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ARQUIDIÓCESIS DE MÉRIDA

SEMINARIO SAN BUENVENTURA

MÉRIDA – VENEZUELA

LOS SACRAMENTOS EN EL EVANGELIO


DE JUAN

Profesor

Pbro. Cándido Contreras

Estudiante

Br. Eudes Puentes

Mérida, noviembre 2019


CONTENIDO

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………….3

1. Aproximación al texto de San Juan………………………………….4

2. El Cuarto Evangelio y la Polémica Sacramental……………………….6

3. San Juan y los Sacramentos……………………………………………..8

4. Sacramentos e Iglesia en Juan………………………………...………..11

CONCLUSIÓN……………………………………………………………...…..13

REFERENCIAS……………………………………………………………..….14

2
INTRODUCCIÓN

El Señor le ha dejado a la Iglesia su manual de vida, para que todos cuantos

insertados en ella, mediante el bautismo, conozcan la verdad y con ella alcancen la

salvación. La Sagrada Escritura, contiene toda la revelación divina, por medio de la

cual, Dios se ha querido manifestar al mundo y demostrarle, en primer lugar su Ser, y

luego su amor. Es a través de la Iglesia como el hombre se santifica, pues ella, como

madre y maestra lo engendra y educa en la fe, perfeccionándolo mediante los

sacramentos.

El Evangelio de Juan, ha diferencia de los sinópticos, es sometido, de cierta

forma, a un juicio, dado que no habla explícitamente de los sacramentos. Muchos

teólogos, entre ellos el gran Bultmann, han cuestionado el contenido sacramental del

texto, puesto que su lenguaje es mayormente simbólico. Sin embargo, los padres de la

Iglesia, de manera especial, San Agustín, sin descartar por supuesto, a algunos

teólogos modernos, de los cuales haremos mención en adelante, entienden sin

dificultad lo que quiso expresar el autor a través de la simbología de su redacción.1

Juan le otorga a los sacramentos un valor agregado; su amplia interpretación

en relación a la vida, a la Iglesia y la sociedad. No hay nada más enriquecedor que la

simbología para expresar una verdad, pues nutre la acción mistérica de Dios en la

humanidad, permitiendo que sea experimentada por ésta, mediante la fe. Asimismo

son los sacramentos; ellos en sí, son un símbolo que transmiten una verdad: la gracia

santificante. Por tanto, no son un teatro, sino una acción sagrada.

1
Cf. Cothenet. E, Escritos de Juan y Cartas a los Hebreos, Madrid, 1985, p. p, 146-147

3
1. Aproximación al texto de San Juan

Antes de tocar propiamente el tema que implica la elaboración de este trabajo,

es necesario remarcar algunos aspectos históricos y literarios del cuarto evangelio, o

evangelio de San Juan. En tal sentido, cabe señalar que su autoría se le atribuye a

Juan hijo de Zebedeo, aunque para algunos no es el caso. Sin embargo, lo que

interesa realmente es su contenido y aceptación en medio de la comunidad. Respecto

a la fecha, no se conoce una exacta, pero es de suponer, que surgió a partir de la

experiencia post-pascual de la era apostólica2.

En cuanto a la estructura, se habla fundamentalmente de tres partes, a saber: el

prólogo, el libro de los signos, y el libro de la pasión3. A lo largo de todo el corpus, se

enlazan dos temas principales, la creación y la pascua. Además de esto, se observa

cómo el autor echa mano del A.T para exponer sus ideas, de modo que las mismas

alcancen actualidad en la persona de Jesucristo; Hombre perfecto, y culmen de toda la

creación4.

Según los autores, el texto de San Juan posee un carácter singular frente a los

demás textos, reconocido en todos los tiempos de la Iglesia. Al respecto, el gran

Orígenes dice lo siguiente: «No es atrevido decir que, de todas las escrituras, los

evangelios son las primicias, y que, de entre los evangelios, las primicias son el

evangelio de Juan, cuyo sentido nadie puede captar si no se ha reclinado en el pecho

de Jesús y no ha recibido de Jesús a María como Madre»5 San Juan es el evangelio de

2
Cf. Leon Dufour, Lectura del Evangelio de Juan, Salamanca, 1989, p. p, 12-13
3
Cf. Dodd, C, Interpretación del Cuarto Evangelio, Madrid, 1978, p, 291
4
Cf. Mateos y Barreto, El Evangelio de Juan, Madrid, 1979, p. p, 16-17
5
Cf. Schokel, L. La Biblia de Nuestro Pueblo: Comentario al evangelio de San Juan, 2010, p.1673

4
la fe, pues revela los sagrados misterios de tal modo, que exige al lector, creer para

comprender.

Asimismo, cabe resaltar que Juan centra su atención es la misma persona de

Jesús, antes que en cualquier acontecimiento particular de su humanidad. Para Él,

Basta con escuchar su Palabra, para ser testigo de su poder manifestado a través del

amor (cf. Jn 3,16). Lo que para los otros evangelistas es denominado como milagros,

Juan lo presenta como signos, pues dichas acciones guardan todo un contenido

teológico, y quedarse sólo con lo extraordinario del momento, no tiene ningún

sentido6. La intención es repercutir en el interior de la persona humana.

Pretender describir el cuarto evangelio, es un reto, pues si de sintetizar se

trata, sin duda que se dificulta, ya que por su esplendor, resulta emocionante,

entonces el mayor deseo es seguir escribiendo sobre él. Algunos teólogos coinciden

en que el lenguaje de Juan es sencillo y escaso, pero muy simbólico. Y eso,

justamente, lo hace especial y ampliamente aplicable7. Se cree que es el texto mejor

iluminado por el Espíritu Santo, pues su mensaje es netamente esperanzador y motiva

al cambio radical, estimulado por la experiencia misericordiosa.

6
Cf. Ramos, F. Diccionario del Mundo Joánico, España, 2004, p. p, 418-419
7
Cf. Martini, C. El Evangelio de San Juan, Bogotá-Colombia, 1982, p. 135

5
2. El Cuarto Evangelio y la Polémica Sacramental

Como ya se introducía al comienzo, nada ha a causado mayor polémica que,

el contenido sacramental en el evangelio de San Juan. Pues un grupo de teólogos

expertos, niegan rotundamente la posibilidad de que el autor hubiese querido hablar a

través de su obra de los sacramentos. Asimismo, por su parte, están los que defienden

la tesis sacramental, pero con ciertas limitaciones, por razones ya de tipo doctrinal.

Entre los más destacados resaltan la figura de Rudolf Bultmann y Cullmann; el

primero niega el carácter sacramentalista del cuarto evangelio, y el segundo lo

defiende.

Para Bultmann, la redacción actual del evangelio, está acomodada, por lo que

afirma, no estar de acuerdo con la ¨teoría¨ sacramentalista, ya que se fundamenta en

un contenido alterado. En tal sentido considera que: "El evangelio de Juan es anti-

sacramental"8. En consecuencia, ratifica lo siguiente: "…la expresión «y del agua»

(Jn. 3,5) no es del evangelista, sino una adición posterior de la redacción eclesiástica;

asimismo Jn. 6,51-58, en donde se habla del aspecto sacrificial de la Eucaristía y de la

presencia real, no es tampoco del evangelista"9. Para él, el texto carece

completamente de dicha doctrina.

Para este grupo de pensadores encabezados por Bultmann, sobresale la idea de

que "…al centrar la salvación en la aceptación personal de Jesús como enviado de

Dios, Juan ha creado una atmosfera teológica en que se eludirían las mediaciones

8
Ramos, F, Op. Cit, p. 56
9
Ibidem, p. 57

6
materiales como la de los sacramentos"10. En este sentido, se palpa sin dificultad, la

limitación de susodichos investigadores en querer ir más adelante, pues se cierran a

una interpretación, de algún modo literal, cuando el autor escribe de forma simbólica,

lo que debiera estimular una mayor capacidad interpretativa.

En contraposición a estos, están los sacramentalistas, encabezados por

Cullmann, como ya se ha indicado previamente. Para ellos, el evangelio de Juan si

habla, mediante la simbología, de los principales sacramentos; el Bautismo y la

Eucaristía. Sin embargo, el autor parte de la idea de que es necesario fusionar la

realidad histórica de Jesús, con su encomienda salvífica recibida del Padre, como

respuesta a lo que ya se había anunciado antiguamente. Es así, a partir de su obrar y

los signos palpables de su mesianismo como surge la fe post-pascual, necesaria para

acoger y propagar el plan de salvación iniciado por Jesús11

Ahora bien, la postura de los sacramentalistas cobra sentido, cuando Cullmann

dice que la unión, de la cual se habló en el párrafo anterior, "…se manifiesta

concretamente en el culto sagrado o liturgia cristiana, a que alude el evangelio de

Juan"12. Esto es suficiente, para deducir con claridad el espacio sacramental que

otorga el cuarto evangelio a lo largo de su expresión, en favor de la comunidad

creyente. En adelante, se explicitará con mayor radicalidad el peso sagrado de estas

acciones litúrgicas, quien las garantiza, y su fuente culmen.

10
Brown, R. El Evangelio Según San Juan, Madrid, 1979, p. 129
11
Cf. Ramos, F, Op. Cit, p. p, 58-59
12
Idem

7
3. San Juan y los Sacramentos

San Juan en cuanto evangelio, alude inequívocamente a los sacramentos como

hechos de acción concreta en favor de la salvación de los hombres. Que no lo hace de

forma explícita; eso es lo que muchos piensan. Basta con profundizar en la historia, y

el obrar de Jesús, para comprender el amplio contenido teológico-sacramental del

cuarto evangelio.

Lo que si hay que reconocer en este sentido, es que Juan en comparación con

Mateo, no presenta los sacramentos de forma imperativa por parte del mismo Jesús,

sino que los trata ya de manera doctrinal a través de la simbología. Por tanto, cabe

bien considerar los capítulos 1 y 3, "donde Juan señala la oposición entre el bautismo

de agua del Bautista y el bautismo en el Espíritu Santo administrado por Jesús" 13. Ya

se habla, en este sentido, del primer sacramento. No obstante, Jn. 3,5, subraya el

diálogo entre Jesús y Nicodemo, que de igual manera posee un contenido alusivo al

bautismo; al renacer de nuevo.

Por su parte, con respecto a la eucaristía, el evangelio brinda toda una serie de

fundamentos válidos para sustentar el mismo. Si embargo, Juan coloca mayor

atención en su capítulo (6) seis, para referirse a éste como pan eucarístico. Por tanto,

en "lo que se refiere a la eucaristía, las palabras sobre la carne entregada para la vida

del mundo (6,51) corresponde con toda fidelidad a las palabras sobre el pan

13
Cothenet. E, Op. Cit, p, 145

8
eucarístico. Es posible, incluso que el término carne sea más fiel a las palabras

pronunciadas por Jesús, que el término cuerpo de los sinópticos y de San Pablo"14

En este mismo orden de ideas, es necesario subrayar que "el resultado directo

de la multiplicación del pan es el reconocimiento de Jesús por parte de la

multitud…como el profeta que ha de venir"15 Pero la mayor impronta en este sentido,

está en el hecho de que "Jesús proclama expresamente ser el que baja del cielo, y, por

tanto, que Él es el pan de vida"16 Así que no hay lugar a cuestionamientos, ya que "El

lector cristiano instruido no puede dejar de percibir la referencia al sacramento de la

eucaristía"17 Más directo no puede ser al autor.

No se puede pasar por alto el valor antropológico presente en el sacramento de

la eucaristía, lo cual implica una respuesta generosa por parte del creyente; y todo, en

correspondencia a Jesús que nos ha dado el ejemplo. "Al ponerse Jesús, Dios entre los

hombres, a los pies de sus discípulos, destruye la idea de Dios creada por la religión.

Dios no actúa como soberano celeste, sino como servidor del hombre"18 En

consecuencia "El futuro servicio de los suyos tendrá el mismo objetivo: crear

condiciones de igualdad y libertad entre los hombres por la práctica del servicio

mutuo. Esa es la obra del amor"19

No se puede rechazar el aporte de Cullmann respecto al tema en cuestión, sin

embargo, es necesario aclarar que para él sólo hay dos sacramentos: Bautismo y

Eucaristía. Pero esto se comprende por su pensamiento protestante. No obstante, para


14
Ibídem, p.146
15
Dodd, C. Op. Cit, p, 334
16
Ibídem, p, 338
17
Ibidem, p, 339
18
Mateos y Barretos, El Evangelio de Juan, Madrid, 1979, p, 592
19
Idem

9
nosotros «¿No podría verse en 2,1-11 una alusión al sacramento del matrimonio, que

prolonga después de la pascua la presencia de Jesús en la vida conyugal, o en 4,46-54

y 5,1-29 una insinuación del efecto de la unción de los enfermos por la cual el

enfermo es fortalecido espiritual y corporalmente?»20

Otro pasaje que permite comprender ampliamente el sentido de los

sacramentos a la luz del evangelio de Juan es justamente el lavatorio de los pies

(13,10). Para algunos, este párrafo pudiera ser referido sin problema alguno para

exponer el sacramento de la reconciliación. Sin embargo, el que posee principal

elección es Jn 20,22-23.21 Por otra parte, el valor del lavatorio de los pies, radica en el

ejemplo de servicio que da Jesús a los suyos. Por ello, "Una celebración de la

eucaristía que no indujese al servicio fraterno sería un sinsentido"22

Para ir cerrando, es necesario demostrar la brillantez con que Juan enseña

acerca de los sacramentos. Para él vale más "el significado profundo de las realidades

sacramentales, que su forma ritual"23 Por eso es que Juan trata de "trazar la línea que

va de la vida terrestre de Jesús a la revelación de Cristo Señor de la Iglesia…y realzar

la identidad entre el Jesús de la historia y Cristo presente en el culto y Señor de la

Iglesia"24 Aunque la intención sacramental de Juan es la salvación, por supuesto,

pone de manifiesto el interés de Jesús por el bien de la humanidad.

20
Ramos, F, Op. Cit, p, 61
21
Idem
22
Cothenet. E, Op. Cit, p, 146
23
Idem
24
Robert y Feuillet, Introducción a la Biblia, Barcelona, 1967, p.605

10
4. Sacramento e Iglesia en Juan

Juan al igual que los otros evangelistas, así como los padres de la Iglesia y la

tradición, hacen entender que los sacramentos son de la Iglesia, aunque instituidos

por Cristo, para la salvación del género humano. Es decir, "los sacramentos son

acciones visibles de la Iglesia a partir de la pascua y que se distinguen esencialmente

de las acciones salvíficas o milagros signos de Jesús durante su vida terrena"25 No se

pueden tildar las manifestaciones de Cristo durante su vida como sacramentos.

Ahora lo que no se puede negar es que "Jesús en cuanto el Verbo encarnado es

el sacramento original (Jn 1,14) y la Iglesia es el sacramento fundamental (19,34),

cuyas ramificaciones son los siete sacramentos"26 Y todo, "dado que para el católico

no basta con la sola Scriptura sino que admite, además, la tradición apostólica, y

puesto que el Magisterio infalible de la Iglesia ha discernido y definido

infaliblemente qué acciones son propiamente sacramentos, una discusión exegética es

insuficiente y no lleva a conclusiones incontrovertibles, como demuestra la diversidad

de opiniones entre los exegetas"27

La mayoría de los investigadores coinciden en entender a través del costado

abierto de Cristo, la fuente de la gracia sacramental. En tal sentido, San Agustín,

citado por Cothenet, comenta lo siguiente, respecto al evangelio en estudio: «El

evangelista utiliza un término escogido; no dice: el soldado golpeó su costado, o lo

hirió, o coa parecida, sino más bien: abrió. De modo que la puerta de la vida quedó

25
Ramos, F, Op. Cit, p, 60
26
Ibídem, p, 61
27
Idem

11
abierta en cierto modo; de ella brotaron los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales

no se entra en esta vida que es la verdadera vida»28

Por consiguiente, entiéndase la acción sacramental como fuente vital en favor

del hombre que se disponga a aceptar las promesas del Señor. De ahí que "el

bautismo se convierte en una fuente de vida eterna (4,13-14), del mismo modo que

también la eucaristía pasa a ser un medio indispensable para transmitir la vida de

Dios a los hombres por Jesús"29 De este modo se toca lo dicho en la introducción,

donde se habla de la Iglesia como madre y maestra; sólo una madre transmite vida.

Finalmente, recalcar desde la perspectiva eclesial, el trasfondo salvífico de los

sacramentos desde la experiencia post-pascual. Por ello, considerar lo siguiente: "El

autor tiene interés en demostrar la completa identidad del Señor presente en la

comunidad cristiana primitiva y del Jesús histórico; esto le induce a ver en los

sacramentos administrados por la Iglesia una prolongación de los gestos salvíficos de

Dios"30 Así que tanto el bautismo cristiano como la sagrada cena son inconcebibles

antes de la muerte y de la resurrección de Jesús, puesto que ambos suscitan una

participación en esta muerte y facilitan la comunión con Cristo resucitado"31 La obra

de Jesús se realiza en la Iglesia, y así será hasta el fin de los tiempos.

28
Cothenet. E, Op. Cit, p, 147
29
Brown, R. Op. Cit, p. 132
30
Robert y Feuillet, Op. Cit, p.604
31
Ibídem, p, 605

12
CONCLUSIÓN

El evangelio de San Juan proporciona todo un contenido teológico

sacramental que ilumina la acción de la Iglesia como madre y maestra, con el fin de

seguir llevando a cabo la obra de salvación iniciada por Jesucristo en obediencia al

Padre. Su lenguaje naturalmente sencillo, permite profundizar y conocer la doctrina

cristiana en su más amplia expresión.

Cuando se habla del cuarto evangelio, se habla justamente del evangelio de la

fe; el evangelio de los signos; el evangelio cuyo centro es la persona de Cristo en

cuanto Palabra encarnada, presente en medio de los hombres. Juan es el autor que

más referencia hace al A. T, con el fin de demostrar que en Cristo se halla la

consumación plena de todo lo creado.

Para la interpretación católica, originalmente el autor sagrado deseó plasmar

su pensamiento sacramental, pero como es evidente, desde su lenguaje propiamente

simbólico; y aunque no desplace el carácter material de los mismos, su principal

intención ha sido, introducir a los creyentes en una experiencia profunda de Dios, de

modo que se comprenda el valor espiritual de la acción sacramental, y evitar así, el

mero ritualismo que no favorece en nada la fe.

Queda claro, a pesar de las discusiones de si es, o no, sacramental el

evangelio; o de si fue Juan, o no, el que escribió tales partes del texto, que se cuenta

primicias del evangelio, como

diría el gran Orígenes. Entonces es evidente que el evangelista al escribir no podía

dejar a un lado, lo que para la comunidad cristiana era esencial: los sacramentos.

13
REFERENCIAS

Brown, Raymond, El Evangelio según San Juan, Madrid, 1979, Vol. I, ed.

Cristiandad

Cothenet, E, et al, Escritos de Juan y Carta a los Hebreos, Madrid, 1985, ed.

Cristiandad

Dodd, C. H, Interpretación del Cuarto Evangelio, Madrid, 1978, ed.

Cristiandad

Léon, Xavier, Lectura del Evangelio de Juan, Salamanca, 1989, Vol. I, ed.

Sígueme

Martini, Carlo, El Evangelio de San Juan, Bogotá-Colombia, 1982, ed.

Paulinas

Robert. A, Feuillet. A, Introducción a la Biblia, Barcelona, 1967, Tomo. II,

ed. Herder

Ramos, Felipe, Diccionario del Mundo Joánico, España, 2004, ed. Monte

Carmelo

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