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Material elaborado para la Cátedra Metodología de la Investigación Histórica (Metodología I), FaHCE-

UNLP

Fichas de lectura

Prof. Esteban Barroso (2017)


FaHCE-UNLP
I. Introducción

El proceso de elaborar un proyecto de investigación supone recorrer diversas etapas,


cada una de las cuales puede producir alguna clase de dificultad. Si bien no
necesariamente se llevan a cabo en un orden preconcebido, la primera de ellas es,
obligatoriamente, la elección de un tema en el que se va a inscribir nuestro futuro trabajo
de investigación. Incluso llevar adelante este primer paso no resulta algo sencillo. Es
necesario delimitar espacial y temporalmente el tema propuesto, fundamentar su elección,
reconocer aquellos intereses personales o preconceptos que puedan estar operando en su
selección, y plantearlo de modo tal que se vaya de lo más general a lo más particular.
Sin embargo, no es suficiente esto como para ya estar en condiciones de comenzar a
investigar. El tema generalmente es demasiado amplio, por lo que es indispensable poder
delimitar una cuestión específica a ser abordada desde un punto de vista científico: esto
supone elegir un problema de investigación. Como afirman Selltiz y otros (1980), hasta
los investigadores experimentados pueden tener ciertas dificultades para lograr realizar
este paso desde el tema, hasta la enunciación de un problema. Para lograr esto, es
imprescindible dedicarse concienzudamente el repaso, la lectura y el análisis de la
bibliografía existente sobre el tema elegido. Esta etapa, en la mayoría de las ocasiones,
comienza en el proceso mismo de selección del tema, en la búsqueda de afrontar de la
mejor manera posible algunos de los problemas que pueden aparecer en él, y a los que ya
se hizo referencia. Quien se predispone a realizar un proyecto de investigación,
usualmente tiene algún conocimiento acerca de los trabajos de investigación existentes
sobre el tema elegido. A partir de esta base, deberá comenzar a realizar la búsqueda de
nueva bibliografía, que le permita ahondar su conocimiento sobre el tema elegido. Esto,
a su vez, lo colocará en mejores condiciones para poder confeccionar su propio problema
de investigación.
Leer la bibliografía existente es, por lo tanto, una tarea sumamente importante. Sin
embargo, tampoco está exenta de dificultades. Y esto, al menos en parte, debido a uno de
los beneficios de nuestro tiempo: la posibilidad que tenemos de acceder,a través de
múltiples vías, a una gran cantidad de libros, artículos, conferencias, ponencias, etcétera.
Gracias a esto, es muy posible que, una vez comenzada la búsqueda bibliográfica, el o la
futuro/a investigador/a se encuentre manejando un corpus de textos para nada
despreciable. Y si bien esto supone algo positivo, también puede producir un cierto
desorden, que llevé a cometer errores en lo que respecta a, por ejemplo, la decisión sobre
qué leer primero, y qué después.

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Con la intención de evitar esto, y ordenar la búsqueda bibliográfica incluso antes de


pasar a un momento más plenamente destinado a su lectura, es que Umberto Eco propone
la realización de fichas bibliográficas. Según este autor, a medida que se encuentra algún
texto que se cree que pueda ser de utilidad, teniendo en cuenta el tema escogido, se lo
anota en una ficha. No es necesario leer todo el texto; ni siquiera una parte significativa.
Simplemente, cuando se reconoce que puede estar relacionado con el tema abordado, se
lo ficha. Cuando digo “se encuentra”, no significa que efectivamente deben tener acceso
a ese texto, sino solamente conocimiento de su existencia. Por ejemplo: quizás están
leyendo un libro, y su autor cita un artículo que piensan que les puede ser de utilidad.
Ante eso, si no tienen tiempo de buscar el artículo en cuestión, desean hacerlo luego, o
incluso no lo pueden encontrar, hacen una ficha sobre él. De esta manera, será posible
tener una constancia de todos los textos que conocen sobre el tema, lo hayan o no podido
encontrar aun. Cada texto debe tener una ficha. ¿Y qué incluimos en ella? Solamente la
información básica: esencialmente, los datos del texto en cuestión (autor, título completo,
lugar de publicación, editorial, año, etcétera) y el lugar en el que se encuentra (si es que
ya lo han hallado). También se pueden incorporar alguna pequeña observación, pero nada
más.
Ahora bien, aquí considero que es importante dejar en claro una distinción que hace el
autor entre dos tipos de fichas: las bibliográficas, y las de lectura. Las fichas bibliográficas
son muy beneficiosas para permitirnos saber con qué materiales contamos, y con cuales
otros desearíamos contar. A partir de esta información, estaremos en mejores condiciones
para, por un lado, continuar nuestra búsqueda, y por el otro, comenzar a leer de un modo
también lo más ordenado posible. En definitiva, si sabemos con qué contamos, es más
probable que podamos tomar mejores decisiones con respecto a qué comenzar a leer
primero. Ahora bien, hasta aquí llega la utilidad de este tipo de fichas. Luego, viene el
momento más propio de lectura. Realizar un proyecto de investigación supone leer un
corpus bibliográfico relativamente extenso. En el mejor de los casos, dicho corpus estará
integrado en su totalidad por materiales de los que somos directamente poseedores.
Muchas veces, en cambio, nos encontraremos con que buena parte de él forma parte, por
ejemplo, de diferentes bibliotecas, y que no podemos, por lo tanto, manipularlo
libremente y disponer de él constantemente.
Esto último puede suponer un problema. Supongamos que leímos un libro que pedimos
prestado en la biblioteca, en el momento inicial de elaboración del tema, cuando aún no
teníamos bien delimitado el problema. Nos pareció muy interesante y hasta nos permitió
delimitar un poco más el tema. Muy entusiasmados con este avance, decidimos avanzar.
En dos semanas, leemos dos libros más, cinco artículos, y tres capítulos pertenecientes a
otros tantos libros. Llegado a este punto, y luego de leer un último artículo, nos damos
cuenta de que su conclusión principal parece tener algunos puntos de contacto con otra
cosa que leímos previamente. La pregunta es, ¿con cuál de todas ellas? Quizás, es cierto,
podamos recordar las conclusiones generales de cada uno de los textos leídos. Pero, ¿y
los objetivos secundarios? ¿Y los conceptos que formaban parte del marco conceptual?
¿Y las fuentes empleadas? Podemos encontrarnos enredados entre marañas de palabras
difícilmente recordadas, perdiendo valioso tiempo releyendo una y otra vez textos ya
leídos, con la intención de resolver una pregunta que quizás sea clave para avanzar en la
confección de nuestro proyecto de investigación.

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Precisamente, las fichas de lectura tienen como una de sus principales utilidades, el
permitirnos evitar al menos una parte de estos inconvenientes. Para cada texto que leamos,
debemos hacer una ficha. ¿Qué incluimos en ella? Según Eco (1993:87), “resúmenes,
juicios, citas; en resumen, todo lo que pueda servir para la utilización del libro leído en el
momento de la redacción de la tesis”, o, en nuestro caso, del proyecto de investigación.
La frase clave aquí es “todo lo que pueda servir” del texto en cuestión, para realizar el
proyecto. Mejor dicho, todo lo que crean, supongan, que pueda servir. Antes o durante
los momentos de lectura, debemos intentar preguntarnos, ¿Qué aspectos del textos me
convendría mirar más detenidamente?
Y con respecto precisamente a esta pregunta, no existe una sola respuesta, ni una sola
estructura o modelo de ficha de lectura posible. Eco propone incorporar en cada ficha lo
siguiente: indicaciones bibliográficas precisas, datos sobre el autor, resumen del texto,
amplias citas, comentarios personales sobre el texto. Sautu y Sautu y otros, en cambio,
sostienen que cada ficha debe incluir los objetivos del estudio, los conceptos y
proposiciones teóricas, la metodología utilizada, y un análisis crítico del texto en cuestión.
Los “modelos” de fichas planteados por estos autores son, por lo tanto, bastante
diferentes. Ahora bien, más allá de ello, quisiera remarcar algunos de los beneficios que
posee hacer una ficha de lectura, especialmente teniendo en cuenta lo propuesto por Sautu
y Sautu y otros. Estas fichas no solamente ordenan el proceso de lectura, permitiéndonos
tener un registro escrito de algunos de los aspectos centrales de cada uno de los textos
leídos. Si de cada uno de los libros o artículos que decidamos utilizar, hacemos una ficha,
incluyendo en ella los objetivos, el marco teórico o conceptual y la metodología, al
finalizar del proceso nos encontraremos con un compendio de objetivos, marcos teóricos
y metodologías relacionadas con nuestro tema de investigación. Demás está decir que
esto nos puede ser de mucha utilidad para poder afrontar de la mejor manera posible las
restantes etapas de la elaboración de nuestro proyecto. Analizando los objetivos
propuestos por los autores leídos, por ejemplo, podemos estar en mejores condiciones
para confeccionar los propios. Además, hasta podríamos ver, dentro del tema de
investigación que elegimos, qué objetivos se privilegiaron, y cuales otros recibieron
menos atención. ¿Por qué recibieron menos atención? ¿Podría nuestra investigación
centrarse en alguno de ellos? Algo similar se puede hacer en relación con las
metodologías y los marcos conceptuales.
Pero la confección de estas fichas también puede ser de mucha utilidad a la hora de
escribir el estado de la cuestión, y de realizar un análisis crítico de la bibliografía
abordada. Con respecto a lo primero, el estado de la cuestión es un repaso de las obras
existentes sobre el tema de investigación elegido. Pero esto no implica solamente colocar
una debajo de la otra a cada una de ellas, sino que es necesario analizarlas críticamente,
hacerlas dialogar entre sí, y agruparlas utilizando algún criterio. Las fichas nos pueden
ayudar a lograr esto. Por ejemplo, es probable que, luego de analizados y fichados varios
textos, descubramos que si bien se proponen objetivos similares, utilizan metodologías
diferentes, y llegan a conclusiones también distintas. Esto nos facilitaría el poder
relacionar los textos a la hora de escribir el estado de la cuestión. Y con respecto a lo
segundo, identificando en cada texto todas las cuestiones recién mencionadas, es muy
posible que estemos en condiciones de encontrar posibles cuestiones problemáticas. Es
posible, por ejemplo, que en una obra no todos los objetivos planteados en un principio
sean efectivamente desarrollados o cumplidos, o que la metodología no sea la más
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indicada teniendo en cuenta los objetivos planteados. De esta manera, haciendo esto,
estaremos en mejores condiciones para poner a prueba la coherencia interna de los
estudios abordados, y por lo tanto, de poder analizarlos críticamente.
Teniendo en cuenta todo lo dicho, a continuación se propondrá un modelo o estructura
de ficha de lectura, en base fundamentalmente a lo desarrollado por Sautu y Sautu y otros.
Se desarrollara una breve descripción de cada uno de los apartados que se cree debe
incorporar una ficha como mínimo para que resulte de la mayor utilidad posible, y se
incorporaran también ejemplos a modo de ilustración. Dichos apartados son:
- Referencia bibliográfica.
- Objetivo general.
- Objetivos específicos.
- Breve resumen.
- Marco conceptual.
- Metodología.
- Análisis crítico/comentarios personales.
Lógicamente, y como ya quedo dicho, este es solo un modelo, de muchos posibles. El
objetivo principal de la ficha es que sea de utilidad para poder afrontar de la mejor manera
posible la elaboración del proyecto de investigación. Por lo tanto, podrían agregarse a
este modelo otros apartados, destinados, por ejemplo, a transcribir citas que se consideren
importantes, o datos del autor. Si se considera que estas cuestiones pueden resultar de
utilidad, sería recomendable incorporarlas. Lo que no sería conveniente, sin embargo, es
desarrollar la ficha como un texto de corrido, sin ningún tipo de estructura. Lo más
recomendable es poder tener en cuenta los apartados arriba propuestos, e intentar
completarlos a todos a partir de la lectura del estudio fichado. Como esto no es una tarea
sencilla, a continuación se hará una breve descripción de cada uno de ellos.

II. Apartados de una ficha de lectura.

1. Referencia bibliográfica y normas de citado.


La redacción de una ficha debe comenzar, necesariamente, con la escritura de los
principales datos de la obra que se desea fichar. No es extraño que, en este proceso, se
puedan incurrir en ciertos errores, que dificulte al dueño de la ficha, o a algún lector
ocasional, poder identificar claramente el texto al que se está haciendo referencia. Para
evitar esto, y a partir del análisis hecho por Eco con respecto a esta cuestión en particular,
a continuación se describirán en que debe consistir la referencia bibliografía de algunos
de los tipos de obras más usuales:
a- Libros
Existen diferentes modos de citar correctamente un libro, pero, según Eco, para ser
validos deben cumplir los siguientes requisitos:
a) Distinguir los libros de los artículos o de los capítulos de otros libros; b) señalar
sin equívocos tanto el nombre del autor como el título; c) señalar lugar de
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publicación, editor y edición; d) señalar eventualmente la consistencia o el grosor


del libro
En relación con esto, es necesario evitar algunos de los errores más comunes:
- Dar solamente la inicial del autor del libro, y no el nombre completo.
- Poner el título del libro entre comillas (esto se reserva para los nombres de los
artículos o capítulos de libros).
- Aclarar tanto dónde se publicó el libro y por quién.
- Colocar el lugar de edición, y no el de impresión.
Estos son dos ejemplos de referencias bibliográficas, la primera errónea, y la segunda
acertada:

Sautu, R, “Todo es teoría. Objetivos y métodos de investigación”, Buenos Aires, 2003.


Sautu, Ruth, Todo es teoría. Objetivos y métodos de investigación, 1ª edición, Buenos
Aires, Lumiere, 2003, 180 p.

b- Revistas.
Una de las características principales del citado de artículos de revistas, es distinguirlas
apropiadamente de los libros. Para eso, su título no se escribe utilizando cursivas, sino
entre comillas. Solo la revista se escribe en cursiva. Además, es importante especificar
no solamente el año de su publicación, sino también el número de la revista, el número
de páginas, y, de existir, la serie o volumen a la que este número pertenece. Este es un
ejemplo de citado de artículos de revistas:

CroviDruetta, Delia y Lozano Ascencio, Carlos, “A más información mayor


incertidumbre. Hacia una necesaria reconsideración de la labor de los medios en la
sociedad de la información”, Revista Latinoamericana de Ciencias de la Comunicación,
3, 2005, pp. 42-53.

c- Libros de autores varios, con uno o más editor/es.


Si queremos citar un libro que incluye obras de diversos autores, pero que tiene uno o
más editores, el modo correcto de citado es similar al de un libro que posee un solo autor,
aunque aclarando la existencia de un editor. Por ejemplo:

Alfonso, Alfredo (ed.), Imágenes de la crisis en Argentina, La Plata, EDULP, 2007,


231 pp.

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De esta manera, al ver la presencia del (ed.), podemos saber que el libro es una
recopilación o colección de diversas obras de varios autores. Ahora bien, si lo que
deseamos es citar uno de los textos incorporados en libros de este tipo, la cita seria como
la que sigue:

Nicolosi, Alejandra Pía, “Crisis social e información televisiva en los sucesos del 20
de diciembre de 2001. El caso de Todo Noticias y Crónica TV”, en Alfonso, Alfredo
(ed.), Imágenes de la crisis en Argentina, La Plata, EDULP, 2007, pp. …

Ahora bien, ¿Qué pasa si lo que estamos leyendo forma parte de una obra colectiva de
varios tomos? En este caso, debemos citar tanto el texto particular que estamos leyendo,
como la obra general a la que pertenece, incluyendo el tomo particular en el que se
encuentra, y, de ser posibles, el número de páginas correspondiente:

Wachtell, Nathan, “Los indios y la conquista española”, en Bethell, Leslie (ed.),


Historia de América Latina, tomo I,Barcelona, Ed. Critica, 1990, pp. 170-194

d- Libro de varios autores, y sin ningún editor.


Es posible querer usar un libro que posee varios autores, sin que ninguno de ellos sea
el responsable de su edición. En la referencia bibliográfica, entonces, solo se coloca el
nombre del primer autor, seguido de “et al.”, abreviación de et alii que significa “y otros”.
Por ejemplo:

Gluz, Nora et al., Avances y desafíos en políticas públicas educativas: análisis de


casos en Argentina, Colombia, Brasil y Paraguay, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
CLACSO, 2014 (primera edición), 322 p.

e- Obras inéditas.
Con ello se hace referencia a las tesis, manuscritos y similares. Este podría ser un
ejemplo:

Enacam, Silvina y Rocca, Silvina, Cacerolazos y saqueos: su construcción mediática,


Tesis de graduación presentada en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social,
UNLP, La Plata, 2007.

Estos no son todos los tipos de obras existentes, pero sí muy probablemente son con
los que más usualmente podemos toparnos. Ahora quisiera abrir un pequeño paréntesis,

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y decir alguna cuestión más con respecto a las normas de citado. Vimos las formas
correctas de realizar la referencia bibliográfica de un texto, y con esto seguramente sea
suficiente como para realizar el encabezado de una ficha de lectura. Ahora bien, a la hora
de realizar el proyecto de investigación, será necesario citar las diferentes obras utilizadas.
Siguiendo nuevamente a Eco, podemos decir que existen dos formas de citar:
a- Con llamado y envió a la nota.
b- Con el nombre del autor y fecha de publicación de la obra, todo entre paréntesis.
Mediante el primer sistema, cuando citamos a otro autor, textualmente o no,
abrimos un llamado que nos remita a una nota al pie de página, o al final del
capítulo/libro. Veamos el siguiente ejemplo, extraído del citado libro de Eco:

Estamos de acuerdo con Vásquez cuando sostiene que «el problema que
examinamos está lejos de ser resuelto»3 y, a pesar de la conocida opinión de Braun,
para quien «las cosas han quedado definitivamente claras en lo que respecta a este
viejo problema»,4 estamos de acuerdo con nuestro autor en que «queda mucho camino
por recorrer antes de alcanzar un nivel de conocimiento suficiente».5
3. Roberto Vasquez, Fuzzy Concepts, Londres, Faber, 1976, pág. 160.
4. Richard Braun, Logik und Erkenntnis, Munich, Fink, 1968.
5. Vasquez, op. cit., pág. 161.

Vemos aquí que en la nota número 5 se utiliza “op. cit.” (Que significa, “en la obra
citada”) para no repetir el libro de Vásquez ya citado en la nota 3. Si la frase hubiera
estado en la misma página, se hubiera podido colocar “Vásquez, ibídem”, que significa
“en el mismo lugar”. Si bien en el ejemplo aparecen solo citas textuales, lo mismo se
puede aplicar en el caso de citas no textuales, con la excepción de que en este caso no se
deberían aclarar al final de la cita el número páginas. Nótese también que las notas pueden
ser más simples que la referencia bibliográfica. Puede, por lo tanto, no incluirse la
información correspondiente a la edición, o a la existencia de traducciones. Esta
información, sin embargo, si debe aparecer en el apartado final del proyecto de
investigación correspondiente a la bibliografía.
El otro sistema de citado mencionado por Eco puede suponer algunas ventajas,
especialmente si debemos incorporar en el proyecto una cantidad importante de citas.
Mediante él, cuando deseamos realizar una cita, solo incorporamos el nombre del autor,
el año de publicación del libro, y la o las paginas correspondientes. Veamos algunos
ejemplos de diferentes situaciones que pueden aparecer:

1- Hace ya varios años Francoise Collin (1995:158) sostuvo que “la ausencia de las
mujeres en la historia significa más su evicción del poder que su falta de actividad:
lo que ellas producen y realizan, en el marco general de la dominación, no les
reporta reconocimiento alguno”.

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2- Para 1950, año en que se convirtió en municipio, y aun cuando superaba


ampliamente a su vecina en cantidad de habitantes (Costallat, 1997), las quejas y
reclamos de las y los pobladores eran los mismos que había enarbolado la
Comisión de Fomento cuatro años antes (…).
3- Según algunos estudios, tanto desde el punto de vista legislativo como en la esfera
del organigrama institucional estatal, bajo el mandato de Raúl Alfonsín se
cristalizaron significativas medidas en el terreno del reconocimiento de los
derechos de las mujeres (Brown, 2003; Barrancos, 2007).

Estas son tres de las situaciones que se pueden presentar. En la primera, el nombre de
la autora aparece mencionado en el texto, por lo que la cita solo debe incluir, a
continuación y entre paréntesis, el año de publicación del texto en cuestión, y la página
de la que se extrajo la cita textual. En el segundo, en cambio, como el nombre del autor
no aparece mencionado, se lo coloca entre paréntesis conjuntamente con el año de
publicación. Véase que, a su vez, como no se trata de una cita textual, no se coloca el
número de página. Por último, en el tercer ejemplo, se ve cómo se pueden citar varias
obras a las que se hace referencia. Indudablemente, esta forma de citar debe
complementarse con la elaboración de un apartado final destinado a la bibliografía, que
contenga toda la información indispensable para hallar el texto. Como la cita incorpora el
apellido del autor o autora y el año de publicación, en la bibliografía debe colocarse dicho
año no al final, sino luego del nombre. Véase el siguiente ejemplo:

Collin, Francoise 1995, “Historia y memoria o la marca y la huella”, en …

Por último, si se desean usar dos estudios realizados por un autor o autora el mismo
año, se agregan luego del año letras (1995a, 1995b, 1995c…) tanto en la cita como en el
apartado de bibliografía.

2. Objetivos.

- Los objetivos son aquello que el o la autora quieren analizar, descubrir, observar,
a la hora de efectuar su investigación. Pueden definirse como aquello que
específicamente desea conocer, y por lo tanto, investigar. No confundir con el
propósito más amplio que puede tener, con sus motivaciones personales, ni con el
campo más amplio en el que incluye su investigación.
- El objetivo general debe encuadrar, abarcar, incluir, a los objetivos específicos, y
estos se deben derivar de aquellos. Objetivos generales y específicos, por lo tanto,
deben estar vinculados.
- Posiblemente estén en el apartado introductorio del texto analizado.

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- En ocasiones, el o la autora de una obra no especifica claramente cuáles han sido


sus objetivos. En ese caso, será necesario intentar reconstruirlos, deducirlos a partir
de lo que se sostiene en dicha obra.
- Muchas veces, en los objetivos aparecen términos teóricos, conceptos, propios del
marco conceptual que utiliza el/la autora. Prestar atención a esto, y luego ver si
esos conceptos aparecen definidos, y si son retomados en el resto de la
investigación.

3. Resumen/contenido/análisis/conclusiones.

- Intentar incluir en este apartado todo aquello que dice el autor/a en el texto fichado,
que crean que les pueda resultar de utilidad para avanzar en su proyecto de
investigación.
- No necesariamente debe abarcar todos los temas tratados por el autor/a.
- Pueden incluir en este apartado citas textuales, siempre marcando la página de la
que las extrajeron.

4. Marco Conceptual o Teórico.

- Según Sautu et. Al (2005:34) “El marco teórico constituye un corpus de conceptos
de diferentes niveles de abstracción articulados entre sí que orientan la forma de
aprehender la realidad. Incluye supuestos de carácter general acerca del
funcionamiento de la sociedad y la teoría sustantiva o conceptos específicos sobre
el tema que se pretende analizar.”
- Como dice Sautu ( :26) “no es necesario copiar, aunque si leer, todos los conceptos:
es suficiente con indicar en nuestra ficha la ubicación de las definiciones y los
contenidos del articulo o libro. Sí es muy importante establecer cómo se relacionan
los conceptos entre sí; esto permite conocer qué elementos privilegia el autor y
como aborda el tema”.
- En ocasiones, el marco conceptual no aparece explicitado de un modo claro en el
artículo/libro a fichar, pero sí puede ser reconstruido a partir de lo que sostiene su
autor/a.
- Prestar atención a qué conceptos teóricos utiliza, cómo los define, de qué manera
aparecen vinculados, qué nivel de abstracción poseen, y como operan dichos
conceptos a lo largo del libro/artículo analizado. Es posible que sean nombrados y
desarrollados en la introducción, pero que luego se diluyan en el resto de la
investigación, paro luego reaparecer en la conclusión sin retomar lo desarrollado
previamente.

5. Metodología.

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- Según Sautu et. Al (2005:151) se trata “de un conjunto de procedimientos para la


producción de la evidencia empírica que debe estar articulada lógica y
teóricamente con los objetivos de investigación”.
- Si los objetivos hacen referencia al qué se quiere conocer, la metodología incluye
el cómo se planea conocer, mediante la utilización de qué métodos.
- No confundir la metodología con las fuentes usadas. Puede ser conveniente
incorporar en este apartado las fuentes que el autor/a uso, pero es necesario
diferenciarlas de la metodología. Por ejemplo: “periódicos de la década del 1940”
no es una metodología. Puede ser, más bien, realizar un análisis cualitativo de
fuentes periodísticas, valiéndose del análisis del discurso. O, en relación a un tema
diferente, efectuar un análisis cuantitativo, realizando un relevamiento a través de
una encuesta semiestructurada. O hacer entrevistas y contrastarlas con documentos
escritos. O basarse en los métodos planteados por la historia oral. En todo esto
queda en claro una cosa: sea cual sea la metodología elegida, debe ser coherente
con los objetivos planteados. Es así que, si queremos estudiar como fue el proceso
mediante el cual una empresa se transformó en una cooperativa controlada por sus
trabajadores, posiblemente efectuar una encuesta no sea la mejor alternativa.

6. Comentarios críticos.

- En este apartado se pueden incluir aquellos aspectos positivos o negativos que se


considere necesario resaltar del texto fichado, teniendo siempre en mente el
proyecto de investigación que se quiere hacer, el tema que se desea investigar.
- Puede aprovecharse esta sección para plantear nexos con otros textos, de tipo
“igual que”, “mejor que”, “peor que”, diferente a”, etcétera.
- Centrarse fundamentalmente en aquellos comentarios críticos que más crean que
les puedan ser de utilidad para su trabajo. Quizás, al leer un texto que desean fichar,
pueden encontrar que una de las cuestiones que plantea es, en su opinión,
sumamente criticable. Ahora bien, si esa cuestión es muy lejana a la problemática
que ustedes quieren trabajar, quizás no sea del todo conveniente explayarse
demasiado en ella; con una simple mención posiblemente sea suficiente.
- Una de las cuestiones que se pueden tener en cuenta a la hora de realizar criticas
al texto fichado, es analizar la coherencia de los diversos aspectos del texto, es
decir, sus objetivos, metodología, fuentes, marco conceptual, conclusiones,
etcétera. Posibles preguntas que se pueden ir planteando mientras leen el texto:
¿aborda en el libro/artículo todos los objetivos que se planteó en un primer
momento? ¿los objetivos específicos son coherentes, están incluidos, en el objetivo
general? ¿las fuentes y la metodología empleada son las más adecuadas teniendo
en cuenta los objetivos estipulados? ¿es el marco conceptual coherente
internamente, y con la metodología elegida? ¿es el marco conceptual retomado a
lo largo de la obra, o aparece desconectado del resto del desarrollo planteado?

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