Está en la página 1de 2

Escena 15

YAGO
¡Ah! Eso no me gusta.
OTELO
¿Qué dices?
YAGO
Nada, señor. Bueno, no sé.
OTELO
¿No era Casio el que hablaba con mi esposa?
YAGO
¿Casio, señor? No. No le creo capaz
de escabullirse con aire de culpable
al veros venir.
DESDÉMONA
¿Qué hay, mi señor?
He estado hablando con un suplicante.
OTELO
¿A quién te refieres?
DESDÉMONA
Pues a Casio, tu teniente. Mi buen señor,
si tengo la virtud o el poder de persuadirte
accede a una inmediata reconciliación.
Te lo ruego, pídele que vuelva.
OTELO
¿Estaba aquí ahora?
DESDÉMONA
Sí, y se fue tan abatido que me ha dejado
parte de su pena para que la comparta.
Mi amor, pídele que vuelva.
OTELO
Ahora no, mi Desdémona.
DESDÉMONA
¿Será pronto?
OTELO
Por ser tú, mi bien, cuanto antes.
DESDÉMONA
¿Esta noche, en la cena?
OTELO
No, esta noche no.
DESDÉMONA
¿Mañana a mediodía?
Dime cuándo, mas que no
pase de tres días. Te juro que le pesa.
Dímelo, Otelo. Y siendo Miguel Casio,
que te ayudó a cortejarme, que tantas veces
se puso de tu parte cuando yo
te censuré, ¿me haces que te acose
para rehabilitarle? Pues aún podría...
OTELO
Basta, te lo ruego. Que venga cuando quiera.
No pienso negarte nada.
DESDÉMONA
¡Vaya! Eso no es un favor.
Es como si te rogara que te pusieras
los guantes, te alimentases bien
o te abrigases, o quisiera que te hicieses
a ti mismo un bien especial.
OTELO
No pienso negarte nada.
DESDÉMONA
Adiós, mi señor.
OTELO
Adiós, mi Desdémona. En seguida voy contigo.

Sale DESDÉMONA.

También podría gustarte