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Proyecto de Ley de Presupuestos

Mínimos para la Evaluación de Impacto


Ambiental”
Publicado: 22 marzo, 2013

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Artículo 1.- Objeto.

La presente ley establece los presupuestos mínimos de protección ambiental respecto


del procedimiento de evaluación de impacto ambiental previo a la ejecución de toda
obra o actividad pública o privada que, en el territorio de la Nación y en forma
significativa, sea susceptible de degradar el ambiente, alguno de sus componentes o
afectar la calidad de vida de la población.

Artículo 2.- Declaración Jurada.

Toda persona pública o privada, física o jurídica, que requiera de autoridad competente
autorización para realizar una obra o actividad que se encuentren comprendidas en los
términos de la presente ley deberá presentar una declaración jurada previa en la que
manifieste si la obra o actividad a emprender es riesgosa, susceptible de modificar el
ambiente o afectar la calidad de vida de las personas, en forma significativa.

Artículo 3.- Obras o Actividades Riesgosas.

A los efectos de la presente ley se consideran obras o actividades riesgosas, susceptibles


de modificar el ambiente o afectar la calidad de vida de las personas aquellas que, en
forma significativa:

1. Contaminen, agoten o alteren los recursos naturales.


2. Alteren en forma sustancial la composición o equilibrio de los sistemas
ecológicos.
3. Alteren el paisaje preexistente.
4. Alteren las márgenes, cauces, caudales, régimen y comportamiento de las aguas.
5. Emitan directa o indirectamente, ruido, calor, luz o radiaciones en niveles tales
que generen molestia, nocividad o peligrosidad.
6. Degraden o alteren el suelo y el subsuelo.
7. Pudieren afectar o modificar el clima y la atmósfera.
8. Limiten el acceso de la población a los recursos naturales.
9. Alteren las áreas protegidas naturales, culturales, arqueológicas o
paleontológicas.
10. Incidan negativamente en la preservación de la diversidad biológica.
11. Impidan la implementación del desarrollo sustentable.
Artículo 4: Categorías de Obras o Actividades.

La reglamentación de la presente ley determinará categorías de obras o actividades


según su riesgo presunto, considerando localización, dimensiones, proceso constructivo
y productivo, funcionamiento, materias primas o insumos que utilicen, residuos y
efluentes que generen, consumo energético, efectos sobre los recursos naturales y demás
características que se consideren pertinentes.

Sin perjuicio de la categorización prevista, se consideran incluidas en la categoría de


mayor riesgo presunto el desarrollo de las obras y actividades que se enumeran en el
Anexo I de la presente ley.

La autoridad competente de cada jurisdicción podrá determinar la inclusión de otros


proyectos de obras o actividades que, obligatoriamente, estén sometidos al
procedimiento de la ley y no hayan sido considerados en su reglamentación.

Artículo 5: Obligatoriedad de la Evaluación de Impacto Ambiental.

Toda obra o actividad, pública o privada, a emprender en el territorio de la República


Argentina, que por declaración jurada de su titular en los términos del artículo 2º o por
ser de las enumeradas en el artículo 3º, se considere susceptible de degradar el ambiente
o afectar la calidad de vida de las personas requerirá para su autorización, permiso,
habilitación o radicación de la aprobación por la autoridad competente de una
Evaluación de Impacto Ambiental.

Sin perjuicio de lo que resulte de la declaración jurada prevista en la presente ley, la


autoridad competente puede exigir, de oficio o a pedido de terceros interesados, por
resolución debidamente fundada, la realización de la Evaluación de Impacto Ambiental
de la obra o actividad, aún cuando las mismas no estuvieren incluidas en las previsiones
del artículo 3º.

Artículo 6: Contenidos de la evaluación de impacto ambiental.

Las Evaluaciones de Impacto Ambiental contendrán, como mínimo y sin perjuicio de


los requisitos que se fijen en la reglamentación, de acuerdo al tipo de obra o actividad
que se trate, los siguientes datos:

1. Identificación precisa del titular responsable de la obra o actividad;


2. Descripción general y tecnológica del proyecto o actividad;
3. Descripción del medio ambiente en que se desarrollará;
4. Descripción de la línea de base;
5. Descripción pormenorizada de aquellos efectos, características o
circunstancias que dan origen a la necesidad de efectuar una evaluación de
impacto ambiental;
6. Descripción y cantidad de materias primas a utilizar durante su
construcción y operación, y su origen;
7. Descripción y cantidad de residuos a verter durante su construcción y
operación, su tratamiento y destino;
8. Descripción del consumo energético previsto durante la construcción y
operación, y fuente de energía a utilizar;
9. Evaluación de los efectos previsibles, presentes y futuros, directos e
indirectos, sobre la población humana, la flora y la fauna;
10. Evaluación de dichos efectos sobre el suelo, el aire, el agua y los factores
climáticos;
11. Evaluación de los mismos efectos sobre los bienes materiales e inmateriales
significativos, incluyendo el paisaje del lugar, el patrimonio histórico,
artístico, cultural o arqueológico, que pudieran afectarse;
12. Descripción y evaluación de los distintos proyectos alternativos que se
hayan considerado y sus efectos sobre el ambiente y los recursos naturales,
incluyendo el análisis de las relaciones entre los costos económicos y sociales
de cada alternativa y estos efectos ambientales;
13. Descripción y evaluación detallada de la alternativa seleccionada, con la
debida ponderación de sus efectos ambientales positivos y negativos, así
como las medidas previstas para reducir estas últimos al mínimo posible;
14. Establecimiento de medidas correctoras;
15. Plan de seguimiento de las variables ambientales relevantes y la
programación de vigilancia ambiental o monitoreo de las variables a
controlar durante y después de su operación o emplazamiento final;
16. Evaluación respecto de la posibilidad de que el ambiente de cualquier otro
Estado o de zonas que estén fuera de la jurisdicción nacional resulten
afectados por las obras o actividad propuesta o por sus alternativas.

Artículo 7.- Evaluación Ambiental Estratégica.

Al momento de analizar la Evaluación de Impacto Ambiental de una obra o actividad, la


autoridad ambiental competente de cada jurisdicción, estimando el ordenamiento
ambiental de su territorio, deberá considerar la realización de una Evaluación Ambiental
Estratégica integral, que analice la sumatoria, superposición o concomitancia de
proyectos en una misma región y que afecten a uno o varios ecosistemas similares, en
forma significativa.

Artículo 8.- Evaluación Conjunta de Impacto Ambiental.

Cuando una obra o actividad pueda generar impactos fuera de la jurisdicción donde se
radicará, conforme surja de la Evaluación de Impacto Ambiental, la autoridad
competente deberá dar formal intervención en el procedimiento de Evaluación de
Impacto Ambiental a la jurisdicción potencialmente afectada con el objeto de efectuar
una Evaluación Conjunta de Impacto Ambiental del proyecto, previa a la emisión de la
Declaración de Impacto Ambiental.

En aquellos casos en que los proyectos se localicen en áreas o regiones


interjurisdiccionales, la Evaluación Conjunta de Impacto Ambiental requerirá de la
emisión de una Declaración de Impacto Ambiental de cada jurisdicción.

Artículo 9.- Efectos en terceros países.

Cuando los impactos previsibles de una obra o actividad pudieran afectar a terceros
países, la Evaluación de Impacto Ambiental se pondrá en conocimiento de los mismos
por intermedio del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, o aquel que lo
reemplace en el futuro.
Artículo 10.- Registro de Consultores.

La Evaluación de Impacto Ambiental será realizada por personas físicas o jurídicas


debidamente habilitadas a tal efecto por la autoridad competente de cada jurisdicción y
a costa del titular de la obra o actividad.

La autoridad competente pondrá en funcionamiento un Registro de Consultores en


Evaluaciones de Impacto Ambiental, en el que se inscribirán las personas físicas o
jurídicas que ofrezcan sus servicios profesionales en cualesquiera de las disciplinas
atinentes para la realización de dichas evaluaciones, y determinará los requisitos de
idoneidad científica, técnica y económica, y los procedimientos que se deberán
satisfacer para su inscripción.

Artículo 11.- Sistema de información sobre Consultores.

La autoridad ambiental nacional tendrá a su cargo la administración de un Sistema de


Información de Consultores en Evaluaciones de Impacto Ambiental, integradopor los
datos registrales propios y los que aporten las autoridades competentes de cada
jurisdicción, y que será de libre acceso para la población.

Artículo 12.- Responsabilidad solidaria.

Los consultores o prestadores habilitados e inscriptos serán solidariamente responsables,


en el marco de sus incumbencias, con el titular de la obra o actividad por la veracidad de
los datos de base que aporten en las Evaluaciones de Impacto Ambiental, y en función
de los cuales se predijeron los impactos y se propusieron las medidas de mitigación.

Artículo 13.- Suspensión o inhabilitación de consultores.

La suspensión o inhabilitación de consultores en cualquiera de los Registros de


Consultores en Evaluaciones de Impacto Ambiental deberá ser notificada en forma
inmediata al Sistema de Información de Consultores en Evaluaciones de Impacto
Ambiental para su difusión en todas las jurisdicciones.

Artículo 14.- Audiencia y Consulta públicas.

Para las obras o actividades comprendidas en la categoría de mayor riesgo ambiental


presunto conforme al Anexo I de la presente ley, la autoridad competente deberá
convocar, con suficiente antelación para garantizar a la población el acceso a la
información, una audiencia pública en la que se expongan los aspectos sobresalientes
del proyecto y se debatan, con los responsables de la obra o actividad, sus alcances, sus
relaciones con el entorno, los efectos ambientales y las medidas de mitigación previstas.
Las conclusiones de dicha audiencia deberán ser consideradas, por parte de la autoridad
competente, en la resolución final.

Para las demás categorías, la autoridad competente de cada jurisdicción podrá convocar
de oficio o a pedido de terceros interesados, mediante resolución fundada, una consulta
pública, sectorial o general, para la presentación y debate del proyecto y de las acciones
necesarias para prevenir o mitigar los efectos ambientales, en la que participarán los
responsables de la obra o actividad.
Artículo 15: Resolución. Plazos.

Concluido el proceso de audiencias o consultas públicas establecidas en el artículo


precedente, la autoridad competente dictará la resolución correspondiente en un plazo
no mayor de sesenta días (60), a través de la cual podrá:

1. Aprobar la evaluación de impacto ambiental del proyecto, autorizando su


ejecución. Verificados impactos ambientales negativos no previstos, la
autoridad competente podrá exigir la ejecución de acciones
complementarias o correctivas, o revocar, sin derecho a indemnización, la
aprobación dictada.
2. Denegar, fundadamente, la aprobación de la evaluación de impacto
ambiental del proyecto.
3. Otorgar una factibilidad o aprobación provisoria para la realización del
proyecto, que podrá incluir observaciones o condiciones para la
modificación o ampliación del proyecto o de la Evaluación de Impacto
Ambiental.

La autoridad competente podrá extender, por única vez, en sesenta (60) días, el plazo
para dictar su resolución y requerir al titular del proyecto información complementaria a
la Evaluación del Impacto Ambiental, cuando la complejidad de las evaluaciones o el
impacto ambiental a analizar así lo justifiquen.

Artículo 16.- Sanciones.

Las sanciones al incumplimiento de la presente ley y de las reglamentaciones que en su


consecuencia se dicten, sin perjuicio de las demás responsabilidades que pudieran
corresponder, serán las que se fijen en cada una de las jurisdicciones conforme el poder
de policía que les corresponde, las que no podrán ser inferiores a las aquí establecidas.

Las jurisdicciones que no cuenten con un régimen de sanciones aplicarán


supletoriamente las siguientes sanciones que corresponden a la jurisdicción nacional:

1. Falta de aprobación. A las obras o actividades que se inicien antes o


durante el trámite administrativo de análisis de la Evaluación de Impacto
Ambiental, suspensión o revocación de las autorizaciones.
2. Impactos no declarados. A las obras o actividades que provoquen impactos
significativos al ambiente no declarados de acuerdo a lo dispuesto en la
presente ley, multa entre CIEN (100) y MIL (1.000) sueldos básicos de la
categoría inicial de la administración pública nacional.
3. Falta de declaración jurada. A las obras o actividades que se inicien sin
prestar la declaración jurada establecida en el artículo 2º, multa entre
TRESCIENTOS (300) y CINCO MIL (5.000) sueldos básicos de la categoría
inicial de la administración pública nacional.
4. Incumplimiento de los términos de la autorización provisoria. A las obras o
actividades respecto de cuya Evaluación de Impacto Ambiental la autoridad
de aplicación hubiere dictado factibilidad en los términos del artículo 15,
inc. c), que continuasen en ejecución o funcionamiento luego de vencido el
plazo para cumplir con las medidas complementarias, alternativas o
modificatorias propuestas por la autoridad competente, sin que estas hayan
sido observadas, suspensión o revocación de las autorizaciones.
5. Inobservancia de la denegación. A las obras o actividades en ejecución o
funcionamiento respecto de cuya Evaluación de Impacto Ambiental la
autoridad competente hubiere dictado resolución denegatoria total en los
términos del artículo 19, inc. b), multa entre MIL (1.000) y DIEZ MIL
(10.000) sueldos básicos de la categoría inicial de la administración pública
nacional.
6. Falsificación y ocultamiento de datos. A las obras o actividades en relación
a las cuales se hayan falseado u ocultado datos de base relevantes en la
declaración jurada prevista o en la Evaluación de Impacto Ambiental,
multa entre CINCO MIL (5.000) y TREINTA MIL (30.000) sueldos básicos
de la categoría inicial de la administración pública nacional.

Artículo 17.- Auditoría ambiental.

Los titulares de obras o actividades aprobadas por el procedimiento establecido en la


presente ley, y aquellas que se encuentren en desarrollo, se hayan ejecutado o se
encuentren en funcionamiento, deberán realizar, en forma periódica, una Auditoría
Ambiental, según lo determine la reglamentación y las leyes complementarias.

Artículo 18.- Reglamentación.

El Poder Ejecutivo reglamentará la presente ley en un plazo no mayor a los noventa (90)
días corridos a partir de su sanción.

Artículo 19.-De forma.

Comuníquese al Poder Ejecutivo.

ANEXO I

Obras y actividades en la categoría de mayor riesgo presunto

1. Represas, embalses, y obras que alteren cursos y cuerpos de agua


superficiales o subterráneas, naturales o artificiales.
2. Centrales generadoras, líneas de transmisión y distribución, y estaciones
transformadoras de energía eléctrica.
3. Centrales de generación nucleoeléctrica y otros reactores nucleares
(incluidas las instalaciones de investigación para la producción y
transformación de materiales fisionables);
4. Instalaciones para la gasificación y licuefacción de residuos de
hidrocarburos;
5. Instalaciones químicas o petroquímicas integradas;
6. Plantas de almacenamiento, tratamiento y disposición final de residuos.
7. Plantas de tratamiento y provisión de agua potable, tratamiento de aguas
residuales, y sistemas de desagües y alcantarillado.
8. Parques industriales, zonas francas y astilleros; agroindustrias, mataderos,
curtiembres y establecimientos lecheros de dimensiones industriales
9. Desarrollos urbanos y territoriales, enclaves turísticos y hoteleros.
10. Exploración, explotación, transporte, almacenamiento, industrialización,
distribución y comercialización de minerales e hidrocarburos;
11. Gasoductos, carboductos, oleoductos y análogos.
12. Terminales marítimas y portuarias.
13. Aeropuertos y terminales de medios de transporte y cargas;
14. Vías férreas, carreteras, rutas, autopistas, puentes y apertura de calles y
caminos públicos.
15. Obras o actividades en áreas naturales protegidas.
16. Explotación forestal de especies nativas y desarrollo forestal con especies
exóticas.
17. Planes de desarrollo urbano, rural e industrial, de manejo forestal, de
gestión de recursos hídricos, de desarrollo turístico, de aprovechamiento
pesquero, de manejo del suelo.
18. Actividades aero-espaciales.

FUNDAMENTOS

La necesidad de desarrollar políticas públicas prioritarias que garanticen el uso y gestión


sustentable del ambiente y los recursos naturales nos enfrenta a la necesidad de realizar
un análisis crítico de la actual organización institucional de la política ambiental y de los
instrumentos apropiados para su implementación.

La reforma constitucional de 1994 jerarquizó el derecho/deber de todos los habitantes a


un ambiente sano. Así, el artículo 41º de la Carta Magna establece que las autoridades
proveerán a la protección de este derecho y a la utilización racional de los recursos
naturales y también que le corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los
presupuestos mínimos de protección ambiental y de los recursos naturales sin que éstas
alteren las jurisdicciones locales, mientras que corresponde a las provincias dictar las
necesarias para complementarlas. De este modo, las provincias pueden legislar sobre el
uso y la protección de los recursos naturales de acuerdo a las leyes de presupuestos
mínimos de protección emanadas del Congreso Nacional, pudiendo esas leyes ser aún
más exigentes pero nunca más permisivas que aquéllas.

En este sentido es que el Congreso Nacional se ha encaminado en la construcción


progresiva de un marco legal que establezca una protección ambiental uniforme en todo
el territorio de la Nación, que refleje nítidamente las exigencias de una ciudadanía que
demanda, cada vez más, normas claras y precisas, así como una presencia eficiente del
Estado a través de los organismos públicos responsables de su ejecución. Desde
mediados de los años ´80 tanto el Estado Nacional como las provincias han avanzado
considerablemente en el dictado de normas de protección ambiental, sin embargo
persisten vacíos regulatorios sobre los que debemos legislar.

La evolución que ha experimentado el Derecho en el último siglo ha dado origen a los


denominados “derechos complejos”, caracterizados principalmente por la
interdisciplinaridad y por su condición de ser individuales y colectivos al mismo
tiempo, con rasgos jurídicos propios y efectos particulares. Entre ellos, el derecho al
desarrollo, al ambiente sano y a la paz, los que a su vez podemos sintetizar en el que la
doctrina más moderna dio en llamar “derecho al desarrollo sostenible”.
El “principio de precaución” ambiental constituye uno de los ejes centrales del
desarrollo sostenible y resulta determinante para afrontar los procesos de degradación
ambiental y es el punto de análisis más relevante al momento de definir los límites del
desarrollo científico-tecnológico y económico y las relaciones entre comercio y
ambiente.

El principio de precaución prescribe que en caso de duda razonable frente a la


posibilidad de que determinada actividad pueda producir un daño grave o irreversible al
ambiente se debería demorar, limitar o impedir transitoriamente la actividad propuesta
hasta adquirir seguridades científicas sobre la existencia o no de tales peligros o sobre la
capacidad de responder frente a la eventualidad de su existencia. Para una debida
comprensión del principio de precaución, es necesario considerarlo en dos situaciones
diferenciadas:

a) cuando se teme que las actividades puedan causar daños graves, irreversibles,
catastróficos al medio ambiente; para lo cual se impone la proscripción de la actividad
hasta que se alcancen certidumbres que permitan adoptar previsiones capaces de
neutralizar el peligro temido o;

b) cuando se prevé que las actividades pueden ser peligrosas para la conservación y
preservación del ambiente; para lo cual se requiere la adopción de medidas que
permitan reducir al mínimo los eventuales efectos perjudiciales antes y después de
autorizar la actividad.

Incertidumbre del Riesgo: estimación previa

En la “Declaración de Estocolmo sobre Medio Humano” de 1972, se pone de manifiesto


la “capacidad del hombre de transformar lo que le rodea”, al tiempo que nos alerta de
que esa capacidad debe ser “utilizada con discernimiento” y que “aplicada erróneamente
o imprudentemente” podía “causar daños incalculables al ser humano y a su medio”.
En el punto sexto de la Declaración se expresa que “…Hemos llegado a un momento de
la historia en que debemos orientar nuestros actos en todo el mundo atendiendo con
mayor solicitud a las consecuencias que pueden tener para el medio. Por ignorancia o
indiferencia, podemos causar daños inmensos e irreparables al medio…”.

Así es como podemos establecer que las sociedades de hoy carecen de la capacidad de
asumir el riesgo de un daño, es decir, si éste puede recaer sobre un colectivo aún mayor
-las generaciones futuras- que el que lo habilita a actuar en  tiempo y lugar.  En este
sentido se ha desarrollado un conjunto de dispositivos que dan cuenta de la emergencia
de un nuevo paradigma de tratamiento social de riesgos, el llamado “paradigma de la
seguridad”, cuyo análisis destinado a la minimización o neutralización de los efectos
negativos debe ser merituado en forma previa como requisito para la toma de
decisiones. La respuesta a este paradigma la encontramos en la teoría del principio de
precaución, que se basa en el “buen gobierno”, es decir, la gestión que se adelanta con
criterios precisos a los hechos, la que ante la duda de que una actividad pueda ser
riesgosa prefiere limitarla, privilegiando la seguridad y la certeza en la acción.

La incertidumbre que se plantea frente actos ejecutados por el hombre impone el deber
de actuar en forma precautoria, previniendo las consecuencias dañosas y adoptando
todas las medidas de mitigación y neutralización posibles.
La Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) es una herramienta de gestión con carácter
preventivo, que no pretende resolver un problema actual, sino que está orientada a evitar
que se produzcan efectos similares a los ya registrados en materia de daños ambientales.
Propugna un enfoque a largo plazo y garantiza una visión completa e integradora de las
consecuencias de la acción humana sobre el ambiente. En ese orden, también requiere
una mayor creatividad e ingenio y una fuerte responsabilidad social en el diseño y la
ejecución de las acciones y proyectos, tanto públicos como privados. Impone a los
gobernantes una insoslayable motivación para investigar nuevas soluciones tecnológicas
y, en definitiva, para autoimponerse una mayor reflexión en los procesos de
planificación y de toma de decisiones. Concebida como un proceso de advertencia
temprana que verifica el cumplimiento de las políticas ambientales, la EIA se ha
convertido en la herramienta preventiva mediante la cual se evalúan los impactos
negativos y positivos que las políticas, planes, programas y proyectos generan sobre el
ambiente, y se proponen las medidas para ajustarlos a niveles de aceptabilidad.

Un proceso de evaluación de impacto ambiental no es en sí mismo un instrumento de


decisión, sino que genera un conjunto ordenado, coherente y reproducible de
antecedentes que permiten al promotor de un proyecto, a la autoridad competente y a la
ciudadanía, en cada caso, tomar decisiones informadas y certeras. Por tal razón, se
requiere de un proceso participativo de revisión para calificar la calidad del análisis.
Insistimos en su carácter preventivo: como herramienta de predicción, la EIA adquiere
valor sólo si puede influir en la planificación y desarrollo futuro de cada acción humana.
Su aplicación debe iniciarse en la fase más temprana posible de la toma de decisión.

Las evaluaciones deben ser realizadas en cada caso particular e incluir estimaciones
acerca de la aceptación o rechazo de los riesgos y las estrategias de gestión. Esa
estrategia de gestión debe incluir también la gestión del riesgo, que debe ser realizada
por expertos con la misma calificación profesional de quienes concretan las
evaluaciones. Resulta no menos importante considerar que la separación entre
“evaluación” y “gestión” suele conducir a resultados disvaliosos y, en muchos casos, a
situaciones de administración poco transparentes. La mayor o menor certidumbre sobre
el riesgo hipotético o su potencialidad surgirá de la Evaluación de Impacto Ambiental
en tanto y en cuanto la comprendamos desde una perspectiva integradora, como un
todo, aplicando criterios mínimos de análisis que excedan la voluntad política de la
autoridad que la aprobará.

No se ha consensuado hasta la actualidad, a nivel nacional, una definición precisa y


unívoca acerca de lo que significa la Evaluación del Impacto Ambiental. Si bien
numerosas leyes crean o refieren a esta figura, y la reglamentan, en todos los casos
presuponen un concepto preestablecido y omiten prescribir una definición propia o
establecer parámetros mínimos o específicos sobre los cuales debe desarrollarse esta
herramienta de análisis para la toma de decisiones.

Nuestro país carece en el ámbito nacional de una norma regulatoria específica en


materia de Evaluación de Impacto Ambiental, pero es la misma Carta Magna la que
sienta las bases para que la Nación establezca estándares mínimos de protección
ambiental (Art. 41) dentro de los cuales deberían establecerse los contenidos mínimos
que una EIA debería contemplar. No obstante, existen diversas leyes nacionales y
resoluciones que abordan la necesidad de considerar los impactos ambientales que
devienen de la actividad que cada una de ellas tutelan:
 Código de Minería

El Art. 248 del Código de Minería establece las responsabilidades por los daños
ambientales que las actividades mineras establecidas en el Art. 249 generan. Y coloca
en cabeza de los responsables de dichas actividades la obligatoriedad de la realización
de un informe de Impacto Ambiental (cfr Art. 251). Este es el antecedente normativo
que más ha avanzado en cuanto a la determinación de un mecanismo o procedimiento
para la realización de la EIA fijando responsabilidades y plazos en los Art. 252 a 260.

 Ley Nº 24.051, “Residuos Peligrosos”.

Obliga a realizar la EIA a todos los sujetos de la ley: Generador, transportista y


Operador de la planta, pero sólo regula la obligación de realizar el estudio del impacto
ambiental respecto de la disposición final de los residuos peligrosos (Art. 34 inc. c), y
no a los otros sujetos de la ley.

 Ley Nº 24.354, “Sobre Inversiones Públicas”.

Esta norma impone la obligación de realizar la EIA en la etapa de preinversión, en los


proyectos de los organismos integrantes del sector público nacional y en los de
organizaciones privadas o públicas que requieran subsidios, avales, aportes o créditos
del estado.

 Ley Nº 24.375, “Convenio Sobre la Diversidad Biológica”.

La Convención establece que cada parte “en la medida de lo posible” establecerá


procedimientos para la realización de la EIA de proyectos que puedan tener efectos
perniciosos y significativos para la diversidad biológica con el objetivo de evitar o
reducir esos efectos.

 Ley Nro 25.675, “Ley General del Ambiente”.

Establece que toda obra o actividad susceptible de degradar el ambiente o afectar la


calidad de vida de la población en  forma significativa debe realizar una EIA previa al
inicio de la actividad.

 Ley Nº 26.331, “de Protección Ambiental de los Bosques Nativos”.

Establece la obligación de realizar la EIA Y el posterior monitoreo para las actividades


desarrolladas en los bosques.

 Ley Nº 25.688, “Régimen de Gestión Ambiental de Aguas”.

La norma establece los presupuestos mínimos ambientales para la preservación de las


aguas, aprovechamiento y uso racional así como la utilización de las aguas, regulando la
cuenca hídrica superficial y los comités de cuencas hídricas. Legisla, asimismo, en
materia de cuencas interjuridisdiccionales, al crear genéricamente la figura jurídica de
los “comités de cuencas” como organismos federales de asesoramiento asignándoles
funciones para autorizar o no actividades que causen impacto ambiental significativo
sobre otras jurisdicciones. Si bien esta norma no establece taxativamente a la EIA como
herramienta de gestión queda implícita por ser el mecanismo más apropiado para
determinar “los impactos ambientales”.

 Ley Nº 25.612 “Gestión Integral de Residuos Industriales”.

En ella se describe e identifica al residuo que denomina industrial y que tipifica como
cualquier elemento, sustancia u objeto en estado sólido, semisólido, líquido o gaseoso,
obtenido como resultado de un proceso industrial, la realización de una actividad de
servicio complementaria o no de la industrial o por estar relacionado directa o
indirectamente con la actividad. La ley en su Art. 32 sólo exige la realización del
Estudio del Impacto Ambiental a uno de los sujetos de la ley que es al operador de las
plantas de tratamiento y disposición final y a quien los almacene, liberando de dicha
obligación específica al generador y transportista, aunque de un modo genérico se la
exige el Art. 11 de la Ley General del Ambiente.

 Ley Nº 26.639, “Preservación de los Glaciares y del Ambiente  Periglaciar”.

Establece que todas las actividades proyectadas en los glaciares y en el ambiente


periglaciar que no se encuentran prohibidas estarán sujetas a un procedimiento de
evaluación de impacto ambiental y evaluación ambiental estratégica, según
corresponda, pero sin definirlas en ninguno de los casos.

También encontramos en nuestro sistema jurídico otras normas que adoptan un sistema
parcial de EIA aplicable en forma limitada y exclusivamente a ese sector que regulan.
Así, podemos citar la Ley Nº17.319 “de Hidrocarburos”, la Ley Nº 22.421 de
Conservación de la Fauna Silvestre, la Ley Nº 23.879 de “Presas Hidroeléctricas”, las
Resolución Nº 475/87 y 105/92 de la Secretaría de Energía, la Resolución Nº 16/94 de
la Administración de Parques Nacionales, entre otras.

Si bien, tal como dijimos, no existe en nuestra legislación nacional una norma que
establezca los presupuestos mínimos para la EIA, sí podemos encontrar antecedentes
parlamentarios en este sentido. Entre ellos, los proyectos presentados por Sr. Senador
(mc) Antonio Cafiero 149-S-00, por la senadora (mc) Silvia Sapag 1123-S-01, la
diputada (mc) Mabel Müller 1174-D-06 y el del senador (mc) José Pampuro 2483- S-
06, que con diferencias en cuanto a la especificidad de los alcances y procedimientos
intentaban reglamentar esta herramienta.

El presente proyecto de ley pretende otorgar un marco jurídico de base para la


instrumentación de la EIA a nivel nacional como herramienta para el diseño y la
aplicación de la política ambiental de nuestro país, al tiempo que fija las bases mínimas
que deben ser contempladas en este tipo de procedimiento. Se establece la
obligatoriedad de presentar, previo al requerimiento de autorización de toda obra o
actividad, una declaración de jurada de impacto ambiental mediante la cual se
manifieste si las mismas son susceptibles de producir efectos significativos sobre el
ambiente.

En su artículo 3º se realiza una enumeración de efectos o consecuencias propias de toda


obra o actividad sobre las cuales recae una presunción iuris et de iure de ser susceptibles
de modificar el ambiente y la calidad de vida de las personas, y sobre las cuales resulta
obligatoria, con prescindencia de los efectos declarados en la declaración jurada, la
realización de la Evaluación de Impacto Ambiental en los términos establecidos. No
obstante, en el Anexo I se enumeran las obras y actividades de la categoría de mayor
riesgo presunto, enumeración que no importa una suerte de numerus clausus de
categorías, pudiendo ser ampliada por las respectivas normas reglamentarias locales.

En el artículo 5º, se establece la obligatoriedad de realización de Evaluaciones de


Impacto Ambiental, con carácter previo al otorgamiento de las respectivas
autorizaciones, permisos o habilitaciones para aquellas actividades que conforme los
efectos declarados lo establece el Articulo 2º sean susceptibles de generar impactos
sobre el ambiente o sobre la salud de las personas o bien por estar incluidas en la
enumeración del artículo 4 y el Anexo I.

En el artículo 6º, y este tal vez sea uno de los puntos centrales del presente proyecto, se
establecen los contenidos mínimos que deberán contemplar los técnicos en oportunidad
de llevar adelante todo proceso de EIA. Se intenta establecer requisitos uniformes, sobre
los que las jurisdicciones locales deberán ajustar en lo sucesivo sus ordenamientos
locales de manera tal que cumplan por lo menos con los puntos allí establecidos, sin
perjuicio de ampliar o complementarlos.

Asimismo se crean el Registro de Consultores en Evaluación de Impacto Ambiental,


que garantizará mayor transparencia y control de idoneidad de los profesionales en
cualquiera de las disciplinas científicas pertinentes. Dichos registros deberán mantener
actualizados los listados de profesionales e informaran al Sistema de Información de
Consultores en Evaluación de Impacto Ambiental a nivel nacional, el que será público y
de libre acceso para su consulta por la ciudadanía en general.

Se crea, también, un régimen de responsabilidad solidaria entre del titular del proyecto y
de los profesionales inscriptos intervinientes por la veracidad de los datos de base que
aporten en los estudios de impacto ambiental y en función de los cuales se predijeron
los impactos y se propusieron las medidas de mitigación.

Acorde con las tendencias internacionales y considerando que los estudios y


evaluaciones de impacto ambiental resultan insuficientes para abarcar contextos
espacio-temporales que van más allá de la especificidad de los proyectos mismos se
incorpora aquí el concepto de Evaluación Ambiental Estratégica (EAE), como un
instrumento que rompe los límites de una escala reducida para prevenir o mitigar los
efectos adversos al ambiente, surgidos de decisiones adoptadas en el marco de políticas,
planes y programas en los niveles más altos del proceso de decisión. La EAE facilita la
planificación estratégica desde un punto de vista integral e inclusivo. Se aplica en las
más tempranas etapas del proceso de toma de decisiones, tanto para ayudar a formular
las políticas, planes y programas, como para evaluar su potencial efectividad y
sostenibilidad. La EAE no sustituye, sino que complementa, a la EIA y a los demás
enfoques y herramientas de evaluación.

Con la convicción de que la participación real de la ciudadanía transparenta todo


proceso decisorio, al tiempo que contribuye a la toma de conciencia de parte de los
ciudadanos sobre los problemas ambientales y al respaldo público de las decisiones
adoptadas, consideramos que las EIA deben ser sometidas a procesos de audiencias y
consultas públicas y así se establece en el presente proyecto.
Por último se disponen procedimientos de fiscalización permanente, a cargo de la
autoridad competente, sobre la ejecución de las obras y actividades que fueran
aprobadas conforme a los lineamientos establecidos y se crea un régimen supletorio de
sanciones y principios para su aplicación.

La EIA es un proceso singular e innovador cuya operatividad y validez como


instrumento para la protección y defensa del ambiente está recomendado por diversos
organismos internacionales y es avalado también por la experiencia acumulada en
países desarrollados, que lo han incorporado a su ordenamiento jurídico desde hace
décadas. Resulta necesario, entonces, incorporarlo a nuestra legislación, en el marco de
las competencias reconocidas por nuestra Constitución Nacional, a este Congreso.

Por lo expuesto precedentemente, solicito a los señores legisladores la aprobación del


presente proyecto de ley.

[VER PROYECTO EN SENADO.GOV.AR ]

[ VER PROYECTO EN SENADO.GOV.AR ]

3 respuestas a Proyecto de Ley de Presupuestos Mínimos para la


Evaluación de Impacto Ambiental”

1. Carlos Alberto Bartó dice:

22 marzo, 2013 en 22:38

Estimada Norma:
Me resulta sumamente intrigante que Ud. no haya incluido en el listado taxativo
(el peligro de lo taxativo es que lo que no se indica no se debe controlar) del
ANEXO I, una de las actividades humanas que generan y han generado la mayor
contaminación a lo largo de toda la prehistoria y por supuesto de la historia y
que entre otras cosas ha posibilitado la civilización urbana.
Me refiero a la actividad agropecuaria, sea ésta agrícola o ganadera. Esta
industria es de tal escala global que por eso mismo no es visible como agente de
contaminación de todo tipo y también de consumos energéticos sin freno.
Y esto lo estamos hablando en la Rep. Argentina donde lo dicho más arriba es
aún de mayor importancia que en casi ningún otro país.
Si fuera el caso agregaría un punto adicional de la siguiente manera:
“19 Explotación agropecuaria, sea ésta agrícola o ganadera de todo tipo de
especies de cualquier origen”
Un afectuoso saludo.
Carlos A. Bartó

2. Fundación Mendocina para la Protección de la Vida y el Entorno


(Fu.M.Pro.V.E.) dice:

24 marzo, 2013 en 22:32

Es un proyecto viable. Es simple y cubre las necesidades legales para la


preservación del ambiente
3. Luis Guzmán dice:

11 abril, 2013 en 19:38

Me parece importantisimo , ya, en que estado se encuentra el Proyecto?

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