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Harvey, D. (2003) “Espacios de esperanza” ediciones Akal, Madrid.

Sobre gestión local:

“El examen del mundo en una escala particular revela inmediatamente toda una serie de
efectos y procesos que producen diferencias geográficas en los modos y niveles de vida, en el
uso de los recursos, en las relaciones con el medio ambiente y en las formas culturales y
políticas. La larga geografía histórica de la ocupación de la superficie terrestre por los
humanos y la clara evolución de las formas sociales (lenguas, instituciones políticas, valores
religiosos y creencias (arraigadas en lugares con cualidades específicas han producido un
extraordinario mosaico de entornos socioecológicos y formas de vida” (pag 98)

Hablando contra la tendencia marxista tradicional a la creación de un “hombre universal


socialista, dice Harvey:
“Es, en consecuencia, vital comprender que liberar a la humanidad para su propio desarrollo
es abrir la producción de escalas y diferencias, incluso abrir un proceso de contestación en y
entre diferencias y escalas, más que suprimirlas. Esto es algo por lo que la derecha aboga a
veces, aunque rara vez lo practica, como bien lo indica su giro hacia el fundamentalismo
religioso. Pero deberíamos comprender la fuerza del argumento. La producción de
divergencia cultural real (con eso quiero decir afectiva y culturalmente arraigada) frente a la
diferencia cultural mercantilizada, por ejemplo, puede fácilmente oponerse como uno de los
objetivos de la lucha anticapitalista”
(pag 104)

“La alternativa es reconocer que todas las reivindicaciones de universalidad están plagadas
de dificultades y que la distinción entre reformismo y revolución nunca es tan drástica como
sostienen algunos marxistas. Y la distinción entre particularidad y universalidad tampoco se
puede definir tan fácilmente, El problema es, por lo tanto, encontrar formas de ensanchar y
ampliar el ámbito de los derechos humanos de manera tan fiel como sea posible el derecho a
ser diferente o al “derecho a la producción de espacio” (pag. 108)

Satisfacción del deseo y bienes de consumo (136)


“Aunque los placeres del obrero han aumentado, la gratificación social que le proporcionan ha
caído en comparación con el aumento de placeres del capitalismo. Nuestros deseos y placeres
tiene su origen en la sociedad, nosotros los medimos, por lo tanto, en relación con la sociedad;
no lo medimos en relación con los objetos que sirven para su gratificación. Dado que son de
una naturaleza social, son de una naturaleza relativa” (Marx, conferencia en la Primera
Internacional, 1865, publicado por primera vez en 1889 y citado por Harvey, pag 136)

“Pero: cómo es que nos hemos persuadido hasta tal punto de que “no hay alternativas”? ¿A
que se debe que, en palabras de Roberto Unger (19877ª, pag 37) “a menudo parecemos
marionetas indefensas del mundo institucional e imaginativo en que habitamos”? ¿es
sencillamente que carecemos de la voluntad, la valentía y la perspicacia de abrir alternativas e
intentar alcanzarlas activamente? ¿o influye algo más? A buen seguro no puede ser la falta de
imaginación. El mundo académico, por ejemplo, está lleno de exploraciones de lo imaginario.
En física, la exploración de los mundos posibles es más la norma que la excepción. En
humanidades, aparece por todas partes una fascinación por lo que se denomina “lo
imaginario” Y el mundo de los medios de comunicación del que ahora disponemos nunca
antes había estado tan repleto de fantasías y posibilidades de comunicación colectiva sobre
mundos alternativos. Sin embargo, nada de eso parece incidir en la terrible trayectoria que la
vidad diaria asume en el mundo material que nos rodea (pág. 182)
Metáfora del arquitecto (235)

“La definición de cuestiones medioambientales a menudo supone un sesgo particular, dejando


de lado frecuentemente a aquellos que afectan a los pobres, a los marginados y a las clases
trabajadoras (por ejemplo, la seguridad e higiene en el trabajo) mientras se resaltan los que
afectan a los ricos y a los acomodados” (254)

“Darwin ha dirigido su interés hacia la historia de la tecnología natural, es decir hacia la


formación de los órganos vegetales y animales como instrumentos de
Una historia crítica de la tecnología demostraría seguramente que ningún invento del siglo XVIII fue obra
personal de un individuo. Hasta hoy, esta historia no existe. Darwin ha orientado el interés hacía la historia de la
tecnología natural, es decir, hacia la formación de los órganos vegetales y animales como instrumentos de
producción para la vida de los animales y las plantas... ¿Es que la historia de la creación de los órganos
productivos del hombre social, que son la base material de toda organización específica de la sociedad, no
merece el mismo interés? Además, esta historia sería más fácil de trazar, pues, como dice Vico, la historia
humana se distingue de la historia natural en que la una está hecha por el hombre y la otra no. La tecnología nos
descubre la actitud del hombre ante la
naturaleza, el proceso directo de producción de su vida. y. por tanto, de las condiciones de su vida social y de las
ideas y representaciones espirituales que de ellas se derivan. Ni siquiera una historia de las religiones que
prescinda de esta base material puede ser considerada como una historia crítica. En efecto, es mucho más fácil
encontrar mediante el análisis el núcleo terrenal de las imágenes nebulosas de la religión que proceder al revés,
partiendo de las condiciones de la vida real
en cada época para remontarse a sus formas divinizadas. Este último método es el único que puede considerarse
como el método materialista, y por tanto científico. Si nos fijamos en las representaciones abstractas e
ideológicas de sus portavoces tan pronto como se aventuran fuera del campo de su especialidad. advertimos
enseguida los vicios de ese materialismo abstracto de los naturalistas que deja a un lado el proceso histórico.
Marx: el capital Tomo 1, 1967, citado en Harvey, pag 261)

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