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CLASES DE ACCIONES DE LA SOCIEDAD ANÓNIMA

Dentro de la sociedad mercantil llamada sociedad anónima, las acciones juegan


un papel muy importante, pues es así como se conformará el capital social de la
misma, constituyen los títulos de crédito que representan la participación de los
socios en una parte alícuota,  es esencial tener conocimiento de  los tipos o clases
de acciones que pueden configurarse, las cuales a continuación mencionaré y
especificaremos en qué consiste cada una de ellas.

Son aquellas cuyo valor ha sido


íntegramente cubierto por el
accionista. Las acciones que se
entregan en representación de
aportaciones hechas en especie
ACCIONES LIBERADAS son siempre liberadas.
Son aquellas cuyo importe no está
totalmente pagado por el accionista.
La distribución de las utilidades y
del patrimonio social, en caso de
liquidación, se hará en proporción al
ACCIONES PAGADORAS importe exhibido de las acciones.
Son las que expresan en su texto la
ACCIONES CON VALOR parte del capital social que
NOMINAL representan.
Son aquellas que no hacen
referencia a parte alguna del capital
social; éstas no tienen cabida en
ACCIONES SIN VALOR nuestro derecho.
ACCIONES COMUNES Son aquellas que participen en las
utilidades en proporción a su valor
nominal.
Son las que establecen una
preferencia o ventaja en cuanto al
reparto de los beneficios sociales,
siempre y cuando con ello no se
origine la exclusión de uno o más
socios en la participación de las
ACCIONES ESPECIALES ganancias.
Las que se expiden en favor de una
persona determinada, cuyo nombre
se consigna en el texto mismo del
ACCIONES NOMINATIVAS documento.

Como podemos observar son distintas las formas que una acción de una sociedad
anónima puede configurarse, como son las acciones liberadas, pagadoras,  las
acciones con valor nominal y sin él, las comunes y especiales, además
encontramos a las preferentes o de voto limitado y las acciones nominativas, todas
ellas poseen un distintivo específico que no da lugar a confundirlas.

Transmisión de las acciones de la sociedad anónima: restricciones a la


libre transmisibilidad, transmisiones mortis causa

Cuando las acciones están representadas por medio de títulos, éstos podrán ser
nominativos o la portador. Tal distinción es aplicable exclusivamente a los títulos
que representan las acciones.
Los títulos de las acciones deberán ser necesariamente nominativos en los 4
supuestos siguientes:

 Cuando su transmisibilidad esté sujeta a restricciones.


 Cuando lleven aparejadas prestaciones accesorias.
 Cuando así lo exijan disposiciones especiales.
 Mientras no se haya desembolsado enteramente su importe.

La distinción entre acciones nominativas y al portador tiene trascendencia tanto en


la documentación de las acciones como en el régimen de su transmisión. En tanto
no se emitan los títulos, se podrán entregar a los accionistas unos resguardos
provisionales que han de revestir necesariamente la forma nominativa.
Con relación a la legitimación del accionista conviene advertir que el socio titular
de las acciones al portador no ha de presentar necesariamente el título para el
ejercicio de sus derechos de accionista, sino que puede estar legitimado mediante
un certificado que acredite el depósito de los títulos en una entidad autorizada
para ello, que normalmente será una entidad de crédito. En caso de acciones
nominativas tampoco es necesaria la exhibición del título, ya que la sociedad
posee un libro - registro de acciones nominativas.
Formalidades del título
El título de la acción y también los resguardos provisionales han de expresar un
conjunto de circunstancias exigidas por la ley, que se refieren:

 A la sociedad: denominación, domicilio, capital social, en general datos


identificadores.
 A las características de la propia acción: valor nominal, número, serie, etc.
 Su condición de nominativa o al portador.
 Otras circunstancias, debiendo en todo caso extenderse en libros talonarios
que estarán numerados correlativamente.

Todo accionista tendrá derecho a recibir los títulos que le correspondan, si bien un
mismo título podrá incorporar una o más acciones de la misma serie.
Si las acciones son nominativas, han de figurar en un libro - registro que llevará la
sociedad, en el que se inscribirán las sucesivas transferencias de las acciones, así
como la constitución de derechos reales y otros gravámenes sobre ellas.
Aunque el accionista tiene derecho a que la sociedad le entregue el título, tal
derecho puede sustituirse, como viene haciéndose tradicionalmente, por una
certificación en la que consten las acciones que el accionista tiene inscritas a su
nombre. Estas certificaciones se denominan en la práctica "extractos de
inscripción".
Transmisión de las acciones
Puede afirmarse que la transmisibilidad de la acción es un principio connatural a
toda sociedad anónima (Art. 34 ,LSC, Art. 116 ,LSC, Art. 120 ,LSC y Art.
123 ,LSC)
La transmisión de las acciones se produce conforme a los principios generales de
nuestro ordenamiento, mediante el acuerdo entre las partes o negocio de
disposición y la entrega de la cosa. Ha de producirse, por tanto, un negocio de
transmisión (normalmente una compraventa) y la entrega de los títulos.
Si las acciones son al portador, la simple tradición del documento producirá su
transmisión. Si las acciones son nominativas, su transmisión ha de inscribirse en
el ya mencionado libro-registro, y la sociedad solo reputará accionista a quien se
halle inscrito como tal en dicho libro. Ahora bien, antes de esa inscripción, la
transmisión ha podido reflejarse en el propio título a través de un endose, al que
se aplican las normas de la Ley Cambiaria y de Cheque. Presentado el título con
el endoso a los administradores, éstos deberán inscribir la transmisión en el libro-
registro.
El régimen de la circulación de las acciones y la legitimación de su titular, operan
al margen del registro mercantil, por consiguiente, no podrá inscribirse en éste el
embargo o la traba que se decrete judicialmente sobre las acciones.
Restricciones a la libre transmisibilidad de las acciones.
Las acciones son, en principio, libremente transmisibles, ya que uno de los
principios que caracterizan a la Sociedad Anónima es precisamente el de la libre
transmisibilidad de las acciones. Dicha transmisibilidad tiene como presupuesto
que la sociedad esté inscrita en el registro mercantil, ya que hasta que no se
produzca esta inscripción no pueden entregarse ni transmitirse las acciones.
Sin embargo, los estatutos sociales pueden establecer restricciones a la libre
transmisibilidad de las acciones; restricciones que sólo serán validas frente a la
sociedad si están expresamente impuestas por los estatutos, recaigan sobre
acciones nominativas e indiquen el contenido de la restricción. Las cláusulas
estatutarias no solo pueden ser establecidas en los estatutos originarios, es decir,
en los redactados en el momento de la fundación de la sociedad, sino con motivo
de una modificación de los mismos. Ahora bien, en este caso se establece una
norma especial consistente en que los accionistas afectados que no hayan votado
a favor del acuerdo no quedan sometidos a él durante e plazo de tres meses
contados desde su publicación en el Boletín Oficial del Registro Mercantil.
Las distintas clases de cláusulas limitativas son muy frecuentes en las sociedades
"cerradas" (familiares o de pocos socios). La Ley de Sociedades de capital ha
querido paliar los efectos de éstas cláusulas estableciendo algunas normas sobre
ellas:
Son nulas las cláusulas que hagan prácticamente intransmisible la acción.
Podrán inscribirse en el registro mercantil las cláusulas estatutarias que prohiban
la transmisión voluntaria de las acciones durante un período de tiempo no superior
a los 2 años.
No es inscribible la cláusula que establece que habrá de tenerse en cuenta "el
mero valor contable", ya que tal valor no tiene en cuenta "la indudable relevancia
económica de los elementos inmateriales como la clientela y las expectativas, y en
general, el denominado fondo de comercio, así como la actualización de los
valores de algunas partidas".
Clasificación de las diversas cláusulas:

1. Las que establecen un derecho de adquisición preferente: que normalmente


es a favor de los demás socios, pero que también puede ser a favor de la
sociedad. La ley dice que cuando se reconozca un derecho de adquisición
preferente a favor de los accionistas, se expresarán de forma precisa las
transmisiones en las que existe la preferencia.
2. Las que subordinan la transmisión a la autorización de la sociedad: de la
que nos ocupamos a continuación.
3. Las que establecen que el adquirente debe reunir ciertas condiciones:
supuesto en el que habrá de señalarse de forma objetiva las características
o condiciones del adquirente.

Especial referencia a las cláusulas de autorización o consentimiento: estas


cláusulas implican mayores riesgos para obstaculizar la transmisión de las
acciones que las cláusulas que reconocen un derecho de adquisición preferente a
favor de los socios. Por esta razón la ley declara que sólo son admisibles las
cláusulas de autorización cuando los estatutos mencionen las causas que
permitan denegarla, con lo que se ha restringido de una forma importante la
discrecionalidad en el otorgamiento de esa autorización.
Salvo prescripción contraria de los estatutos, la autorización será concedida o
denegada por los administradores de la sociedad. Transcurrido un plazo de dos
meses desde que se presentó la solicitud de autorización sin que la sociedad haya
contestado a la misma, se considerará que la autorización ha sido concedida.
La doctrina de la Dirección General del Registro y el Notariado ha sido
relativamente flexible a la hora de autorizar ciertas cláusulas de esta clase que, a
nuestro juicio, deberían no admitirse. Porque en el funcionamiento de las cláusulas
restrictivas de la libre transmisibilidad de las acciones debe de mantener el
principio de igualdad de tratamiento de todos los accionistas.
Este régimen sobre las cláusulas de autorización o consentimiento será aplicable,
salvo disposición contraria de los estatutos, a la autorización de la sociedad en el
caso de transmisión de acciones cuya titularidad lleve aparejada la obligación de
realizar prestaciones accesorias.
Supuestos especiales: Transmisiones mortis causa
Las restricciones estatutarias a la transmisibilidad de las acciones sólo serán
aplicables a las adquisiciones por causa de muerte cuando así lo establezcan
expresamente los propios estatutos.
En este supuesto, para rechazar la inscripción de la transmisión en el libro registro
de acciones nominativas, la sociedad deberá presentar al heredero un adquirente
de las acciones u ofrecerse a adquirirlas ella misma por su valor razonable en el
momento en que se solicitó la inscripción, de acuerdo con lo previsto para la
adquisición derivativa de acciones propias en el Art. 146 ,Ley de Sociedades de
Capital
Se entenderá como valor razonable el que determine un experto independiente,
distinto al auditor de la sociedad que, a solicitud de cualquier interesado, nombren
a tal efecto los administradores de la sociedad.
Esto anterior, será de aplicación cuando la adquisición de las acciones se haya
producido como consecuencia de un procedimiento judicial o administrativo de
ejecución.
¿Cómo puedo transmitir una acción o parte social?
Lo primero que debes tener presente es que existen distintas formas de
transmisión por actos jurídicos mercantiles como civiles; a saber:

Acciones

Según el artículo 111 de la Ley General de Sociedades Mercantiles (LGSM)


son títulos de crédito nominativos.

Esto significa que en términos de los artículos 5o. y 23 de la Ley General de


Títulos y Operaciones de Crédito (LGTOC) que una acción es el documento
necesario para ejercitar el derecho literal en él consignado, expedido a favor de
una persona, cuyo nombre se designa en el texto mismo del documento; por tanto,
es transmisible por endoso y entrega del título mismo e inscripción de la
transmisión en el libro de registro de acciones (arts. 26, LGTOC y 129, LGSM).

Cabe precisar que esto no impide que las acciones puedan transmitirse por
cualquier otro medio legal, pues como bien mueble que son, de acuerdo con lo
establecido en el artículo 755 del Código Civil Federal, pueden cederse por
cualquiera de las formas de transmisión de propiedad que este ordenamiento
regula.

Libertad de transmisión y sus restricciones

Toda vez que la acción es un documento destinado a la circulación, es un título


eminentemente negociable por lo que va contra su naturaleza su restricción a
circular. De ahí que el accionista tenga la libertad de trasmitirla a quien lo desee, y
no solo se transfiere a través de un negocio voluntario traslativo de dominio, sino
también por remate, enajenación forzosa y por acto de última voluntad.

Por ello se infiere que en materia mercantil puede transferirse por endoso,
mientras que civilmente mediante contrato de compraventa; herencia o legado;
adjudicación judicial; donación, o cualquier otro medio general de transmisión de la
propiedad reconocida en el derecho mexicano.

No obstante generalmente existen restricciones en los estatutos, como la


contenida en el artículo 130 de la LGSM que al efecto señala: “En el contrato
social podrá pactarse que la transmisión de las acciones solo se haga con la
autorización del consejo de administración. El consejo podrá negar la autorización
designando un comprador de las acciones al precio corriente en el mercado.

En los casos de ejecución prendaria y de remate por incumplimiento lo anterior


resulta aplicable, toda vez que el juez debe dar vista a la sociedad con la venta
forzosa que decrete, a efecto de que esta proponga un comprador, al precio que
se fije en dicho acto. Sin embargo, en la transmisión por muerte, no opera porque
se constituiría una limitación indebida al derecho de suceder del heredero o
legatario.
También tienes que considerar que existen otras prohibiciones estatutarias, tales
como:

 que las acciones se:


o  enajenen a determinada persona o bien a algún competidor de la
sociedad, o
o transmitan a quienes no tengan las calidades que impongan a los
socios, y

 la concesión a los socios del “derecho del tanto”, es decir, que los
accionistas deban ser preferidos en caso de que alguno de ellos quiera vender sus
acciones

Partes sociales

En las sociedades de responsabilidad limitada, en nombre colectivo y comandita


simple, los derechos de los socios están en las partes sociales, las cuales no
pueden estar representadas por títulos negociables, a la orden o al portador, y
solo son transmisibles en los casos y requisitos que la Ley General de Sociedades
Mercantiles (LGSM) prevé. El numeral 58 de ese ordenamiento señala que:

 se excluye la libre transmisibilidad, ya que se sujeta a la aprobación de los


socios y si se niegan a aprobarla, la decisión es absoluta
 bastará con el consentimiento de los socios que representen la mayoría del
capital social, excepto cuando los estatutos dispongan una proporción mayor
 la asamblea de socios, como órgano supremo de la sociedad, está
facultado para consentir en las cesiones de las partes sociales (art. 78, frac. IX)
 es válido el pacto estatuario que prohíba las transmisiones. Sin embargo, la
transmisión mortis causa opera de pleno derecho, no requiere acuerdo de los
socios, y
 la parte o partes del socio muerto se transmite a su o sus herederos, salvo
que el contrato social establezca que la muerte constituya una causa de disolución
de la sociedad, o que se liquide la parte que corresponda al socio difunto

Las restricciones operan de manera total, es decir, tanto respecto a los socios,
como frente a terceros que pretendieran adquirirlas.

“Derecho del tanto” en transmisión autorizada en estatutos

Si la transmisión se consiente en el contrato social, el artículo 66 de la LGSM


concede a los socios que quisieran adquirir la parte social del socio enajenante,
el derecho del tanto.

Formalidad para la transmisión

La cesión de la parte social debe notificarse a la sociedad, requerir el acuerdo de


la asamblea de socios; además de inscribirse junto con el nombre y domicilio del
cedente y del cesionario, y de sus aportaciones en el “libro especial de socios” que
lleve la sociedad (art. 73).

La falta de inscripción no afecta a la cesión ni al derecho del adquirente frente a la


sociedad y a sus coasociados; en cambio, frente a terceros no surtirá efectos sino
después de la inscripción.

El libro puede ser consultado libremente por cualquier persona que compruebe un
interés legítimo.

Como puede apreciarse para las partes sociales no operan otras formas de
transmisión como en el caso de las acciones.

Acaba de fallecer uno de los socios de mi empresa. ¿Qué pasos


debemos dar? ¿Cómo puede ayudarnos el notario?

En las sociedades civiles, la muerte de cualquiera de los socios produce a priori


la extinción de la sociedad, a menos que previamente se hubiera pactado en el
contrato de sociedad la continuación de su actividad, bien entre los demás socios
partícipes, bien con el heredero. Las consecuencias son distintas en uno u otro
caso.
 En el primer caso, el heredero sólo tiene derecho a que se haga la
partición. ¿Qué ocurre con los bienes o el capital que aportó el socio fallecido?
La respuesta dependerá de la naturaleza de la sociedad, pero lo más común es
que, al constituirse ésta, lo aportado pase a ser propiedad común de todos los
socios. De esta manera, el heredero sólo tendría derecho a percibir las
ganancias (y las pérdidas en su caso) correspondientes a herencia, según lo
pactado, y en su defecto en proporción a la aportación. Es una cuestión un
tanto compleja pues, en muchos casos, la solución depende del reconocimiento
o no a estas sociedades civiles de personalidad jurídica, no habiendo hasta la
fecha unanimidad en la materia…
 En el segundo caso, el heredero se subroga en la posición del socio
fallecido adquiriendo sus derechos y asumiendo sus obligaciones.
Tratándose de sociedades de capital o mercantiles, el notario atenderá
fundamentalmente al contenido de los estatutos fundacionales. La solución
dependerá de si en éstos se ha establecido un derecho de adquisición preferente
de las participaciones en favor de los socios sobrevivientes o en su defecto en
favor de la sociedad.
Imaginemos el supuesto en que el socio fallecido hubiera legado en su testamento
sus participaciones sociales a sus herederos. Si en los estatutos estuviera incluido
el derecho de adquisición preferente por los socios, el legado quedaría sin efecto y
en consecuencia las particiones las podrían adquirir los socios, en el plazo de tres
meses y pagando al contado el valor razonable que tuvieran al día del
fallecimiento.

Por el contrario, si nada dispusieran los estatutos, el legatario o heredero se


subrogaría, proporcionalmente a su cuota hereditaria en caso de ser más de uno,
en la posición que el fallecido tuviera en la empresa. No obstante, hasta el
momento en que se otorgara ante notario la correspondiente escritura de
adjudicación y aceptación de herencia, ¿quién es el titular de estas acciones?

La cualidad de socio pasaría a la llamada herencia yacente o comunidad


hereditaria, integrada por todas las personas que tuvieran reconocida su
condición de heredero, bien designado voluntariamente en testamento o en su
defecto mediante una disposición legal. ¿Significa entonces que todos ellos tienen
el derecho y el deber de asistir a las juntas de la sociedad?
Existen varias opciones:

 Si hay acuerdo, pueden designar entre ellos a un representante, quien no


precisará ni autorización ni consentimiento de los demás coherederos para
ejercer su derecho al voto, pues le asiste una posición jurídica de ostentar una
determinada representación determinada por ley.
 Si no lo hay, la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha entendido que para
designar al heredero que representará a la comunidad hereditaria en las juntas,
mientras la herencia esté indivisa, es decir antes de hacerse la correspondiente
partición de bienes, se atenderá a las mayorías que exige el artículo 398 del
Código Civil en la comunidad de bienes.
Tratando de simplificar, se entenderá que hay mayoría cuando el acuerdo se
hubiera tomado por los herederos que representen la mayor cantidad de intereses
que constituyan el objeto de la comunidad. En este caso, a mi juicio,
tales intereses vendrían determinados por las cuotas en las que cada cual sea
heredero, es decir, que valdría más el voto de quien lo es en un 60% que un 30%
(aunque, en la práctica, lo más frecuente es que los herederos lo sean siempre por
partes iguales e indivisas).
Si dicha mayoría no se lograse alcanzar, lo más conveniente, desde el punto de
vista tanto jurídico como práctico, es que acudáis al notario para que actúe como
mediador, asesorando de manera gratuita e imparcial y evitando así acudir a la vía
judicial, que siempre va a suponer un proceso más largo y lento. Es interesante el
post de mi compañera Susana sobre las ventajas que tiene la conciliación para los
ciudadanos que hoy en día los notarios podemos proporcionar.

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