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Argumentación
El más alto privilegio cívico a que puede aspirar un ciudadano como funcionario
público o representante de la nación implica un compromiso directo con la sociedad
y con el estado.
La historia del fuero constitucional en México es complicada y poco clara. Así, por
ejemplo, en el texto original de la Constitución de 1917 se expresaba en el artículo
110: “No gozan de fuero constitucional los altos funcionarios de la federación por los
delitos oficiales, faltas u omisiones en que incurran en el empleo, cargo o comisión
pública que hayan aceptado durante el periodo en que, conforme a la ley, se disfrute
de fuero”.
El fuero constitucional se justificaba históricamente por la idea de proteger a los altos
funcionarios públicos del resentimiento, de la rivalidad y de la enemistad política a la
que podían estar expuestos por el solo hecho del cargo que desempeñaban como
decía el discurso preliminar de la Constitución Española de Cádiz de 1812, pero sin
dejar por ello de pedirles cuentas de su administración y de hacerles efectiva la
responsabilidad en que hubieren incurrido. Sin embargo, recuérdese bien que los
altos funcionarios de Nueva España gozaban de fuero, pero a la par también existía
y operaba el llamado juicio de residencia, que era un procedimiento que exigía la
rendición de cuentas de los funcionarios al término de su encargo y que se hacía
efectivo mediante el arraigo obligatorio del sujeto investigado.
“Los miembros del Poder Legislativo gozan de una inmunidad que se conoce entre
nosotros como fuero constitucional. Esa prerrogativa es indispensable para la
existencia de las instituciones que salvaguarda, a virtud de la cual, quienes la
disfrutan, tienen la facultad de no comparecer ante cualquiera jurisdicción extraña
sin previa declaración del propio cuerpo o cámara a la que pertenece el acusado y
esa declaración debe ser emitida por mayoría de votos del número total de sus
miembros: La norma constitucional que esto establece, se informa en una
necesidad política que descansa en impedir que la asamblea sea privada de uno o
parte de sus miembros por intervención de una jurisdicción extraña y sólo puede
suceder esto, con la autorización que la propia asamblea dé en la forma
constitucional antes expresada; y si es verdad que el fuero tiende a proteger la
independencia y autonomía de un poder frente a los otros, esto no implica revestir
a sus miembros de impunidad, sino que condiciona la intervención de otras
jurisdicciones a la satisfacción de determinados presupuestos que sólo pueden ser
calificados por la cámara relativa, y mientras no exista el consentimiento de la
asamblea, ninguno de sus miembros puede ser enjuiciado por otra autoridad....”
Empero, el texto actual mantiene, en cierta medida, los lineamientos generales del
citado procedimiento para ser substanciado en dos partes:
Artículo 110. Podrán ser sujetos de juicio político los senadores y diputados al
Congreso de la Unión, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
los consejeros de la Judicatura Federal, los secretarios de Despacho, el Fiscal
General de la República, los magistrados de Circuito y jueces de Distrito, el
consejero Presidente, los consejeros electorales y el secretario ejecutivo del
Instituto Nacional Electoral, los magistrados del Tribunal Electoral, los integrantes
de los órganos constitucionales autónomos, los directores generales y sus
equivalentes de los organismos descentralizados, empresas de participación
estatal mayoritaria, sociedades y asociaciones asimiladas a éstas y fideicomisos
públicos. Los ejecutivos de las entidades federativas, Diputados locales,
Magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia Locales, en su caso, los
miembros de los Consejos de las Judicaturas Locales, así como los miembros de
los organismos a los que las Constituciones Locales les otorgue autonomía, sólo
podrán ser sujetos de juicio político en los términos de este Título por violaciones
graves a esta Constitución y a las leyes federales que de ella emanen, así como
por el manejo indebido de fondos y recursos federales, pero en este caso la
resolución será únicamente declarativa y se comunicará a las Legislaturas Locales
para que, en ejercicio de sus atribuciones, procedan como corresponda. Las
sanciones consistirán en la destitución del servidor público y en su inhabilitación
para desempeñar funciones, empleos, cargos o comisiones de cualquier naturaleza
en el servicio público. Para la aplicación de las sanciones a que se refiere este
precepto, la Cámara de Diputados procederá a la acusación respectiva ante la
Cámara de Senadores, previa declaración de la mayoría absoluta del número de
los miembros presentes en sesión de aquella Cámara, después de haber
sustanciado el procedimiento respectivo y con audiencia del inculpado. Conociendo
de la acusación la Cámara de Senadores, erigida en Jurado de sentencia, aplicará
la sanción correspondiente mediante resolución de las dos terceras partes de los
miembros presentes en sesión, una vez practicadas las diligencias
correspondientes y con audiencia del acusado. Las declaraciones y resoluciones
de las Cámaras de Diputados y Senadores son inatacables.