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Fundamentos Bíblicos del Dogma de la Asunción de la

Virgen María
La Asunción no está en la Biblia en forma expresa, pero sí se concluye de la Biblia en
forma necesaria.

Por: Pedro Nel Rueda | Fuente: BuscadoresDelReino.com 

Es un dogma que se formula así: "La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado
el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo." (Constitución
Munificentisimus Deus)

La Asunción no está en la Biblia en forma expresa, pero sí se concluye de la Biblia en forma


necesaria. Recordemos que la Biblia debe leerse como un todo
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en
la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena, 2 Tm 3,
16-17.
O de lo contrario terminaremos haciendo decir a la Biblia lo que no dice. Por eso hay que seguir la
guía que nos proporciona la Iglesia
Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta
propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos
por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios, 2 Pe 1, 20-21.

Pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios
vivo, columna y fundamento de la verdad.1 Tm 3,15,
Iglesia que recibió de Cristo la gracia de enseñar con autoridad ("Quien les escucha a ustedes, me
escucha a mí; quien les rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al
que me ha enviado", Lc 10, 16).

Primero entendamos que "asunción" no es lo mismo que "ascensión". La "ascensión" es el hecho de


ascender a los cielos por sí mismo como Jesús (Lc 1, 3-11). "Asuncion" es ser llevado a los cielos
por Dios mismo o por los ángeles.

1. ¿Es bíblica la Asunción de las personas?

Las personas pueden ser asuntas a los cielos como María. Fue antes el caso de Enoc
Siguió siempre los caminos de Dios, y luego desapareció porque Dios se lo llevó, Gn 5, 24
O de Elías
Y mientras iban conversando por el camino, un carro de fuego, con caballos también de fuego, los
separó a uno del otro, y Elías subió al cielo en el torbellino. Al ver esto, Eliseo gritó: "¡Padre mío!
¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería!". Y cuando no lo vio más, tomó sus vestiduras y las
rasgó en dos pedazos,2 Re 2, 11-12.
Alguien dirá que con Jesús se abren las puertas del cielo, porque todos debieron esperar su llegada,
pero olvida que los designios de Dios no están al alcance de los hombres

Grandes e inenarrables son tus juicios, por eso, las almas ignorantes se extraviaron, Sb 17, 1;

¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus
designios e inescrutables sus caminos! , Rm 11, 33.
Así lo rátifica la Biblia:
Yavé hizo subir a Elías al cielo en un torbellino... 2 Re 2, 1
2. ¿Porqué fueron llevadas las personas al cielo?
Por la fe y por haber agradado a Dios toda la vida ("Enoc anduvo con Dios...." dice Gn 5, 22). Dice
San Pablo para que entendamos el caso de Enoc:
Por su fe también Enoc fue trasladado al cielo en vez de morir, y los hombres no volvieron a verlo,
porque Dios se lo había llevado. Antes de que fuera arrebatado al cielo, se nos dice que había
agradado a Dios; pero sin la fe es imposible agradarle, pues nadie se acerca a Dios si antes no cree
que existe y que recompensa a los que lo buscan, Hb 11, 5-6.
¿Fue ese el caso de María? Lo fue y en mayor grado.

3. Nadie como Maria en materia de fe y agrado a Dios

"Llena de Gracia" le dice el ángel Gabriel (Lc 1, 28), quien también le dice que Dios está con ella (la
maravillosa frase de Lc 1, 28 es "Salve, llena de gracia, el Señor está contigo."); Enoc anduvo con
Dios, pero Dios estaba con María. El mismo Dios, por su mensajero, la declara llena de gracia en
una forma permanente pues ha encontrado el favor de Dios (Lc 1, 30) y María acata en forma
totalmente incondicional la voluntad del Altísimo (Lc 1, 38). Es tal el estado de María, que -antes de
la pasión de Jesucristo- puede declarar que Dios la ha salvado y todas las generaciones la llamarán
bienaventurada (Lc 1, 48). Siendo así, es un caso como el de Enoc en grado máximo, pues mereció
ser la Madre de Nuestro Señor ("...has encontrado el favor de Dios" dice el ángel).

Tenemos claro entonces que María agrada a Dios y es modelo de Fe, en tan esplendoroso sentido
que ya es salva desde antes de la pasión de Nuestro Señor.

4. En María se da el cumplimiento de las promesas del Señor

Decía Jesús a los saduceos:


Pues cuando resuciten de la muerte, ya no se casarán hombres y mujeres, sino que serán en el cielo
como los ángeles, Mc 12, 25.
Dice San Pablo
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Pero para nosotros hay un solo Dios, el Padre: todo viene de él y nosotros vamos hacia él, 1 Co 8, 6
Y en otra parte:
Nosotros tenemos nuestra patria en el cielo, y de allí esperamos al Salvador que tanto anhelamos,
Cristo Jesús, el Señor, Fil 3, 20
Esa es una promesa. Cuando María visita a su prima Santa Isabel, esta -llena del Espíritu Santo-
declara
¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!, Lc 1, 45.
A los apóstoles, Jesús les recuerda que les prepara una morada en la casa del Padre:
No se turben; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas
habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y
prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también
ustedes. Para ir a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino, Jn 14, 1-4.
Tenemos entonces frente a nosotros la promesa de la Resurrección. Ya Dios había salvado a María,
no quedaba sino que al final de su vida resucitara inmediatamente. "La Asunción de la Santísima
Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la
resurrección de los demás cristianos" (Catecismo, n. 966).

María nos precedió en el cielo y nos precederá siempre, como madre del rey que se sienta al lado
del trono (Sal 45(44), 7-10).

Así las cosas, el dogma de la Asunción de María es plenamente bíblico.

5. María es la Nueva Arca de la Alianza, la cual debía subir al cielo

El Señor debía entrar en el reposo, y con El el arca:


¡Levántate, Señor, y ven a tu reposo, tú y el Arca de tu fuerza!, Sal 132,8
Que María es la Nueva Arca se sigue de Apocalipsis 11, 19 y el texto subsiguiente. Dice San Juan
que se abrió el Santuario de Dios en los cielos y vio el Arca de la Alianza. ¿Y qué es lo que ve
exactamente San Juan? La mujer vestida de sol, María.
Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una
corona de doce estrellas sobre su cabeza, Ap 12, 1
Juan ve a María en el cielo. ¿Cómo nos dice la Biblia que ella es la nueva arca de la alianza? Fíjate
en lo que dice David cuando supo que el Arca iba camino de su casa:
Ese día sintió David un verdadero temor por Yavé y se dijo: "¿Y el Arca de Yavé va a entrar en mi
casa?", 2 Sam 6, 9
Cuando María va a visitar a Isabel, esta -llena del Espíritu Santo- pregunta en voz alta:
Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor?, Lc 1. 43
Lo mismo que David salta de alegría frente al Arca (2 Sam 6, 14), Juan el Bautista lo hizo en el
vientre de su madre cuando llegó María (Lc 1, 44). El Arca, luego del episodio de David,
permeneción tres meses en el lugar (2 Sam 6, 11), el mismo tiempo que María permaneció en casa
de Isabel (Lc 1, 56).

6.¿Cómo sabemos que efectivamente María fue asunta a los cielos?

Por la tradición de la Iglesia desde los principios del cristianismo. Las tradiciones de la Iglesia se
verifican contra la Sagrada Escritura, y en este caso de la Asunción ya sabemos que es
consecuencia necesaria de la Biblia.

Que las tradiciones de la Iglesia deben atenderse, es mandato bíblico:


Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y guarden fielmente las tradiciones que les enseñamos
de palabra o por carta, 2 Tes 2, 15.

Les alabo porque me son fieles en todo y conservan las tradiciones tal como yo se las he
transmitido, 1 Co 11, 2
Ver además Hch 28, 17. Eso por supuesto contradice la típica tesis de los hermanos separados de
que la Biblia es la única fuente en los temas de Dios, tesis que no tiene fundamento bíblico alguno.
La Asunción de la Santísima Virgen María
María es prototipo de la persona humana glorificada, de lo que seremos nosotros al final
de los tiempos.

Por: Gustavo Daniel D´Apice | Fuente: Gustavo Daniel D´Apice 

¿Desde cuándo?

Esta verdad en su sentido real y verdadero está atestiguada desde los comienzos del
cristianismo, cuando en las catacumbas, los cristianos perseguidos tenían representación
que manifestaban la asunción corporal de la Virgen glorificada con Jesús Resucitado en
los cielos.

¿Qué es un dogma? 

Los dogmas son luces en nuestro camino de la fe.

Son verdades que tienen sus raíces en la Revelación de Dios, y son propuestas por la
Iglesia para ser creídas a fin de crecer en nuestra vida espiritual y de unión con Dios.

Los espíritus humildes y pequeños las reciben con agradecimiento y docilidad.

¿Murió o no murió? - ¿Es una fiesta similar a la ascención de Jesús?

Cuando Pío XII en su Encíclica Munificentissimus Deus manifestó lo que la Iglesia


cristiana creía y había experimentado desde siempre, se cuidó muy bien de decir si
murió o no, pues era una cuestión no definida hasta el momento.

Por de pronto, de lo que sí se tiene certeza es de que la Madre de Jesús fue glorificada
en su cuerpo y participa de la Pascua de su Hijo, asunta (subida) por el poder de Dios.

En esto difiere de la Resurrección, Ascensión y Exaltación de Jesús a la derecha del


Padre, ya que esto fue realizado por el poder del mismo Señor en su naturaleza
humana.

María no realizó esto por su propio poder, sino por el Amor de su Hijo-Dios. Tampoco
ella fue exaltada a la derecha del Padre, como es el significado de la Ascensión de Jesús,
que lo coloca en un plano de igualdad a Dios.

María es una simple creatura. Por eso no son la misma fiesta para Jesús (Ascensión) y
para María (Asunción). Ambos son glorificados como lo seremos todos al final de los
tiempos. Pero uno fue exaltado a la derecha del Padre (es decir, declarado igual a Dios,
Dios mismo) y la otra no.

Por eso María es tipo y figura de lo que seremos nosotros. Jesús nos precede pero nos
excede totalmente en cuanto a su divinidad.

María puede excedernos en cuanto a su gracia en la tierra y gloria en el cielo, pero no en


cuanto a su humanidad, a su creaturidad, igual a la de nosotros.

San Epifanio a comienzos del siglo V ponía en dudas de que la Virgen haya muerto. Juan
Pablo II, en sus meditaciones sobre la Asunción, se inclina por la muerte de María.

Sin embargo, no ha habido declaración dogmática al respecto. Por eso las fiestas de la
Dormición y del Tránsito. No hay fiesta de la muerte y sepultura de María, ni memoria
litúrgica de las mismas.

¿Si el Hijo murió, por eso debía querer que muera su Madre también? ¿Necesitaba la
redención de la muerte de María? ¿No podía Jesús-Dios, por su poder y amor, librar a su
Madre del trago amargo que Él hubo de padecer en solidaridad con toda la raza
humana?

Queda para oración meditativa y contemplativa de los fieles cristianos.

¿Hay fundamentos bíblicos?

En Apocalipsis 12, 1 se habla de una Mujer revestida del Sol en el cielo, con una corona
de doce estrellas sobre su cabeza y con la luna debajo de sus pies.

Muchos han visto en esta Mujer a María, revestida de Dios, con la corona de los 12
Apóstoles sobre su cabeza (pilares del nuevo Pueblo de Dios, así como las 12 tribus de
Jacob fueron los fundamentos del Pueblo de Israel, figura de la Iglesia de Jesucristo).

La luna en la literatura de la época bíblica es signo de lo inestable de las realidades


temporales (en un mes cambia 4 veces...). La Virgen glorificada vence esta inestabilidad
temporal de los temperamentos y de las cosas.

Ya al final del capítulo 11 del citado libro, se habla de que se abre el Santuario de Dios
en el cielo, y aparece el Arca de la Alianza.

La antigua Arca de la Alianza contenía las Tablas de la Ley que Dios otorgó a Moisés.
La nueva Arca de la Alianza trae al portador de la Nueva Ley, la Ley del Espíritu que está
en el corazón, la ley interior. Y quien porta en su seno a Jesús, portador de la Ley del
Espíritu que da la libertad, es María, nueva Arca de la Alianza de Dios con los hombres,
Alianza nueva y definitiva que jamás va a pasar.
Para la cuestión de si murió o no murió, tenemos que ir a la primera carta de Pablo a los
Tesalonicenses, en el capítulo 4, versículos 16 y 17.

Allí se dice que en la Segunda Venida de Jesús, llamada Parusía, primero resucitarán los
muertos, y luego serán transfigurados los que vivan.

Ambos son glorificados, los muertos antes, los vivos después.

María es modelo de ambos, pues no se dice si ha sido figura de los primeros o de los
segundos.

Si murió, Jesús la resucitó y se la llevó.

Si no murió, no necesariamente se la tenía que llevar dormida.

San Pablo no dice en el texto precedente que los vivos en la Parusía, caerán todos en un
sueño profundo antes de ser glorificados.

Cada uno lo será desde el lugar en donde se encuentre en ese preciso momento.

La glorificó en su cuerpo ya sea en en el jardín, orando o cocinando, y así se la llevó


junto a Él.

En ambos casos fue liberada de la corrupción corporal.

Sí sabemos que, como lo serán ambos, ha sido glorificada.

Significado teológico de la solemnidad de la Asunción, el 15 de agosto 

Se habla de María como “icono escatológico de la Iglesia”.

Desmenucemos las palabras de la frase:

Icono quiere decir imagen.


Escatológico quiere decir final, definitivo, último.
La Iglesia es el conjunto de los cristianos.

Por lo tanto, en un lenguaje más comprensible, podemos decir que es la imagen final de
lo que seremos los cristianos. que amamos y seguimos a Jesús, al final de los tiempos.

Estaremos glorificados como María, creatura como nosotros que goza ya de la


glorificación del Cristo-Dios.

Gustavo Daniel D´Apice


Profesor Universitario de Teología
http://es.catholic.net/gustavodaniel
http://gustavodaniel.autorcatolico.org
[email protected]
 
Sectas, apologética y conversos
Sectas: Respuestas breves a temas controvertidos

×Video de Papa Francisco: Por los artistas (agosto 2017). Click aquí.

¿Dónde dice la Biblia que María fue asunta al cielo o


que fue concebida sin pecado original?
El magisterio, según las necesidades de los tiempos y la maduración teológica ha
proclamado de modo solemne que, tal o cual verdad, ha sido revelada por Dios

Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org 

Pregunta:
¿Adónde dice la Biblia que María fue subida al cielo o que fue concebida sin pecado original y los demás
dogmas católicos?

Respuesta:
Ya he dicho reiteradamente, que sostenemos, los católicos, con fundamento, que las fuentes de la Revelación
son dos: la Palabra de Dios escrita y oral; Biblia y Tradición. Ya lo hemos probado. Me remito a los argumentos
sentados más arriba. En base a ellos, el magisterio, según las necesidades de los tiempos, (en muchos casos las
diversas herejías que fueron surgiendo) y la maduración teológica, ha proclamado de modo solemne que tal o
cual verdad ha sido revelada por Dios y se encuentra contenida en ciertas afirmaciones bíblicas, y han sido
siempre entendidas en este sentido por la Iglesia (la tradición).
Teniendo esto en cuenta, podemos decir que el fundamento para sostener las verdades que en este punto se
consideran, ha sido expuesto por los Papas en los documentos en que se han proclamado los referidos dogmas.
En cuanto a la inmunidad de pecado original (inmaculada concepción de María), existen dos puntos de apoyo en
la Sagrada Escritura.
El primer texto, es el pasaje clásico de Gn 3,15, (Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: …Enemistad
pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar);
si se entiende el pasaje de Cristo –el linaje de la mujer contra el cual se alzará el linaje de la serpiente–
entonces hay que ver en la mujer de la cual procede este linaje no sólo a Eva, sino de modo inmediato a María,
madre de Jesús. Si la enemistad es total, debe excluir (así lo ha entendido la tradición) toda connivencia con el
pecado, puesto que “quien comete pecado es esclavo”, como dice Jesús (cf. Jn 8,34); por tanto, no sólo el linaje
de la mujer sino la misma mujer que es madre de ese linaje, debe estar exenta de todo pecado. Esto no lo puede
cumplir Eva, pero sí María.

En el Nuevo Testamento, el fundamento es el pasaje de la Anunciación, en la que el ángel llama a María con la
palabra griega “kejaritôménê” (Lc 1,28). Esta palabra significa, como indica C. Pozo [1], que María tiene, de
modo estable, la gracia que corresponde a su dignidad de Madre de Dios. La reflexión de la fe, sigue diciendo el
mismo teólogo, descubrió que esa gracia es una “plenitud de gracia”. Más aun, que la única plenitud que
verdaderamente corresponde a la dignidad de Madre de Dios, es aquélla que se tiene desde el primer instante de
la existencia, es decir, una santidad total que abarque toda la existencia de María.
Éstos son los fundamentos; evidentemente no bastan por sí solos, ni la Iglesia pretende que así sea; está además
la interpretación de toda la tradición de la Iglesia y del magisterio en particular.
Ya desde el siglo II aparecen fórmulas que indican la íntima asociación de María y Cristo, el Redentor, en la
lucha contra el diablo. La idea se expresa en el paralelismo Eva-María, asociada al nuevo Adán (que ningún
protestante piense que, si el paralelismo es entre Eva y María/Nueva Eva, entonces se está insinuando su pecado
por cuanto Eva pecó, pues el mismo paralelismo pone en el otro término a Adán-Cristo; por tanto si Adán es
figura de Cristo, pero no en cuanto a su pecado sino en cuanto a ser principio, lo mismo vale para Eva como
figura de María, en cuanto madre de los vivientes “en la gracia”). Tenemos textos al respecto ya en el siglo II,
de san Justino, san Ireneo, etc. En el siglo IV se cultiva más el tema de la plenitud de gracia en María, con
hermosos textos de San Ambrosio, San Agustín, San Máximo de Turín (quien dice, por ejemplo, “María,
habitación plenamente idónea para Cristo, no por la cualidad del cuerpo sino por la gracia original”), etc. A
medida que pasan los siglos, la conciencia se va haciendo más clara al respecto. Los textos pueden verse en las
obras especializadas[2]. Algo digno de consideración, es que hay testimonios de una fiesta consagrada a la
Concepción de María a fines del siglo VII o comienzos del VIII.
Es muy importante la controversia entre los teólogos católicos sobre este tema, surgida en torno a los siglos XII-
XIV, a raíz de teorías que consideran que la afirmación de la inmaculada concepción de María, implicaría que
Nuestra Señora no habría sido redimida. Una inmaculada concepción que se oponga a la redención universal de
Cristo no puede ser aceptada por la verdad católica; en razón de esto, algunos teólogos, pensando que ambas
verdades eran incompatibles –a menos que el magisterio auténtico declarase el modo misterioso de esta
compatibilidad– se inclinaron por negar esta verdad, diciendo que María habría sido concebida con pecado
original, pero inmediatamente, en el primer instante, habría sido limpiada del mismo por el Espíritu Santo.
Debemos recordar que, paralelamente a esta controversia, el pueblo sencillo, intuyendo el misterio, siguió
profesando esta verdad, ajeno a las difíciles especulaciones teológicas. Desde el siglo XV en adelante, volvió a
profesarse con serenidad esta verdad, incluso muchas universidades (como las de París, Colonia, Maguncia,
etc.) impusieron el juramento de defender la inmaculada concepción antes de la colación de grados académicos.
Destacable es también que el concilio cismático de Basiela (año 1439) definió como dogma de fe la doctrina de
la Inmaculada Concepción. El Concilio de Trento manifiesta explícitamente, que su decreto admirable sobre el
pecado original no intenta tocar el tema particular de María [3]. Finalmente, llega la definición dogmática por
parte de Pío IX, aclarando que María es inmaculada y la primera redimida (redimida por anticipación; por
aplicación anticipada de los méritos de Cristo, y que tal doctrina está revelada por Dios) [4].
En cuanto a la asunción de María, es decir, la doctrina que dice que María, después de su vida terrestre fue
llevada en cuerpo y alma al cielo (sin definir si pasando por la muerte –a lo que se inclinan la mayoría de los
teólogos– o por un estado de dormición), encuentra sus fundamentos bíblicos también en el texto de Gn 3,15, ya
citado, pues se basa en la asociación perfectísima de María a Cristo en todos sus misterios (la encarnación,
donde se pide su consentimiento; el nacimiento; su acompañamiento en la vida pública; el comienzo de sus
obras en las bodas de Caná; su presencia al pie de la Cruz; su presencia en Pentecostés, etc.), que invitan a
considerar su asociación al misterio de la muerte de su Hijo (para muchos teólogos, como he dicho), su
posterior resurrección y ascensión a los cielos y su coronación. También suele aducirse el texto de Apocalipsis
12,1 (Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona
de doce estrellas sobre su cabeza), aunque este texto se aplica también a la Iglesia y al Israel de Dios.
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Pío XII, en la Constitución Apostólica “Munificentissimus Deus” procedió de modo mixto, por medio de una
argumentación que apelaba a: (a) que los Padres desde el siglo II afirman una especial unión de María, la Nueva
Eva, con Cristo, el Nuevo Adán, en la lucha contra el diablo; (b) en Gn 3,15 la lucha de Cristo contra el diablo
había de terminar en la victoria total sobre el demonio; (c) según san Pablo (cf. Ro 5-6; 1Co 15,21-26; 54-57),
la victoria de Cristo contra el diablo fue victoria sobre el pecado y la muerte; (d) por tanto, hay que afirmar una
especial participación de María –que debería ser plena, si su asociación con Cristo fue plena– que termine con
su propia resurrección y triunfo sobre la muerte.
Esto está corroborado con testimonios de la tradición más antigua, tanto de los Padres como de la liturgia de la
Iglesia (la fiesta de la Dormición se celebra en Jerusalén desde el siglo VI y hacia el 600 en Constantinopla),
etc. Véase para todos estos testimonios, los textos indicados más arriba.
Los protestantes pueden estar en desacuerdo con estas enseñanzas, pero deberán reconocer que sus negaciones
sistemáticas son más recientes en el tiempo que los testimonios de la misma tradición. Por eso, los primeros
apologistas los llamaron “novadores”: los innovadores o inventores de doctrinas.
___________________________________________________

Bibliografía:
Pozo, María en la obra de la salvación, BAC, Madrid 1974;
José de Aldama, María en la patrística de los siglos I y II, BAC, Madrid 1970;
Gregorio Alastruey, Tratado de la Virgen Santísima, BAC, Madrid 1947;
B. Carrol, Mariología, BAC, Madrid 1964;
Ignace de la Potterie, La anunciación del ángel a María en la narración de San Lucas, en: “Biblia y Hermenéutica”, Actas de las
Jornadas Bíblicas, San Rafael 1998, Ed. Verbo Encarnado 1998, pp. 141-166.
[1] Cf. Cándido Pozo, op. cit., p. 298.
[2] Pueden verse las citadas más arriba; por ejemplo, Pozo, pp. 298 ss. Este autor trae también muchas indicaciones bibliográficas.

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