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La comunicación,

un sendero
RAZÓN Y PALABRA, Número 1, Año 1, enero-febrero 1996

IDEOLOGÍA Y MEDIOS:
COMUNICACIÓN CONSERVADORA
Mario A. Revilla Basurto

En el presente texto se trata de ofrecer una versión de la relación entre la


ideología y la comunicación. Se parte de un concepto clave en el pensamiento
marxista, con la intención de ponerlo a tono con el papel que la comunicación
juega en la sociedad actual. No se pretende demostrar la carga ideológica de
los mensajes que pueblan los medios de comunicación, más bien se parte de
esta certeza para intentar establecer las consecuencias o, mejor aún, los usos
que la sociedad le da a la comunicación.

I Comunicación institucionalizada

Para entender lo que pasa - y buena parte de lo que nos pasa - por los medios
de comunicación es necesario darles una perspectiva que los trascienda: la
comunicación pública ha existido como forma específica de interacción social
desde que el hombre se ha organizado en comunidad y ah generado una
conciencia de su ser colectivo. Los modernos que recurren a sofisticadas
tecnologías son la parte evidente de una de las formas que ha adoptado esta
actividad.

Se entiende por comunicación pública, una de las actividades destinadas a


proveer de la información necesaria para la reproducción de la comunidad o
que interesa a ésta en conjunto. Cabe notar que este tipo de información es
proporcionada en general, por las instituciones enculturizadoras, entre ellas,
los medios de comunicación. Éstos han alcanzado, en las sociedades
modernas, un lugar protagónico en esta actividad. Son resultado de la
necesidad social de asegurar este tipo de información. Por ello las sociedades
la han institucionalizado asignando recursos materiales y económicos, así
como personal más o menos especializado a la realización de esa tarea. Por
supuesto que el carácter de especialización y complejidad de estos sistemas de
comunicación ha ido evolucionando, de un menor a un mayor grado, a lo
largo de la historia, hasta llegar a la comunicación de masas, el tipo más
evolucionado de los sistemas institucionalizados de comunicación.

Este modelo se caracteriza principalmente porque recurre a tecnologías que


permiten producir y distribuir en masa sus productos comunicativos -
periódicos, noticieros, etc. - y requiere de un altísimo grado de especialización
en sus agentes incorporados. Las organizaciones que realizan esta actividad se
diferencian de hecho y a aveces de derecho, de otras instituciones públicas -
iglesia, gobierno, etc.

Un sistema de comunicación institucionalizado se caracteriza por: 1)


considerar como institución de la comunidad a la organización que se
encargue de la comunicación pública - sin perjuicio de que se construya
formalmente como organización privada. 2) Se especializa en tratar asuntos
relativos a las instituciones sociales. 3) Los temas que trata están más o menos
formalmente prescritos, así como el propio tratamiento. 4) Sus productos
gozan de confiabilidad y autoridad. Y 5) el sistema establece quienes
intervienen como comunicantes, y a veces hasta el lugar y el momento.

Viene bien un comentario sobre la primera característica anotada. El carácter


de la propiedad de la organización o empresa que realiza la comunicación,
pública o privada, no impone condiciones de trabajo especiales o diferencias
clave en los procedimientos ni en los productos; así lo demuestran los estudios
que se han ocupado en analizar el comportamiento y la producción de estas
organizaciones bajo distintos regímenes de propiedad, tanto en países
capitalistas, como en países del bloque socialista y aun en países como España
que han vivido una transición desde la dictadura franquista, hasta un gobierno
socialista. Este es un ejemplo de la relación no determinista entre la estructura
y las instancias superestructurales que hemos postulado como paradigma de
este trabajo.

Por nuestro análisis resultan de capital importancia las características segunda


y tercera. La especialización en comunicar acerca de instituciones sociales
quiere decir no solo que los referentes serán el gobierno, la política, el
mercado y las finanzas, así como la religión, la educación y la familia o sus
desviaciones, narcotráfico, etc; quiere decir también que ahí se anuda buena
parte del universo de las representaciones compartidas. La comunicación
ayuda a reproducir y a legitimar a las instituciones sociales, las cuales a su vez
acotan la vida social dotándola de coherencia y legalidad. La comunicación
institucionalizada cumple funciones de conservación, en el sentido de
reproducción, y cuando es apropiada por las esferas de acción
teleológico/estratégica y/o normativizante se tornan en funciones
conservadoras, en términos de no cambio o ideológicas.
Las temáticas se establecen - característica 3 - entonces, con base en criterio
de pertinencia que distingue, entre todos los sucesos, solo aquellos que se
consideran de interés general porque afectan al grupo y entre éstos, solo unos
cuantos serán tratados: los considerados más relevantes según un cruce de las
expectativas sociales y las de la propia empresa de comunicación. Hemos
anotado un primer filtro o paso entre la realidad y el conocimiento y
valoración que de ella se hace o entre la realidad y su re- presentación. Hay
que señalar también, como segundo filtro, que los temas así seleccionados,
además, son sometidos a un tratamiento basado en estructuras narrativas
elementales - con lógicas de exclusión - que contribuyen a ordenar el relato y
la presentación del mundo con unas valoraciones y no otras, es decir, un cierto
sentido.

Con lo hasta aquí expuesto queda claro que si bien las organizaciones - y
personas dentro de éstas - que tienen a su cargo la producción y difusión
institucional de comunicación tienen un margen de decisión y maniobra
amplio, no es ilimitado. Es decir, estructuralmente tienen que cumplir ciertas
expectativas, las cuales determinan su quehacer. Por otra parte, ellos mismos
están envueltos, forman parte de la comunidad, son afectados por los intereses
y necesidades colectivas y tienen interiorizados los valores del grupo. De
hecho, muchas veces no son conscientes de que, por ejemplo, más que usar
unas estructuras narrativas, están atrapados por ellas como resultado de su
enculturación.

Cada relato, sea o no de ficción, que puebla los medios de comunicación,


formalmente, es una decisión de un profesional o de un dueño; socialmente,
empero, son decisiones en donde se proyectan los procesos de socialización
que también estos actores viven - de ahí que Bourdieu los designa como
"agentes" -, a la vez que esos relatos deben cumplir, al parecer, con
características impuestas culturalmente y con funciones sociales
reproductivas: deben ofrecer modelos de orden o códigos, y visiones del
mundo socialmente compartidas, compatibles con el orden social existente.
Cumplen funciones ideológicas porque en buena medida, ese es el papel de la
comunicación institucionalizada: proveer la información necesaria para la
producción y reproducción social.

Por último, cabe insistir: al estar prescrito el funcionamiento del sistema de


comunicación, la presencia de cualquier tipo de relatos, ya sean policiacos,
melodramáticos, periodísticos, publicitarios o de divulgación, no es casual ni
gratuita, son el repertorio de relatos con que se cubre la gama de temas y
ámbitos necesarios para la reproducción social y ningún relato o tipo de
relatos abarcarán la totalidad del repertorio de las representaciones sociales.

II. El problema de la ideología


Como en otros asuntos de las ciencias sociales y las
humanidades, la obra de Marx representa un punto nodal en el
tratamiento de la ideología. El problema de las ideas que
reproducen/imaginan/ordenan la realidad nos viene de muy
lejos. Sobre ello habían recapacitado entre Bacon, Holbach y
Helvetius. El vocablo es acuñado por Destutt de Tracy. De este autor partirá
una de las dos tradiciones para entender la ideología: como una teoría de las
ideas, que se preocupa por el origen y formación de éstas . Suele decirse que
con Bonaparte surge la otra tradición: aquella que postula las ideologías como
ideas erróneas o desviadas.

Es decir, el concepto de ideología ha sido planteado a lo largo de la historia de


las ciencias sociales o como una teoría de las ideas, una vertiente que
podemos designar como sociológica, que se plantea el cómo surgen las ideas y
a éstas se las entiende como un proceso de conocimiento y valoración de la
realidad, o bien, como una ilusión de conocimiento, esto es, como un
conocimiento desviado, vertiente que podemos designar como propiamente
epistemológica. Para Eugenio Trías la originalidad de Marx consiste en haber
cruzado ambos planteamientos, proponiendo así que el origen de las
representaciones sobre el mundo es indisociable del problema de cómo es que
se producen y sobre todo, cómo es que se validan.

Así pues, si entiendo bien, para Marx la ideología es como un sistema de ideas
de diversa índole - jurídicas, artísticas, filosóficas, etc. - que representan al
mundo, por tanto se puede interpretar como una expresión que se construye
desde la posición que en ese mundo se ocupa, así como de las acciones que se
realizan y de las relaciones y compromisos que se traban. Sistema de
percepción/expresión/acción sobre y en el mundo real. Y, a la vez, Marx
entiende que tal sistema no es válido - científico - pues no critica ni cuestiona
a la realidad, sin embargo el error no puede ser considerado en tanto que
carezca de correlato empírico, sino en tanto que no trasciende la realidad
inmediata percibida. De ahí el que las críticas tal vez las más duras, de Marx,
se dirigen a quienes proponiendo un discurso científico, hacen ideología: el
orden social es estructurado por leyes que escapan a la percepción inmediata,
para Marx el papel de la ciencia será descubrir esas leyes que ordenan al
sistema y postula que parte de ese orden son las ideologías. Las ideologías son
un sistema ordenado de ideas, que explican o describen la realidad para dotar
de coherencia a las acciones humanas; como tales explicaciones parten de lo
evidente y regresan a lo evidente sin que medie crítica alguna, ofrecen una
visión perfectamente articulada con la realidad inmediata, generando una
sensación de conocimiento que se sustenta en algún nivel de control sobre esa
realidad.

Resulta claro que la "ideología en los medios" apunta a algo más profundo
que una noticia inexacta o de plano amañada, como las marchas que son
presentadas como la causa de los embotellamientos de tráfico. Eso no es
ideología, es comunicación incompleta. Lo ideológico está por detrás, en los
valores que sustentan esas comunicaciones. Por ejemplo, la opinión pública,
convertida en un ente indefinido, puesto como interlocutor del poder; o la
noción de "orden social", que precede y hace necesario y hasta legítimo aquel
diálogo espectacular; o la ciencia como verdad inapelable; o la promesa de
que el esfuerzo es la fuente de la dicha; o finalmente, todas esas nociones
abstractas como la Ley o la Nación que están "por encima" de los individuos.
Y ese "estar por detrás" de lo ideológico, no se realiza solamente en los
valores que densan los contenidos de la comunicación, sino también en las
estructuras o formas de pensamiento, sobre todo narrativas, que la vertebran.
La ideología opera, entonces, en el nivel de preservar un orden, un orden que
es el orden de un sistema y que se hace pasar como si fuese el mejor Orden
Social. La función ideológica es fácil montable en la comunicación
institucionalizada porque, como decíamos en el aparato anterior, "gran parte
de la comunicación tiene por objeto reproducir un repertorio de
representaciones colectivas muy estables, representaciones que conservan un
modelo del mundo compartido por los miembros de una sociedad".

III. Ideología y comunicación

1. Ideología y ciencias sociales

En el análisis de la ideología viene bien revisar algunos aportes de las ciencias


sociales. Por ejemplo, la psicología sociales nos ha demostrado que "la
naturaleza humana tiene horror al vacío", al no sentido que le provoca
angustia. De ahí la necesidad de generar representaciones individuales que
acoten y nos ubiquen en el continuo de la vida - productiva, política, afectiva.
Una especie mental o los espacios mentales compartidos - representaciones
sociales.

"La relación del conocimiento con la realidad social podría calificarse como el
gran estupor; asombro que surge de lo indefinido, es decir, de la infinitud de
definiciones posibles" y que provoca incertidumbre, angustia, por la
imposibilidad de controlar la situación. Mientras que "la relación del hombre
cara a los 'datos' es la clasificación lógica. En este último caso desaparece el
estupor al mismo tiempo que la neutralidad del sujeto respecto a los objetos".

La sociología nos enseña también que las acciones, relaciones, compromisos,


aspiraciones y logros y todo lo demás que conforma la trama de la vida social
sonvividas a partir de dispositivos de percepción/apreciación sólidamente
estructurados, - dispositivos que se construyen desde la posición y relaciones
que "objetivamente" se realizan, a la vez que estos dispositivos estructuran o
pre-disponen "principios generadores y organizadores de prácticas y
representaciones" .
Con todo esto queremos establecer que el hombre coloca su
subjetividad en un mundo objetivo - ecológico -, construye también su
experiencia trabando relacionesen un medio socio-político y en un universo
simbólico, poblados de signos y códigos que dotan de orden y sentido a las
experiencias en los tres mundos. Dialécticamente, estas experiencias, o sea,
las posiciones e interacciones en los mundos, estructuran a ese universo
simbólico. El mundo objetivo establece las condiciones y posibilidades de
existencia, el de las normas y símbolos establecen los horizontes y las
cualidades de la propia existencia social.

La operación ideológica consiste entonces, en una transposición: la realidad


deja de ser ordenada - puesta en orden - por el modelo, pasa a ser objeto del
modelo, es decir, ordenada en tanto que Orden que se dicta. Se puede decir
que la ideología se sirve de la realidad para reproducir un modelo de orden,
para reproducirse.

El mundo es un conjunto de hechos desprovistos de sentido, por tanto,


susceptibles de adoptar cualquier principio o modelo ordenador. La ideología
es el modelo que logra imponerse, que logra imponer su lógica de
ordenación/interpretación del mundo social. Pero no cualquier modelo puede
imponerse arbitraria o gratuitamente como ideología, requieren ser "modelos
reconocibles en el entorno o fácticamente posibles", deben ofrecer
comportamientos posibles y aceptados dentro de las situaciones más
probables: debe ofrecer una teoría de la sociedad y una ubicación cognitiva y
afectiva para el sujeto en ese entorno.

Un análisis dialéctico de la ideología permitirá percibir que si bien en el curso


de la Historia la ideología cumple un papel negativo al comprometer el
desarrollo, socialmente - en un estado de cosas - es positivo pues otorga
cualidad a la vida social. En un periodo instituyente, establecer una visión del
nuevo estado de cosas, permite articular la experiencia con la representación,
por tanto regular y garantizar la acción. Sin embargo, una vez instituido, esa
visión única impide la incorporación de innovaciones y pierde capacidad para
advertir los emergentes fuera de programa, entonces esa visión modélica
deja de cumplir su función articuladora, pierde eficiencia explicativa. La
acción pierde el sentido: por esto la ideología retarda el cambio, en su afán por
sostener un sistema, puede en el límite, comprometer la reproducción o
viabilidad de la sociedad.

2. Postulados para el análisis

Si de lo que se trata es de analizar la capacidad y/o posibilidad de ejercer


algún control a través de la comunicación, habrá que distinguir dos niveles:
qué aportan los medios de comunicación y qué ocurre en las conciencias para
que acepten como propias las visiones del mundo que les son propuestas, aún
cuando puedan ser contrarias a sus intereses objetivos. Este es
uno de los grandes retos para un análisis de la comunicación
que pretenda seguir el pensamiento marxista, pues "ni los
mecanismos expresivos que intervienen en la producción de
relatos, ni los procesos cognitivos responsables de las
representaciones ideológicas, fueron investigados por Marx";
sin embargo, en su obra se pueden rastrear los niveles de
reflexión para averiguar la intervención de las ideologías en el
control social: 1) cómo se producen las ideas, qué agentes e
instituciones realizan esta tarea; 2) cómo, por qué se
interiorizan, o sea, las funciones subjetivas de la conciencia; 3)
habrá que establecer la relación entre esas creencias y los
comportamientos.

Sabemos que todo individuo desarrolla representaciones sobre la realidad.


Estas representaciones provienen en buena medida, de sus intercambios
comunicativos con otros miembros de su comunidad. Cuando una
interpretación es compartida por todos los miembros de una comunidad, se
entiende que es una representación social, la cual resalta unos datos - y no
otros - y ciertas evaluaciones - en lugar de otras - para dar cuenta de algún
aspecto de la realidad. Para que un relato participe en los procesos de control
social, debe contener representaciones sociales, en eso se basa la eficiencia
ideológica.

3. Ideología y melodrama

En el curso del ensayo, de alguna manera, se ha contestado quiénes producen


y difunden se ha comentado la necesidad de modelar el mundo. Ahora
tratamos de averiguar la relación entre las creencias y los comportamientos
revisando cómo se organizan los relatos melodramáticos y la manera de
apropiárselos por el público que los consume.

Sabemos que el melodrama, tal como lo conocemos hoy, nace en 1880


con Celina o la hija del misterio, de G. de Pixerecourt. Es el resultado de una
serie de cruces entre prácticas populares y folklóricas, antepuestas a los
espectáculos cultos como teatro u ópera. Estas prácticas populares eran los
teatros callejeros, el circo y diversas fiestas paganas, que imprimirían un estilo
de representación escénica y un repertorio de expresiones, basada en la
exageración grosera que intenta reproducir la intensidad de los sentimientos.
Las temáticas también surgirían de la vida, experiencias y personajes del
populacho de aldeas y ciudades. Los temas preferidos en esos espectáculos
callejeros eran la brujería, las vidas de los santos y personajes evangélicos y lo
relativo a la vida doméstica, con el tiempo cada una de esas temáticas daría
origen a su género. Es cuando aparece en escena el melodrama, el cual se
especializará en los asuntos del hogar y el corazón.
Al aparecer, cabe ubicar esa aparición del melodrama durante el principio de
la consolidación del modelo burgués de familia y del amor. Este género tiene
pues, una vigencia de casi 300 años - y su modelo narrativo al menos de 2000.
Por supuesto que ha experimentado cambios en sus referentes y en algunos
temas, no así en sus valores ni mucho menos en su estructura; o sea que ha ido
asimilando emergentes sin cambiar su esencia. Ahí encontramos
representaciones sociales que se consolidan y que por la fuerza de la
repetición se hacen modo de vida. Resulta fácil imaginar cómo las personas
que consumen estos relatos pueden formarse una idea de lo que puede y debe
ser un noviazgo, un matrimonio, una madre, cómo adecúan es información a
su experiencia, reproduciendo así el modelo aprendido e introduciendo
algunos ajustes: la realidad nunca es como los relatos. Pero el proceso se
puede analizar exactamente al revés: cómo desde un modelo más o menos
consolidado se prescriben acciones posibles/deseables, por tanto congruentes
y que las personas buscan realizar, cómo entonces, un agente aplica a relatos
el modelo, pero solamente cuando los valores del modelo han sido asumidos
socialmente.

Lo verdaderamente interesante, parece, es analizar cómo es que operan estos


procesos, qué cambia y que no cambia. Cómo es que el melodrama ha sido
vehículo/reflejo de ciertos cambios, consecuentes con el sistema, y cómo ha
dejado de lado/negado otros que podrían complicar la conservación del
sistema.

Por ejemplo, la incorporación de la mujer al trabajo productivo es un


fenómeno muy anterior a la década de los 60, sin embargo, tal propuesta es
retomada en los melodramas hasta finales de esa década o principios de la
siguiente, paradigmáticamente habría que recordar a Simplemente María. Sin
embargo, en ese relato, las relaciones previas al matrimonio siguen siendo
fuertemente sancionadas, a tal grado, que esa culpa será la fuente de todas las
desgracias que afrontará la exitosa diseñadora de modas; a fines de los 60, la
liberación sexual era un asunto que se discutía con vehemencia. Ahora bien,
cierto que melodramas anteriores hablaban de mujeres que trabajaban, pero en
situaciones excepción o coyunturales, mientras se casaban o en la viudez y en
labores que son una extensión del quehacer doméstico: secretaria, enfermera,
maestra. En Simplemente, el trabajo se presentó en un nivel directivo y como
un elemento de realización del personaje. Pero de hecho, hasta ahora, no se ha
planteado todavía, la realización femenina basada en su profesión al margen
del hogar y lo amoroso.

Es decir, el melodrama como práctica comunicativa conservadora, solo


incorpora lo nuevo cuando ya es una práctica aceptada socialmente. La toma,
obviamente, como si siempre hubiera sido parte del universo doméstico y
como tal la preservará, muchas veces, aun cuando sus condiciones sociales
hayan cambiado. De ahí el carácter, ideológico/ideologizanate, de los relatos
tipo arte de masas. Así nos explicamos la convivencia en un
mismo tipo de relatos de valores aparecidos en momentos
históricos distintos. De ahí también la dificultad para
desmontar esos discursos.

El melodrama logra incorporar unas novedades y negar otras porque se


vertebra en un modelo lógico que permite avalar unas acciones y reprobar
otras. Este modelo, con sus 2 mil años de vigencia, forma parte de los
procesos de enculturación, está en el imaginario colectivo, es una forma
socialmente compartida de ordenar el espacio de la vida doméstica: estructura
las percepciones del público desde antes que vea la telenovela. Consta de dos
niveles, la estructura lógica de inclusión/exclusión y la oferta de valores
esenciales de la convivencia humana.

1) Estructura lógica. Los melodramas se configuran con una fórmula muy


simple (A+/R+//A-/R-): a Acciones buenas, corresponden Resultados
exitosos, los cuales acciones y resultados, se oponen a Acciones malas que
serán castigadas. Es decir, frente a situaciones concretas el melodrama ofrece
repertorios de conductas a seguir y de conductas prohibidas. La simpleza del
modelo es lo que le da su potencia. Entonces, en términos narrativos, algún
personaje será el malo y otro el bueno.

2) Valores humanos propuestos. La oposición evidente Bien vs Mal,


representa a otra oculta, Orden vs Caos, principio de toda organización, el
melodrama se puede entender como la lucha humana perenne por construir y
preservar un orden armónico, siempre amenazado por principios de
desintegración. El orden está representado por acciones virtuosas que hablan
de cohesión, permanencia y colaboración; el desorden está representado por
pecados que hablan de falta de reconocimiento e insolidaridad.

Aquí mismo se puede apreciar cómo se teje la trama de ideas viejas con
nuevas para mantener la tensión tradición-adecuación. La antigüedad del
modelo católico de pecados y virtudes se lía con la tradición burguesa de
acción vs pasión: los pecados son definidos como (malas) pasiones y las
virtudes como acciones. Cabe recordar que la moral y la ciencia burguesas
señalaron a la pasión como un impedimento del conocimiento y un defecto de
la acción. Este montaje virtud/acción, pecado/pasión es otro ejemplo, dicho
sea de paso, de la autonomía entre estructuras objetivas y representaciones.

Con lo expuesto podemos concretar cómo la ideología, en varios niveles, en el


relato melodramático. Cada nivel encuentra correlato teórico en los caracteres
que, según Lefebvre, asigna Marx a las ideologías:

1) El melodrama hace permanecer una noción religiosa montada en ideas


filosóficas. Lefebvre anota, "las ideologías refractan la realidad a través de las
representaciones ya existentes". Si bien este arreglo moderniza el relato,
sostiene la idea de un ser superior que decide la suerte de los hombres.

2) El melodrama recorta el universo social en ámbitos a los que no relaciona.


Al ocuparse de lo doméstico, los asuntos públicos aparecen, si acaso, como un
referente lejano, sin relación con lo familiar. De hecho, este fenómeno sucede
en la división por secciones que hacen los medios: diversión, deportes,
política, economía, cultura, etc. Lefebvre dice: las ideologías "parten de una
determinada 'realidad', pero se trata de una realidad parcial y fragmentada... no
por ello dejan de tener la ambición y la pretensión de presentarse como
totalidades".

3) Los melodramas se configuran sobre una estructura narrativa estable, la


cual pone en juego una lógica de exclusiones. Más que una forma de exponer
un relato, la estructura narrativa prefigura una forma de percibir la realidad. El
problema en este nivel es justamente la exclusión como código de percepción
de la realidad. Con Lefebvre encontramos que "las representaciones
ideológicas más elaboradas refluyen hacia el lenguaje. Proporcionan un
vocabulario, unas formulaciones, giros del pensar que son también
lingüísticos".

4) El melodrama plantea un muy interesante tejido de valores. Por un lado,


nos habla de valores humanos incontrovertibles: solidaridad, cohesión,
permanencia, realización personal. Mas por el otro lado, monta sobre ellos
descripciones o define qué entender: matrimonio monogámico, fidelidad,
respeto de las leyes; pero llama la atención la asociación del éxito al esfuerzo:
solo vale lo que se gana con esfuerzo, ya sea trabajando, ya soportando el
sufrimiento del conflicto sentimental. Esta es una lógica de explotación. Por
su parte, Lefebvre indica: "al tener un punto de partida y de apoyo en la
realidad o, más bien, en la medida en que lo tienen, las ideologías no son
enteramente falsas... En la historia de las ideologías, las representaciones
ilusorias y engañosas se mezclan a veces de modo indescifrable con los
conceptos... a los que sirve de vehículo... La selección entre los elementos de
la ideología se realiza post festum, lentamente, con la ayuda de un
pensamiento crítico más o menos radical".

5) Finalmente, el melodrama nos sirve para ilustrar la incapacidad de las


ideologías para enfrentar el cambio. Al encerrar circularmente sus
valoraciones sobre la pareja, el amor, la familia no han sido capaces de dar
cuenta, en términos de ofrecer pautas de acción, de asuntos como la
drogadicción, el SIDA, la homosexualidad, el divorcio, los embarazos no
deseados. Si nos fijamos bien, ninguna foto o telenovela ha dejado de
presentar como una desviación de la conducta como castigo por mala
conducta, estos fenómenos; el problema es que día a día crece la tasa de
abortos, divorcios, drogadictos, parejas homosexuales...
Es decir, los melodramas institucionalizados estarían llegando al límite de su
capacidad de medir entre la realidad y la idea que de ella ofertan. Si la
realidad social y sus procesos de evolución fueran lineales, cabría suponer o
una transformación seria del melodrama, al menos en sus temas, o su
desaparición como pérdida de su capacidad de atracción. Pero lo más seguro
es que los cambios, se dan, sean casi imperceptibles. Más bien podemos
esperar, como en otros momentos de crisis, que los melodramas se tornen más
conservadores y retrógrados, como una estrategia por reiterar seguridades
frente a esa realidad cambiante y cada vez más incierta, hasta que los cambios
solidarios en varios ámbitos quiebre esta parte del universo de las ideologías.
Entonces, la comunicación tendría uno de esos momentos en los que puede
participar también en el cambio.

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Fuente: http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n1/revilla.html

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