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Seminario Arquidiocesano San Jerónimo

–Arequipa

Curso:

Dios Uno y Trino

Docente:

P. Walter Soto De la Cruz

Alumna:

Majhely Benavente Naveros, OP.

Año:
2023
Filioque

En principio, debemos afirmar que el Espíritu Santo es Consubstancial con el Padre y el Hijo, como se
afirmó en el Concilio de Constantinopla. Aún así, nuestro raciocinio tan limitado nunca podrá
entender la inmensidad del Misterio de la Trinidad, y de ahí que la historia se puede ver el
surgimiento de muchas herejías en cuanto al tema trinitario, las cuales fueron debatidas y
condenadas en su momento, en virtud de las gracias otorgadas por Dios Uno y Trino. Pero, una
batalla aún más difícil de lidiar, tal vez, se encuentra en el ̈entender ̈ la procedencia del Espíritu,
porque, como afirma Aciprensa (2010), al igual que Focio, aún subsiste un pensamiento oriental que
no acepta la formulación del Filioque, ya que se cree que la tercera persona divina tiene su origen
solo del Padre, aunque desde los inicios Oriente profesaba: ̈del Padre por el Hijo¨; mientras que
Occidente: ¨del Padre y del Hijo¨. El presente ensayo pretende demostrar la procedencia del
Paráclito no solo del Padre, sino también del Hijo, encontrando pruebas claras en el Nuevo
Testamento, en los Padres de la Iglesia, debatiendo el pensamiento de Focio; en los concilios y
haciendo un breve análisis teológico, para comprobar que el Filioque no fue, no debió, ni debe ser
causa de división entre Oriente y Occidente, ya que ambas formulaciones (y, por) en el trasfondo
significan lo mismo.

En la doctrina paulina, por ejemplo, el apóstol en su carta a los romanos llama al Espíritu
Santo: ¨Espíritu de Cristo¨ (Rm. 8,9) y en su carta a los gálatas: ¨Espíritu del Hijo¨ (Gál. 4, 6). Así
mismo, en los Hechos de los Apóstoles encontramos la expresión: ¨Espíritu de Jesús¨. Otra cita, ya
tomada del Evangelio de san Juan nos dice: "Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará
hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os
anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a
vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a
vosotros.” (Jn 16,13-15); sobre ello San Cirilo de Alejandría comenta: ¨"recibirá de lo mío" significan
"la naturaleza" la cual el Espíritu Santo tiene del Hijo, así como el Hijo la tiene del Padre¨ (San Cirilo
de Alejandría, como se citó en Aciprensa, 2010) El mismo Juan también menciona: «sopló sobre ellos
y les dijo: ¨reciban el Espíritu Santo¨» (Juan 20, 22). De ahí que San Agustín preguntaba y respondía:
¨ ¿Puede entonces haber dos espíritus, uno, el espíritu del Padre y otro el espíritu del Hijo?
Ciertamente no. Así como hay un solo Padre, así como hay un solo Señor o un Hijo, así también hay
un solo Espíritu, quien es, consecuentemente, el Espíritu de ambos¨. Continúa reflexionando: ¨Si no
procediera de Jesús, cuando Él se apareció a sus discípulos, luego de la resurrección, no habría
soplado sobre ellos diciéndoles: 'Reciban ustedes el Espíritu Santo'. ¿Qué, ciertamente, significa este
aliento, sino que el Espíritu procede también de Él?" (San Agustín, como se citó en Aciprensa, 2010).
En el Evangelio de San Juan Jesús dice: ¨Pero es verdad lo que les digo: les conviene que yo me vaya,
porque mientras no me vaya, el Protector no vendrá a ustedes. Yo me voy, y es para enviárselo¨
(Juan 16,7); y más claramente en el capítulo 15, versículo 16, pone de manifiesto: ¨Cuando venga el
Protector que les enviaré desde el Padre, Por ser Él el espíritu de verdad que procede del Padre, dará
testimonio de mí¨. Como se puede apreciar por las mismas palabras de Jesús, queda claro que Él es
quién envía al Espíritu Santo, es decir, de quien también tiene su procedencia; aquí pues, se hace
más evidente el Filioque que confiesa Occidente, que no está enfrentado con lo que dice Oriente, ya
que, como veremos más adelante, ambos conectores que supuestamente hacen diferir ambas
fórmulas: ¨ procede del Padre y del Hijo¨ (Occidente), ¨Procede del Padre por el Hijo¨ (Oriente), en
realidad son equivalentes. Esto es en lo que creía la Iglesia naciente, aquél modelo ideal de
cristianismo, al cual, los católicos, tanto orientales como occidentales tendemos.

Grandes santos teólogos de la patrística, tanto occidentales como orientales reconocieron la


verdad sobre la procedencia del Espíritu Santo, expresada ya en el Nuevo Testamento, como se vio
anteriormente. Comencemos mencionando a San Atanasio, quien en su carta a Serapión dice: ¨Si el
Hijo, porque es del Padre, es propiedad de su substancia, es necesario que el Espíritu, de quien está
dicho ser de Dios, sea también en substancia propiedad del Hijo¨ (Atanasio, como se cita en Hijos de
J. Espasa, 1924). Afirma también Cirilo de Jerusalén: ¨El Padre da al Hijo y el Hijo comunica al
Espíritu: Santo ̈ (Catequesis X VI, 24). San Epifanio la enuncia exactamente como los latinos en su
Ancoratus y en su Haereses. «El Espíritu Santo, dice, es de la misma substancia del Padre y del Hijo».
«Es del Padre y del Hijo» (Epifanio, como se cita cita en Hijos de J. Espasa, 1924). Los Padres
capadocios afirman también la procedencia del Espíritu del Padre y del Hijo, pero desde una
perspectiva de misterio de la monarquía Trinitaria, es decir, de una relación originaria solo del Padre
en cuanto a principio sin principio de la Trinidad, de ahí que toma sentido: ̈procede del Padre por el
Hijo ̈ (Zañartu, 1999) Máximo el Confesor explicaba así el filioque de occidente: ¨[…] Ellos mismos no
hacen del Hijo la causa del Espíritu -ellos saben, que en efecto, el Padre es la causa única del Hijo y
del Espíritu, del uno por generación y del otro por ekpóreusis-, pero ellos han explicado que este
proviene a través del Hijo y mostrado así la unidad e inmutabilidad de la esencia¨ (Máximo el
confesor, como se cita en Zañartu, 1999). Desde la perspectiva occidental, Tertuliano, pionero en
emplear el término ̈proceder ̈, afirma: ¨El Cristo dice del Espíritu: él recibirá de lo que es mío (Juan
16:14), como Él del Padre. Así la conexión del Padre en el Hijo y del Hijo en el Paráclito vuelve a los
tres coherentes el uno a partir del otro ̈ (Tertuliano, como se citó en en Zañartu, 1999). Por su parte,
San Hilario ¨dirigiéndose al Padre, confiesa que desea adorar con Él y el Hijo a Su Espíritu Santo,
quien viene de Él a través de su único Hijo"; continúa diciendo "que debemos confesar que el
Espíritu Santo viene del Padre y del Hijo" (Hilario, como se citó en Aciprensa, 2010). Por otro lado, la
enseñanza de San Agustín declara: ¨El Espíritu es el amor mutuo entre el Padre y el Hijo: ´Por lo
tanto el Espíritu Santo es algo común del Padre y del Hijo´¨ (Agustín, como se citó en Zañartu, 1999);
y en De Trinitate continúa diciendo: ¨Si el don tiene su principio en el donante, pues de él recibe
cuanto tiene, hemos de confesar que el Padre y el Hijo son un solo principio del Espíritu Santo, no
dos principios¨ (Agustin, como se citó en Arias, 1956). En resumidas cuentas, tanto lo que decían
orientales y occidentales, no estaba en contraposición, ya que ambos pensamientos se
complementan, las dos fórmulas expresadas ¨admiten la igualdad con que el Padre y el Hijo espiran
al Espíritu Santo y el orden con que le espiran, sólo que la fórmula de los latinos acentúa esa
igualdad, y la de los griegos acentúa, expresa directamente ese orden¨ (Hijos de J. Espasa, 1924).

Ahora, es preciso mencionar que como afirma Aciprensa (2010), fue Focio quien desató la
primera polémica en cuanto al Filioque al condenarlo. El Patriarca de Constantinopla excluyó la
formulación de Occidente y también la de Oriente, afirmando que el Espíritu Santo procede solo del
Padre. Según Focio, quien no entendió las oposiciones de relaciones de los latinos, o la acción es
común a las tres personas y depende de la única naturaleza de Dios o es estrictamente de una sola
persona. Por tanto, decir con los latinos que el Espíritu procede del Padre y del Hijo como de un solo
principio, es poner a la naturaleza divina como ese principio, y así, en último término, el Espíritu [...]
termina siendo principio de sí mismo lo que es absurdo. Sustituye así el esquema oriental rectilíneo y
dinámico (por el Hijo), por un esquema, por así decirlo, de dos ramas paralelas que salen del Padre:
la del Hijo y la del Espíritu (Zañartu, 1999). Pero, al parecer lo que en realidad movió a Focio, no fue
tanto el tema del Filioque, por el contrario, este solo le sirvió de excusa para lograr sus ambiciones,
ya que, como narra Wohl (2002), Tras la petición del zar Boris de Bulgaria, de enviar misioneros a su
patria al Papa, Focio protestó aludiendo que dichos territorios estaban en su jurisdicción, esto
porque encontraba a favor suyo razones patrióticas. y no contento con acusar de herejía a
Occidente, negó también la primacía del Papa, teniendo como argumento el hecho de que como los
emperadores tenían su sede en Constantinopla, la primacía de la cristiandad era suya. Tomando
conciencia de las intenciones de Focio al provocar el cisma, nos damos cuenta que el tema del
filioque solo fue una excusa, en realidad no fue un detonante que causará división.
El Catecismo de la Iglesia Católica, desde el numeral 245 hasta el 248, hace referencia a los
concilios que han ido poniendo de manifiesto la procedencia del Espíritu Santo (Conc. de
Constantinopla II, Conc. de Toledo VI y XI, Conc. de Florencia y el Conc. de Lyon II). Dejando en claro
que el Espíritu procede tanto del Padre como del Hijo. Comencemos con la afirmación del II Concilio
Ecuménico de Constantinopla (381): ¨Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que
procede del Padre…] Sin embargo, el origen eterno del Espíritu Santo está en conexión con el del
Hijo¨ (CIC, 1992) El XI Concilio de Toledo (675) afirma claramente que el Espíritu ¨De uno y de otro,
es el Espíritu de ambos. [...] No se dice que sea solo del Padre o solo del Hijo, sino Espíritu
juntamente del Padre y del Hijo. Porque no procede del Padre al Hijo o del Hijo procede a la
santificación de la criatura, sino que se muestra proceder a la vez del uno y del otro; pues se
reconoce ser la caridad o santidad de entramos¨. (Denzinger, 1963). El IV Conc. de Letrán afirma
también: ¨El padre no viene de nadie, el hijo del padre solo, y el espíritu santo a la vez de uno y de
otro¨ (Denzinger, 1963). Por su parte el II Conc. de Lyon declara: ¨Confesamos con fiel y devota
profesión que el Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del Hijo, no como de dos
principios, sino como de un solo principio; no por dos aspiraciones sino por única aspiración; [...]
Esto mantiene la sentencia verdadera de los padres y doctores ortodoxos lo mismo latinos que
griegos¨; El Concilio de Florencia declaró lo mismo agregando: ¨Definimos además que la adición de
las palabras filioque, fue lícita y razonablemente puesta en el Símbolo, en gracia de declarar la
verdad y por necesidad entonces urgente¨(Denzinger, 1963). Finalmente, el Conc. Vaticano II
¨dentro del clima ecuménico que lo caracterizó, ha evitado la fórmula filioque… adoptando en su
lugar la expresión per filium¨ (Silanes, como se cita en Zañartu, 1999). Lo afirmado, sobre todo en el
Conc, de Lyon II, el de Florencia, y la formulación con ánimo ecuménico del Vaticano II, nos abre a un
acercamiento hacía Oriente, ya que como afirma el Concilio de Florencia, la expresión por el Hijo de
Oriente, despliega su sentido hacia el filioque.

Oriente, en la procesión del Espíritu, además de la fórmula ´por el Hijo´, según Sesboüé y
Wolinsky (1994), usa también las fórmulas: ¨Espíritu procede del Padre del Hijo; el Espíritu procede
del Padre y recibe del Hijo; el Espíritu procede del Padre y reposa sobre el Hijo; el Espíritu procede
del Padre y resplandece a través del Hijo¨. Queda así, una vez salvaguardada la procedencia del
Consolador, tanto del Hijo como del Padre, sin oposición entre Oriente y Occidente. Entendamos
pues que existe un orden de procesión, mas ello no implica que uno sea más dios que los otros dos,
porque los tres son consustanciales, ni tampoco implica prioridad de tiempo, porque los tres son
eternos, es decir, ¨no puede existir Padre sin Hijo, ni espirador sin espirado [...] El Padre es
engendrante y aspirante, El hijo es engendrado y espirante [...] El padre, por lo mismo que es Padre,
espira el Espíritu, es decir, el Padre solo engendra al Hijo espirando por Él al Espíritu, y el Hijo solo es
engendrado por el Padre, en la medida en que la espiración pasa por él [...] El Hijo, en conclusión, es
Hijo transmitiendo la sustancia del Padre al Espíritu.

En conclusión, a través del Nuevo Testamento nos podemos dar cuenta de que la afirmación
del Filioque es acertada, y que no contradice a la formulación de Oriente. El pensamiento y condena
de Focio en realidad tuvo otros intereses, por lo que en la controversia desatada por él el tema
teológico solo fue una excusa. La Iglesia Católica de Occidente, a través de los concilios ha declarado
la validez del Filioque, reconociendo al Padre como principio, pero sin negar que el Espíritu también
procede del Hijo, ya que el Hijo todo lo recibe y lo da, del Padre. El espíritu procede de una sola
espiración, porque el Padre y el Hijo son uno solo. Al no contradecirse, la confesión oriental y
occidental, no hay pues motivo de separación que haya sido causada por la procedencia del Espíritu
Santo.
Bibliografía:

 Aciprensa, Espíritu Santo. 2010. https://ec.aciprensa.com/wiki/Esp%C3%ADritu_Santo


 Arias, L. Obras de San Agustín – Tratado sobre la Santísima Trinidad. 1956
 Catecismo de la Iglesia Católica, El Padre y el Hijo revelados por el Espíritu, 1997
 Densinger, E. El Magisterio de la Iglesia. 1963
 Hijos de J. Espasa. Espíritu. 1924. https://www.filosofia.org/enc/eui/e220279.htm
 Wohl, L. Fundada sobre roca. 2002
 Zañartu, S. El Espíritu y el Hijo en la fe de la Iglesia. Algunos alcances respecto a la
controversia del Filioque. 1999

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