Está en la página 1de 5

CAPÍTULO 2

JOEL

PATERNIDAD Y FECHA DE JOEL


El autor se identifica como “Joel, hijo de Petuel” (1.1). Aparte de esa breve declaración, casi no se sabe
nada acerca del personaje mismo. Su nombre significa “Jehová es Dios”. Es probable que no fuera
sacerdote, porque se dirige a los sacerdotes como una clase a la que él no pertenecía (2.17), pero sí
versado en la literatura profética precedente, y contaba con un notable discernimiento espiritual.
A esta profecía se le asigna una fecha del 830 a.C. Por cuanto Joel no da una fecha de su ministerio por el
reinado de ningún rey, es algo difícil para dar una fecha exacta. Sin embargo, se puede establecer una
fecha general comparando Joel con Amós. Es evidente que la profecía de Joel había sido dada y
ampliamente recibida para el tiempo en que Amós dio su mensaje. La profecía de Amós puede ser datada
con una cierta exactitud (cp. Am 1.1, 760 a.C.). Comparando a Joel con Amós, se hace evidente que Amós
tomó la clave de su profecía de las palabras finales de la profecía de Joel. Todo el sentido del pensamiento
de Amós depende de que sus oyentes reconociesen las palabras de Joel (cp. Am 1.2 y Jl 3.16; también Am
9.13 y Jl 3.18). Como resultado de esta comparación, Joel es datado alrededor del 830 a.C., haciendo así
de él uno de los primeros profetas.
Para otros, el libro es difícil de fechar porque refleja algunas condiciones que corresponden a épocas de
antes del cautiverio, y otras propias de un período posterior. La tradición lo consideraba como la más
antigua obra profética escrita que se haya conservado, y lo ubicaba durante la infancia de Joás, en el siglo
IX a.C. Sin embargo, hay que considerar seriamente la similitud del concepto de Joel del «día de Jehová»
con el vocabulario del profeta Sofonías (Jl 2.2; Sof 1.14–16). Sofonías profetizó durante el reinado de
Josías de Judá (640–609 a.C.). Por lo tanto, esta también parece ser una fecha posible para este libro.

PROPÓSITO DE JOEL
El mensaje de Joel se dirige al reino meridional de Judá. Hay pocas dudas de que estaba viviendo en el
centro del culto público de Dios (Jerusalén). Se dirige a los sacerdotes como si estuviesen presentes (2.17).
Se refiere en varias ocasiones a Sion, Jerusalén y Judá (2.1,15). Cuando menciona a “Israel” en tres
ocasiones, se refiere al pueblo de Dios como un todo, y no al reino del norte.
El tono de Joel es pastoral y conciliador. El eje de su profecía consiste en una liturgia de lamento, una
expresión de confianza en que el resultado final de la situación de crisis está en las manos de Dios, que es
compasivo y fiel.

BOSQUEJO BÁSICO DE JOEL


(1) La visitación histórica (cap.1)
(2) La revelación profética (cps.2-3)

DATOS IMPORTANTES ACERCA DE JOEL


(1) Palabra clave: Día de Jehová
(2) Capítulo clave: 2, acontecimientos del día de Jehová.
(3) Versículos clave: 2:1-2; 2.28-3.2
(4) Personaje clave: los israelitas
(5) Geografía de Joel: Judá

CONSIDERACIONES ESPECIALES ACERCA DE JOEL


En base de la fecha del 830 a.C., Joel ejercitó su ministerio en los tiempos de Joás, rey de Judá. Este fue
un rey piadoso que fue apoyado e instruido por el sacerdote Joiada, un gran hombre de Dios (2Cr 23.1-
24.14). Judá había sobrevivido al reinado de la malvada reina Atalía. Pero después de su muerte en manos
de Joiada, la nación de Israel prosperó espiritualmente. Sin embargo, al morir el piadoso sacerdote Joiada,
Joás y Judá perdieron su fervor por lo que respectaba al Señor. Fue quizá después de la muerte de Joiada
que Dios envió a Joel a Judá con sus advertencias (cp. 2Cr 24.15-22).
EL DÍA DE JEHOVÁ
Joel, al igual que otros profetas, usa la expresión el “día de Jehová”. Se usa en Abd 15; Jl 1.15; 2.1,11,31;
3.14; Am 5.18, y en una docena de otros lugares. Además, se puede encontrar más de 75 veces en el AT
la frase “aquel día”, o “el gran día”, o “el día” en referencia a este gran tiempo futuro de la actividad de Dios.
La frase «el Día de Jehová» se refiere a aquel tiempo futuro cuando Dios derramará su ira sobre las
naciones gentiles debido al pecado de estas contra los judíos (véase Jl 3.1–8). Ocurrirá después que la
Iglesia haya sido llevada al cielo (véanse 1 Ts 1.10; 5.9–10; Ap 3.10), durante ese período de siete años
conocido como la tribulación. Se describe con más detalles en Apocalipsis 6–19. Este período concluirá con
la batalla del Armagedón (Jl 3.9–17; Ap 19.11–21) y la venida de Jesucristo a la tierra para establecer su
Reino.
Este término enfatiza la idea del “día” como un tiempo de intenso juicio. Es un tiempo en que Dios entra en
juicio con las naciones incrédulas de la tierra para tratar con sus pecados y para vengarse a sí mismo y a
su pueblo (Jl 3.8; Is 34.2). Es un tiempo en que el poder de Dios se exhibe en formas imponentes y únicas
(Jl 2.30-31). Pero aunque el énfasis del “día de Jehová” se hace sobre los juicios de Dios (los cuales se
concentrarían en el tiempo conocido comúnmente como la tribulación), también incluye la idea de
bendición. El “día de Jehová” se extiende más allá de la tribulación para incluir el reino milenial. Incluye los
aspectos de bendición y restauración que son parte del reinado del Mesías (Is 35.1-5; Jl 2.32-3.1; Zac 3.12-
13; 2P 3.10-13). El contexto donde se encuentra la frase determina qué aspecto del “día” está a la vista.

APORTE A LA TEOLOGÍA
El libro de Joel es importante porque muestra que un mensaje de Dios muchas veces puede venir
empaquetado en la forma de un desastre natural. La verdad del libro tiene sus raíces en la desastrosa
plaga de langostas que Joel describe con vívido lenguaje. El profeta nos enseña que el Señor puede
valerse de un desastre natural para llevar a su pueblo a una renovada percepción de su voluntad. Cualquier
desastre natural (inundación, fuego, huracanes, terremotos) puede llevar a la persona sensible a prestar de
nuevo atención a las palabras del Señor.

OTROS PUNTOS IMPORTANTES


Los valores de este pequeño libro son notables en distintos sentidos. La precisión de las descripciones y lo
vívido de las figuras, la cualidad poética y la habilidad artística del autor (como al ilustrar con el fenómeno
dramático de la langosta los hechos sobrenaturales del «día de Jehová») han llamado profundamente la
atención de los estudiosos.
Pero su importancia principal es la de ser precursor de la literatura apocalíptica. Los hechos
históricos son proyectados sobre una pantalla final: las langostas son una representación de los poderes
que oprimen al pueblo de Dios. Joel no condena al pueblo por su pecado ni afirma que su situación de
opresión presente es el resultado de su maldad. En la mente de Joel, el problema no está en los pecados
de Judá sino en la crueldad y maldad de otras naciones en contra de Judá. La restauración de los campos
arrasados es una imagen de la recuperación de la original armonía de la creación y de su perfección en el
reino venidero (3.17,18; Jn 4.14; Ap 22.1,2). El futuro traerá la reivindicación del pueblo de Dios y la
destrucción de sus enemigos (3.9–17; cf. Ap 14.4–20). Considerados aisladamente, estos pasajes pueden
sugerir un estrecho nacionalismo, pero en la totalidad de la revelación, atestiguan el triunfo final de la
justicia divina y la derrota de las fuerzas del mal: esta es la confianza que sostiene a la fe.
El mensaje de Oseas brotó de una tragedia personal en su familia; el mensaje de Joel brotó de una
calamidad nacional: la invasión de una plaga de langostas.
Antes de mirar estos dos mensajes, debemos comprender lo que Joel quiere decir con «el Día de Jehová».
Usa la frase cinco veces, en 1.15, 2.1, 11, 31 y 3.14. Otros profetas también la usan (Is 2.12; 13.6–9; 14.3;
Jer 30.7–8; 46.10; y todo el libro de Sofonías).

LECCIONES PRÁCTICAS
1. Dios triunfará final y cósmicamente, y nadie podrá interponerse.
2. El juicio de Dios es un hecho absoluto y totalmente justo.
3. El pueblo de Dios nunca deberá abusar de la gracia de Dios y caer en la decadencia espiritual como la
que había en el día de Joel. Joel tuvo que decirles “rasgad sus corazones y no sus vestidos”. Vuelve a
Dios y encontrarás en Él todo lo que necesitas.
RESUMEN DE JOEL
El tema del mensaje de Joel es “el día de Jehová”. Como sucede con muchos de los profetas que hablaron
de un juicio venidero, el mensaje de Joel se aplicaba a la nación de su tiempo, así como al futuro gran día
de juicio: la tribulación.
La primera gran división del libro habla de incidentes históricos recientes (1.1-20). En primer lugar, Joel
describe la desolación sin precedentes de la tierra causada por una gran plaga de langostas (1.2-4).
Usando cuatro descripciones poéticas de las langostas predicó al pueblo de Judá sobre las devastaciones
de una futura invasión militar de su tierra. Luego describió otras desolaciones del pasado reciente
recordándoles una sequía que habían vivido (1.15-20). Esta sequía había venido en el tiempo de la
cosecha, y por lo tanto tuvo una gran impacto sobre toda la nación. El pueblo de Israel debería haber
recordado que siempre que la tierra sufría habían de considerar ese hecho como una acción disciplinaria
del Señor (cp.Dt 11.10-17; 28.15,23-24; Lv 14.21). Joel exhortó a la ebria nación a que se desembriagara y
lamentara y llorara a causa de estos acontecimientos (1.5-12).
En la segunda sección principal de la profecía, Joel se basa en los acontecimientos pasados y mira hacia
el futuro (2.1-3.21). Lo que hicieron las langostas y la sequía en el pasado es lo que harán los hombres en
el futuro (2.1-11). Sin embargo, esta disciplina de Dios, en la cual usaría a un ejército extranjero, podría
evitarse con el arrepentimiento. Si la nación tan sólo respondía a la invitación de Dios al arrepentimiento, y
oraba y confesaba su pecado, Dios escucharía (2.12-17). Esto se debe a la naturaleza llena de gracia y
compasiva de Dios (2.13; cp.Éx 34.6-7). Es evidente en el mensaje de Joel que Judá sería posteriormente
invadida y derrotada, pero también totalmente restaurada al final. Joel 2.28-32 es un significativo pasaje
porque Pedro se refirió a él en su sermón el día de Pentecostés (Hch 2). El derramamiento del Espíritu
Santo en el día de Pentecostés no fue el cumplimiento de la profecía de Joel sino un anuncio de su venida
en el “día de Jehová” del tiempo del fin. En esta breve dispensación, la iglesia de Jesucristo ha recibido los
múltiples ministerios del Espíritu Santo como nunca antes. Pero incluso este derramamiento es sólo un
cumplimiento parcial de Joel 2 y de los acontecimientos del “día de Jehová”. Lo que se menciona de
manera breve en Joel 2.30-31 se expande y detalla en las descripciones de Apocalipsis 6,8,9 y 16.
En Joel 3 hace énfasis en la gran batalla del tiempo del fin que hará posible la restauración final de Israel y
las bendiciones del reinado del Mesías. Aunque esta batalla final y culminante se conoce generalmente
como Armagedón, Apocalipsis 14 (que emplea imágenes de Joel 3.12-13) dice que el área geográfica es
muchísimo mayor que la región que rodea a Meguido. Por tanto, el “valle de Josafat”, que queda junto a
Jerusalén, está incluido en esta gran batalla. Pero una vez termine el juicio vendrá la bendición (3.16-18).

I. Tipo del Día de Jehová (1.1–2.27)

A. Proclamación (1.1–20).
Joel se dirige a varios grupos diferentes de personas al describir la terrible plaga y sus devastadores
resultados. A los ancianos (vv.1–4) se les pregunta si pueden recordar tal tragedia en años pasados. En el
v.4 no tenemos cuatro insectos diferentes; en realidad tenemos la langosta en cuatro etapas diferentes
de desarrollo. Hay como 90 variedades de langostas y todas son bien capaces de arruinar a una nación.
Luego Joel se vuelve a los ebrios (vv.5–7) que lloran y lamentan debido a que las viñas han quedado en
ruinas y se ha acabado su provisión de vino. Después se vuelve a los adoradores (vv.8–10) que deben ir al
templo con las manos vacías debido a que no hay sacrificios que llevar. Más adelante se dirige a los
agricultores (vv.11–12) que claman debido a que sus cosechas están arruinadas. Por último, se dirige a los
sacerdotes (vv.13–14) y les dice que ayunen y oren. Aquí llegamos al corazón del asunto, porque el pecado
era el origen del castigo de Dios a la nación. Mientras el pueblo le obedecía, Él enviaba la lluvia y la
cosecha; pero si se alejaban de Él, haría los cielos como bronce y destruiría sus campos (Dt 11.10–17).

B. Tribulación (2.1–11).
Joel toca la trompeta de alarma para advertir al pueblo que el ejército destructor de langostas se acerca. La
langosta en efecto se parece a un jinete en miniatura, y con frecuencia se ha visto su capacidad de
comerse todo lo que halla a su paso. El v.10 sugiere enjambres tan numerosos que oscurecerán al sol y la
luna.

C. Humillación (2.12–17).
Joel toca la trompeta la segunda vez, en esta ocasión para llamar a una asamblea para ayunar, orar y
confesar pecados. Esto no debe ser el mero rasgar externo de vestidos, sino más bien el quebrantamiento
del corazón. En 1.13 Joel llamó sólo a los sacerdotes a orar; en 2.16 llama a todos a participar en el ayuno.
Sin duda les recordó la promesa de 2 Crónicas 7.14.

D. Restauración (2.18–27).
Hemos tenido la alarma y la asamblea; ahora tenemos la respuesta de Dios. Qué fe tenía Joel: « El Señor
responderá». Dios promete alejar al ejército de langostas y restaurar los pastos. Es más, les dará
«cosechas tan abundantes» que tendrán para reponer más de lo que destruyeron los años de la langosta
(2.25). Lo hará, no porque se lo merezcan, sino para que ellos y las naciones paganas conozcan que Él es
el Señor (v.27).

II. Profecía del Día de Jehová (2.28–3.21)


Ahora Joel avanza y habla respecto al «día de Jehová», un tiempo de juicio futuro que finalizará en
bendición para los judíos.

A. El espíritu derramado antes de aquel día (2.28–32).


Pedro citó este pasaje en el día de Pentecostés (Hch 2.16–21), pero note que Pedro no dijo «se cumplió la
profecía de Joel». Más bien lo que dijo fue: «Esto es lo dicho por el profeta Joel». En otras palabras, «este
es el mismo Espíritu del cual Joel habló». Toda la profecía de Joel, con sus señales dramáticas en los
cielos, no se cumplirá sino hasta los últimos días. Por ningún esfuerzo de la imaginación se puede hallar las
palabras de Joel cumplidas literalmente en el Pentecostés. Lo que ocurrió fue el principio de la bendición de
Dios sobre Israel. Si la nación hubiera recibido a Cristo en lugar de arrestar a los apóstoles y matar a
Esteban, los «tiempos de refrigerio» prometidos habrían llegado con la venida de Cristo y el
establecimiento de su Reino (Hch 3.19–26). Joel nos dice que durante los últimos días de la historia de
Israel, durante el período de la tribulación, el Espíritu de Dios obrará con gran poder para salvar tanto a
judíos como a gentiles, y habrá señales poderosas y prodigios en los cielos. Esto aparece en el libro de
Apocalipsis.

B. El juicio derramado durante aquel día (3.1–17).


El v.1 aclara que los judíos volverán a su tierra, libres del cautiverio en las naciones gentiles. Pero todas las
naciones se congregarán para luchar contra Jerusalén. Dios las traerá al valle de Josafat, o sea, el área de
la llanura de Meguido, donde se librará la batalla del Armagedón. Los vv.2–8 dejan en claro que este juicio
será el castigo de Dios sobre los gentiles por la manera en que han tratado a la nación y a la tierra de
Israel. Palestina ha sido una tierra saqueada; muchas naciones gentiles les han robado a los judíos las
riquezas que les pertenece legítimamente. Dios les recompensará en el Día de Jehová. En el v.2 cuando
Dios promete «entrar en juicio» con las naciones, esto no significa que estas se arrepentirán. Las palabras
«entraré en juicio» pueden traducirse «ejecutaré el juicio» (Is 66.16; Jer 25.31). El v.13 compara la batalla
con una cosecha madura de uvas (Ap 14.14–20), una descripción de la batalla del Armagedón. El «valle de
la decisión» (v.14) no se refiere a «tomar una decisión para el Señor». La palabra «decisión» sugiere trillar;
las naciones serán trilladas, juzgadas por el Señor. Cristo defenderá su tierra, su pueblo y su ciudad santa.

C. Bendiciones derramadas después de aquel día (3.18–21).


Mientras Joel predicaba, la gente podía ver los campos secos, el ganado muriéndose de hambre y los
graneros vacíos. Podía ver y oír a la langosta mientras devastaba la tierra. Pero Joel describe un tiempo
cuando el vino, la leche y el agua van a fluir sin medida en la tierra. Esta es, por supuesto, la edad del
Reino cuando Jesucristo se siente en el trono de David en Jerusalén y cuando se sane la tierra y la
bendición de Dios se restaure. La nación se purificará y Dios morará en Sion.
No debemos perdernos la aplicación personal del mensaje de Joel a los creyentes de hoy. No cabe duda
que Dios envía desastres naturales cuando las naciones rehúsan obedecerle. Guerras, cosechas pobres,
epidemias, terremotos, tormentas; Dios puede usar todo esto para hacer que la gente caiga de rodillas.
Dios puede usar incluso pequeños insectos para hacer su voluntad si los hombres y mujeres no le
obedecen. Nuestras vidas quizás lleguen a secarse y a ser infructuosas si andamos fuera de la voluntad de
Dios. Cuán importante es experimentar un arrepentimiento sincero (2.12–13) para que Dios pueda
perdonarnos y enviarnos de nuevo su bendición.

También podría gustarte