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en la práctica educativa de la
universidad de guanajuato
aproximaciones feministas
Vanessa Góngora Cervantes
Rosalba Vázquez Valenzuela
Coordinadoras
Universidad de Guanajuato
aproximaciones feministas
Coordinadoras
Vanessa Góngora Cervantes y Rosalba Vázquez Valenzuela
UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO
Horizontes para la igualdad de Género
Coordinación editorial general
Vanessa Góngora Cervantes
Rosalba Vázquez Valenzuela
Asistencia editorial
Jessica Rosalía Velázquez Sierra
Universidad de Guanajuato
Horizontes para la igualdad de Género
Universidad de Guanajuato
Lascuráin de Retana no. 5, Centro, 36000, Guanajuato, Gto.
Primera edición, 2016
Copyright © 2016
Impreso en México
Printed in Mexico
ISBN: 978-607-441-424-0
Introducción
I
¡Vaya consigna feminista aquella que dice “lo que no se nombra
no existe”! Este libro tiene como propósito mostrar a la comunidad
universitaria y a la sociedad guanajuatense, que en esta institución
se trabaja e investiga con perspectiva de género y habemos quienes
nos pronunciamos como feministas académicas. El texto que tienes
en tus manos es el resultado del ejercicio de recursos del Programa de
9
Fortalecimiento de la Calidad en Instituciones Educativas (Profocie).
La meta de este proyecto consistía en tener un producto académi-
co de alta calidad que evidenciara la aportación de académicas a la
transversalidad de la perspectiva de género en la práctica educativa
desde sus diversas áreas de conocimiento. Este programa responde a
la exigencia internacional y nacional de institucionalizar la mirada de
género en la administración universitaria y en las estrategias de apoyo
a la academia.
22
Violencia contra las mujeres en
las relaciones de pareja y su
legitimación cultural
1
Se cambió el término “hombre” que aparece en el texto original por el de
“persona”.
mente comparables a los actos más crueles de la lucha biológica
por la existencia […] si comprender es imposible, conocer es
necesario. (Levi, 2011:58).
2
La Real Academia Española (2015) define “objetivo” como aquello “Que
existe realmente, fuera del sujeto que lo conoce”. Por otro lado, lo real, lo
define como “verdad” y la verdad está definida como “1. conformidad de
las cosas con el concepto que de ellas forma la mente; 2. Conformidad de
lo que se dice con lo que se siente o se piensa.” Entonces, por definición. la
verdad no existe sin alguien que forme conceptos, que sienta o que piense; si
la verdad se construye, entonces lo objetivo no existe como tal, es una forma
de subjetividad.
agresiva, valiente, auténtica, exagerada y hormonal cuando he mani-
festado mis desacuerdos en espacios públicos.
3
Nuestra sociedad está construida bajo el precepto de una dicotomía sexual
donde se asume que existe una perfecta equivalencia entre el sexo biológico,
el sexo fenotípico, la preferencia sexual, la identidad y los roles de género.
insultos y las amenazas como un medio de solución de problemas; se
les castiga cualquier muestra de debilidad o tendencia hacia caracte-
rísticas consideradas típicamente femeninas como la ternura, el cui-
dado, la abnegación, etcétera (López, 2002). El concepto de masculi-
nidad está ligado a la dominación, al honor y la agresión; los hombres
son considerados tradicionalmente como proveedores y protectores
(Cantera y Blanch, 2010). En las mujeres, por otro lado, se promueve
la ternura, la simpatía, la abnegación y la sumisión, así como el cum-
plimiento de dos roles predominantes, el de madres y el de amas de
casa; los cuáles pese a ser valorados, están subordinados ante los que
el hombre debe ejercer (típicamente). A las mujeres se le juzga cuan-
do manifiesta su deseo sexual o al buscar las mismas oportunidades
que son brindadas a los hombres (Inmujeres, 2009; OPS, s.f.; Walker,
1989).
4
Regularmente la categorización se hace sobre la base de si la persona tiene o
no pene, sin embargo, es imprescindible dejar de definirnos desde la carencia
y hablar desde un cuerpo con características propias, sin falta.
una gran sonrisa enmarcaba la pregunta; mi respuesta inmediata fue
“no, si no quieres”, la sonrisa aumentó. Aseguro que si el texto hubiera
sido sobre las mujeres que no quieren ser astronautas, no se hubiera
generado la misma sorpresa, aunque en ambos casos se hubiese parti-
do del mismo principio: pese a tener las características biológicas, las
capacidades y las habilidades necesarias para realizar la tarea de ma-
nera exitosa, no estamos obligadas a serlo. Entonces, ¿por qué mira-
mos como natural el parir aunque vaya en contra de nuestros deseos?
¿Qué nuevas dinámicas culturales debemos crear para ser madres por
elección y no por obligación?
Las violencias dirigidas a las mujeres por parte de sus parejas tie-
nen un sustento cultural, puesto que existe un sistema que permite
que dichas agresiones queden impunes, que incluso sean bien vistas;
desde el lenguaje no figuramos como personas, somos vistas como
objetos, nuestros reclamos se miran como ilegítimos, carentes de sen-
tido, somos una propiedad más de los hombres. Me niego a creer que
esto es inalterable. Las siguientes son citas textuales que parten de un
estudio con hombres y mujeres de población abierta que reportaron
haber experimentado violencia a manos de su pareja, en los cuales se
hace visible la aceptación de la violencia como un fenómeno cotidia-
no dentro de las interacciones de pareja (Cienfuegos, 2015).
Comentarios finales
La finalidad de este escrito, más que llegar a una conclusión era pro-
blematizar en torno a la violencia contra las mujeres en las relaciones
de pareja: primero, señalando una serie de postulados teóricos, cues-
tionando los conceptos de objetividad y subjetividad en torno a los
42
que gira la validez del conocimiento. El segundo punto era replantear
el término de cultura con miras a reconocer, primero, y no olvidar,
después, nuestra responsabilidad como miembros creadores y repro-
ductores de actitudes, costumbres e ideologías que conforman nues-
tra cultura y que legitiman las violencias en las relaciones de pareja.
5
Un grupo de estudiantes voluntarios es seleccionado para participar en un
experimento donde debían simular estar en una cárcel dentro de las instala-
ciones de la Universidad. Los voluntarios se dividen en dos grupos homogé-
neos, a unos se les dice que deben jugar el rol de presos y al resto que deben
fungir como guardias. En cada grupo los estudiantes fueron seleccionados
de manera aleatoria. Después de pocos días los primeros terminaran con
estrés postraumático por las agresiones y el abuso de poder ejercido por sus
compañeros, quienes aprendieron (supongo que culturalmente) que su papel
como guardias era ser violentos y someter a los presos, incluso a través de la
tortura. El experimento, por cuestiones éticas, tuvo que ser cancelado antes
de la fecha programada (Kimble, Hirt, Díaz, Hosh, Lucker y Zárate, 2008).
la cultura, y de esa forma poder empezar a cambiar piezas, iniciando
con las más pequeñas, hasta los bloques más grandes, para que aque-
llos actos terribles que ahora miramos como naturales dejen de serlo.
Cuestionar la universalidad de nuestros conocimientos, de nuestras
prácticas y de nuestros “instintos” es el primer paso.
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R eferencias
1
Archivo General del Gobierno del Estado de Guanajuato, Secretaría de
Gobierno, Departamento de Gobiernos, exp. 2, 31, 2, 1923. Proceso seguido
contra Agapito Vázquez por golpes contra María Praxedis Pérez en Abasolo,
Guanajuato. Conservo la ortografía original.
de algo, cómo se dice, y también lo que no se dice, es una manera de
posicionarse sobre ese algo, es inevitable que abordemos el feminismo
desde el interior de nuestra institución.
Los temas que ahí se discutieron siguen teniendo una vigencia tal,
que asombra, o sea, que las condiciones de las mujeres a poco más
de veinte años de distancia no son tan alentadoras como podríamos
suponer. Se veía la necesidad de reformar la legislación existente en
códigos civiles y penales a nivel estatal y federal, hacer campañas que
evidenciaran la violencia a la que las mujeres estaban expuestas, que
se tipificara a la violencia intrafamiliar con todas sus variantes como
un delito en todo el país. Se discutió la relación entre el abuso emo-
cional y la manifestación de ciertas enfermedades, además de eviden-
ciar la deficiente atención gineco-obstétrica que tenían las mujeres en
centros de salud, la vulnerabilidad de las mujeres a la desnutrición,
la deserción escolar por razón de género. En esta reunión ya se puso
sobre la mesa que se introdujera el hostigamiento sexual como figura
penal, con penas más firmes para los autores de los delitos.2
2
Refiero algunos de los trabajos que ahí se incluyen: “Mujer y violencia” de
Patricia Galeana; “La salud de las mujeres. Responsabilidad de las mujeres”
de Edda Alatorre; “Derechos reproductivos” de Alma Rangel de la Vega;
“La mujer y el Poder Legislativo” de Delia Ponce López y Celeste Gómez
Fragoso.
3
Estos trabajos fueron publicados en un libro conjunto auspiciado por la Uni-
versidad de Guanajuato, Consejo Estatal de Población, Instituto de la Mujer
Guanajuatense, Gobierno del Estado y el Instituto de Cultura. El trabajo de
educación femenina fue mío, y el de la mujer en la economía de Luz María
del Carmen Rodríguez Alvarado.
en esta profesión […] por todas estas razones y creyéndome te-
ner el derecho que me asiste para pretender tal destino, he de
merecer su recta justificación. (Archivo Histórico de Guanajua-
to, Ramo Educación 1865, expediente 496, 08/17)
4
De los trabajos pioneros en historia están las Tesis de Licenciatura de: Ana
Elena Uribe Flores (1995), Brujería sexual en Celaya 1614. María García
Acosta (1995), Las fabriqueñas del Bajío. Industria cigarrera. Irapuato y sus
obreras (1910-1940). Nora del Carmen Olmos Troncoso (2005), Participa-
ción política y económica de mujeres católicas en Guanajuato. Miguel San-
tos Salinas Ramos (2005), Las mujeres de la familia Bustos en Guanajuato
durante el siglo XVIII. Ricardo Pérez Grovas Romero (2006), Prostitución
en la ciudad de Guanajuato de 1921-1927. Mónica Beatriz Hurtado Aya-
la (2006), Representación de la prostituta y la prostitución en la Ciudad
de México 1867-1910. Marisa Andrade Pérez Vela (2008), La tarjeta postal
y la imagen de la mujer en México durante el porfiriato /1880-1911. José
Luis Cervantes Cortés (2011), El depósito de esposas en los juicios de di-
vorcio eclesiástico. Nueva Galicia 1778-1800. Ruth Yolanda Atilano Ville-
se aborda más una perspectiva desde la historia de mujeres, y no tanto
el feminismo propiamente dicho (a excepción de los trabajos de los
últimos años), lo cual es un reflejo de que aún falta mucha discusión
sobre el tema. No obstante, actualmente son cada vez más las tesis de
licenciatura y posgrado que ven en las mujeres un potencial objeto de
estudio y análisis histórico.
5
La cita es de Garrido Asperó, María José, “Entre hombres te veas: las mu-
jeres de Pénjamo y la revolución de Independencia”, en Disidencia y disi-
dentes en la historia de México, Felipe Castro y Marcela Terrazas, coord. y
edición, México, UNAM/IIH, 2003, p. 169.
serie de vejaciones, como lo dejan ver ellas en una carta que mandan
al virrey en la que pedían su libertad y hablaban de su situación:
A las mujeres se les toma como botín de guerra, se les viola y mata, sin
que mucho se hable de ello en los libros de historia, ni siquiera para
mencionarlas como víctimas de guerra. Aunque justo este libro es un
intento que se suma a otros tantos por dejar de lado esta invisibilidad.
6
En el trabajo de investigación que realizo actualmente sobre violencia con-
tra las mujeres por su pareja, para el caso de Guanajuato en los años de 1871
a 1933, encuentro que hablaban constantemente del maltrato, mala vida,
regaños, mortificaciones, golpes, descuido.
asunto de salud pública, dados los costos que genera en enfermeda-
des, tratamientos psicológicos, lesiones. Coincidiendo con ella, creo
que la relación de violencia con el deterioro de la salud física y psico-
lógica de las mujeres es muy estrecho. Yo encuentro en testimonios
de mujeres que los golpes y lesiones llegaron a provocarles abortos,
sufrían desmayos, referían sentirse mal de salud.7 El parte médico que
se le hizo a María de Jesús Zavala en 1930 es por demás ilustrativo:
Y así, en 2016 o a finales del siglo XIX, las voces femeninas se unen
para mostrar cómo el camino aún es largo, que se han hecho cosas,
pero faltan muchas por resolver, atender, visibilizar siquiera. La vio-
lencia contra las mujeres vive momentos exacerbados, pero el dere-
cho a la educación, salarios justos, son agendas pendientes aún (por
59
mencionar solamente algunos temas). Cuando desde la academia se
conjuntan trabajos como el presente, destaca la importancia de las
universidades como motores de cambio, discusión y de impacto en
las políticas públicas y en la vida cotidiana de los individuos. Sea pues
este esfuerzo una muestra de que las universitarias estamos compro-
7
Tiburcia Rodríguez acusó a su esposo de haberle pegado con una piedra;
pero en su declaración afirmó que ya él había estado en prisión por haberle
causado un aborto. Tiburcia Rodríguez y Benito Rodríguez, 1884. Marceli-
na Mesa declaró que recibió dos varazos de su esposo estando embarazada
de lo que resultó que arrojara “un cuajaron de sangre que enterraron en su
misma casa.” Andrés Mejía y Marcelina Mesa, 1880. Plácida Hernández de-
nunció que su esposo la quiso golpear estando embarazada de su séptimo
hijo. Plácida Hernández y Austacio Grimaldo, 1883. Ynés Armas es acusado
de golpear a su esposa Apolonia Monreal y declara “que no debia de haberle
hecho, por hallarse grávida […]”. Ynés Armas y Apolonia Monreal, 1880.
María Romualda Désiga declaró que debido a los golpes “se desmayó al
grado de no saber quienes la conducirían al hospital”. María Romualda Dé-
siga y Antonio Muñoz, 1882. Ygnacia Ramírez “se desmayó cerca de su casa,
quedándose tirada hasta en la noche”. Ygnacia Ramírez y Cenobio Gonzá-
lez. 1889. Micaela Arredondo “se quedó sin sentido”. Micaela Arredondo y
Guadalupe Molina, 1884. Todos los expedientes son del Archivo Histórico
de Dolores Hidalgo.
metidas con el tema, desde la diversidad de enfoques que nuestras
disciplinas otorgan.
Pero no basta con que cada una de las/los investigadoras (es) re-
flexionemos desde nuestra actividad académica sobre ciertos asuntos,
es al interior de la Universidad donde también tenemos una tarea, que
permee en nuestra casa de estudios el feminismo como una metodo-
logía seria con resultados claros en el terreno teórico, que las críticas
60
que a esta postura se hagan, sean estrictamente académicas y no como
suele suceder, partiendo del desconocimiento del tema para descali-
ficar estos trabajos como producto de un clan de mujeres “locas, de-
generadas, imposibles de tratar, feminazis”. Antes bien, reconociendo
que desde la diferencia grandes cosas se hacen, y que las trincheras
–sobre todo universitarias- no tienen que ser desde la confrontación,
sino desde el debate y respeto a pesar de las divergencias académicas
que se puedan tener.
1
Un interesante acercamiento en México es el libro coordinado por Rosa I.
Rodríguez, La mujer en la Administración Pública (2014), en donde varios
de los capítulos abordan la evolución de la participación política de las mu-
jeres, desde el derecho al voto, las reformas legislativas para promover su
participación en los cargos de elección popular y el acceso a los gabinetes de
Estado.
tribución de la oportunidad, la estructura del poder y la proporción
de las personas en las organizaciones explicarían las dificultades de las
mujeres en el sector público.
2
Recomiendo el análisis de Morales y Cuadrado (2011:41), quienes han desa-
rrollado investigación sobre el liderazgo de las mujeres en el ámbito organi-
zacional. El texto recomendado versa sobre las limitaciones en el desarrollo
del liderazgo político derivado de la teoría de la congruencia de rol (de gé-
nero): “Hemos argumentado cómo la valoración de cualidades típicamente
femeninas en el liderazgo eficaz favorecería la presencia de mujeres en la
esfera política. Sin embargo, las ventajas que aparentemente ofrecen pro-
puestas recientes sobre el liderazgo eficaz pueden convertirse en obstáculos
para las mujeres si no encuentran un equilibrio adecuado entre masculinidad
y feminidad. Por último, hemos llamado la atención sobre las consecuencias
que puede tener para el liderazgo político de las mujeres el glass cliff.
3
Llamamos androcentrismo a la visión del mundo y de las relaciones sociales
centradas en el punto de vista exclusivamente masculino y presentado como
universal.
como trabajo todo aquello que se realizaba fuera del hogar y, por tan-
to, fuera del interés estatal:
4
Estas actividades comunitarias pueden estar constituyéndose como una “tri-
ple” jornada laboral para muchas mujeres. Además de realizar labores do-
mésticas y salir a trabajar – muchas veces en el sector informal – deben reali-
zar actividades comunitarias en este tipo de espacios. Una de las principales
críticas que se han realizado desde la perspectiva de género y feminista a
políticas sociales como el Prospera (antes Oportunidades o Progresa) es que
“cargan” de trabajo a las mujeres: “La titular beneficiaria, que generalmente
es la madre de familia o quien se hace cargo del hogar, deberá cumplir co-
rresponsabilidades en salud y educación para poder recibir los apoyos mone-
tarios”, dice la descripción del programa en su página de internet. Podríamos
considerar que el diseño de esta estrategia está basada en la división sexual
del trabajo, en los roles de género y la ética de cuidado de las mujeres, así
como en la subvaloración de las labores domésticas. (véase el diagnóstico de
Cecilia Rodríguez Dorantes, s/f).
Políticas contra la violencia hacia las mujeres:
problematización e incorporación en la agenda
5
Hacemos alusión al texto de Rita Laura Segato, Las nuevas formas de la
guerra y los cuerpos de las mujeres, en el que se analiza cómo en las guerras
civiles, el narcotráfico y otras manifestaciones contemporáneas de violencia
“usan” (abusan sexualmente, asesinan) el cuerpo de las mujeres como un
lienzo en el que se inscriben los mensajes para los antagonistas hombres: “En
este contexto, el cuerpo de la mujer es el bastidor o soporte en que se escribe
la derrota moral del enemigo” (p. 23).
las bases de la política pública contra la violencia hacia las mujeres,
especialmente del ámbito doméstico o familiar implementada en los
gobiernos subnacionales de México (entidades federativas), especial-
mente en el caso de Guanajuato.
6
En este trabajo tomamos la definición de Kickert, Klijn y Koppenjan (1997)
quienes definen una “red de políticas públicas” como un patrón más o menos
establecido de interacción entre varios actores (gubernamentales, políticos,
sociales y privados), relativamente interdependientes entre sí, entorno a un
problema público o la aplicación y seguimiento de una política pública.
7
Se entenderá como “feminismo institucional” o “feminismo de Estado” el
que se desarrolla desde esta perspectiva teórica e ideológica dentro de los es-
pacios institucionales democráticos, especialmente en los mecanismos insti-
tucionales de adelanto de la mujer, en México identificados como institutos
o instancias de las mujeres. Recomendamos el análisis del impacto de las
“agencias oficiales de la lucha feminista por la igualdad” de Sonia Reverter
Bañón (2011).
ra tanto en la agenda sistémica8 como en la agenda gubernamental
(Saucedo y Haucuz, 2011), ya que se asienta en un discurso política-
mente correcto a nivel internacional (el acceso, goce y ejercicio de los
derechos humanos de grupos vulnerables o “categorías sospechosas”,
SCJN, 2013). Así mismo, las participantes de las conferencias inter-
nacionales de la mujer y de las demás convenciones relacionadas con
la discriminación y la violencia insistieron en vincular también la ca-
lidad de la democracia con el ejercicio de una ciudadanía plena de la
mitad de la población, y por tanto, nombraron como derecho “una
vida libre de violencia” a aquel que todas las mujeres debían aspirar
para desarrollarse en un estado democrático. De esta forma, captu-
raron la atención y vencieron la resistencia histórica de los principa-
les actores políticos, desde los partidos políticos más conservadores
hasta los más progresistas. Así mismo podemos reconocer la racio-
nalidad técnica de algunos actores (como la Cepal) que problemati-
zaron la violencia como un asunto de salud pública, inscribiéndola
en los indicadores de costos por lesiones, tratamiento psicológico o
enfermedades y malestares generadas por una vida de violencia per-
sistente, de tal manera que fue evidente la competencia y factibilidad
gubernamental de las alternativas de solución que se iban generando.9
Como lo explican Adam y Kriesi (2010:148) cuando analizan el im-
pacto de los actores internacionales en la formación de las redes de
políticas públicas, “los contextos transnacionales sirven como una
74 estructura de oportunidades macropolíticas que agrega nuevas opor-
tunidades y límites a los actores internos. En consecuencia, estos
contextos modifican la distribución del poder en el ámbito interno,
permitiendo que algunos actores exploten las nuevas oportunidades
para poder mejorar sus posiciones relativas en conflictos internos al
tiempo que generar desventajas para otros”.10
8
Tomamos esta definición de Bárbara Nelson cuando explica que la agen-
da sistémica consiste en todas aquellas “cuestiones” (aún no problemas) que
quienes integran una comunidad política creen que merece atención por
parte de la autoridad gubernamental y, por lo tanto, es su responsabilidad y
tiene capacidad para atenderlas. (Nelson, 2003:32).
9
Ha jugado un papel central la Encuesta Nacional de Dinámica y Relaciones
en los Hogares (ENDIRHE) realizada por el Inegi con apoyo de Unifem.
Contar con datos estadísticos sobre los tipos y ámbitos de violencia que viven
las mujeres mayores de 15 años en nuestro país, ha permitido dimensionar el
problema y derribar la creencia de que sólo se trataban de hechos aislados.
10
No pasamos por alto la advertencia de Jules Falquet (2003:21) sobre los efec-
tos negativos de la cada vez mayor incidencia de los organismos interna-
cionales como Naciones Unidas en el movimiento feminista: “… la alocada
gubernamental nacional y subnacional, a través del proceso de armo-
nización normativa de la Convención Interamericana para Prevenir,
Atender y Sancionar la Violencia contra las Mujeres, mejor conocida
como Convención de Belém do Pará firmada en 1995 (ver tabla1).
La Ley General de Acceso a las Mujeres a una vida libre de violencia
(LGAMVLV), la cual recoge los principios de la CEDAW, Conferen-
cia de Beijing y Belem do Pará, fue promulgada en el 2007. En ese
mismo año, quince de las treinta y dos entidades federativas crearon
una legislación estatal con el mismo propósito; un año después, trece
harían lo propio; y en el 2009, Chiapas, Querétaro y Zacatecas armo-
nizarían, siendo Guanajuato la última entidad en el 2010 en crear su
ley estatal de acceso a las mujeres a una vida libre de violencia. Estos
datos permiten observar una relativa resistencia por parte de algunas
de las entidades de adoptar la perspectiva de género y la normativi-
dad específica que la incluye en la atención a la violencia contra las
mujeres.
75
12
A l realizar la investigación, y para dar cuenta del arraigo del sexismo en
nuestra cultura, hubo quien dijo que el auge de las mujeres deportistas se
debía a que competían con otras mujeres, y no con hombres.
manos de las mujeres; y una tercera respuesta tentativa establecería
que la feminización de la educación preparatoria y universitaria po-
dría tener un impacto decisivo en la integración de mujeres en equi-
pos y prácticas escolares, paso previo para incorporarse a las seleccio-
nes nacionales deportivas.
La primera hipótesis tiene que ver con el ímpetu para superar retos
que se asocia con ciertos rasgos de personalidad de liderazgo, perse-
verancia o simplemente lo que conocemos como “talento” deportivo.
Las historias impresas en los medios de comunicación cuando dan 81
cuenta de la vida y trayectoria de los y las deportistas que trascienden
en nuestro país, relatan un mundo de limitaciones y un verdadero
espíritu de superación personal que los lleva su éxito deportivo. Por
ejemplo, Silvana Vilodre (2005:97) sostiene que los logros obtenidos
por las deportistas en Brasil “resultan mucho más de un esfuerzo indi-
vidual y de pequeños grupos de mujeres, que de una efectiva política
nacional de inclusión de las mujeres en el ámbito deportivo y de las
actividades recreativas.” En contraparte, estaría un contexto “posibi-
litador” caracterizado por políticas públicas promotoras del deporte
con suficiente presupuesto e infraestructura para identificar, coaptar
y sostener a los y las deportistas. En este sentido, la investigación puso
especial atención a la capacidad institucional de promoción del de-
porte, específicamente cómo la administración pública gestiona las
actividades deportivas en cada país. La diferencia más notable entre
los seis países es el rango que ocupan, ya sea como ministerio o sub-
ministerio del deporte en el gabinete ejecutivo: Brasil, India y Egip-
to cuentan con ministerios que son parte del gabinete, mientras que
Canadá, México y Suecia cuentan con subministerios. Sin embargo,
trasciende que Canadá, India y Suecia cuentan con una importan-
te red deportiva independiente (aunque vinculada por proyectos) de
la estructura formal; por ejemplo, Suecia cuenta con Swedish Sports
Confederation que conduce de facto el desarrollo del deporte, mien-
tras que el gobierno tiene un papel limitado de proveedor de apoyo
financiero. Otra consideración que revelaría apoyo institucional a los
talentos deportivos es la subención que reciben los atletas por parte
de programas especiales. La investigación no encontró una relación
entre mejores resultados y mayores apoyos (económicos o de otro
tipo) por parte de las organizaciones gubernamentales: por ejemplo,
Suecia cuenta con un solo programa permanente y consolidado con
espléndidos resultados, mientras que India tiene una cantidad impor-
tante de apoyos con resultados insuficientes.
13
Aunque la investigación no abundó en este punto, si es importante indicar
que estos resultados también podrían analizarse por deportes “femeninos”,
“masculinos” y neutros, esto es, de acuerdo a los estereotipos de género cuá-
les son las delegaciones que incorporan atletas a deportes que se creen pro-
pios de los hombres (como box, halterofilia, fútbol, etcétera) o las muestran
mayor participación sólo en deportes “femeninos” o “neutros”.
sometimos a observación a los países seleccionados desde tres dimen-
siones: 1) la dimensión discursiva, 2) la dimensión estructural y 3) la
dimensión operativa. La primera se refiere a la adhesión de los países
a los principales instrumentos internacionales contra la discrimina-
ción hacia la mujer (CEDAW y su Protocolo Facultativo, principal-
mente) que reflejan la adscripción a un “discurso global” a favor de los
derechos humanos de las mujeres promovido, como ya lo habíamos
mencionado líneas arriba, por la red trasnacional de organizacio-
nes de la sociedad civil de mujeres y feministas (True, 2003; Walby,
2005). Aunque todos los países firmaron y ratificaron (en diferentes
momentos) la Convención, resaltamos una resistencia por parte de
India y Egipto al no ser signatarias del Protocolo Facultativo.14
14
El Protocolo Facultativo de la CEDAW establece los mecanismos de de-
nuncia e investigación de violaciones de derechos humanos de las mujeres.
de orientación sexual e identidad de género); mientras que Egipto e
India, nuevamente no muestran grandes avances en la armonización.
La tercera hipótesis del auge de las mujeres atletas en los juegos olím-
picos se relaciona con el fenómeno de feminización de la educación
media y superior. Ésta se explica, principalmente, por nuevos valores
y actitudes sobre el papel y las aspiraciones de las mujeres en la so-
ciedad. Lo cierto es que el número cada vez mayor de mujeres en los
niveles superiores de educación no se deriva de acciones estratégicas
gubernamentales, sino de transformaciones sociales de fondo y un
contexto de competencia desigual laboral por condiciones de género.
85
Pero la relevancia de observar el incremento de la matrícula de las
mujeres en estos niveles educativos en esta investigación, tiene que
ver con el efecto “catapulta” de las atletas: participan en universiadas,
continúan en campeonatos nacionales y tienen oportunidades para
seguir en deporte de élite hacia los juegos olímpicos. Por ejemplo,
Canadá y Suecia cuentan con ligas competitivas verdaderamente an-
tiguas que integraban a mujeres desde 1923 y 1961, respectivamente.
Además, estas organizaciones estudiantiles del deporte no sólo están
interesadas en el deporte de alto rendimiento sino también en la pro-
moción de la actividad física de todo el estudiantado. En el resto de
los países, la estructura deportiva en las universidades es incipiente y
reciente.
1
El término “mujeres de color” es acuñado por algunas feministas norteame-
ricanas para designar la diversidad étnica/racial de las mujeres no blancas
que residen en Estados Unidos (afroamericanas, asiáticas, latinas, indias
americanas, etc.).
sistemas sociales de género y clase en conjunto con los dispositivos de
opresión por raza, etnia, edad, situación geográfica, etc.
2
Por ejemplo ser hombre negro es poseer un vector de privilegio y otro de
opresión en relación a otro hombre pero blanco. No obstante, en mercados
de trabajos masculinizados ser hombre y negro es condición de privilegio
en comparación a una mujer blanca, porque su condición de género está por
encima y es más valorada que la condición étnica/racial de la mujer (Giaco-
mini, 2006).
inteligente, problemática o de carácter fuerte, como en ocasiones de
describen, que en México se desempeña como docente e investiga-
dora de la Universidad de Guanajuato (una condición de privilegio).
Conforme esta situación socio-laboral, me concibo como mujer, afro-
descendiente de tez oscura y como académica antes que definirme
por mi apariencia estética y corporal, grado académico, clase y demás;
aunque en determinados contextos inicialmente soy percibida como
“exótica”, “peligrosa” y “llamativa” antes que profesionista, docente e
investigadora universitaria, lo que personalmente concibo como una
situación de opresión. Entender estas conexiones, en el caso de las
mujeres de “color” (etnizadas, racializadas, sexualizadas, erotizadas,
estigmatizadas por su apariencia estética y corporal) abre la posibili-
dad de comprender el efecto transversal de los sistemas de relaciones
sociales y de poder, y me permite analizar el sentido de estas conexio-
nes en la vida de los diferentes individuos y grupos sociales.
Del mismo modo, hay mujeres que lo tienen todo gracias a los pri-
vilegios que le otorga su pertenencia a una categoría étnica/racial, de
clase y orientación sexual socialmente más valorada, en comparación
con otras que no tienen estos mismos vectores de privilegio, por tanto
su condición social y ocupacional es más precaria. En este sentido,
carece de claridad interpretativa referirme a un sujeto femenino ge-
nérico, cuando la realidad evidencia que lo femenino es una construc-
ción social intersubjetiva y una categoría internamente fragmentada.
El problema es que el feminismo occidental tomó como referente a la
mujer blanca, de clase media y de países industrializados, excluyendo
de este razonamiento intelectual a las otras mujeres y categorías de di-
ferenciación. Cuando no todas las mujeres pueden “permitirse el lujo”
de no trabajar o de concebir el empleo como ayuda o complemento de
las actividades desarrolladas por su pareja.
3
En este ejemplo de matriz de opresión y privilegio expongo algunas de las
categorías identitarias genéricas más empleadas e incorporo las que consi-
dero que más se emplean en la sociedad mexicana. Se pueden incluir otras
categorías, como lo ejemplifico en el tabla 2, dependiendo del contexto, del
colectivo o persona analizados y del tiempo cronológico que estudiamos. El
orden en que aparecen o se nombran es arbitrario y no necesariamente co-
rresponde a la relevancia que tiene para el ámbito de estudio, es un orden que
le asigno en el nivel de importancia y de afectación manifiesta en relación a
mí persona, personalidad y presencia. No obstante, me atreví a incluir otros
vectores en la tabla 2 que no hacen referencia a mí directamente, pero que
afectan significativamente a hombres y mujeres con los que he dialogado en
torno a los temas de feminidades, masculinidades y lo queer, al interior de la
institucionalidad de la Universidad de Guanajuato.
No existe un modelo genérico de las posibles y potenciales intersec-
ciones que puedan llegar a ocurrir entre los diferentes dispositivos de
opresión y privilegio, aunque podemos asumir que prevalecen ciertas
características que serán inherentes a cualquier contexto socio-espa-
cial, por consiguiente también serán observables y comparables en
cualquier otra matriz personal o profesional de individuos o colecti-
vos que deseen referenciar.
Collins (2005) nos revela que la explicación para estos posibles re-
sultados es que los sistemas sociales se pueden agrupar de múltiples
maneras, dependiendo de sus específicas manifestaciones socio-geo-
gráficas en el tiempo y en el espacio. Asimismo, nos manifiesta que en
todas las sociedades los sistemas de opresión se organizan con base a
cuatro dominios integrados entre sí: el estructural, el disciplinario, el
hegemónico y el interpersonal.
4
Collins (2005) establece que los diferentes dominios pueden ser modifica-
dos y cambiar, sin embargo estas modificaciones ocurren muy lentamente
o como respuesta a fenómenos sociales de gran impacto, tanto en la vida
social como individual.
plaza; en tanto que el secundario lo representamos con los docentes
de tiempo parcial, definitivos o no.
Conclusiones
116
Acercamientos a la relación feminismo-
Antropología. Una mirada desde
la formación de antropólogas y
antropólogos
Antropología y feminismo
1
Moore (2003) menciona tres sesgos que en la Antropología deben ser cues-
tionados: 1) ideas previas respecto al grupo que se va a estudiar; 2) sesgo
masculino que subordina a las mujeres en la sociedad estudiada; 3) sesgo
de modificar e ir construyendo teorías y análisis amplios (no parcia-
les), que den cuenta de las acciones, percepciones y conocimientos de
ambos sexos.
Todos los intereses enlistados han sido fructíferos para los estudios
feministas, incluso aquellos que dan oportunidad para la autocrítica
y ayudan a conformar, desde este posicionamiento, una nueva forma
de construir conocimientos. Para Patricia Castañeda (2012:35) la An-
tropología feminista está en una interfase en la que existe la posibili-
dad de conformar “una subcomunidad epistémica caracterizada por
aplicar en la investigación antropológica un punto de vista sustentado
en la teoría feminista y la perspectiva de género”, centrándose en “la
articulación de esa diversidad con distintos ordenadores que produ-
cen desigualdad y en el posicionamiento de los sujetos que viven esa
articulación frente a la hegemonía”.
R eflexión final
130
R eferencias
Castañeda, M. P. (2012). “Antropólogas y feministas: apuntes acerca
de las iniciadoras de la Antropología feminista en México”.
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género en América Latina”. En González, S. (coord.), Muje-
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dad de Guanajuato, León, México.
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cial de la diferencia sexual. México: Miguel Ángel Porrúa/
UNAM-PUEG.
Martín, A. (2010). Equidad de género en salud: poder y discurso. Las
131
relaciones de poder entre las mujeres y la Secretaría de Salud,
mediadas por un centro de salud rural. (Tesis inédita de licen-
ciatura). Universidad de Guanajuato, León, México.
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Pérez, K. M. (2012). Aproximación a las representaciones de la ma-
ternidad y paternidad en Xichú, Guanajuato. Exploración
en 2008-2009. (Tesis inédita de licenciatura). Universidad de
Guanajuato, León, México.
El proceso social de la migración.
Un contexto social para las reflexiones
feministas a través del enfoque de
género y su aplicación en un estudio de
caso en Cuacnopalan, Puebla
1
El término migración se refiere a uno de los fenómenos sociales más impor-
tantes y comunes de la historia de la humanidad, ya que el ser humano siem-
pre se ha movilizado de un lugar a otro por diversas razones. Como objeto
de estudio, la migración ha sido un fenómeno multifacético, y por tanto, de
intereses multidisciplinarios, esta situación, genera por un lado, una amplia
diversidad aportes al estudio de las migraciones; pero por el otro, ese amplio
espectro de enfoques ha fomentado la dispersión de conocimientos de orden
conceptual (Herrera, 2006).
2
De acuerdo a la clasificación de la Conapo (2010), en cuanto al origen y
continuidad de los flujos migratorios a los Estados Unidos, a nivel nacional,
vecinas, parientes, amigas y amigos de la escuela, todo mundo tenía-
mos al menos un familiar migrante en la familia, y casi siempre era
el padre de familia. Para las y los niños de mi comunidad era normal
crecer sin padre y ver a sus madres y abuelas tomando el rol de pa-
dre y madre, atendiendo las actividades de hogar y las de los varones
como el cultivo de la tierra el cuidado del ganado, etcétera incluso en
algunas ocasiones cuando el padre abandonaba a la familia y se que-
daba en los Estados Unidos, las mujeres asumían al cien por ciento la
manutención del hogar.
Del total de grupos domésticos en los que las mujeres han salido de
la comunidad, se tiene que la migración se presenta principalmente
hacia el interior del país, cuando en los hombres el tipo de migración
que predomina es internacional. Esta situación suele presentarse de-
bido a lo complejo que resulta ser la experiencia del cruce de la fron-
144
tera, pues si llega a ser difícil para los hombres para las mujeres lo es
aún más. Por lo anterior, las mujeres migran más al interior del país.
Una de las aportaciones que han hecho las investigaciones sobre gé-
nero y migración, ha sido mostrar la importancia de la participación
de las mujeres en el proceso de migración; pues se ha demostrado el
gran peso económico que tiene su trabajo y su participación en los
movimiento migratorios ya que en la mayoría de los trabajos sobre
migración se le mantenía relegada, y eran pocos los que hacían visi-
bles su participación e incorporación a los mercados de trabajo en las
ciudades (Barrera y Oehmichen, 2000).
Ay no, dice mi esposo que es horrible porque hay veces que abu-
san mucho de la mujer, que les dicen:-pues sí, sí te paso pero una
noche conmigo, o dos noches conmigo-, y dice que, que abusan
de ellas, dice que cuando tienen el interés de pasar, pues si abu-
san de ellas. También dice que luego está bien fea la pasada, dice
que, luego las pasan por una barda de alambre, algo así, y dicen
que las agarran de por dónde se pueda, hasta de dónde son mu-
jeres, de las pompas y las avientan como costales de papa, dice
mi esposo, - ¡deberás¡ José; que es bien triste que una mujer se
vaya para allá, porque es horrible- me dice, - Sí, porque es feo, las
146 manosean, abusan de ellas, no, es bien feo... (Paquita, 45 años,
Cuacnopalan, 2006).
Sin embargo, dentro de las mujeres que migran hacia los Estados Uni-
dos sólo se encontraron tres situaciones en las que ellas habían tenido
un trato diferente al de los hombres. En igual número de frecuencia,
las situaciones con las siguientes: o las tratan con más respeto que a
los hombres o fueron víctimas de agresiones verbales o físicas. Cabe
mencionar que las informantes señalaron casos en los que alguna de
sus conocidas migrantes, habían sufrido hostigamiento sexual o in-
cluso violaciones durante el viaje a los Estados Unidos.
R eflexiones finales
Por otro lado, se pudo constatar que en algunos casos cuando las
mujeres salen de sus hogares y migran para ser proveedoras de recur-
sos económicos, el poder en la toma de decisiones dentro del grupo
doméstico puede ser significativamente mayor o por lo menos el nivel
de negociación con los varones se incrementa.
154
Entre la actividad social del feminismo y
la investigación científica
1
En la que estuvimos involucrados Vanessa Góngora Cervantes profesora
investigadora del Departamento de gestión Pública de la Universidad de
Guanajuato y Emanuel Rodríguez Domínguez, profesor-investigador de la
UNAM.
horas son suficientes para lograr una transformación en las mentali-
dades en una parte significativa del público.
R epresentaciones sociales
Una vez creadas, las representaciones sociales “llevan una vida por
sí mismas” (Moscovici, 1984:13). Las personas al nacer dentro de un
entorno social simbólico lo dan por supuesto de manera semejante a
como lo hacen con su entorno natural y físico. Igual que los árboles,
las plantas, las montañas y los ríos, los lenguajes, instituciones, tradi-
ciones, familia, hombre y mujer forman un panorama del mundo en
el que viven las personas. Por lo tanto, este entorno social simbólico
existe para las personas como su realidad ontológica, como algo que
tan solo se cuestionan bajo circunstancias concretas, como por ejem-
plo cuando se encuentran en un taller cuyo objetivo es desnaturalizar
lo “naturalizado” como lo hace el enfoque de género.
2
El núcleo es el elemento o el conjunto de algunos elementos que organi-
za a las representaciones dándoles coherencia y significación global. Es el
generador del significado y está determinado por la naturaleza del objeto
representado y por la relación que el sujeto socialmente mantiene con ese
objeto, además por los sistemas de valores y normas sociales que constituyen
al entorno ideológico y cultural del momento del grupo (Silva, 2003:75).
del núcleo central y entonces de toda la representación. (Abric,
1994:342)
Las unidades de análisis serán las personas jóvenes, por lo que es ne-
cesario establecer qué es lo que se entenderá por juventud y su ca-
racterización: Desde un enfoque biológico y psicológico, la juventud
abarca un período que va desde el logro de la madurez fisiológica al
logro de la madurez social. Pero no todas las personas de la misma
edad hacen este recorrido de la misma forma ni logran sus metas al
mismo tiempo. El concepto de juventud va estar más bien constreñi-
do al contexto en el que las personas crecen y maduran. Por tanto se
debe entender que la juventud se vive de distintas maneras (CELADE,
2000).
La categoría subjetividad
173
Ejemplos de aproximación al análisis
174
177
179
Descripción del dibujo: Una montaña enorme que sobresale del resto
de los cerros, y se coloca por encima de las nubes.
180
Caso 5. Hombre
182
Caso 6. Mujer
184
Es ser esa persona que tiene una necesidad muy íntima en ella
como física ya que no cualquiera tiene los mismos gustos o for-
mas de ser, es tener esa forma especial, como sencilles, carisma,
esa dulcura que es ser mujer, ese comportamiento que te hace
verte como una dama.
Reflexión: ¿Qué significa ser mujer en San José Iturbide? Para esta
joven ser mujer es ser muy especial en términos físicos y psicológi-
cos, pero al mismo tiempo implica ser sencilla, carismática, dulce, te-
ner “el comportamiento que te hace verte como una dama”. Es decir,
estructura su representación de mujer en una conducta de recato y
agrado hacia a los demás. El núcleo de su imagen sobre el concepto de
lo femenino se encuentra completamente cimentado sobre los roles y
estereotipos de género.
R eflexiones finales
Con relación a esto último, algunas de las personas jóvenes poseen repre-
186 sentaciones ambivalentes del ser hombre y mujer con respecto a la familia;
si bien conservan una forma tradicional de imaginar a esta institución, no
así en las creencias de ser hombre o mujer, algunas de ellas encausaron sus
reflexiones a subrayar la falta de libertad de las mujeres, la imposición del re-
cato como forma de control y sometimiento, la religión como una estructura
que no las permite ser; el reconocimiento de ser hombre independientemen-
te de la preferencia sexual, gustos y uso del cuerpo.
189
De la búsqueda de los caminos de las
mujeres a la investigación feminista.
Estudios de género y desarrollo
1
La tesis de doctorado se llamó Participación socioeconómica de las mujeres
en la tenencia de la Tierra. De las Haciendas a las UAIM. Fue un análisis
histórico y sociológico desde finales del siglo XIX y hasta 2005.
Punto de vista feminista
Ha habido una preferencia para que los hombres sean quienes he-
reden, hay sesgos en la distribución de la tierra por parte del Estado
y sesgos en el mercado, incluso ratificados en las leyes que han estado
vigentes. Por lo tanto, lo que hay detrás de los sesgos y privilegios
masculinos, es la ideología patriarcal que atraviesa cualquier área o
campo de desarrollo.
2
Estos conceptos van directamente relacionados con la forma en cómo las
culturas han definido el ser: hombre o mujer. Es decir viene ligado con lo
que Kabeer (2005) llama la “interiorización de la cultura” debido a la cual
todos y todas aceptamos la forma en que nos ven los demás y se aceptan los
papeles que nos han asignado, esta es una forma muy fuerte de establecer
el poder de unos sobre otras. Así los hombres y las mujeres son definidos
culturalmente distintos, las mujeres se conciben entonces como personas de
menor valor, por lo tanto con una participación pública limitada.
El riesgo de pobreza y el bienestar físico de una mujer y sus hi-
jos podrían depender significativamente de si tiene o no acceso
directo al ingreso y a bienes económicos productivos como la
tierra, y no sólo un acceso mediado por su esposo o por otros va-
rones de la familia. (Agarwal, citado en Deere y León, 2000:19).
Los derechos por el control real de la tierra por parte de las muje-
res, han estado condicionados por la concepción del género que te-
nemos. Pero mientras no la posean realmente, entre otros bienes, no
podremos hablar de un pleno desarrollo humano y social del campo
en México.
I. Ser Mexicanos.
3
AGGEG. CLA. C. 10. E. 2. Fojas 122 a 134.
la familia para propósitos de la reforma agraria (Deere y León,
2005:418).4
Sólo las mujeres jefas de hogar –“con familia a su cargo”, decían las
leyes- podían acceder a beneficiarse del reparto y reforma agraria en
el país. Otro de los criterios para la no incorporación de las mujeres
como beneficiarias, fue la definición misma de agricultor, ya que la
agricultura se ha considerado netamente masculina y las mujeres so-
lamente como una ayuda, lo que ha invisibilizado las actividades de
las mujeres en la agricultura y por tanto su inclusión como beneficia-
rias de la dotación de tierras (Deere y León, 2005).
Deere y León (2002) afirman que las reformas agrarias fueron he-
chas pensando en beneficiar a las familias campesinas, pero termi-
naron beneficiando sólo a los varones. En México el porcentaje de
mujeres beneficiadas por la Reforma Agraria en 1970 era de 1.3 por
ciento y pasó a 15 por ciento en 1980 (Deere y León, 2002).
4
En un apartado de este mismo trabajo se analizan las leyes agrarias, desde
1915 a 1971, bajo el enfoque de género y se evidencía la exclusión legal de las
mujeres al reparto de tierras.
acceso a parcelas por medio de la herencia, por la compra y en un
pequeñísimo porcentaje por dotación del estado mexicano.
5
Rosas Vargas, Rocío y Salvador González Andrade. “El empoderamiento
femenino: el caso de las unidades agrícolas industriales para la mujer en
Guanajuato.” En Quintero y Plaza (Coordinadores). 2015. Investigación en
economía: reflexiones y casos de estudios.” Ecuador: Centro de Investiga-
ción y Desarrollo Ecuador (CIDE) y Universidad Técnica de Manabí. pp.
163-179
cuerpo, el cuerpo de las mujeres es el que recibe las violencia diversas
en los diversos ámbitos.
Las jóvenes, de acuerdo con las encuestas aplicadas, 26.6 por cien-
to manifestaron que sus compañeros las violentan; mientras que 24
por ciento dijeron que las violentan sus compañeras de la escuela.
Los chismes e insultos son las formas de violencia más usadas por las
mujeres hacia sus compañeras; por otro lado los varones utilizan los
insultos en primer lugar, seguidos por los chismes. Mayormente los
chismes son utilizados para minar el prestigio de las jóvenes, sobre
todo aquellas que no parecen ajustarse al estereotipo tradicional de
mujer, así lo manifestó una de las estudiantes:
Además, se les preguntó si ellas habían sido violentadas por sus profe-
sores y profesoras, la respuesta en la encuesta fue muy baja: solamente
6 por ciento dijeron ser agredidas por profesoras y profesores. Pero
durante los talleres salieron a la luz numerosos episodios de ejercicio
de la violencia, sobre todo por parte de profesores, como por ejemplo
los insultos a que son sometidas constantemente llamándolas putas
o la insistencia de algunos profesores a que acepten el papel que la
204 sociedad les impuso y se acostumbren a la violencia que es y será ejer-
cida por los hombres hacia ellas. Además las estudiantes hablaron so-
bre la discriminación que algunas profesoras realizan hacia ellas si no
tienen un físico “adecuado” a los cánones de belleza sociales.
205
Son altos los costos de la violencia de género, por ejemplo los efec-
tos de la violencia vistos en multiplicadores sociales (que tienen que
ver con el impacto en las relaciones sociales y en la calidad de vida)
son la transmisión intergeneracional de la violencia, el deterioro de la
calidad de vida, la erosión del capital social e incluso la menor partici-
pación en el proceso democrático (Morrison y Loreto, 1999).
Quiero terminar este apartado con las reflexiones que Judith But-
ler hace sobre la frágil vida humana de los otros y de las otras y que
no reconocemos. Buttler (2011) afirma que hay vidas que lloramos y
otras que no lloramos, pero ¿por cuáles lo hacemos? Así mismo dice
que las personas tenemos derechos, como el derecho a la vida, y a la
protección contra los daños, a ser protegidas contra la destrucción de
la vida. Pero, hay personas que son protegidas y hay otras que no. Por
lo que se infiere que existen personas y “no-personas”. Por eso hay
protección a favor de los derechos de las personas, pero ignoramos
esos mismos derechos de quienes consideramos no personas, quienes
consideramos que no son como nosotros (en masculino).
Sin embargo, sabemos que existen vidas que se lloran, pero “otras
cuya pérdida no constituye una pérdida como tal al no ser objeto de
duelo” (Butler, 2011:44), porque hay una distribución diferencial en-
tre las poblaciones y entre las personas, del derecho de duelo.
R eflexiones Finales
De igual forma pienso que los estudios que realicé sobre tenen-
cia de la tierra, sobre proyectos productivos de las mujeres rurales,
analizando el tema incluso desde el empoderamiento, de acuerdo con
algunos modelos presentados por feministas, y al ver los resultados de
sus proyectos productivos: quema de productos agrícolas, despojo de
tierras con valor minero, destrucción de granjas avícolas y de apiarios,
trabas y trampas para que no accedan a los apoyos productivos, chis-
mes y violencia al interior de sus comunidades por atreverse a actuar
distinto, por dar pasos al ámbito público. Todo ello tiene que ver con
la violencia de género, porque esas destrucciones, no de sus cuerpos y
sí de sus activos productivos, tienen que ver con el hecho de que son
mujeres, y que como tales “debieran” ser confinadas a sus hogares. Al
menos en los casos estudiados, la sociedad rural no permite que se
trasgredan las normas heteropatriarcales, heteronormativas.
¿Qué paso dar? Nos falta tender puentes entre la academia y el ac-
212 tivismo, donde ambas actividades sean complementarias entre sí. No
podemos seguir haciendo estudios solamente y contentarnos en que,
quizás, en algún momento de la vida, alguien de la vida política po-
dría escucharnos. Deberemos hacer propuestas de políticas públicas,
de atención a los graves problemas de género y de exigencia, junto con
la sociedad civil, de que las leyes se cumplan.
Notas periodísticas
Ahorcan a mujer en motel. La nota roja de México. 11 de diciembre de 2011.
http://www.lapoliciaca.com/nota-roja/ahorcan-a-mujer-en-motel/
Consultada el 9 de abril de 2012 19:22 hrs.
Los retos de la investigación feminista
desde la academia. El caso del servicio
doméstico en México
219
En su libro, ¡Que vivan los tamales! La comida y la Creación de la
Identidad Mexicana, Jeffrey M. Pilcher (1998) muestra que aunque la
conquista de las Américas compuso una tradición culinaria de forma
híbrida, la comida de ambos lados del Atlántico, el maíz y el trigo se
mantuvieron mutuamente excluyentes. Poco después de que el con-
quistador Hernán Cortés aterrizó en territorio maya, los misioneros
españoles comenzaron a “educar” el sabor de los indios con el fin de
convertirlos en cristianos y convertirlos en seres humanos más com-
pletos. Fray Bernardino de Sahagún (en Burkhart, 1989:166) un mi-
sionero franciscano español para el pueblo azteca de México instruyó
a los indios a comer,
... eso que los castellanos comieron, porque es buena comida, esa
con la que se criaron, ellos son fuertes y puros y sabios... Ustedes
se convertirán en la misma forma que ellos si comen su comida,
y si son tan cuidadosos con sus cuerpos como ellos lo son. Siem-
2
Esta sección está basada en un artículo publicado anteriormente: Abril Sal-
daña “Why Shouldn’t I Take an Apple if I Wash Their Underwear?’’ Food,
Social Classification and Paid Domestic Work. Journal of Intercultural Stu-
dies, 33:2 pp.121-137.
bren maíz castellano [trigo] de modo que ustedes puedan comer
tortillas castellanas [pan].
Durante los años 1930 y 1940, los defensores prominentes del in-
digenismo parecían estar preocupados por el cambio en los hábitos
alimenticios de la población indígena. El movimiento indigenista im-
plicaba una serie de medidas políticas diseñadas para inculcar un sen-
tido de una cultura nacional compartida entre las diversas comunida-
des étnicas de México. La idea era integrar a la población indígena a
la vida nacional; un proceso que se consolidó a través de un sistema
de educación pública que, entre otras imposiciones, obligó a la im-
plementación del español como lengua oficial y aconsejó a las comu-
nidades indígenas a cambiar sus hábitos alimenticios y comer como
gente de razón (Barabas, 2000; Gutiérrez Chong, 2008; Pilcher, 1998).
Lo que parece cada vez más obvio es que una de las caracterís-
ticas más comunes de crecer en América Latina es precisamen-
te la interacción fluctuante, en diferentes momentos históricos,
de formas de crianza “tradicionales” y otras “modernas”, por lo
general de élite, que intentan universalizar la definición de la in-
fancia.
A pesar de que las mujeres de clase media son “liberadas” del tra- 225
bajo que demanda el cuidado de los hijos, las expectativas de género
sobre su maternidad son fortalecidas de tal forma que parecen im-
posibles de cumplir. Una mirada rápida a las principales cadenas de
librerías en México (i.e. Gandhi, el Sótano) muestra cómo la mayoría
de los libros sobre maternidad y crianza que se ofrecen son obra de
“expertos” norteamericanos o europeos. Es decir, se traducen al espa-
ñol las prescripciones occidentales sobre crianza y maternidad para el
mercado latinoamericano sin reconocer las diferencias del contexto
en el que las mujeres son madres.
Mientras que para las patronas ser una buena mamá significa ser
una madre siempre presente y permisiva, para las trabajadoras una
buena madre es, en parte, aquella que asegura los recursos necesa-
rios para sus hijos. Andrea, una trabajadora con tres hijos cuenta muy
orgullosa el día en el que veía un anuncio en televisión con su hijo
en donde un hombre aparece trabajando para su familia; al acabar
el anuncio el niño le dice a su madre: “¡es como tu má, tú te partes el
alma trabajando por nosotros!”.
4
Esta sección está basada en un artículo publicado anteriormente en “Tla-
zolteotl: The Filth Deity and the sexualization of paid domestic workers in
Mexico” (2014). Sexualities Vol 17(1/2), pp .98-121.
ideas que definen la sexualidad de las trabajadoras como “desviada” y
“potencialmente contaminante”.
238
R eferencias
245
Las instancias municipales de atención a
la Mujer en Guanajuato.
¿Avance en el diseño y construcción de la
igualdad de género?
Introducción
Literalmente se preguntó:
265
De los 35 municipios, 14 se crearon entre 2013 y 2015; dos en 2012,
tres en 2009, dos en 2010. Es decir que a partir del 2009 se crearon 20
lo que equivale al 55.8%; antes de este año se crearon ocho instancias
lo que equivale al 23.5%. Tomando en cuenta que de cinco instan-
cias no se tiene la fecha de aprobación, además que ocho municipios
declararon que no han tenido una instancia, lo que equivale a que el
17.4%, no han cumplido mínimamente.
Como una conclusión de estos datos es que en las IMM de los muni-
cipios la formación debe ser un requisito para designar a quienes las
dirigen. Que se busquen perfiles o se sugieran personas con experien-
cia en áreas de ciencias sociales, salud con conocimiento específico y
/o experiencia en género. Para este caso, se tienen titulares con for-
mación en administración, contaduría, ingeniería, desarrollo orga-
nizacional, odontología y varios casos de psicología educativa, clínica
o preescolar y personas de comunicación y periodismo. Es necesario,
tener IMM con personal especializado y sensibilizado con y la igual-
dad que realice su trabajo permeado por la perspectiva de género y
conozca los desafíos que este tema tiene desde el diseño de políticas
públicas de respeto pleno a los derechos fundamentales de las mujeres
y las niñas que viven en cada uno de los municipios.
276
Las MIques
Cortometraje Documental
277
Formato: Digital
Duración: 10 minutos
278
279
280
Semblanza curricular de las
colaboradoras
285
Perspectiva de género en la práctica educativa de la Universidad de Guanajuato
Aproximaciones feministas