El Señor inició la revelación de la ley para Israel, mediante los diez
principios que resumían la forma en la cual los hombres deben tratar con Dios, con su familia y con sus semejantes. Inmediatamente después de los Diez Mandamientos, el Señor reveló una serie de leyes y mandamientos que hoy en día conocemos como la Ley de Moisés o Ley Mosaica.
Era una ley “muy estricta” de “ceremonias y ordenanzas” que tenía
por finalidad “conservar vivo en ellos (en los israelitas) el recuerdo de Dios y su deber para con él”.
Conclusión
En resumen, al estudiar la Ley de Moisés podemos esperar encontrar
(1) un testimonio de Jesucristo y de su sacrificio expiatorio, y (2) los principios del evangelio ilustrados en las leyes dadas. Tal vez ya no se requiera que los fieles cumplan muchas de las leyes, pero los principios enseñados son eternos y nunca serán abandonados. Por ejemplo, la práctica de los sacrificios de sangre llegó a su fin cuando Cristo vino y en y en lugar de ella fueron dados los símbolos de la Santa Cena, reemplazando a la vieja ley. Pero el principio era tan verdadero en la época en que los animales eran ofrecidos sobre el altar como lo es ahora cuando el pan y el agua son bendecidos por el sacerdocio. Este principio eterno es que solamente y en lugar de ella fueron dados los símbolos de la Santa Cena, reemplazando a la vieja ley. Pero el principio era tan verdadero en la época en que los animales eran ofrecidos sobre el altar como lo es ahora cuando el pan y el agua son bendecidos por el sacerdocio. Este principio eterno es que solamente participando del sacrificio expiatorio del Cordero podemos vencer nuestros pecados y recibir el perdón por haberlos cometido.
La ley, entonces, primero, afirma los principios; segundo, cita casos a fin
de exponer las implicaciones de esos principios; y tercero, tiene como fin y meta la restitución del orden de Dios