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Reflexiones, ¿qué debe ser la minería?

Por Aarón Morales


Recursos agotables o recursos permanentes
Está en decadencia: los mejores jóvenes ya abandonaron el sector
La minería es un desafío intelectual particularmente polémico dada su naturaleza de ente
político. Se ha dicho que el Perú es un país minero o solo un territorio mineralizado; que la
minería es una bendición o una maldición; que es el vehículo para el desarrollo del Perú o una
maquinaria de atraso. Indudablemente una discusión bizantina.
Es fácil explicar tal aparente babel: cada idea proviene de la percepción particular de cada
protagonista, en línea con sus intereses y prejuicios: la universidad, la empresa, el gobierno y
las comunidades dentro de cuyos territorios se desarrolla la extracción.
Todos, en permanente confrontación, en una situación que está produciendo más calor que
trabajo. Al moverse tan inercialmente, la minería se enreda en una falta de identidad que la
está volviendo intrascendente, en el mejor de los casos.
Las depresiones históricas a las que está sometida no son sólo consecuencia de la aleatoriedad
de los precios –el argumento oficial– sino fundamentalmente de la falta de una definición clara
de lo que debe ser, que se convierte en la primera tarea a emprender por los protagonistas. La
minería está en mayor peligro en épocas de precios altos, como la actual.
Como no se tiene una visión espacio-temporal que le defina una identidad se impondrá la idea
del grupo que cuente con la mayor fuerza bruta en el momento. Entonces, cada vez que cambie
la marea del poder se deshará lo hecho para volver a empezar y se volverá a perder la ocasión
de madurar esa idea superior que la conduzca por un camino de racionalidad. Los costos
marginales seguirán creciendo por encima de los ingresos marginales por lo que se seguirá
comportando como una succionadora de valor.
Alguien tiene que romper el nudo y promover la acción. La Universidad podría ser el agente
que lidere la búsqueda del propósito, o sea, el camino que permita convertir el trabajo con los
minerales en un promotor de desarrollo para no seguir justificando la expoliación –extracción–
en nombre de las divisas.
Seguir aceptando que el propósito de la minería es una obviedad inercial, un fin en sí misma,
llevará a que se prolongue la situación actual de sometimiento al azar.
La minería es una actividad que se mueve inercialmente y en permanente conflicto.
La minería peruana está estancada y sin rumbo porque viene haciendo lo mismo desde hace
500 años. En ese lapso el mundo ha cambiado dramáticamente, pero la minería peruana, no. Si
no reacciona, los minerales pueden seguir el mismo camino que el guano y el salitre y seguir
perdiendo el concurso de la juventud inteligente, que en la actualidad solo acude a ella por
descarte: ya no configura desafío intelectual.
La minería no cuenta con una legislación que se respete. Siempre se dio en función de los
intereses de los que detentaban el poder en el momento. Una de las causas de la protesta es que
nadie confía en la ley. Tal situación crea incertidumbre, y como consecuencia una elevación
del costo de capital: que encarece la aventura.
¿Qué es la minería en el Perú?
Como actividad librada al azar, se sostiene en un esquema al servicio de sí misma y hasta exige que
la sociedad se ajuste a sus requerimientos. Y, como sus resultados siempre dependieron de los
precios y del mineral considera a la gerencia y a las personas como entidades secundarias.
En la academia aún se afirma que la minería trabaja con recursos agotables, lo que la
autodefine como depredatoria: una entidad de la Colonia en pleno Siglo XXI.

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En el siglo XIX, se pusieron de moda el guano y el salitre que financiaron obras trascendentes
como el Ferrocarril Central. Esas “riquezas” se agotaron al ser superadas por productos de la
inteligencia. Lo mismo ocurrió con el caucho y ocurrirá con los metales. A nuestros padres no
les interesó averiguar la naturaleza abstracta de la actividad en que estaban. En el caso del
guano y el salitre, quizás estaban en el negocio de fertilizantes y explosivos, y cuando tomaron
conciencia ya habían sido reemplazados. Para los viejos el guano y el salitre eran agotables.
¿En qué negocio está la minería?
¿Qué debe ser la minería?
En el norte de Europa hay un país, Finlandia –300,000 Km2 de territorio helado y menos de
cinco millones de habitantes–. Allí se explotaban unos yacimientos de cobre desde principios
de siglo XX. Al terminar la II Guerra Mundial el gobierno finlandés dio un plazo a la empresa
minera para que el petróleo fuera reemplazado como fuente de energía en la fundición del
cobre. La respuesta fue el Flash Smelting, que en la actualidad es utilizado por cerca del 80 por
ciento de las operaciones de cobre en el mundo (Fuente: Ouktokumpu).
Luego idearon otros procesos para el plomo, el níquel y el zinc a la vez que creaban
instrumentación especializada para operaciones metalúrgicas. Actualmente se encuentran
investigando en física de materiales. Las minas se acabarán, pero su situación empresarial será
cada vez más sólida. En Finlandia no se verán con el espectáculo de ex-trabajadores mineros
pidiendo limosna para sobrevivir. El mineral solo fue el punto de partida que les permitió el
desarrollo del clásico talento que produce las diferencias entre las sociedades: la capacidad de
transformar aparentes debilidades en ventajas. Los finlandeses transformaron los minerales en
recurso permanente, esa fue la teoría que aplicaron. El mismo ejemplo se puede encontrar en la
minería de hierro sueca o en la historia de empresas como 3M y Hitachi, gigantes corporativos
que han hecho de las personas su principal recurso.
Es indispensable contar con una teoría. Los supuestos básicos sobre los que se maneja el
mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial han cambiado drásticamente. La existencia
de minerales ya no equivale a riqueza, hace mucho que perdieron su valor estratégico. El
mundo está consumiendo cada vez más software que hardware. Una teoría según la cual la
minería maneja recursos no agotables podría ser la base de la estrategia que se busca.
La minería peruana se mueve en una falencia financiera crónica. Sus ingresos dependen de
decisiones que siempre respondieron a intereses diferentes a los suyos. Por no entenderlo actúa
bajo el supuesto que el progreso consiste en incrementar los volúmenes de extracción, que es el
origen de la trampa financiera de la que no puede escapar.
Como no ha puesto al día su teoría siempre estuvo buscando la manera de explicar sus
resultados y acude a falacias como aquella que la que la minería trae inversiones.
¿Cómo abandonar la teoría de los recursos agotables? En primer lugar, entender los cambios
que produjeron la caducidad de la teoría anterior. Una teoría caduca cuando agotó su capacidad
de crear valor.
¿Cómo hacer para evitar que la inteligencia siga abandonando la minería? ¿Se tiene conciencia
que los mejores jóvenes hace tiempo que la abandonaron? Esa sí es una muestra de decadencia.
¿Ante quienes deberá dar cuenta de sus logros?
Ante dos jueces: el primero, la sociedad peruana, la titular de los minerales y del entorno. La
sociedad exige que el mayor valor posible derivado del trabajo sobre los minerales se genere
en el Perú: que debería ser una obligación autoimpuesta. El sector deberá atender la exigencia
si pretende que la sociedad peruana se comprometa con ella. ¿Cuánto de trabajo peruano de
calidad es generado cada vez que se desarrolla un proyecto de inversión? Por qué no se exige,
siquiera, que la ingeniería se realice en el Perú?

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El otro juez es la tecnología actual que exige materiales con cada vez menor cantidad de
residuales un desafío para la creatividad en metalurgia, podría ser una forma de detener la fuga
de jóvenes brillantes.
La propuesta
“la minería transforma minerales en recursos”.
La aceptación de esta estrategia traerá cambios profundos en la actitud de todos los agentes:
desde nuevos planteamientos políticos, pasando por una renovación completa de paradigmas;
el primero, que el recurso es el hombre no el mineral. Por su parte la academia deberá cambiar
su filosofía y sus contenidos.
La teoría propuesta acabará con el mito del volumen de producción. Pasará al olvido el jactarse
de ser un importante extractor de volúmenes. La minería se embarcará en desafíos que exigirán
esfuerzos de mayor categoría intelectual, y los precios de los commodities ya no serán los
únicos responsables de los resultados.
La industria siderúrgica con el desarrollo del hierro esponja ofrece una muestra de aplicación
de la inteligencia al mineral.
Las sociedades desarrolladas realizan el esfuerzo propuesto en forma permanente y en línea
con sus intereses. Ellas usan la inteligencia para liberarse de la dependencia.
El traslado de electrones ya reemplaza al de materiales. El circuito integrado con un software
aparente reemplaza al trabajo repetitivo del tecnólogo. Los objetos, fabricados con materiales
cada vez más livianos y confiables. El diseño pasa a ser un estado de la materia; e = mc2.
En resumen:
El sector está en decadencia, ha sido abandonado por los jóvenes brillantes. No se está
entendiendo su importancia.
Bajo la teoría actual la persona es desechable, el mineral es la fuente de valor y los precios
garantía de los resultados.
La razón, la minería no se ha negado para actualizarse, no ha definido qué debe ser
La propuesta, “ser una actividad que transforma minerales en recursos”

Lima, 03/2000, marzo 2013


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