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Antropo de Los Sent PDF
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Nota biográfica
Premisas
La premisa fundamental en que se basa el concepto de "antropología de los
sentidos" es que la percepción sensorial es un acto no sólo físico, sino también
cultural. Esto significa que la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato no sólo
son medios de captar los fenómenos físicos, sino además vías de transmisión de
valores culturales. Nos referimos aquí a modos de comunicación sensorial tan
característicos como el habla y la escritura, la música y las artes visuales, así
como a la gama de valores e ideas que pueden transmitirse a través de las
sensaciones olfativas, gustativas y táctiles.
Obstáculos conceptuales
La antropología de los sentidos ha tenido que rebatir tres supuestos frecuentes
para afirmarse como enfoque alternativo para el estudio de la cultura. El primero
es el supuesto de que los sentidos son "ventanas al mundo" o, para decirlo de
otra manera, que son por naturaleza transparentes y, por ende, anteriores a la
cultura. Teniendo en cuenta la gran atención que se ha prestado recientemente a
las distintas maneras en que el cuerpo humano se construye socialmente, resulta
sorprendente que se siga pensando que los sentidos sean de naturaleza
puramente biológica. En realidad, los sentidos, como la mayor parte de los
demás aspectos de la existencia fisiológica, desde la alimentación hasta el
envejecimiento, están regulados por la sociedad. Los códigos sociales
determinan la conducta sensorial admisible de toda persona en cualquier época y
señalan el significado de las distintas experiencias sensoriales. Mirar fijamente a
alguien puede significar grosería, halago o dominación, según las circunstancias y
la cultura. La mirada baja, a su vez, puede ser indicio de modestia, miedo,
meditación o falta de atención.
se dice que este acto de orgullo visual desmedido es castigado con la ceguera.
Sin embargo, el interés de los coleccionistas de arte y los investigadores
occidentales por los diseños visuales de las pinturas de arena de los navajos ha
llevado a varias tentativas de "fijar" de modo permanente, al estilo de las pinturas
occidentales, esta forma efímera de arte. Las pinturas de arena se han
fotografiado, se las ha pegado sobre lienzos y se las ha conservado en cajas de
vidrio herméticas. De este modo, se suprime su elemento táctil, que las
interpretaciones académicas de las obras minimizan o ignoran por completo
(Gill, 1982; Parezco, 1983).
Si bien estas teorías han contribuido a preparar el terreno para una antropología
de los sentidos, proponiendo otros paradigmas sensoriales para el estudio de la
cultura, adolecen de un grave inconveniente desde el punto de vista de la
antropología sensorial: no dejan un margen de variación suficiente en los
modelos sensoriales de las distintas culturas. Según la teoría de McLuhan que
relaciona los modelos de percepción con los medios de comunicación, las
combinaciones sensoriales de la cultura son demasiado complejas para ser
estereotipadas como auditivas o visuales de acuerdo con el modo de
comunicación dominante. La cultura oral de los hopis de Arizona, por ejemplo,
destaca las sensaciones de vibración, mientras que la de los desanas de
Colombia pone de relieve la importancia simbólica del color (Classen, 1993a,
págs. 11, 131-134).
A principios del siglo XX, influido por esa tradición "sentidista", el antropólogo
Charles Myers se llevó la sorpresa de descubrir, al estudiar la importancia del
olfato entre los habitantes del estrecho de Torres, que "a esta gente le gustan o le
disgustan más o menos los mismos olores que a nosotros" (Myers, 1903, pág.
185). No obstante, Myers indicaba que el fuerte poder sugestivo que tenían los
olores para los isleños constituía "otra manifestación más del alto grado de
elaboración del aspecto sensorial de la vida mental [por oposición al aspecto
racional] entre los pueblos primitivos" (Myers, 1903, pág. 184).
que están marginados, sino que investiga la manera en que los significados se
transmiten a través de cada uno de los sentidos. Una vez abandonado el
prejuicio occidental según el cual el olfato, el gusto y el tacto son sentidos
"animales", el hecho de que los sereer nduts de Senegal tengan un vocabulario
olfativo complejo (Dupire, 1987) o que los tzoltziles de México describan el
cosmos en términos térmicos (Gossen, 1974) ya no se considera un indicio
evidente de "salvajismo", sino más bien una elaboración cultural refinada de un
ámbito sensorial particular. En realidad, pasar por alto la investigación de tales
elaboraciones de los sentidos de "proximidad" equivale a menudo a practicar
una discriminación sensorial invertida y descartar un conjunto de elementos
simbólicos que una sociedad considera de primordial importancia. Se puede
descubrir, en efecto, que aun las sociedades que minimizan la importancia de
estos sentidos los utilizan sin embargo para expresar valores sociales.
Los antropólogos sensoriales estudian la función de los olores, los gustos y las
percepciones táctiles, así como de las percepciones visuales y auditivas, no
como prueba de una fase de la evolución, ni como un detalle pintoresco que
podría figurar en una guía turística, sino como claves esenciales sobre la manera
en que una sociedad crea y plasma un mundo con sentido.
sabores y las texturas de la tierra, la gente y los alimentos" (1989, pág. 29). Para
que los antropólogos lograran esto, advirtió que debían apartar sus sentidos del
visualismo occidental y dirigirlos hacia los paisajes sensoriales de otras culturas
(véanse también Fabian, 1983 y Tyler, 1987). En su propio trabajo sobre los
songhays de Níger, Paul Stoller estudió la importancia de ciertos aspectos de su
cultura como el perfume, las salsas y la música (Stoller y Olkes, 1987; Stoller,
1989; 1995). En relación con el perfume, por ejemplo, Stoller describe con lujo
de detalles una ceremonia en que una mujer songhay ofrece una fragancia a los
espíritus (1989, págs. 128-129), dando al lector una idea de la vida sensorial de
ese pueblo.
Perspectivas
La antropología de los sentidos tiene paralelos en muchos otros campos de las
ciencias sociales y humanas. En sociología, Anthony Synnott, entre otros, se ha
dedicado al estudio de los códigos sensoriales del Occidente contemporáneo,
desde el simbolismo de los perfumes hasta las complejidades táctiles de la
puericultura (Synnott, 1993; Classen, Howes y Synnott, 1994). Yi-Fu Tuan
(1995) y Paul Rodaway (1994) han elaborado una geografía sensual.
Historiadores como Alain Corbin y Roy Porter han ahondado en los cambios
culturales de valores sensoriales que han tenido lugar en diferentes periodos de
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30/07/2019 FUNDAMENTOS DE UNA ANTROPOLOGIA DE LOS SENTIDOS
La historia de los sentidos, por ejemplo, recuerda a los antropólogos que los
modelos sensoriales no son estáticos, sino que evolucionan y se transforman con
el tiempo. En el mundo occidental, como ya se indicó, se puede observar que,
entre la Edad Media y la modernidad, la importancia cultural de la vista aumenta
mientras que la de los sentidos no visuales disminuye (Classen, 1993a). Durante
ese periodo, desaparecieron conceptos sensoriales tradicionales como el olor de
santidad y aparecieron nuevos conceptos como la verdad fotográfica. No
obstante, los antropólogos no deben suponer que, como el olfato, por ejemplo,
era más importante en periodos anteriores de la cultura occidental que en la
actualidad, las culturas no occidentales en que el sentido del olfato es importante
hoy día representan una fase anterior en la escala de la evolución sensorial y
social. Suponerlo es volver atrás en el pensamiento antropológico, a la época en
que se creía que la transición cultural del olfato a la vista marcaba el paso del
salvajismo a la civilización. La historia de los sentidos en Occidente no debe
considerarse un patrón con respecto al cual se puede medir el desarrollo
sensorial de otras culturas. Cada sociedad tiene su propia trayectoria de
progresión y cambio sensorial.
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