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Estamos en la misma época de Descartes y las mismas ideas básicas: el pensamiento como
fundamental, separación alma cuerpo, con primacía del pensamiento. Es un mundo que se ha
abierto en todos los ámbitos: la ciencia, la geografía… Lo que se sabe es que lo desconocido supera
con creces a lo conocido. Ambos, Descartes y Pascal, son matemáticos.
Los espíritus finos que son solo finos no alcanzan a comprender los principios de la
geometría, y los espíritus geométricos que son sólo geométricos se pierden en asuntos sutiles, que
apenas se perciben y que hay que sentir casi. Es raro que un espíritu fino sea geómetra, y que un
espíritu geométrico sea fino y perciba las sutilezas. Pero el espíritu de finura y el de geometría
coinciden por lo menos en ser distintos del espíritu falso, que no es ni fino ni geómetra. El espíritu
de finura y el de geometría son espíritus rectos, pero de diferentes órdenes de rectitud.
Se cree, naturalmente, ser mucho más capaz de llegar al centro de las cosas que de abarcar su
circunferencia; la extensión visible del mundo nos sobrepasa visiblemente; pero como somos
nosotros los que sobrepasamos las cosas pequeñas, nos creemos más capaces de poseerlas, y, sin
embargo, no hace falta menor capacidad para llegar hasta la nada que para llegar hasta el
todo; y es menester tenerla infinita tanto para lo uno como para lo otro, y me parece que quien
hubiera comprendido los últimos principios de las cosas podría llegar también a conocer hasta el
infinito. Lo uno depende de lo otro, y lo uno conduce a lo otro. Estos extremos se tocan y se reúnen
a fuerza de estar alejados, y se encuentran en Dios y solamente en Dios.
Reconozcamos, pues, nuestro alcance; somos algo y no somos todo; lo que tenemos de ser nos
arrebata el conocimiento de los primeros principios que nacen de la nada; y lo poco que tenemos
de ser nos oculta la visión del infinito.
La Apuesta