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Psicología Forense: definición y funciones del psicólogo

forense

Psicología Forense: uno de los ámbitos en psicología

Pero, ¿qué es la Psicología Forense? El término forense proviene del latín forum.


Esto es, la plaza, el espacio público donde en la época romana tenían lugar los
juicios públicos.

Así pues, la psicología forense es la rama de la psicología que estudia e interviene


en los procesos judiciales con el fin de aportar datos y conocimientos que ayuden
a resolver los casos. Los profesionales de la psicología forense son los psicólogos
forenses, y su función es recopilar, estudiar e interpretar correctamente los
distintos datos psicológicos que puedan aportar elementos importantes de cara a
un juicio.

Las funciones y las habilidades de los psicólogos forenses

Los profesionales de la psicología forense, además de ser graduados en


psicología, deben contar con conocimientos y herramientas propias del derecho
judicial, procesal y penal. Esto les permite contar con el bagaje necesario para
poder comprender con precisión los procesos judiciales y aplicar correctamente
las técnicas psicológicas en este campo.

Los psicólogos forenses trabajan conjuntamente con abogados, peritos, fiscales y


jueces. De hecho, los psicólogos forenses actúan como peritos a la hora de
ofrecer su testimonio profesional en ciertos juicios, aportando datos y
conocimientos de interés para colaborar con la Justicia y lograr que las
circunstancias del caso puedan ser esclarecidas, por lo menos en lo que atañe a
ciertos aspectos psicológicos y/o psicopatológicos de alguna o todas las partes
implicadas.

Un profesional de la psicología, pero también un experto en derecho

Un psicólogo forense no es simplemente un psicólogo que ejerce ciertas tareas en


una administración de justicia estatal. En realidad, es un gran dominador de todos
los conceptos, normas y dinámicas del sistema jurídico en el que se encuentra.

El psicólogo forense tiene una comprensión amplia sobre todos los mecanismos
legales y procesales. De hecho, si no fuera así, podría ser fácilmente excluido de
ciertos procesos en los que participase al haber perdido la credibilidad de los
distintos actores implicados en el juicio. El sistema judicial es un sistema formal en
el que los métodos y procedimientos tienen una importancia capital. De ahí que el
psicólogo forense, además de ser experto en su ámbito, deba conocer y
adecuarse perfectamente a estas regulaciones.

¿Qué funciones tiene un psicólogo forense ante un tribunal?

Son muchos los elementos y factores en los que la psicología forense tiene un
papel clave en el contexto de un proceso judicial. Con el objetivo de ayudar al juez
a tomar decisiones acertadas, el psicólogo forense pone a disposición del caso
una serie de conocimientos y herramientas.

Una de las funciones más comunes hace referencia al estudio que llevan a cabo
los psicólogos forenses acerca de las facultades mentales y las condiciones
psicológicas de alguna de las partes implicadas en un juicio (acusados,
denunciantes y hasta testigos). Este análisis ayuda a dilucidar, en el caso de los
acusados, si estaban en pleno uso de sus facultades mentales en el momento en
el que, presuntamente, cometieron un delito. Por ejemplo, si hay un imputado por
homicidio, un psicólogo forense tendría la capacidad para realizar un informe que
indique si, en el momento del crimen, el acusado era consciente de sus actos.

La formación de un psicólogo forense

Hemos hablado sobre qué es la psicología forense y también sobre las tareas que
realizan los profesionales de la psicología judicial. Ahora bien: ¿qué formación
debe tener un psicólogo forense para poder ejercer?

Este punto es más complicado de explicar, puesto que cada país tiene una
legislación distinta respecto al background académico que precisan este tipo de
profesionales. En general, podemos decir que, para dedicarse a la psicología
forense, el profesional debe contar con el grado o la licenciatura o título
universitario en Psicología, para después especializarse en alguna de estas
ramas: psicología de las organizaciones, psicología social o psicología clínica,
siendo este último ámbito especialmente relevante.

Después, debe cursar un posgrado o un Máster en psicología forense. Sin


embargo, resulta de especial interés que el psicólogo forense cuente con
conocimientos extensos en materia de evaluación psicológica, psicopatologías y
técnicas de diagnóstico e intervención. Como el psicólogo forense tiene que
ayudar a dilucidar si la persona acusada tiene trastornos mentales o no, parte de
de su trabajo se parece al de un psicólogo clínico, aunque en este caso sus
intereses y los de la persona evaluada no acostumbran a coincidir.

Función en las medidas penales y correctivas

Además de lo expuesto, la psicología forense también cuenta con cierta influencia


a la hora de informar y sugerir el tipo de tratamiento que debería seguir una
persona condenada a pena de privación de libertad. Así, el juez puede contar con
más elementos para decidir cómo ejecutará la pena y cuáles serán las medidas
correctivas impuestas.

La Psicología Forense colabora y describe, pero no juzga

Cabe hacer una puntualización: la psicología forense puede ayudar a un juez a


determinar ciertos factores psicológicos de las partes implicadas en un proceso
judicial; puede explicar el comportamiento de una persona para hacer más
comprensible que haya sido víctima o agresor en determinadas circunstancias.
Esta información se ofrece al tribunal para que pueda ser capaz de tomar una
decisión sopesada sobre los hechos.

Sin embargo, el psicólogo forense no está facultado para defender ni ejercer como
fiscal de ninguna de las partes implicadas en un pleito judicial. Su función es
descriptiva e informativa, y por tanto debe ser completamente neutral.

Los tribunales de justicia suelen formular preguntas muy concretas al psicólogo


forense, siempre relativas al caso que se juzga y en torno a las distintas variables
psicológicas que pueden haber influido en los hechos. La terminología con que se
expresan los distintos actores judiciales es el propio del ámbito legal, y así también
se espera que el psicólogo forense se ciña a un lenguaje unívoco y coherente con
el contexto.
Dicho de otro modo, los distintos actores involucrados en el proceso judicial (juez,
abogados, fiscales y jurado) necesitan conocer los efectos directos del estado
psicológico de alguno de los implicados para determinar hasta qué punto son
responsables de sus acciones. En este sentido, cabe aclarar que no tendría
sentido alguno que el psicólogo forense realizara divagaciones sobre el estado
psíquico de alguna de las partes juzgados más allá de la tarea que se le
encomienda, que es aportar luz sobre las circunstancias psicológicas de las partes
implicadas durante los hechos que están siendo juzgados, y por extensión del
tratamiento que se deba prestar a alguna de las partes, si fuera necesario.

Culpa, responsabilidad, eximentes…

Los psicólogos forenses suelen ser objeto de polémica con cierta frecuencia. Esto
se debe a que, como profesionales en el ámbito judicial, también poseen la
facultad para influir en las decisiones de los tribunales de justicia. Por ejemplo, los
psicólogos forenses pueden señalar la conveniencia de eximir de culpa a un
imputado aduciendo que, en el momento de los hechos, éste no era consciente de
sus actos. Por tanto, tienen la capacidad de dejar en libertad a un individuo,
incluso aunque éste haya podido ser el autor material de un crimen.

Asimismo, los psicólogos judiciales también pueden aconsejar que se apliquen


agravantes o atenuantes en ciertos crímenes, indicaciones que pueden repercutir
en la condena que se le impone al acusado.

Estas funciones siempre conllevan grandes controversias. Por ejemplo, en el caso


de un imputado que asesinó a un niño, si es declarado inimputable por cuestiones
clínicas (psiquiátricas), la familia del menor asesinado puede estallar en cólera
contra tal decisión, a pesar de que ésta tenga estrictos fundamentos clínicos.
No obstante, y aunque pueda generar todo tipo de debates sociales, lo cierto es
que la psicología forense contribuye decisivamente a que se pueda impartir justicia
de forma equilibrada y justa, si se me permite la redundancia.

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