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Sistema Nervioso y
Órganos de los
Sentidos.
SISTEMA NERVIOSO Y ÓRGANOS DE LOS SENTIDOS
El sistema nervioso (SN) constituye el sistema de control más importante del
organismo y, junto con el sistema endocrino, desempeña la mayoría de las funciones
de regulación. En general, el SN controla las actividades rápidas del cuerpo, como las
contracciones musculares, los fenómenos viscerales que evolucionan rápidamente, e
incluso las secreciones de algunas glándulas endocrinas. En cambio, el sistema
endocrino, regula principalmente las funciones metabólicas del organismo.
Es por ello que, el Sistema Nervioso es, junto con el Sistema Endocrino, el
coordinador de todas las actividades conscientes e inconscientes del organismo.
Este sistema consta de un sistema central, que incluye al encéfalo y médula espinal y
de un sistema periférico que incluye los nervios, el sistema vegetativo o autónomo,
los receptores y los efectores.
El sistema nervioso realiza las más complejas funciones, ya que atiende y satisface
las necesidades vitales y da respuesta a los estímulos.
1. La detección de estímulos
2. La transmisión de informaciones
LA SINAPSIS
Cuando el impulso nervioso llega al final del axón de una neurona tiene que "saltar"
hasta las dendritas de la siguiente neurona porque las neuronas no están pegadas unas
a otras, sino que hay un pequeño espacio entre una y otra, llamado ESPACIO O
HENDIDURA SINÁPTICA. El "salto" del impulso nervioso se hace por medio de
unas moléculas químicas llamadas NEUROTRANSMISORES que salen de la
primera neurona, cuando llega el impulso nervioso, y llegan a la siguiente neurona
provocando un nuevo impulso eléctrico.
Existen algunas sustancias químicas que pueden sustituir a las verdaderas neuronas,
produciendo falsos impulsos nerviosos, tal como hacen algunas drogas alucinógenas,
como el LSD o el peyote; otras drogas lo que hacen es retardar el Sistema Nervioso,
bloquearlo, ejemplo de ello son los opiáceos como la heroína, y otras sustancias que
excitan el Sistema Nervioso y lo activan, como sucede con la cocaína o las drogas
sintéticas, o con sustancias de uso más habitual, como el café.
- Un receptor
- Una interneurona (puede no intervenir ninguna o hacerlo más de una), que se sitúa
en el SNC y es responsable de la selección de estímulos y de que los impulsos puedan
alcanzar otros centros nerviosos;
- Una neurona eferente, que lleva el impulso desde el SNC hacia el efector; y
- Un efector, que ejecuta la orden determinada por el SNC.
El lugar del SNC donde se ubican las conexiones o sinapsis se conoce como centro
reflejo. El centro reflejo puede ser la médula espinal (reflejos espinales, como el
reflejo rotuliano ilustrado) o un centro nervioso encefálico.
I Par (Nervio Olfatorio): Nace en los bulbos olfatorios de la parte anteroinferior del
cerebro y se dirige a las fosas nasales después de atravesar el hueso etmoides.
II Par (Nervio Óptico): Tiene su origen en la sustancia gris de los tubérculos
cuadrigéminos en la base del cerebro. Se dirige oblicuamente hacia adelante hasta
cruzarse con el del otro lado a nivel del quiasma óptico (llegando las fibras nacidas en
el lado derecho al ojo izquierdo y viceversa).
IV Par (Nervio Patético): Nace en la cara superior del istmo del encéfalo y va a los
músculos oblicuos mayores del ojo.
VII Par (Nervio Facial): Nace por debajo de la protuberancia e inerva los músculos
de la cara y el cuello, permitiendo la acción mímica de la cara; recoge la sensibilidad
de la parte anterior de la lengua.
VIII Par (Nervio Acústico): Nace del surco lateral del bulbo, en el fondo del cuarto
ventrículo, y permite transmitir al cerebro las señales percibidas por el oído medio
(sonidos) y por el oído interno (para mantener el equilibrio).
IX Par (Nervio Glosofaríngeo): Nace en la parte lateral del bulbo, inerva la lengua y
la faringe para permitir la deglución y recibe estímulos sensoriales de la boca, lengua
(gusto) y faringe.
X Par (Nervio vago o Neumogástrico): Nace en los surcos lateral y posterior del
bulbo raquídeo y se ramifica por las vísceras del tórax y el abdomen, regulando las
funciones digestivas, circulatorias (por medio de fibras parasimpáticas o vagales) y
respiratorias.
XI Par (Nervio Espinal): Nace de la mitad inferior del bulbo y de la porción cervical
de la médula; la rama bulbar va a la faringe y laringe, y la rama medular al músculo
esternocleidomastoideo. Ambas tienen función motora.
XII Par (Nervio Hipogloso): Va a la lengua y al hueso hioides; (facilitando los
movimientos de la fonación, deglución y masticación). Todos estos nervios tienen
funciones sensitivas, motoras o mixtas y nacen en núcleo nervioso situado a nivel del
tronco cerebral.
· Está formado por las fibras nerviosas que inervan la musculatura esquelética, es
decir, los músculos que pueden moverse voluntariamente.
Cabe destacar que, Los nervios craneales se extienden desde la cabeza y el cuello
hasta el cerebro pasando a través de las aberturas del cráneo; los nervios espinales o
raquídeos están asociados con la médula espinal y atraviesan las aberturas de la
columna vertebral.
Los nervios espinales salen desde las vértebras y se distribuyen por las regiones del
tronco y las extremidades. Están interconectados, formando dos plexos: el braquial,
que se dirige a las extremidades superiores, y el lumbar que alcanza las inferiores.
Está constituido por fibras nerviosas que controlan los órganos que realizan acciones
involuntarias. Estas acciones incluyen: el control de la frecuencia cardíaca y la fuerza
de contracción, la contracción y dilatación de vasos sanguíneos, la contracción y
relajación del músculo liso en varios órganos, acomodación visual, tamaño pupilar y
secreción de glándulas exocrinas y endocrinas, regulando funciones tan importantes
como la digestión, circulación sanguínea, respiración y metabolismo
- Cada órgano interno del cuerpo recibe inervación de las ramas simpática y
parasimpática del sistema autónomo, las cuales ejercen normalmente acciones
antagónicas, consiguiendo así una precisa regulación de su actividad.
SENTIDO DE LA VISTA
El ojo es el órgano de la visión en los seres humanos y en los animales. Los ojos de
las diferentes especies varían desde las estructuras más simples, capaces de
diferenciar sólo entre la luz y la oscuridad, hasta los órganos complejos que presentan
los seres humanos y otros mamíferos, que pueden distinguir variaciones muy
pequeñas de forma, color, luminosidad y distancia. En realidad, el órgano que efectúa
el proceso de la visión es el cerebro; la función del ojo es traducir las vibraciones
electromagnéticas de la luz en un determinado tipo de impulsos nerviosos que se
transmiten al cerebro.
El ojo humano
La retina: Es una capa compleja compuesta sobre todo por células nerviosas. Las
células receptoras sensibles a la luz se encuentran en su superficie exterior detrás de
una capa de tejido pigmentado. Estas células tienen la forma de conos y bastones y
están ordenadas como los fósforos de una caja. Situada detrás de la pupila, la retina
tiene una pequeña mancha de color amarillo, llamada mácula lútea; en su centro se
encuentra la fóvea central, la zona del ojo con mayor agudeza visual. La capa
sensorial de la fóvea se compone sólo de células con forma de conos, mientras que en
torno a ella también se encuentran células con forma de bastones. Según nos alejamos
del área sensible, las células con forma de cono se vuelven más escasas y en los
bordes exteriores de la retina sólo existen las células con forma de bastones.
El nervio óptico entra en el globo ocular por debajo y algo inclinado hacia el lado
interno de la fóvea central, originando en la retina una pequeña mancha redondeada
llamada disco óptico. Esta estructura forma el punto ciego del ojo, ya que carece de
células sensibles a la luz. En general, los ojos de los animales funcionan como unas
cámaras fotográficas sencillas. La lente del cristalino forma en la retina una imagen
invertida de los objetos que enfoca y la retina se corresponde con la película sensible
a la luz.
Como ya se ha dicho, el enfoque del ojo se lleva a cabo debido a que la lente del
cristalino se aplana o redondea; este proceso se llama acomodación. En un ojo normal
no es necesaria la acomodación para ver los objetos distantes, pues se enfocan en la
retina cuando la lente está aplanada gracias al ligamento suspensorio. Para ver los
objetos más cercanos, el músculo ciliar se contrae y por relajación del ligamento
suspensorio, la lente se redondea de forma progresiva. Un niño puede ver con
claridad a una distancia tan corta como 6,3 cm. Al aumentar la edad del individuo, las
lentes se van endureciendo poco a poco y la visión cercana disminuye hasta unos
límites de unos 15 cm a los 30 años y 40 cm a los 50 años. En los últimos años de
vida, la mayoría de los seres humanos pierden la capacidad de acomodar sus ojos a
las distancias cortas. Esta condición, llamada presbiopía, se puede corregir utilizando
unas lentes convexas especiales.
Las diferencias de tamaño relativo de las estructuras del ojo originan los
defectos de la hipermetropía o presbicia y la miopía o cortedad de vista.
Debido a la estructura nerviosa de la retina, los ojos ven con una claridad mayor sólo
en la región de la fóvea. Las células con forma de conos están conectadas de forma
individual con otras fibras nerviosas, de modo que los estímulos que llegan a cada
una de ellas se reproducen y permiten distinguir los pequeños detalles. Por otro lado,
las células con forma de bastones se conectan en grupo y responden a los estímulos
que alcanzan un área general (es decir, los estímulos luminosos), pero no tienen
capacidad para separar los pequeños detalles de la imagen visual. La diferente
localización y estructura de estas células conducen a la división del campo visual del
ojo en una pequeña región central de gran agudeza y en las zonas que la rodean, de
menor agudeza y con una gran sensibilidad a la luz. Así, durante la noche, los objetos
confusos se pueden ver por la parte periférica de la retina cuando son invisibles para
la fóvea central.
En la capa externa de la retina está presente un pigmento marrón o pardusco que sirve
para proteger las células con forma de conos de la sobre exposición a la luz. Cuando
la luz intensa alcanza la retina, los gránulos de este pigmento emigran a los espacios
que circundan a estas células, revistiéndolas y ocultándolas. De este modo, los ojos se
adaptan a la luz.
Nadie es consciente de las diferentes zonas en las que se divide su campo visual. Esto
es debido a que los ojos están en constante movimiento y la retina se excita en una u
otra parte, según la atención se desvía de un objeto a otro. Los movimientos del globo
ocular hacia la derecha, izquierda, arriba, abajo y a los lados se llevan a cabo por los
seis músculos oculares y son muy precisos. Se ha estimado que los ojos pueden
moverse para enfocar en, al menos, cien mil puntos distintos del campo visual. Los
músculos de los dos ojos funcionan de forma simultánea, por lo que también
desempeñan la importante función de converger su enfoque en un punto para que las
imágenes de ambos coincidan; cuando esta convergencia no existe o es defectuosa se
produce la doble visión. El movimiento ocular y la fusión de las imágenes también
contribuyen en la estimación visual del tamaño y la distancia.
Estructuras Protectoras
La piel: Es una membrana que recubre toda la superficie del cuerpo. A nivel de las
cavidades que se abren –fosas nasales, boca, etc.- se continúan con el epitelio que las
reviste. Contiene numerosos receptores con terminaciones nerviosas adaptadas para
recibir diversos estímulos, que producen sensaciones táctiles, térmicas o dolorosas.
La piel es una túnica exterior, resistente y flexible, que presenta eminencias y surcos.
- Blanco-rosada: Al nacer
- Blanco: Niño y Adulto
- Amarilla: En la vejez
Varía según las regiones y las razas. El color de la piel depende de tres factores:
La piel consta de dos zonas, una superficial y delgada sin vasos sanguíneos,
denominada Epidermis, y otra profunda y gruesa con numerosos vasos sanguíneos y
terminaciones nerviosas llamada Dermis.
Epidermis: Deriva del ectodermo, su espesor varía entre los 0,05 mm como mínimo
y 1.5 mm como máximo. Está formada por tejido epitelial estratificado. Se considera
que tiene una cara externa, en relación con el exterior y una cara interna, que
descansa sobre la dermis. A partir de ésta cara hacia la superficie se le describen
cinco capas o estratos celulares que son:
Estrato germinativo o basilar: limita con la dermis, está formado por una capa de
células cilíndricas, que tienen melanina (pigmento negro que le da color). La función
de este estrato es orinar constantemente células. Estas células experimentan
modificaciones y van integrando sucesivamente los otros estratos, hasta constituir el
estrato corneo, en donde caen por descamación.
Estrato granuloso: Integrado por varias capas celulares que provienen del estrato
anterior. Sus células contienen granos de Queratohialina, sustancia que interviene en
la formación de la queratina. A nivel de esta capa mueren las células de la epidermis.
Estrato corneo: Es la capa más externa de la epidermis. Sus células (muertas), tienen
aspecto de escamas corneas, formadas por queratina. Estas escamas son eliminadas
por descamación. Lo que demuestra lo anteriormente mencionado, es que la piel se
renueva constantemente.
Dermis: Deriva del mesodermo. Su espesor oscila entre 1/3 de mm y 3 mm. Está
formado por tejido conectivo fibroelástico con abundantes vasos sanguíneos y
linfáticos que la irrigan, y los nervios que la inervan. Debajo de la dermis hay una
capa e tejido celular subcutáneo o hipodermis, que la separa de los músculos
subyacentes. En la dermis se encuentran los anexos de la piel y las papilas dérmicas.
Glándulas Sudoríparas: Son exocrinas, muy numerosas. Están distribuidas por casi
toda la superficie de la piel. Tienen el aspecto de un largo tubo. Su extremidad
profunda se pliega formando una especie de ovillo: el glomérulo. Su extremidad
superficial, después de espirilizarse, se abre en la superficie de la piel donde elimina
el sudor. Su función es la de intervenir en la regulación de la temperatura y en la
eliminación de productos de catabolismo de metabolismo celular nocivos para el
organismo.
Las papilas nerviosas son las que están en relación con el sentido del tacto, porque
en ellas se encuentran los corpúsculos receptores o las terminaciones libres.
Terminaciones Libres: Son fibras nerviosas ramificadas que se distribuyen por la
piel captando los estímulos dolorosos.
Sensibilidad Táctil: nos permiten tener noción sobre el tamaño, consistencia, forma,
caracteres de la superficie, etc. de un objeto. Los estímulos táctiles son reconocidos
preferentemente por las extremidades de los dedos, pero hay receptores del tacto
distribuidos por toda la piel. Los estímulos que determinan esta sensibilidad son
mecánicos y los órganos receptores que los captan son los corpúsculos de Meissner,
aunque en algunas ocasiones actúan los corpúsculos de Paccini, sobre todo cuando
dichos estímulos son muy intensos.
Caracteres de los Estímulos: Los estímulos táctiles para ser percibidos por los
receptores correspondientes, necesitan tener cierta intensidad. La intensidad mínima
es el "umbral", el cual varía según la región del cuerpo. Los estímulos táctiles son
producidos por sólidos, líquidos o gases.
Agudeza Táctil: hay regiones de la piel con más sensibilidad táctil que otras, es
decir, con mayor agudeza táctil. Esta es medible y para ello se utiliza el estesiómetro
o compás de Weber.
Este epitelio es de tipo columnar seudopluriestratificado y está formado por tres tipos
celulares: las células de sostén, que son prismáticas, anchas en su ápice y más
estrechas en la base; en su superficie presentan microvilli que se proyectan al interior
de la capa de moco que cubre el epitelio. Estas células tienen un pigmento castaño,
responsable del color marrón de la mucosa olfatoria. Las células básales son
pequeñas, redondeadas, o cónicas y forman una capa única en la región basal del
epitelio entre las células olfatorias y de sostén; son las células puente del epitelio
olfatorio. Las células olfatorias son neuronas bipolares que se distribuyen entre las
células de sostén.
En su extremo se observan dilataciones de las que parten cilios los cuales son largos
y no tienen movimiento, se consideran los verdaderos receptores, es decir, la porción
celular excitable por el contacto con una sustancia odorífera. El segmento proximal
de cada cilio muestra los axones habituales con nueve pares más dos microtúbulos.
La parte distal apenas posee microtúbulos aislados. Los axones procedentes de estas
neuronas se reúnen en pequeños aces dirigiéndose al sistema nervioso central.
Interiormente las fosas nasales están tapizadas por la mucosa nasal o pituitaria que
presenta dos regiones de dicho color: uno inferior o región respiratoria y otra superior
o región olfatoria.
No siempre nos percatamos el estrecho vínculo existente entre el sentido del gusto y
el olfato. Solo cuando nos resfriamos, nos damos cuentas de que no solamente no
podemos oler las cosas sino que también el gusto de los alimentos se ha desvanecido.
Por el aire que respiramos llegan a la región olfatoria de la pituitaria excitando a las
células olfatorias. Pero para que puedan ser captadas tienen que estar previamente
disueltas, misión que cumple el mucus que humedece esta membrana, y que es
segregado por las glándulas que poseen.
Al igual que muchos órganos del cuerpo, el aparato olfativo es doble y cada red de
circuitos actúa en forma independiente. Los receptores sensoriales para el olfato se
encuentran en el techo de la cavidad nasal, justo debajo de los lóbulos frontales del
cerebro. Esta sección denominada área olfativa, esta densamente poblada de millones
de pequeñas células olfativas, cada una de las cuales tiene cerca de una docena de
finas velocidades, o cilios, que se proyectan hacia una capa de mucus. Los cilios
expandes efectivamente el área de cada célula olfativa e incrementan así nuestra
sensibilidad frente a los olores, mientras que el mucus se encarga de mantenerlos
húmedos, a la vez que actúa como una trampa para las sustancias aromáticas.
Las fibras nerviosas olfativas canalizan estas señales a través del hueso etmoidal
hacia los dos bulbos olfativos del cerebro, donde se reúne y procesa la información
para luego traspasarla por una compleja red de terminaciones nerviosas hacia la
corteza cerebral. Aquí se identifica el mensaje y el olor se transforma en un hecho
consciente. Sin embargo, se desconoce aún el mecanismo molecular preciso del
sentido del olfato y la manera en que las células receptoras pueden receptar miles de
olores diferentes y distinguir escasa variación entre ellos.
No existe una verdadera clasificación de olores porque sería muy difícil reunirlos en
grupos fundamentales, ya que la unión de dos o más olores da por resultado un olor
diferente.
La mayor o menor sensibilidad olfatoria (agudeza olfatoria) es muy variable según las
personas y se miden con aparatos especiales llamados olfatometros.
El gusto actúa por contacto de sustancias químicas solubles con la lengua. El ser
humano es capaz de percibir un abanico amplio de sabores como respuesta a la
combinación de varios estímulos, entre ellos textura, temperatura, olor y gusto.
Las casi 10.000 papilas gustativas que tiene el ser humano están distribuidas de
forma desigual en la cara superior de la lengua, donde forman manchas sensibles a
clases determinadas de compuestos químicos que inducen las sensaciones del gusto.
Por lo general, las papilas sensibles a los sabores dulce y salado se concentran en la
punta de la lengua, las sensibles al agrio ocupan los lados y las sensibles al amargo
están en la parte posterior.
- Oído externo
- Oído medio
- Oído interno
Oído externo
Oído medio
Es hueco, lleno de aire, limitando de un lado por el tímpano y del otro por la ventana
oval y la ventana redonda, que lo comunican con el oído interno. Está en
comunicación directa con la nariz y la garganta a través de la trompa de Eustaquio,
que permite la entrada y la salida de aire del oído medio para equilibrar las
diferencias de presión entre éste y el exterior.
Hay una cadena formada por cuatro huesos pequeños y móviles (huesecillos) que
atraviesa el oído medio. Estos cuatro huesos reciben los nombres de martillo, yunque,
lenticular y estribo. Los cuatro conectan acústicamente el tímpano con el oído
interno, transmitiendo las vibraciones del tímpano amplificadas a la fenestra ovalis.
Oído interno
Las fibras nerviosas que salen del caracol y de los canales semicirculares se reúnen
para formar el nervio acústico, que sale del sáculo por un tubo que atraviesa el hueso
temporal hasta la cavidad craneana.
Las ondas sonoras, en realidad cambios en la presión del aire, son transmitidas a
través del canal auditivo externo hacia el tímpano, en el cual se produce una
vibración. Estas vibraciones se comunican al oído medio mediante la cadena de
huesillos (martillo, yunque y estribo) y, a través de la ventana oval, hasta el líquido
del oído interno. El movimiento de la endolinfa que se produce al vibrar la cóclea,
estimula el movimiento de un grupo de proyecciones finas, similares a cabellos,
denominadas células pilosas. El conjunto de células pilosas constituye el órgano de
Corti. Las células pilosas transmiten señales directamente al nervio auditivo, el cual
lleva la información al cerebro. El patrón de respuesta de las células pilosas a las
vibraciones de la cóclea codifica la información sobre el sonido para que pueda ser
interpretada por los centros auditivos del cerebro.
El rango de audición, igual que el de visión, varía de unas personas a otras. El rango
máximo de audición en el hombre incluye frecuencias de sonido desde 16 hasta
28.000 ciclos por segundo. El menor cambio de tono que puede ser captado por el
oído varía en función del tono y del volumen. Los oídos humanos más sensibles son
capaces de detectar cambios en la frecuencia de vibración (tono) que correspondan al
0,03% de la frecuencia original, en el rango comprendido entre 500 y 8.000
vibraciones por segundo. El oído es menos sensible a los cambios de frecuencia si se
trata de sonidos de frecuencia o de intensidad bajas.
La sensibilidad del oído a la intensidad del sonido (volumen) también varía con la
frecuencia. La sensibilidad a los cambios de volumen es mayor entre los 1.000 y los
3.000 ciclos, de manera que se pueden detectar cambios de un decibelio. Esta
sensibilidad es menor cuando se reducen los niveles de intensidad de sonido.
Las diferencias en la sensibilidad del oído a los sonidos fuertes causan varios
fenómenos importantes. Los tonos muy altos producen tonos diferentes en el oído,
que no están presentes en el tono original. Es probable que estos tonos subjetivos
estén producidos por imperfecciones en la función natural del oído medio. Las
discordancias de la tonalidad que producen los incrementos grandes de la intensidad
de sonido, es consecuencia de los tonos subjetivos que se producen en el oído. Esto
ocurre, por ejemplo, cuando el control del volumen de un aparato de radio está
ajustado. La intensidad de un tono puro también afecta a su entonación. Los tonos
altos pueden incrementar hasta una nota de la escala musical; los tonos bajos tienden
a hacerse cada vez más bajos a medida que aumenta la intensidad del sonido. Este
efecto sólo se percibe en tonos puros. Puesto que la mayoría de los tonos musicales
son complejos, por lo general, la audición no se ve afectada por este fenómeno de un
modo apreciable. Cuando se enmascaran sonidos, la producción de armonías de tonos
más bajos en el oído puede amortiguar la percepción de los tonos más altos. El
enmascaramiento es lo que hace necesario elevar la propia voz para poder ser oído en
lugares ruidosos.