propietarios y herederos. En segundo término para
que los hombres puedan trabajar la sociedad asigna a las mujeres las labores del hogar. De esta
forma las mujeres sufren una doble explotación, a través de sus maridos debido a los bajos salarios
de la mano de obra masculina y la ejercida por sus maridos al no recibir ningún salario por su trabajo
en el hogar.

Según los críticos de esta corriente, la sociología del conflicto ve a la familia clásica como un mal
social, olvidando los aspectos positivos de la misma. También olvida que las mujeres y los hombres
cooperan a menudo felizmente y, por último, pareciera que el capitalismo está en el origen de la
estratificación de género cuando la sociedad patriarcal no ha sido patrimonio de esta forma de
organización económica y no estuviera ya inventada en las sociedades agrarias.

En las décadas de 1980 y 1990 se desarrolla una nueva teoría de conflicto desde la perspectiva del
estudio del género cuya figura más representativa es Janet Chafetz (11). 

El enfoque de Chafetz es multicultural e histórico, se centra en la desigualdad de género que ella


denomina estratificación de sexo. Es coherente con la metodología de la teoría analítica del
conflicto – más en la tradición de Weber que en la de Marx -, en tanto en cuanto, descubre una forma
de conflicto social recurrente y analiza, desde una posición neutral, las condiciones estructurales del
conflicto. De hecho, estudia en tiempos históricos y sociedades diferentes, entre otras muchas
variables: el rol de género, la ideología patriarcal, la tecnología, la dureza del entorno,  la familia y la
organización del trabajo, en especial, la separación entre el hogar y el lugar de trabajo.

Según sus conclusiones las mujeres experimentan menos desventaja cuando pueden equilibrar las
responsabilidades del hogar con un papel independiente en la producción del mercado, o
bien,  cuando el trabajo en el hogar no se considera como un lugar de emociones y de crianza, como
algo que está fuera del área del trabajo, sino que se valora como algo económicamente activo.

Chafetz, para mejorar la condición de la mujer, intenta identificar aquellos puntos estructurales que
se pueden cambiar para reducir la desigualdad de género. Es en este punto dónde, según Ritzer, cae
como otros autores en ir más allá de la teoría y se introduce en el activismo político, en este caso
más en la línea de Marx que la de Weber.

Enfoques microsociológicos
Como ya sabemos por anteriores artículos de Sociología Divertida, los enfoques microsociológicos
centran el nivel de análisis en las interacciones cotidianas de las personas que van dotando de
significado al mundo social que les rodea. En ese contexto se preguntan acerca de cómo esas
interacciones en el ámbito personal producen el concepto de género. Las dos teorías microsociales
del género más importantes son el interaccionismo simbólico y la etnometodología.

El interaccionismo simbólico, cuyo máximo exponente es el filósofo norteamericano George


Herbert Mead (12), explica cómo las personas van construyendo su propia identidad y definiéndose a
sí mismas a través de sus experiencias sociales. En este sentido la identidad de género no es una
excepción, emerge de la interacción continua con otras personas y se confirma continuamente en
ese mismo campo de interacciones cotidianas. 
El individuo es consciente y consecuente con una serie de ideas que ha ido desarrollando en su
mente  de acuerdo a lo que ha considerado importante de miles de conversaciones exteriores, gestos
o símbolos sobre qué significa ser hombre o mujer; y actúan de acuerdo con esa definición
internalizada que, aunque es un depósito del componente de género de la conducta de las
personas, no es inmutable sino que puede modificarse a través de nuevas interacciones.

La etnometodología es el estudio de la forma en que las personas entienden o dan sentido a su


vida cotidiana y cuyo principal autor fue Harold Garfinkel (13), en definitiva según palabras de
Garfinkel, la etnometodología es la organización de la vida cotidiana o en palabras de Pollner (14), la
organización extraordinaria de lo ordinario. En estas relaciones, las personas, ni pueden ser
considerados como idiotas ni como actores reflexivos, conscientes y calculadores, sino en un estadio
intermedio cuya acción es casi siempre rutinaria y relativamente irreflexiva, con uso de recetas
preconcebidas y sobreentendidos que hace las relaciones previsibles.

Los etnometodólogos hacen la importante distinción teórica entre el sexo – identificación biológica


del varón o la mujer – y el género – la conducta que cumple las expectativas sociales de ser varón o
mujer – esta dualidad biológica y cultural ya la hemos visto anteriormente (15). El género, por tanto,
no nace con la persona sino que se desarrolla en las interacciones sociales que protagoniza el
individuo desde la cuna.

Las personas en una situación concreta saben que tienen que comportarse como varón o mujer y los
demás reconocen ese comportamiento. Lo que no quita que personas de diferentes culturas, en lo
tocante a la identidad de género, encuentren incomprensible la conducta del otro. Como vimos en
“Todo lo que quería saber del sexo y el género” existe relativismo cultural en esto del género.

Más recientemente dos interaccionistas de pro,  Goffman (16) y Denzin (17), reconocen que el


acceso a las concepciones del género en las sociedades modernas no derivan sólo de las
interacciones interpersonales. Los mensajes de los medios – publicidad, televisión, películas,
internet y prensa – les dicen a los adultos y a los niños muy directamente cómo se comporta uno en
relación a su género sin que medie una relación interpersonal. Goffman denomina a estos
procesos manifestaciones de género. 

Para finalizar
En este punto ponemos fin a los cuatro artículos sobre el género, lo que nos ha permitido tratar gran
parte de los aspectos sociales del género, de manera descriptiva en los dos primeros sobre la
socialización y la estratificación y, realizando un análisis teórico, en los dos segundos, sobre la teoría
feminista y la teoría sociológica del género, que no deja de ser uno de los apartados más importantes
de lo social que no ha sido tratado por la sociología con la debida atención hasta no hace mucho
tiempo.

Juan Carlos Barajas Martínez


Sociólogo

Notas:

1.  Herbert Spencer (Derby, Inglaterra, 1820-Brighton, Inglaterra, 1903) fue un naturalista,


filósofo, psicólogo, antropólogo y sociólogo inglés. Fue uno de los más ilustres positivistas de su país.
Ingeniero civil y de formación autodidacta, se interesó tanto por la ciencia como por las letras. Ver en
este mismo blog: “De cuando la sociología daba sus primeros pasos III: Reino Unido e Italia”.
2. Maximilian Carl Emil Weber (Erfurt, 21 de abril de 1864-Múnich, 14 de junio de 1920) fue un
filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, considerado uno de los
fundadores del estudio moderno de la sociología y la administración pública, con un marcado sentido
antipositivista
3. Émile Durkheim (Épinal, Francia, 15 de abril de 1858 – París, 15 de noviembre de 1917) fue
un sociólogo francés. Estableció formalmente la disciplina académica y, junto con Karl Marx y Max
Weber, es considerado uno de los padres fundadores de dicha ciencia. Ver “Decuando la sociología
daba sus primeros pasos” en este mismo blog.
4. Ritzer cita en este grupo de primeras sociólogas, aparte de Janet Addams, a Charlotte
Perkins (1860-1935), Anna Juia Cooper (1858-1964), Ida Wells Barnett (1862-1931), Marianne
Weber (1870-1954) – mujer de Max Weber –, y Beatrice Potter Webb (1858-1943).
5. Jane Addams (Cedarville, Illinois, 6 de septiembre de 1860—Chicago, 21 de mayo de 1935)
fue una socióloga feminista, pacifista y reformadora estadounidense. En 1889 fundó la Hull House
junto a Ellen Gates Starr, que hoy en día es un museo. Mantuvo una relación romántica con Mary
Rozet Smith, que describió como matrimonio. En 1931 ganó el premio Nobel de la Paz,
convirtiéndose en la primera mujer americana en ganarlo, que se le otorgó por su compromiso social.
6. George Ritzer nació en 1940 en la ciudad de Nueva York, se graduó en sociología en la
Escuela Superior de Ciencia del Bronx en 1958. En la actualidad es profesor de sociología de la
Universidad de Maryland. Sus principales áreas de interés son la Teoría Sociológica y la Sociología
del Consumo. Fue director de las secciones de Teoría Sociológica (1989-1990) y de Organizaciones
y ocupaciones (1980-1981) de la Asociación Americana de Sociología.
7. Talcott Parsons (13 de diciembre de 1902 – 8 de mayo de 1979) fue un sociólogo
estadounidense. Cursó estudios en el Amherst College, el London School of Economics y la
Universidad de Heidelberg (Alemania). Dio clases de sociología en la Universidad Harvard de 1927
hasta 1974 como director del Departamento de Sociología de dicha universidad (1944). Más tarde
fue nombrado presidente del nuevo Departamento de Relaciones Sociales 1946 y posteriormente
presidente de la American Sociological Association en 1949. Es uno de los mayores exponentes del
funcionalismo estructural en Sociología. Dicha teoría social sostiene que las sociedades tienden
hacia la autorregulación, así como a la interconexión de sus diversos elementos (valores, metas,
funciones, etc.). La autosuficiencia de una sociedad está determinada por necesidades básicas, entre
las que se incluían la preservación del orden social, el abastecimiento de bienes y servicios, la
educación como socialización y la protección de la infancia.
8. Miriam Johnson (12 de enero de 1928 – 21 de noviembre de 2007) fue una socióloga
norteamericana, profesora del departamento de sociología de la Universidad de Oregón.
9.  Karl Marx, conocido también en castellano como Carlos Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5
de mayo de 1818-Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue un filósofo, intelectual y militante
comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra  en los campos de la filosofía, la
historia, la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo solamente al área
intelectual, pues además incursionó en el campo del periodismo y la política, proponiendo en su
pensamiento la unión de la teoría y la práctica. Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo
científico, del comunismo moderno, del marxismo y del materialismo histórico. Sus escritos más
conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y El Capital.
10. Friedrich Engels, llamado a veces en español Federico Engels (Barmen-Elberfeld, Prusia; 28
de noviembre de 1820-Londres; 5 de agosto de 1895), fue un filósofo y revolucionario alemán. Amigo
y colaborador de Karl Marx, fue coautor con él de obras fundamentales para el nacimiento de los
movimientos socialista, comunista y sindical, y dirigente político de la Primera Internacional y de la
Segunda Internacional.
11. JanetSaltzman Chafetz (1942–2006) fue miembro del departamento de sociología de la
universidad de Houston durante 30 años. Como teórica feminista líder en sociología, sirvió en el
consejo de ASA (Asociación Americana de Sociología). Fue miembro fundador de la SWS
Sociologists for Women in Society ( Sociólogos para la Mujer en la Sociedad ). Su inicial participación
en el activismo social feminista dio paso a un compromiso para llevar los estudios de género desde
su estado marginal en el marco de la sociología a la corriente principal de la disciplina.
12. George H. Mead (27 de febrero de 1863 - 26 de abril de 1931), filósofo pragmático, sociólogo
y psicólogo social estadounidense. Teórico del primer conductismo social, también llamado
interaccionismo simbólico en el ámbito de la ciencia de la comunicación. Nació en South Hadley,
Massachusetts. Cursó estudios en varias universidades de Estados Unidos y Europa e impartió
clases en la Universidad de Chicago desde 1894 hasta su muerte.
13. Harold Garfinkel (Newark, Nueva Jersey, 1917- 2011) era un Profesor emérito de sociología
en la Universidad de California, Los Ángeles. Garfinkel es uno de los promotores clave de la tradición
fenomenológica en la sociología estadounidense. Su propio desarrollo de esta tradición (que él
calificaba de etnometodología) es ampliamente incomprendida. En contraste con la versión
construccionista social de la sociología fenomenológica, él se centraba en una fenomenología
empírica radical, en lugar de en las formas en que son interpretadas
14. MelvinPollner (1940-2007) fue un sociólogo norteamericano partidario de la etnometodología,
discípulo de Erving Goffman y Harold Garfinkel,  fue profesor del departamento de sociología de la
UCLA.
15. Ver “Todolo que quería saber del sexo y el género”
16. Erving Goffman (11 de junio de 1922, Mannville, Alberta, Canadá - 19 de noviembre de 1982,
Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos) fue un sociólogo y escritor considerado como el padre de la
microsociología. Estudió las unidades mínimas de interacción entre las personas centrándose
siempre en grupos reducidos, diferenciándose así de la mayoría de estudios sociológicos que se
habían hecho hasta el momento, siempre a gran escala. Goffman es uno de los sociologos más
importantes del siglo XX con Max Weber, Durkheim y Mead, sobre cuyos pasos trató de profundizar
en una sociología más interesada en los procesos micro-sociales de interacción. Su interés central
como teórico del interaccionismo simbólico fue estudiar la influencia de los significados y los
símbolos sobre la acción y la interacción humana.
17. Norman K. Denzin (1941) es Profesor Distinguido de  Investigación de la Comunicación,
Sociología y Humanidades de la Universidad de Illinois, Urbana-Champaign, EE.UU. Es una de las
principales autoridades mundiales en la investigación cualitativa y crítica cultural, Denzin es el autor o
editor de más de dos docenas de libros, entre ellos “El Manifiesto Cualitativo”.

Bibliografía:

Sociología
John J. Macionis y Ken Plummer
Paerson-Prentice Hall
Madrid 2005

Teoría Sociológica Moderna


George Ritzer
5ª Edición
ED. McGraw-Hill
Madrid 2001

Maricela Guzmán y Augusto Pérez


La Teoría de Género y su Principio de Demarcación Científica
Revista Cinta de Moebio nº 30
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile
Santiago de Chile 2007
La ideología de género, está presente en los discursos (entiéndase como el desarrollo y aplicación de talleres,
charlas y propaganda) de las ONGs Manuela Ramos y Flora Tristán, así como en diversos colectivos, el cual se
implanta y difunde a través de diversas actividades y en la trasversalización del currículo escolar.

Pre - Planteamiento del Problema

Entiéndase que la ideología de género es la desvirtuación y tergiversación de la teoría de género, este hecho
se evidencia en las diversas posturas de los principales colectivos, adeptos y difusores, ya que uno de sus
principales demandas es la creciente discriminación y homofobia de las minorías sexuales en los distintos
ámbitos de la sociedad (LGTB) y el igual acceso a derechos como el ser reconocidos como familia y por ende la
adopción y procreación de hijos, similar a las familias heteronormativas. El marco teórico que busca legitimar
estas demandas se fundamenta en plantear la construcción del género como un hecho sociocultural, pero sin
embargo obvia y desagrega a la teoría de genero al no mencionar las causales de la adscripción de género que
cada cultura ha desarrollado enmarcados y condicionados por aspectos económicos, políticos, socioculturales
y demográficos dentro de sus procesos y dinámicas de cambio internas y externas. Además, cabe resaltar que
estas demandas son en su mayoría apoyadas por grandes lobbys corporativos pertenecientes a la industria
farmacéutica y de cosméticos principalmente, esto último nos aproxima a la dimensión ideológica de la
“ideología de género”, hecho que resulta curioso porque casi ninguno de los grupos y colectivos que se
oponen a las leyes de unión civil homosexual (que en su mayoría son grupos conservadores y religiosos) hacen
mención de estos intereses principalmente de orden económico y que vienen siendo empujados e
incentivados como prioridad en las agendas legislativas de diversos países a la esfera política. Estos hechos
evidencian dos discursos de posiciones contradictorias: uno a favor que busca su legitimización con la “teoría
de género” u otro en contra con la “ideología de género”; en conclusión, ambos grupos comparten en sus
discursos el sesgo ideológico.

En la institución educativa de nivel secundario “Faustino Sánchez Carrión” del departamento de Ayacucho, de
la provincia de Huamanga del distrito de San Juan Bautista desde el año 2016 se viene implementado charlas y
talleres realizadas por la ONG Manuela Ramos, dirigido a los estudiantes de todos los grados, principalmente a
los primeros niveles (primero de secundaria). El contenido de las charlas y talleres que la ONG Manuela Ramos
realiza es de la Ideología de género, este discurso presenta un alto contenido sexual que desvirtúa y rompe los
patrones y pautas de construcción de identidad de género en el normal proceso de endoculturación y
sociabilización, representando una ruptura en el desarrollo de la personalidad de los adolescentes y niños, por
tanto: ¿Cómo influye el discurso de la ideología género en la construcción de la personalidad de los
estudiantes del primer año de secundaria?

Estereotipo de género (ambos pueden estar presentes en los discursos y percepciones de los
colectivos)

Ideología de género
¿Cuáles son fundamentos y condicionamientos de la construcción de los géneros masculino y femenino en la
sociedad actual? ¿Por qué sería importante que la sociedad actual mantenga los géneros masculino y
femenino? El género al no ser inmutable ni estático, sino dinámico y cambiante, lógicamente se modificará con
el tiempo, pero ¿qué sentido tiene cambiarlo en estos momentos, al condicionar a la sociedad a realizar la
masificación e imposición de otros géneros? ¿Qué otros elementos ideológicos y estereotipos de géneros
presentan y contiene en sus percepciones y discursos la denominada ideología de género de los colectivos
sociales de minorías sexuales?

Preguntas del planteamiento del problema:

¿El proyecto de ley de unión civil considera la protección de la familia o plantea su desestructuración?

¿Cuáles son las políticas que el estado ha implementado en materia de protección familiar en el Perú?

¿Qué vacíos legales pueden existir en el marco jurídico de la ley ordinaria o legislación de las familias en el
Perú?

TÍTULO: VULNERACIÓN DEL DERECHO DEL NIÑO A LA INTEGRIDAD Y “ÉTICA” SEXUAL EN EL DISCURSO DE LA
IDEOLOGÍA DE GÉNERO (discurso de la ideología de género = contenido en educación, discursos de
docentes, influencias a través del internet, otros)

CAPÍTULO I

PLANTEAMIENTO METODOLÓGICO

1.1.- Descripción de la realidad problemática

El desconocimiento del derecho a la integridad y dignidad sexual del niño tanto en los padres de familia como
en los propios niños y adolescentes es aprovechado por los grupos y organizaciones de activistas LGTBs y
ONGs como Manuela Ramos, Flora Tristán, IMPARES, DEMUS, etc. que frente al vacío de “causa de
conocimiento” en la sociedad y los vacíos legales (investigar en el código del niño y el adolescente) en la
legislación del niño y el adolescente puede ser llenado con la promoción de una ideología de género que
atenta con el derecho a la integridad y dignidad sexual del niño y el adolescente.

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