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Un cazador cubierto de cascabeles

Mario Gómez
“El hombre fuerte, el autócrata, solo tiene éxito
cuando gran parte de la población decide que
vio suficiente y se rinde”

En 2018 el reconocido documentalista Michael Moore nos presentó Farehnheit 11/9, esta vez en torno a la
figura del presidente de turno, Donald Trump. Y aunque el leitmotiv resulta ser tan particular personaje, se
presentan otros elementos que resultan inquietantes y para algunos escandalosos.
En 2010 fue electo como gobernador de Michigan el republicano Rick Snyder, que no tenía renombre político,
pero era rico y reconocido por haber sido el gerente de Gateway Computers (algo similar a Microsoft o Apple).
Prontamente legisló para que los pobres pagarán más impuestos y eximir de muchos de ellos a los ricos.
Poco después declaró una emergencia, condición que le permitía crear leyes en estado de ésta; entre ellas:
montó un golpe que le quitó el poder a los alcaldes y a los consejos municipales de Detroit, Flint, Pontiac y
Benton Harbor. El propósito era reducir y privatizar los servicios públicos.
Esto nos lleva, particularmente, a la localidad de Flint. Allí, activistas y líderes sociales como Nayyirah
plantean que al ver la situación no se puede creer que se esté en Estados Unidos, que en el imaginario son
cosas que suelen pasar en países Centroamericanos, no en la cuna del “sueño americano”. Para ella, como
para otros es una forma directa de atacar a las comunidades negras (y pobres). También veían en la actitud
de Snyder la de un rey que gobierna sin rendirle cuentas a nadie, al menos no a nadie que no haya sido
aportante a su campaña o a su partido político.
Flint es una ciudad con varias particularidades, entre ellas: tuvo una época de bonanza con varias
ensambladoras automotrices radicadas allí, pero luego vino una depresión económica y la población que
basaba su economía en ese mercado sufrió un gran golpe que hoy se puede leer claramente como pobreza;
la población es mayoritariamente negra, pero el poder gubernamental está representado en una minoría
blanca del 2%; Flint es la ciudad más pobre de los Estados Unidos, pero cuenta con la mayor fuente de agua
dulce superficial (casi el 85% de agua del país, y alrededor del 20% de toda el agua dulce del planeta), el
Lago Hurón (un lago glaciar puro de más de 10.000 años) que ha abastecido a la población por más de 50
años gracias a una red de acueductos públicos.
¿Cuál es entonces el problema? Todo ello parece ser una radiografía que se repite en muchas ciudades y
países alrededor del mundo. También lo es de Colombia, uno de los países más biodiversos del mundo, pero
mal gobernado, explotado y saqueado (tristemente, desde siempre). Solo se trata de hacer un paneo y
encontramos ejemplos en todos los puntos cardinales (todo el pacífico colombiano desde Nariño hasta el
Chocó, el caribe desde golfo de Urabá -límites de Chocó y Antioquia- hasta la Guajira, nuestras selvas
orientales y el Amazonas, etc.). La cuestión es que el gobernador Snyder hubiese podido dejar todo como
estaba, pero no fue así.
El gobernador promovió la construcción de un nuevo acueducto para la ciudad de Flint. Entre las
justificaciones se planteaba que había presencia de plomo en las tuberías del antiguo acueducto; otros decían
que se buscaba ser parte de un nuevo sistema regional; y otros, como Moore, consideraban que era algo
completamente innecesario y que era algo que solo buscaba favorecer (enriquecer) a inversores privados y a
los aportantes del partido republicano y de la campaña electoral de Snyder. El caso es que la construcción del
nuevo acueducto implicaba que Flint tuviera un suministro de agua diferente al del Lago Hurón y este solo
podía ser el río Flint (que con el tiempo se había convertido en un canal de aguas residuales).
En abril de 2014 se hizo el cambio del suministro de agua. ¿Se estaba en presencia de una depuración étnica
en cámara lenta? como lo plantea Moore. Se trata de un dispositivo de alrededor de 10 x 10 cm y un pequeño
botón del tamaño de una moneda. Al verlo es fácil asociarlo con las cámaras de gas del Tercer Reich y de
como la acción de un hombre podía acabar con decenas o cientos de vidas. Así mismo, el personaje que
activa el dispositivo que cambiaba el suministro de agua (no se identifica en el documental) se asemeja al
personaje de Eichmann que fuera llevado a juicio en Jerusalén en 1961 por su participación en el Holocausto
Nazi. Así parece que la banalidad del mal es tal que un hombre cualquiera (incluso pudo estar allí
aleatoriamente), puedo ser cualquier otro y sus actos contrarios a la moral e irresponsables son solo el
resultado de una actitud dócil y servil al jefe de turno. Así, las cosas la responsabilidad no cae en ese hombre,
ni en su mano, ni en su dedo, era solo un hombre como cualquiera cumpliendo con su trabajo.
Según las autoridades el cambio en el suministro de agua iba a ser imperceptible para un residente promedio,
pero el cambio no solo fue perceptible sino también escandaloso. Al poco tiempo a los pobladores se les
empezó a caer el pelo, a los niños -sobre todo- les empezaron a aparecer sarpullidos en todo el cuerpo, los
niños enfermaron, y los padres de los niños que no presentaban síntomas también estaban preocupados de
que enfermaran. La doctora Hanna-Attisha señalaba que todos los niños y niñas de Flint (una cifra que ronda
los 10.000) habían ingerido plomo presente en el agua, al tiempo que señala que no hay niveles de plomo
seguros en nadie. El daño “es potente e irreversible”, una vez dentro del cuerpo causa estragos: baja el
coeficiente intelectual de los niños; lleva a trastornos de impulso; problemas de memoria; conducta violenta y
agresiva; afecta el ADN (en una mujer expuesta al plomo se pueden ver los cambios en el ADN de sus
nietos). Las noticias del desastre llegaron a la oficina del gobernador quien envió “ayuda” discretamente para
averiguar que estaba sucediendo.
Un informe de 14 de octubre de 2014 traía malas noticias, básicamente lo que saltaba a la vista. El mismo
informe sugería que no se enviara copia a las autoridades ambientales y se recomendaba, por parte del
investigador estatal, volver inmediatamente al suministro de agua del Lago Hurón. El gobernador hizo caso
omiso a las sugerencias y encargó a sus relacionistas públicos que se “encargaran” del asunto. Así, por
ejemplo, aparecerían personajes como Jason Lorenz (de la Oficina de información pública de Flint) afirmando
que el agua de la planta siempre era de la máxima calidad. Es evidente que la preocupación del gobernador
Snyder no estaba en los pobladores de Flint, pero algo lo puso muy molesto.
La molestia y la preocupación de Snyder era que el agua del río Flint estaba provocando corrosión en piezas
de automóvil en la planta de General Motors (empresa donante del partico republicano y de la campaña de
Snyder). Tras ello ordenó que el agua de Flint pasara inmediatamente, de nuevo, al suministro del Lago
Hurón, pero solo para la planta de la General. Los pobladores de Flint continuarían bebiendo el agua
envenenada del río. La respuesta del establecimiento a la gente de Flint siguió siendo que el agua estaba
bien y que cumplía con todas las regulaciones federales y estatales. ¿Era premeditado aquello de envenenar
a una población mayoritariamente negra?
Al tiempo que el gobernador afirmaba: “… recordemos que el agua no es la única fuente de plomo, [y]
debemos incentivar a que la gente busque otros lugares de amenaza”, en un, quizás, descuidado
reconocimiento de que el problema sí existía, April Cook-Hawkins era instada a participar del encubrimiento
del problema. La gestora de casos en Flint, básicamente, debía cambiar las cifras ya que el Departamento de
Salud no quería que aparecieran ciertos valores en los informes, un valor normal es de 3.5 y en el registro real
llegaba hasta 14. Ella se negó, pero alguien más lo hizo. Todas eran pruebas de sangre que se le habían
hecho a niños y niñas, y todos fueron reportados con resultados de 3.5, encubriendo a los padres el
verdadero estado de salud de los niños y niñas.
Si la pregunta es ¿Por qué las personas no se iban de ese lugar? La respuesta sigue apuntando a la pobreza,
al mismo tiempo que muchos pobladores estaban atados a hipotecas ya que nadie les iba a comprar sus
predios. En protestas recurrentes se solicito la presencia del presidente (Obama en ese momento), del FEMA,
de la Agencia de protección Ambiental, del CDC, del Cuerpo de ingenieros del ejército. A todas luces se
trataba no solo de una crisis por el agua, sino también de un genocidio, de una crisis racial y de una crisis de
pobreza.
El 05 de mayo de 2016, 25 meses después de que se cambiara el suministro de agua para los pobladores de
Flint, llega Barack Obama, el presidente. Mientras tanto el gobernador Snyder se toma el escenario y entre
abucheos del auditorio afirma que comprende el enojo y la frustración, que pide disculpas y acepta que hay
una crisis con el agua y que era un problema a corto plazo. Arriba Obama entre júbilos de los presentes, con
sus mangas de la camisa recogidas dice que la recuperación de Flint es una obligación de todos,
comprometiéndose con esa responsabilidad. Luego carraspeó un poco la garganta y pidió un vaso de agua, el
público rio pensando que se trataba de un sarcasmo a la negligencia gubernamental estatal, pero lo hizo de
nuevo. Pidió un vaso de agua y no aceptó que fuera de botella como le gritaba la audiencia. El quería agua
del grifo (aunque no lo dijera), el agua llegó y el silencio del auditorio fue casi sepulcral.
Obama mojó sus labios (en realidad no bebió del agua), luego dijo que estaba seguro que de niño, de alguna
forma, había consumido plomo quizás al jugar con la pintura que se levantaba de las paredes de su casa.
Todo ese espectáculo fue suficiente para desmoralizar a los pobladores y para que saliera de nuevo el
gobernador, y ya sin disculpas, afirmara que el presidente había reforzado la idea de que el agua de Flint era
segura para el consumo. Así, con un simple acto se condenó a la golpeada y enferma población de Flint; al
tiempo que se condenaba con ello la idea de que los demócratas eran el último respaldo para enfrentar la
avanzada de los republicanos.
Algo más de un mes más tarde, el 25 de junio del mismo año, llega el ejército y empieza a hacer simulacros
de enfrentamientos en escenarios urbanos, para ello utilizaron los edificios abandonados de la población de
Flint, no era un ataque directo a los pobladores, pero todos estaban aterrorizados con las explosiones, los
sobrevuelos de los helicópteros, las descargas de ametralladoras, del ruido. El Departamento de Defensa del
gobierno de Obama estaba usando la población como un campo de entrenamiento sin siquiera haber avisado
a los pobladores. ¿Fue acaso la respuesta a las demandas de las personas por mejorar sus condiciones de
vida?

Referencias

Moore, M. (Dirección). (2018). Fahrenheit 11/9 [Película].


Smith, D. (10 de marzo de 2020). 'It was just left to the people': behind a chilling documentary on the Flint
water crisis. Obtenido de The Guardian: https://www.theguardian.com/film/2020/mar/09/flint-water-
crisis-documentary-anthony-baxter

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