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LINEA JURISPRUDENCIAL

DERECHO PÚBLICO
ELECTIVA DE PROFUNDIZACIÓN
GÉNERO Y DERECHO
Doc. Isabel Goyes Moreno

Universidad de Nariño
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas
San Juan de Pasto
2020
LINEA JURISPRUDENCIAL

Lesly Dalila Criollo - 216052145


Angie Estefany Torres- 216052465

Universidad de Nariño
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas
San Juan de Pasto
2020
SENTENCIAS ANALIZADAS

Para la presente línea jurisprudencial se analizaron sentencias de la Corte Interamericana de


DDHH emitidas entre en año 2005 y 2018, las cuales se refieren a continuación:

● Sentencia del 7 de marzo De 2005. Caso De La “Masacre De Mapiripán” Vs


Colombia
● Sentencia el 25 de noviembre De 2006. Caso Del Penal Miguel Castro Castro Vs
Perú.
● Sentencia del 24 de noviembre De 2009. Caso De La Masacre De Las Dos Erres Vs
Guatemala.
● Sentencia del 16 de noviembre De 2009. Caso González (Campo Algodonero) Vs
México.
● Sentencia del 31 de agosto De 2010. Caso Rosendo Cantú Y Otra Vs México
● Sentencia del 30 de agosto De 2010. Caso Fernández Ortega Y Otro Vs México.
● Sentencia del 20 de noviembre De 2014. Caso Espinoza Gonzáles Vs Perú
● Sentencia del 28 de noviembre De 2018. Caso Mujeres Víctimas De Tortura Sexual
En Atenco Vs México

PROBLEMA JURÍDICO

¿La CIDH reconoce a la debida diligencia de los Estados como una obligación de medios y
no de resultados frente a la protección de las víctimas de violencia basada en género?

INTRODUCCIÓN

La presente línea jurisprudencial pone de presente la interpretación y el alcance que la CIDH


le ha dado, inicialmente al artículo 5 de la Convención Americana del derecho a la integridad
personal tomando en consideración como referencia de interpretación las disposiciones
pertinentes de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer, y la Convención sobre Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, que garantizan el derecho de las mujeres a una vida libre de
violencia ya que estos instrumentos complementan el corpus juris internacional en materia
de protección de la integridad personal de las mujeres, del cual forma parte la Convención
Americana, sobre el punto se debe tener en cuenta que según la normativa internacional la
violencia basada en género es una violación de derechos humanos.
Al respecto, además de la protección que otorga el artículo 5 de la Convención Americana,
es preciso señalar que el artículo 7 de la Convención de Belém do Pará señala expresamente
que los Estados deben velar porque las autoridades y agentes estatales se abstengan de
cualquier acción o práctica de violencia contra la mujer. Al respecto el problema jurídico de
la línea se rige principalmente por la obligación de investigar graves violaciones a los
derechos humanos, que es uno de los deberes elementales del Estado para garantizar la tutela
de los derechos fundamentales, para lo se incorpora el concepto de debida diligencia de los
estados, término que hace referencia a la actuación, u obligación antes descrita, de acuerdo
con un cierto estándar de cuidado.

La presente línea jurisprudencial elabora un análisis de sentencias de la CIDH en las que se


haya tratado casos de violencia de género desde el año 2003, caso Maritza Urrutia vs.
Guatemala como referente más antiguo, hasta el año 2018 con el caso Mujeres Víctimas de
Tortura Sexual en Atenco Vs México, como pronunciamiento más reciente. El objetivo de
esta línea se torna determinar cuál ha sido la inclinación de la CIDH al momento de establecer
el alcance de la debida diligencia como deber de los Estados en casos de violencia de género.

FUNDAMENTO LEGAL PERTINENTE

Convención Americana Sobre Derechos Humanos.

Artículo 1. Obligación de respetar los derechos. 1. Los estados partes en esta convención
se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su
libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación
alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier
otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra
condición social.

Convención Sobre La Eliminación De Todas Las Formas De Discriminación Contra La


Mujer

Artículo 2. Los Estados Partes condenan la discriminación contra la mujer en todas sus
formas, convienen en seguir, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, una política
encaminada a eliminar la discriminación contra la mujer y, con tal objeto, se comprometen
a: (…) c) Establecer la protección jurídica de los derechos de la mujer sobre una base de
igualdad con los del hombre y garantizar, por conducto de los tribunales nacionales o
competentes y de otras instituciones públicas, la protección efectiva de la mujer contra todo
acto de discriminación;

Convención Interamericana Para Prevenir, Sancionar Y Erradicar La Violencia


Contra La Mujer “Convención De Belém Do Pará"

Artículo 4. Toda mujer tiene derecho al reconocimiento, goce, ejercicio y protección de


todos los derechos humanos y a las libertades consagradas por los instrumentos regionales e
internacionales sobre derechos humanos. Estos derechos comprenden, entre otros: (…) g. el
derecho a un recurso sencillo y rápido ante los tribunales competentes, que la ampare contra
actos que violen sus derechos;

Artículo 7. Los Estados Partes condenan todas las formas de violencia contra la mujer y
convienen en adoptar, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas
a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia y en llevar a cabo lo siguiente: (…)

b. actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la
mujer; (…)

f. establecer procedimientos legales justos y eficaces para la mujer que haya sido sometida a
violencia, que incluyan, entre otros, medidas de protección, un juicio oportuno y el acceso
efectivo a tales procedimientos;

g. establecer los mecanismos judiciales y administrativos necesarios para asegurar que la


mujer objeto de violencia tenga acceso efectivo a resarcimiento, reparación del daño u otros
medios de compensación justos y eficaces.

Artículo 8. Los Estados Partes convienen en adoptar, en forma progresiva, medidas


específicas, inclusive programas para: (…)

d. suministrar los servicios especializados apropiados para la atención necesaria a la mujer


objeto de violencia, por medio de entidades de los sectores público y privado, inclusive
refugios, servicios de orientación para toda la familia, cuando sea del caso, y cuidado y
custodia de los menores afectados;

f. ofrecer a la mujer objeto de violencia acceso a programas eficaces de rehabilitación y


capacitación que le permitan participar plenamente en la vida pública, privada y social;

Onu. Conferencia Mundial de derechos humanos. “Declaración y Plan de acción”,


Viena, 14 a 25 de junio de 1993, párr. 38.

“la labor destinada a eliminar la violencia contra la mujer en la vida pública privada, a
eliminar todas las formas de acoso sexual, la explotación y la trata de mujeres, a eliminar
los prejuicios sexistas en la administración de la justicia y a erradicar cualesquiera conflictos
que puedan surgir entre los derechos de la mujer y las consecuencias perjudiciales de ciertas
prácticas tradicionales o costumbres, de prejuicios culturales y del extremismo religioso”.

Onu. IV Conferencia mundial sobre la mujer. “declaración y Plan de acción”, Beijing,


septiembre de 1995, párr. 224

La IV Conferencia Mundial de la mujer de la Onu en 1995 profundizó la relación entre la


violencia de género y los derechos humanos expresando que “la violencia contra la mujer
constituye una violación de sus derechos humanos y libertades fundamentales y un
obstáculo o un impedimento para el disfrute de esos derechos.

DESARROLLO DE LA LÍNEA JURISPRUDENCIAL

La expresión “debida diligencia” ha sido desarrollada a lo largo de la jurisprudencia de la


Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante CIDH) cuando nos referimos a la
obligación estatal en materia de vulneraciones graves de derechos humanos, sin embargo,
para efectos del presente trabajo, es necesario considerar dicha expresión desde el enfoque
de afectaciones directas e indirectas de violencia basada en género.

Para desarrollar este amplio concepto de lo que debe entenderse como “debida diligencia” la
CIDH ha establecido seis elementos claves para su desarrollo, esto es que debe entenderse
como: (i) aquella investigación que debe llevarse a cabo de manera oficiosa por parte de las
autoridades competentes que se dispongan a nivel interno por el Estado; (ii) la investigación
debe iniciarse de manera inmediata, y ser llevada a cabo en un plazo razonable, (iii) la
investigación debe ser realizada por profesionales con un procesos de especialización en la
materia objeto de estudio, esto es que deben ser competentes y recurrir al uso de lo elementos
y/o procedimientos adecuados; (iv) la investigación debe tener total imparcialidad; (v) la
investigación debe tener por objeto la busca de la verdad de los hechos y el castigo de los
responsables, y finalmente; (iv) debe desempeñarse con garantía a la participación de las
víctimas y sus familiares.

Para el conocimiento y análisis a profundidad de las consideraciones de la CIDH frente a la


debida diligencia, en el año 2005 la COIDH resuelve de fondo el caso de la “masacre de
Mapiripán" Vs. Colombia, que refiere a la vulneración de derechos humanos de un grupo de
personas, entre ellas mujeres, quienes fueron torturadas y asesinadas por un centenar de
miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia en apoyo con miembros del Ejército
colombiano en la localidad de Mapiripán. Dichas fuerzas ejercieron violencia verbal, física,
actos sexuales e intimidaciones. Pese a la gran contundencia de la masacre, la llegada de los
medios de comunicación ocurrió cuando los paramilitares ya habían destruido gran parte de
la evidencia física. Pese a que se interpusieron recursos a nivel interno, nunca se procedió a
la investigación de los hechos ocurridos en el lugar, y mucho menos, se encontraron
responsables de lo sucedido, es por ello, que cumpliendo con el agotamiento de recursos
interno, el caso procedió ante la COIDH en el año 2003 y para una eventual decisión de
fondo en el año 2005. La CIDH basa su decisión en las consideraciones pertinentes a la
responsabilidad estatal, estableciendo que cuando un Estado se obliga en virtud de un tratado
internacional se compromete aplicar, interpretar y garantizar el cumplimiento sus
estipulaciones en el derecho interno, es por ello que, al interpretar la Convención Americana
de Derechos Humanos debe siempre elegirse la alternativa más favorable para la tutela de los
derechos protegidos, en ese sentido, los artículos 1.1 y 2 de la Convención constituyen en
definitiva la base para la determinación de responsabilidad internacional a un Estado por
violaciones a la misma. Por ello, la corte ratificó que el término de “responsabilidad estatal”
se refiere, según lo expuesto por la misma a los “actos u omisiones de cualquier poder u
órgano de éste, independientemente de su jerarquía, que violen la Convención”. Es así que
el Estado colombiano generó un conjunto de omisiones de las autoridades y sus agentes
estatales quienes no actuaron de forma coordinada, paralela y concatenada para obtener de
manera ágil y pronta la claridad de los hechos frente a la investigación de la responsabilidad
de los autores de la masacre, sino que por el contrario, considera la corte que al tratar de
vislumbrar un retraso en el proceso de averiguación, y de suprimir de las herramientas para
el acceso a la justicia de las familias de las víctimas fatales, es el Estado colombiano
responsable internacionalmente de la violación a la obligación de respetar los derechos como
el derecho a la vida, derecho a la integridad personal, derecho a la libertad personal, a las
garantías judiciales, a la protección Judicial, entre otros, en virtud de las normas del Derecho
Internacional y las obligaciones contenidas por la Convención Americana de Derechos
Humanos y otros instrumentos internacionales.

El 25 de noviembre de 2006 la corte resolvió de fondo el Caso del Penal Miguel Castro
Castro Vs. Perú, caso que se ha constituido como uno de los más importantes y complejos
de su jurisprudencia pues los hechos se refieren a un operativo denominado "Mudanza 1”,
llevado a cabo por miembros de la policía y militares de Perú, cuya finalidad era el traslado
de aproximadamente 90 mujeres recluidas en el centro penal "Miguel Castro Castro", a
diferentes centros penitenciarios femeninos, para lograrlo, la Policía Nacional derribó parte
de las paredes externas utilizando explosivos. Simultáneamente se utilizó armas de guerra;
los ataques se perpetraron desde cohetes disparados con fuego y granadas, explosivos,
bombas lacrimógenas, vomitivas y paralizantes en contra de las internas. El resultada de la
arbitrariedad policial en el operativo, dejó como resultado la muerte de decenas de mujeres
y cientos de heridas. No obstantes, aquellas internas sobrevivientes fueron objeto de golpes,
agresiones, y mantenidas sin atención médica por varios días. La corte, logró evidenciar en
su decisión de fondo que el artículo 1.1 de la convención Americana de Derechos Humanos
al expresar el compromiso de los Estados miembros de respetar los derechos y libertades
reconocidos en la misma, trae para Perú las consecuencias directas de las acciones
emprendidas por miembros estatales. La CIDH afirma en esta sentencia que el deber de
investigar los hechos de violencia de género, se constituye como una obligación de medios
y no de resultados, sin embargo, se da un cuestionamiento frente a la forma en cómo el Estado
debe asumir dicho deber; la corte enfatiza en que debe ser entendida como un deber jurídico
propio y no como una simple gestión condenada a ser infructuosa.
Es bajo estas consideraciones que los Estados Partes están en la obligación de suministrar
recursos judiciales efectivos a las víctimas de violencia de género, cuales deberán estar en
concordancia con las estipulaciones del derecho interno como el debido proceso. Este último
derecho, debe ser respetado y garantizado teniendo como sustento fáctico el acceso a la
justicia en un tiempo razonable y que se haga todo lo necesario para conocer la verdad de lo
sucedido y el procesamiento de los responsables.

En el año 2009 la CIDH resolvió de fondo el Caso de la Masacre de Las Dos Erres Vs.
Guatemala, hechos que tuvieron origen entre 1962 y 1996 durante el conflicto armado
interno. El Estado acrecentó la intervención militar para enfrentar a toda persona u
organización que representara cualquier forma de oposición al Estado, con lo cual dicha
noción se equiparaba a la de “enemigo interno”, de esta forma en 1982 un grupo de soldados
guatemaltecos llegaron a Las Dos Erres y sacaron a las personas de sus casas. Tanto hombres,
mujeres y niños fueron encerrados. Mientras mantuvieron encerradas a las mujeres las
golpearon e incluso algunas murieron como consecuencia de los golpes. Muchas mujeres y
niñas fueron violadas por los Kaibiles, dejando como resultado por lo menos 216 personas.
La información que se brindó a los medios de comunicación y a la población en general
fueron equivocados y tardíos. Es por esto, que ante la gravedad de los hechos y el
agotamiento de los recursos internos el caso llega a la CIDH en el año 2008, y es resuelto en
el 2009, teniendo como consideración fundamental que la falta de diligencia en las
investigaciones se constituye como un incumplimiento de las obligaciones del Estado frente
a graves violaciones de derechos humanos, que a su vez van en contravía con las normas
inderogables de jus cogens. La CIDH es enfática en recordar el deber de los Estados de
adoptar medidas integrales para cumplir con la debida diligencia en casos de violencia contra
las mujeres. En particular, deben contar con un adecuado marco jurídico de protección, con
una aplicación efectiva del mismo y con políticas de prevención y prácticas que permitan
actuar de una manera eficaz ante las denuncias. Lo que la corte denomina, “estrategia de
prevención” debe según la misma, tener característica de ser integral, es decir, debe prevenir
los factores de riesgo y a la vez fortalecer las instituciones para que puedan proporcionar una
respuesta efectiva a los casos de violencia contra la mujer.
Por lo anterior, la CIDH establece la responsabilidad internacional del Estado por las
vulneraciones a la obligación de respetar los derechos como libertad de pensamiento y
expresión, protección a la familia, protección judicial, derecho al reconocimiento de la
personalidad jurídica, derecho a la vida, derecho a la integridad personal y a las garantías
judiciales. Todo esto debe tomar en cuenta que en casos de violencia contra la mujer, los
Estados tienen además de las obligaciones genéricas contenidas en la Convención
Americana, una obligación reforzada a partir de la Convención Belém do Pará. La Corte hace
presente que la ausencia de una política general que se hubiera iniciado por lo menos en 1998
es una falta del Estado en el cumplimiento general de su obligación de prevención.

Por otro lado, en el año 2009 resuelve el Caso González y otras (“Campo Algodonero”) Vs.
México este caso se desarrolla en un contexto de gran ocurrencia de homicidios de mujeres
influenciado por una cultura de discriminación contra la mujer. Laura Berenice Ramos de
17 años de edad, Claudia Ivette González de 20 años de edad, y Esmeralda Herrera Monreal
de 15 años de edad, desaparecieron en el 2001. Pese a que sus familiares recurrieron a las
autoridades locales, no se iniciaron investigaciones, más que elaborar carteles de búsqueda,
y tomar algunas declaraciones. Meses más tarde fueron encontrados los cuerpos de Claudia
Ivette González, Esmeralda Herrera Monreal y Laura Berenice Ramos Monárrez, quienes
presentaban signos de violencia sexual y tortura. Este caso, es remitido a la Corte en el 2007
y resuelto en el año 2009, donde la corte comparte la posición de que los Estados deben
adoptar medidas integrales para cumplir con la debida diligencia en casos de violencia contra
las mujeres, esto quiere decir que deben contar con un adecuado marco jurídico de protección
en la jurisdicción interna, y una aplicación efectiva de las mismas, a su vez se refiere a una
estrategia de prevención integral, es decir, debe prevenir los factores de riesgo y a la vez
fortalecer las instituciones para que puedan proporcionar una respuesta efectiva a los casos
de violencia contra la mujer. No obstante, la corte retoma el criterio de la debida diligencia
como una obligación de medio y no de resultado, esto quiere decir que el estado debe facilitar
toda la estructura necesaria de su ordenamiento interno para la prevención de conductas que
atenten contra las vulneraciones de derechos en casos de violencia de género. La corte falla
considerando al Estado responsable por el incumplimiento en la obligación de respetar los
derechos como protección judicial, derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica,
derecho a la vida, derecho a la integridad personal, a las garantías judiciales y finaliza
enfatizando que en un contexto de fuertes denuncias de desaparición de mujeres, violencia
basadas en género, violencia sexual, surge para el Estado un deber de debida diligencia
estricta frente a denuncias de desaparición de mujeres, respecto a su búsqueda durante las
primeras horas y los primeros días.

Avanzando al año 2010 en el Caso Rosendo Cantú y otra Vs. México, la CIDH resolvió sobre
un contexto de importante presencia militar en el Estado de Guerrero, México, Valentina
Rosendo Cantú es una mujer indígena perteneciente a la comunidad indígena Me´phaa, quien
al momento de los hechos tenía 17 años, el 16 de febrero de 2002, se encontraba en un arroyo
cercano a su domicilio, cuando se disponía a bañarse, ocho militares, acompañados de un
civil que llevaban detenido, se acercaron a ella, la rodearon y la interrogaron sobre “los
encapuchados”, le mostraron una foto de una persona y una lista con nombres, mientras uno
de ellos le apuntaba con su arma. Ella les indicó que no conocía a la gente sobre la cual la
interrogaban. El militar que la apuntaba la golpeó en el estómago con el arma, haciéndola
caer al suelo. Finalmente le rasguñaron la cara, le quitaron la falda y la ropa interior y la
tiraron al suelo, y dos de ellos la penetró sexualmente. La Corte refiere que los Estados tienen
la responsabilidad de consagrar normativamente y de asegurar la debida aplicación de los
recursos efectivos y de las garantías del debido proceso legal ante las autoridades
competentes, que amparen a todas las personas bajo su jurisdicción contra actos que violen
sus derechos fundamentales o que conlleven a la determinación de los derechos y
obligaciones de éstas. La corte en esta sentencia radica la importancia que deriva de la
legislación interna que como bien se ha mencionado, hace referencia a un complejo aparato
normativo que permita a las víctimas o sus familiares denunciar con la finalidad de participar
procesalmente en la investigación penal con la pretensión de establecer la verdad de los
hechos.

En situaciones similares se analiza el Caso de Inés Fernández Ortega, mujer indígena


perteneciente a la comunidad indígena Me’phaa, quien residía en el estado de Guerrero. Al
momento de los hechos tenía casi 25 años, estaba casada con el señor Prisciliano Sierra, con
quien tenía cuatro hijos. El 22 de marzo de 2002, la señora Fernández Ortega se encontraba
en su casa en compañía de sus cuatro hijos, cuando un grupo de aproximadamente once
militares, vestidos con uniformes y portando armas, ingresaron a su casa. Uno de ellos la
tomó de las manos y, apuntándole con el arma, le dijo que se tirara al suelo. Una vez en el
suelo, otro militar con una mano tomó sus manos y la violó sexualmente mientras otros dos
militares miraban. Se interpusieron una serie de recursos a fin de investigar y sancionar a los
responsables de los hechos. No obstante, éstos no tuvieron éxito. Sobre el punto la Corte ha
señalado en sentencia del 30 de agosto de 2010 en el Caso Fernández Ortega y otros vs.
México que es conveniente destacar que el hecho de si fue uno o fueron varios los agentes
estatales que violaron sexualmente a la señora Fernández Ortega no resulta relevante, a su
vez el acto cometido por personal militar contra la señora Fernández Ortega afectó bienes
jurídicos tutelados por el derecho penal interno y la Convención Americana como la
integridad personal y la dignidad de la víctima. La Corte ha señalado que los Estados tienen
la responsabilidad de consagrar normativamente y de asegurar la debida aplicación de los
recursos efectivos y las garantías del debido proceso legal ante las autoridades competentes,
así como también que la responsabilidad estatal se enmarca también en la debida aplicación
del debido proceso ante las autoridades estipuladas en la normatividad interna, y que el existir
formalmente dicha posibilidad, no basta. Por el contrario, deben ser idóneos para combatir la
violación y sobretodo, efectivos al momento de adelantar las investigaciones
correspondientes en materia de vulneraciones de derechos humanos.

Finalmente, es menester referirnos al Caso Espinoza Gonzáles vs Perú del año 2014, el cual
se desarrolla un contexto de conflicto entre grupos armados y agentes de la policía y militares
entre 1980 y 2000 en el Perú. En 1993 Gladys Carol Espinoza Gonzáles fue interceptada
junto con su pareja sentimental Rafael Salgado en Lima por agentes de la División de
Investigación de Secuestros (DIVISE), quienes habían montado el operativo denominado
“Oriente”, a fin de dar con los autores del secuestro de un empresario. Ambos fueron
trasladados a las instalaciones de la DIVISE y, al día siguiente, Gladys Espinoza fue
trasladada a instalaciones de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE).
Gladys Espinoza relató ante autoridades del Perú que fue víctima de actos de violencia
durante su detención, así como de actos de tortura, violación y otras formas de violencia
sexual durante el tiempo en que permaneció en las instalaciones de la DIVISE y la
DINCOTE. A pesar de las numerosas denuncias formuladas desde 1993 en adelante, y de los
informes médicos que constataron su estado de salud, no hubo investigación alguna sobre los
alegados actos de violencia, y en particular de violencia sexual, perpetrados en contra de
Gladys Espinoza, la CIDH resolvió sobre el asunto que el Estado violó el derecho a la libertad
personal, el derecho a la protección de la honra y dignidad, los derechos a las garantías
judiciales y a la protección judicial, el Estado incumplió las obligaciones establecidas en los
artículos 1, 6 y 8 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, así
como en el artículo 7.b de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar
la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará).

Y el Caso Mujeres Víctimas de Tortura Sexual en Atenco Vs. México sentencia del 28 de
noviembre de 2018, cuyo sustento fáctico se desarrolla durante los días 3 y 4 de mayo del
año 2006 cuando la policía del estado de México adelantó operativos en los municipios de
San Salvador de Atenco para reprimir manifestaciones que se llevaban a cabo en dichos
municipios. En el curso de los operativos fueron detenidas las once mujeres víctimas del
caso, durante su detención y mientras eran trasladadas e ingresadas al Centro de
Readaptación Social “Santiaguito” (en adelante “CEPRESO”), fueron sometidas a formas de
violencia, incluida en algunos casos la violación sexual. Los actos como manoseos, toques
en los genitales, glúteos, obligación de desnudarse en público, desnudarse durante la
detención, varios policías “tomaron turnos” introduciendo sus dedos en la vagina y ano de
algunas de las víctimas, introdujeron su lengua en la boca, apretaban los senos y los pezones.
Y hubo actos de penetración del cuerpo con alguna parte del cuerpo de los policías o algún
objeto. A otra de las víctimas, la acostaron boca abajo y les apilaron a múltiples personas
encima por lo que se le dificulta respirar, un policía “le metió las manos entre las piernas y
le frotó por encima del pantalón”, le pellizcó “las nalgas, la vagina, e incluso le metió sus
dedos en la vagina”. y le pellizcaron los senos, así como trataron de quitarle los pantalones,
pero cuando “cerró las piernas, el policía se las abrió con las botas y le pateó la vagina”.
Sobre este caso la Corte resolvió a favor de las víctimas declarando responsable al estado
mexicano.

Como tema relevante del análisis de fondo de las dos anteriores sentencias la Corte de manera
unánime recordó la obligación internacional de los Estados a utilizar la debida diligencia para
prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y la importancia de las autoridades
estatales de iniciar ex officio y sin dilación, una investigación seria, imparcial y efectiva. Y
señaló que los Estados que se vean inmersos en hechos que tengan como víctimas mujeres y
no adelanten las investigaciones correspondientes, incumplen su deber de la debida
diligencia.

ANÁLISIS DINÁMICO

¿La CIDH reconoce a la debida diligencia de los Estados como una obligación de medios y
no de resultados frente a la protección de las víctimas de violencia basada en género?

SI NO

Sentencia del 7 de marzo De


2005. Caso De La “Masacre
De Mapiripán” Vs Colombia

Sentencia el 25 de
noviembre De 2006. Caso
Del Penal Miguel Castro
Castro Vs Perú.

Sentencia del 24 de
noviembre De 2009. Caso
De La Masacre De Las Dos
Erres Vs Guatemala.

Sentencia del 16 de
noviembre De 2009. Caso
González (Campo
Algodonero) Vs México.

Sentencia del 31 de agosto


De 2010. Caso Rosendo
Cantú Y Otra Vs México
Sentencia del 30 de agosto
De 2010. Caso Fernández
Ortega Y Otro Vs México.

Sentencia del 20 de
noviembre De 2014. Caso
Espinoza Gonzáles Vs Perú

Sentencia del 28 de
noviembre De 2018. Caso
Mujeres Víctimas De
Tortura Sexual En Atenco
Vs México

CONCLUSIÓN

La presente línea jurisprudencial elaboró un análisis de sentencias de la CIDH en las que se


haya tratado casos de violencia de género desde el año 2005, Caso De La “Masacre De
Mapiripán” Vs Colombia, hasta el año 2018 con el caso Mujeres Víctimas de Tortura Sexual
en Atenco Vs México, como pronunciamiento más reciente. El problema jurídico planteado
es si la CIDH reconoce a la debida diligencia de los Estados como una obligación de medios
y no de resultados frente a la protección de las víctimas de violencia basada en género. Dicho
análisis se desarrolla sobre las consideraciones de la corte al momento de establecer el
alcance de la debida diligencia, la cual la cataloga como un deber y lo que se ha mantenido
constante al considerar que se trata de un deber de los estados de medios y no de resultados,
lo cual trae implícita la obligación de investigar, contar con los medios adecuados a nivel
interno para garantizar el acceso a la justicia, situación que se mira replicado en la resolución
de las diferentes sentencias analizadas ordenandole al Estado el cumplir con los diferentes
mandatos jurídicos sobre el tema.

Después de la recolección y análisis exhaustivo de la jurisprudencia de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos en materia de la debida diligencia como factor
fundamental en los casos donde las víctimas de agresiones y vulneraciones a los derechos
son mujeres, se concluye que la debida diligencia debe ser acogida por los Estados que en
virtud de la Convención Americana de derechos humanos han adquirido obligación
internacional, como un deber jurídico de protección que tendrá como base, en primer lugar
la investigación por parte de los órganos, dependencias o autoridades competentes de manera
coordinada con el propósito de esclarecer los hechos objeto de la violación de derechos y
procesar a los responsables. En segundo lugar, debe ser entendida como la adopción de
medidas en el marco jurídico del derecho interno, cabe precisar que dichas medidas tendrán
un carácter integral, lo que se refiere a políticas de prevención y la aplicación efectiva de las
mismas, dicho de otra forma, no basta con que los recursos existan formalmente, sino por el
contrario, en su la efectividad, seriedad y rapidez, lo que desvirtúa de por sí, la concepción
de la debida diligencia entendida como un obligación de medios y no de resultados.

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