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LA IMPORTANCIA

DE LA

ORACIÓN

Iniciamos nuestro curso de liturgia con una breve reflexión sobre


la oración. Juan Calvino mencionó que “la alabanza y la acción
de gracias deben ir siempre unidas a nuestras oraciones”1 , de este
modo no podemos pensar en el culto cristiano sin pensar inme-
diatamente en la oración. De hecho en ocasiones se ha definido el
culto como la “asamblea de oración”. Cuando nos reunimos
como pueblo para orar estamos adorando, celebrando, pidiendo
y dando gracias a Dios, siguiendo a Calvino, cuando juntamos
las peticiones y las acciones de gracias a Dios:

Le manifestamos nuestros deseos, pidiéndole no solamente


lo que se refiere al aumento de su gloria y a ensalzar su
nombre, sino también lo que mira a nuestro servicio y prove-
cho. Al darle gracias, celebramos con alabanzas sus benefi-
cios y mercedes, protestando que todo el bien que tenemos lo
hemos recibido de su liberalidad.2

De este modo, nos damos cuenta que estamos llamados continua-


mente a ofrecerle culto a Dios porque no faltan los motivos para
agradecerle o bien para clamar a El. Sin embargo, ya desde aquí
podemos ver que la oración es también expresión de la historia,
de lo que Dios ha hecho, de lo que está haciendo y lo que hará;
en consecuencia, el culto tiene una dimensión histórica profun-
da, es tiempo de manifestación de Dios como en la llamada de
Moisés (Éx 3-4), Isaías (Is 6) o Jeremías (Jer 1) o los demás profetas

1 Juan CALVINO Institución de la religión cristiana. III, xx, 28. 3ed. Trad. Cipriano
de VALERA. Países Bajos, Feliré. 1986, p. 696.
2 Idem.
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LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN
en donde se nos dice específicamente el tiempo histórico en que
tal manifestación de Dios ocurrió: “En el año en que murió el rey
Uzias vi yo al Señor…” (Is 6:1). A esta manifestación de Dios hay
una respuesta, un servicio, un movimiento, que les convierte en
profetas, o mensajeros. De este modo, como menciona Xabier
Pikaza:

La oración se vuelve así fuente de futuro. Siendo palabra


de Dios y respuesta activa del humano, ella es lugar de
realización histórica. Dios no se encuentra en el puro
mundo, ni en la interioridad extra-mundana, sino en la
misma tarea de la comunidad creyente y orante que traza
su camino de futuro desde la misma Palabra divina.3

La oración histórica se vuelve comunitaria, ya que el orante, al


comunicarse, al unirse con Dios en la oración se vincula con su
pueblo tornándose así en una comunidad de orantes, ya que la
experiencia del encuentro con Dios se expresa en la oración
comunitaria en donde “se celebra y se recuerda la presencia de
Dios tanto en la palabra compartida como en la celebración del
misterio”4 .

Aunque la oración es colectiva en el culto, es dirigida únicamente


a Dios, a aquel que nos ha hablado, que nos confronta y en esta
confrontación nos descubrimos “desnudos”, como “hombres
que tienen labios inmundos y habitan en pueblo que tiene labios
inmundos”. En esta situación no estamos solos, contamos unos
con otros, “la oración no nos puede alejar de los hombres, no
puede sino unirnos más a ellos porque se trata de una cuestión
que nos concierne a todos”, decía Kalrt Barth5 , pero aún ello es
gracias a Dios.

La oración es un Don de Dios, por lo cual, cuando oramos,


hacemos uso del ofrecimiento de Dios que nos confronta nueva-
mente, al ser una gracia de Dios, el ser humano la toma porque
3 Xabier PIKAZA, El fenómeno religioso. Curso fundamental de religión. Madrid,
Trotta. 1999, p. 244.
4 Ibid, p. 245.
5 Karl BARTH, La oración. Reflexiones sobre el Padrenuestro. Trad. José MÍGUEZ
Bonino. Buenos Aires, La aurora. 1978, p. 18.
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LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN
se reconoce como necesitado de dicha A P U N T E S
gracia.

Cuando oramos, nuestra condi-


ción humana nos es revelada,
sabemos que estamos en angus-
tia y en esa esperanza; Dios nos
coloca en esa situación, pero al
mismo tiempo el viene en nues-
tra ayuda. La oración es pues la
respuesta del hombre cuando
comprende su miseria y sabe
que el socorro se aproxima.6

Pero oramos “Padre nuestro”, no “pa-


dre mío”. Es decir, es una oración
comunitaria. Jesús mismo lo indicó,
cuando oren, digan “Padre nuestro”.
“Esta es una exhortación de cuán fra-
terno afecto debemos tener los unos
para con los otros, pues todos somos
hijos de un mismo Padre, y con el
mismo título y derecho de gratuita
liberalidad”7 .

Pero también la oración nos muestra


un aspecto central del culto y es que es
un diálogo. El que ora, cree, no es un
monólogo, sino que Dios está presen-
te, El escucha y responde de algún
modo. La oración consiste en ese in-
tercambio entre el nosotros de los
orantes y el tú de Dios. Dios habla,
escucha y responde. “Dios habla a los
hombres para revelarse; responde
cuando el hombre se le dirige. En este
caso Dios es quien habla primero. La

6 Ibid, p. 28
7 Juan CALVINO, op cit., III,xx,38, p. 707.

9
LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN
oración es entonces, de alguna manera, una respuesta”8 .

La oración comunitaria es la que más trabajo exige de nosotros,


ya que es nuestro tiempo de hablar. Después de escuchar la voz
de Dios, nos corresponde dirigirnos a El y esta oración ha de ser
nuestra palabra, ya D. Bonhoeffer decía:

Nuestra oración por ese día, por nuestro trabajo, por


nuestra comunidad, por las miserias y los pecados
particulares que pesan sobre todos, por las personas
que nos están encomendadas. ¿O tal vez no debería-
mos pedir nada para nosotros? ¿Sería inadmisible la
necesidad de orar en común y con nuestras propias
palabras por nosotros? Sea como fuere, es imposible
que cristianos llamados a vivir bajo la autoridad de la
palabra no acaben por dirigir, también unidos, sus
oraciones personales a Dios. Presentarán a Dios las
mismas preces, la misma gratitud, la misma interce-
sión, y deberán hacerlo con alegría y confianza.9

Pero hay que aprender a orar. Los discípulos se acercaron a Jesús


y le pidieron que les enseñara a orar. Nosotros también ahora
debemos ir a Jesucristo. Orar no es sólo desahogar el corazón sino
encontrar a Dios, con el corazón lleno o vacío y la oración en
comunidad ha de ser la oración de todos, no la de un individuo
que la pronuncia. Al que se le encomienda orar por la comunidad
es importante que comparta los intereses y preocupaciones de la
comunidad:

Es preciso que comparta la vida diaria de la comunidad,


que conozca sus afecciones y necesidades, su alegría y
gratitud, sus ruegos y esperanzas. Tampoco debe ignorar
su trabajo y sus problemas que éste acarrea. Ora como un
hermano en medio de otros hermanos. El no tomar su
propio corazón por el de la comunidad, exige lucidez y
vigilancia. Por esta razón será útil que reciba conti-

8 Angel GONZALEZ, La oración en la Biblia. Madrid, Cristiandad. 1968, p. 21.


9 Dietrich BONHOEFFER, Vida en comunidad. 5 ed. s/t. Salamanca, Sígueme.
1982. p. 63.
10
LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN
nuamente ayuda y consejo de A P U N T E S
los demás y que recuerde en su
oración esta necesidad, aquel tra-
bajo, a tal persona determinada.
De este modo la oración se trans-
formará cada vez más en la ora-
ción de todos los que forman la
comunidad.10

Es importante notar que la oración es


la actividad que nos une como pueblo,
que nos permite alzar la voz hacia el
Señor y es además el don por el que el
Señor nos capacita para dialogar con
El. Nuevamente, la oración es una
actividad de comunidad, de pueblo de
Dios porque la experiencia personal
con Dios está abierta a la experiencia
en comunidad con Dios, así es estar
dispuestos a dar de la propia experien-
cia y a recibir de la experiencia de otros
con Dios.

A priori puede ya decirse que


Dios es Dios de un pueblo y que
la experiencia de Dios tiene que
ser hecho por todo un pueblo. En
lenguaje más sistemático tiene
que decirse que no hay ninguna
experiencia personal concreta
que agote el misterio de Dios y
que entre las experiencias per-
sonales concretas de todo el pue-
blo de Dios puede ir acercándose
asintóticamente al encuentro con
Dios en plenitud […] Nadie
debería ser tan timorato que

10 Ibid, p. 64

11
LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN
pensase no tener nada que ofrecer a otros de su propia fe,
y nadie debiera ser tan presuntuoso como para pensar que
no puede recibir para su propia fe la de los otros.11

De esta manera podemos decir que nosotros, somos templo de


Dios, espacio de invocación y presencia que es a la vez acogido por
Dios mismo como morada, templo “místico” del Señor, es decir,
lugar consagrado. Como J. Daniélou afirma:

El templo no es un simple edificio, sino el lugar


consagrado; y si se le considera en sus perfeccionamien-
tos sucesivos, lo primero es el templo cósmico, con la
presencia de Dios en el universo; a continuación, el
templo mosaico, habitación de Dios en el tempo de
Jerusalén; después el templo crístico, presencia de
Dios en la persona de Cristo; más tarde, templo místi-
co, Dios en el corazón de los cristiano elegidos; y
finalmente, el templo escatológico.12

Cuando oramos como pueblo y rogamos al Dios y Padre celestial


en los tiempos de angustia, nos convertimos en espacio de
consuelo y esperanza, pero no por nosotros mismos, sino por lo
que la cercanía de Dios, un Dios que a veces se oculta y que en
medio de su pueblo, sin embargo, está. Es el Dios de Jesucristo el
que responde para sanar al enfermo, para perdonar el pecado,
para liberar al oprimido y para levantar al caído. La oración en
común es vital y da sentido a la iglesia, así frente a la búsqueda
de Dios, la iglesia ha de ser una “iglesia santuario”, como dice
Ronaldo Muñoz:

Un espacio humano donde el pueblo y cada uno puede


encontrarse con su Dios, una escuela de oración y adora-
ción “en espíritu y en verdad”, un camino compartido
para crecer en la fe y el conocimiento del Dios de la vida,

11 Jon SOBRINO, “Espiritualidad y seguimiento de Jesús”, en I. ELLACURIA Y J.


SOBRINO, Mysterium liberationis. Conceptos fundamentales de la teología de la liberación.
2 ed. Madrid, Trotta. 1994, T. II, p. 474,
12 Citado en Rosino GIBELINI, La teología del siglo XX. Trad. Rufino Velasco. Santander,
Sal Terrae. 1998, p. 205.

12
LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN

del Dios del reino predicado y A P U N T E S


encarnado por Jesucristo. La ca-
pillas y los templos materiales
pueden ser espacios de acogida y
signos visibles. Pero es la comu-
nidad misma, con sus rostros y
su fraternidad concreta, con su
oración y sus celebraciones bien
“situadas”en la vida, la que tie-
ne que constituir para el pueblo
el”cuerpo” de Cristo” y el “tem-
plo del Espíritu”, el espacio hu-
mano donde encontrarse con el
Dios vivo.13

Como podemos apreciar, la liturgia


nos lleva a un plano colectivo, a una
verdadera relación entre los miembros
de una comunidad, entre el miembro y
el cuerpo. Tomamos en nuestro desti-
no, el destino de los demás.14 Las ora-
ciones arrastran a los presentes como
una ola más allá de ellos mismos y del
círculo familiar hacia la comunidad,
aun hacia los ausentes, hacia la ciu-
dad, hacia las naciones, hacia los que
padecen y están sufriendo, hacia los
que están en peligro, hacia los que
agonizan. El culto no se deja centrar
en una persona, en un individuo, siem-
pre es compañerismo. Quizá por ello
dijo Jesús “porque donde están dos o
tres congregados en mi nombre, allí
estaré yo en medio de ellos” (Mt 18:20).

13 Ronaldo MUÑOZ, “Experiencia popular de Dios y de la iglesia” en J. COMBLIN, et


al (comps.), Cambio social y pensamiento cristiano en América Latina. Madrid, Trotta.
1993, p. 169.
14 Cf. Paul EVDOKIMOV, Ortodoxia. Trad. Enrique PRADES. Barcelona, Peninsula.
1968, p. 263.

13
LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN

LA IMPORTANCIA
DE LA

ORACIÓN

LA ALABANZA Y LA ACCIÓN DE GRACIAS DEBEN IR


SIEMPRE UNIDAS A NUESTRAS ORACIONES.

No podemos pensar en el culto cristiano sin pensar


inmediatamente en la oración.

Estamos llamados continuamente a ofrecerle culto


a Dios porque no faltan los motivos para agradecerle
o bien para clamar a El.

LA ORACIÓN ES TAMBIÉN EXPRESIÓN DE LA HISTORIA

El culto tiene una dimensión histórica profunda, es tiempo


de manifestación de Dios como en la llamada de
Moisés (Éx. 3-4), Isaías (Is. 6) o Jeremías (Jer. 1).

La oración es pues la respuesta del hombre cuando


comprende su miseria y sabe que el socorro se aproxima

La oración histórica se vuelve comunitaria: oramos


“Padre nuestro”, no padre mío”: Somos hijos de
un mismo Padre.

14
LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN
PERO TAMBIÉN LA ORACIÓN NOS MUESTRA UN
ASPECTO CENTRAL DEL CULTO Y ES QUE ES UN
DIÁLOGO.

La oración consiste en ese intercambio entre el nosotros


de los orantes y el tú de Dios. Dios habla, escucha
y responde.

La misma intercesión será con alegría y confianza.

PERO HAY QUE APRENDER A ORAR.

Orar no es solo desahogar el corazón sino encontrar a


Dios.

La oración al ser comunitaria, es también espacio


para dar y recibir.

NOSOTROS SOMOS TEMPLO DE DIOS.

Somos espacio de invocación y presencia que es a


la vez acogido por Dios mismo como morada,
templo “místico” del Señor, es decir, lugar consagrado.

Nos convertimos en espacio de consuelo y esperanza,


pero no por nosotros mismos, sino por lo que la cercanía
de Dios

Debemos ser una “iglesia santuario”.

La liturgia nos lleva a un plano colectivo,


siempre es compañerismo.

15
LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN

16
JUSTIFICACIÓN
NECESIDAD DEL

CULTO

En hebreos 10:23-25 leemos:

Mantengámonos firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que


profesamos, porque Dios cumplirá la promesa que nos ha hecho.
Busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor
y a hacer el bien. No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como
hacen algunos, sino démonos ánimos unos a otros; y tanto más cuanto
que vemos que el día del señor se acerca.

Hay en verdad una necesidad del culto, pero se nos muestra que el
celebrarlo es un mandato. Cuando la iglesia celebra el culto, no
inventa nada, simplemente obedece. Y obedece al mandato de Jesús:
“hagan esto en memoria de mí” (Lc 22:19). El culto es instituido por
Cristo, pero hay que observar que no es un culto de predicación
solamente, sino un culto de comunión (eucarístico); esto lo veremos más
adelante, pero cabe recalcar que el culto es un mandato del Señor en
primer lugar, así: “el culto es necesario por estar instituido por Cristo,
y ordenado por él”1 .

Y auque es cierto que el culto nos ayuda renovar y reforzar mi


comunión con Dios, es un espacio para oír la Palabra de Dios, que es
un medio que Dios usa para transformarnos, que en el culto podemos
“disfrutar” de la comunión de unos con otros y otras cosas más,2 lo
cierto es que, como bien señala Alfred Küen, el objetivo principal del
culto es adorar a Dios:

1 J.J. Von ALLMEN, El culto cristiano. Su esencia y celebración. Trad. A.


CHAPARRO Y L. BITINI. Salamanca, sígueme. 1968, p. 114.
2 Cf. Alfred KÜEN, El culto en la Biblia y en la historia. Trad. Eva BARCENA.
Terrassa, CLIE. 1995, pp 24-28.
17
JUSTIFICACIÓN NECESIDAD DE CULTO
La clave del culto es que es para Dios […] Nunca más saldré
decepcionado si el sermón no me ha gustado, si “no he recibido nada”,
si no he encontrado la relación que deseada con los hermanos y las
hermanas, ni he “sentido la presencia del Señor. Si por el contrario,
he podido alabar y adorar a Dios a través de mis cánticos, mis
oraciones y mi ofrenda, mi culto habrá cumplido su objetivo principal.
Si buscamos “primeramente” responder a este objetivo, todas las
demás bendiciones que hemos enumerado anteriormente “nos serán
añadidas”.3

Por otro lado, el culto necesario por estar suscitado por el Espíritu
Santo. Negarse a celebrar el culto, es negar la obra del Espíritu Santo,
“es negar lo propio del Espíritu, que es dar a los hombres las prendas
del mundo venidero (2 Cor 1,22; 5,5), trasplantarlos al reino futuro,
que será una inagotable asamblea litúrgica”.4 El gozo y la alegría de
la salvación en Jesucristo, así como la acción de gracias de los creyentes,
es provocado por el Espíritu Santo de Dios. Además, nadie puede decir
que Cristo es el Señor sin la ayuda del Espíritu Santo (1 Cor 12:3). Y sólo
por el Espíritu podemos clamar a Dios “Padre” (Gal 4:6 y Rom 8:15).

El culto es necesario porque es una de las formas de realizar la historia


de la salvación, ya que es Dios el que obra en el culto, por su palabra
y por los sacramentos. Si se desecha el culto, se declara con ello que no
es Dios el que obra en él.5 La evangelización no es una meta del culto,
pero puede ser una consecuencia (Sal 40:3).

Pero hay otras cosas que suceden cuando celebramos el culto.


Proclamamos el señorío de Cristo, ya que celebramos su resurrección
y le llamamos “Señor” nuestro y del mundo. Testificamos a otros
creyentes y nos edificamos por nuestra presencia, por nuestra 7
participación, por nuestros cánticos y palabras, por nuestra
participación en la Santa Cena, por la oración, por el testimonio de los
hermanos, por nuestro saludo y nuestro compartir la fe y la esperanza.

Cuando celebramos el culto, luchamos de una manera eficaz contra


Satán y las fuerzas idolátricas del mundo J. J. Von Allmen expone:

3 Ibid, p. 28.
4 J.J. Von ALLMEN, op cit, p. 116.
5 Ibid, p. 117.
18
JUSTIFICACIÓN NECESIDAD DE CULTO

PARA TESTIFIC
TESTIFICAR ANTE
TIFICAR
EL MUNDO Y QUE SEA SAL VO.
SALV

L
a evangelización no es la meta hombre de hoy en día no se parece en
del culto, pero puede ser un nada al creyente devoto del siglo XIX,
resultado. David pensaba así que pasaba aquí esperando un mundo
cuando decía que “Dios puso luego en mejor –lo que, en el fondo, no es malo-
mi boca cántico nuevo, alabanza a . Pero creyó que para ser plenamente
nuestro Dios, verán esto muchos y hombre se debía rechazar la idea de
temerán, y confiarán en Jehová” (Sal creer en Dios y que, por el contrario,
40:3). Cuando exhortaba a “cantar y se debía proclamar que no se tenía “ni
proclamar la gloria de Dios entre las Dios, ni señor”.
naciones” (Sal 96:3; cf. 98:1-2; 105:1- La consecuencia es que el hombre ha
3) con la finalidad de que lleguen al perdido el sentido de su dignidad. Si el
conocimiento de Dios. hombre ya no es una criatura a la
“La única esperanza del mundo, es la imagen de Dios, sino simplemente un
Iglesia, y la única esperanza de la Iglesia animal más evolucionado que los de-
es el retorneo a la práctica del culto” más, puede ser manipulado, utilizado
(W. Wierbe, 86, p. 160). El arzobispo o suprimido a voluntad: los 6 millones
anglicano William Temple llegó a de- de judíos aniquilados por Hitler, las
cir: “Sólo una cosa puede salvar al decenas de millones de abortos, sólo
mundo del caos político y de la ruina: son dos testimonios de la pérdida del
el culto” (citado por G. Kennedy: sentido del valor y la dignidad del
reader´s Notebook (Harper, New hombre. “Habiendo perdido en nues-
York 53, p. 324). tro tiempo el sentido del culto, hemos
Vivimos en un contexto consciente y perdido algo realmente importante: el
voluntariamente ateo. En 1828, sentido de la vida” (D. McKee 71, p.
7 Ludwing Feuerebach expresaba así el 10).
propósito de su vida y de su obra: “Mi Dag Hammarskjöld, antiguo secreta-
objetivo ha sido transformar a mis rio general de la Naciones Unidas,
lectores de amigos de Dios en amigos escribía: “Dios no muere el día que
del hombre, de creyentes en pensado- dejamos de creer en un dios personal,
res, de devotos en trabajadores, de sino que somos nosotros los que
candidatos de un mundo futuro en morimos ese día en el cual nuestras
studiantes de nuestro mundo presente, vidas dejan de estar iluminada por la
de cristianos cuyas creencias hacen de luz constante, renovada día a día, de
ellos personas simples y medio angeli- una maravilla que tiene su origen más
cales en hombres que sean plenamente allá de toda razón”.
hombres”. Su deseo se ha cumplido: el ¿Qué puede dar sentido a la vida si Dios

19
LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN
ya no existe? “No creer en Dios es él lo que nos inspirará amor hacia los
creer en uno mismo” decía K. Barth. demás; es su señorío sobre nuestras
¿Es éste el único sentido de la vida? vidas el único poder que ha podido
“Comamos y bebamos que mañana vencer al mundo y a sus dioses” (G.
moriremos” […] Kendrik, 85, p. 39).
Es también el culto donde nos prepa- La evangelización también tiene como
ramos para el testimonio. La iglesia objeto el culto: es un llamamiento a
primitiva sacaba las fuerzas para testi- dejar los cultos falsos y a volver al culto
ficas de las reuniones de culto “en el del Dios vivo y verdadero” (1 Tes 1:9).
templo y en los hogares” (Hec. 2:46).
“Un culto que es un encuentro con el
Dios vivo, amoroso, sufriente siempre
nos enviará al mundo para ser más y Alfred kÜEN, op cit, pp. 40-43.
más como él… Es nuestro amor hacia

Por el culto, el campo quitado por el Espíritu Santo al dominio del


maligno queda ocupado y protegido; así sabe el mundo que, si está
condenado por la presencia de la Iglesia, aún no está perdido, sino
llamado a cambiar de dueño, y a reconocer como señor a quien es su
salvador. Así, pues, la Iglesia mantiene abierta, no exclusivamente,
sino también por su culto, la herida que la resurrección de Cristo y la
efusión del Espíritu santo han producido en la autojustificación del
mundo, y en este sentido prosigue la historia de la salvación.6

Cuando nos reunimos en el culto, realmente enfrentamos el mundo


de las tinieblas ya que damos adoración al único y verdadero Dios, no
a los ídolos; mediante nuestra oración resistimos al diablo (Stgo. 4:7),
condenamos la obras de las tinieblas, y el Dios nos reviste de poder
de lo Alto para luchar contra el enemigo (Ef 1:11, Col 1:13).7

Pero un queda una razón más para apuntar la necesidad del culto hoy,
y es que el reino de Dios no está plenamente aún con todo su poder.
Aunque ya está el reino como “levadura que leuda toda la masa”, aun
no está totalmente. La Iglesia demuestra por el culto que Dios ha
visitado el mundo en Jesucristo y aún lo sigue haciendo, que no
estamos solos, perdidos, sino que Dios tiene un lugar para que nos
entreguemos a El y El a nosotros. Pero este presentarnos delante de

6 Ibid, p. 119.
7 Cf. A. KÜEN, op cit, pp. 43-44.

20
LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN
él hace algo extraordinario, nos permite A P U N T E S
presentarnos ante El “como éramos antes
de la caída y como seremos después de la
parusía”.8

Finalmente, aunque no es lo más


importante, el culto es “útil”, al menos en
tres formas: pedagógica, ya que en el
culto se nos enseña a ser cristianos, a
encontrar a Dios, a encontrar al mundo,
a encontrar al prójimo, se aprende la fe,
la esperanza y el amor; tiene una utilidad
sociológica en cuanto reúne a los
hermanos y les da una cohesión más
profunda y solidaria más esencial que la
que se puede tener en el mundo;
finalmente tiene una utilidad psicológica
en tanto es espacio de refugio de paz y de
alegría; es oportunidad de decirle al Señor
que le queremos servir, ponernos a su
disposición y decirle que le amamos.9

8 J. J. Von ALLMEN, op cit, p 120.


9 Cf. Ibid., pp. 120-122.

EL FRUTO DE L
FRUTO A ADORA
LA CIÓN.
ADORACIÓN.

E
n uno de los más grandes pasajes de la literatura universal, el escritor
alemán Goethe, pone las siguientes palabras en la boca de uno de sus
personajes: “Existe una cosa la cual ningún hombre trae consigo al mundo
y sin embargo, de ella depende todo para hacer de él un hombre en todo el
sentido de la palabra, esta cosa es reverencia”.
Esta reverencia que impulsa a mirar hacia arriba, es la fuente de las otras
reverencias, a saber, reverencia por lo que está alrededor de él y reverencia por
lo que está debajo de él.
Lo que quería decir el gran humanista aunque no lo expresara concretamente
era esto: El logro de la verdadera humanidad, digna de ese nombre, es fruto de
la adoración religiosa. Para ser, en el más puro sentido del término, un hombre
para el hombre, esto es, uno que siente simpatía e interés por el prójimo y está
preocupado con pasión por los menos afortunados que él, para lograr ese
21
LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN
sentido de los humano, el hombre debe alzar sus ojos a los montes, es decir,
debe adorar a Dios.
Empero ¿qué significa adorad a Dios en un sentido cristiano? En esa mirada hacia
arriba que caracteriza a la verdadera adoración, debe haber una conciencia
sensible acerca de Dios, un conocimiento verdadero de Dios y una sincera
aspiración hacia Dios. La verdadera adoración debe ir acompañada de un
sentido del deber expresado en obediencia a Dios. Esta obediencia debe ser
algo completamente diferente a la práctica de ejercicios religiosos, ya sean éstos
simples o complejos o bien a la observancia de una conducta moralista.
[…] El verdadero significado de la adoración cristiana ha sido expresada en la
frase “servicio divino”. Cualquiera que sean los elementos acompañantes de la
adoración, siempre deberá ser ésta una expresión reverente y obediente de
nuestro amor a Dios, junto con un servicio de amor a nuestro prójimo, a quien
debemos considerar como un hijo de Dios.

JUAN A. MACKAY. El Sentido Presbiteriano de la vida. Lo que significa vivir


y adorar como presbiteriano. Tra. Abel CLEMENTE. México, El Faro. 1970,
pp. 203-204.

22
ADORAR
Y

ALABAR

En el diálogo de Jesús con la samaritana, ante la pregunta de ella


sobre el mejor lugar para adorar a Dios, Jesús responde:

Pero llega la hora, y es ahora mismo, cuando los que de


veras adoran al Padre lo harán en un modo verdadero,
conforme al Espíritu de Dios. Pues el Padre quiere que así
lo hagan los que lo adoran. Dios es Espíritu, y los que lo
adoran deben hacerlo de un modo verdadero, conforme al
Espíritu de Dios (Juan 4:23-24).

La palabra adorar (proskynéo) significa fundamentalmente “be-


sar”. En las esculturas egipcias se encuentran personas adorando
con la mano extendida lanzando un beso a la divinidad. Entre los
griegos, adorar es una palabra que se usaba para designar la
adoración a los dioses y tiene el significado de “caer de rodillas”1 .

En el A.T. el verbo adorar (hichtaHawah), aparece más de 170 veces


y también hace referencia al gesto de inclinarse, encorvarse, hacer
una reverencia. Este semitismo delimita la adoración de Jehová de
toda adoración pagana, es decir, adorad a Dios es reconocer su
superioridad, es levantar el rostro darse cuenta de su santidad y
de la perfección de Dios.2

1 Cf. H. SCHÖNWEISS, “ Oración”, en L. COENEN, et al, Diccionario teológico del


Nuevo Testamento. V. III. Trad. M. BALASCH, et al. Salamanca, Sígueme. 1980, p.
222.
2 Idem.

23
ADORAR Y ALABAR
Según el A.T. Israel se encontró en diversas ocasiones tentado a
seguir otros cultos paganos, y los profetas continuamente lucha-
ron contra ello. Los cultos paganos les eran atractivos al pueblo
en parte porque no demandaba mucho del adorador, simplemen-
te debía guardar ciertas “reglas rituales”, y en cuanto a su vida
cada quién podría hacer lo que le pareciera. En cambio la
adoración a Jehová implicaba que tanto los gestos externos,
actitudes y palabras debían coincidir con una obediencia a la ley
de Dios.3

En el N.T. adorar aparece en 59 ocasiones y sólo se utiliza en


relación con Dios o con Jesucristo. La adoración debe darse sólo
a Dios, no a los hombres ni a tampoco a los ángeles (Hech 10:25,
Ap 19:10; 22:8). En Mt 4:9, cuando el Diablo pide a Jesús que se
postre ante él y le adore, así demuestra claramente que él es el gran
adversario de Dios. Jesús le responde que sólo a Dios le pertenece
la adoración (Mt 4:10). Así la actitud de adoración muestra quién
es el Dios al que se adora:

Pues la relación del hombre con Dios se expresa de un


modo especial en la adoración, sobre todo en la oración. De
aquí que el llamado al arrepentimiento pueda adoptar la
forma de un “adorad a Dios”, es decir, reconocer su poder
creador y su majestad como juez, su soberanía excelsa y
su exigencia (Ap 14:7).4

En Apocalípsis aparecen bien delineadas las características de la


adoración: 1) Fijan la atención en el mismo Dios o en Jesucristo
y lo que hace a nivel universal (Ap 4:8-11: creación; 15:3-6; 16:5-
7: gobierno; 5:8-10: salvación; 11:8-10: consumación). 2) Expre-
san lo que es Dios para ellos y le atribuyen las cualidades más
elevadas (eternidad , omnipotencia, gloria, sabiduría, santidad,
poder, etc). 3) Se le aclama como a un rey (“digno eres”, “Salud”:
Ap 4:11; 5:9-12; 7:10). 4) Llamamientos a la oración (aleluya,
amén 7:12; 19:1,3-4). 5) Cesa toda súplica y acción de gracias
meramente humana.5 Como vemos la adoración a Dios va más
3 Cf, A. KÜEN, op cit, pp. 60-62.
4 H. SCHÖNWEISS, op cit, p. 223.
5 Idem.
24
ADORAR Y ALABAR
allá de una expresión ritual, es como A P U N T E S
dice Juan Calvino: “la veneración y
culto que cada uno de nosotros le da
cuando se somete a su grandeza”.6
Por otro lado, se pueden mencionar
algunas condiciones de aquel que quie-
re adorar a Dios para que esta sea en
espíritu y en verdad:

Debe acercarse a él (He 4:16;


10:22; Stg 4:8) con fe (He 10:22;
11:6,17, 28), con el corazón puro
(He 9:14; 10:22), estando recon-
ciliado con Dios (Ro 5:10; 2 Co
5:18) y habiendo sido hecho hijo
de Dios (Ro 8:14; Gá 4:6) ha-
biendo comprobado que Dios
es bueno (Col 1:9,12). Debe acer-
carse confiadamente (He 4:15),
sabiendo que ya no hay conde-
nación para aquellos que están
en Jesucristo (Ro 8:1) y que “si
hemos pecado, abogado tene-
mos para con el Padre” (1 Jn
2:1). No se gloría nunca de lo
que ha hecho (1 Co 1:29), sino
de lo que Cristo ha hecho por él
(Fil 3:3). El Dios a quien adora-
mos es el Dios vivo (Hch 14:13;
1 Ts 1:9; He 9:14; 10:31; 11:6), el
Señor soberano (Hch 4:24, Fil
2:9-11, Ap 23:3) el Creador (Hch
4:24, Jn 2:24, 6:70; Ro 8:27), que
se acerca a quien se acerca a él
(Stg 4:8; Rom 10:12; 14:1-3; 15:7).
Es el Dios que no cambia jamás
(Mal 3:6, Sal 102:27; He 1:12;
13:8).7

6 J. CALVINO, op cit, II, viii, 16, p. 273.


7 A. KÜEN, op cit, pp.72-72.

25
ADORAR Y ALABAR

LITURGIA
CELESTE
(4,8b – 11)

V
ivientes y Ancianos forman los La novedad está en que ahora el Venir
dos coros de una sinfonía de final se entiende como expresión de
alabanza. Representan el Omnipotencia: Dios es Todopoderoso
conjunto de la creación que acoge el en la medida en que Está Viniendo para
don de Dios y canta su grandeza. El realizar su acción en Cristo.
principio de los tiempos no es batalla Los que viven aclaman al Dios Viviente
entre dioses (teomaquía), ni generación (4,9). Las figuras cósmicas (toro, león,
cósmica (teogonía), sino creación (obra águila, humano) son seres que viven
de Dios) y liturgia de alabanza (de las (dsóa, animales) porque reconocen y
criaturas). Juan ha distinguido y cantan a Dios como único Viviente (ho
vinculado aquí a Vivientes (4,8b-9) y Dsón) haciendo vivir (irradiando vida)
ancianos (4,9-11). Los primeros alaban a los Vivientes. Por eso ellos le cantan
a Dios por lo que es, los segundos por ofreciéndole gloria y honor
lo que hace. (reconociéndole) y eucaristía
Los vivientes, signo de la naturaleza (agradeciendo lo que ha hecho).
que exalta a Dios , son espíritus del Ésta es una liturgia judía, pero en su
cosmos, ángeles excelsos que cantan fondo se expresa la novedad del
sin sueño la gloria de Dios . evangelio: el Poder de Dios que Viene
Repiten el Trisagio (= Tres veces se identifica con el Cristo, a quien
Santo) de Is 6,3, que forma la base de veremos en Ap 5 como Cordero
la Qedusa (Qados, Santo), oración degollado, en gesto que se puede llamar
fundamental de la liturgia judía, eucaristía (acción de gracias por la
adaptada por los cristianos en el acción de Dios en Cristo).
Sanctus de su eucaristía. Es muy Por ahora predomina el aspecto de la
probable que Juan utilice en 4, 8b un creación: Es una liturgia cósmica y los
modelo judío, traduciendo Sebaot (de Ancianos, representantes de la
los ejércitos) por Todopoderoso humanidad, responden con su gesto y
(Pantockator: cf. 15,3 16,7 19,6 alabanza ( 4,10-11), unidos al cosmos
21,22). Así interpreta la Santidad de en adoración (proskínesis: inclinados
Dios como Poder que culminará en la hasta el suelo ) y reverencia ( ponen sus
nueva creación. coronas ante el Trono), diciendo:
Llaman a Dios el que Era, Es, y Está ¡Digno eres...! (Axiología: 4,11ª).
Viniendo ( 4,8c), como vimos en 1,4. Reconocen justa la alabanza de los
26
ADORAR Y ALABAR
Vivientes (cf. 4,9) y ofrecen a Dios gloria y honor, introduciendo poder
(dynamis), como manifestación de Dios y de su obra salvadora en vez de
eucaristía.
¡Porque has creado todas las cosas...! (Fundamentación: 4,11b). Como buen
judío, Juan ha destacado la continuidad entre el Dios creador y culminador.
Frente a toda gnosis, que comienza negando la creación, Juan la valora: allí donde
se reconoce a Dios por su acción buena en el mundo, puede hablarse de
culminación o recreación escatológica. Juan nos ha llevado al cielo para ver a
Dios. Allí se funda todo lo que sigue.
PIKAZA, Javier. Apocalipsis. Navarra, Verbo Divino, 1999, pp.81-82.

Adorar a Dios como lo describe Jesús, A P U N T E S


implica una proximidad novedosa del
adorador hacia Dios mismo, es dirigir-
se “al Padre”, y el énfasis se hace en que
ésta adoración ha de ser en “Espíritu y
verdad”. Aquí debemos tener cuidado
de no hacer una interpretación “espi-
ritualista”, que es lo más común y por
ello se ha eliminado el arte, el
simbolismo, los gestos y aun la movi-
lidad en los cultos, radicalizándose a
una mera abstracción del culto per-
diendo así mucha de la riqueza
litúrgica. Jesús no está contraponien-
do el culto externo por un culto inter-
no en el espíritu del hombre, aunque sí
es claro en la teología de Juan que los
que adoran en espíritu y verdad sólo
son los que han nacido de nuevo (Jn
3:3-8), ya que de otra forma el hombre
no tiene acceso a Dios y a su reino. Así
para la adoración en el espíritu, es
necesario que el ser humano venga a
Dios colmado del Espíritu de Dios
(puesto que ha sido engendrado “de lo
alto”por el Espíritu de Dios) y en ver-
dadera unión con Cristo, que su mis-
mo cuerpo glorioso es templo santo de

27
ADORAR Y ALABAR
Dios (2:21) y en él tiene lugar el verdadero culto, así, el verdadero
adorador no es individualista, sino que es parte de la grey del
Señor. La verdad, por su parte, se refiere a la verdad revelada por
Jesús, en la cual tiene participación los creyentes.8 Podemos
mencionar entonces que:

La adoración es la experiencia más espiritual, creadora,


renovada, gozosa, importante e influyente en la vida del
individuo, su iglesia y la comunidad. Los asistentes en el
culto desarrollan una relación especial y dinámica con
todos los otros feligreses y con Dios9 .

En cuanto a la alabanza, el A.T. usa el término hillel en más de 50


ocasiones en los Salmos y el N.T. usa la palabra aínos exclusiva-
mente para la alabanza a Dios. La alabanza es la expresión oral
de la adoración.10 La alabanza es una profunda admiración que
se expresa en cantos dirigidos a la persona que ha suscitado este
sentimiento. Tanto el término hillel como el de aínos, significan en
primer lugar lanzar un grito de admiración.

También la alabanza se expresa por medio de expresiones gozo-


sas (1 Cr 23:5; 2 Cr 5:13; 7:6; Esd 3:11), por gritos lanzados para
animar a los demás a unirse a la alabanza (aleluya) y sobre todo
por medio de cánticos, a menudo acompañados por una orquesta
y un coro (1 Cr 15:16; 2 Cr 5:12; Neh 12:27; Sal 149; 150) […] A
veces, la alabanza se expresaba con todo el cuerpo en la danza (Ex
15:20; 2 Sam 6:14).11

Con lo anterior y teniendo en cuenta que la alabanza no surge


por naturaleza en el corazón del ser humano, sino que es el
Espíritu Santo el que la suscita, podemos decir que “la alabanza
verdadera es ante todo afectiva: nace de un sentimiento interno,

8 Cf. Rudolf SCHNACKENBURG, El evangelio de Juan. Versión y comentario. T. I.


Trad. Alejandro e. LATOR. Barcelona, Herder. 1980, pp. 506-510.
9 M. T. CARTY y J. W. CARTY, “La adoración de Dios”, en M T. CARTY (ed),
Comunicación y proclamación del evangelio hacia el siglo XXI. Múltiples ideas para la
comunicación contemporánea de la Palabra de Dios. México, CUPSA. 1984, p. 75.
10 A. KÜEN, op cit, p. 74.
11 Ibid, p. 74-75.
28
ADORAR Y ALABAR
de un gozo y una alegría que surgen A P U N T E S
del corazón (Sal 4:8; 33:21; 103:1; Lc
1:46)”.12

Pero la alabanza que va dirigida a


Dios, ha de expresar ese mysterium
tremendum. Por muy bellos que sean
algunos cantos, y que manifiesten una
gran admiración ante Dios, no hay
que olvidar que los ángeles según los
describe Isaías (Is 6), sólo alcanzaron a
decir unas pocas palabras ante tal pas-
mo de estar en presencia del Dios san-
to, como menciona Rudolf Otto, se
dirigen a Dios en tercera persona y no
como a un tú.

De hecho no siempre se puede tutear al


Altísimo y en general nunca. Santa
Teresa trata a Dios de “Eterna Majes-
tad”, y los franceses de vous. Goethe se
acerca al tremendum mysterium de lo
luminoso cuando dice a Eckermann
(el 31de diciembre de 1823): “Las gen-
tes tratan el nombre de Dios como si el
Sumo Ser fuera un igual suyo. De otro
modo no dirían: el señor Dios, el ama-
do Dios, el buen Dios. Si estuviesen
penetrados de su grandeza quedarían
mudos y no podrían nombrarlo de
pura veneración.13

La alabanza y la adoración a Dios es


una de las experiencias más impresio-
nantes para el ser humano, que le

12 J.C. LAMBERT, Iseb iv, p. 2429.


13 Rudolf OTTO, Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios. Trad.
Fernanado VELA. Madrid, Alianza. 1980, p. 48, nota 2.
29
ADORAR Y ALABAR
pueden hacer permanecer por encima de cualquier situación, ya
que le llena de esperanza y gozo, pero también le equipa para la
vida. Emilio Castro daba un testimonio de lo que puede significar
la adoración y la alabanza a Dios.

En Rusia el soviet estableció una disposición constitucio-


nal por la cual existe libertad de cultos y existe libertad
de propaganda religiosa, pero la iglesia está reducida al
culto o a la misa. Nada más. No se pueden tener activida-
des con niños, con jóvenes ni con ninguna otra cosa que
no sea estrictamente la liturgia. Nuestros amigos comu-
nistas creían que siendo el culto una manifestación del
opio de la religión iba a desaparecer paulatinamente al
perder los apoyos sociales en una sociedad socialista. Sin
embargo, una de las experiencias más impresionantes
que uno puede tener es participar en una misa de la
iglesia ortodoxia rusa, en la cual los fieles permanecen
tres horas de pie (no hay un solo banco en las iglesias),
apiñados uno contra el otro, participando con sus cantos
en una alabanza que revela la potencia de la adoración
para mantener viva la llama de la fe, la llama de la
afirmación de la libertad del ser humano para religarse
con lo eterno que difícilmente puede ser quebrantada.14

¡LA ADORACIÓN PUEDE SER


PELIGROSA!

¡
Ningún error más fatal que pensar que la adoración es un placentero
pasatiempo espiritual para el deleite sublime del alma! El Apocalipsis nos
enseña la asombrosa seriedad, las solemnidad y la peligrosidad de la
verdadera adoración. En las categorías de Soren Kierkegaard, la “adoración”
a un nivel meramente estético, por bella que sea, no es más que una blasfemia
y abominación delante del Señor. La verdadera adoración tiene que llevarnos
al nivel ético y existencial. Estar delante del Señor de la historia, que está sentado
en el trono, significa tener que comprometernos históricamente con su voluntad.
Cuando nos hallamos frente al ocupante del trono, cuando nos hemos arrodillado
delante del Señor del universo, se nos transforma nuestra visión de todas las
cosas. Es imposible adorar verdaderamente sin comprometernos en el acto
con los valores del Reino y la voluntad de aquél que está sentado en el Trono.
De lo contrario, no es adoración sino hipocresía. Nuestro Dios es el Señor del
30
ADORAR Y ALABAR
universo, de la historia y de todas las naciones: adorarlo es ponernos
incondicionalmente a su disposición hasta las últimas consecuencias para ser
colaboradores con él en sus propósitos. La adoración y la oración son los actos
más revolucionarios que podemos realizar.
La adoración verdadera nunca puede ser históricamente escapista ni
políticamente neutral. En las doxologías de estos capítulos [Ap 4-5], como en
todo su libro, Juan de Patmos declara explícitamente y sin titubeos sus opciones
ideológicas. Entre alabanza y alabanza van fuertes denuncias de la idolatría del
sistema imperialista, y no por eso hay menos adoración sino todo lo contrario,
una adoración auténtica. Una adoración espiritualoide y etérea, por muy
piadosa que parezca, no tiene nada que ver con aquél que está sentado en el trono
y con su Reino de justicia.
Aunque se hallaba prisionero por su fe, Juan de Patmos no tenía miedo, en su
adoración como en todo su libro, de declarar su compromiso con el Señor de
señores y de denunciar las idolatrías, injusticias y opresiones de su época. Su
adoración era un auténtico acto de fe y compromiso a los pies del Señor de la
historia. Una adoración de este tipo siempre parecerá subversiva y será
peligrosa. En todo su libro Juan está llamando a los fieles a ser consecuentes con
su fe y su adoración, aun cuando para unos significaría una muerte segura.

STAM, Juan, Comentario bíblico iberoamericano. Apocalipsis. T.1. Buenos


Aires, Kairos, p. 195.

31
ADORAR Y ALABAR

32
CULTO
Y

LITURGIA

El culto en la Biblia se entiende como servicio. En el Judaísmo al


igual que en el A.T. la relación del ser humano con Dios se dá en
términos de servicio, en donde el hombre es el servidor o el siervo
de Dios. En el A.T. la palabra ´abad, se traduce como servicio, pero
específicamente como servicio a Dios. Por ejemplo en Ex 4;23;
7:26; 8:16; 9:1 en donde Moisés exige que el pueblo pueda ir a
“servir a Dios”, se refiere sobre todo al culto.1 En el N.T. la
palabra latreoú, se utiliza en sentido de culto religioso (Hech
24:14; Lc 1:74; 2:37). Pero en Hech 24:14, específicamente se refiere
al culto interior, del corazón: la fe y la oración. Según Rom 12:1
que usa la palabra latreía, y junto a Rom 9:1 y Fil 3:3, el ser
humano en tanto es tomado por el Espíritu Santo para el servicio
del evangelio y llega a esa entrega total de la propia vida, es hasta
entonces que practica el culto auténtico.2

Debemos tener en cuenta por otro lado, que el culto tiene una
relación con la cultura, o al menos, así debería ser. “La cultura
incluye todo lo que el ser humano realiza en términos de valores
morales, espirituales, estéticos, intelectuales y políticos”.3 El
culto se dá en medio de una comunidad, la cual pertenece a una
cultura determinada y por lo tanto con una visión y un cuadro
de valores específicos hacia los cuales el culto se dirige. La cultura
es importante para el culto, ya que éste se vale de aquella para ser
entendible y coherente: la lectura de la Biblia en lengua vernácula,
la predicación en lengua vernácula también, los instrumentos y
ritmos musicales específicos de una cultura, etc. “Los vocablos
1 K. HESS, “Servicio, en L. COENEN, et al, op cit, T IV, pp 216-217.
2 Idem.
33
CULTO Y LITURGIA
culto y cultura nacen de una misma raíz latina (del verbo colere)
que quiere decir, cuidar, ennoblecer, mejorar”.4

Pero la relación entre culto y cultura va más allá, nos presenta


retos como el de crear una liturgia que “nazca de la tierra”
(cultural), celebrar nuestra fe con nuestra propia cultura, en
medida de ello, nuestra liturgia será cristiana, como menciona
Carmelo E. Alvarez, “al celebrar a Cristo en nuestra cultura
afirmamos nuestra autenticidad: toda liturgia es cristiana preci-
samente por ser encarnada culturalmente”.5 Lo anterior es
porque el presupuesto básico de la redención en Cristo está en que
él se encarnó (Jn 1), pero no se encarnó en abstracto, sino en una
cultura determinada: judía. Dios mismo asumió el “rostro huma-
no” y el “rostro de la cultura humana” en Jesús, quien asumió,
pero también criticó la cultura en que vivía.

Desde luego, que hay elementos culturales que no son acordes a


los valores del reino, por lo que se demanda hacer una valoración
crítica de la cultura, en especial con los aspectos alienantes
(machismo, clasismo, racismo, etc).

Una cultura alienante: que es una cultura de la clase


dominante que pretende imponerse sobre las clases do-
minadas para hacerlas pensar, sentir y vivir como ellas.
Expresa los antivalores de la sociedad de consumo, con-
vierte la vida en mercancía que se puede comprar y
vender; adormece al pueblo haciéndole vivir según mol-
des extranjeros, y niega el cambio porque inyecta un
conformismo con todo lo establecido. [… por otro lado]
Una cultura del pueblo: que es ambigua, contiene ele-
mentos de resistencia e identidad, pero que están mezcla-
dos con elementos de dominación. Expresa algunas
concepciones equivocadas como el machismo, la confian-
za en los milagros, la resignación, el conformismo; pero

3 Carmelo E. ALVAREZ, El protestantismo latinoamericano. Entre la crisis y el


desafío. México, CUPSA. 1981, p. 70.
4 Edwin MORA GUEVARA, “Pastoral protestante en el contexto cultural
latinoamericano”, en E. MORA G, Liturgia 1: Celebración. Curso de lectura. San José,
UBL, 2000, p. 15.
5 Carmelo E. ALVAREZ, op cit, p. 72.
34
CULTO Y LITURGIA
a la vez tiene presentes las es- A P U N T E S
peranzas, alegrías, tristezas,
visión del mundo que tiene
nuestro pueblo.6

Sobre el sentido del culto cristiano, lo


veremos en la próxima lección, sola-
mente adelantaremos que el culto cris-
tiano es la recapitulación de la historia
de la salvación.

Otro término importante es el de litur-


gia. En Heb 8:2, aparece Cristo como el
gran liturgo (leitourgós), y puesto que
es el verdadero sumo sacerdote, ha
realizado una liturgia (leitourgía) muy
diferente (8:6), que es su sacrificio úni-
co y válido de una vez y para siempre
(Heb 10:10). En Rom 15:16, Pablo se
refiere así mismo como un liturgo de
Cristo (celebrante). En Hech 13:2 “un
dia, mientras estaban celebrando el
culto al Señor y ayunando, el Espíritu
Santo dijo…” se aplica la palabra
leitourgéo, para expresar la oración co-
munitaria. También es liturgia el ayu-
dar con bienes materiales a otros (Rom
15:27, y 2 Cor 9:12).7

Por otro lado, liturgia significa “obra


del pueblo”. La palabra leitourgia pro-
viene del griego clásico y está com-
puesta por dos raíces: leitos (del gr.
laos: pueblo), y ergon: acción, obra. Así
liturgia es obra del pueblo. De este

6 Edwin MORA GUEVARA, “La recuperación crítica de nuestra cultura”, en E.


MORA G, op cit, p 15.
7 K. HESS, op cit, p. 219.
35
CULTO Y LITURGIA
modo, la liturgia es más de lo que hacemos en un culto en un
edificio. La liturgia tiene que ver con lo que hacemos y vivimos
en la cotidianidad, celebrando y proclamando el reino de Dios.
Sin embargo, también se entiende por liturgia “todo lo que se dice
y se hace dentro de un culto”. Pero sobre todo, debemos tener en
cuenta que la meta última de la liturgia no es el hombre, sino
Dios, en especial, la glorificación de Dios. La liturgia es encuentro
o contacto entre Dios y el ser humano: “Sólo que aquí no se trata
todavía de un encuentro completamente inmediato, sin interme-
diario, sino de un encuentro que se lleva a cabo en Cristo como
punto de cita”8 .

Queremos concluir esta lección uniendo los términos de culto y


liturgia por medio de la siguiente definición que nos da Nelson
Kirst:
CULTO es el encuentro de la comunidad con Dios.
LITURGIA es el conjunto de elementos y formas a través
de los cuales se realiza ese encuentro […] El encuentro en
el culto sólo es posible porque Dios lo permite y porque
Dios lo ordenó.9

8 A. VERHEUL, Introducción a la liturgia. Para una teología del culto. Trad.


Alejandro E. LATOR. Barcelona, Herder. 1967, p. 17.
9 Nelson KIRTS, El culto cristiano. Historia, teología y formas. Ecuador, CLAI, 2000,
pp.1-3.

36
CULTO Y LITURGIA

EL CULTO Y LA ETICA EN EL A.T.

L
a interacción entre el culto y lo que aleja de Dios e impide acercarse
ética, cima de toda espirituali a él de la manera más convincente en el
dad culto. En este lugar se traza la lista de
Si el culto es el momento central de la los animales que se pueden comer y de
vida de Israel, no es sin embargo el los que hay que evitar, de las enferme-
único. Está además toda la vida profa- dades que se consideran infecciosas y
na, sobre todo la vida social en el por tanto contaminantes, de las enfer-
interior de la comunidad. medades venéreas. No es difícil com-
A está parte, la más extensa de la vida, prender que en muchas de estas
le ha reservado una especial atención prescripciones se guarda el recuerdo
la tradición sacerdotal. Pero a su ma- de arcaicas preocupaciones higiéni-
nera, vinculándola estrechamente con cas o de concepciones ancestrales de
la actividad cultural tipo mágico. Para el sacerdotal la ra-
Lo mismo que los seis días de la crea- zón tiene que encontrarse en exigencia
ción terminan en el día séptimo y son de santidad del pueblo de Yahvé. “Así
llevados a cumplimiento por él, reci- pues santificaos y sed santos, porque
biendo de él su sentido y su función, y yo soy santo; no contaminéis personas
lo mismo que los seis días de trabajo con ninguno de estos animales.” (Lev
del hombre encuentran en el culto, tal 12-44).
como lo concibe el sacerdotal, su ra- La segunda ley, por el contrario, pres-
zón de ser y su modalidad. Los seis días cribe todo lo que necesita para ser
de la semana prepararan para el culto idóneos en el culto, para ser puros o,
y son regulados por el culto. La emana- como se dice más ordinariamente, para
ción sacramental y ética se convierte ser “santos”. Esto quiere decir que
en propedéutica para el culto. Como “santo” en el lenguaje Bíblico no con-
tal, la tradición sacerdotal lo hace nota inmediatamente la vida moral
objeto de normas concretas de com- correcta y virtuosa, sino la relación
portamiento, que podemos encontrar con el culto; también la santidad se
en las llamadas “ley de pureza” (Lev entiende como separación de lo profa-
11-16) y “ley de santidad” (Lev 17-26). no, como sacralidad. Es santo lo que es
La primera recoge ciertas prescrip- sagrado pero también es santo lo que
ciones que atienden apartar de la vida está en conformidad con la ley del Señor.
cotidiana todo lo que hace “impuro”, En este último caso equivale a justo.

37
CULTO Y LITURGIA
Para alcanzar la santidad como justicia que ésta formula en un puesto sacerdo-
se dan en el Levítico las prescripciones tal es pronunciada por Dios ante Moi-
de los capítulos 18 y 19. sés, pero se propone además como
En el primero se prohíben las prácticas fórmula que ha de repetir Moisés, a los
incestuosas y otras prácticas sexuales esclavos de Egipto (cf.Ex 6, 2-8 ), algu-
graves. La prescripción de estas prác- nos piensan que los sacerdotes la utili-
ticas procede de una época muy remo- zan en el culto a imitación de Moisés.
ta, la de los clanes nómadas israelitas. En el culto tenía un valor teofánico. En
En aquel contexto atendían a la salva- la proclamación del nombre de Yahve
guardia de la integridad de la sangre por parte de los sacerdotes, Dios se
mientras que el contexto actual se pre- revelaba a la comunidad reunida en
senta como normas impuestas por Dios. asamblea.
En el capítulo 19 es más rico desde el Pero, ¿qué sentido tenía la proclama-
punto de vista ético. Recoge práctica- ción de este nombre? a la fórmula se le
mente todos los preceptos sociales del solía añadir una continuación de este
decálogo elohísta ( Ex 20,12-17) y no tipo: “Yo soy Yahvé, vuestro Dios”,
pocos preceptos del código que os hice salir del país de Egipto” (
deuterenómico; contiene, entre otras Lev 19-36 ); “ sed santos, porqué yo,
cosas, la norma del amor al prójimo Yahvé, soy santo” (Lev 19,2b). El nom-
según la medida del amor a sí mismo bre de Yahvé expresa la identidad de
(Lev 19-18), que hay que demostrar Dios y la identidad de Yahvé se indica
no sólo con los miembros de la propia en el hecho de que él es el Dios de
comunidad “los prójimos”, sino tam- Israel, el Dios de su salvación, el Dios
bién con el forastero domiciliado (Lev de la santidad o de la trascendencia.
19-43). Se comprende ahora cuál era la moti-
Los otros capítulos se refieren a la vación profunda de las normas
idoneidad cultural de los sacerdotes sacerdotales. Han sido dadas por aquél
(Lev 23), a otras prescripciones del Dios que adquirió el derecho a impo-
culto (Lev 24 ), al año sabático y al año nerlas en virtud de la historia que él
jubilar ( Lev 25 ), a las sanciones a realizó a favor de Israel. En su calidad
través de las bendiciones y las maldi- de Dios de su liberación, Yahvé puede
ciones (Lev 26 ). exigirle a Israel que se muestre depen-
En la ley de pureza y santidad, especial- diente de su voluntad. En está perspec-
mente en los capítulos 18 y 19, aparece tiva la tradición sacerdotal vuelve a
a menudo la formula (Yo soy el Señor) copiar la línea de las otras tradiciones
“aní Yahvé “. Con ella se abre y se que fundamentan el derecho de Dios
cierra la lista de las normas ( Lev 18 ); en sus intervenciones en la historia (cf.
además, está presente después de cada Ex 19; 4;20,2,34,10).
precepto (Lev 19 3.4.10; etc.). Es cla- Pero el sacerdotal recurre más habi-
ramente una forma de autopresentación tualmente a otra dimensión de Yahvé:
de Dios a través de su nombre. Puesto su santidad o su trascendencia, tal como

38
CULTO Y LITURGIA
se revela en el culto. Dios es el distinto, se muestran atentos a sus mandamien-
aquél que abomina el pecado, de la tos y los cumplen. Es éste precisamente
injusticia o el abuso cometido contra el contexto en que aparece la fórmula
los demás del deshonor que se le ha (cf. También Lev 2, 23; 22, 2.16).
hecho al prójimo. No es posible acer- En consecuencia, un culto es auténtico
carse a él sin ser santos a su imagen e cuando se vé verificado por la vida. La
imitación (Lev 19,2 ) por consiguiente, vida puede con toda justicia llamarse
hay que vivir la vida de cada día como plena cuando del servicio a los herma-
un compromiso por reproducir la san- nos se pasa al de Dios. Dios y los demás
tidad de Dios, las relaciones con los en la propia vida: es éste el programa
demás hombres como un momento de y la espiritualidad de la tradición bíbli-
la revelación del amor con que Dios los ca más reciente del Pentateuco.
ama. De aquí las normas que se refie-
ren al prójimo: desde la prohibición de A. FANULI. “La espiritualidad de la
robar o engañar al otro hasta la de Torá”, en
jurar en falso, a la opresión del próji- BONORA, Antonio, Espiritualidad del
mo, a la retención injusta del salario, al antiguo testamento.
desprecio a los sordos, a la injusticia en Tra.A. ORTIZ G. Salamanca, Sígueme.
los juicios, etc. (Lev 19,11,16 ). De 1994, pp. 101-104.
aquí la norma que es como la cima de
toda ética del autor sacerdotal: el amor
al prójimo (Lev. 19,18). Todas las
normas precedentes son negativas,
prohíben obrar mal contra los demás
hombres. En Lev 19,17 se prohíbe el
odio, la venganza, el rencor, pero se da
a comprender enseguida que estos
sentimientos negativos tienen que ver-
se superados por el amor positivo y
práctico, tan generoso y tan amplio
como el de cada uno reserva para sí
(Lev 19,18 ).
Del culto a Dios al amor al prójimo. Tal
es el círculo esencial de la comunidad
judía, tal como la concibe y nos la
presenta el sacerdotal en el Sinaí. Si se
entra en contacto con el Dios santo no
cabe más remedio que ser santos: “ Yo
soy el Señor que os santifica” ( Ex
31,13; Lev 20,8). Y Dios santifica, es
decir, hace suyos, cuando los hombres

39
CULTO Y LITURGIA

40
EL CULTO RECAPITULA LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN

EL CULTO
RECAPITULA LA HISTORIA

DE LA SALVACIÓN1

Después de haber visto que Cristo ofreció el culto perfecto a Dios y que
Jesucristo está presente como Señor en el culto que celebra la iglesia,
vamos a ver que, el culto recapitula, es decir, resume, confirma o bien,
repite la historia de la salvación. Pero el culto recapitula la historia de
la salvación en dos sentidos: cronológico y teológico.

Cronológico porque la historia de la salvación se rige por la obra


redentora de Jesucristo en su muerte y resurrección. La historia de la
salvación por otro lado la encontramos en la Biblia de la siguiente
forma:

ANTIGUO TESTAMENTO.

Creación (del mundo y el ser humano)


Caída (la muerte entró al mundo por un hombre: Adán)
Promesa (Dios promete la vida por medio de un Salvador)

NUEVO TESTAMENTO.

Cumplimiento de la promesa (Nacimiento del Salvador)


Muerte (Muerte salvífica de Cristo para darnos vida)
Resurrección (Resurrección de Cristo y promesa de salvación
para todos: por un hombre entró la salvación al mundo: Cristo).

1 Las bases de esta lección se deben a J.J. Von Allmen, op cit, pp 31-40.

41
EL CULTO RECAPITULA LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN
El culto cristiano es una anámnesis (memorial) de la obra realizada en
Cristo (La Santa Cena se celebra en memoria de él). Este memorial no
es sólo un “recordatorio”, sino la reactualización de la obra de la
salvación y sobre todo un compromiso con esta historia. Es actualizar
la historia bíblica donde el pasado y el presente se confunden, y al
igual que en Ex 12:14, el culto es memoria histórica de compromiso.
Pero el culto no se queda sólo en los acontecimientos del pasado, sino
que apunta al futuro también, porque la historia de la salvación es
pasado, presente y futuro. Pero es en el culto donde todo se junta. Es
la anticipación de la venida del Señor y de su reino (Mt 26:29).

Ahora bien, ¿quién hace posible esto? Es sólo obra del Espíritu Santo.
El permite que de alguna forma “comprendamos” el sentido del culto
y vivamos esa historia de la salvación en el sentido de que reactualiza
el pasado, anticipa el futuro y glorifica el presente donde Cristo está
presente.

Así el culto cristiano “es un fenómeno de gloria”. Es alegría por sobre


todas las cosas (Hech 2:46; 16:34; 1 Pe 4:13; Jds 24), el culto es fiesta. Y
aunque se proclama la muerte del Señor (1 Cor 11:26), se celebra su
victoria (Fil 2:9-11). Esto debería dar sus frutos en la liturgia y en la
celebración de nuestros cultos en nuestra tradición protestante: más
que un duelo es una acción de gracias.

Aquí cabe a propósito una nota. Cuando decimos que el culto debe ser
“solemne”, por lo regular pensamos que el culto debe ser frío, sin gozo,
estructurado, “serio”, etc. Sin embargo, la palabra “solemne” tiene
otro sentido, solemne es “una fiesta hecho con extraordinaria pom-
pa”2 . Lo solemne implica una celebración “bien hecha”, por otro lado,
la palabra “solemne” en la Biblia, va acompañado del término “fiesta”
(Ex 14:12; Dt 16:8).

Regresando al tema del culto como recapitulación de la historia de la


salvación, podemos decir que el culto también es ese culto “paradi-
síaco” que Dios esperaba de su relación con el ser humano. Dios creó
al ser humano para que éste se encargara de ser el “gran litúrgo” de
la creación, es decir, llevar al mundo entero a la creación”. “¿Cuál es
el fin principal del hombre? Glorificar a Dios y gozar de él para

2 Ramón GARCÍA-PELAYO, Pequeño larousse ilustrado, 1991. Marsella,


Larousse, 1991, p.935.
42
EL CULTO RECAPITULA LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN
siempre” nos enseña la primera pregun- A P U N T E S
ta del catecismo menor de Westminster.

Desde luego que ese diálogo abierto y


veraz del ser humano con Dios se perdió
en el momento de la caída, pero cuando
celebramos el culto “saboreamos” por
un momento ese diálogo con Dios, de esta
forma el culto es la vanguardia de esa
adoración cósmica de la que Pablo habla
en Rom 8:18 y que apunta a la restaura-
ción total.

Hasta aquí la exposición del primer pun-


to. El segundo punto es hacer notar que el
culto cristiano es recapitulación de la
historia de la salvación en un sentido
teológico. La salvación se divide en tres
puntos principales teológicamente: se da
la voluntad salvífica de Dios, es decir su
deseo expreso de salvar al ser humano
(desde génesis, pasando por los profe-
tas), en segundo lugar se da la reconcilia-
ción que hace posible esa voluntad
salvífica de Dios y por último Dios mismo
protege y defiende la eficacia de esa sal-
vación.

Pues bien, en Cristo se resumen estos tres


aspectos de la salvación por medio de
tras ministerios como profeta (proclama
la voluntad salvífica de Dios), sacerdote
(se ofrece en sacrificio por la redención de
nuestros pecados) y rey (él mismo es
quien defiende nuestra salvación, es so-
berano).

Así el culto cristiano es profético (procla-


mar la voluntad de Dios); sacerdotal
(ministración de la Santa Cena) y real

43
EL CULTO RECAPITULA LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN
(donde los que participan son “libres” por su Señor para que con gozo
le adoren).

44
EN EL CULTO
SE MANIFIESTA LO QUE

LA IGLESIA ES1

¿Dónde está la iglesia? Donde se predica la Palabra, se adminis-


tran correctamente los sacramentos (bautismo y Santa Cena) y
donde se aplica la disciplina. Esta fue la respuesta de los
reformadores y prácticamente se refieren al culto. En el culto
sucede la epifanía (manifestación divina) de la iglesia, por lo tanto
si queremos saber algo de la iglesia veamos su culto.

En primer lugar, cuando la iglesia celebra el culto se convierte en


una asamblea litúrgica. Por medio del culto se hace ella misma y
se confiesa a sí misma, sobre todo se convierte en lo que en el
Antiguo Testamento se denominaba la qâhâl Yahvé. Esta qâhâl
Yahvé, es la asamblea de pueblo salvado de Egipto y confirmado
como pueblo santo en el Sinaí (Dt 4:10).

El “día de la asamblea” se conocía como el iôm haqâhâl (Dt 9:10;


18:16). Así se designa a Israel en varios momento de su historia
y que son momentos importantes: después de la toma de Haai (Jos
8:30), la dedicación del templo de Salomón (1 Re 8); cuando Moab
y Amón amenazaban a Israel (2 Cro 20:5)y en las reformas de
Israel (2 Cro 29-30); pero sobre todo en los grandes acontecimien-
tos de la historia de Israel.

Cuando el pueblo de Israel toma conciencia de sí mismo y conlleva


la presencia y la bendición de Dios junto con su palabra y
sacrificios ese momento el pueblo de Israel se manifestaba como
qâhâl Yahvé.
1 Las bases de esta lección se deben a J.J. Von Allmen, op cit, pp 41-56.
45
EN EL CULTO SE MANIFIESTA LO QUE LA IGLESIA ES
Cuando la el A.T. se tradujo al griego (la septuaginta, LXX),
cuando aparece el término qâhâl Yahvé en hebreo, se traducía la
griego por el término ekklesia, es decir iglesia. Así cuando ahora
la iglesia celebra el culto, se manifiesta como la antigua qâhâl
Yahvé, asamblea de Dios que ha sido liberada de la esclavitud.
Cuando en al A.T. el pueblo de Israel se reunía para escuchar la
voz de Dios, cuando el Señor tenía un mensaje especial para el
pueblo, le de decía a Moisés reúneme a la asamblea (qâhâl Yahvé)
(Dt 4:10). De este modo, ante que un término jurídico, o socioló-
gico, la iglesia es un término litúrgico.

Para poder conocer la iglesia hay que vivir su culto, más aún que
los credos o confesiones de fe, el culto revela a la Iglesia ya que por
el culto ella misma da testimonio de su fidelidad.

En primer lugar diremos que la iglesia aparece en al culto como


una comunidad bautismal, muestra que no pertenece al mundo,
sino que los que participan de el culto han muerto al mundo y
ahora son de Cristo (Rom 6:3-11). El pueblo de Israel fue consti-
tuido pueblo de Dios solo después que cruzó el Mar Rojo y
bautizado en él (1 Cor 10:1-4).

La Iglesia aparece en el culto también como una comunidad


nupcial, al declararse como la fiel esposa de Cristo. Cristo murió
por ella para presentársela a sí mismo en fidelidad (Ef 5:25-27). En
el culto la iglesia declara “si” a la palabra de su Señor, a su
llamado. La Iglesia se da en fidelidad y no honra a otros dioses,
ni a ella misma. Pero se presenta como esposa que obra en gozo,
justicia, fidelidad y santidad (Ap 19:7-8).

En el culto la iglesia aparece también como una comunidad


universal (católica). Porque en el culto se rompen la barreras
sociales y antropológicas, es decir, la Iglesia en el culto se
convierte en un lugar de acogida para todos, como la posada en
donde el buen samaritano dejó al herido (Lc 10:34). Es ir a la
presencia de Jesús quien invita a todo aquel que está trabajo y
cansado. El culto une lo que el mundo separa o confunde, en un
culto pueden estar ricos y pobres juntos; blancos, negros e
46
EN EL CULTO SE MANIFIESTA LO QUE LA IGLESIA ES
indígenas; niños, jóvenes y ancianos; A P U N T E S
mujeres y hombres. Todos tienen la
misma oportunidad y el llamado de
predicar y presidir el culto, somos
“sacerdocio universal” (Gal 3:28; 1 Pe
2:9).

Pero la iglesia aparece como universal


(católica) también en el sentido de que
traspasa el tiempo y el espacio. El culto
une los siglos, nos recuerda lo que ha
pasado en la historia de la salvación y
mantiene en memoria lo prometido
por Dios desde la creación hasta el fin
del mundo. Por otro lado tenemos
comunión también con la iglesia del
pasado, es decir, nuestro culto, no es
solamente el culto de una comunidad
especifica en el tiempo y en un área
geográfica determinada, sino que jun-
to con la iglesia del pasado y aun de
otro lado del mundo, compartimos la
fe de los que ya vivieron (y siguen
vivos por la fe en Jesucristo) y los que
vivirán en cualquier parte del mundo.
El culto nos une en muchos sentidos,
de ahí que no podamos hablar de una
iglesia “puramente cristiana o exclusi-
vamente cristiana” sino que cualquier
iglesia, del tipo que sea, comparte con
otras iglesias algo de la fe. Así, hablar
de una “iglesia sin denominación” es
solo una ilusión, ya que tendrá que
identificarse con la fe de la iglesia “uni-
versal”. Pero eso también vale para
enfermizo “orgullo denominacional”,
iglesia solo es la de Jesucristo y es una
sola: la iglesia universal.
47
EN EL CULTO SE MANIFIESTA LO QUE LA IGLESIA ES
En el culto la iglesia también toma conciencia de ser una
comunidad diaconal, es decir una iglesia que está llamada a
servir, no así misma, sino servir para Dios y para los seres
humanos. El culto hace de la iglesia un cuerpo con una
diversidad de miembros en donde se ayudan mutuamente para
el la obra de la salvación.

Finalmente mencionaremos que el culto hace aparecer a la


iglesia como una comunidad misionera. Es decir, el culto es
llamamiento a la adoración, pero también es envío, es comi-
sión, es el lugar en donde se nos recuerda el encargo de Jesús
(Lc 24:46-53). De hecho el término “misa” viene del latín
“enviar”, así es como ha de entenderse el sentido de misa, y no
en el sentido de sacrificio sacramental (como en la tradición
romana).

48
EL CULTO,
FIN Y FUTURO

DEL MUNDO

Hemos visto que el culto hace de la iglesia una comunidad


bautismal, es decir, una comunidad que ha muerto al mundo y
ha resucitado en Cristo. Por ello el culto hace una distinción entre
lo común y lo que es específico del Señor. Es decir, el culto
mantiene una división entre los “sagrado” y lo “profano”.

Esto se debe a que el culto le da su lugar a los sacramentos, al


tiempo y a la esperanza de la nueva era inaugurada por Jesucristo
para no confundirlos con lo común ya que esto es una gracia. Es
necesario que la Iglesia recuerde que aun está el mal en el mundo,
para no llegar a santificarlo todo (aun el mal, las injusticias, las
diferencias, los Estados perversos).

La iglesia no debe olvidar ser la “alteridad del mundo”, no debe


perder de vista su carácter sagrado. La Iglesia ha de aparecer ante
el mundo como pueblo profético, sacerdotal y real.

¿En qué sentido se dice que el culto es amenaza para el mundo?


En primer lugar porque el culto es la negación de la
autojustificación del mundo, dice “no” a las pretensiones de
poder y gloria del mundo, los niega con la gran confesión
“Jesucristo es el Señor”.

El culto recuerda que el cuerpo y la sangre de Cristo fueron


ofrecidos para salvar al mundo, y que es necesario que este

1 Las bases de esta lección se deben a J.J. Von Allmen, op cit, pp 41-56.

49
EL CULTO, FIN Y FUTURO DEL MUNDO
mundo muera para que tenga un sentido: sólo adquiere sentido
más allá de la muerte, en la resurrección de Cristo. Así el culto es
la peor negativa a las pretensiones de poder y gloria del mundo.
El culto es además eminentemente político: recuerda al Estado su
carácter limitado y provisional de su poder. La gloria y el poder
sólo son de Dios y no de ningún rey o gobernante.

Por otro lado el culto reúne a los que han sufrido el juicio final
en el sacramento (bautismo) y han sido transplantados al reino
de Dios (Col 1:13). Es decir, quien ha sido bautizada ya ha
“muerto con Cristo” y “ha resucitado con él” (Rom 6). De esta
forma quienes participan del culto y han sido bautizados niegan
las pretensiones del mundo de vida y gloria. Pero también para
los que participan en el culto, este es una amenaza, ya que si son
santos, han de serlo en verdad.

El culto también es amenaza para el mundo al anunciar el juicio


de Dios y la necesidad de arrepentimiento. En la predicación, se
exhorta a renuncia a sí mismos. Es un “exorcismo” en el sentido
de que se devuelve a Dios lo que le pertenece. En la Santa Cena,
al ser una prefiguración del futuro se manifiesta que a la mesa del
señor se llega por medio de un juicio divino, Mt 22:11, 1 Cor
11:28; 16:22. Finalmente en la oración también se manifiesta el
juicio de Dios, ya que se invoca al juez y se pide ser juzgado:
“venga tu reino”.

El culo cristiano también es una protesta contra los cultos no


cristianos. El culto cristiano desenmascara la vanidad y la
perversión de los cultos imaginados en este siglo. Sobre todo los
cultos totalitarios y pervertidos (Rom 1:24-32). En el culto
cristiano se provoca a los no cristianos porque se declara el
señorío de Cristo y la derrota de Satanás.

Es necesario decir que el culto no solo es “fin”, sino también


“futuro” del mundo, ya que en el culto se adora al Dios de la vida
y al Jesucristo, esperanza del mundo (Tim 1:1, Col 1:27), él no
solo condena, sino que perdona y hace vivir. La Iglesia en el culto

50
EL CULTO, FIN Y FUTURO DEL MUNDO
hace lo que el mundo no puede: adorar A P U N T E S
a Dios.

La finalidad de dios era crear al mundo


para que conducido por el ser humano
encontrase la plenitud y celebrara a
Dios (Gn 1-2:4). Jesús devuelve la paz
a toda la creación (Mc 1:13, Mt 10:29;
8:23; 14:13-15). Pero también la iglesia
cuando celebra el culto, hace la obra de
“intercesión” por el mundo, un mun-
do caído, en muerte y sin esperanza,
un mundo en pecado y en tinieblas. La
iglesia al celebrar el culto cumple con el
ministerio de intercesión de Abraham
por Sodoma y Gomorra.

Por otro lado, el culto manifiesta un


futuro de esperanza, es el culto y no
Hiroshima lo que nos proporciona
una imagen más precisa del futuro del
mundo. El culto no es solo esperanza,
sino que a sus participantes les envía a
proclamar la esperanza.

51
EL CULTO, FIN Y FUTURO DEL MUNDO

52
LAS
FORMAS

LITÚRGICAS

1. Necesidad y límites de las formas litúrgicas.

El culto al recapitular la historia de la salvación, debe testimoniar


de la historia de Jesús, de ahí que por ejemplo en ciertas fechas del
año la iglesia recuerda aspectos importantes de la historia de la
salvación como son navidad, pasión, resurrección de Jesús así
como el día de Pentecostés, etc. Esta historia radica principalmen-
te en la encarnación, Dios se encarnó y tomó “forma” (Fil 2). Pero
esta forma solo es visible para el que tiene fe: al encarnarse le
oímos, le vimos y le entendimos (Jn 1).

Hay que hacer ahora la diferencia entre buenas y malas formas


litúrgicas. Para distinguirlas debemos guiarnos por un criterio
teológico y no estético. Las formas litúrgicas tienen por limite el
segundo mandamiento (Ex 20:4). O sea, que la formulación ha de
coincidir con el límite de la revelación. (Esto implica el no
imaginar al Dios verdadero, sino aceptarle como él se nos revela:
Jesucristo (2 Cor 4; Col 1:15).

Otro límite de las formas litúrgicas es su autojustificación. Estas


dejan de ser válidas cuando no reflejan esa historia de la encarna-
ción, cuando se convierten en un fin, en una pretensión de
salvación en lugar de reflejarla, pero por otro lado, el culto, al
estar precedido por el Espíritu Santo, ha de mostrar a ese Espíritu

1 Las bases de esta lección se deben a J.J. Von Allmen, op cit, pp 41-56.

53
LAS FORMAS LITÚRGICAS
que no es de caos, sino que trasforma todo y lo ordena (2 Cor 3:8,
Gen 1:1,1Cor 14:32-40).

Los campos de la expresión litúrgica son básicamente cuatro:

a) El campo lógico, en donde lo que se expresa en el culto ha de


tener un sentido lógico (1Cor 14:32-40). Debe ser comprensible.
Esto contra la glosolalia (lengua extraña). En ocasiones se apela
al milagro de Pentecostés para justificar el hablar en lenguas” sin
embargo lo que se da es la xenoglosia (multitud de lenguas) Hec
2:4,6,11). Es decir, el milagro de Pentecostés al manifestarse las
lenguas es más una muestra de entendimiento y misión. De
entendimiento ya que, contrario a lo ocurrido en Babel (Gn 11),
se da la compresión de “las maravillas del Señor” (Hec 2:7-12).
Por otro lado, la verdadera lengua de la Iglesia no es un idioma,
sino ese lenguaje que permite decir la confesión, la doxología
(alabanza a Dios), que canta la esperanza, y eleva la oración.

b) El campo acústico. La Palabra hablada, la Palabra cantada y el


silencio.

La Palabra hablada (lectura, predicación y recitaciones) en cada


una de las expresiones la voz debe llevar su ritmo y su volumen
adecuados.

La palabra cantada (por la asamblea, por individuos, y la que es


con ayuda de instrumentos). La música que acompaña el canto
expresa la emoción de la letra, es un vehículo de lo que se dice y
se proclama.

El silencio litúrgico. Es importante el silencio. Es uno de los


misterios de la fe cristiana. El recogimiento ante la paz de Dios y
el silencio de Dios que viene (Sal 37:7, Lam 3:26; Hab 2:20, Sof 1:7;
Mc 4:39, Ap 8:1). Esa es la voz con la que se dice a Dios lo que sólo
él debe oir.

c) El campo óptico. Símbolos de la fe y elementos sacramentales.


(Dios no solamente quiere hacerse oír, sino que quiere hacerse
54
LAS FORMAS LITÚRGICAS
ver: Mc 16:14; Lc 2:26; 19:3; 23:8; Jn A P U N T E S
6:40; 12:21,45; 14:9, 1 Jn 1:1).

d) El campo cinético. Las actitudes, los


gestos y los movimientos. “Adorar a
Dios con el cuerpo”. De pie, sentados
o de rodillas.

De pie para invocar al Señor, oír el


evangelio, confesar la fe, saludos, la
Santa Cena, cantar. Sentados para lec-
turas y la predicación. De rodillas para
las oraciones y la bendición. Los ges-
tos litúrgicos: tomados de las manos,
elevar las manos al orar, elevación de
los elementos de la Santa Cena. Movi-
mientos: procesionales, ir al frente a
orar, impartir la Santa Cena, ir al
frente a dejar los diezmos u ofrendas,
la postura antes de iniciar o al termi-
nar el culto.

55
LAS FORMAS LITÚRGICAS

56
LOS ELEMENTOS
DEL

CULTO

Unos de los catecismos de la Iglesia Reformada responde sobre la


necesidad del cristiano de asistir a las reuniones de la iglesia en el
día domingo de la siguiente manera:

Para oír la palabra de Dios y para participar en los santos


sacramentos, para invocar públicamente al Señor y para contri-
buir cristianamente a la asistencia de los pobres. Esta es la
pregunta número 103 del catecismo de Heidelberg. Si nos damos
cuenta en esta respuesta se encuentran implícitos algunos de los
elementos del culto: la Palabra de Dios, los sacramentos, las
oraciones y los testimonios. El libro de los hecho nos testimonia
de esto también el el capitulo 2:42. No es que sean lo únicos
elementos pero en definitiva son los esenciales. Veamos esto por
separado.

La palabra de Dios. Todo culto cristiano ha de ser guiado por la


Palabra de Dios, que en el culto aparece de varias formas. En
especial de tres maneras: la lectura bíblica, la proclamación
“litúrgica” de la Palabra y la proclamación profética.

La lectura de la Palabra es una costumbre que la iglesia heredó del


judaísmo (Lc 4:16), al igual que los judíos en las sinagogas, los
cristianos hacían lectura de la Biblia en los cultos (Col 4:16; 1 Tim
4:13). Es importante subrayar que la lectura de la Palabra no era
un “simple trampolín” para la predicación, sino que se seguía de

1 Las bases de esta lección se deben a J.J. Von Allmen, op cit, pp 41-56.
57
LOS ELEMENTOS DEL CULTO
hecho un orden para la lectura seriada de diversos libros de la
Biblia, en especial los salmos y los evangelio que en muchos casos
se debían leer al menos una vez al año.

La proclamación litúrgica de la Palabra de Dios se encuentra en


el saludo, la promesa del perdón de nuestros pecados, la bendi-
ción, etc.

La proclamación profética de la palabra de Dios se da en la


predicación que no es un “elemento más” del culto, sino que es
un elemento constitutivo e indispensable, no es el elemento
culminante, sino que es preparación para la santa cena. Decía
Martín Lutero: “Donde no se predica la Palabra de Dios, es
preferible no cantar, ni leer, ni reunirse”, esto es cierto, pero
consideramos que solo en medida que pensemos en el culto
dominical.

Como un segundo elemento central en la liturgia está la santa


cena (Hech 2:42; 20:7). Podemos señalar aquí que las reuniones
de los cristianos eran reuniones eucarísticas, es decir que las
reuniones de los cristianos en el culto dominical giraban entorno
a la mesa del Señor. Es necesario celebrar la santa cena principal-
mente porque Cristo la instituyó,

En cuanto a la oración como elemento del culto diremos que se


encuentra testificada en el N.T. en Lc 18:1-8. La oración es un acto
de esperanza por medio de la cual la iglesia “apresura la venida
el Señor” (1 Pe 3:12). Los tipos de oración que se hacen el culto
se pueden establecer a partir de 1 Tim 2:1: rogativas (oraciones de
deseo ante el Señor), colectas (oración breve que recoge las
necesidades de la Iglesia y del mundo y las lleva al Señor), letanías
(intercesiones a favor de la iglesia, los pobre y enfermos, el
mundo), acciones de gracias (oraciones de adoración).

Entre las oraciones, aunque no lo parezca, aparecen los himnos


y las alabanzas. Los cánticos de la iglesia bien pueden tener la
clasificación anterior (rogativas, pericones intercesiones y accio-
nes de gracias), pero sobre todo, señalan la esperanza cristiana
58
LOS ELEMENTOS DEL CULTO
(Amén, Aleluya, Kyrie, sanctus, agnus A P U N T E S
Dei, gloria, etc.) Los cantos de la Iglesia
también hablan de la comunidad que
forma la iglesia, se dirigen al Señor en
su lengua, en sus ritmos y con la
riqueza musical de cada cultura y épo-
ca que defina a la comunidad cristiana
específica que adora al Señor.

Otro elemento del culto son los testi-


monios litúrgicos (comunión fraterna,
en Hech 2:42). Aquí entra lo que la
Iglesia está haciendo, lo que está vi-
viendo, es fraternidad y comunión,
pero ello implica también solidaridad
en el más amplio sentido de la palabra.
De ahí que se especifique como testi-
monio las ofrendas, el compartir lo
que Dios ha hecho en la vida de los
hermanos y en medio de la comunidad
cristiana, el compromiso de ayuda los
necesitados, los estímulos de mutua
ayuda espiritual, de acompañamien-
to, de exhortación, aun los avisos tie-
ne su lugar en medio del culto, ya que
son testimonios del moverse y del ha-
cer de la Iglesia, la proclamación públi-
ca de la misión que la comunidad
cristiana está llevando a cabo.

59
LOS ELEMENTOS DEL CULTO

60
EL CULTO
EN EL

ANTIGUO TESTAMENTO

Aunque el A.T. nos habla de la importancia del culto a Jehová y


lo que esto significaba para la vida en el antiguo Israel y aunque
tenemos algunos rasgos de la forma que en que se debía ofrecer
sacrificios (Lev 7-6), lo cierto es que no tenemos ningún orden
litúrgico completo (con oraciones, lecturas y cánticos) que nos
describan el culto a Dios.

Por lo pronto no estrategos en el análisis de las diferentes


liturgias que nos plantea el culto en el tabernáculo, ni en el
templo, ni en la sinagoga, esto lo haremos después. Por lo pronto
solo veremos dos tipos de liturgias que aparecen en lo general en
el A.T. a saber la liturgia oral, en especial lo salmos y la liturgia
ritual, en especial lo sacrificios.

En cuanto a la liturgia ceremonial es importante señalar que el


año litúrgico de Israel estaba dividido por tres grandes fiestas: La
pascua, el Pentecostés y los tabernáculos.

La pascual (o fiesta solemne de los panes sin levadura) se


celebraba desde el 14 hasta el 21 de nisán (primer mes de primavera
da cada año), se celebraba para ofrecer las primicias a Dios en la
agricultura (Lev 23:10s) y la liberación de Egipto (Ex 12:17).

1 Esta lección esta basada en el trabajo de J. B. TAYLOR, “El Antiguo Testamento como
trasfondo” en Rodolfo G. TURNBULL (ed) Diccionario de la teología práctica. El
culto. Trad. Norberto Wolf. Grand Rapids, SLCIR. 1977, pp. 18-24.

61
EL CULTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
A P U N T E S
El Pentecostés se celebraba siete sema-
nas después de la pascua (Lv 23:15) al
completarse la cosecha del trigo y la
cebada (también se le llamó la fiesta de
las semanas) y se recordaba también el
pacto de Dios con su pueblo en el
SINAB, aunque nos hay indicaciones
de esto en la Escrituras, era parte de la
tradición Judía.

La fiesta de los Tabernáculos era una


festividad celebrada en el mes séptimo
(Tisri 15 al 21). Era la época de la
cosecha de la uva y del olivo, recorda-
ba la travesía del pueblo por el desierto
y se hacía con gran alegría (Lv 23:42s).

Otros días importantes para los judíos


son el día de la expiación Lev 23:26-31
(Tisri 10) y el día de la aclamación
Núm 29:1-6. (Tisri 1), el festival de
Purim (Est 9) y de la Dedicación (1 Mac
4:52, Jn 10:22). También había la cele-
bración de las lunas nuevas, de los
sábados y de las ofrendas diarias (Núm
28 y 29).

Dentro de la liturgia ceremonial están


también los sacrificios. Los diferentes
tipos de sacrificios representaban dife-
rentes aspectos de la relación con Dios.
Los holocaustos (olâh) eran de adora-
ción ya que eran “olor grato a Jehová”.
Las ofrendas vegetales (minhâh) ofren-
da de harina, torta o grano (Lev 2:1-6)
era prueba de buena fe al Señor y
ayudaban al sostén de los sacerdotes.
Los sacrificio de paz (selâmîm) sacrifi-
62
EL CULTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

cio de comunión y amistad con Dios (Lv 7:12,16). Aunque todos


los demás implican la expiación, estaba estaban los sacrificios
para el perdón de los pecados cometidos intencional o no (asâm,
hatta‘t).

Los sacrificios eran gozosos y eran acompañados por cánticos,


danzas, música y alabanzas, sonidos de trompeta y expresiones
de jubilo (Sal 66, 92, 98, 99, 100, 104, 107, 115, 117, 136, 148-150).

En cuanto a la liturgia oral, nos encontramos sobre todo con los


salmos. La investigación reciente nos permite clasificar práctica-
mente todos los salmos en cada una de las festividades del pueblo.
Están las liturgias del arca de la alianza (Sal 24, 68 y 132, etc)
Cánticos de Sión (Sal 46, 48, 76, 87, etc) Cánticos de peregrinación
(Sal 84, 122), salmos reales en los que la figura del rey figura en
forma prominente (Sal 2, 20, 21, 101, 110, 132), oraciones por los
sacrificios (Sal 30, 67, 116, 124) y salmos de arrepentimiento (Sal.
51, 70, 80).

63
64
ADORAR A DIOS
CON

NUESTRO CUERPO I

Ha sido muy común el “espiritualizar” la adoración a Dios, sin


embargo la Biblia nos plantea aspectos muy concretos sobre la
adoración a Dios, los cuales van desde “adorar a Dios sobre todas
las cosas y al prójimo como a uno mismo”1 , hasta el “adorar a
Dios en Espíritu y en verdad”.

Con respecto al cuerpo hay varios pasajes en la Escritura donde


se habla de la importancia del cuerpo en la adoración, por ejemplo
en 1 Corintios 6 leemos: “El cuerpo no es para la fornicación, sino
para el Señor, y el Señor para el cuerpo” (v. 13); “¿No sabéis que
vuestros cuerpos son miembros de Cristo?” (v. 15); “¿O ignoráis
que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?” (v. 19). Por
otro lado podemos recordar lo que Pablo ruega que presentemos
“nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios que
es vuestro culto racional” (Rom 12:1). Además, es importante
subrayar la importancia que Jesús le dio al cuerpo desde su
“encarnación” hasta las múltiples sanidades de enfermos y la
forma en que lo hacía, en especial “tocando” a la gente.

Una de las cosas que más nos han hecho olvidar la importancia
del cuerpo es la introducción ajena al cristianismo de la doctrina
de la “inmortalidad del alma”, esto ha llegado a tal grado que nos
olvidamos de que precisamente, nuestra esperanza no es la
inmortalidad del alma, sino la resurrección del cuerpo, baste

1 Para un estudio sobre la espiritualidad a partir de estos dos mandamientos ver el artículo
de Mariano AVILA, “A biblical perspective on spirituality”, en Forum, Vol 9, Num 2,
spring 2002. pp.7-8

65
ADORAR A DIOS CON NUESTRO CUERPO I
mencionar solo algunas cosas: “Si Cristo no resucitó, vana es
entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (1 Cor
15:14), lo que confesamos en el credo de los apóstoles nada tiene
que ver con el alma, sino con el cuerpo “creo en la resurrección
de la carne”, la primera pregunta del catecismo de Heidelberg dice:
“¿Cuál es tu único consuelo tanto en la vida como en la muerte?”
La primera parte de la respuesta es: “Que yo con cuerpo y alma,
tanto en la vida como en la muerte, no me pertenezco a mí mismo,
sino a mi fiel Salvador Jesucristo…”2 .

La liturgia debe retomar la importancia del cuerpo, de los


movimientos, de las expresiones corporales, y con ello, por
supuesto, los gestos culturales de reverencia, alegría y gozo. Lo
anterior lo exploraremos cuando analicemos precisamente la
relación del culto con la cultura. Lo que haremos es explorar en
el Antiguo y en el Nuevo Testamento, algunas partes del cuerpo
que tiene que ver con la liturgia, en esta lección solo veremos los
que tienen que ver con el A.T. que está basado en su mayor parte
en el estudio de ans Walter Wolf,3 la siguiente lección será sobre
el N.T.

Parte de la esencia del ser humano en el A.T. se descubre en ciertas


partes del cuerpo humano, de hecho el cuerpo es elemento
esencial del ser humano en el A.T. “todas las manifestaciones del
ser humano, aun la espirituales son manifestaciones corporales”:

Pareja valoración del cuerpo influyó sobre las respuestas del A.T.
a muchas cuestiones de la vida. La alta estima de la vida terrena,
señaladamente la salud, el número de hijos y de la larga vida (Sal
127; Prov 3:16; Ecl 9:4) puede entenderse mejor desde este punto
de vista. De ahí que, en el fondo no se conocía lo que luego se
designó como negación propia o ascesis. El A.T. juzga positiva-

2 Sobre este tema, ver Oscar CULLMANN, “¿Inmortalidad del alma o resurrección de
los muertos?” en su Del evangelio a la formación de la teología cristiana. Trad. Rafael
SILVA C. Salamanca, Sígueme, 1872, pp. 233-268. Cf. Antonio A. HOEKEMA, La
Biblia y el futuro. Trad. Norberto E. Wolf. Grand Rapids, SLC, 1984 250 pp. Juan-José
TAMAYO-ACOSTA, Para comprender la escatología cristiana. Estella, Verbo Divino.
1993, 327 pp. Entre otros.
3 Cf. Hans WALTER WOLFF, Antropología del Antiguo Testamento. Trad. Severiano
TALAVERO T. Salamanca, Sígueme. 1975, pp. 19-114.

66
ADORAR A DIOS CON NUESTRO CUERPO I
mente los instintos corporales y exige A P U N T E S
que se satisfagan. De la valoración del
cuerpo recibió igualmente importan-
tes impulsos el sentimiento de solida-
ridad del individuo tonel parentesco
de la sangre, la familia, la tribu y el
pueblo. Las listas de familias aquí no
eran meras genealogías, sino que da-
ban derecho a la felicidad y la salud, o
hacían más comprensible la desgracia.
Sin la participación del cuerpo no po-
día el particular dar culto a Dios ni
existía la liturgia. También existía im-
portante conexión entre el cuerpo y el
pecado. Este no tenía, ciertamente su
asiento en el cuerpo del hombre, sino
en el corazón, pero se cometía también
con el cuerpo y dejaba en él rastro de
sus efectos. De ahí la que las enferme-
dades no tanto se explicaban
médicamente, sino teológicamente, y
el único verdadero médico era Dios
misericordioso (2 Re20:2,5)4 .

Veamos ahora algunos algunas partes


del cuerpo que se describen en el A.T.
y que tiene que ver directamente con la
adoración a Dios. Mucho más impor-
tante que la “cabeza” en el A.T. es el
“rostro” del hombre, que siempre apa-
rece en plural, pânîm, lo que recuerda
la variada relación del hombre con su
entorno. En los pânîm, están reunidos
los órganos de comunión de unos con
otros y con Dios: ojos, boca y oídos
(Sal 115:4-8).

4 W. PESCH, “Cuerpo”, en J. B. BAUER (dir), Diccionario de teología bíblica. Trad.


Daniel RUIZ B. Barcelona, Herder. 1985, p. 236-237.

67
ADORAR A DIOS CON NUESTRO CUERPO I
Ver y oír. En Sal 38:13-15. Lo que constituye al hombre es oír.
Igual que en Prov 15:32, donde por el oír se descubre el verdadero
ser del hombre (Cf. Dt 6:4 “Escucha Israel”).

Se mencionan juntos el ojo y el oído en Prov 20:12 para percibir


las acciones de Jehová. El abrir los ojos se debe a la palabra de Dios
(Ex 14:13; Is 43:8-13; 30:20). Es decir, con los ojos y la boca se
establece un lazo de unión hacia Dios.

En cuanto a la boca, de lo que se oye y se ve, se espera una


respuesta. Israel prueba que es pueblo de Dios declarando que
está dispuesto a escuchar (Ex 19:7). Si a la llamada no hay
respuesta alguna, sigue el juicio (Is 65:12). El privilegio del ser
humano consiste en que pueda responder (Gén 2,18-23). Al
hablar, primero da un nombre a las criaturas y luego se alegra en
la ley de Dios, “Mi lengua pregona tu justicia todo el día”.

La boca expresa lo que percibieron el ojo y el oído, se hace el


órgano que distingue a todas las demás criaturas. Por la boca se
siente la sed, pero con ella se bebe para saciar la sed. Con la
garganta, los labios y la lengua, se habla, dice, llama, ordena,
acusa, enseña, bendice, canta, confiesa, grita, queja, alaba, ora,
da gracias a Dios por la vida.

Pero según el A.T. el ser humano es un ser necesitado. Gén 1:26-


27. Encontramos la palabra hebrea napas, que se traduce tradicio-
nalmente como “alma”. Pero en Gén 2:7, leemos “napas viviente”,
así el hombre no tiene un napas sino que es napas. Otros pasajes
se pueden mencionar: según Hab 2:5: “Como el Seol su napas”.
En Dt 23:25 “según tu napas”, Sal 42:2 “tiene se el napas” lo que
equivale al anhelante deseo que tiene de Dios el que se lamenta.
Dt 6,5 ”Amar a Jehová con todo el napas” con todo su anhelo
ardiente.

El Sal 103,1 “Bendice napas mía a Jehová” El diálogo con Dios es


a través del napas. Sal 42,11 “abatida napas mía”. El ser humano
en el A.T. se reconoce ante Jehová no sólo como napas en su
necesidad, sino que también conduce su yo a la esperanza y a la
alabanza.

68
ADORAR A DIOS CON NUESTRO CUERPO I
El ruah por su parte, describe una A P U N T E S
fuerza natural, el viento (113 veces) y
se atribuye más a Dios (136) y muy
pocas veces a los hombre, animales o
ídolos (129). En Gén 1:2 “sopla el ruah
sobre la aguas”, Gen 3:6 la brisa
vivificante después de un día caluroso.
El es la “fuerza que produce cambios”.
Ex 10:13 trae langostas, Ex 14:21 seca
el Mar Rojo. En todos es un instru-
mento de Jehová. En Hab 2:19; Jer
1014, es aliento sólo cuando Jehová
mete ruah como aliento en los nervios,
huesos, carne, se vivifican los cuerpos
Sal 46:4 “sale su ruah”. En fin, el ruah se
entiende de diversas formas en el A.T.
como ya vimos es viento, es el aliento
del ser humano (Job 19:17), es fuerza
vital (Sal 33:6), es Espíritu (2 Re 19:17;
Núm 11:25-28).

Otro término que describe al ser hu-


mano es desama, que se traduce como
aliento y tiene relación parelela con lo
soplo de Dios (ruah) como lo muestra
Job 27:3: “aun está mi aliento (nismati)
en mí, y el soplo de Dios (ruah) en mi
nariz”. Este término tiene que ver con
la respiración y en cuanto s u relación
con Dios “todo hombre es terreno,
aunque lo ha formado Yahvé mismo,
pero en cuanto ser vivo el hombre se
debe a que Yahvé le inspiróel aliento”5
(Cf. Prov 20:27; Job 34;14; 32:8).

5 Hans WALTER WOLFF, op cit, p. 88.

69
ADORAR A DIOS CON NUESTRO CUERPO I
Otro término importante para establecer la relación del ser
humano con Dios en cuanto a lo corporal es la sangre (daman):
“la vida de toda carne es su sangre” (Lev 1714; Dt 12:23) por ello
se prohibía el comer la carne junto con la sangre (Gén 9:4;
Lev3:17;Dt 12:16-23).

Todo cuanto se dice sobre el aliento y la sangre conduce en la


antropología del antiguo testamento a un respeto profundo ante
la vida. Pero este respeto no se funda en las realidades de la vida
misma, sino en que aliento y sangre están ordenados a Yahvé, por
lo que no es propiamente vida la que no tenga una constante
unión con él ni tenga en él su meta última6 .

6 Ibid, p. 91.

70
ADORAR A DIOS
CON

NUESTRO CUERPO II

En la lección anterior revisamos algunos términos del A.T. que tienen


que ver con el cuerpo y la esencia del ser humano, en esta lección
haremos un acercamiento a la antropología del Nuevo Testamento y
su relación con Dios. Vamos a ver tres conceptos que por lo regular nos
confunden. Carne, cuerpo y espíritu.

El vocablo para carne que se ofrece en el Nuevo Testamento, tiene


diversos sentidos. La palabra hebrea basar, es traducida en griego
tanto por sarx (carne) como por soma (cuerpo).

El término carne designa en primer lugar la sustancia de que están


hechos los seres humanos, su totalidad. Pablo va a decir “mi carne”
como su propia persona “se me dio una espina en mi carne...” (2 cor
12:7; Gál 4:14) También respecto a otras personas (1 Cor 7:28; Ef 5:28).
Onésimo es considerado hermano “tanto en la carne como en el Señor”
(Flm 16), es decir, tanto como ser humano como cristiano. Así todo el
hombre es carne. En la mentalidad semíta, la carne es el elemento de
solidaridad humana, lazo terreno, ser de la misma carne es pertenecer
a la misma raza.

1.También la carne es débil. Carne expresa también aspectos de


debilidad y de moralidad que marcan una cierta distinción respecto
a Dios. Es decir, el ser humano es débil y mortal (Rom 6:19; 2 cor 1:17;
4:11; Gál 4:13). Pablo piensa obrar contra los que andan según la carne
(2 Cor 10:2; 2:17). La debilidad de la carne, es lo que hace que el ser
humano sea presa del pecado y afecta a todo el ser humano. Es una
potencia de muerte. Pablo liga la carne al pecado, a la ley y a la muerte.
71
ADORAR A DIOS CON NUESTRO CUERPO II
La carne surge como una fuerza del mal (Rom 8:5,8) la carne es fuerza
de pecado. Estar en la carne es lo que se opone a «estar en Cristo» (Rom
8,1) o «en el Espíritu» (Rom 8,9).

El domino de la carne es un mundo de rechazo a Dios, y de su voluntad


en nuestras vidas (Rom 8,7; Gál 5,19-21). Las obras de la carne no se
limitan al aspecto físico del ser humano, sino también a sus acciones.
El caminar según la carne conduce a la muerte (Rom 8,6), es negarse
al amor y a la vida. En las obras de la carne, finalmente, hay una
idolatría (Gál 5,20).

2. El espíritu de vida. El término pneuma, evoca dinamismo (viento,


respiración de los seres vivos). El espíritu es vida (Rom 8,10), el
espíritu humano. En muchos textos de Pablo, espíritu designa la
persona humana, no una parte de ella sino su totalidad (1 Cor 16,18;
2 Tim 4,22; 2 Cor 2,13; 1 Cor 5,3; Col 2,5). Se trata del ser humano
integro, visto desde el soplo que mueve su conducta.

El ser humano bajo la gracia. La vida del espíritu en el ser humano es


acentuada cuando se ve a este desde la perspectiva de que es objeto
de la gracia de Dios. El espíritu aparece como el sujeto de le recepción
de los dones de Dios (Gál 6,18; Flp 4,23). El caminar según el espíritu
(Rom 8,4; Gál 5,16.25), es vida.

3. El cuerpo (soma) de la resurrección. El cuerpo designa al ser


humano en primer lugar en su aspecto exterior (1 Cor 13,3; Rom 6,12),
también está el «cuerpo de carne» (Col 1,22 y 2 11) susceptible de morir
(Rom 6,12; 2 Cor 4,10-11). El cuerpo no es algo que la persona tiene sino
que es. El pecado contra el cuerpo (1 Cor 6,18) es el pecado contra toda
la persona humana. También se habla del «cuerpo de pecado» (Rom
6,6) que conduce a la muerte (Rom 7,24).

El cuerpo resulta ser más bien el campo en que actúan la fuerza de la


muerta, la carne; y al mismo tiempo la fuerza de la vida, el espíritu.
Por ello Pablo establecerá una lista de pecados «según la carne» pero
no según el cuerpo (Gál 5:19-21). Pero el cuerpo tiene la posibilidad de
vivir según el espíritu. Así se puede hablar de un cuerpo espiritual.
El cuerpo puede ser espiritual (1 Cor 15,44) «El cuerpo no es para la
72
ADORAR A DIOS CON NUESTRO CUERPO II
fornicación sino para el Señor y el Señor para el cuerpo» (6,13) porque
el Señor lo va a resucitar con su poder (6,14). El cuerpo para el Señor
no es algo que será después, sino que es una realidad presente (Rom
6,4; Flp 1,20).

Cuerpo espiritual es la designación para el que camina según el Señor,


pero que no elude su materia. Esto permite a Pablo decir que el «cuerpo
es templo del Espíritu Santo» (1 Cor 6,19).

Así el cuerpo puede ser cuerpo de pecado en cuanto está sometido a


éste, pero también, de forma análoga, puede ser cuerpo espiritual
cuando camina en la vida. Así nos es dado estar bajo el Espíritu que
es vida, gracia y libertad. El cuerpo liberado de las fuerzas de la muerte
lleva en él la vida en el Espíritu.

Estos conceptos son importantes aun para el sentido litúrgico, ya que


en muchas ocasiones, la liturgia se vuelve incorporea, es decir, toda
expresión litúrgica que mueva al cuerpo y sus sentidos (ver, oír,
símbolos, ritmos, estar de pie, palmear, estar de rodillas, etc.) se tiende
a ver en ocasiones muy “carnal” para un acto litúrgico, sin embargo
eso no nos lleva más que a perder la riqueza de que puede estar llena
la liturgia, como expresión directa a los sentidos y desde luego que esto
nos permitirá también enriquecer nuestras liturgias con lo que la
misma cultura nos ofrece, esto lo veremos en la siguiente lección.

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