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Universidad Autónoma de Coahuila Facultad

de Ciencia, Educación y Humanidades


Licenciatura en letras españolas

Análisis del soneto


“Oh, famosa
Lucrecia, gentil
dama de Sor Juana
Inés de la Cruz
Seminario de Sor Juana Inés de
la Cruz
Maestra Eugenia Flores Soria

Ana Dariela Lopez Chacón


25 de septiembre del 2020
Oh, famosa Lucrecia, gentil dama

¡Oh, famosa Lucrecia, gentil dama, 
de cuyo ensangrentado noble pecho 
salió la sangre que extinguió a despecho 
del rey injusto la lasciva llama! 

¡Oh, con cuánta razón el mundo aclama 
tu virtud, pues por premio de tal hecho 
aún es para tus sienes cerco estrecho 
la amplísima corona de tu fama! 

Pero si el modo de tu fin violento 


puedes borrar del tiempo y sus anales, 
quita la punta del puñal sangriento 

con que pusiste fin a tantos males; 


que es mengua de tu honrado sentimiento 
decir que te ayudaste de puñales. 

La historia cuenta que Lucrecia fue violada por Tarquinio, quien la poseyó a la fuerza
tras ser rechazado por ella, que era una hija y esposa intachable. Tan era así, que, tras
ser ultrajada por este hombre, contó lo sucedido a sus allegados y se suicidó
apuñalándose. La primera parte de este soneto habla de ello. Hay una figura realmente
hermosa y estremecedora, que es apagar la llama de la pasión bestial de este hombre
con la sangre que brota del pecho Lucrecia, haciendo con su suicidio un acto de
valentía y honor. Después de que ella narró a sus cercanos lo sucedido, el pueblo
explotó en ira y se fue contra este rey injusto, como lo dice Sor Juana, y logran así la
república para Roma.
El soneto, forma conocida y cumbre del barroco, es la estructura de este poema
dedicado a una mujer que se convirtió en símbolo de la libertad. Sor Juana se vale de
la actitud apostrófica, que sería la voz poética dirigiéndose de “tú” al lector o al objeto
lírico, que es Lucrecia. Esto señala aún más el objetivo de rendirle homenaje.
Una figura retórica que utiliza es la derivación, como en el ejemplo de
“ensangrentado noble pecho… salió la sangre”. El contraste es muy importante,
haciendo notar que Lucrecia es la víctima y Tarquinio el violentador. Esto lo vemos con
“noble pecho” a “injusto” en su “despecho” por ser rechazado. También lo vemos en
que la sangre de esta noble dama fue la que extinguió la “llama lasciva” del rey, como
agua pura contra fuego iracundo. Una figura más que notamos en contraste es el
“cerco estrecho” de sus cienes para la “amplísima corona” de la fama que ella tiene por
gran acto que cometió.
Algo que noté cuando lo leía era que se empieza a tornar en un tono casi
cantado, más que nada por la intensidad y las interjecciones, lo que hace que tome una
actitud carmínica, que del latín significa cantada de acuerdo con lo que investigué.
Sin embargo, en el primer terceto se empieza a notar otra actitud en Sor Juana para
con Lucrecia. Empieza con el “Pero”, lo que a mí me llamó la atención por la ruptura
que provoca. Le quiere dar un consejo, quitar su “fin violento”, pues de cierta forma
reprueba el suicidio. Además, creo notar que le sugiere borrarlo porque este puede
quitar mérito a lo que aconteció. Haciendo uso de la paradoja, puesto que es imposible
regresar el tiempo para remediar este hecho.
Estos tercetos se tornan acusatorios, pues no podemos olvidar que Sor Juana
era cristiana, y para ellos el suicidio es un pecado muy grave. Desde este punto la voz
de la poeta se torna fría, casi de regaño.
En cuanto a tópicos del barroco, no estoy segura de cuál sea el central de este
soneto, pero yo lo relaciono con Homo homini lupus, por la bestialidad de Tarquinio,
aprovechándose de Lucrecia. Otro es Fortuna mutabile, que representa la vida como
una constante rueda de la fortuna en donde a veces estás abajo y otras arriba, pero
hay que enfrentarse a ello, pues es parte de vivir.
Elegí este soneto, porque a pesar de lo que pueda reprobar Sor Juana, hace
honor y recuerda a Lucrecia como una mujer que fue valiente y noble. A pesar de todo,
podemos ver la fragilidad del humano en este poema, más que nada en la figura de la
mujer, que muchas veces es ultrajada y violetada. A pesar de lo que se pueda decir,
Sor Juana supo reconocer estas acciones y las retrató para que no quedaran en el
olvido.

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