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En la mitología griega, el centauro (en griego Κένταυρος Kentauros matador de toros, cien

fuertes, plural Κένταυρι Kentauri; en latín Centaurus/Centauri) es una criatura con la cabeza,


los brazos y el torso de un humano y el cuerpo y las patas de un caballo. Las hembras son
llamadas centáurides.

Índice

 1En la mitología clásica


 2Teorías sobre su origen
 3Los centauros en la ficción contemporánea
 4Centáurides
 5En el campo de la medicina
 6Centauros en el arte
 7Véase también
 8Referencias
 9Enlaces externos

En la mitología clásica[editar]

Escultura de un centauro hallada en una pedanía de la localidad de Caravaca de la Cruz (España),


conocida como el «Centauro de Royos», del siglo VI a. C. Se expone en el Museo Arqueológico
Nacional de España.

Vivían en las montañas de Tesalia y se les consideraba hijos de Centauro —un hijo


de Ixión y Néfele—, y algunas yeguas magnesias.1 Otras tradiciones decían que Centauro, en
cambio, era hijo de Apolo y Estilbe, o que los centauros habían nacido directamente de Ixión y
Néfele.2
Los centauros son muy conocidos por la lucha que mantuvieron con los lápitas, provocada por
su intento de raptar a Hipodamía el día de su boda con Pirítoo, rey de los lápitas y también
hijo de Ixión. La riña entre estos primos es una metáfora del conflicto entre los bajos instintos y
el comportamiento civilizado en la humanidad y por el famoso centauro (Quirón). Teseo, un
héroe y fundador de ciudades que estaba presente, inclinó la balanza del lado del orden
correcto de las cosas, y ayudó a Pirítoo. Los centauros huyeron.3 Escenas de la batalla entre
los lápitas y los centauros fueron esculpidas en bajorrelieves en el friso del Partenón, que
estaba dedicado a la sabia Atenea.
Como la titanomaquia, la derrota de los titanes por los dioses olímpicos, las contiendas con los
centauros representan la lucha entre la civilización y el barbarismo y es conocida
como centauromaquia.
El personaje general de los centauros es el de seres salvajes, sin leyes ni hospitalidad,
esclavos de las pasiones animales. Dos excepciones a esta regla son Folo y Quirón, que
expresaban su «buena» naturaleza, siendo centauros sabios y amables.
Entre los centauros, el tercero con una identidad individual es Neso. El episodio mitológico del
centauro Neso raptando a Deyanira, la prometida de Heracles, también proporcionó
a Giambologna (1529-1608), un escultor flamenco que trabajó en Italia, espléndidas
oportunidades de concebir composiciones con dos formas en violenta
interacción. Giambologna realizó varias versiones de Neso raptando a Deyanira,
representados por los ejemplos conservados en diversos museos. Sus seguidores,
como Adriaen de Vries y Pietro Tacca, continuaron esculpiendo incontables repeticiones del
tema. Cuando Albert-Ernest Carrier-Belleuse abordó la misma composición de formas en el
siglo XIX, la tituló Rapto de Hipodamía.
En antiguas vasijas pintadas áticas los centauros eran representados como seres humanos de
frente, con el cuerpo y las patas traseras de un caballo sujetos a la espalda. Posteriormente,
fueron hombres sólo hasta la cintura. La batalla con los lápitas y la aventura
de Heracles con Folo (Apolodoro, ii. 5; Diodoro Sículo, iv. li) son temas favoritos del arte
griego.
En Grecia, la constelación de Centaurus fue observada por Eudoxo de Cnido en el siglo
IV a. C. y por Arato en el siglo III a. C.4

Teorías sobre su origen[editar]

Heracles matando al Centauro, por Giambologna. Florencia.

El escritor Robert Graves especuló con que los centauros de la mitología griega fueran una
reminiscencia de una tribu prehelénica que considerase al caballo un tótem.5
Por otra parte, Paléfato consideraba que la forma híbrida de los centauros era fruto de un error
de percepción por parte de gentes que nunca habían conocido la monta de caballos. Al
observar por primera vez a jinetes, habrían tenido la impresión de que eran mitad hombres
mitad caballos. Paléfato menciona además una posible etimología del nombre, que vendría a
significar «matador de toros».6
Algunos dicen que los griegos tomaron la constelación Centaurus, y también su nombre «toro
penetrante», de Mesopotamia, donde se simboliza al dios Baal, que representa la lluvia y la
fertilidad, y luchando y perforando con sus cuernos el demonio Mot que representa la sequía
de verano.

Los centauros en la ficción contemporánea[editar]


Los centauros han aparecido muchas veces y en muchos lugares en obras de ficción
modernas.
Aunque se dice que la palabra griega kentauros está compuesta por un único morfema —
quizá no griego en su origen—, el sufijo -tauro ha sido inventado por escritores y diseñadores
de juegos a finales del siglo XX para otros híbridos animal-humanos fantásticos.

Centáurides[editar]

Mosaico del siglo III a. C. expuesto en el Museo Arqueológico de Pela.

Aunque las mujeres centauros, llamadas centáurides (κενταύριδες), no son nombradas en la


literatura arcaica ni en el arte arcaico, aparecen ocasionalmente a partir del periodo
helenístico. Un mosaico macedonio de principios del siglo III a. C. que se halla actualmente en
el museo arqueológico de la ciudad de Pela es uno de los primeros ejemplos de la presencia
de centáurides en el arte.7
El autor romano Ovidio en sus Metamorfosis menciona a una centáuride llamada Hilónome,
que se suicidó cuando su amante Cílaro murió durante la guerra contra los lápitas.8
En la descripción de una pintura que vio en Neápolis, el retórico griego Filóstrato el
Viejo presenta a las centáurides como hermanas y esposas de los centauros masculinos que
vivían en el monte Pelión con sus hijos.
Qué hermosas son las centáurides, aunque tengan cuerpo de yegua; porque algunas crecen de yeguas
blancas, otras de yeguas castañas, y el pelaje de otras es manchado, pero todas brillan como las
yeguas bien cuidadas. También hay centáurides blancas que crecen de yeguas negras y la oposición de
colores produce una criatura unida de gran hermosura.9

En el campo de la medicina[editar]
Dentro del campo de la medicina se conoce con el nombre de Genu recurvatum a la condición
física que poseen algunas personas de doblar sus rodillas más allá de los 180° 10 habiéndose
conocido algunos casos a lo largo de la historia, como los de Robert Huddleston, apodado el
"hombre pony" 11 o el de Ella Harper también llamada "la niña camello".

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