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JOEL
PROPÓSITO DE JOEL
El mensaje de Joel se dirige al reino meridional de Judá. Hay pocas dudas de que estaba viviendo en el
centro del culto público de Dios (Jerusalén). Se dirige a los sacerdotes como si estuviesen presentes (2.17).
Se refiere en varias ocasiones a Sion, Jerusalén y Judá (2.1,15). Cuando menciona a “Israel” en tres
ocasiones, se refiere al pueblo de Dios como un todo, y no al reino del norte.
El tono de Joel es pastoral y conciliador. El eje de su profecía consiste en una liturgia de lamento, una
expresión de confianza en que el resultado final de la situación de crisis está en las manos de Dios, que es
compasivo y fiel.
APORTE A LA TEOLOGÍA
El libro de Joel es importante porque muestra que un mensaje de Dios muchas veces puede venir
empaquetado en la forma de un desastre natural. La verdad del libro tiene sus raíces en la desastrosa
plaga de langostas que Joel describe con vívido lenguaje. El profeta nos enseña que el Señor puede
valerse de un desastre natural para llevar a su pueblo a una renovada percepción de su voluntad. Cualquier
desastre natural (inundación, fuego, huracanes, terremotos) puede llevar a la persona sensible a prestar de
nuevo atención a las palabras del Señor.
LECCIONES PRÁCTICAS
1. Dios triunfará final y cósmicamente, y nadie podrá interponerse.
2. El juicio de Dios es un hecho absoluto y totalmente justo.
3. El pueblo de Dios nunca deberá abusar de la gracia de Dios y caer en la decadencia espiritual como la
que había en el día de Joel. Joel tuvo que decirles “rasgad sus corazones y no sus vestidos”. Vuelve a
Dios y encontrarás en Él todo lo que necesitas.
RESUMEN DE JOEL
El tema del mensaje de Joel es “el día de Jehová”. Como sucede con muchos de los profetas que hablaron
de un juicio venidero, el mensaje de Joel se aplicaba a la nación de su tiempo, así como al futuro gran día
de juicio: la tribulación.
La primera gran división del libro habla de incidentes históricos recientes (1.1-20). En primer lugar, Joel
describe la desolación sin precedentes de la tierra causada por una gran plaga de langostas (1.2-4).
Usando cuatro descripciones poéticas de las langostas predicó al pueblo de Judá sobre las devastaciones
de una futura invasión militar de su tierra. Luego describió otras desolaciones del pasado reciente
recordándoles una sequía que habían vivido (1.15-20). Esta sequía había venido en el tiempo de la
cosecha, y por lo tanto tuvo una gran impacto sobre toda la nación. El pueblo de Israel debería haber
recordado que siempre que la tierra sufría habían de considerar ese hecho como una acción disciplinaria
del Señor (cp.Dt 11.10-17; 28.15,23-24; Lv 14.21). Joel exhortó a la ebria nación a que se desembriagara y
lamentara y llorara a causa de estos acontecimientos (1.5-12).
En la segunda sección principal de la profecía, Joel se basa en los acontecimientos pasados y mira hacia
el futuro (2.1-3.21). Lo que hicieron las langostas y la sequía en el pasado es lo que harán los hombres en
el futuro (2.1-11). Sin embargo, esta disciplina de Dios, en la cual usaría a un ejército extranjero, podría
evitarse con el arrepentimiento. Si la nación tan sólo respondía a la invitación de Dios al arrepentimiento, y
oraba y confesaba su pecado, Dios escucharía (2.12-17). Esto se debe a la naturaleza llena de gracia y
compasiva de Dios (2.13; cp.Éx 34.6-7). Es evidente en el mensaje de Joel que Judá sería posteriormente
invadida y derrotada, pero también totalmente restaurada al final. Joel 2.28-32 es un significativo pasaje
porque Pedro se refirió a él en su sermón el día de Pentecostés (Hch 2). El derramamiento del Espíritu
Santo en el día de Pentecostés no fue el cumplimiento de la profecía de Joel sino un anuncio de su venida
en el “día de Jehová” del tiempo del fin. En esta breve dispensación, la iglesia de Jesucristo ha recibido los
múltiples ministerios del Espíritu Santo como nunca antes. Pero incluso este derramamiento es sólo un
cumplimiento parcial de Joel 2 y de los acontecimientos del “día de Jehová”. Lo que se menciona de
manera breve en Joel 2.30-31 se expande y detalla en las descripciones de Apocalipsis 6,8,9 y 16.
En Joel 3 hace énfasis en la gran batalla del tiempo del fin que hará posible la restauración final de Israel y
las bendiciones del reinado del Mesías. Aunque esta batalla final y culminante se conoce generalmente
como Armagedón, Apocalipsis 14 (que emplea imágenes de Joel 3.12-13) dice que el área geográfica es
muchísimo mayor que la región que rodea a Meguido. Por tanto, el “valle de Josafat”, que queda junto a
Jerusalén, está incluido en esta gran batalla. Pero una vez termine el juicio vendrá la bendición (3.16-18).
A. Proclamación (1.1–20).
Joel se dirige a varios grupos diferentes de personas al describir la terrible plaga y sus devastadores
resultados. A los ancianos (vv.1–4) se les pregunta si pueden recordar tal tragedia en años pasados. En el
v.4 no tenemos cuatro insectos diferentes; en realidad tenemos la langosta en cuatro etapas diferentes
de desarrollo. Hay como 90 variedades de langostas y todas son bien capaces de arruinar a una nación.
Luego Joel se vuelve a los ebrios (vv.5–7) que lloran y lamentan debido a que las viñas han quedado en
ruinas y se ha acabado su provisión de vino. Después se vuelve a los adoradores (vv.8–10) que deben ir al
templo con las manos vacías debido a que no hay sacrificios que llevar. Más adelante se dirige a los
agricultores (vv.11–12) que claman debido a que sus cosechas están arruinadas. Por último, se dirige a los
sacerdotes (vv.13–14) y les dice que ayunen y oren. Aquí llegamos al corazón del asunto, porque el pecado
era el origen del castigo de Dios a la nación. Mientras el pueblo le obedecía, Él enviaba la lluvia y la
cosecha; pero si se alejaban de Él, haría los cielos como bronce y destruiría sus campos (Dt 11.10–17).
B. Tribulación (2.1–11).
Joel toca la trompeta de alarma para advertir al pueblo que el ejército destructor de langostas se acerca. La
langosta en efecto se parece a un jinete en miniatura, y con frecuencia se ha visto su capacidad de
comerse todo lo que halla a su paso. El v.10 sugiere enjambres tan numerosos que oscurecerán al sol y la
luna.
C. Humillación (2.12–17).
Joel toca la trompeta la segunda vez, en esta ocasión para llamar a una asamblea para ayunar, orar y
confesar pecados. Esto no debe ser el mero rasgar externo de vestidos, sino más bien el quebrantamiento
del corazón. En 1.13 Joel llamó sólo a los sacerdotes a orar; en 2.16 llama a todos a participar en el ayuno.
Sin duda les recordó la promesa de 2 Crónicas 7.14.
D. Restauración (2.18–27).
Hemos tenido la alarma y la asamblea; ahora tenemos la respuesta de Dios. Qué fe tenía Joel: « El Señor
responderá». Dios promete alejar al ejército de langostas y restaurar los pastos. Es más, les dará
«cosechas tan abundantes» que tendrán para reponer más de lo que destruyeron los años de la langosta
(2.25). Lo hará, no porque se lo merezcan, sino para que ellos y las naciones paganas conozcan que Él es
el Señor (v.27).