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ETAPA 3 FILOSOFIA (ENSAYO)

Ismael VM
PREPARATORIA 16  Kevin Ismael Valdez Mar
Conflictos de la ciencia y religión en la Ilustración 

INTRODUCCION
Para hablar de Ciencia y religión en la Ilustración son muchos los factores a
considerar y nada claro el modo en que se combinan. Tenemos una época bien
definida: la Ilustración, el siglo XVIII. Tenemos también un país, Francia, el más
centralizado de Europa. Y tenemos dos factores a considerar: la ciencia y la
religión. Quien más quien menos, todos creemos saber en qué consisten y hemos
oído hablar de sus enfrentamientos lo largo de la Edad Moderna. Se trataría, por
tanto, de estudiar el conflicto entre ciencia y religión en el siglo XVIII y en Francia,
siglo durante el cual la racionalidad científica cobró un gran auge por estas
latitudes. ¿Por qué es falsa la idea de una ciencia enfrentada a la religión en la
Francia dieciochesca? Sencillamente, porque tanto la ciencia como la religión
carecen de homogeneidad en ese lugar y época, y porque ni una ni otra llegan a
formar frentes únicos para oponerse a instancias extrañas. Hay otra razón:
además de ser realidades heterogéneas se entremezclan hasta confundirse, como
espero mostrar enseguida. Pero hagamos primero un mapa aproximado de cada
una por separado.
El sintagma titular de esta cuestión (El conflicto entre la Religión y la Ciencia)
cristalizó en España, como fórmula que condensaba una enorme masa de
debates, entonces en plena ebullición (la fórmula opuesta correlativa fue esta otra:
La armonía entre la Religión y la Ciencia) a raíz de la traducción de la famosa obra
que Guillermo Drapear (doctor en medicina y leyes, profesor en la Universidad de
Nueva York, y autor de un tratado de Fisiología humana) había publicado en
inglés, en 1873, con el título de Historia of The Conflict Between Religión and
Sciencie. Dos traducciones, promovidas por círculos kraussistas, se hicieron en
español en el año 1876; una de ellas, anónima, en La Biblioteca Contemporánea,
y la otra, traducida directamente del inglés por Augusto T. Arcimis, con prólogo
copioso de Nicolás Salmerón. Por supuesto, siguieron otras traducciones de la
obra de Drapear: A. Gómez Pinilla, en la editorial Prometeo (patrocinada por V.
Blasco Ibáñez) o, para citar la última, ya en nuestros días, la reimpresión en Alta
fulla (Barcelona 1987) de la traducción de Arcinas, coordinada por Alberto Cardín
y asesorada, en la sección de Filosofía, por Alberto Hidalgo. También debemos
referirnos a la edición microfilmada, junto con las principales obras españolas que
reaccionaron contra ella, de Pentalfa microediciones, Oviedo 1987.
Las diferencias entre los dos campos son obvias. Las verdades religiosas tienen
su fuente en la creencia de que un dios sobrenatural revela verdades absolutas a
personas escogidas. Las escrituras así reveladas constituyen los textos sagrados
de diferentes religiones que son aceptados sin cuestionamientos por los fieles. La
autoridad viene de un poder divino y demanda obediencia absoluta, bajo pena de
consecuencias en otra vida después de la muerte, y en pecados transformados en
crímenes sancionados por leyes en países con teocracias o estados
confesionales.
Conflictos de la ciencia y religión en la Ilustración 

DESARROLLO
El primer conflicto de envergadura entre ciencia y religión ocurrió cuando Giordano
Bruno (1548-1600) fue quemado por la Inquisición Romana y Galileo Galilei (1564-
1642) fue arrestado. La física heliocéntrica reforzada por Galileo, Kepler, y
Newton ponía al sol en el centro del Universo, no la tierra como afirmaba la Iglesia
Católica.

Casos trágicos como el de Galileo Galilei y Giordano Bruno, asociados al


surgimiento de la revolución científica, llevaron a académicos del siglo XVIII y XIX
como John William Draper a postular una tesis de conflicto histórico permanente.
Mientras que la tesis es popular entre el público general, va perdiendo relevancia
entre historiadores contemporáneos de la ciencia. Esto se debe a que el problema
de demarcación es una preocupación filosófica relativamente reciente. La
antropología muestra que durante la mayor parte del tiempo las sociedades
humanas no distinguieron entre religión y ciencia. Históricamente, las
innovaciones científicas y técnicas previas a la Revolución Científica fueron
logradas a través de sociedades organizadas por tradiciones religiosas. Luego
gran parte del método científico fue innovado por académicos islámicos, y
posteriormente por cristianos.
El hinduismo aceptó la razón y el empirismo, indicando que la ciencia ofrece un
legítimo pero incompleto conocimiento del mundo. El pensamiento confucionista
ha mantenido diferentes puntos sobre la ciencia a través de la historia. La mayoría
de los budistas actuales ven la ciencia como complementario a sus creencias.
El conflicto entre ciencia y religión continuó en otros frentes. La Reforma
protestante buscó la libertad de conciencia individual en vez de la autoridad de la
iglesia. La Ilustración buscó extender los métodos de la ciencia a todas las áreas
de conocimiento, incluyendo la economía política, sociales y psicología. En el siglo
XVIII, la Revolución francesa proclamó los principios de libertad, igualdad y
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fraternidad en momentos en que las colonias católicas de América todavía se


nutrían del despojo y el trabajo esclavo de indígenas y africanos.
En 1950, el papa Pío XII en la encíclica Humani Generis declaró en esencia que
los católicos podían adoptar la teoría que los científicos aceptaran sobre el
desarrollo del cuerpo humano, siempre y cuando aceptaran que Dios, en algún
momento, decidió crearle un alma. Pero esta encíclica pone en tela de juicio la
validez de la teoría de la evolución de Darwin y aconseja a los fieles ser cautos.
Casi 50 años más tarde, el Papa Juan Pablo II en su mensaje a la Pontifica
Academia de Ciencias, el 22 de octubre de 1996, acepta la teoría de la evolución
como un dato científico no cuestionable, reafirmando a la vez la creencia en la
infusión del alma. Esta declaración es posible porque la interpretación Católica
de las Escrituras es la de que la Biblia no ofrece lecciones en ciencia y no debe de
tomarse literalmente. Esta es una posición opuesta a la de muchas iglesias
cristianas de origen estadounidense que interpretan literalmente la historia del
Génesis y se oponen a la enseñanza de la teoría de la evolución en las escuelas.
La autonomía de los campos científicos y religiosos predominó con anterioridad a
la sistematización conferida por el biólogo evolucionista estadounidense Stephen
Jay Gould. En su libro Rocks of Ages (1999), Gould propuso lo que él llamó “una
resolución simple y totalmente convencional sobre el supuesto conflicto entre
ciencia y religión”. Definió el magisterio como «el dominio donde una forma de
enseñanza tiene las herramientas apropiadas para lograr un discurso significativo
y su resolución. Divide así dos magisterios que no convergen: el de la ciencia y el
de la religión.
Sin embargo, este conflicto se debe en parte a las declaraciones falsas o
imposibles de probar efectuadas por ambos bandos. Durante siglos, los líderes
religiosos han enseñado mitos y leyendas, así como dogmas erróneos, que están
en pugna con los hallazgos científicos actuales y que no se basan en la Escritura
inspirada. Por ejemplo, la Iglesia Católica Romana condenó a Galileo por concluir,
correctamente, que la Tierra gira alrededor del Sol. El descubrimiento de Galileo
no contradecía la Biblia en absoluto, pero sí lo que la Iglesia enseñaba en aquella
época. Por otro lado, también es reprochable el que los científicos presenten como
un hecho la teoría indemostrable de que la vida evolucionó a partir de materia
inanimada sin la intervención divina. Además, ridiculizan las creencias religiosas
porque, en su opinión, carecen de rigor científico.
Según la físico Lisa Randall hablar del asunto es incoherente, ya que el mismo
concepto de compatibilidad-incompatibilidad depende de someterse a reglas
lógicas (como la regla de no-contradicción) para evaluar si una creencia religiosa y
una científica son compatibles entre sí. Sin embargo, la fe por definición no
pretende respetar dichas reglas.
Conflictos de la ciencia y religión en la Ilustración 

La Ilustración recrimina el excesivo número de clérigos, así como reprocha a los


religiosos su nula formación, su fanatismo y sobre todo su inutilidad e ignorancia.
Los ilustrados, deístas en su idea de creencia, renegaban de una religión
revelada. Es decir, la religión la entendían en su forma natural ya que sólo se
podía asimilar mediante la razón: por un procedimiento intelectual o filosófico.
No creían en libros sagrados entendidos al pie de la letra ni mucho menos en
clérigos intermediarios que mediante distintas coacciones anulaban el pensar por
sí mismo que tanto anhelaba la ilustración. Para ellos, dogma o milagro era
contrario a lo razonable. Sin embargo, sí aceptaban la idea y existencia de un Dios
creador. Lo llamaban causa primera, arquitecto del mundo, geómetra o relojero. Lo
entendían además como un juez que razona ya que este Dios era autor de las
leyes eternas e inmutables de la naturaleza y que al manifestarse probaban la
perfección de ésta última.

CONCLUSION
En conclusión, la ciencia y la religión desde hace más atrás de la ilustración y al
parecer muy pocas veces en la actualidad se han enlazado o han estado juntos
filósofos y padres o científico y papas tal es el caso de stheping Hawking que tuvo
contacto de hablar con el papa ya que stheping Hawking era ateo y al parecer ya
son casi más transparentes en estos tiempos donde se llegó a juntar filósofos o
científicos con religiosos.
Llego al término de mi exposición. Con ella no he pretendido acreditar la tesis de
que las relaciones entre ciencia y religión podrían ser mucho más
Conflictos de la ciencia y religión en la Ilustración 

amistosas y próximas de lo que lo han sido en los últimos tres siglos, aunque
probablemente se habrá adivinado que es lo que pienso a título personal. Lo único
que creo haber aportado es una serie de indicios que sugieren que el alejamiento
y los roces que surgieron entre ellas en Francia a lo largo del siglo XVIII podrían
haberse evitado de haber puesto un poco más de su parte los tres colectivos
implicados, esto es, el de los teólogos, el de los filósofos y de los científicos. Y de
todos ellos los que salen mejor parados son sin duda alguna los científicos.

BIBLIOGRAFIA

http://www.fundacionorotava.org/media/web/files/page147__12_JuanArana.pdf

https://acento.com.do/2012/opinion/204973-debate-ciencia-y-religion/

http://www.fgbueno.es/med/dig/gb89cc02.pdf

https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/102002401

https://filosofia.javeriana.edu.co/documents/3194180/5143867/elmito+for+bogota+2016.pdf/3c8
c5961-d92d-4c0f-a62d-f2c2d01bdc44

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