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Julio Mario Santo Domingo

Julio Mario Santo Domingo

Información personal

Nombre de Julio Mario Santo Domingo


nacimiento Pumarejo

Nacimiento 16 de octubre de 1923
 Ciudad de Panamá, Panamá.

Fallecimiento 7 de octubre de 2011 (87 años)


 Nueva York, Estados Unidos

Nacionalidad Colombiano

Familia

Cónyuge Edyala Braga, Beatrice Dávila

Hijos Julio Mario, Alejandro y Andrés

Educación

Educado en Universidad de Virginia 

Información profesional
Ocupación Industrial
Patrimonio  USD 9.500 millones de dólares
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Julio Mario Santo Domingo Pumarejo (Ciudad de Panamá, Panamá, 16 de
octubre de 1923 - Nueva York, Estados Unidos, 7 de octubre de 2011)12 fue un
industrial colombiano, miembro de la familia Santo Domingo, oriunda de Mompox y
radicada en Barranquilla. Nació en la capital de Panamá mientras sus padres
estaban de vacaciones en ese país.3 Durante décadas fue el hombre más rico de
Colombia, en los últimos años paso a ser el segundo, y el 108 del mundo según la
revista Forbes (edición 2011),4 con un estimado de 9,500 millones de dólares
estadounidenses, fue accionista principal del Grupo Empresarial Bavaria y
de Valórem, con la cual controla más de 100 compañías alrededor del mundo,
entre ellas Caracol Televisión y el periódico El Espectador. Además, fue integrante
del Grupo de Barranquilla.
En 2005 realizó una transacción financiera en la cual Cervecería Bavaria S.A. se
fusionó con la compañía surafricana SAB Miller. En esta fusión Santo Domingo
adquirió el 15,1 % de SAB Miller, convirtiéndose así en el segundo accionista de la
segunda cervecera más grande del mundo.
Julio Mario Santo Domingo vivió en Park Avenue en Nueva York; en un
apartamento llamado el 740PARKAVENUE poseía también residencias en Bogotá,
en París y una isla privada en Barú, Colombia.
El magnate empresarial Julio Mario Santo Domingo no solo era dueño de la
Cervecería Bavaria (empresa que fusionó con la surafricana SABMiller), sino
también de otra gama de empresas muy conocidas en Colombia como la
aerolínea Avianca, vendida al empresario Germán Efromovich, propietario
del Grupo Synergy; la empresa de telecomunicaciones Celumóvil, vendida a la
estadounidense Bellsouth y hoy en día propiedad de la
española Telefónica Movistar; la empresa de internet y televisión TV Cable, cuyo
actual dueño es el magnate mexicano Carlos Slim Helú mediante Telmex; la
compañía petroquímica productora y comercializadora de resina de prolipropileno
Propilco S.A., la cual fue adquirida por Ecopetrol;5 Sofasa, una ensambladora de
automóviles Renault y Toyota (Toyota se separó de Sofasa en los inicios del 2010
formando Toyota de Colombia S.A); la sede colombiana de la empresa Aluminios
Reynolds; la empresa de transportes aéreos por helicóptero Helicol; y de Caracol
Radio, de la cual vendió toda su participación accionaria al Grupo
Prisa de España entre 1999 y 2004.
Hoy en día, en asociación con el grupo Sanford, Santo Domingo es el dueño de
una empresa dedicada a la producción de materias primas, Biofilm S.A.. Otras
empresas que todavía están a nombre de Valórem o del grupo Santo Domingo
son el diario El Espectador, revista Cromos, el canal de televisión Caracol
Television

Biografía[editar]
Nació en Panamá en 1923, hijo del industrial barranquillero Mario Santo Domingo,
empleado de los pioneros de la aviación comercial colombiana, y de Beatriz
Pumarejo.
Se casó dos veces, la primera vez con la aristócrata brasileña Edyala Braga, con
quien tuvo a Julio Mario Santo Domingo Braga,6 y la segunda vez con
la samaria Beatrice Dávila (de quien es familiar lejano), con quien tuvo a Alejandro
Santo Domingo Dávila, quien continúo la administración de los negocios de su
padre, y a Andrés Santo Domingo Dávila, quien se inclinó por las artes y la
música.
Su hijo Julio Mario Santo Domingo se casó con la socialité Vera Rechulski y tuvo a
Tatiana Santo Domingo (esposa de Andrea Casiraghi).
En Mayo de 1980, fue nombrado Embajador de Colombia en China por el
presidente Julio César Turbay, permaneció en el cargo diplomático hasta 1983.

Polémicas[editar]
Bavaria, tradicionalmente de propiedad desconcentrada, empezó en manos del
control de Santo Domingo a realizar una serie de operaciones de adquisición de
empresas e inversiones en sectores que no eran propios de la actividad cervecera
ni del sector de las bebidas. Invirtiendo grandes sumas de dinero en empresas en
las que directamente Santo Domingo tenía una participación minoritaria, Bavaria
se convirtió en una inmensa holding con inversiones en el sector aeronáutico,
forestal, aluminio, químico, entre otros. La inversión de Bavaria potencializaba la
inversión de Santo Domingo en estas empresas, quien terminó por multiplicar su
fortuna a costa de los recursos de la otrora democrática Bavaria.
Muchas de las empresas que hacían parte del Grupo Santo Domingo, en las que
fueron invertidos los recursos de Bavaria, debieron ser vendidas a inversionistas
extranjeros (Avianca, Reforestadora de Pereira, Caracol Radio, Celumóvil, entre
otras).
En los años 1990, los dos rompieron una tregua de no avanzar sobre los
respectivos negocios centrales, cuando Santo Domingo incursionó en los
refrescos y Ardila abrió una cervecería. Ardila perdió la batalla. Después de
acumular cientos de millones de dólares de deuda como consecuencia de la
recesión de Colombia en 1999, vendió su fábrica de cerveza a Santo Domingo.
Luego vendió otros negocios – como Coltejer en 2008 - para pagar deuda y
apuntalar las finanzas de Postobón. La empresa obtuvo una ganancia de US$
97,9 millones el año pasado, produciendo más de 1.900 millones de litros de
gaseosa, según datos de Euromonitor.
Si bien el clan de Santo Domingo continúa siendo uno de los inversores más
importantes de Colombia, Alejandro y varios otros miembros de la familia viven en
Nueva York. Ardila reparte su tiempo entre Bogotá, Medellín y sus otras casas en
el país.7

Obras sociales[editar]
En 2010 la fundación Julio Mario Santo Domingo en asociación con autoridades
distritales de la ciudad de Bogotá, ponen al servicio de la comunidad el Centro
Cultural Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo en concepto de una multa
de 55.000 millones de pesos la cual tuvo que pagar la familia Santo Domingo. El
complejo, de 23 mil metros cuadrados, está conformado por una mega biblioteca,
un teatro para conciertos, espectáculos y montajes teatrales, un teatro estudio,
salas de internet, ludoteca, sonoteca y bebeteca para estimulación temprana de
los niños. Cuenta con tecnología de punta como tableros interactivos en las aulas
múltiples y salas de capacitación, equipos de video conferencia para eventos
simultáneos, 20 puntos para la reproducción de video, compatibles con tecnología
blue ray, alrededor de 100 puntos de acceso a Internet disponibles para el usuario
en las diferentes salas, préstamo de computadores portátiles y red inalámbrica de
acceso a internet.
Este imponente complejo, ubicado en el Parque Zonal San José de Bavaria, en la
avenida calle 170 No. 67-51, está rodeado por un parque de 5,5 hectáreas con
amplios andenes, zonas verdes arborizadas, senderos peatonales y juegos
infantiles. Y para facilitar el acceso de los visitantes cuenta con 340 parqueaderos
subterráneos y 140 ciclo parqueaderos.
Pero lo más importante de este nuevo espacio, ubicado al norte de la ciudad, es
que beneficiará a 1,2 millones de habitantes de las localidades de Suba y
Usaquén, entre los que se encuentran 280.000 niños y jóvenes en edad escolar.
Vale la pena resaltar que este centro cultural es el resultado de la alianza público
privada entre la familia Santo Domingo, que pagó una multa por 55 mil millones de
pesos para la construcción y la Alcaldía de Bogotá, que cedió 5.5 hectáreas,
invirtió 33.2 mil millones de pesos adelantó toda la gestión de restitución de la
zona, la construcción de los parqueaderos, el parque y las vías aledañas.
El proyecto se realizó bajo el convenio de cooperación interinstitucional suscrito
entre sociedades de la familia Santo Domingo y la Secretaría de Educación, el
Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público, el
Departamento Administrativo de Planeación Distrital, la Secretaría de Cultura,
Recreación y Deporte, el Instituto Distrital de Recreación y Deporte, Bibloamigos y
el Instituto de Desarrollo Urbano.
OTRA BIOGRAFIA UN POCO MAS COMPLETA….

Fue una coincidencia extraña. Con solo dos días de diferencia murieron Steve
Jobs, el gran protagonista de la revolución tecnológica del siglo XXI, y Julio Mario
Santo Domingo, el gran protagonista de la vida económica de Colombia en el
último medio siglo. Sus vidas y sus carreras no pudieron haber sido más
diferentes. Pero así como se dice que prácticamente todos los habitantes del
planeta han utilizado algún invento de Jobs, todos los habitantes del país han
consumido algún producto o servicio emanado del Grupo Santo Domingo. 

Hace apenas diez años era normal en el país despertarse oyendo Caracol Radio o
leyendo El Espectador, irse al trabajo en un Renault, comunicarse durante el día
con un celular de la entonces Celumóvil, almorzar con unas buenas cervezas de
Bavaria, planear un viaje de vacaciones con Avianca y luego regresar a la casa a
comer viendo Caracol Televisión. Y esas marcas son solo media docena de los
cientos de empresas que la familia Santo Domingo llegó a tener desde que el
padre de Julio Mario, el fundador del imperio, Mario Santo Domingo, comenzó a
hacer negocios en Barranquilla, a comienzos del siglo XX. 

En esos cien años, padre e hijo lograron estar presentes en todos los sectores de
la actividad económica del país. Cervecerías, aerolíneas, bancos, compañías de
seguros, corporaciones financieras, petroquímicas, medios de comunicación,
turismo, energía, reforestación, industria automotriz, camaroneras, comidas
rápidas, cines, telefonía, almacenes de depósito, inversiones inmobiliarias,
agroindustria y otras más. Son pocos los países del mundo en los que un
particular ha llegado a tener tantos tentáculos. 

Sin embargo, más interesantes que el éxito empresarial de ese grupo son la
personalidad y la vida del hombre que lo construyó: Julio Mario Santo Domingo
Pumarejo. Nació hace 88 años en Panamá, donde buena parte de la aristocracia
barranquillera tenía sus hijos. Su padre había nacido ahí cuando el istmo aún
pertenecía a Colombia y siempre mantuvo sus nexos con este. Mario Santo
Domingo había sido un auténtico genio para los negocios. Austero, disciplinado y
extremadamente sencillo, logró convertirse en el hombre más rico de la costa y en
uno de los hombres más acaudalados del país. Podía vivir como millonario en
cualquier capital del mundo, pero lo que le gustaba era Barranquilla, su gente y su
trabajo. Y en ese entorno vivió, conquistó y murió sin mayores pretensiones. 

Pocas personas podían ser más diferentes a él que su hijo Julio Mario. Hasta los
40 años, su fama era la de un hombre apuesto, indisciplinado, cosmopolita y
playboy. El mundo de madrugar, ir a la fábrica, supervisar las cuentas y los envíos
era el de su padre, pero no el suyo. Había crecido como hijo de rico y gozaba de
todos los privilegios de esa condición. Don Mario lo había enviado a estudiar al
Gimnasio Moderno en Bogotá, donde se codeó con todos los cachacos 'niños
bien' de su generación. Después terminó sus estudios de bachillerato en Andover,
uno de los colegios más prestigiosos de Estados Unidos, donde estudiaron en esa
época el futuro presidente George Bush (padre) y el actor Jack Lemmon. Pasó por
las universidades de Virginia, Pensilvania y Georgetown, sin graduarse en
ninguna. Según la biografía suya escrita por Gerardo Reyes, de varios de esos
claustros fue expulsado "por cosas de esas que no se usaban en esa época, como
meter viejas al cuarto". Su vocación no era de académico, sino de buen vividor.
Mientras a su padre le gustaba La Arenosa, a su hijo le encantaban Nueva York,
París y la Costa Azul. 

En París conoció a su primera esposa, una bella y elegante brasileña mayor que él
llamada Edyala Braga. Estaba casada con el hermano menor del dos veces
presidente de Brasil Getulio Vargas, conocido como el Padre de los Pobres.
Rápidamente tuvieron lugar un romance, un matrimonio y un divorcio entre ellos,
que no pasaron inadvertidos ni en la sociedad parisina ni en la barranquillera. La
pareja se fue a vivir a esta última, y el matrimonio duró solo cinco años. Antes de
su final, nació el hijo de la pareja, Julio Mario Santo Domingo Braga, quien falleció
a los 51 años de un cáncer, dos años antes que su padre. Ese fue uno de los
pocos golpes bajos que sufrió un hombre cuya vida, según todos sus allegados, se
caracterizó por la buena estrella. Le fue bien en el mundo de los negocios, en el
mundo de la sociedad y en el mundo familiar. 

Muchos de los grandes magnates tienen vidas tormentosas en lo personal y


aburridas en lo profesional. Santo Domingo no padeció ni lo uno ni lo otro. A pesar
del fracaso de su primer matrimonio y de la muerte de su hijo mayor, construyó y
gozó hasta su último día de un hogar envidiable. Contrajo segundas nupcias con
doña Beatrice Dávila, una distinguida dama de la sociedad bogotana, quien fue su
compañera de viaje y de alma durante cincuenta años. De esa unión nacieron dos
hijos: Alejandro, un banquero de inversión que en la actualidad tiene las riendas
del imperio (ver siguiente artículo), y Andrés, un espíritu más bohemio dedicado al
negocio de la música. La familia ha residido desde hace 35 años en Nueva York,
en donde el apellido Santo Domingo es objeto de admiración, respeto y envidia.
Hoy heredan esa posición sus hijos, quienes serán los perpetuadores de la
dinastía. 

Todo ese poder fue construido alrededor de un solo negocio: la cerveza. A pesar
de que los Santo Domingo llegaron a tener 200 empresas, la vaca lechera siempre
fue una sola: Bavaria. Su liquidez era tan grande que los obligaba a diversificar en
docenas de negocios que no eran rentables. En ellos se podía llegar a perder
miles de millones de pesos, pero la cerveza daba para todo. Uno de los factores
que han permitido la consolidación de la fortuna Santo Domingo en la última
década ha sido la decisión de vender todos esos negocios marginales y
concentrarse en lo que siempre han sabido hacer bien y nunca les ha fallado, la
cerveza. El pionero en ese campo fue don Mario, quien en los años treinta compró
la cervecería Águila de Barranquilla, con la cual llegó muy pronto a dominar el
mercado de la costa. En 1968, mediante una ingeniosa fusión, los Santo Domingo
acabaron por adquirir el control de Bavaria, la empresa privada más grande del
país. El negocio en el fondo fue tan genial como polémico. Bavaria dominaba el
mercado cervecero, pero era una compañía en bolsa en la cual ningún accionista
tenía más del 5 por ciento. Águila era una empresa mucho más pequeña, pero en
el intercambio de acciones de la fusión se convirtió en la accionista mayoritaria
con un porcentaje cercano al 10 por ciento. Desde esta plataforma, Santo
Domingo acabó, en menos de medio siglo, a través de diversos golpes de jugador
de póker, por convertirse en el propietario del 75 por ciento de la empresa y del
monopolio de la cerveza en Colombia. 

Esas jugadas maestras fueron de varios tipos. Se requirió, por una parte, que
Santo Domingo le comprara al resto de la familia sus participaciones en las
empresas, hacer aumentos de capital en que el único comprador fuera él y, por
último, comprar las otras cervecerías o quebrar aquellas que no le fueran
vendidas. Ninguna de estas tres jugadas era fácil. 

El patriarca Mario Santo Domingo tenía cuatro hijos: Julio Mario, Luis Felipe,
Beatriz Alicia y Cecilia. La herencia después de su muerte, por lo tanto, quedaría
repartida en cuatro partes. Sin embargo, como el otro hijo varón murió en un
accidente automovilístico en 1963, las riendas de los negocios recayeron en
manos de Julio Mario, el hijo mayor. En 1972 murió su hermana Cecilia y como no
tuvo hijos, su viudo aceptó venderle a Julio Mario la participación del grupo que le
correspondía a su mujer. A su otra hermana, Beatriz Alicia, también le compró
gran parte de sus acciones. Y por último, negoció la participación de los hijos de
su hermano fallecido en medio de un conflicto familiar bastante álgido. Con todas
estas movidas, la fortuna de una familia había acabado concentrada casi en su
totalidad en la cabeza del primogénito. 

Pero aun sumando las acciones de sus hermanos, la participación de Santo


Domingo en Bavaria apenas superaba el 10 por ciento al comenzar la década de
los setenta. ¿Cómo se logró pasar de ahí a un 75 por ciento en cuarenta años?
Básicamente a punta de aumentos de capital. Cada tanto tiempo se hacía una
emisión de acciones a su medida. Las condiciones en que se sacaban al mercado
no eran muy atractivas para el inversionista pequeño, de tal suerte que casi toda la
emisión era siempre adquirida por Santo Domingo. Bajo esta modalidad, cuando
se retiró Carlos Cure de la presidencia de la cervecera, en 1983, el porcentaje de
Santo Domingo había pasado de un poco más del 10 al 42 por ciento. Durante los
15 años siguientes en los que la empresa fue gerenciada por Augusto López, los
aumentos de capital produjeron un salto al 68 por ciento. Y después de esto, una
oferta pública de adquisición (OPA) hecha a los accionistas minoritarios, con una
prima del 20 por ciento sobre el precio en bolsa, le permitió a Santo Domingo
quedar de dueño de Bavaria en una proporción cercana al 75 por ciento. 

En esos mismos años, esa empresa había logrado no solo quedarse con el
monopolio de la cerveza en el país, sino convertirse en una multinacional. Obtuvo
el control total del mercado colombiano a través de una serie de movimientos
financieros que le permitieron al final fusionarse con Cervunión, la cervecería
paisa. Y la expansión internacional se logró inicialmente a través de la compra a
un precio de ganga de las cervecerías de Ecuador y de Portugal. Esta última fue
vendida para concentrarse en Latinoamérica, lo que desembocó en las
adquisiciones de los monopolios del negocio tanto en Panamá como en Perú. Con
esto, Bavaria se consolidó como el ama y señora de gran parte del mercado
regional. 
Esto le dio la capacidad para negociar con SabMiller y repetir a nivel internacional
lo que Águila había hecho con Bavaria en 1968: un intercambio de acciones en el
cual se ingresa como minoritario, pero rápidamente se comienzan a dar pasos de
animal grande. En esta ocasión la fusión entre Bavaria y SabMiller convirtió a esta
última en la segunda cervecera más grande del mundo y dejó a la familia Santo
Domingo con el 15,1 por ciento de la multinacional. El valor de esas acciones se
acerca hoy a los 9.000 millones de dólares y, al cierre de esta edición, el precio
estaba subiendo ante especulaciones de que Anheuser Busch InBev, la cervecería
más grande del mundo, estaría interesada en comprar SabMiller. Si eso llegara a
suceder, lo cual es difícil, la pequeña cervecería barranquillera heredada por Julio
Mario Santo Domingo podría acabar controlando la tercera parte del mercado
mundial de la cerveza. El hombre responsable de este milagro económico no solo
fue el protagonista central de la historia empresarial del país en la segunda mitad
del siglo XX, sino que también dejó muy en alto el nombre de Colombia en el resto
del mundo.

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