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ANÁLISIS Y REDACCIÓN
Abel Saraiba
@AbelSaraiba
Coordinador adjunto y
coordinador del Servicio de Atención Psicológica de Cecodap
Carlos Trapani
@CarlosMTrapani
Coordinador general de Cecodap
EDICIÓN Y DIAGRAMACIÓN
Vanessa Moreno Losada
@MoreLosadaV
Coordinadora de Comunicaciones
PRESENTACIÓN
La educación a distancia es hoy uno de los temas que más preocupa a las familias
en Venezuela, en medio del contexto de una pandemia global que representa un
cambio radical en las condiciones de vida y rutinas en el mundo.
Si bien es cierto que se trata de una realidad global, esta tiene un impacto particular
en nuestro país, puesto que no tenemos como punto de partida un sistema educativo
fortalecido para hacer frente a los desafíos del 2020, tanto a nivel programático,
logístico, de infraestructura y adecuación tecnológica entre otros.
Finalizó el año escolar de forma atípica, con una dinámica “virtual” que de manera
sui generis supuso la implementación no planificada, incluso abrupta, de diversas
estrategias de educación a distancia. No obstante, la educación venezolana está en
crisis debido a una desinversión sistemática que obedece a múltiples factores, entre
los que podemos encontrar:
● Una inadecuada priorización dentro de la inversión de recursos públicos
● Una tendencia a la ideologización política
● Desprofesionalización del personal docente
● Deterioro de las condiciones de seguridad social del personal educativo
● Deterioro de las plantas físicas de los planteles educativos
● Dificultades de acceso a servicios básicos, especialmente a internet.
Se podrían mencionar muchos factores más, pero todas ellos se articulan con las
condiciones de una emergencia humanitaria compleja que afecta de forma
generalizada a la sociedad venezolana.
Mal podría decirse que la educación en Venezuela se encuentra en una situación
crítica como efecto exclusivo de la pandemia. A esta realidad le antecede una
emergencia previa que se agrava exponencialmente de cara al contexto actual.
Más allá de lo que hemos podido recopilar respecto a la delicada situación de la
educación en Venezuela, en distintas actividades de formación y desde los
testimonios de niños, niñas, adolescentes, familias y docentes, el equipo de Cecodap
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decidió documentar en datos cómo perciben las familias el inicio de un año escolar
2020 - 2021 en el contexto actual, con el fin de poder visibilizar sus necesidades y
alertar sobre los cuidados que deben adoptarse para garantizar el goce pleno del
derecho a una educación de calidad para los niños, niñas y adolescentes.
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HALLAZGOS
De acuerdo a lo observado, 83% de los participantes en el estudio manifiestan no
estar de acuerdo con el reinicio de las clases en el mes de octubre de forma
presencial o semipresencial.
En los estratos D y E, considerados con mayor vulnerabilidad socioeconómica la
respuesta “no”, aparece con 81,2% y 83,6% respectivamente. Lo cual guarda relación
con las vulnerabilidades identificadas por estos grupos sociales respecto a las
condiciones de bioseguridad, transporte y acceso que permitan condiciones mínimas
para el inicio de las actividades escolares.
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Lo anterior puede confirmarse si se toma en consideración la zona geográfica,
puesto que observamos en la región centro occidental el mayor rechazo al inicio de
las clases de forma presencial o semipresencial con 98,2%. Se aprecia una respuesta
similar en la región oriental donde el desacuerdo alcanza un 90%. Esto debe
contrastarse con la respuesta en la región capital, la cual alcanza un 79,7%; por
debajo de la media global.
Debe referirse adicionalmente cómo la dinámica asociada al acceso a combustible y
las implicaciones derivadas de ello dificulta notablemente la movilidad de las
familias hacia los centros educativos, así como de los docentes y personal de estos
espacios.
También las severas restricciones y suspensiones en los servicios de electricidad y
transporte público inciden en la movilidad de las personas, más aún frente a un
llamada a una modalidad educativa semipresencial.
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En base a lo reportado por los participantes, encontramos que 72% califica la
educación a distancia con niños y adolescentes como mala o deficiente.
Este resultado nos alerta sobre la valoración que hacen los padres, madres y
cuidadores de la estrategia que se impulsa actualmente para dar continuidad a los
procesos educativos.
Frente a esto debemos ponderar las dificultades en el acceso a conexión a internet,
dispositivos tecnológicos adecuados para una conexión online, electricidad, aunado a
las brechas digitales que pueden dificultar que los cuidadores ―aun si dispusieran
de los medios para conectarse― no cuenten con las competencias adecuadas para
poder acompañar a los estudiantes en los requerimientos propios de la educación a
distancia.
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Esto puede ilustrarse de forma más clara cuando identificamos que en la población
de cuidadores de 60 años o más existe la valoración más negativa de la educación a
distancia, llegando a ser calificada como mala en un 40%.
Así mismo, si consideramos el contexto relacionado a servicios básicos y accesibilidad
veremos que hay un efecto diferenciado, puesto que en regiones como oriente (59,1)
los andes (58,8), centro occidente (57,1) y Zulia (54,2) hay una valoración de esta
estrategia como deficitaria que supera la media global, o la observada en la región
capital (38,9). Este resultado se relaciona a las suspensiones del servicio eléctrico
prolongadas y a las fallas del servicio de internet, especialmente en los estados del
interior del país.
Se observa que no existen lineamientos claros y uniformes por parte del Ministerio
para la Educación que permita desarrollar procesos de educación a distancia bajo
criterios de calidad y especialmente adaptados en contexto que impone la pandemia.
Hemos observado que cada centro educativo estructura su propia estrategia,
corriéndose el riesgo de que las mismas no estén adecuadamente contextualizadas a
la realidad de los niños, niñas, adolescentes y sus familias. Esto resulta fundamental
puesto que no basta con impartir los contenidos tradicionales a través de otra
plataforma, sino que la dinámica digital requiere adecuaciones programáticas que
suponen cambios significativos a la planificación de las clases para lograr procesos
pedagógicos que favorezcan aprendizajes significativos.
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De acuerdo a lo identificado por los participantes, en la actualidad los centros
educativos no se encontrarían en condiciones para realizar actividades bajo
modalidad presencial o semipresencial. Esta valoración resulta consistente en los
diversos estratos sociales identificados y zona geográfica. Destacando inclusive en
regiones como la capital o centro occidental puntuaciones de 100% respecto a la
falta de condiciones para el reinicio de las actividades (bajo las modalidades
descritas).
Esto obedece en buena medida a lo indicado previamente respecto al deterioro de
infraestructura, dificultad en el acceso a servicios, precariedad de las condiciones
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laborales de los docentes, falta de combustible y transporte público regular para
acceder a los espacios físicos de las instituciones educativas, así como limitaciones en
cuanto a la cantidad y calidad de medidas de bioseguridad necesarias para recibir a
los estudiantes.
Tal contundencia en la identificación de las limitaciones de los centros educativos
para desempeñarse de forma presencial también se encuentra como paralelismo en
torno a los requerimientos logísticos indispensables para realizar procesos de
educación a distancia. Muchos de los docentes no cuentan con los dispositivos
tecnológicos adecuados, acceso a internet o servicios básicos que posibiliten su
conexión. Esto se agudiza frente a la precaria situación salarial que atraviesa la
mayoría del personal docente.
Es por lo anterior que no fue acogida por las instituciones educativas la idea de una
incorporación progresiva o parcial a las aulas de forma presencial, pese a los
anuncios realizados por Nicolás Maduro. El rechazo obligó a que se indicase que
durante el 2020 no sería posible iniciar las clases de forma presencial.
Es preciso destacar el daño que produce a la planificación de los procesos
pedagógicos y académicos no contar con lineamientos claros y estables respecto a la
realidad del año escolar.
Resaltamos la situación de infraestructura en el sistema educativo oficial. A más de
siete meses de la pandemia no se adoptaron las medidas necesarias para preparar a
los centros educativos ni para asumir un proceso educativo a distancia, ni para
garantizar las condiciones de bioseguridad indispensables para una modalidad
semipresencial.
Falta de agua, cortes del servicio eléctrico, desconexión a redes o plataformas
digitales, déficit de personal docentes en centros educativos oficiales constituyen
problemáticas que no fueron atendidas en el año escolar 2019 – 2020 ni en el año
escolar 2020 – 2021.
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Respecto a las condiciones en las que finalizó el año escolar 2019 - 2020, 78% de los
padres, madres o cuidadores participantes del estudio indica que debe utilizarse el
inicio del año escolar 2020 - 2021 para reforzar y nivelar los contenidos impartidos
en el año previo.
Esto debe suponer una alerta de cara a las iniciativas que pudieran estarse
considerando desde las instituciones educativas respecto a continuar dictando nuevos
contenidos o avanzar en el programa como si se tratase de un año convencional. Es
determinante visibilizar el reconocimiento que hacen las familias de la necesidad de
apoyar en la consolidación de las competencias que pudieron verse afectadas en el
año escolar precedente.
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Ello se ve especialmente marcado en los estratos socioeconómicos C y D donde las
respuestas inclusive superan el promedio global, siendo de 94,1% y 80,6% en favor de
que se utilice el año escolar para el refuerzo de los contenidos que pudieron verse
afectados o no suficientemente consolidados en el período 2019 - 2020.
Resulta llamativo que 10% de los encuestados se sienten inclinados a la posibilidad
de repetir el año escolar.. Este indicador aumenta a 13,4% de aceptación cuando los
que responden son las personas en mayores condiciones de vulnerabilidad
socioeconómica (pertenecientes al estrato E), incluso superior al promedio global y a
los estratos C y D respectivamente para esta opción.
Adicionalmente, es clave destacar que hay 11% de los padres y cuidadores que no se
ven reflejados en ninguna de estas posibilidades y que convendría incorporar en
procesos de consulta y discusión frente a las necesidades que puedan tener y cómo
atender sus condiciones particulares.
La suspensión de clases de forma presencial obliga a una revisión profunda del
calendario escolar y las diversas estrategias para la implementación del currículo de
forma virtual. Es indispensable realizar un proceso de adaptación, priorización y
ajuste que asegure la pertinencia de los contenidos y las estrategias a la situación de
emergencia que se vive en el país.
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A partir de lo evidenciado, debe afirmarse que pese a las dificultades marcadas que
existe en Venezuela para el acceso a internet, tanto por la disponibilidad del servicio
como por su calidad, se identifica que internet es la principal herramienta
identificada por las familias, niños y adolescentes frente a la educación a
distancia con 87% de preferencia.
No obstante, es posible interpretar este resultado de la mano de un componente
aspiracional. Es decir, posiblemente la mayoría de las familias reconocen en internet
la mejor herramienta para desarrollar procesos de educación a distancia, por lo que
ese porcentaje no es sinónimo de acceso.
Esto puede deberse a la posibilidad que ofrece esta herramienta para conectarse,
interactuar, seleccionar, explorar contenidos e información que pueden adecuarse a
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los intereses y capacidades de los usuarios, lo cual es especialmente relevante frente
a otras alternativas en las que la información se recibe de forma terminada.
En lo relativo al acceso, conviene tomar como referencia los propios datos de la
Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL)1 quien en su reporte al
cierre de 2019 indica que solamente 32 de cada 100 hogares tiene acceso a internet
residencial. Destaca que 79,97% de los usuarios de internet acceden a través del
consumo de datos celulares.
Dichos datos podemos a su vez contrastarlos con lo presentado por la firma
Consultores 212 en su reporte Acceso a medios en Venezuela, del mes de marzo
2020, el cual indica que el acceso a internet se reduce a 38% de los hogares, y que
solamente 56% de las personas cuentan con teléfonos inteligentes.
Así mismo, se aprecia coincidencia en lo estudiado por el Observatorio Venezolano
de Servicios Públicos3 en el mes de septiembre 2020, el cual indica que solamente
34% de los hogares tiene acceso a internet.
Debemos señalar con preocupación cómo cerca de dos tercios de los hogares no
poseen acceso a internet, lo cual imposibilita su acceso a la educación a distancia, o
conduce a que la experiencia de la misma sea considerada como mala o deficiente
debido a las múltiples dificultades en el acceso a dicho servicio.
No poder acceder a la educación a distancia supone que la mayoría de los niños,
niñas y adolescentes del país vean vulnerado su derecho a la educación y por
consiguiente en mayor riesgo frente a las condiciones estructurales de la pobreza en
Venezuela y sus efectos concurrentes ligados a la violencia.
Adicionalmente resulta llamativo que la segunda opción en preferencia sean las
guías impresas con un 7,5%, encontrándose inclusive por encima de medios de
comunicación tradicionales como la radio y la televisión.
Esto supone un llamado de atención respecto a la efectividad que pueden tener los
medios tradicionales para la difusión de contenidos educativos y cómo, pese a los
anuncios gubernamentales, no han sido útiles las herramientas de radio y televisión.
Lo anterior no quiere decir que el medio sea inadecuado o no pueda emplearse, sino
que actualmente la oferta de contenidos y la calidad de los mismos no responde a
las necesidades de la población de niños, niñas y adolescentes de Venezuela.
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Ciertamente los medios masivos no ofrecen respuestas individualizadas o adecuadas
a las necesidades particulares de la población, por lo que es notable la baja
penetración que se aprecia por parte de estas herramientas para fines pedagógicos.
Esto requiere ser tomado en cuenta especialmente debido a la inestabilidad de los
servicios de conexión a internet en el país y sus costos asociados, especialmente si se
trata de la utilización de datos celulares. Los cuales afectan no solamente la
capacidad de recibir y acceder a los contenidos por parte de los estudiantes, sino
también la posibilidad de los docentes de poder comunicarse con sus alumnos y
compartirles contenidos adecuados.
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6.Apoyo psicosocial en la escuela
Figura 6. Apoyo psicosocial recibido por parte de los centros educativos.
Uno de los elementos más complejos de abordar dentro del contexto de la pandemia
ha sido la salud mental.
El confinamiento prolongado, la ansiedad, el avance del número de contagios, los
duelos, el incremento de los niveles de violencia y la inestabilidad de los servicios
básicos produce una serie de estresores que amenazan seriamente la capacidad de
las personas para hacer frente a las demandas cotidianas de su entorno. Ello
incrementa el riesgo de que tanto los docentes, los padres, madres, cuidadores y los
niños y adolescentes presenten alteraciones de salud mental, que van desde cambios
en los patrones de sueño, cuadros de ansiedad y depresión e incluso riesgo suicida.
De hecho, en el Servicio de Atención Psicológica de Cecodap 31% de los casos
corresponde a alteraciones del estado de ánimo, de los cuales 20% implican riesgo
suicida.
Observamos con preocupación que frente a un contexto que amenaza de forma tan
explícita la salud mental, los centros educativos presentan marcadas dificultades
para ofrecer apoyo psicosocial. Encontramos que solamente 11% de los pacientes
reporta haber recibido algún tipo de acompañamiento psicológico durante este
período de cuarentena.
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El resultado obedece a múltiples causas, como por ejemplo la falta de una política
pública en materia de salud mental, que imposibilita el acceso a recursos financieros,
técnicos, humanos y logísticos que permitan ofrecer el apoyo requerido a la
población de niños, niñas, adolescentes, sus familias y los docentes
Si bien algunas escuelas pueden estar dispuestas o en búsqueda de personal de
apoyo psicosocial, no todas pueden costear la contratación de profesionales en el
área que ofrezcan este tipo de abordaje.
Es preciso indicar, pese a lo anterior, que pueden existir resistencias dentro de
entornos escolares a tomar la salud mental como una prioridad dentro de la
contingencia actual, privilegiando la transmisión de contenidos académicos, razón
por la cual abordar temas relacionados a las emociones de los estudiantes y sus
entornos se torna complejo.
Identificamos que existe una menor disponibilidad de este tipo de apoyo en las
regiones central, centro occidental y de los llanos del país. Allí observan los menores
niveles de atención reportada 2,9%, 5,3% y 5% respectivamente.
En la región capital es donde se observa una mayor proporción de apoyo psicosocial
en el contexto escolar, que alcanza 18,5%. Sin embargo, dicho porcentaje se hace
insuficiente respecto a la escala de las demandas existentes por parte de la
población de niños, niñas, adolescentes y sus familias.
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CONCLUSIONES
Sobre la base de lo presentado en este informe, consideramos que es indispensable
alertar sobre el grave estado en el que se encuentra el sistema educativo en
Venezuela, el cual atraviesa quizá uno de los retos más grandes de la historia de la
humanidad bajo las peores condiciones posibles.
La educación debe destacarse como una de las prioridades fundamentales dentro
del quehacer ciudadano. Es un derecho y es tarea de todos exigir por condiciones
dignas y justas para su goce pleno.
Por estas razones, reportamos:
1. El 83% de los padres, madres y cuidadores no está de acuerdo con el retorno
presencial o semipresencial a las escuelas. No existen condiciones materiales,
de acceso a servicios básicos y transporte que permitan acceder de manera
adecuada a las escuelas. Al mismo tiempo que no se cuenta con las suficientes
medidas de bioseguridad necesarias para responder al desafío del regreso a
la modalidad presencial.
2. El 72% de los padres, madres y cuidadores considera que la educación a
distancia es de mala o deficiente calidad. Especialmente encontramos
dificultades para acompañar estos procesos en adultos de más de 60 años y
en las regiones de frontera. Se aprecia que el impacto en el acceso a servicios
como electricidad e internet es una barrera que dificulta conducir procesos de
calidad en torno a la educación a distancia.
3. El 85% de los padres, madres y cuidadores no ve condiciones para el regreso
a las aulas. Las dificultades de combustible, acceso a servicios, deterioro de la
infraestructura, la pérdida de capital humano y las restricciones propias del
contexto pandémico conllevan a que las familias no consideran viable un
retorno ―ni siquiera parcial― a las aulas mientras persistan las condiciones
actuales.
4. 78% de los padres, madres y cuidadores cree que es clave reforzar y
fortalecer los conocimientos que fueron trabajados en el año 2019 - 2020
antes que avanzar sobre nuevos contenidos. Surge clara la necesidad de
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consolidar y mitigar en lugar de cumplir a cualquier costo con el currículo
académico.
5. Pese a que dos tercios de la población no posee acceso a internet, ésta se
mantiene como la herramienta preferida para la educación a distancia para
87% de los participantes. La televisión y la radio se ven sobrepasadas
inclusive por formas analógicas como las guías impresas. Es crucial revisar el
papel que cumplen los medios tradicionales en el apoyo al sistema educativo.
6. Que dos tercios de los niños, niñas y adolescentes de Venezuela no puedan
acceder de forma adecuada a la educación a distancia supone una
vulneración de su derecho a la educación y, por consiguiente, una amenaza
para su desarrollo individual y social.
7. Actualmente los medios tradicionales de comunicación no son capaces de
atender de forma suficiente la demanda de contenidos educativos para los
niños, niñas y adolescentes frente a los escenarios de educación a distancia.
8. En este momento, los niños, niñas y adolescentes no reciben el apoyo
psicosocial que requieren por parte de las escuelas. Apenas 11% reporta haber
recibido este tipo de acompañamiento fundamental frente a un contexto de
pandemia y los riesgos de alteraciones en materia de salud mental que se
derivan de este.
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RECOMENDACIONES
1. Desarrollo de políticas y lineamientos específicos desde el Ministerio para la
Educación que oriente el proceso educativo a distancia. Tanto las políticas
públicas como los lineamientos deben ser diseñados con un amplio proceso de
participación de los distintos actores que integran la dinámica escolar.
2. Realizar una adaptación curricular para una educación a distancia y
adaptada a un contexto de emergencia donde se prioricen contenidos sobre
al salud, autocuidado, salud y salud mental y el fortalecimiento de
habilidades sociales como la empatía, el respeto, y no discriminación,
entre otros.
3. Desarrollar acciones específicas que garanticen el acceso y la continuidad
educativa para los niños, niñas y adolescentes que tienen mayores
dificultades de conexión y se encuentran en condiciones sociales y económicas
más desfavorables.
4. Implementar un proceso de fortalecimiento de los centros educativos para el
momento de reapertura de las escuelas. Se debe hacer énfasis especial en
agua y saneamiento, servicio eléctrico, transporte e insumos de bioseguridad
en calidad y cantidad suficiente.
5. Fortalecer y ampliar el acceso a internet y otras plataformas de
comunicaciones para las escuelas y las familias.
6. Promover espacios y oportunidades para la participación y articulación con
las familias en la toma de decisiones relacionadas con la dinámica escolar.
7. Mejorar y fortalecer las condiciones salariales y laborales del docente. Una
educación a distancia aumentó significativamente el tiempo de trabajo
y el cumplimiento de un conjunto de responsabilidades que deben ser
valoradas y reconocidas.
8. Formación, apoyo y acompañamiento para el docente en el uso de
plataformas digitales para el proceso educación a distancia.
9. Desarrollar acciones que garanticen el apoyo socioemocional que contribuyan
al desarrollo de competencias de afrontamiento para los docentes, las
familias y los propios niños, niñas y adolescentes.
10. Garantizar los derechos de los niños, niñas y adolescentes víctimas de
violencia o excluidos del sistema escolar a causa de la pandemia, a través de
un sistema de protección con capacidades de respuesta y atención.
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REFERENCIAS
1. CONATEL. Informe de las cifras del sector IV Trimestre 2019. [Sitio en
internet]. Disponible en:
http://www.conatel.gob.ve/informe-cifras-del-sector-cuarto-trimestre-2019/.
Consultado: 26 de septiembre 2020.
2. Consultores 21. Acceso a Medios en Venezuela. Marzo, 1997.
3. Observatorio Venezolano de Servicios Públicos. 33% de los encuestados por el
OSVP indicó haber perdido el servicio de internet en el hogar.[Sitio en
internet]. Disponible en:
http://www.observatoriovsp.org/33-de-los-encuestados-por-el-ovsp-indico-haber-
perdido-el-servicio-de-internet-en-el-hogar/. Consultado: 28 de septiembre
2020.
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