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VICERECTORADO ACADEMICO
PROGRAMA DE CONTABILIDAD
Docente:
Chimbote – 2020
INDICE
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INTRODUCCIÒN 1
II. LINKOGRAFIA………………………………………...……………….. 23
INTRODUCCIÒN
La Contraloría General de la República es una entidad encargada de supervisar que los recursos
públicos sean empleados de acuerdo a las leyes de nuestro país. En un buen romance, eso implica
de manera primordial evitar la corrupción dentro del Estado peruano. A su vez, la definición más
aceptada de corrupción sigue siendo la más simple: Esta es el “abuso de la función o los recursos
públicos para beneficio privado” (Johnson 2001: 177)
Ese a su vez es un tema de interés para nuestra historia, por ejemplo, los Hatun Runas, encargado
del pago de tributo mediante su trabajo en el Imperio incaico, carecían del derecho a la privacidad
según relata Garcilaso de la Vega, puesto debían vivir con las puertas abiertas de par en par para
permitir inspecciones intempestivas de los visitadores.
Se cree que una de las funciones que cumplían los quipus era de guardar registro tanto de los
hechos históricos como de los tributos. Prueba de su importancia es el hecho de que el aprendizaje
de su lectura estaba reservado funcionarios especializados (los quipucamayocs) y que como
recuerda María Rotworosky, el inca Atahualpa mandó ejecutar a los quipucamayocs de su
antecesor y quemar sus quipus, lo cual permitía disponerse voluntad de registro histórico.
En la Colonia los esfuerzos por recolectar tributos y crear mecanismo de control sobre los
funcionarios de la Real Hacienda provocan pasajes insospechados de nuestra historia como la
negativa de los encomenderos bajo el mando de Gonzalo Pizarro a someterse a la autoridad real.
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I. LA CONTRALORIA CUENTA SU HISTORIA
El Imperio Incaico tenía una extensa dimensión por el norte y por el sur por lo que en su mayor
apogeo organizo y logro un sistema eficiente de administración y control. Cuentan los
historiadores como José Antonio del Busto que entre los años 1493 y1528 gobernó Huayna Capac,
el imperio estaba en su máximo apogeo y había seis millones de habitantes y las etnias eran los
quechuas en el Cuzco, los Collas en el Lago Titicaca en la región del Callao y los yungas en las
zonas costeras desde Tumbes hasta Arequipa.
-Periodo Legendario o Curacal regido por los incas Manco Capac y Sinchi Roca
-Periodo Protohistórico o monárquico: con los Incas Lloque Yupanqui, Mayta Capac, Capac
Yupanqui, Inca Roca, Yáhuar Huáca y Huiracocha
-Periodo Histórico o Imperial: con los Incas Pachacútec, Túpac Yupanqui, Huayna Cápac y
Huáscar. Gobernó entre 1528 y 1532, en el último período el Tahuantinsuyo se convirtió en un
poderoso imperio. Añade que Atahualpa no llego a pisar el Cuzco ni a ceñirse la Mascapaicha que
lo ungía como un inca verdadero, pero gobernó entre este último año de 1532 y 1533, se le
considera parte de la segunda dinastía, la de los Hanan Cuzco, que agrupo a los últimos 8 incas,
que residieron en la parte alta del Cuzco.
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En su fase imperial el Estado Incaico tuvo una duración corta de 95 años de 1438 a 1532 – 1533.
Se calcula que hubo un periodo de desintegración producido en menos de 10 años con la pelea
por el poder de Huáscar y Atahualpa. Los incas habían consolidado un señorío local en el Cuzco
durante la época conocida como la de los Estados Regionales (Siglos XII - XVI). Su deseo de
expansión conforma el Estado imperial, imponiendo la cultura Quechua a sus sometidos hasta la
invasión europea en el siglo XVI.
El imperio incaico requería un aparato estatal eficiente y seguro. Los incas apelaron a la
experiencia que heredaban de otras sociedades previas a las suya, Por ejemplo, cuando construían
su red de caminos usaban las formas organizativas de las sociedades andinas (trabajo en común
- Minka), a ello le agregaban su experiencia en la organización de centros administrativos
provinciales, la eficacia de su ejército en conquista y una poderosa red burocrática superpuesta a
la estructura de poder de los señores étnicos.
a. Curacas.
Según Felipe Guamán Poma de Ayala, el órgano supremo de gobierno inca fue el Consejo de
Apucuna, con sede en el Cuzco, que estaba integrado por representantes de las partes Huanan
y Hurin del Cuzco (Chinchaysuyo, Collasuyo, Antisuyo, Contisuyo). Según Virgilio Roel Pineda
señalaba que los Capac Apucuna de cada suyos también controlaban los caminos y cuidaban las
guacas.
Los Cápac Apucuna tenían una especie de secretario. El de más importancia era el inca Simin
Quipococ, vocero y contador. Usando el modelo del consejo de Apucuna que tenía su propio
vocero y contador, llamado Tahuantinsuyo Capac Apucuna Incacunap Simin Camachicuynin
Quipococ, es decir Vocero y contador de los grandes señores de Tahuantinsuyo y del Inca. Para
Roel este mismo funcionario oficiaba de contador general junto con el contador mayor del Estado
Inca.
El contador mayor era el Tahuantinsuyo Runa Quipoc, es decir el encargado mayor del manejo
de los quipus o las cuentas y tenía a su vez ayudantes los cuales registraban minuciosamente la
cantidad de habitantes de los pueblos y otras ocurrencias de interés, como las fiestas, los días de
descanso, la existencia de textiles, alimentos y útiles en los depósitos, la producción por rubros,
así como los requerimientos de las personas, tareas que llevaba adelante en sus quipus.
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b. Los tributos y su control.
Los gobernantes Cuzqueños tuvieron por norma que la población debía tributar, el pago de los
tributos podía ser especies (productos agrícolas, manufactureros, sal, textiles, pescado), o
fuerza de trabajo (brazos para el ejército, mujeres para los talleres textiles, servicio en los
acllahuasi, cultivar las tierras del inca y guacas)
En los Comentarios Reales asegura que el principal tributo era labrar y beneficiar las tierras del
sol y del inca, para luego cosecharlas y almacenar los frutos en depósitos en cada pueblo llamados
pirua (productos: uchú, ají, quinua, papa y maíz).
Roel aclara que nadie tributaba de sus bienes propios y que todo tributo se efectuaba en
el trabajo (Las principales actividades eran: faenas agrícolas, trabajos textiles, trabajo en
construcciones y en los servicios públicos y el trabajo artesanal)
Las charas de la comunidad o del pueblo se trabajan mediante la minka o el ayni, para labrar las
tierras del estado se organizaba en función decimal, de diez, cien, mil, diez mil indígenas bajo el
control y las órdenes de un inspector Tocricoc. Según Roel lo cosechado se colocaba en depósitos
del estado o del culto llamado kolka.
En cuanto al tributo de textiles eran de dos tipos: uno era la recolección de tintes de origen vegetal
(flores y hiervas) especialmente los rojos; así como el llimpi de obtenían del azogue y también se
usaba la cochinilla. Tal como lo describen los cronistas Pedro Cieza de León y el estudioso Jhon
Murra y la textileria propiamente dicha. Por ello resalta Roel, labor de tejido que lo realizaban
todos; desde los gobernantes mayores, los curacas hasta los mamacunas y el pueblo llano, debido
que se necesitaba mucha ropa, pues se cambiaban indumentarias varias veces al día, guardaban
para sus funerales o regalaban a los parientes. La difusión de la textileria era una labor que incluso
competía al inca.
El material que se usaba para estas labores se tomaba de las kolka del Estado y había cuotas de
tejido destinadas al culto y al estado. A cambio cada familia recibía una porción de lana o algodón
para su propio uso. Afirma Roel que era labor del funcionario inca velar por la población esté bien
vestido.
El tributo en trabajos para las construcciones y de servicio público se prestaba de manera rotativa
para construir caminos para extender el Tahuantinsuyo y acrecentar las áreas de cultivo, levantar
grandes edificaciones que caracterizaron al incanato, el servicio era el de chasqui, que mientras
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no realizaban el servicio de mensajeros efectuaban labores agrícolas o textiles mientras estaba
al servicio del estado eran sostenidos con los recursos público, este beneficio también alcanzaba
a sus esposas.
Los Camayocs de cada actividad ejercían como cuidadores de las chacras comunales del estado
del culto. Señala Roel que había una escala de cargos sucesivos: de manera ascendente, se
reclutaba a los mejores hombres, hasta llegar al nivel de Llactacamayoc, inmediatamente inferior
al de curaca.
Bernabé Cabo, nos cuenta sobre especialización en las labores de artesanía y cita como ejemplo
a los Cumbicamayocs como tejedores dedicados en exclusividad al servicio del estado, desde los
tiempos del inca Pachacútec y durante el gobierno Túpac Inca Yupanqui.
Otros artesanos pasaron a consagrar su dedicación exclusiva en favor del estado fueron los
metalurgistas y fabricaron objetos ornamentales del incanato como los que conocemos hoy.
Los objetos de oro, plata y piedras preciosas no formaban parte del tributo, eran entregados como
regalo.
INCA: La organización política del incanato tenía en la cima al hijo del sol y en lace entre el Hanan
Pacha (cielo) y el Hurin Pacha (tierra). La máxima autoridad política, militar y
administrativa.
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TUCUYRICOC o supervisor imperial que informaba directamente al inca o al auqui. Para Del Busto
no solo poseía un fin social, sino que también buscaba preservar un orden en la tributación.
Cada Tucuyricoc tenía por debajo una muy bien organizada jerarquía social, que implicaba
respeto y obediencia.
Estos personajes los elegía el inca y sus cargos no eran hereditarios. Carecían de poder
militar; pero su labor fiscalizadora podía destruir a los malos funcionarios.
QUIPUS Y YUPANAS: herramientas ingeniosas que fueron utilizados en el tiempo incaico que
permitieron el control de la administración pública mediante un sistema de contabilidad y registró.
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Otra herramienta para procesar información la yupana, objeto que podía ser de madera, piedra o
arcilla principalmente y que cumplía la función de ábaco.
Si bien una de sus funciones se relaciona con la matemática por contabilizar, también era utilizado
para guardar información de noticias censales, de montos de productos y de subsistencias
conservadas en los depósitos estatales, los cronistas mencionan a los quipus como instrumentos
donde los incas dejaban sus historias.
El quipu, estaba compuesto por una cuerda de la cual colgaban 17 cuerdas más pequeñas de
longitud variable. El sistema de nudos: simple, flamenco y compuesto daba cuenta de las
cantidades anotadas por unidades, decenas, centenas y millares.
Según Del Bustos tomando la idea de los cronistas españoles, así como María Rostworowki y
Garcilazo comentan sobre “la codificación del color”, el amarillo simbolizaba el oro y el maíz; el
blanco, la plata y la paz; el rojo, la sangre o la guerra; el negro, el tiempo o las etapas de algún
suceso; el pajizo, los desórdenes políticos; el morado, todo concernientes a los curacas y el rojo
encarnado, lo tocante al Inca. En cuanto a su estructura había un orden que empezaba por las
cosas de mayor calidad y descendía hasta las menos valiosas (mieses o legumbres).
Garcilazo también pensaba que estos nudos daban cuenta de las armas: Lanzas, dardos, arcos,
flechas, porras, hachas, hondas y demás. Además, decía que registraban personas comenzando
las de mayor edad hasta las recién nacidas, registraban también datos como personas casadas y
viudas. Así mismo asevera que el registro era decimal. Siendo una obligación que todos los pueblos
poseerán su propia contabilidad. La lectura se hacía de arriba hacia abajo. Teniendo en cuenta
que cada cuerda expresaba un número.
Los Quipucamayoc formaron un sector burocrático muy especializado, cuyo saber se extendía
incluso mucho más allá de llevar las cuentas, se registraban datos no numéricos relacionados a
los gobiernos de los diferentes soberanos del Inca.
El Tucuyricoc tenía que remitir, en las fiestas del Inti Raymi, el tributo y las cuentas que le
entregaban los curacas de sus regiones, Según Carlos Radicati di Primeglio, el Tucuyricoc, junto
con una especie de juez, recibía los quipus que presentaban los curacas acompañados de los
Quipucamayoc.
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Felipe Guzmán Poma de Ayala, en su obra Nueva crónica y buen gobierno, indica que funcionario
que operaba las cuentas con los quipus le llama “Curaca Cóndor Chaua” y lo describe como
Contador mayor y tesorero del Tahuantinsuyo. Usaban la Yupana para procesar las cuentas,
causando asombro a José de Acosta.
Los Curacas, señores étnicos de los pueblos sometidos al Tahuantinsuyo ya los sapsicamayoc,
quienes tenían a su cargo una comunidad o sapsi. Según Rostworowski comenta que durante el
siglo XV e inicio del siglo XVI existieron grandes señoríos y cada uno era gobernado por 2 curacas
y eran nombrados por el propio grupo étnico a lo largo y ancho del territorio inca. Los Curacazgos
estaban divididos en mitades.
Los curacas eran autoridades étnicas afirma que su función principal era administrar los bienes
comunales y controlar los recursos humanos con fines redistributivos. Ellos organizaban a los
grupos subalternos que iban a lugares alejado, o de microambientes distintos, a conseguirlo que
el curaca solicitaba. Como una forma de prevenir cualquier amenaza de rebelión; pues estos
respondían con su vida.
Pasadas algunas penurias, y luego del tercer viaje de Francisco Pizarro, el lugarteniente de Balboa
en el descubrimiento del Mar del Sur, en dirección de ese territorio incognito que ellos creían que
se llamaba Birú o Pirú, hallaron su cometido. El posterior arribo a Cajamarca y la derrota de
Atahualpa los puso en condiciones de adueñarse del oro y la plata que ansiaban.
Una vez consolidado el dominio español en tierras americanas, a mediados del siglo XVI, y en
vista con el desorden con que se manejaban las riquezas que pertenecían a la Corona española,
se intentaron diversos mecanismos para llevar adelante la fiscalización de los administradores de
ese cuantioso tesoro público y el acrecentamiento de la hacienda real.
En un primer momento fueron los propios oidores de la Real Audiencia los encargados de tomar
las cuentas a los oficiales reales en el Nuevo Mundo, labor reforzada con la presencia esporádica
de contadores visitadores, enviados desde la metrópoli europea. Tomar “Las Cuentas” significaba
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verificar los montos que se adeudaban a título de tributos a la Corona, asegurarse de que estos
se enviaran puntualmente a la metrópoli y vigilar que no existiera ningún tipo de corrupción. Los
contadores visitadores fueron llamados “comisarios de la perpetuidad” cuando en 1560 llegaron
al Perú con el cuarto virrey, Diego López de Zúñiga y Velasco, conde de Nieva.
La corrupción que alcanzaba a todos los españoles con algún poder en las tierras ocupadas,
produjo que en los años iniciales del asentamiento colonial la Corona se viese obligada a establecer
un sistema de garantías para el buen funcionamiento del control sobre los dineros del rey. Este
sistema constataba de fianzas, juramentos, tenencias de libros contables, un sistema de caja de
“tres llaves” y la aplicación de multas y condenaciones. El mecanismo principal de dicho
procedimiento era la rendición de cuentas, las cuales eran liquidadas por los contadores del
Consejo de Indias, con sede en España, quienes anualmente recibían un balance provisional y
cada tres años las cuentas completas. Las personas que tomaban las cuentas en el Perú cumplían
de manera simultánea diversas tareas, y la forma de cumplirlas era desigual.
Para 1554, cuando el rey envía al Perú una provisión que establece la modalidad de la toma de
cuenta.
El pedido de las Autoridades Coloniales fue finalmente escuchado por el Consejo de Indias. Los
Consejeros consultaron con el rey Felipe II la posibilidad de crear un Tribunal Mayor de Cuentas
en América. La discusión en el Consejo abría la posibilidad de crear dos contadurías, una el Lima
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y otra en México, tomando en cuenta la experiencia americana, que mostró que los oidores no
estaban capacitados para dicha tarea, por no ser su especialidad.
Su lapidario informe daba cuenta que los oficiales reales disponían del dinero del rey como si
fueran propios, haciendo préstamo a sus allegados y utilizándolos en negocios privados, señalando
entre los beneficiados a los oidores y gobernadores. Sostenía, además, que las autoridades
disponían a su libre albedrio de sus tesoros reales, argumentando urgentes necesidades.
El 24 de agosto de 1605, el rey Felipe III de Austria, El Piadoso, firmaba en Burgos la real cedula
en la que daba vida a los tribunales de cuentas americanos, estableciendo las primeras ordenanzas
sobre el particular. Allí se especificaba que los tribunales serian tres: los de Lima, México y Santa
Fe de Bogotá.
El historiador Sandro Patrucco indica que el Tribunal Mayor de Cuentas supervigilaba el buen
funcionamiento de la hacienda pública, la recaudación de ingresos y la administración de la
liquidez monetaria. También evaluaba la Caja Fiscal en lo que se refiere a gastos, pagos y
comisiones, y emitía las órdenes de la fundición de los metales preciosos. Con el fin de cumplir
con estas funciones, los Contadores tenían amplias atribuciones para cobrar las deudas y a
premiar a los deudores morosos.
En cuanto al contexto local en que fue creado el tribunal, cabe destacar que existieron razones
más profundas que las esgrimidas por la Corona para su instauración. Esta era la necesidad de
tener una institución especializada en la supervisión y el control del cobro de los impuestos
coloniales.
JERARQUÍAS Y SANCIONES
Desde los años iniciales de la existencia del tribunal de cuentas hubo tres tipos de contadores:
El contador mayor o contador de cuentas: Supervisaba las operaciones hechas por los
otros contadores, sobre los cuales la tenía autoridad. Poseía el rango de juez o ministro
superior. En algún momento fueron dos, tres y hasta siete contadores mayores.
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El contador de resultas: Tenia a su cargo la resulta, es decir, revisaba las cuentas y
buscaba razones para tributar a favor del rey. Su misión era hurgar en las cuentas
coloniales por si se había producido algún desfalco, fuese por error, omisión o dolo.
El contador ordenador: Su tarea era ordenar las cuentas que llegaban al tribunal,
legislando cada ítem con su respectiva documentación probatoria, dejando limpio el
expediente para su posterior revisión por parte del contador de resultas.
El ámbito sobre el cual tenía jurisdicción la contaduría limeña durante el siglo XVII abarca el
extenso territorio del virreinato del Perú de ese siglo.
La historia del antiguo Tribunal de Cuentas no fue sencilla. En numerosos momentos su objetivo
principal chocaba con las necesidades pragmáticas de la Corona española, y a menudo el accionar
de otros organismos del Estado colonial trataba su buen funcionamiento, echando por tierra la
misión fundamental para la cual se había fundado.
Los tributos personales se cobraban en razón del vallaje a la Corona. A ellos estaban obligados
todos los súbditos del Imperio español, pero quienes arribaron al Nuevo Mundo los evadieron y
solo llegaron a afectar a indígenas y castas.
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OTRAS OBLIGACIONES DEL TRIBUNAL DE CUENTAS
Aunque el principal deber del Tribunal de Cuentas era el control administrativo de la actividad
económica de los oficiales reales, esta no era la única tarea de sus contadores, a ellas añadía la
fiscalización de una larga lista de actividades:
Tras conocer todos los anteriores detalles es justo preguntarse si el Tribunal de Cuentas cumplió
o no con su objetivo, o en qué medida lo hizo. Un indicador de dicha eficacia lo encontramos en
el informe que el contador mayor José Suárez hizo en los años 1630 y 1632. En ellos da a conocer
el estado de cuentas de las diferentes cajas reales, especificando el extraordinario atraso en la
mayoría de ellas. Así; por ejemplo, para 1637, Suárez consigna que solo la caja de Lima estaba
al día, mientras que la de Huancavelica tenía un ligero atraso de dos años.
El propósito de las reformas borbónicas era hacer más eficiente el aparato productivo colonial y,
como consecuencia, incrementar los ingresos reales aumentando la presión fiscal sobre los
habitantes del Nuevo Mundo, en especial sobre los indígenas. Para esto, procedieron a renovar la
estructura colonial americana que habían dejado los Habsburgo. Lo que se buscaba era maximizar
la explotación de las riquezas coloniales y acrecentar la recaudación tributaria.
Las visitas generales no eran desconocidas en el Perú Virreinal. La Corona solía apelar a este
mecanismo a fin de supervisar la marcha de sus dominios indianos, sin embargo, las de la segunda
mitad del siglo XVIII se enmarcan en una época especial, muy propia del pensamiento ilustrado
y del espíritu reformista de los borbones, una de las consecuencias más visibles de estas visitas
fue la formación del régimen de intendencias en 1787, concebido como la nueva forma de
administración capaz de sacar adelante los territorios coloniales. Los visitadores fueron investidos
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de plenos poderes, incluido del superintendente general de la Real Hacienda, que antes reposaba
en manos del Virrey, se los otorgo la capacidad de resolver o modificar, así como de remover
cualquier obstáculo, según conviniera al logro de sus objetivos.
La última década del siglo XVIII y las dos primeras del XIX constituyen los años finales del antiguo
tribunal bajo el dominio colonial. El esfuerzo reformista llegó hasta los momentos finales de la
vida colonial, pues en 1820 se aprobó la última reforma, en medio de la conmoción causada por
el arribo de las tropas independentistas de San Martin a Pisco. Las pugnas se intensificaron al
interior del tribunal. Esta vez se formaron bandos antagónicos, en parte influidos por el contexto
político de la época y en los cuales estaría a tallar el propio virrey, tomando partido por uno de
los mandos en disputa.
Estallaron sórdidas disputas entre los contadores y se formaron bandos irreconciliables. Estos
estaban influidos por las nacientes disputas ideológicas propias de estos años, que desembocaron
en la ruptura del Perú con Estaña y sus antiguas colonias. Pese a lo inestable de la situación
política, en 1812 se implementó una nueva reforma del tribunal de Cuentas. Esta reforma significó
un aumento de su personal, de 25 a 35 empleados.
En estos años la contaduría asumió nuevas tareas tras la incorporación al Perú de los territorios
de Quijos, Maynas y Guayaquil (1802-1803), lo que se añadía al ya señalado reingreso de la
intendencia de Puno.
Las pugnas al interior de la contaduría significaron la aparición de dos bandos. Uno de ellos
defendía la antigua aspiración de los contadores subalternos referida al reconocimiento y respeto
de sus labores. Como cabeza visible de dicho grupo estaba el contador ordenador José de la Riva-
Agüero, futuro primer presidente de la república. Los contadores mayores solían tomar la cuenta
de rubros de hacienda en los cuales tenían intereses propios o de parientes cercanos y allegados.
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1.3 SISTEMAS DE CONTROL DE LA REPUBLICA
Luego de la proclamación de la independencia del Perú el 28 de julio de 1821, el Perú era un país
política y económicamente desordenado, por lo que don José de san Martin en su cargo de
protector del estado peruano y tratando de ayudar a que exista la democracia, creo un régimen
administrativo nacional y convocó a elecciones en diciembre de 1821 para elegir un congreso y
este al mismo tiempo determinar un régimen y elaborar una constitución.
El primer congreso tuvo 79 integrantes, quienes aceptaron la renuncia del general San Martin, y
a su vez sin marco legal nombra una junta gubernativa quien tenía como labor principal terminar
la guerra con los ejércitos del virrey La Serna, al adolecer de recursos se impone a los
comerciantes una aportación de cuatro mil pesos, lo cual origino prestamos al estado, exigibles
en liberaciones aduaneras.
A fines de 1821 el general San Martin creó un banco emisor de papel moneda temporal, el cual
fue falsificado fácilmente, por lo tanto, el congreso aprobó aumentar la circulación de billetes.
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NUEVA FOJA DEL TRIBUNAL DE CUENTAS
La real orden dada en Madrid, el 14 de noviembre de 1820, había establecido que dichos
organismos estarían representados por una sola persona, desaparecieron del organigrama las
figuras del regente, los contadores recaudadores, los contadores de razón, el escribano de
cámara, el archivero y el aguacil.
Quedó suprimida, además toda otra representación, incluida aquellas que, luego del fallecimiento
de sus titulares habían quedado sin ser cubiertas.
El decreto bolivariano, establecía la pena de muerte para empleados públicos que participarán en
directa o indirectamente en el contrabando. Establecía una organización de las contribuciones
personales, patentes y prediales, la creación de la caja de Amortización, la Caja de Liquidación la
junta de liquidación de deuda contraída con ejército, la Marina y los empleados civiles y la
Contaduría General De Cuentas. Sin embargo, el régimen vitalicio terminó dejando el país en una
mala situación económica: los pagos civiles y militares no sólo se efectuaban de manera parcial,
sino que estaban atrasados.
En junio, tras una revelación militar en 1829 se eligió a Agustín Gamarra como presidente del
Perú, entre sus obras están: la dación del Reglamento de la Casa de la Moneda, el establecimiento
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de la Dirección General de Aduana y la promulgación de un decreto, que otorgó plazos definidos
a los administradores de tesorerías y rentas de la República, para que presentaran sus cuentas
de Contaduría General de Valores.
A partir del 21 de diciembre 1833, Luis José de Orbegoso se convirtió el nuevo mandatario. La
nueva Carta Magna (1834) estableció juicios de residencia obligatoria para todo funcionario del
Poder Ejecutivo una vez que dejara el cargo. Se estableció que el aparato estatal sólo podría
gastar en lo que el Congreso señalara, el castigo de malversar los fondos públicos, era la
destitución del cargo y la pérdida definitiva de la ciudadanía, así como la obligación de resarcir los
daños y perjuicios que pudieran haber causado al fisco.
En el gobierno de Santa Cruz cobró especial importancia la vigilancia que empezó a ejercer sobre
las ventas y los gastos, uno de los pilares de los ingresos fiscales provenía de los tributos que se
cobraban en las aduanas.
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En los departamentos de rectificación militar y civil llegaban los manifiestos de pago y las planillas
de sueldos y salarios de los trabajadores estatales para su revisión y archivo, éstas también se
elevaban al despacho del presidente del Tribunal de Cuentas. Los últimos gobernantes llevaron al
país a la quiebra, pues la deuda interna alcanzó los 80 millones de pesos en papel moneda;
mientras que la externa, fue de 32 millones de libras esterlinas.
En la década de 1840 comenzó la explotación del guano, convirtiéndose en una generosa fuente
de ingresos del Estado. Entre 1850-1870 las exportaciones guaneras hicieron posible el aumento
de los ingresos y de los gastos fiscales. Las rentas del guano representaban dos tercios del total
a los ingresos fiscales, pues muchos tributos e impuestos abolieron, como el indígena, el de las
casas, el diezmo agrario, o se redujeron, como los que grababan los predios y las industrias.
AÑOS DE CORRUPCIÓN
Aunque el juicio que la historia hace de los dos gobiernos de Castilla arroja un resultado positivo
un cuestionamiento que se le hace es no haber llevado un registro y control exacto de los pagos
del Estado a los antiguos esclavistas como compensación por cada liberado.
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contadores modificando los procesos de modo que los trámites fueron más rápidos eficaces y
económicos.
En 1922 llegaron noticias de que en Estados Unidos habían tenido entidad fiscalizadora que era
La Contraloría, una institución técnica moderna encargada de realizar el análisis previo y
concurrente a las finanzas del estado.
LA REPÚBLICA ARISTOCRÁTICA
En 1895 se inició el gobierno civil y democráticamente elegido de Nicolás de Piérola dando inicio
al periodo que Basadre llama república aristocrática. Y que se desarrolló hasta el año 1919, en la
que los gobiernos buscaron desarrollar las actividades políticas, económicas, social y
administrativa como sustento de su formación se menciona la creación del Ministerio de fomento
y Obras Públicas y las de la ley de contabilidad de los ministerios, que data del 30 de octubre de
1895 está norma fue dada por el congreso como intento de implementar el sistema más apropiado
para la buena administración.
En el primer gobierno de José Pardo, a pesar que los presupuestos se presentaban y aprobaban
anualmente, no fue posible evitar el desequilibrio fiscal ni la consecuente alza de costos de vida,
pues el gasto empezado a crecer más que los ingresos tributarios, entonces regresó el
endeudamiento externo, recurriendo a las bancas francesas y alemanas, para cubrir las brechas.
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EL ONCENIO Y LA CONTRALORÍA
El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 provocó una nueva crisis en la economía
peruana, es por ello que los agentes económicos empezaron a esconder la moneda de oro y a
generar el debilitamiento de la vida comercial, el incumplimiento de las obligaciones, el retiro de
los depósitos bancarios, la caída de las cotizaciones bursátiles y hasta el colapso de la bolsa. Así
pues, el mayor impulso al mercado interno durante los años iniciales del oncenio tuvo su origen
en el aumento de la inversión y el empleo públicos.
En el segundo gobierno de José Pardo el boom del azúcar hizo que se logre una época de
prosperidad para los dueños de las haciendas azucareras, pero no para la economía nacional que
seguía igual por lo que se aplicó impuestos a la exportación de azúcar, algodón, lana, oro, plata,
cobre y petróleo. Estos impuestos genero ingresos extraordinarios al fisco; pero el fin de las
hostilidades hizo caer las cotizaciones de las materias primas, creando una enorme brecha en la
caja fiscal.
En este tiempo asumió por segunda vez el mandato del país Augusto B. Leguía quien tenía la
seguridad de que el progreso del país era el aumento del gasto público. Este segundo gobierno
se caracterizó por el despilfarro fiscal.
CONCLUSIONES
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Actualmente, es una entidad descentralizada, que goza de autonomía, que fue dada tras
la creación de La Constitución Política de 1993.
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II. LINKOGRAFIA
http://doc.contraloria.gob.pe/prensa/libros/la_contraloria_cuenta_su_historia_CGR.html
http://doc.contraloria.gob.pe/prensa/libros/el_tribunal_de_cuentas_CGR.html
http://doc.contraloria.gob.pe/prensa/libros/los_sistemas_de_control_en_la_republica_CGR.h
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