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El puente unía y une la ciudad con uno de los barrios más antiguos, el
situado en torno a la calle Sagunto. Siendo por todo ello que estas puertas
llegarón a recoger hasta el 95% del acceso a la ciudad, como indica la
lapida del siglo XIX que todavia se conserva en las torres.
Las Torres de Serranos son uno de los monumentos más importantes que
nos recuerdan el carácter amurallado de la ciudad de Valencia, en época
medieval y cristiana.
Citan los
cronistas,
que la
ciudad,
ensanchada,
enriquecida y
apaciguada,
despues de
las revueltas
de la Unión y
de las guerras con Castilla, quiso embellecerse y el Consejo general y la
Fabrica de Muros y Valladares emprendierón obras dispensiosas, siendo
una de las principales la nueva puerta de Serranos.
Entre los elementos decorativos destaca la filigrana flamígera del arco del
triunfo central , con las armas reales en el centro y dos escudos de la
ciudad sujetados por ángeles esculpidos en los laterales. En el interior
llaman la atención las ménsulas sobre las que arrancan los nervios de las
bóvedas . En la decoración de las estancias interiores trabajarón insignes
artistas de la época como los pintores Pere Nicolau y Marçal Pintor. Estos
se encargarón de dorar y colocar las claves y los escudos que rematan las
bóvedas. En algunas partes de la sillería y mampostería se pueden
localizar algunos signos lapidarios que utilizaban los canteros para facilitar
el recuento de los bloques que se iban utilizando en la construcción.
Las torres disponen de un alto talud que forma su basamento en la zona
del foso.
En los duros años de la Guerra Civil fueron escogidas por su solidez como
depósito de los fondos pictóricos del Museo del Prado. Han sido retratadas
y descritas por el viajero inglés Henry Cook en sus "Annales" publicado en
Londres en 1585, y también por el francés Jouvín, en su "Voyage" de
1672. Laborde, otro francés, enviado como espía por Napoleón en 1813,
quedó subyugado por la belleza y solidez de esta construcción, considerada
como la más brillante obra gótica defensiva de la Península Ibérica.
Desde el año 1404 con el Rey don Martín I el Humano y hasta 1976, con el
Rey don Juan Carlos I, las torres han sido testigos mudas de las primeras
entradas de 22 Soberanos de la Corona de Aragón, rumbo a la Catedral.