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Fuero, concepto de.

El fuero es, según su génesis, un privilegio que se confiere a determinados


servidores públicos para salvaguardarlos de eventuales acusaciones sin
fundamento, así como para mantener el equilibrio entre los Poderes del Estado,
dentro de regímenes democráticos. No es lo que en la teoría del delito se llama
excluyente de responsabilidad, que impediría en todo caso que la figura delictiva
llegare a constituirse, sino un impedimento legal para que quien goce de esa
prerrogativa no quede sometido a la potestad jurisdiccional.

Según nuestra ley suprema el fuero constitucional se trata de un privilegio que se


encuentra implícito en determinados cargos públicos a favor de sus respectivos
titulares, en cuya virtud dichos funcionarios públicos no pueden ser sujetos a
proceso penal, bajo el pretexto de haber incurrido en responsabilidad, sin antes
haber obtenido de la Cámara de Diputados la correspondiente declaración de haber
lugar a formación de causa.

Para muchos mexicanos el término “fuero” y/o “inmunidad” equivale a impunidad. En


el trascurso de la historia quienes detentan el poder y ejercen actos de autoritarismo
han hecho equivalentes la inmunidad y la impunidad, esto hace que los ciudadanos
muestren una actitud de condena y de rechazo al ejercicio del fuero.

Las democracias también se basan en principios y valores, y la violación de éstos


debilita la legitimidad de todo el sistema político, situación que casi siempre conlleva
al debilitamiento institucional y al agravamiento de los problemas sociales. Por eso
no se debe perder de vista que la brecha de desconfianza entre sociedad y gobierno
tiende a profundizarse en la medida que se niegan los principios de igualdad y
transparencia, al otorgarse a ciertos actores un trato privilegiado y discrecional que
otros no tienen.

En un sistema jurídico-político republicano no existe necesidad de que los altos


servidores públicos gocen de inmunidad, menos aun cuando ésta, por la compleja
aplicación de la ley, conlleve frecuentemente a la impunidad. Por ello es importante
resolver algunos de los problemas que subsisten en nuestra ley fundamental con
motivo de la existencia de la prerrogativa comentada.

Argumentación

El más alto privilegio cívico a que puede aspirar un ciudadano como funcionario
público o representante de la nación implica un compromiso directo con la sociedad
y con el estado.

La historia del fuero constitucional en México es complicada y poco clara. Así, por
ejemplo, en el texto original de la Constitución de 1917 se expresaba en el artículo
110: “No gozan de fuero constitucional los altos funcionarios de la federación por los
delitos oficiales, faltas u omisiones en que incurran en el empleo, cargo o comisión
pública que hayan aceptado durante el periodo en que, conforme a la ley, se disfrute
de fuero”.
El fuero constitucional se justificaba históricamente por la idea de proteger a los altos
funcionarios públicos del resentimiento, de la rivalidad y de la enemistad política a la
que podían estar expuestos por el solo hecho del cargo que desempeñaban como
decía el discurso preliminar de la Constitución Española de Cádiz de 1812, pero sin
dejar por ello de pedirles cuentas de su administración y de hacerles efectiva la
responsabilidad en que hubieren incurrido. Sin embargo, recuérdese bien que los
altos funcionarios de Nueva España gozaban de fuero, pero a la par también existía
y operaba el llamado juicio de residencia, que era un procedimiento que exigía la
rendición de cuentas de los funcionarios al término de su encargo y que se hacía
efectivo mediante el arraigo obligatorio del sujeto investigado.

El constitucionalista Ignacio Burgoa considera que el fuero constitucional comprende


la inmunidad que disfrutan los senadores y diputados quienes son inviolables por las
opiniones que manifiesten en el desempeño de su cargo y jamás podrán ser
reconvenidos por ellas.

Asimismo, se confiere a determinados servidores públicos para salvaguardar de


eventuales acusaciones sin fundamento, así como mantener el equilibrio entre los
poderes del estado, dentro de regímenes democráticos, estos privilegios
parlamentarios, entendidos de acuerdo con la Real Academia Española, como las
ventajas exclusivas o especiales de las que se gozan los legisladores por
encontrarse en determinada circunstancia, sin embargo, el artículo 61 constitucional
se establece que “los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que
manifiesten en el desempeño de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por
ellas”, es decir, esto se traduce en la única inmunidad procesal absoluta que tienen
los legisladores, pero debe ser entendida única y exclusivamente para ejercer su
libertad de expresión en el desempeño de su funciones pues de ninguna manera
quiere decir que podrían difamar o calumniar so pretexto de que gozan de una
protección absoluta en este rubro y por la otra, en el mismo precepto se indica que
será el presidente de cada Cámara quien velará por el respeto al “fuero
constitucional” de los legisladores y por la inviolabilidad del recinto donde se reúnan
a sesionar, lo cual nos lleva a concluir que este fuero no sólo es para la libertad de
expresión de los legisladores; en una interpretación sistemática y funcional de la
Constitución y al criterio que la Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció el
8 de abril de 1946, en una tesis aislada sobre el “fuero constitucional” al señalar que:

“Los miembros del Poder Legislativo gozan de una inmunidad que se conoce entre
nosotros como fuero constitucional. Esa prerrogativa es indispensable para la
existencia de las instituciones que salvaguarda, a virtud de la cual, quienes la
disfrutan, tienen la facultad de no comparecer ante cualquiera jurisdicción extraña
sin previa declaración del propio cuerpo o cámara a la que pertenece el acusado y
esa declaración debe ser emitida por mayoría de votos del número total de sus
miembros: La norma constitucional que esto establece, se informa en una
necesidad política que descansa en impedir que la asamblea sea privada de uno o
parte de sus miembros por intervención de una jurisdicción extraña y sólo puede
suceder esto, con la autorización que la propia asamblea dé en la forma
constitucional antes expresada; y si es verdad que el fuero tiende a proteger la
independencia y autonomía de un poder frente a los otros, esto no implica revestir
a sus miembros de impunidad, sino que condiciona la intervención de otras
jurisdicciones a la satisfacción de determinados presupuestos que sólo pueden ser
calificados por la cámara relativa, y mientras no exista el consentimiento de la
asamblea, ninguno de sus miembros puede ser enjuiciado por otra autoridad....”

(Quinta época, primera sala, Semanario Judicial de la Federación LXXXVIII, página


327).

2.5 Procedimiento de juicio político


Para comenzar este punto, es pertinente indicar que precedentemente de
la reforma constitucional de 1982, el procedimiento de juicio político estaba
establecido en el anterior artículo 111 constitucional, de acuerdo con el cual
se concedía acción popular para denunciar, ante la Cámara de Diputados, los
delitos oficiales cometidos por los altos funcionarios de la Federación en el
ejercicio de sus funciones.
La Cámara de Diputados tramitaba la primera fase del procedimiento, y
si consideraba que había lugar a acusar al funcionario ante el Senado, sostenía
la acusación por medio de una Comisión de su seno.
El Senado, después de oír al acusado y de practicar las diligencias que
estimara convenientes, resolvía en definitiva sobre la culpabilidad o no del
mismo, por mayoría de las dos terceras partes del total de sus miembros.
Si el fallo era de culpabilidad, el funcionario quedaba privado de su puesto
por virtud de tal declaración, o inhabilitado para obtener otro.
Si la conducta estaba tipificada como delito, el sujeto quedaba sometido
a los tribunales ordinarios competentes, para que lo juzgaran y castigaran
con arreglo a la ley penal.134
Ahora bien, tal régimen fue variado con la citada reforma constitucional
de 1982. El entonces artículo 111 fue sustituido por el 110 vigente.

Empero, el texto actual mantiene, en cierta medida, los lineamientos generales del
citado procedimiento para ser substanciado en dos partes:

135 la primera ante la Cámara de Diputados (actuando como órgano de acusación)


y la

segunda ante el Senado de la República (fungiendo como jurado de sentencia).136


Así lo expresa la exposición de motivos de la iniciativa de reformas
y adiciones al Título IV de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, que comprende a los artículos 108, 109, 110, 111, 112, 113, 114,
así como los artículos 22, 73 fracción VI base 4ª, 74 fracción V, 76 fracción
VII, 94, 97, 127 y 134”, que en su parte conducente indica:
La iniciativa preserva principios y procedimientos constitucionales
establecidos para determinar las responsabilidades de los servidores públicos:
el juicio político sustanciado en el Congreso de la Unión, el procedimiento
ante la Cámara de Diputados para proceder penalmente contra los altos
funcionarios públicos, durante el ejercicio de sus encargos, a los que hay que
ofrecer una protección constitucional para que la acción penal no se confunda
con la acción política, y la sujeción a responsabilidades civiles de todo servidor

público durante el ejercicio de su empleo, cargo o comisión.

SANCIONES DEL JUICIO POLITICO

Artículo 110. Podrán ser sujetos de juicio político los senadores y diputados al
Congreso de la Unión, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
los consejeros de la Judicatura Federal, los secretarios de Despacho, el Fiscal
General de la República, los magistrados de Circuito y jueces de Distrito, el
consejero Presidente, los consejeros electorales y el secretario ejecutivo del
Instituto Nacional Electoral, los magistrados del Tribunal Electoral, los integrantes
de los órganos constitucionales autónomos, los directores generales y sus
equivalentes de los organismos descentralizados, empresas de participación
estatal mayoritaria, sociedades y asociaciones asimiladas a éstas y fideicomisos
públicos. Los ejecutivos de las entidades federativas, Diputados locales,
Magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia Locales, en su caso, los
miembros de los Consejos de las Judicaturas Locales, así como los miembros de
los organismos a los que las Constituciones Locales les otorgue autonomía, sólo
podrán ser sujetos de juicio político en los términos de este Título por violaciones
graves a esta Constitución y a las leyes federales que de ella emanen, así como
por el manejo indebido de fondos y recursos federales, pero en este caso la
resolución será únicamente declarativa y se comunicará a las Legislaturas Locales
para que, en ejercicio de sus atribuciones, procedan como corresponda. Las
sanciones consistirán en la destitución del servidor público y en su inhabilitación
para desempeñar funciones, empleos, cargos o comisiones de cualquier naturaleza
en el servicio público. Para la aplicación de las sanciones a que se refiere este
precepto, la Cámara de Diputados procederá a la acusación respectiva ante la
Cámara de Senadores, previa declaración de la mayoría absoluta del número de
los miembros presentes en sesión de aquella Cámara, después de haber
sustanciado el procedimiento respectivo y con audiencia del inculpado. Conociendo
de la acusación la Cámara de Senadores, erigida en Jurado de sentencia, aplicará
la sanción correspondiente mediante resolución de las dos terceras partes de los
miembros presentes en sesión, una vez practicadas las diligencias
correspondientes y con audiencia del acusado. Las declaraciones y resoluciones
de las Cámaras de Diputados y Senadores son inatacables.

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